Tu corazón está abierto, por eso podés volar.
Este mensaje llega a tu puerta porque estaba abierta, al igual que tu corazón. Tu vibración lo atrajo. No te preocupes, la energía que lo impulsa está impregnada con esperanza para que tu confianza se multiplique. Hoy comienza un nuevo día. Hay que volver a salir a la calle. La constancia es una virtud que bien conoce tu alma. Muchos, por lo bajo, se burlarán al verte pasar. Descreerán de tu tarea. Dirán que vas camino al abismo. Están en lo cierto, pero ellos desconocen tu verdadera razón: vas a volar, para inspirar con tu vuelo. Los esclavos del consumismo huelen tu frustración y se burlan de tus esfuerzos. No los culpes, eso los hace suponer que están vivos. Desconocen que tu cansancio obedece a tu imperiosa necesidad por ayudarlos a despertar. Te mueve la compasión; ellos creen que es la locura. No te podrán comprender mientras dejen que sus acciones las timonee la mente y mantengan al corazón hechizado en el olvido. Es desgastante, lo sé. No te frustres. Sabés que estás sembrando consciencia a cada paso. Sos leal a tu guía interna. Eso es lo que cuenta. Qué importa que no te entiendan, qué importa que se te rían en la cara o que te miren con desprecio. No vinimos a cosechar aplausos. Fuimos convocados a romper las cadenas de la deshumanización, para que muchos puedan volar. Hay un reino de sombras que debe ser destronado por la luz del amor. A mí me sucede lo mismo. Te cuesta comprender por qué muchas personas se asustan al oírte hablar sobre la importancia de la paz, la alegría o los valores humanos, y en cambio se sienten cómodos consumiendo escenas de violencia, mintiendo o esforzándose para acumular poder y riquezas que no podrán llevarse más allá de la tumba. ¿Acaso eso no es lo loco? No todas serán rosas, lo sabés. Nadie dijo que esta cruzada sería sencilla. Tu espíritu tiene el temple necesario para superar la adversidad. No sólo habrá que poner la otra mejilla. Cada golpe que recibas no hará más que confirmar la senda elegida. Las cicatrices darán cuenta del empeño que pusiste en tu labor. Valoro enormemente tu entrega. Nunca dudé de tu entereza. Conozco tu esencia, por eso te amo. Hoy saldrás a la calle. Se repetirá el tortuoso ritual de las miradas displicentes y los comentarios sarcásticos. No importa. Aunque muchos no lo vean, está brillando el Sol. Dame la mano. Corramos bien fuerte. Despleguemos nuestras alas. Saltemos... Es tiempo de inspirar con nuestro vuelo.