Tema: Los Caminos, Los Puentes Y Los Tambos.: Picture 5

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TEMA : LOS CAMINOS, LOS PUENTES Y LOS TAMBOS. ALUMNO: FERNANDO CASCALLARES VEGAS

Los cronistas han coincidido en señalar el éxito que contaron los incas en la administración de la producción. Algunos constituían la mano de obra de la producción. Para lograrlo se valieron de estructuras preexistentes y de la creación de otras nuevas. Estas obligaciones se encontraban enmarcadas dentro del servicio que "por turnos" debía realizar la población a favor del estado. La distribución de la producción era uno de los aspectos más importantes de la organización inca.

El primero de una extensa red de caminos era el qhapaq ñam (camino del señor). A partir del siglo XVI se le denominó "camino del inca", aunque en realidad muchos de sus trazos procedían de la época Huari. Los cronistas abundaron en descripciones de los caminos a los que con frecuencia compararon con las grandes vías romanas. Cieza de León afirma que los curacas de la costa, por orden de los incas, hicieron un camino de quince pies de ancho, con árboles que proporcionaban sombra, y que se mantenían siempre limpio (F. Pease).

En la sierra había también un camino longitudinal equivalente al costero, con una serie de caminos transversales. Varios cronistas destacaron que el camino serrano iba preferentemente siguiendo la puna, es decir, por las zonas más altas, existiendo ingresos a los valles cuando así convenía. Los caminos serranos estaban construidos con piedra en lajas y con frecuencia se hacían escaleras para poder franquear las alturas (F. Pease).

CAMINO A MACHUPICCHU

CAMINOS DEL INCA

Los incas, como los demás hombres andinos, pusieron un interés especial en la construcción de puentes, algunos de los cuales continúan en funcionamiento en la actualidad. Los puentes tuvieron diversas formas y fueron fabricados de diferentes materiales. Los más famosos son los fabricados con sogas de fibras de maguey o de totora, para lo cual se utilizaban tres sogas longitudinales, la inferior para el camino y las otras dos para las barandas. Otro tipo de puente se fabricaba colocando dos sogas en la base, unidas por ramas dispuestas sobre ellas (F. Pease).

Los tambos, construidos a lo largo de los caminos, fueron denominados "posadas" por los españoles del siglo XVI. Pease señala que es posible que efectivamente los tambos hayan funcionado como alojamiento de los viajeros, pero la estructura de sus depósitos hace pensar en varios usos distintos. Los cronistas mencionan con mayor frecuencia su utilización como alojamiento para los ejércitos del inca, y para los numerosos cargadores que conformaban su consejo ritual.

El informante de Pedro Pizarro, que antes de 1532 había transportado en dos ocasiones maíz estatal desde Caja-marca, le dijo que por las noches paraban a pernoctar en los tambos. A Sancho de la Hoz le informaron que los tambos eran hosterías para los funcionarios encargados de inspeccionar los cultivos y obras estatales. Otras fuentes señalan la existencia de tambos destinados de forma especial para servir de alojamiento al gober-nante cuzqueño cuando se encontraba recorriendo el territorio del Tahuantinsuyo. Las crónicas, los documentos del siglo XVI y la moderna arqueología coinciden en señalar que los tambos no servían únicamente para aprovi-sionar a los viajantes, sino que se hallaban integra-dos a la red redistributiva del poder incaico.

Los tambos construidos a lo largo de los caminos cumplieron por lo tanto también la función de depósitos. Los primeros cronistas del siglo XVI llamaban ya la atención sobre las cólicas (depósitos) que hallaron en sus primeras andanzas por las tierras andinas, con variados productos (alimentos, tejidos y armas). La construcción de los tambos estaba a cargo de los grupos étnicos locales, los cuales dentro del servicio de la mita estaban obligados, de acuerdo con el turno que a cada quien le correspondía, no sólo a abastecer al tambo con productos sino también a atender a los usuarios y a distribuir oportunamente los bienes almacenados en sus depósitos (E. Pease). El espacio interior de los tambos se dividía entre habitaciones y almacenes, y su tamaño era variado.

Las cólicas (depósitos) se encontraban distribuidas a lo largo de todo el territorio del Tahuantinsuyo. Consistían en "hileras de edificios de piedra techados con paja, algunos de ellos ubicados en los cerros. Estos depósitos fueron construidos con la finalidad de almacenar en ellos una considerable variedad de productos. En unos se guardaba alimentos, en otros armas, adornos y herramientas, pero los más numerosos eran los que contenían lana, algodón y ropa.

Los depósitos de alimentos fueron los que más sorprendieron a los cronistas. Bernabé Cobo menciona que cuando las tropas de La Gasea pasaron por Jauja y su valle encontraron tantos alimentos en los depósitos allí existentes que durante más de siete meses no tuvieron que preocuparse por las provisiones. Quince anos después de la entrada de los españoles a Cajamarca, el sistema de depósitos todavía seguía funcionando. Polo Se Ondegardo, por ejemplo, pudo obtener en los almacenes de Xauxa provisiones para alimentar a cerca de 2 000 hombres durante siete semanas. Según los cálculos del cronista, a pesar de los años de pillaje y desarticulación del sistema, había más de 15 000 fanegas de comestibles.

Esos traslados desde las provincias se hacían en los meses de abril y mayo coincidiendo con la fiesta del Raymi, el festival estatal de la cosecha, aunque es probable que ante la necesidad del estado el transporte de productos podía ser ordenado en cualquier momento. Bernabé Cobo señala que lo que se enviaba al Cuzco desde las provincias no era un monto fijo: "Esa cantidad que al Cuzco llevaba, así la de la hacienda del rey como de la religión no era siempre una, sino conforme habían sido las cosechas y la abundancia ó escasez que había en los depósitos teniéndose en consideración a que siempre quedasen proveídos para los gastos ordinarios y necesidades ocurrentes..." (Cobo citado en J. Murra 1978).

La función más celebrada de los depósitos estatales fue la acumulación de excedentes con fines de beneficencia. Esta información proviene de los cronistas mestizos Blas Valera y Garcilaso, quienes hicieron hincapié en el bienestar que el Tahuantinsuyo se preocupó de proporcionar a la población. Con respecto a los depósitos afirman que fueron creados por el Estado para la provisión de reservas que podían ser usadas para abastecer a la población en épocas de carestía.

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