Reporte N°1 Fecha: 07-02-2019 Alumna: Javiera Carvallo Fernández Pregunta directriz: ¿Existe América Latina? Cuando los conceptos están asentados en nuestro lenguaje de manera histórica, cuando usamos las palabras cotidianamente y dominamos nuestro idioma, no es fácil detenerse y reflexionar sobre el origen y las implicancias de las mismas. Es por eso que resulta tan relevante la urgencia de O´Gorman por dotar de un sentido ontológico e historicista la cuestión sobre América Latina, sobre todo porque además propone un análisis vinculado a la labor historiadora que vinculan la investigación y la escritura de la historia, es decir historiología e historiografía. Como propone O´gorman, desde una perspectiva heideggeriana, ser e historia se muestran inseparables, en este sentido el historiador como la historia, no pueden concebirse como ajenos el uno de la otra, la historia es parte del ser y el ser, a su vez, es parte de la historia, en una relación eminentemente dialéctica. Desde esta perspectiva y considerando el que la historia se constituye como un entramando de acontecimientos, consensos y convenciones que le dan estructura y buscan su legitimidad así como su legitimación, por medio de narraciones y narrativas específicas; la idea de América Latina en cuanto ser, se ve moldeada por los mismo elementos. Existe América Latina, sí, en cuanto construcción histórica; lo implica también las narrativas que se han dispuesto a su alrededor, para consagrarla o destruirla, en cuanto engranaje de historia global; por su rol clave como proveedora de materias primas, rol que consolidó un sistema capitalista y que, hoy igualmente, cumple como parte del sostenimiento del modelo neoliberal, en cuanto a territorio geográfico, físico, sí; pues aún las fronteras geopolíticas cumplen la función de delimitar el libre tránsito de la población. Lo anterior, no reniega de la posibilidad de que esta América Latinoamericana, como la concebimos, no esté sujeta a mutaciones, debido a la sucesión de nuevos acontecimientos históricos, que no solo afectan los aspectos políticos y económicos sino afectan nuestra forma de percibir nuestro entorno, nuestra historia. Así, vemos cómo tiempo y espacio son determinantes al momento de pensar conceptualmente América Latina. La pregunta central, nos emplaza, hoy por hoy, a replantearnos esta idea de América Latina. Lejos de renunciar a ella o de desconocer su existencia, lo inmediato es revisar qué implica América Latina en un contexto en que el Cono Sur alimenta ideales nacionalistas de corte neoliberal, en que la integración adquiere una base meramente económica y comercial y se aleja de la idea del ser latinoamericano, para acoplarse a la idea de socio comercial, contexto que impulsa nuevas formas de representación que superan la representación formal, diplomática y política, para desembocar en organizaciones comerciales de tipo Grupo de Lima, en la que no solo se dirimen cuestiones económicas, sino acuerdos de tipo eminentemente de Estado. La pregunta sobre la existencia de América Latina solo toma sentido y valor por su construcción histórica y cómo llegamos a legitimar este concepto, hacerlo nuestro y defenderlo; sino que su importancia también radica en las claves que nos otorga para preguntarnos hoy, en un contexto absolutamente distinto al de hace 60 años, cuando O´Gorman publicaba su Invención de América, por su existencia, validez y legitimidad. Hoy es una pregunta que, desde mi perspectiva personal,
se hace más difícil de responder en cuanto el modelo neoliberal trasciende las fronteras de la región y las desdibuja, en la medida que el capital y sus corporaciones, convierten todos los elementos de nuestro continente en mercancía y los lazos fraternos de integración regional se limitan a la búsqueda de una favorable sociedad comercial.
Para abordar la pregunta central sobre la existencia de América Latina, se ha de comenzar por reconocer el esfuerzo historiológico, histórico e historiográfico de la obra de Edmundo O´Gorman, en cuanto propone un análisis sobre la idea de América Latina en la que se conjugan estos elementos, centrales para trabajo histórico; por una parte, logra construir y proponer una teoría con una base epistemológica sólida; por otra parte, logra poner en diálogo los aspectos del pasado con el presente por medio de un método de investigación dialógico; y, finalmente, construye su propuesta desde la revisión de importantes y reconocidos textos desde diversas disciplinas.