4- Somos Hijos De La Luz

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Tema espiritual: “SOMOS HIJOS DE LA LUZ” Llevar una vela apagada o prenderla durante la reunión un momento y apagarla. Lleva escrito en una hoja “Yo soy la luz del mundo Jn 8, 12” 1- Objetivo: Profundizar nuestra vida de Hijos de Dios dado que lo somos desde nuestro bautismo 2- El día de nuestro bautismo el sacerdote dijo a los padres y padrinos cuando encendieron la vela que llevaban el cirio pascual “Reciban la luz de Cristo: a ustedes padres y padrinos se les confía la misión de acrecentar esta luz para que este niño/a viva como un hijo de la luz” 3- Lectura del cuento “La pequeña vela” 4- Respondemos entre todos:  ¿Qué mensaje nos deja el cuento?  ¿Cuáles son las exigencias que tenemos hoy como jóvenes cristianos?  Así como la pequeña vela encontró felicidad en dar luz a los demás, nos preguntamos: ¿soy feliz cuando hago algo por los otros?  ¿Qué puedo hacer para que otros sean felices?  ¿Cuáles son las tentaciones que me pueden contagiar para no ser luz de Cristo?  ¿Sentimos que vamos dejando nuestra vida por Cristo? ¿Somos felices por esto? 5- Una vez había un mural que tenía una vela gastada a al lado contenía una frase que decía así: “Señor que al final de mi vida todo mi ser se haya consumido por ti” 6- Final:  Inventar un lema para esta semana que me ayude ser luz de Cristo, a ser una vela pero que desde dentro algo en mi interior me diga que Cristo está vivo en mi”  Aprenderse de memoria el día en que cada uno se bautizó, hacerlo de tarea para la próxima 7- Terminar con el canto “esta es la luz de Cristo”

LA PEQUEÑA VELA “Para que la luz perdurara en ella, tenía que alimentarla desde el interior” Había una vez una pequeña vela que vivió feliz su infancia, hasta que cierto día le entró curiosidad en saber para qué servía ese hilito negro y finito que sobresalía de su cabeza. Una vela vieja le dijo que ese era su "cabo" y que servía para ser "encendida". Ser "encendida" ¿qué significaría eso?. La vela vieja también le dijo que era mejor que nunca lo supiese, porque era algo muy doloroso. Nuestra pequeña vela, aunque no entendía de qué se trataba, y aún cuando le habían advertido que era algo doloroso, comenzó a soñar con ser encendida. Pronto, este sueño se convirtió en una obsesión. Hasta que por fin un día, "la Luz verdadera que ilumina a todo hombre", llegó con su presencia contagiosa y la iluminó, la encendió. Y nuestra vela se sintió feliz por haber recibido la luz que vence a las tinieblas y le da seguridad a los corazones. Muy pronto se dio cuenta de que haber recibido la luz constituía no solo una alegría, sino también una fuerte exigencia… Sí. Tomó conciencia de que para que la luz perdurara en ella, tenía que alimentarla desde el interior, a través de un diario derretirse, de un permanente consumirse… Entonces su alegría cobró una dimensión más profunda, pues entendió que su misión era consumirse al servicio de la luz y aceptó con fuerte conciencia su nueva vocación. A veces pensaba que hubiera sido más cómodo no haber recibido la luz, pues en vez de un diario derretirse, su vida hubiera sido un "estar ahí", tranquilamente. Hasta tuvo la tentación de no alimentar más la llama, de dejar morir la luz para no sentirse tan molesta. También se dio cuenta de que en el mundo existen muchas corrientes de aire que buscan apagar la luz. Y a la exigencia que había aceptado de alimentar la luz desde el interior, se unió la llamada fuerte a defender la luz de ciertas corrientes de aire que circulan por el mundo. Más aún: su luz le permitió mirar más fácilmente a su alrededor y alcanzó a darse cuenta de que existían muchas velas apagadas. Unas porque nunca habían tenido la oportunidad de recibir la luz. Otras, por miedo a derretirse. Las demás, porque no pudieron defenderse de algunas corrientes de aire. Y se preguntó muy preocupada: ¿Podré yo encender otras velas? Y, pensando, descubrió también su vocación de apóstol de la luz. Entonces se dedicó a encender velas, de todas las características, tamaños y edades, para que hubiera mucha luz en el mundo. Cada día crecía su alegría y su esperanza, porque en su diario consumirse, encontraba velas por todas partes. Velas viejas, velas hombres, velas mujeres, velas jóvenes, velas recién nacidas…. Y todas bien encendidas.

Cuando presentía que se acercaba el final, porque se había consumido totalmente al servicio de la luz, identificándose con ella, dijo con voz muy fuerte y con profunda expresión de satisfacción en su rostro: ¡Cristo está vivo en mí!

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