UN PASAJE, POR FAVOR Viajar dentro de Bolivia es una de esas experiencias que hay que vivir, aunque no puedan definirse precisamente como placenteras. Pero el hecho de viajar solo te da ciertas ventajas que no te da el viajar en grupo. Al otro lado de la frontera, cruzando La Quiaca, se encuentra Villazón, polo comercial fronterizo de mucho tránsito, similar a Ciudad del Este en Paraguay. De allí parten los trenes hacia Uyuni, lugar al cual me dirigía. Cuando llegué a la terminal me enteré que para conseguir pasaje había que reservarlos con un día de antelación y quedarse toda la noche en el lugar confirmando la reserva a cada rato debido a la cantidad de gente que viaja todos los días en ese tren. Ya a punto de resignarme a dormir en un banco pendiente de que nadie se robe mi reserva, veo a un hombre intentando cambiar un pasaje en la boletería. Era el único que quedaba para el tren del día, y como yo viajaba solo, era al único al cual le interesaba comprarlo. Así lo hice y pude subirme al tren. El viaje fue terrible, pero eso ya no me importaba. Lo importante era subirse y seguir adelante con la travesía.