1 Carta 1 Poema 1 Cuento 1 Fabula 1 Leyenda 1 Adivinanza Etc.docx

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Carta

Poema Mariposa del aire, de Federico García Lorca ¡Qué hermosa eres! Mariposa del aire dorada y verde Luz de candil Mariposa del aire quédate ahí, ahí, ahí No te quieres parar pararte no quieres Mariposa del aire dorada y verde Luz de candil Mariposa del aire quédate ahí, ahí, ahí quédate ahí Mariposa ¿estás ahí?

Cuento Sara y Lucía, un cuento sobre la sinceridad Érase una vez dos niñas muy amigas llamadas Sara y Lucía. Se conocían desde que eran muy pequeñas y compartían siempre todo la una con la otra. Un día Sara y Lucía salieron de compras. Sara se probó una camiseta y le pidió a su amiga Lucía su opinión. Lucía, sin dudarlos dos veces, le dijo que no le gustaba cómo le quedaba y le aconsejó buscar otro modelo. Entonces Sara se sintió ofendida y se marchó llorando de la tienda, dejando allí a su amiga. Lucía se quedó muy triste y apenada por la reacción de su amiga. No entendía su enfado ya que ella sólo le había dicho la verdad. Al llegar a casa, Sara le contó a su madre lo sucedido y su madre le hizo ver que su amiga sólo había sido sincera con ella y no tenía que molestarse por ello. Sara reflexionó y se dio cuenta de que su madre tenía razón. Al día siguiente fue corriendo a disculparse con Lucía, que la perdonó de inmediato con una gran sonrisa. Desde entonces, las dos amigas entendieron que la verdadera amistad se basa en la sinceridad. Y colorín colorado este cuento se ha acabado, y el que se enfade se quedará sentado. FIN

Fabula El lobo con piel de oveja Pensó un día un lobo cambiar su apariencia para así facilitar la obtención de su comida. Se metió entonces en una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al pastor. Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo el rebaño a un encierro, quedando la puerta asegurada. Pero en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día siguiente, tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante. Moraleja: Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.

Leyenda El hada del viejo pino (leyenda para niños) Hubo una vez, en unas lejanas llanuras, un árbol antiquísimo al que todos admiraban y que encerraba montones de historias. De una de aquellas historias formaba parte un hada, que había vivido en su interior durante años. Pero aquella hada se convirtió un día en una mujer que mendigaba y pedía limosna al pie del mismo pino. Muy cerca, vivía también un campesino (al que la gente consideraba tan rico como egoísta), que tenía una criada. Aquella criada paseaba cada mañana junto al viejo pino y compartía con la mujer mendiga todo el alimento que llevaba consigo. Pero cuando el campesino se enteró de que la criada le daba el alimento a la señora que mendigaba, decidió no darle ya nada para comer para no tener así que regalárselo a nadie. Tiempo después, el campesino avaro acudió a una boda en la que tuvo la ocasión de comer y beber casi hasta reventar cuando, regresando a casa, pasó cerca del

pino y de la mujer que mendigaba a sus pies. Pero en lugar de un árbol, el campesino vio un palacio precioso que brillaba a más no poder. Animado aún por la boda, el campesino decidió entrar y unirse a lo que parecía otra fiesta. Una vez dentro del palacio, el campesino vio a un hada rodeada por varios enanitos disfrutando de un festín. Todos invitaron al campesino a compartir la mesa con ellos y no lo dudó dos veces, a pesar de que había acabado muy lleno de la boda. El campesino, ya sentado en la mesa, decidió meterse todo cuanto pudo en los bolsillos, puesto que ya no le cabía nada en el estómago. Acabada la fiesta, el hada y los enanitos se fueron a un salón de baile y el campesino decidió que era el momento de volver a casa. Cuando llegó, quiso presumir de todo cuanto le había pasado ante su familia y sus criados y, para demostrarlo, sacó todo cuando había metido en sus bolsillos. Pero, oh, oh…de los bolsillos no salió nada. El campesino, enfurecido por las risas de todos, ordenó a la criada que se fuera de su casa y que comprobara si quisiera cuanto le había contado. La pobre joven salió de la casa entristecida, y acudió hasta los pies del pino. Pero, de pronto, poco antes de llegar, notó algo muy brillante en los bolsillos de su delantal. Eran monedas de oro. Tan contenta se puso la criada que decidió no regresar nunca más al hogar del campesino egoísta, y fue a ver a la mujer que mendigaba en el pino para darle algunas monedas. 

