SECRETOS Mary Alice: Todos guardamos algún secreto... [Bree le comenta algo a Susan al oído, después pide que se calle poniendo el dedo en los labios] Unas veces son secretos bondadosos que ocultamos para no dañar a un ser querido... [Clara besando a su padre y tumbándose en su cama cuándo éste se va, llorando] Otras son secretos tan oscuros que no nos atrevemos a revelar... [Francisco leyendo una nota, que guarda con cuidado entre las páginas de un libro que sabe que nadie va a leer] Oscuras intenciones que tenemos en el corazón, romances ocultos o quizás un pasado demasiado comprometedor hace que tengamos que saber bien cómo guardarlos, pero tenemos que preguntarnos, ¿nos hace eso más felices?... [Lynette llorando, mirando su armario de pelucas] Ricardo, un hombre soñador, con una gran empresa a su cargo y sobre todo con una buena familia a la que puede sustentar, entonces, ¿por qué cree que su vida se desmorona junto a la de su familia?... [Ricardo en su empresa] Miranda, una gran mujer, buena en su casa y también con su familia, pero muy protectora con sus hijos, aunque muchas veces eso sea un gran problema para ella... [Miranda hablando con Clara, su hija] La hija mayor de estos, clara, una gran mujer, casada felizmente con Carlos, ya se ha independizado de sus padres y sólo va a visitarlos de vez en cuando, un matrimonio perfecto hasta que cierra la puerta de su baño, abre un grifo y se pone a llorar amargamente ante el espejo, sabiendo que su vida ya no tiene sentido... [Clara llorando en el baño, con el agua cayendo] Francisco, el hijo menor de la familia, a sus treinta y nueve años aún duerme sólo y no se ha podido independizar y es que todos hemos soñado alguna vez controlar el amor... [Francisco en la cama, llorando por no tener a quién amar] María, ayuda en la casa y vive en ella, todo el mundo sabe que su novio, Felipe, el mayordomo de la casa, no la quiere, entonces, ¿por qué no se decide a abandonarlo? Pensando siempre que quizás algún día pueda llegar a quererla... [Felipe se encuentra de espaldas, ella aún continúa despierta y lo mira atentamente] Felipe, quizás el amor sea su problema y es que muchas veces tenemos que conformarnos con lo que tenemos y no con lo que está fuera de nuestro alcance.... [Felipe besando una foto que tiene debajo del colchón] Secretos y más secretos, una vida llena de ellos, aunque esta familia no sabe que en Wisteria Lane los secretos no están a salvo. [Vista aérea de Wisteria Lane] Todo Wisteria Lane estaba pendiente de la nueva familia de Wisteria Lane, los Jones se mudaban a una casa que ellos mismos habían mandado construir y parecía una mansión. Tenían todo lo que una familia podía desear, incluso sirvientes que ayudaban con las cosas de la casa, parecían muy felices y es que las apariencias siempre engañan. -Como osan destruir la casa de la señorita Hubber, aún no sabemos nada de Felicia y ya han derrumbado su casa -dijo Bree exasperada. -Tranquilízate Bree -dijo Gabrielle que se encontraba al lado de ella dándole un golpe suave en la espalda-, si ellos han venido aquí es que les han dado permiso, además el menor de los hermanos está buenísimo. Todas miraron inquisitivamente a Gaby, estaba casada con Victor Lang y ya no era momento de andar con amoríos, lo que nadie sabía es que el mismo día de casados ya había tenido una aventura con Carlos. -Chicas era una broma -dijo Gaby respondiendo a lo que todas estaban pensando-, además es demasiado viejo para mí, lo mismo tiene hasta novia. -¿Es que no leéis las revistas del corazón? -dijo Edie-. Es uno de los solteros más cotizados de los Estados Unidos porque tiene mucho dinero, yo no sé vosotras pero yo voy ahora mismo a conocerlos, está bueno y con dinero, ¿qué más se puede pedir? -¿Amor quizás? -dijo Lynette. -El amor es sólo una sensación que viene y va, no perdura para siempre. -Sí, viene y va... -dijo Lynette recordando a su amor, y no era precisamente Tom. Pero como todo el mundo sabe, ella estaba casada con Tom y nada podía pasar, sólo que ella estuviera junto a él. -Bueno, para no parecer que vamos a cotillear voy a preparar un cesta de magdalenas y se las llevamos, nos vemos en mi casa dentro de 20 minutos -dijo Bree.
