0006

  • November 2019
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  • Pages: 27
PALOMA Mi vida fuimos a volar Con un solo paracaídas Uno sólo va a quedar Volando a la deriva Vivir así no es vivir Esperando y esperando Porque vivir es jugar Y yo quiero seguir jugando Le dije a mi corazón Sin gloria pero sin pena No cometas el crimen, varón Si no vas a cumplir la condena Quiero vivir a veces Para poder olvidarte Quiero llevarte conmigo Y no voy a ninguna parte No te preocupes, paloma Hoy no estoy adentro mío Tu amor es mi enfermedad Soy un envase vacío - estribillo No te preocupes paloma No hay pájaros en el nido Dos ilusiones se irán a volar Pero otras dos han venido Si me olvido de vivir Colgado de sentimientos Voy a vivir para repetir otra vez Este momento Te bajaría del cielo, mujer La luna hasta tu cama Porque es muy poco de amor Sólo una vez por semana Puse precio a mi libertad Y nadie quiso pagarlo Te cambio tu corazón por el mío Para mirarlO y mirarlO …de gloria, mujer

Quiero un pedazo de cielo Para invitarte a dormir En la cama o en el suelo Un sacrificio ritual bien o mal Yo quiero hacerle a mi estrella Sin principio ni final No quiero vivir sin ella - estribillo Mi caramelo Que linda que estás, SOS un caramelo te veo en el recreo y me vuelvo loco, todas las cosas que me gustan, tienen tu cara y espero los asaltos, así juego a la botellita con vos, mi bomboncito. Que excitante que estás, tendrías que saberlo esa cola es la manzana mas buscada, y esos senos son el alimento de mi creación, quisiera arrancarte un día y morir en un telo con vos... o quizás en un auto. Han pasado cinco años, asumiste las cosas hace tiempo que estoy buscando mi verdadero yo, hay una especie de simbiosis, lo dijo mi psicóloga haría bien a la terapia alejarme un tiempo... unos setenta años. Como estás querida tengo esposa e hijos de ves en cuando hablo con ella y hasta hacemos el amor, no es que quiera molestarte, pero me es imprescindible sentarme en un café, y soñar un poco... y tal vez amarnos. Y ha pasado mi hora, quién robo mis años, cambio a toda esta familia por un segundo con vos, si te veo ahora, aunque termine en un hospicio, tomo una botella...y juego a la botellita con vos.

Un pacto para vivir, odiandonos sol a sol revolviendo más en los restos de un amor, con un camino recto, a la desesperación ¿desenlace?

en un cuento de terror. Seis años así escapando me otro lugar con mi fantasía buscando otro cuerpo, otra voz, fui consumiendo infiernos para salir de vos, intoxicado loco sin humor. Si hoy te tuviera aquí cuando hago esta canción me sentirías raro no tengo sueño, mi panza vibra tuve un golpe energético milagro y resurrección, y eso que estaba tieso, bajo control El poder siempre manda si para tenerte aquí había que maltratarte ! no puedo hacerlo, sos mi dios te veo, me sonrojo y tiemblo qué idiota te hace el amor, y hoy quiero darle rienda a esta superstición un pacto para vivir! un pacto para vivir un pacto para vivir! un pacto para vivir un pacto para vivir! un pacto para vivir un pacto........para vivir!

Jürgen Habermas (vía Contracorriente) [de una entrevista aparecida en La Vanguardia el 26/11/06] -¿En qué sentido la modernidad ha descarrilado? Ante el auge de la globalización económica y de la incursión de la racionalidad económica en cada vez más facetas de la vida, me he vuelto escéptico en relación con una modernización que amenaza con perder su propia base normativa en el derecho y la moral. Piense en el cálculo económico, que invade la justicia y que socava el derecho penal. Piense en los ejemplos de la privatización de la guerra, de la administración de prisiones, del suministro de energía y del sistema sanitario. El Estado deja elementos clave de la protección del bien público en manos del mercado. En todas partes, las regulaciones normativas, así como las legislativas y las morales, están desapareciendo y son sustituidas por cálculos de beneficios. (…) cuando decaen las fuerzas que fomentan una autorregulación normativa, conviene echar mano con cautela de todos los recursos que permiten la regeneración de la conciencia del compromiso. Y la religión ocupa un lugar preeminente en esta cuestión.

- ¿Qué puede aprender o tomar la razón de la religión? ¿De todas las religiones o sólo del cristianismo? A lo largo de los siglos, en la vida moral de las comunidades religiosas no sólo se han ido formando y se han conservado prácticas de respeto, cuidados y ayuda mutuos. Sobre la base de una vida estabilizada litúrgicamente en las parroquias se ha creado también una larga tradición de interpretación y comprensión intelectual de los textos sagrados. De este modo, las sutiles experiencias en las relaciones con los demás y los sentimientos morales encuentran una expresión articulada. (…) Esto es aplicable a todas las grandes religiones, no sólo al cristianismo. Pero en Occidente se ha producido una simbiosis entre cristianismo y metafísica que explica por qué incluso la razón secularizada del pensamiento posmetafísico moderno se alimenta de ese legado. Y se alimenta especialmente cuando se habla de las condiciones de una “vida no malograda”. (…) En un diálogo con tradiciones religiosas experimentadas y ricas, manteniendo una actitud receptiva, la Ilustración puede percatarse de su propia estrechez de miras. - Volviendo a lo anterior, cuando habla de esa simbiosis entre cristianismo y metafísica, ¿quiere decir que la filosofía tiene en sus orígenes, detrás, una religión y no es posible eliminarla sin afectar a la filosofía actual misma? Tan sólo creo que las grandes religiones del mundo, que nacieron al mismo tiempo que la filosofía griega, pertenecen, igual que ésta, a la genealogía de la razón. Y la razón moderna, o posmetafísica, no acabará de comprenderse a sí misma hasta que no entienda su relación con la religión como un aspecto de la mente que, no obstante, le es ajeno o queda fuera de ella. - Trasladándonos al mundo práctico, ¿qué significa esto para la praxis política? (…) ¿Es usted crítico con la visión secular? ¿Tenemos que cambiar nuestras constituciones? Eso es un malentendido. Yo defiendo los fundamentos seculares de los estados liberales. El poder estatal debe seguir siendo ideológicamente neutral y debe legitimarse mediante consideraciones seculares regidas por la razón. La soberanía del pueblo y los derechos humanos son las fuentes seculares de la legitimación de los estados constitucionales regida por la razón. No critico el derecho natural completamente secular, sino la ideología secularizadora que niega por principio a la religión la posibilidad de contener parte de razón.

TEMA: Despenalización del consumo de la marihuana

PREGUNTAS: -¿Existen criterios para consumo de la marihuana?

la

despenalización

del

-¿Cómo nace marihuana?

la

prohibición

del

consumo

de

la

- ¿El tráfico de drogas constituye uno de los delitos más graves que contempla nuestro Código Penal? - ¿Ha avanzado el cultivo de la marihuana en el Paraguay en los últimos años?

