Una Gran Herencia

  • June 2020
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UNA.GRAN.HERENCIA] Por Marcos Witt Tengo la dicha de poder decir que tuve un papá que en 1964 dió su vida a causa del Evangelio. Crecí en la iglesia cristiana y toda mi vida he formada parte de una familia ministerial: tíos, abuelos, primos, papás, y hermanos trabajando en la obra del Señor. Cuando mi mamá se volvió a casar, mi nuevo papá también era ministro y mis abuelos por parte de él. Bueno, en fin, toda mi vida he crecido en este maravilloso ambiente. Es un privilegio tremendo; una gran herencia en todo el sentido de la palabra. Podría hablar horas enteras de las experiencias que tuvimos en nuestra casa al recibir predicadores, evangelistas, misioneros y otras personas del ministerio. Hay tantas cosas que uno ve y experimenta al estar creciendo que, en realidad, son incontables las lecciones que aprendí. Una de las primeras cosas que me impactaron fueron las personas que nos visitaban que tenían dones de música. Recuerdo las veces que mi tía Rebeca, o un hermano que nos visitaba periódicamente, llegaban a casa a tocar nuestro piano. Yo pensaba mucho rato viéndolos y escuchándolos de lejitos, para ver si podía aprender algo de ellos. Gracias a Dios que todos los que llegaron a nuestra casa eran hombres y mujeres de Dios, y recibí mucha inspiración de muchos de ellos. Pero luego fui creciendo… Empecé en el ministerio pensando que todos los que trabajaban para el Señor eran como las personas que siempre nos habían rodeado en casa. Gran decepción fue la que me llevé al ir conociendo la realidad que existía en tantos ministerios musicales. Pronto me di cuenta de la gran carencia de músicos espirituales en el ambiente cristiano. La mayoría de ellos tocaban por orgullo personal y con motivaciones incorrectas, tales como la de conquistar a las hermanitas y comprobarle a los demás músicos presentes lo bueno que sabían tocar.

A los 14 años conocí un gran hombre que impactaría de gran manera mi vida- Mike Herron. El era un músico por excelencia y un increíble maestro de la palabra. Tocaba bien y componía increíblemente. No cantaba muy bien pero, la presencia del Señor descendía de una forma impresionante cuando este hombre ministraba. Además, no tenia todas esas actitudes de envidia y competencia que había visto en tantos otros músicos. Esto me impacto enormemente y le pedí al Señor que me hiciera como Mike. Muchos años han pasado y sigo buscando ese lugar de excelencia en la música. Pero, sobre todo busco la excelencia en mi espíritu y la relación personal con mi Señor. Ahora, más que nunca, deseo ser como el Señor y no me conformo con el lugar espiritual en el que me encuentro. Quiero más el Él y más de su manera de hacer las cosas. Quiero más de su espíritu en mi vida, en mi música; en mis actividades y en todo lo que hago. Viendo que muchos músicos cristianos no querían abrazar esta clase de vida que el Señor requiere de cada uno de nosotros, el Señor me guío, en 1989, a convocar músicos. Mi deseo era que los músicos tuviéramos un lugar donde pudiéramos hablar de nuestras actividades incorrectas y revisar nuestras vidas y ministerios a la luz de la palabra de Dios. Para mi gran sorpresa, ese año llegaron 2000 personas cada noche. Los congresos MUSICA han crecido año tras año y le damos gracias a Dios por la visión de otros ministerios en otros países para organizar eventos similares. Con el tiempo nos dimos cuenta que es imposible capacitar profundamente durante congresos de tres días y cuatro noches. Por tal motivo, en adición a los congresos, estamos abriendo una nueva escuela de música en otoño de 1994. En esa escuela tenemos una visión de formar a una parte de esa nueva generación de músicos que utiliza sus dones, habilidades y talentos para hacer una guerra contra Satanás y exaltar el nombre del Señor Jesucristo(Salmo 68:1).

Seguimos orando que a través de todos estos esfuerzos se levante una generación de salmistas que se despojen de las viejas maneras de hacer las cosas( envidias, recelos, contiendas, competencias,etc), y que se vistan de la vida y del carácter de nuestro Señor Jesucristo(Filipenses 2:3-8). Este es el deseo profundo de mi corazón para Música 1994. Es tiempo de que los músicos empecemos a ser un punto de bendición para nuestros pastores, lideres y congregaciones, y no un dolor de cabeza y un punto de división, como ha sido en tantas casos. Le pido a Dios que así empiece a suceder.

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