Vivir

Vivir (Ikiru) Una de las cosas que hace tan fascinante el cine de Akira Kurosawa (Japón, 1910-1998) es la diversidad de temáticas, estilos y épocas históricas que abarca. Desde las grandiosas épicas guerreras de samurais (Rashomon, Los Siete Samurais, Sanjuro, Yojimbo, La Fortaleza Escondida), las adaptaciones muy a la japonesa de Shakespeare o Gorky (Trono de Sangre, Ran, El Idiota), pasando por los dramas desarrollados en el Japón antiguo (Barbarroja, Kagemusha) o la expresividad lírica de Sueños (entre muchas otras cintas), existe tal vez, un sello característico de su obra: el gran sentido humanista y psicológico con que aborda sus historias y personajes. Vivir (Ikiru), es quizás la muestra más evidente de estas características de su cine. La primera muestra de la genialidad de Kurosawa en esta cinta es la escena inicial, donde vemos una radiografía mientras la voz de un narrador nos dice que esta imagen pertenece al Sr. Watanabe (Takashi Shimura), que padece cáncer estomacal, pero aún no lo sabe. Es decir, lo primero que vemos es, literalmente, el interior del protagonista. Incluso antes de conocer su rostro, sabemos ya lo que acontece dentro de él. Así pues, la escena inicial nos marca el sentido general de la cinta, un recorrido al interior de la vida de este personaje, aunque este recorrido toma distintos rumbos. ¿Qué hacer cuando se descubre que la vida nos otorga solamente un breve lapso de tiempo? Una vez enterado de su mortal enfermedad, el Sr. Watanabe analiza lo que es y ha sido su existencia, desde su viudez y la deteriorada relación con su hijo hasta su monótona y absurda vida laboral ("él solo consume el tiempo, no lo vive..." dice la voz del narrador). En resúmen, se da cuenta que no ha vivido. Con todo el terror que conlleva descubrir esto, se propone recuperar el tiempo perdido, vivir verdaderamente lo poco que le queda de existencia. Este deseo lo lleva a recorrer la vida nocturna de los burdeles, las cantinas, los salones de baile, luego, con la joven colega de trabajo, trata de llenarse de vida a través de ella (algo como adquirir la vida por contagio). El Sr. Watanabe le repite a su joven amiga: "Estás tan llena de vida. Y yo... estoy celoso por esto. Si pudiera ser como tu solo por un día antes de morir". Sin embargo, todo esto no le produce satisfacción, le hace falta algo mas. Ese algo lo obtendrá a través de su trabajo y la capacidad de poder ayudar a otras personas a construir un parque. La segunda parte de la película inicia con el funeral del protagonista, quien pudo al final, terminar de construir el parque. Uno a uno, varios personajes cercanos de algún modo al Sr. Watanabe describen los últimos días de vida del protagonista, cada quien dando su versión de los hechos, aunque para este momento, el espectador sabe ya mucho mas que todos ellos.

Haciendo uso de técnicas aún novedosas para aquellos años, como la elipsis, los flash backs, las historias contadas desde diferentes puntos de vista (un poco a la manera de Rashomon y posteriormente de Ciudadano Kane, de Orson Welles), Kurosawa muestra una obra maravillosa, emotiva y que lleva a la reflexión. Como varios críticos lo han hecho notar, Ikiru es (parafraseando a uno de ellos) "una expresión cinematográfica del pensamiento existencialista moderno". Al final, pareciera que el Sr. Watanabe descubriera que lo que define a un hombre son sus actos, y que el sentido de la vida es aquel que nosotros le queramos dar. Una de las mejores películas de Kurosawa. Dirección: Akira Kurosawa. Guión: Shinobu Hashimoto, Akira Kurosawa, Hideo Oguni. Intérpretes: Takashi Shimura (Kanji Watanabe), Shinichi Himori (Kimura), Haruo Tanaka (Sakai), Minoru Chiaki (Noguchi), Miki Odagiri (Toyo Odagiri), Bokuzen Hidari (Ohara), Makoto Kobori (Kiichi Watanabe), Nobuo Kaneko (Mitsuo Watanabe).