OBJETIVO GENERAL Identificar criterios que justifican la despenalización del consumo de la marihuana en Paraguay.

OBJETIVO ESPECIFICO

- Conocer los trabajos investigativos que sustentan la despenalización de la marihuana. - Analizar el contexto en que nace la prohibición del consumo de la marihuana.

Identificar criterios que despenalización de la marihuana.

sustentan

la

MARCO TEÓRICO

Según el informe de la Senad el cultivo de la marihuana en Paraguay se ha diseminado a otros departamentos de la Región Oriental y son los siguientes: Concepción, Amambay, San Pedro, Canindeyu, Caaguazú, Itapúa, Caazapá y Alto Paraná. Dicho informe argumenta que “el avance del área de cultivo ha crecido notoriamente en los últimos años debido principalmente al

estancamiento económico de la presente década y el alto índice de desocupación que impera en el país (16%).” “El cultivador de marihuana es un asalariado agrícola que percibe aproximadamente 3 dólares por día, recibe la semilla de los empresarios (generalmente brasileños) quienes a la cosecha, retiran y comercializan el producto. “ “Los principales mercados son: Local (Paraguay), Brasil, Argentina, Chile y Uruguay. Ultimamente, debido a la alta calidad del producto ya esta llegando a Europa y Japón.” “En el Paraguay se estima una producción de 6.000 hectáreas anuales de cannabis, lo que representa unas 18.000 toneladas. Esas 18.000 toneladas al mismo precio de U$S 10/kgr, representa unos 180.000.000 de dólares anuales, que representa el 2,5 % del Producto Interno Bruto nacional.”

Aspectos legales del cannabis La marihuana fue criminalizada en casi todo el mundo a comienzos del siglo XX. En Gran Bretaña, el cánnabis fue ilegalizado en 1928 tras adherirse a la Convención Internacional del Opio que se acordó en Ginebra (Suiza) en 1925. En Estados Unidos, el 12 de agosto de 1930 fue creado el Federal Bureau of Narcotics. El mismo estaba bajo la dirección de Harry J. Ansliger. Este departamento creó leyes para penalizar la transportación, posesión y consumo de marihuana. Una de estas leyes fue el “Marihuana Tax Act” en 1937. Para entender el porqué de la ilegalización, hay que tener en cuenta lo siguiente: Existe la teoría de que fueron los esclavos africanos quienes trajeron a América la novedad de fumar Cannabis. No obstante, el señor Schoeder —un padre de familia que se tomó la molestia de investigar por qué el gobierno de los Estados Unidos le miente a sus hijos y además; señala: "La explicación más verosímil es también la más sencilla. La marihuana cobró importancia cuando la enmienda constitucional número 18 y la Ley Volstead prohibieron el alcohol. La mariguana era un sustituto barato y 'satisfactorio' del aguardiente, producía los mismos efectos 'estimulantes' y no era, en principio, ilegal." (Schroeder, Richard. El mundo de las drogas, Edamex, México, 1993). Cada vez son más los estadounidenses que reconocen que los mexicanos se convirtieron en un fastidio en cuanto los trabajos comenzaron a escasear con la Depresión del 29. "Los políticos, que trataban de complacer a la clase de trabajadores blancos, aseguraban que los mexicanos eran responsables de una oleada de crímenes violentos. Las estadísticas policiacas no muestran nada parecido; de hecho, los mexicanos estaban involucrados en menos

crímenes que los blancos..." (General Information about hemp as a drug, Mind's High). Durante la Ley Seca "ser oficial de policía era una cosa agradable, recibías un salario relativamente decente, respeto, impunidad parcial ante la ley, y la oportunidad de recibir sobornos, si eras esa clase de persona." (General Information about hemp as a drug, Mind's High). La prohibición del alcohol no sólo deja una década de fracasos interdictivos sino a un gran número de oficiales desempleados que no están dispuestos a abandonar su estilo de vida y presionan a su gobierno para que efectúe un reordenamiento en el Buró Federal de Narcóticos y Drogas Peligrosas (FBNDD). En cuanto Harry J. Anslinger —sobrino político del Secretario del Tesoro Andrew Mellon— es designado director, el Buró se da a la tarea de articular una campaña nacional contra el nuevo enemigo. El mismo Aslinger relata en su libro Los Asesinos: "Por radio y en foros importantes relaté la historia de esta yerba maligna que crece en los campos, las márgenes de los ríos y orillas de los caminos. Escribí artículos para revistas, nuestros agentes dieron cientos de conferencias a padres, educadores y dirigentes cívicos y sociales. En transmisiones de televisión seguí denunciando el número cada vez mayor de crímenes cometidos, incluyendo el estupro y el homicidio." (Ginsberg, Allen. "First manifesto to end the bringdown" en The marihuana papers, New American Library, 1968) Necesitaban asustar principalmente a los padres de familia y los maestros para convencer al país de que sus trabajos eran importantes. Aprovechando la oportunidad no tardan en aparecen grupos como la Patriotic Allied Society, los Key Men of America y la American Coalition, que a su deseo de mantener un país 'moralmente limpio' suman consideraciones de orden racial-laboral: "Han cogido a traficantes mexicanos regalando cigarros a los niños en las escuelas. A nuestra Nación le sobra mano de obra y la marihuana es consecuencia directa de la inmigración mexicana." (Cáñamo, "revista oficial de la cultura del cannabis", varios números, editada en Barcelona, España). Por si fuera poco, existe otro factor bastante interesante que el Reporte de la NCMDA no menciona: Durante la primera mitad de los años treinta la industria del papel de cáñamo comienza a cobrar impulso. A tal grado que diversas revistas especializadas sostienen que en cuestión de unos años la cosecha nacional de cáñamo alcanzará el primer lugar, pero justo en esos años la compañía Dupont® patenta el tratamiento químico de la pulpa de madera y decide asociarse con una cadena de periódicos propiedad de William R. Hearst para la explotación de un nuevo tipo de papel. Con ello comienza la época del "periodismo amarillo", llamado así porque, a diferencia del papel de cáñamo, el papel de pulpa de madera tratada con ácidos químicos se torna amarillo al cabo de unos meses o años, dependiendo de la concentración. Aunque este nuevo papel resulta más barato, el de cáñamo es más resistente y duradero, no exige la tala de árboles y no daña la atmósfera con químicos peligrosos, por lo que muchos compradores continúan prefiriéndolo.

