Al idear estas entregas sobre el colonialismo, nos hemos propuesto identificar el problema no en cuanto a su situación jurídica o reglamentaria. Los parámetros que privilegiamos para puntualizar los casos están vinculados a la apropiación del Estado y el control de los recursos y los destinos de un pueblo por parte de un grupo externo en forma directa, utilizando frecuentemente la violencia como medio de acción. El caso de Timor Oriental será aquí nuestro objetivo, principalmente elegido por tratarse de sucesos poco difundidos acontecidos hasta fines del siglo XX. En noviembre de 1975 Portugal perdió el control colonial que venía ejerciendo sobre Timor Oriental desde 1512. Aquel dominio lusitano de más de cuatro siglos y medio, de la misma forma que en el resto de sus colonias, no ahorró en ningún momento en privaciones para la población nativa. La independencia de este pequeño proyecto de Estado soberano, igualmente iba a tener esperar y soportarse como sometido aún durante dos décadas más. Indonesia, que por su lado luego de la Segunda Guerra Mundial logró la independencia agrupando los territorios de la zona que había dominado Holanda, ocupará desde diciembre de 1975 la posición de Estado colonizador-invasor sobre Timor Oriental. Los sucesos independentistas orientaltimorenses, que acontecieron durante la Guerra Fría, generaron en Estados Unidos y sus aliados la necesidad de suprimir lo que suponían una pieza más de la amenaza del avance comunista en Indochina, motivados por el contenido principalmente marxistas de los frentes de liberación orientaltimorenses. Promediando la Guerra de Vietnam, los intereses occidentales aterrizaron de la mano de Henry Kissinger y Gerald Ford en Yakarta. Una dictadura feroz tenía lugar en Indonesia desde 1965, liderada por el General Suharto. Casualmente al día siguiente de la visita las tropas indonesas invadieron al pequeño país de Timor Orientali otorgándole el carácter de provincia indonesa. De esta forma ha comenzando lo que será, a escala mundial, el mayor genocidio proporcional a la población de un país al provocar 220000 asesinatos a una población de 650000. Portugal encabezó las demandas internacionales en las Naciones Unidas que promovieron a fines de agosto de 1999 un referéndum. Este contó también con la aprobación del gobierno de transición indonés que sucedió a Suharto, luego de la caída el año anterior de su dictadura. La elección del pueblo debía ser entre la independencia o la autonomía como provincia indonesa. La población se volcó masivamente a las urnas otorgando como resultado el 78,5 % de los electores a favor de la independencia. Con la difusión de los resultados, la violencia no tardó en reaparecer. Grupos armados en forma de milicias pro-Indonesia reprimieron a quienes habían votado la idea independentista. José Mignini (primer embajador argentino en Timor Oriental, paralelamente embajador argentino también en Indonesia desde 1999 hasta 2005) explica esta situación aludiendo a un cierto arrepentimiento indonés sobre la aprobación del plebiscito. Igualmente realiza una diferenciación que resulta vital explicando que no se trató de ataques hechos en forma directa por el Estado de Indonesia, sino por grupos militares que representaban los supuestos intereses indoneses. Probablemente se haya tratado de hechos vinculados a un resabio de la política violenta que había dominado durante los treinta y dos años de dictadura. La frontera que divide a la isla de Timor en dos, la zona oeste indonesa y la zona este, la independentista; se convirtió en el área más caliente del conflicto. Desde allí incursionaban los grupos armados hacia Timor Oriental, obteniendo así la facilidad de un refugio cercano y la posibilidad de actuar con el efecto sorpresa a su favor. El éxodo tanto de orientaltimorenses e indoneses hacia la frontera creo numerosos campamentos de refugiados en la frontera.
Mignini, en este momento probablemente quien en nuestro país mejor conozca la situación orientaltimorenses a la que nos referimos, se explaya continuamente sobre el sentimiento de los nativos. La gente estuvo siempre en contra del dominio de Indonesia. La resistencia del pueblo fue enorme; y así, las represalias, terribles. El miedo propagado insaciablemente en toda la población ha sido en muchas oportunidades subordinador, pero no ha logrado el rechazo al proyecto de autonomía dentro de Indonesia que proponían como opción a la independencia. Timor Oriental logró finalmente su independencia en 2002. Mignini nos afirma que Indonesia está ciertamente conforme y plena de convencimiento en la soberanía orientaltimorense que tanto supo resistir en otro momento. El FRETILIN (Frente Revolucionario para la Independencia de Timor Oriental) alcanzó la mayor cantidad de votos que depositaron a Xanana Gusmão como primer presidente de la nación. Difícil será desestimar el rol de la ONU en la conformación del nuevo Estado, pero no será lugar aquí para realizar un balance de su desempeño, el cual actualmente despierta tanto loores como fuertes críticas. Gusmão apenas asumido como presidente decidió renunciar a su partido, otorgando una clara señal del objetivo de gobernar para todo el pueblo. Aquí entenderemos que atribuir el colonialismo solo a las potencias occidentales durante tan solo algunos siglos, será completamente erróneo. Aún hoy día ciertas potencias controlan por medio de la violencia a poblaciones que preferirían la independencia, se encuentran de forma encubierta englobados en torno a un Estado poderoso, tal es el caso actual de la provincia china de Xinjiang .
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Christopher Hitchens, The trial of Henry Kissinger, Verso, Estados Unidos, 2001.