Tome señora, unas pocas monedas que tengo, seguro que le ayudarán. – Dijo la joven.

Y en aquel mismo momento la falsa mendiga retomó su forma de hada, recompensando la actitud de la joven con un premio todavía mayor, su libertad y su felicidad eternas.

Adivinanza

Parábola El bordado de Dios Cuando yo era pequeño, mi mamá solía coser mucho. Yo me sentaba cerca de ella y le preguntaba qué estaba haciendo. Ella me respondía que estaba bordando. Siendo yo pequeño, observaba el trabajo de mi mamá desde abajo, por eso siempre me quejaba diciéndole que solo veía hilos feos. Ella me sonreía, miraba hacia abajo y gentilmente me decía: “Hijo, ve afuera a jugar un rato y cuando haya terminado mi bordado te pondré sobre mi regazo y te dejaré verlo desde arriba”. Me preguntaba por qué ella usaba algunos hilos de colores oscuros y porqué me parecían tan desordenados desde donde yo estaba. Más tarde escuchaba la voz de mamá diciéndome: “Hijo, ven y siéntate en mi regazo.” Yo lo hacía de inmediato y me sorprendía y emocionaba al ver la hermosa flor o el bello atardecer en el bordado. No podía creerlo; desde abajo solo veía hilos enredados. Entonces mi mamá me decía: “Hijo mío, desde abajo se veía confuso y desordenado, pero no te dabas cuenta de que había un plan arriba. Yo tenía un hermoso diseño. Ahora míralo desde mi posición, que bello. ” Muchas veces a lo largo de los años he mirado al Cielo y he dicho: “Padre, ¿qué estás haciendo?”. Él responde: “Estoy bordando tu vida.” Entonces yo le replicó: “Pero se ve tan confuso, es un desorden. Los hilos parecen tan oscuros, ¿por qué no son más brillantes?” El Padre parecía decirme: “Mi niño, ocúpate de tu trabajo confiando en Mi y un día te traeré al cielo y te pondré sobre mi regazo y verás el plan desde mi posición. Entonces entenderás…”

Reflexión 1º El cojo y el ciego En un bosque cerca de la ciudad vivían dos vagabundos. Uno era ciego y otro cojo; durante el día entero en la ciudad competían el uno con el otro. Pero una noche sus chozas se incendiaron porque todo el bosque ardió. El ciego podía escapar, pero no podía ver hacia donde correr, no podía ver hacia donde todavía no se había extendido el fuego. El cojo podía ver que aún existía la posibilidad de escapar, pero no podía salir corriendo – el fuego era demasiado rápido, salvaje- , así pues, lo único que podía ver con seguridad era que se acercaba el momento de la muerte. Los dos se dieron cuenta que se necesitaban el uno al otro. El cojo tuvo una repentina claridad: “el otro hombre, el ciego, puede correr, y yo puedo ver”. Olvidaron toda su competitividad. En estos momentos críticos en los cuales ambos se enfrentaron a la muerte, necesariamente se olvidaron de toda estúpida enemistad, crearon una gran síntesis; se pusieron de acuerdo en que el hombre ciego cargaría al cojo sobre sus hombros y así funcionarían como un solo hombre, el cojo puede ver, y el ciego puede correr. Así salvaron sus vidas. Y por salvarse naturalmente la vida, se hicieron amigos; dejaron su antagonismo.

Canto Infantil Letra de la canción para niños Cinco ratoncitos Cinco ratoncitos de colita gris, mueven las orejas, mueven la nariz, abren los ojitos, comen sin cesar, por si viene el gato, que los comerá, comen un quesito, y a su casa van, cerrando la puerta, a dormir se van

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