Al darse cuenta de que para monopolizar el mercado necesita sacar de la competencia a los productores de cáñamo, Hearst busca el apoyo del banquero y Secretario del Tesoro Andrew Mellon. Éste otorga su respaldo a la multimillonaria empresa y a partir de entonces los discursos de su sobrino Anslinger se ven complementados con la producción de un documental titulado Reefer Madness, algo así como "La Locura del Porro". "El mensaje fue que la yerba conduce a la demencia, el pillaje, la violación y el homicidio" (Hemp For Victory Text Version of a film produced by the U.S. Department of Agriculture to promote hemp production for the war effort). La locura del toque cumple con su cometido, logra influir en la opinión pública y en 1936, sobre la base de que la marihuana y sus derivados se habían incluido ya en un convenio internacional, se eleva al Tesoro un proyecto de normatividad represiva, no sólo contra las partes psicoactivas del cáñamo, sino contra todo uso de la planta. Aparte de los productores poco organizados, nadie más protesta. La mayoría de los americanos no saben que el cáñamo y la marijuana son la misma cosa y nadie pudo asociar la diabólica hierba de México con las cuerdas con las que se amarraban los zapatos. Un año después se aprueba por unanimidad la Marihuana Tax Act y queda estrictamente prohibido consumir cáñamo en territorio estadounidense. Su cultivo e importación para necesidades industriales y de defensa se someten a partir de entonces a la licitación del Departamento del Tesoro. "En lo sucesivo, y hasta 1971, todas las decisiones del Congreso sobre estupefacientes se aprobarían por absoluta unanimidad... la circunstancia muestra hasta qué punto cualquier gesto distinto al máximo rigor sería para los diputados y senadores un acto de lesa majestad electoralista y, por tanto, un suicidio político." (General Information about hemp as a drug, Mind's High). Esta ley no estaba dirigida al uso medicinal de la marihuana sino a su uso recreativo. Pero esta ley hizo difícil el uso medicinal de la marihuana por la gran cantidad de papeles que se les requería a los médicos que la quisieran recetar a sus pacientes. En 1942 en plena Segunda Guerra Mundial, el gobierno estadounidense publicó una propaganda con el lema "Hemp for victory" ("Cannabis para la victoria") dirigida por Raymond Evans. Era una campaña para que los agricultores cultivaran cannabis; el mismo gobierno que años antes la prohibía se encargó de distribuir semillas a los habitantes agrícolas de esa época con el fin de creación de cáñamo textil. Las leyes suelen contemplar penas por tráfico, cultivo o posesión para consumo propio. La dureza de las penas varía según el país. Holanda es el único país de la Unión Europea donde se permite legalmente la venta de marihuana y sus derivados en locales con licencia denominados coffee shops (cafeterías). Lo paradójico es que los coffe shops no pueden comprar la marihuana legalmente, ya que el cultivo de esta no está legalizado en Holanda, y tampoco la venta a los coffe shops. En muchos países la policía ejerce su autoridad interceptando o confiscando cargamentos ilegales que se transportan como contrabando, e incluso

pequeñas cantidades que puedan ser consideradas para consumo propio. No obstante, en ocasiones son las propias fuerzas policiales las que se ven implicadas de alguna forma en la venta ilegal y el narcotráfico de sustancias ilegales. El cannabis es rico en THC lo cual podria generar una adiccion no directa, pero sí indirectamente en el individuo.

Aspecto social El consumo de cánnabis está altamente extendido y su uso aumenta y disminuye por épocas La tolerancia social y estatal a su consumo varía también de un lugar. Desde diversas instancias se viene reclamando la liberalización del consumo de cánnabis. A una crítica hacia los estudios que demonizan el cánnabis (argumentando que los informes médicos presentados son sesgados e inexactos, y que sus efectos son en conjunto beneficiosos) se suma una corriente de opinión (en la que destaca el escritor español Antonio Escohotado) que afirma que su prohibición es un atentado contra la libertad de elección del ciudadano responsable y una forma de control estatal sobre el individuo. Escohotado ha desarrollado todo una teoría crítica sobre lo que denomina una moderna cruzada contra la droga y propone un modelo de consumo responsable e informado, la sobria ebriedad. Propone la despenalización de las drogas desde una perspectiva libertaria no tanto la legalización como la derogación de la prohibición, pues es ésta la que, a su juicio, genera la adulteración, el envenenamiento, el narcotráfico, el control del individuo y el caos farmacológico: El prohibicionismo en materia de drogas es -cada vez más- un remedio que agrava el mal en lugar de evitarlo; su vigencia sostiene imperios criminales, corrupción, envenenamiento con sucedáneos y meros venenos, hipocresía, marginación, falsa conciencia, suspensión de las garantías inherentes a un Estado de Derecho, histeria de masas, sistemática desinformación y -cómo noun mercado negro en perpetuo crecimiento. Denuncia que la regulación, y no la desregulación, es la causa del problema, y que los ejemplos históricos, como la ley seca en Estados Unidos, o las diferentes prohibiciones anteriores y posteriores de todo tipo de sustancias, deben servir como un aviso para el presente: La sustancia no prohibida está regulada, como es el caso del alcohol etílico. Ahora bien, cuando se prohíbe, se generan casos como el periodo de la ley seca en Estados Unidos, que provocó que se distribuyese alcohol metílico, causante de miles de muertes y casos de ceguera. La diferencia no estriba en que una sustancia sea o no asequible. Una sustancia prohibida como la marihuana o el hachís nunca deja de ser asequible para la masa de consumidores.

La alternativa no es marihuana sí, marihuana no. La alternativa es seguir consumiendo marihuana escandalosamente adulterado, y pagando cifras astronómicas al mercado negro por esa bazofia, o desarrollar una nueva actividad económica que redunde en empleo para muchos, buenos productos, mayores márgenes de autonomía y un retorno al programa pagano de la sobria ebrietas, cuya meta es refinar la ebriedad para que no sólo induzca momentos de bienestar, sino progresos en el autoconocimiento. A fin de cuentas, la alternativa es intoxicarse con sucedáneos, o sentar las bases de una próspera libertad.

DESARROLLO FENOMENOLOGÍA DE LAS DROGAS Marihuana Posología Efectos Principales Marihuana de interiores

