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El infierno (descafeinado), según Bunbury Enviar esta página a alguien
MISAEL HABANA DE LOS SANTOS Parafraseando al poeta de Berriozábal: canonicemos a las desagradecida (o)s, a los héroes, a Enrique, a Alicia, a Bunbury, que
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negando el silencio sigue deshojando flores del mal como poeta maldito, aunque sea para juniors y perfumados, como ocurrió la noche del sábado en este puerto. En estos tiempos de creencias en las serpientes, Bunbury, fundador de
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la banda de rock ibérica Héroes del Silencio, realizó su ritual de poesía,
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guitarras, acordeón y batería, en éste auditorio estatal –cito a Bunbury, “por algún gobernador…”–, rigurosamente patrullado por chicas y chicos uniformaditos que con boleto en mano te llevan a tu asiento y por hombres de negro y diademas, que te miran te vigilan y te castigan. En este aséptico lugar llamado forum, con aire acondicionado, donde bien se puede escuchar una propuesta como la de Bunbury y 24 horas después abre sus puertas al espectáculo de la estupidización masiva El artista español en una de sus interpretaciones Foto: JAVIER VERDIN
que se desenvuelve alrededor de la industria de las telenovelas. Aquí todos es aparentemente contrario a la tradicional cultura del rock: control, todos sentaditos, todos chics y fashions; ni pensar en un
toquecito que circule entre el personal, una, porque estos seguidores de Bunbury son muy correctos; otra porque te caen los hombres de negro y hasta te sacan y te madrean, y tal vez, la explicación más acertada, sea aquella que dice que a estos fans de este neobeatnik les molesta el olor de la cannabis porque arruina el aroma de su fragancia Paris Hilton o Dolce & Gabbana. La noche sabatina pasada, de una luna inmensa en el cielo acapulqueño, como un queso, como el satélite sonriente al que le incrusta una nave espacial en el rostro. Sí, el filme de Mellie, el francés creador del montaje y la escenografía, proyectado en dos pantallas, como otros cortos de clásicos del cine, y que sirven de background al show, magníficamente iluminado, para la propuesta estética kitsch de este Morrison Ibérico, que canta y escribe bien, y que puede escupir a la cara del público letras como éstas, mientras se contornea en un rito chamanico cargado de erotismo: malas noticias / hay que cargarse al mensajero / la manzana está podrida / creíste a la serpiente / mala suerte / no hiciste caso / es lo que querías… el veredicto está claro / soporta tu cruz . Más allá de la poesía de esta prostituta electrónica, por un momento vestido en terciopelo negro decorado con diamantes al mejor estilo de Elvis y su representativo sombrero, también llevado por los fieles a su iglesia, no hay buenas noticias: la música de Bunbury y grupo no ha avanzado, se ha estancado y comienza a fusilarse a sí mismo como en las canciones que se reúnen en su último disco y que dio nombre al tour que lo hizo tocar estas playas: Hellville de Luxe. Y el elegante infierno enriquista dista mucho de aquellos tiempos de los ángeles y de las cerezas. Apostado originalmente, literalmente, en el culo de este coliseo construido en los albores del lavado de dinero en la edificación de Punta Diamante, con boleto de cortesía pagado en 400 pesos a una hábil comunicóloga como ésas que deambulan en el medio de medios con charola de periodista; y después, sin identificación, con el sólo crédito a la palabra de “soy periodista”, me colocó un edecán en el área de prensa que era prácticamente abarrotada por “prensa” de la cadena estatal Soy Guerrero, es decir, familiares y amigos de Emilio Moreno. Desde ahí, con discreción, usé mi cantimplora llena de scotch aged 12 years hasta agotar las ocho onzas, para poder disfrutar estas dos horas de concierto iniciado con retardo por el embotellamiento que paralizó, y que de hoy en adelante paralizará, el bulevar de Las Naciones, cual periférico chilango. Teatro lleno, muchos boletos regalados, pero al parecer los conciertos serán una realidad en el puerto, aunque la tónica sea presentar lo más descafeinado del espectáculo. Mala suerte para los seguidores de la música en Acapulco. P.D. Y un dato curioso: en primera fila, el funcionario municipal David Guzmán Maldonado coreando La señorita hermafrodita como si fuera La diferencia, de Juan Gabriel. Anterior
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