Sa Pobla A El Pais

  • October 2019
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Todo y nada en el Mediterraneo

Una incierta patria, compleja y trabajada, existe en Sa Pobla

y abarca desde el bocadillo 'de tot' hasta el arroz de 'no res'

¡­

seo y caja fuerte contra los cata­ clismos. El mar llegó El Meditemíneo que se nota pel'o hasta la plaza no siempre se ve, aprieta, se palde Sa Pobla don­ pa en las manos duras d"e los la­ de rebotan las bradores de una tierra conquista­ olas del jazz y da. El país del mar y la luz se los ecos del fol­ ret1eja entre plata:neros en la pla­ l'~~¡~~~~~~~~~ clor y el fuego za del pueblo, en un ciela alu­ equinoccial. Un nado. pequeño faro in­ La autoridad y el poder fami­ termitente que !iaI' urdido en posesiones, bodas manufacturó el y cosechas se manifiestan en las padre de A. Ba­ fachadas del agora, en cuyos ba­ llester, jefazo de jos arrendados negocian bares, la Canadiense bancos y agencias de viajes en Cataluña, LOS enrrentados en la política, destelló en la fa­ en sus memorias y por el tamaño chada de una de sus rentàs, comparten puche­ tienda de los Po­ ro, relatos y chanzas sm que se quet junto a la distinga qué color anida en cada esquina de Cas corazón ni se note el grueso de la Cotxer. Era la cartera. vindicación de La vida intensa y la narración la modernidad e del mito de Sa Pobla correspon­ hita para nue­ den a Alexandre Ballester, un es· Una campesina lleva un manojo de cebollas baja elbrazo en Sa Pobla. /TOLO RAMON vas rutas. critor de verdad, inventor de la La frontera marítima de Sa Po­ tradición, que relata el mundo bla ---que no existe porque el pue­ desde un lugar, tras sus lunas os­ Los enfrentados en la política, en sus curas. blo fue condenado a no tener cos­ ta (ni puerto)- es una suma de El SUI' de este mar arriba al memorias y por el grueso de sus rentas norte de Mallorca, suena coral en comparten puchero y chanzas playas largas, el borde accesible de una costa arenosa, cargada de las voces del eorro de residentes que migraron desde el Magreb, humedales, torrentes y estan­ jornaleros que se agachan en el ques, allí donde la ley y la exigen­ La riqueza es la tierra hecha solar o cia civil permitieron su protec­ campo y colocan ladrillos. Co­ dón. El vientre plano y largo de men otras cosas y se distancian, ladrillo, o esta bajo tierra, sean petróleo, siempre gregarios, transitan la una bahia que se traga las olas y ciudad y se citan para recordar y oro o patatas para tortiJlas, o purés los vientos del norte, de los Alpes añorar. El arabe y el catalan con­ y los temporales, esconde otras viven en la calle y en las listas de realidades geogní.ficas. dad. La riqueza es la tíerra hecha motivó ciertos fiascos. La epope­ teléfonos de urgencias de publica­ Lejos de Sa Pobla y de las facto­ dones municipales. solar o ladríllo o esta bajo tierra, ya exportadora y los sabores es­ rias boteleras, ante Santa Marga­ sea petróleo, oro, diamante, tru­ lida, entre Sa Canova y Son Banló, Al fresco, a la fresca de un ve­ tan en ellibro nuevo de Margali­ da Socias, De Sa Pobla, patates, de Mallorca sí es la realidad que se rano que sube desde el asfalto, fas blancas y tubérculos para her­ explica en los mapas y liQros y medio centenar de personas es vil', guisar, freir o hacer tortillas o la factoria indigenista del perio­ dista Damià Quetglas. que ahora se contempla. Allí es una multitud y la media docena purés. posible caminar, respirar el salo­ de intrusQs mira, pregunta y es Los surcos y las acequias pei­ El Mediterraneo también bier­ nan la mayor extensión agrícola ve, sin dietas ni menús, en una bre en espacios del paisaje mari­ acogida con calidez. Mientras bu­ no que conocieron los primeros -g1obal- activa, una isla labrada perola con el corazón de la alea­ llen otros pedazos patrióticos, ver­ chofa, se escurre sin mitologías pobladores, sin interferencias. duras y hortaIizas mas arroz en en la que nacen amenazantes al­ Una caminata por la arena de una perola negra como el vientre gunos chalets entre los marjales en el sacrificio en aceite de las anguilas y queda sintetizado en es quilómetro desde Son Serra es­ de una eabra, se evoca la arquitec­ que eran explotaciones con míni­ mas casitas para pozos, la bestia las alubias del ganxet y pintadas ta prescrita para retener el abani­ tura que esta en los detalles. que reviven a fuego antiguo. De co de sabores de una fritura de la La exeusa de la cita vespertina y el hogar para el puchero. El patata!, el yacimiento, no se muchas alubias autóctonas sólo huerta del final de la primavera, hierve en el sabroso respaldo de queda razón en los archivos de como anticipo de un guiso de cap­ agota, la extraeción y exporta­ especies y grasas Iigeras que 1'0­ los botanicos y en los depósitos roigs en cebolla y unos pocos ean­ dean la patata g1Uesa, pe1Uana, ción de los frutos humíldes nu­ grejos sin vetos. trió las arcas, justificó g10rias y exvotos en botes y neveras de mu­ una gran ofrenda, raíz e identi­ ANDREU MANRESA Palma de Mallorca

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