A pesar de grupos como el famoso Club des Haschischiens parisino, y otros conventículos parecidos, en Occidente el consumo extra-farmacéutico fue muy poco habitual hasta estallar la contestación psiquedélica, a mediados de los años sesenta. A partir de entonces se extiende rápida y masivamente entre la juventud americana y europea. Una década más tarde los principales productores de marihuana son México, Colombia y algunas zonas del Caribe, especialmente Panamà y Jamaica, con pequeñas aportaciones de Tailandia y Laos. A partir de los años ochenta el primer productor mundial es Norteamérica, que mediante técnicas avanzadas de cultivo (en campo abierto y en interiores) ha llegado a desarrollar las mejores variedades del mundo; fuentes oficiales calculan que en 1988 la cosecha norteamericana de marihuana valió unos 33.000.000.000 de dólares, con beneficios muy superiores a los de toda la cosecha cerealera junta, entre otros motivos porque el fisco sólo pudo capturar un 16 por 100 de la misma. Y aunque en algunos estados la legislación resulta dura aún, en otros muchos la posesión -y hasta el cultivo en extensiones moderadas- ha dejado de perseguirse, por lo menos a nivel práctico. Los sondeos sugieren que puede haber allí unos quince millones de usuarios asiduos, y bastantes más de usuarios ocasionales o muy ocasionales. Por lo que respecta al haschisch, los grandes productores clásicos son países asiáticos (Afganistán, Pakistán, Nepal, el antiguo Tíbet) y países pertenecientes al Mediterráneo musulmán (Turquía, Egipto, Líbano y Marruecos). De ellos sólo Afganistán, Pakistán y Marruecos siguen produciendo cientos o miles de toneladas anuales. Como las excelentes variedades asiáticas rara vez llegan a Europa -se desvían a Australia o Estados Unidos casi siempre-, Marruecos es hoy el gigante mundial que abastece a toda Europa. Resulta aventurado calcular cuántos europeos consumen regularmente haschisch, aunque no deben bajar de los diez millones, con al menos otros tantos usuarios ocasionales; esa formidable demanda supera la capacidad productora marroquí, y -unida a su posición de monopolio práctico- explica una creciente degradación en la calidad del producto exportado.

Marihuana El cáñamo es un arbusto anual, que alcanza hasta los tres metros de altura. Puede crecer silvestre, aunque necesita agua abundante durante la estación seca, y sólo rinde bien con tierras abonadas o de gran riqueza natural. En el hemisferio norte se planta hacia finales del invierno, y no alcanza su madurez hasta principios de otoño. Los machos, difíciles de distinguir de las hembras antes de producirse la floración, tienen cantidades mínimas de principio psicoactivo -el tetrahidrocannabinol o THC-, y suelen arrancarse antes de expulsar el polen,

para que las hembras produzcan la variedad más potente y de uso más cómodo, conocida como «sin semillas». En efecto, los cañamones no son psicoactivos salvo para pájaros (que los devoran con placer, y sin duda alguna se «colocan», como han probado diversos experimentos muy concienzudos). Las hojas de las hembras, que tienen bajas proporciones de THC, son lo que en Marruecos se denomina grifa, y una mezcla picada de hojas y flores, con algo de tabaco local, es el llamado kif. Sin embargo, la máxima concentración de THC se produce en las flores maduras sin germinar, cuando las cortas ramificaciones se las ramas han perdido todas las hojas y aparecen enfundadas totalmente por esas inflorescencias pilosas, cosa que rara vez acontece hasta octubre en nuestras latitudes, pues hacen falta algunas noches de fresco para consumar el ciclo. Las plantas suelen arrancarse y secarse colgadas cabeza abajo, en lugares oscuros y ventilados, durante siete o diez días. A partir de entonces están listas para ser fumadas; la absorción por esa vía oscila del 50 al 70 por 100 del principio activo. La absorción oral es irregular y muy inferior; para potenciarla se hornea una mezcla de la planta con otros ingredientes, haciendo tortas, pasteles o cosa análoga. Las tortas o pasteles tardan mucho más en hacer efecto, aunque este sea mucho más prolongado -y algo distinto- también.

Posología La psicoactividad de unas marihuanas y otras exhibe diferencias espectaculares. Cuando llevaba ya dos décadas fumando prácticamente a diario algo de cáñamo, en 1986 me regalaron una marihuana de Sinaloa (México) de tal potencia que al cabo de pocos días (en un acto de clara cobardía) acabé tirando el resto. Habría debido prepararme para unas pocas chupadas de cigarrillo como para una experiencia de peyote o LSD. Una y otra vez eso me parecía absurdo, pero una y otra vez me cogían desprevenido grandes excursiones psíquicas. La cosa resultaba todavía más extraña teniendo en cuenta que durante ese mismo viaje a México probé marihuanas consideradas -con toda justicia- excelentes, sin rozar siquiera los umbrales que aquella otra trasponía usando cantidades mínimas. Con todo, no se trata sólo de potencia sino de tonalidad, pues entre el producto tailandés y el guineano, por ejemplo, hay vacíos que no se igualan bebiendo blancos del Rin y olorosos de Jerez, sake del Japón y pisco del Perú. Esto resulta incómodo de explicar considerando que el THC es una molécula invariable, y las plantas se limitan a ofrecer distintas concentraciones de lo mismo. La toxicidad de la marihuana fumada es despreciable. No se conoce ningún caso de persona que haya padecido intoxicación letal o siquiera aguda por vía inhalatoria, dato que cobra especial valor considerando el enorme número de usuarios cotidianos. Lo mismo puede decirse de la vía digestiva, donde hacen falta cantidades descomunales (varias onzas) para inducir estados de sopor profundo, que desaparecen durmiendo simplemente. A mediados del siglo XIX

se llegaron a inyectar hasta 57 gramos de extracto de líquido de cáñamo en la yugular de un perro que pesaba 12 kilos, buscando la dosis mortífera del fármaco; para sorpresa de los investigadores, el animal se recuperó tras estar inconsciente día y medio. No obstante, conozco al menos tres casos de personas que reaccionaron a la combinación de marihuana y alcohol con lipotimia; al tener la cabeza a la altura del cuerpo se recobraron de inmediato, pero una de ellas podría haberse hecho daño al caer. No infrecuente en borracheras, la lipotimia es una brusca bajada de tensión, más explicable aún cuando la bebida se mezcla con cáñamo, porque esta droga aumenta el consumo de oxígeno en el cerebro, y el acohol es un vasodilatador. Falto de la presión mínima constituye una reacción automática, orientada a cambiar la posición erecta por otra sedente, donde acuda más sangre a la cabeza. También conozco casos donde fumar indujo náuseas y vómitos al iniciarse los efectos psíquicos. Pero eran siempre hipocondrías o «somatizaciones», donde la anticipación de un posible descontrol mental producía esfuerzos por desembarazarse del agente químico, expulsándolo. Desde luego, vomitar resulta inútil a tal fin, porque el principio psicoactivo ha entrado a través del pulmón en la corriente sanguínea. Episodios de este tipo, caracterizados por anticipar una pérdida de límites, suelen superarse con simples explicaciones y una actitud amable de quienes acompañan al asustado; si no bastara con ello, cualquier sedante acabará con el pánico inconcreto. Efectos secundarios mucho más habituales son sequedad de boca, buen apetito (especialmente orientado a alimentos dulces, que son oportunos por aumentar la glucosa disponible y mantener la oxigenación óptima), dilatación de los bronquios, leve somnolencia y moderada analgesia. La duración de esta ebriedad es variable. Comienza a los pocos minutos de fumar, y alcanza su cenit como a la media hora, desvaneciéndose normalmente entre una y dos horas después. Sucesivas administraciones pueden mantenerla mucho más, aunque será cada vez menos clara y más parecida a un amodorramiento. Tras varias horas de fumar, lo normal es sentir sueño y dormir profundamente, rara vez con sueños. A mi juicio, esta falta de actividad onírica (no constante) proviene de que el cáñamo ha desarrollado ya antes al menos parte del potencial imaginativo.

