Capítulo 2. 4. Ventilación mecánica domiciliaria 11. ALTA A DOMICILIO El alta domiciliaria es por un lado, la culminación de todo un proceso y por otro es el inicio de una nueva etapa en la vida del paciente y sus familiares. En este sentido tanto los unos, como los otros, cuando se aproxima la fecha del alta hospitalaria, manifiestan en mayor o menor medida un cierto grado de ansiedad derivado de la incertidumbre ante una nueva sitación. Los pacientes muestran una cierta desconfianza por sentirse "menos protejidos" fuera del ámbito de la UMI y los familiares o cuidadores por la aceptación de una situación personal "cargada de nuevas responsabilidades". Ante esto, la respuesta del equipo responsable de la VMD ha de ser de apoyo psicológico y de reafirmación de que tanto el paciente como sus familiares están técnicamente capacitados y entrenados para afrontar este reto. Otra aproximación, que no excluye lo anterior, consiste en realizar un alejamiento progresivo del paciente de la UMI, pasando a estar ingresado durante unos días en una sala convencional del hospital, antes de su alta definitiva al domicilio (2). De esta forma tanto el paciente como sus familiares pueden comprobar por si mismos, los problemas que pueden surgirles, sintiendose "mas protegidos", al estar en el medio hospitalario y con la posibilidad permanente de consultar con el equipo responsable de la VMD. Antes de proceder al alta definitiva al domicilio, el paciente ha de estar médica y psicologicamente estable, sin precisar cambios en los parámetros de VM, habiendo cumplido todos los aspectos del programa antes comentado (2, 13, 97, 100). Es de utilidad que él equipamiento que el paciente va a tener en su domicilio, sea el que definitivamente se adapte a el durante los últimos días de su entrenamiento y de su estancia hospitalaria (99). Cuando el domicilio del paciente no reune las condiciones técnicas e higiénico-sanitarias mínimas, o bién los familiares rechazan el aceptar al paciente en su domicilio, se ha de buscar una opción que sustituya a este. Las Residencias con asistencia profesional, pueden
ser una alternativa válida, si ello no fuese posible, se intentará mantenerlo en un hospital de atención a pacientes con procesos crónicos y por último, si todo lo anterior no se puede conseguir, se intentará mantener la VM en un área reacondicionada del hospital. Todo esto se debe encaminar no en el sentido economicista de disminución de costes en la atención de estos pacientes, sino en el sentido de procurarles un ambiente lo menos hostil posible, intentando satisfacer en la mayor medida sus necesidades personales, afectivas, familiares y sociales.