TERMINADA LA TEMPESTAD, LLEGA LA CALMA. ERA LA FRASE QUE MI MADRE SIEMPRE REPETÍA Y JURO QUE LA ODIABA, NO SE SI PORQUE LA ENCONTRABA ABSURDA O PORQUE CIERTAMENTE (Y A MÍ PESAR) TENÍA TODA LA RAZÓN. SUPONGO QUE ERA LA MISMA DE SIEMPRE, AUNQUE NO ME SENTÍA LA MISMA. SABÍA QUE NO PODÍA SER LA MISMA, ¿CÓMO SER LA MISMA DESPUÉS DE ESO? NO VOLVERÍA A TENER SU MIRADA, NI SU OLOR, NI SU VOZ, NI SUS ABRAZOS LLENOS DE AMOR. ODIABA AL MUNDO POR SEGUIR COMO SI NADA PASARA Y ME ODIABA A MÍ INCLUSO POR REIR.