Efectos subjectivos Los efectos abarcan una gama muy amplia, e influye de modo capital en ellos el ambiente y la preparación del individuo. He visto personas llevadas a experiencias beatíficas, y otras empavorecidas hasta el extremo de jamás repetir. Como en casi todo lo demás de la vida, las primeras administraciones

tienen una intensidad rara vez recobrable, y por eso mismo conviene cuidarlas más. Cuando la marihuana es de calidad, son previsibles claros cambios en la esfera perceptiva. Se captan lados imprevistos en las imágenes percibidas, el oído -y especialmente la sensibilidad musical- aumentan, las sensaciones corporales son más intensas, el paladar y el tacto dejan de ser rutinarios. De puertas adentro, esta suspensión de las coordenadas cotidianas hace aflorar pensamientos y emociones postergados o poco accesibles. Con variantes potentes y sujetos bien preparados, cabe incluso que se produzca una experiencia de éxtasis en el sentido antes expuesto, con una fase inicial de «vuelo» o recorrido fugaz por diversos paisajes y otra de «pequeña muerte». Naturalemente, este tipo de trance resulta tan buscado por quienes sienten inclinaciones místicas como abominado por quienes pretenden simplemente pasar el rato, y por sujetos con una autoconciencia cruel. A nivel personal, diría que el cáñamo me ha proporcionado un par de experiencias comparables en intensidad a las mayores obtenidas con drogas visionarias. Parece haber una polaridad básica, o quizá mejor una alternancia, en el efecto subjectivo. Por una parte están las risas estentóreas, la potenciación del lado jovial y cómico de las cosas, la efusión sentimental inmediata, el gusto por desembarazarse lúdicamente de inhibiciones culturales y personales. Por otra, hay un elemento de aprensión y oscura zozobra, una tendencia a ir al fondo -rara vez risueño- de la realidad, que nos ofrece de modo nítido todo cuanto pudimos o debimos hacer y no hemos hecho, la dimensión de incumplimineto inherente a nuestras vidas. A mi entender, esta combinación de jovialidad y gravedad caracteriza a todos los fármacos visionarios o psiquedélicos, y es quizá el factor determinante de que no sean vehículos conformistas en general, sino sustancias orientadas hacia «vivencias de inspiración», usando palabras de W.Benjamin. Como la inspiración no es algo que pueda ser comparado, o siquiera retenido, sin constantes desvelos, tener presente su existencia conlleva a la vez entusiasmo y depresividad, alegría y melancolía. Las drogas no visionarias se emplean precisamente para esquivar uno de los lados, y allí encuentran su límite. En cuanto al sexo, la marihuana goza de prestigios no enteramente infundados. Sin ser un afrodisíaco genital, potencia y matiza las sensaciones en todas las fases del contacto erótico. Mirar y tocar pueden convertirse en experiencias nuevas, como el propio orgasmo. Por otra parte, lo fácil quizá parece demasiado fácil, y lo difícil insuperable, induciendo desánimo; pero en una civilización obsesionada por puros rendimientos, como la nuestra actual, este desánimo presenta virtudes no despreciables, que devuelven formas de espontaneidad y finura muchas veces dejadas de lado. Desde luego, es incomparablemente más sutil para el erotismo que desinhibidores como el alcohol, o que puros estimulantes. Resumiendo sus rasgos a este nivel, diría que hace a las personas más exigentes de lo común y que, por eso mismo, verifica una criba a la hora de buscar compañía; como compensación, proporciona a veces experiencias cualitativamente distintas.

Principales usos Los usos de esta droga se siguen de sus efectos. En Oriente y África es considerada un medicamento muy versátil, empleado para un número casi inacabable de cosas (insomnio, disentería, lepra, caspa, males de ojo, enfermedades venéreas, jaquecas, tosferina, oftalmia y hasta tuberculosis). También se considera un tónico cerebral, antihistérico, antidepresivo, potenciador de deseos sexuales sinceros, fuente de coraje y longevidad. Más interés que estas finalidades tiene, a mi entender, como fármaco recreativo y promotor de introspección. Desde mediados de los años sesenta, hasta finales de los setenta, tuvo un predicamento excepcional entre sectores juveniles y radicales de todo el mundo occidental, que en buena parte ha cesado. Drogas como la cocaína, combinada o no con altos consumos de alcohol, tranquilizantes y café, han logrado el favor de aquellos que hace dos décadas simbolizaban aspiraciones y preferencias consumiendo ritualmente yerba. Pero con menos misticismo epidérmico, menos ceremonial y menos moda, consumir cáñamo sigue siendo uno de los ritos de pasaje para la juventud -como el acohol y el tabaco-, y va arraigando también el cultivador que se autoabastece, amparado en variedades botánicas muy potentes y de pequeño tamaño, difíciles de detectar cuando están sobre el campo y de gran rendimiento cuando crecen bajo techo. El consumo ya no depende de querer asumir roles determinados (beatnik, provo, hippie), y por eso mismo parece maduro para la persistencia. Como fármaco recreativo, la marihuana tiene pocos iguales. Su mínima toxocidad, el hecho de que basta interrumpir uno o dos días el consumo para borrar tolerancias, la baratura del producto en comparación con otras drogas y, fundamentalmente, el cuadro de efectos subjetivos probables en reuniones de pocas o muchas personas, son factores de peso a la hora de decidirse por ella. Promociona actitudes lúdicas, a la vez que formas de ahondar la comunicación, y todo ello dentro de disposiciones desinhibidoras especiales, donde no se produce ni el derrumbamiento de la autocrítica (al estilo de la borrachera etílica) ni la sobreexcitación derivada de estimulantes muy activos, con una inevitable tendencia a la rigidez. El inconveniente principal son los malos rollos -casi siempre de tipo paranoide- que pueden hacer presa en algún contertulio. Sin embargo, estos episodios quedan reducidos al mínimo entre usuarios avezados, y se desvanecen fácilmente cuando los demás prestan a esa persona el apoyo debido. Comparada con fármacos de duración inicial pareja, como la MDMA, una buena marihuana es menos densa emocionalmente, y menos abierta a torrentes de franqueza, aunque más dúctil a nivel de reacciones y pensamientos, así como incomparablemente menos tóxica. Desde el punto de vista introspectivo -unido sobre todo a las administraciones en soledad-, el lado a mi juicio más interesante es lo que W.Benjamin llamó «un sentimiento sordo de sospecha y congoja», gracias al cual penetramos de lleno

en zonas colmadas por lucidez depresiva. El entusiasmo inmediato, tan sano en sí, suele contener enormes dosis de insentatez y vanidad, que se dejan escudriñar bastante a fondo con ayuda de una buena marihuana. Por supuesto, muchas personas huyen de la depresividad como del mismo demonio, y consideran disparatado buscar introspección en sustancias psicoactivas. Pero otros creen que convocar ocasionalmente la lucidez depresiva es mejor que acabar cayendo de improviso en una depresión propiamente dicha, cuando empieza a hacer aguas la frágil nave de nuestra capacidad y propia estima. En otras palabras, un «mal rollo» ocasional con cáñamo podría ser tan útil, o más, que las habituales experiencias de amena jovialidad, mientras se disfrutan las leves alteraciones sensoriales con el ánimo de quien acude al cine o contempla el televisor. Aunque la marihuana puede aliviar el aburrimiento de la vida social, y hasta el aburrimiento de la persona, cabe también usarla como primera introducción o antecámara al trance de la «pequeña muerte» y sus resurrecciones.