Todas asintieron y esperaron con ansia el momento en el que pudieran conocer a la familia Jones. -Mamá, ¿has visto cómo nos miran? Hemos venido aquí con la esperanza de encontrar paz, no para que unas cuantas cotillas dirijan nuestra vida -dijo Francisco. -Tranquilo hijo, no son lo mismo cuatro cotillas que cientos de fotógrafos, ellas sólo hacen de esto un juego, no te preocupes -dijo Marina. Los dos se encontraban mirando a través de la ventana de la habitación de Francisco. Habían terminado ya la construcción de la casa y la mudanza, todo ello les había costado dos meses y es que el dinero hace mucho. -Vivamos sólo hijo, no te compliques la vida con la plebe del barrio -dijo Marina con mucho orgullo, sabiendo que su marido era dueño de la prestigiosa marca de ropa Glamour y que no tenía que cotillear para sobrevivir. Bree ya tenía lista las magdalenas, recién hechas como a ella le gustaban. Se colocó bien la falsa barriga de embarazada y deseó que su hija tuviera ya el hijo para descansar de ella. Así, todas se prepararon para salir en busca de los Jones y enterarse de algunas cosas. -Ahí vienen mamá, como siempre para cotillear, no puedo más. -No te preocupes, quédate en tu cuarto y yo salvaré la situación. Bree tocó a la puerta y Clara abrió, muy triste, entonces llamó a su madre y fue corriendo a la habitación de su hermano, para contarle una terrible verdad, su marido se encontraba en el salón, dormido. -Hola chicas, ¿que deseáis? -dijo Marina muy amable. -Sólo veníamos a daros la bienvenida al barrio, espero que estéis aquí mucho tiempo, toma estas magdalenas recién hechas en nombre de todas, devuélveme después la cesta por favor. -De acuerdo, ahora tengo que irme, quedan muchas cosas que hacer aún, si me disculpáis, gracias por las magdalenas, mi sirvienta te llevará después la cesta. Hasta pronto -dijo y entonces cerró la puerta tras de sí. -Creo que no quieren que entremos, ¿guardarán algún secreto? -dijo Susan. -Todos guardamos secretos -dijo Lynette pensando en su cáncer y en su próxima sesión de quimioterapia. Sabiendo que pronto tendría que contestar a la pregunta de por qué se le caía tanto el pelo. Así, todas se marcharon sabiendo que los secretos tarde o temprano se descubrían, que sólo hacía falta tiempo, tiempo... lo único que Lynette no sabía si le iba a quedar. -Lo sé hermana, pero tengo que protegerte, no puedo dejarlo así -dijo Francisco que estaba sentado junto a su hermana, que estaba recostada en su pecho. -Déjalo, no merece la pena, además, no quiero que te metas en líos. -Para mí no es ningún lío, proteger a mi hermana. Dile que suba al tejado de la casa, entonces pronto todo habrá pasado. Clara se despidió y pronto Francisco se encontró en el tejado. -Clara me ha dicho que necesitas mi ayuda -dijo Carlos. -Sí, toma esta cuerda, te ataré y entonces yo iré bajándote, entonces tienes que buscar en la canal porque parece que hay un atasco, lo siento, pero yo no puedo, tengo vértigo. -Vale, si no queda más remedio. Entonces Francisco le ató una cuerda y poco a poco fue bajándolo, hasta que soltó la cuerda antes de que Carlos pudiera reaccionar, así, Carlos sabía que iba a morir, que iba a dejar esta vida muy pronto, pensamiento que se le quitó cuando su cuerpo se estrelló contra en duro suelo de la casa, muriendo en el acto. Francisco, sonriendo, bajó a dar la mala noticia, por descuido Carlos había muerto. Clara hizo bien el papel y lloró, hasta que la policía vino y se llevó el cuerpo. Una vez en el cuarto de Francisco, los dos fueron francos. -Por fin vuelvo a ser libre, al fin puedo amar de nuevo, muchas gracias hermano, ahora me voy, tengo que hacer mi papel. -De acuerdo hermana, sabes que haría todo por ti. Clara salió y Francisco abrió un libro, del cual cogió una pequeña nota. La leyó sonriendo y entonces se acercó a un armario, sacó una llave que tenía colgada al cuello y entonces abrió el armario, el cual contenía dos ánforas con dos personas. -Esto es lo que pasa cuando no se sabe guardar un secreto -dijo sonriendo, cerrando de nuevo el armario y guardando la nota de nuevo en el libro.
Mary Alice: Eso es un secreto, un voto de silencio ante algún asunto que no queremos que se sepa... [Lynette hablando con Bree y las dos terminan abrazándose, Lynette con lágrimas en los ojos] Es el fin del silencio, la libertad para contar cosas, siempre en la más estricta intimidad, sin que nadie sepa que en verdad guardamos un secreto… [Edie llama a Gabrielle] Aunque muchas veces esos secretos nos parecen tan horribles que desearíamos que no nos lo hubieran contado… [Clara y Francisco hablan] Pero hay algunos secretos mucho más oscuros, siniestros podríamos decir, y es que el asesinato es el secreto más antiguo, desde Caín hasta nuestros días... siempre presente. [Las dos ánforas escondidas en el armario de metal de Francisco]