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HERALDO DE ARAGÓN 11/10/2005
Lacolumna
I Rafael Bardají
Ruinas sin alma
MERGEN sobre las aguas mostrando la realidad oculta durante décadas. Presentan su lado más fantasmal y es ahora cuando alguien se acuerda de que fueron inundados en los tiempos en que no se podía decir casi nada. Para la prensa que estos días muestra con gran profusión estos pueblos que un día perdieron su alma, la imagen es el símbolo de la, ahora sí, pertinaz sequía. Para los habitantes de Mediano, Barasona o Yesa, el recuerdo más triste y doloroso. Cuando estos vecinos ven en el periódico sus antiguas casas mostrando su muerte, en su más tórrida desnudez de color marrón, no pueden por menos que sentirse víctimas de una falta de sensibilidad. Ellos, que se vieron con el agua al cuello. Son titanics sumergidos sin leyendas legendarias y sin un James Cameron dispuesto a edulcorar o dramatizar la tragedia para el consumo masivo. Las ruinas del balneario de Tiermas, de la iglesia y las casas de Mediano y del puente que llegaba a Barasona encierran ese encanto amargo que se convierte en morboso para muchos. Pero ya todo es muerte y ni siquiera pueden recogerse, en caso de existir, psicofonías de los desaparecidos. A lo sumo, rastreamos lo que queda para retar al destino y burlar al pasado reciente. Nos lanzamos a tomar las aguas en Tiermas cubriéndonos de barro a la vieja usanza romana o intentamos recuperar algún molino aceitero ya olvidado a orillas del Cinca, con el fin de lograr retener parte de la memoria colectiva. La otra, la más íntima, está en el subconsciente particular.
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