Marihuana de interiores Esfuerzos coordinados de agrónomos, químicos y biólogos desembocaron en un sistema para rentabilizar al máximo la producción de cáñamo, suprimiendo al mismo tiempo los riesgos -tanto climáticos como policiales- del cultivador a cielo abierto. Apoyándose en riego gota a gota, dosificación medida de nutrientes, ingeniería genética y empleo de luz artificial, estos investigadores crearon plantas asombrosas, que maduran en la mitad de tiempo (o menos), y rinden en flores el doble o triple de peso. El equipo idóneo para criarlas cuesta en Estados Unidos y Holanda unos 400 dólares para cada metro cuadrado de cultivo, y permite cosechar unas seis y nueve hembras cada dos o tres meses, dependiendo del régimen de luz elegido. Dicha marihuana se llama hidropónica, pues en vez de crecer sobre tierra o en macetas brota de un pequeño pie (hecho de basalto en polvo o «lana de piedra»), periódicamente humedecido por una mezcla de minerales que es distinta para cada fase (germinación, crecimiento, maduración) de la planta. Tanto el tanque de nutrientes como el interruptor lumínico son programables, de manera que el cultivador puede ausentarse durante semanas, aunque es más probable que visite todos los días esos prodigios de verdor y rápido desarrollo, asegurándose de que la mezcla tiene el pH adecuado y la lámpara está a la altura justa, e incluso instale una butaca en ese cuarto para leer o pensar. Con equipos más o menos sofisticados, la cosecha de marihuana hidropónica ha llegado a ser descomunal en Estados Unidos, y muy considerable en Holanda. Abastece a millones de consumidores, y no sólo proporciona rentas a quienes cultivan sino a las grandes compañías -General Electric, Philips,

Bayer, etc.- que fabrican el instrumental y los fertilizantes más adecuados. En dos décadas, Estados Unidos ha pasado de ser el mayor importador a ser el mayor productor del planeta; ese autoabastecimiento evita fugas de efectivo, alimentando una gran economía sumergida. Poco tiene de extraño, pues los norteamericanos consumen hoy un producto incomparablemente más activo y sano que el haschisch europeo, y a precios comparables. La técnica hidropónica vale para el cultivador pequeño, el mediano y el grande (que se instala un generador para no mostrar niveles sospechosos de consumo eléctrico en su casa, y con tres habitaciones produce cientos de kilos al año, vendidos a diez dólares el gramo). Cosa parecida sucede en Holanda, donde la venta libre de marihuana y haschisch en cafeterías no sólo genera pingües ganancias fiscales sino una industria colateral muy ramificada, que cultiva, vende pipas y semillas a los consumidores, equipo a los productores e información a los interesados. Lo mismo sucede -con más tapujos- en Estados Unidos. Sólo sus dueños saben qué beneficios rinden los seed-banks o bancos de semillas americanos y holandeses, pero en ambos países una sola semilla -de las mejores variedades, desde luego- se vende en las tiendas de parafernalia a siete dólares- y cada planta inseminada produce miles. Por lo que respecta a sus virtudes, la mejor marihuana cultivada en interiores puede alcanzar el 14 por 100 de THC, mientras la mejor marihuana tailandesa, africana o caribeña rara vez supera el 4 por 100. Eso significa que el efecto de tres caladas a un cigarrillo adquiere perfiles de suave viaje psicodélico, y dura unas tres horas. Es indiscernible en muchos aspectos del efecto de cualquier planta crecida a la intemperie, pero el habitual aguzamiento de los sentidos se ve acompañado por más capacidad de relación con otros, cosa quizá explicable atendiendo a su superior potencia. Genera también un hambre canina, especialmente volcada hacia el dulce; el motivo de esto último es que el THC consume glucosa.

La guerra contra ciertas drogas Un sustituto para el desaparecido «imperio del mal» ha sido la amenaza de los traficantes de drogas latinoamericanos. A principios de septiembre de 1989 el presidente lanzó una campaña conlunta de los medios de comunicación y el gobierno. En ese mes los teletipos de la Associated Press sirvieron más noticias sobre drogas que sobre América latina, Asia, Oriente Medio y Ákica juntas. Si se miraba la televisión, cada noticiario traía una sección de considerable minutaje dedicada a cómo las drogas estaban destruyendo nuestra sociedad, y convirtiéndose en la mayor amenaza para nuestra existencia. El efecto en la opinión pública fue inmediato. Cuando Bush ganó las elecciones en 1988, la gente opinaba que el déficit presupuestario era el mayor problema que tenía que afrontar el país. Sólo alrededor del 3% nombraba las drogas. Después de la campaña de los medios, el déficit había bajado en el escalafón y el problema de las drogas había subido hasta un 40% o un 45%, lo que es francamente inusual para una pregunta abierta, donde no se sugiere una respuesta específica. Ahora cuando algunos de los Estados que tenemos como clientes se quejo de que Estados Unidos no le está mandando suficiente dinero, en lugar de decir que «no es suficiente para detener la amenaza soviética» aducen que «no es suficiente para detener el tráfico de drogas». Como la amenaza soviética, este nuevo enemigo provee una buena excusa para una presencia militar estadounidense allí donde hay actividad rebelde o de otro tipo. De forma que la «guerra a la droga» facilita cobertura para intervenir. En el plano local, no se tiene demasiado en cuenta el tema de la droga pero facilita la distracción de la población, favorece la represión ciudadana y da apoyo a las restricciones de las libertades públicas.

