Y en el fondo, tu llanto. De las justificaciones infundadas, sin cimientos y los argumentos tontos quiero no oirlos a todos. Mi horrible oralidad. Las idas y venidas por los andamios avenidas de la ciudad que se jode con sus reformas optimistas de fracazo. Las campañas políticas de factos y factos. Las hamburguesas tristes. Las revistas gigantes leídas en la fila del supermercado. El dependiente enojado con el cliente. El papel que se sella sin motivo. Caminamos el piso cuadrado reflejados en su post trapeado. La vida real es más que un noticiero o un disco distorsionado. Las sombras y nuestros juguetes investigando la risa pueril de santa clos. La red social de la soledad. Miraflores y antigua y Artemis los viernes menos confusos sólo a ver. Aquí por estar más cerca. Allá por recordarnos lejos. Y en el fondo, tu llanto vacío de querer llenarse. Desde el celular ofertado sin saldo ofertado las palabras cuestan más y el adiós debió ser más rápido. Yo te escucho y tan remotamente el charco cualquier accidente geográfico sería redentor ahora. Tu llanto es el océano más estático de un continente en el fin de un film.
Y en el fondo, nuestro llanto de cine obscuro y sala vacía poporopo. Insensible quedé y adormecido sobre la silla de pésima ergonomía leyendo poesía nacional porque no soy del mapa bien hecho emborrachado de retórica y zapatos bien negros. Y en el sueño, tu llanto. Irnos a donde no haya que hacer fila ni llenar formularios. Y en el fondo, nuestra patria. Y en el fondo, los días festivos. Llamarte ya no es más que un delirio. Contestarte, es magnetismo loco. No sé por qué me gusta ver los capítulos repetidos del sitcom quizá porque hay personajes que somos nosotros los todos. Nuestras tarjetas de presentación sin importancia ni validez para los viajes aquí nomás. El dinero plástico y su mucho color devaluado para los sábados sin presupuesto paternal ni jornalero. Y en el fondo, el empeño. Las ganas de tomar agua de paz. sobarle las escamas a un pez. Y en el fondo, tu llanto. Fue sinceridad de un matutino humo bucal, vocal, Vulcano las monedas y los chocolates y dos cafés asmáticos en su historia. Los libro también los que no repuse también se cubrieron de un futuro cataclismo de pedagogía cercenada por otra razón más empírica pero más vibrante. Aquí por estar más cerca. Allá por recordarnos lejos. Y en el fondo, las deudas de dudas.
Hay libros que se escriben comiendo tacos Hay libros que se leen chupando helados. Y en el fondo, tu llanto.