Esto no quiere decir que «el abuso de determinadas sustancias» no sea un problema serio. Al mismo tiempo que se desencadenó la «guerra a las drogas», las muertes debidas al tabaco se estimaron en 300.000 al año, y las debidas al alcohol en unas 100.000. Pero éstas no son blanco de la administración Bush. Se perseguían las drogas llegales, que causaban muchas menos muertes, según cifras oficiales unas 3.500 al año. Otra razón para perseguirlas era que su uso ha estado disminuyendo drásticamente durante los últimos años, de manera que la administración Bush pudiera predecir sin temor a equivocarse que se iba a triunfar en esta ofensiva contra el uso de las mismas. También era blanco de las pereuciones la marihuana, de la que no se conoce ningún muerto por su uso entre los 60 millones de adictos. De hecho esta ofensiva ha exacerbado el problema de las drogas, ya que muchos adictos a la marihuana se han pasado de ésta, relativamente inocente droga, a otras más peligrosas sin lugar a dudas, como la cocaína, que es mucho más fácil de esconder. Al mismo tiempo que se lanzaba la campaña contra la droga, con grandes alharacas en septiembre de 1989, la Cámara de Comercio estadounidense sostenía una entrevista en Washington a petición de la industria del tabaco, para que se impusiesen sanciones a Thailandia por sus restricciones a las importaciones y anuncios de tabaco. Mientras, se había impuesto la adicción al tabaco a los consumidores de Japón, Corea del Sur y Taiwan, con los costes humanos antes señalados. El ministro de Salud norteamericano, Everet Koop, testificó ante la audiencia solicitada por la Cámara de Comercio que «si estamos intentando que los Gobiernos extranjeros intenten parar el tráfico de cocaína, es un enorme acto de hipocresía que Estados Unidos se dedique a exportar tabaco». Y añadió «dentro de unos años observaremos nuestra política de libre comercio y la encontraremos escandalosa». Los thailandeses también protestaron y predijeron que las consecuencias de las sanciones norteamericanas constituirían una marcha atrás en la campaña emprendida por su Gobierno contra el uso del tabaco. Respondiendo a las protestas de las compañías tabaqueras norteamericanas que alegaban que sus productos eran los mejores del mundo, los thailandeses afirmaron que «sin duda en el Triángulo de Oro se obtienen excelentes productos, pero nunca hemos invocado el principio de libre comercio para comercializarlos. De hecho intentamos suprimirlos». Las críticas recordaron la Guerra del Opio de hace

150 años, cuando el Gobierno británico obligó a China a abrir sus puertas al opio procedente de su colonia india, santificando el concepto de libre comercio e imponiendo a China una adicción a la droga a gran escala. 43 Esto sí constituía la noticia del día sobre el tráfico de drogas. Me imagino los titulares: «El Gobierno norteamericano se convierte en el mayor traficante de drogas del mundo». Hubiera hecho vender muchos periódicos. Pues bien, la historia pasó prácticamente inadvertida, sin una sola mención a las obvias conclusiones. Otro aspecto del problema de las drogas, que también recibe poca atención, es el papel relevante de Estados Unidos durante la 1ª Guerra Mundial en estimular el tráfico de drogas. Esto sucedió en la zona donde EEUU comenzó su labor de posguerra de destruir la resistencia antifascista, convirtiéndose el movimiento sindical en uno de los principales objetivos. En Francia la creciente importancia política e influencia del movimiento sindical y popular trataba de impedir que el flujo de armas al Ejército francés sirviera para reconquistar sus antiguas colonias de lndochina con la ayuda norteamericana, lo que para éstos últimos sí constituía una amenaza. La CIA comenzó a infiltrar y sabotear el movimiento sindical con la ayuda de los líderes sindicales estadounidenses, que estuvieron orgullosos de su trabajo. La tarea requería de rompehuelgas y esquiroles y había un suministrador obvio, la Mafia. Por supuesto no participaron en el trabajo sóio por diversión. Querían una recompensa por sus esfuerzos. Y se les concedió: fueron autorizados a restablecer la red de tráfico de heroína que había sido desmantelada por los gobiernos fascistas, la famosa French Connection que dominó el tráfico mundial hasta los años sesenta. En esa época el centro mundial del comercio de drogas se había trasladado a lndochina, fundamentalmente a Laos y Thailandia. De nuevo se encontraba en terreno propicio para las operaciones de la CIA, y en efecto, se llevó a cabo una «guerra paralela y secreta» con mercenarios durante la guerra del Vietnam. Pero éstos también querían su recompensa. Cuando después la CIA trasladó su teatro de operaciones a Pakistáin y Afganistán las bandas dedicadas al narcotráfico florecieron en el sudeste asiático.

La guerra clandestina contra Nicaragua también proporcionó buenas oportunidades a los narcotraficantes de la región, ya que los vuelos llegales de la CIA para proporcionar armas a sus mercenarios eran una oportunidad excelente para aprovechar la vuelta y enviar droga a EEUU, a menudo a través de las bases aéreas norteamericanas, según testimonios de los propios traficantes. La estrecha relación entre el terrorismo internacional, a veces llamado contrainsurgencia o guerras de baja intensidad según el eufemismo de moda, no constituye una sorpresa. Las operaciones clandestinas requieren grandes cantidades de dinero, que debe ser indetectable. También necesita operaciones criminales. El resto viene por sí solo. Sobria Ebriedad El prohibicionismo en materia de drogas es -cada vez más- un remedio que agrava el mal en lugar de evitarlo; su vigencia sostiene imperios criminales, corrupción, envenenamiento con sucedáneos y meros venenos, hipocresía, marginación, falsa conciencia, suspensión de las garantías inherentes a un Estado de Derecho, histeria de masas, sistemática desinformación y -cómo noun mercado negro en perpetuo crecimiento. Los millones de personas que mueren o son encarceladas, chantajeadas y expropiadas cada año en el mundo, y los muchos millones más expuestos cada día a semejante suerte no son un argumento pequeño; súmese a ello la atrocidad de que mueran o yazcan retorcidos por dolores perfectamente remediables un número todavía superior de personas y tendremos un cuadro realista de la situación. Pero el cambio de esa pesadilla, la ley vigente, no sólo promete evitar de inmediato muchas cosas indeseables como la sobredosis accidental o involuntaria-, sino promover algunas deseables, empezando por la moderación misma. Aunque parezca imposible un mundo sin drogas, hay quien piensa que seria lo idóneo; tiene demasiado cerca la ganda prohibicionista para observar que las sustancias psicoactivas no se inventaron para hundir al ser humano, esclavizándole y mutilando su dotación orgánica, sino para ayudarle a sobrellevar desafíos vitales, mejorando su autocontrol y, en definitiva, su libertad y su dignidad personal. La guerra a las drogas es una guerra a la euforia autoinducida y delata miedo al placer. El sufrimiento, tan común, coge a todos preparados y no suele exigir pedagogos; pero el placer -especialmente si se presume intenso- demanda una protección, que pedagogos oficiales se encargan de impartir por las buenas o por las malas, normalmente por las malas. Nada más oportuno entonces que recordar el concepto clásico de euforia así como la idea que otras culturas tuvieron y tienen de la ebriedad. Hacia el siglo VI antes de Cristo, Hipócrates -creador de la medicina científicarecomendaba "dormir sobre algo blando, embriagarse de cuando en cuando y entregarse al coito cuando se presente ocasión". Preconizaba opio para trata la histeria y concebía la euforia (de eu-phoria: "ánimo correcto") como algo

terapéutico. Para él, como para Teofrasto y Galeno, las drogas no eran sustancias buenas o malas, sino "espíritus neutros", oportunos o inoportunos atendiendo al individuo y la ocasión. Durante la era pagana, el vino y las bebidas alcohólicas son las únicas drogas que sugieren degradación ética e indigna huida ante la realidad. Ecos del reproche se remontan al primer imperio egipcio, prosiguen en la vieja religión indoirania y llegan a la cuenca mediterránea como dilema: ¿quiso Dioniso-Baco regalar a los mortales algo que enloquece o algo que ayuda a vivir? Los usuarios de cualesquiera otras droga no interesan para nada al derecho ni a la moral, y cometeríamos un error creyendo que eran escasos. En la Roma de Augusto y Tiberio, por ejemplo, había casi 900 tiendas dedicadas de modo exclusivo a vender opio, cuyo producto representaba el 15% de toda la recaudación fiscal, y el opio era una mercancía estatalmente subvencionada, como la harina, para impedir especulaciones con su precio; sin embargo, no hay patabra en latín para opiómano, mientras se acercan a la docena las que nombran al alcohólico, y ni un solo caso de adicto al opio aparece menciotiado en los anales de la cultura grecorromana. Lo mismo debe decirse de quien usa marihuana, hachís, beleño, daturas, hongos visionarios y demás drogas antiguas. Las raíces del mundo occidental coinciden con las de otras innumerables culturas en un concepto a la vez profundo y claro de la ebriedad -alcohólica o no-, que en definitiva apunta a un acto de júbilo y abandono, pues -como señalara Nietzsche- es "el juego de la naturaleza con el hombre". Filón de Alejandría, padre de la corriente jónica vincula la palabra griega para ebriedad (methe) con el verbo methyeni, que significa "soltar", "permitir", y define al ebrio como quien se adentra en "liberación del alma". Platón, su maestro, no ignoraba que el ebrio puede caer en patosería, aturdimiento, avidez y fealdad, pero defendió vigorosamente el entusiasmo ebrio como antídoto para aligerar la tirantez del carácter y sus ropajes rutinarios, que suscita la interioridad original y aquella inocencia donde pueden aparecer a una nueva luz las cosas. Como resumiría mucho más tarde Montaigne, "los paganos aconsejaban la ebriedad para relajar el alma". De ahí que el ideal grecorromano no fuese la sobriedad, sino la sobria ebrietas, la ebriedad sobria que faculta para gozar el entusiasmo sin incurrir en necedades. El sobrio no debe ser confundido con el abstemio, porque el primero es racional con o sin drogas, rmentras el segundo sólo lo es sin ellas; uno puede penetrar en los pliegues de la desnudez, y el otro ha de rehuirlo para no avergonzarse ante los demás y ante su propia conciencia. Esta constelación se derrumba al triunfar el cristianismo, que no sólo combate los cultos orgiásticos y extáticos de la religión pagana -apoyados casi siempre con drogas de tipo visionario- sino la propia medicina hipocráto-galénica, en nombre de remedios mejores corno exvotos, santos óleos y agua bendita; el saber farmacelógico antiguo,será destruido, y se perseguirá como crimen de lesa majestad la eutanasia, que hasta entonces había sido considerada un signo de excelencia ética. El uso médico, moral, sacramental y recreativo de drogas distintas del vino constituye apostasía, desprecio por la fe verdadera.

Los dispersos restos del saber previo quedan al cuidado de curanderos y curanderas, y la persecución de estos focos acabará suscitando una cruzada contra la brujiería, que, por estructura y métodos, es un calco de la actual guerra a las drogas. Para terminar les recuerdo que Europa recobró la farmacología científica -y libertad para hacer uso de ellas- cuando aparecieron las primeras fisuras graves en la nonolítica unidad de la Iglesia y el Estado, y que desde el siglo XVII hasta el actual concibió las drogas otra vez al modo pagano, confiando en ellas como buenos remedios cuando se usaban sensatamente, y restaurando como orientación Ia sobria ebriedad. Les recuerdo que el afán prohibicionista, nacido en Estados Unidos y promovido por este país al ritmo en que iba alzándose al rango de superpotencia, es una iniciativa de misioneros y círculos puritanos, pensada expresatmente -en palabras del reverendo Wilbur S. Crafts, director del lnternational Reforin Bureau en tiempos de T. Roosevelt- "para celebrar el segundo milenio de égida cristiana sobre el planeta". La cruzada contra las drogas ha tenido y tiene el mismo efecto que la cruzada contra las brujas: exacerbar hasta extremos inauditos un supuesto mal, justificando el sádico exterminio y el expolio de innumerables personas, así como el enriquecimiento de inquisidores corruptos y un próspero mercado negro de lo prohibido, que en el siglo XVI era de ungüentos brujeriles y hoy es de heroína o cocaína. No quebrantaremos el círculo vicioso de la cruzada sin sustituir las pautas de barbarie oscurantista por un principio de ilustración. Las drogas son cosas que siempre estuvieron entre nosotros, que siguen estándolo y que van a continuar así. Dado el clima de alarmismo contraproducente, donde para los jóvenes usar lo ilícito es en parte rito de pasaje hacia la madurez y en parte coartada que sugiere declararse irresponsable, nuestra alternativa es excitar un consumo irracional de productos adulterados, o apoyar un uso informado de sustancias puras. Demonizar las drogas sólo nos ha hecho más inermes, más crueles para con nuestros semejantes y más idiotas en sentido original, ya que idiotés nombra en griego clásico a quien delega indefinidamente en otros la gestión de aquello común, y por tanto suyo. No ya nuestra salud sino la de nuestros hijos y nietos pende de que recobremos su empleo como reto ético y estético personal -atendiendo a la aventura de libertad y saber allí subyacente-, sin desoír su valor como lenitivo mejor o peor para partes difíciles del vivir y vidas amargas. A mi juicio, sólo así podrán renacer en este campo un sentido crítico y una mesura dignos de su nombre, que fueron regla antes del experimento prohibicionista.

BIBLIOGRAFIA

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ESCOHOTADO, A. Historia General de las Drogas. Pág. 1305-1316. Ed. Espasa, 2005 Informe de la Senad. Chomsky, Noam. Las intenciones del Tío Sam. Pág 42-48 "El Pais" - 16 de Julio de 1994 - ANTONIO ESCOHOTADO Política para Amador. Fernando Savater. Brian S. Julin. Preguntas frecuentes sobre el Cnabis Hemp y la Marihuana. Herer, Jack. “El emperador no lleva ropa”.

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