POLÍTICA ANALÍTICA Por Juan Fernando Perdomo *
REGRESE, CUANDO GANE Llegué a la cita en la congregación, un Domingo en la mañana. Los organizadores habían preparado todo para que los habitantes asistieran en su totalidad. Y así fue. El salón seleccionado por los habitantes de la congregación estaba lleno. Hacía mucho calor. La humedad nos daba la sensación de que teníamos más de 40 grados aunque los termómetros marcaran alrededor de 35 grados. Las señoras utilizaban mi informe escrito como si fuera abanico. Los ventiladores del salón no funcionaban. -Es que cortaron la luz, dijo Toño. -¡No!, dijo Luisa. Hay un panal de avispas cerca de las aspas del ventilador y si lo prendemos se van a alborotar. -Está bien, les dije. Sudamos un poquito y nos ayuda a bajar de peso. Varios amigos sonrieron. Otros, tal vez, pensaron que era una mala broma. Luisa leyó un resumen de mi currículum y les informó: -El Diputado Federal regresa a informarles sus actividades en la Cámara de Diputados. Y me cedió la palabra. Durante treinta minutos les comenté muchas cosas, algunas que seguramente ya sabían: La mala imagen de los diputados y las diferencias entre los diputados en el congreso. Pero también de los acuerdos y logros en esta legislatura, como la LEY DE DESARROLLO SOCIAL; la ley de fomento a las actividades de las organizaciones civiles; la creación de la procuraduría del Contribuyente; la inclusión de los discapacitados a los programas de desarrollo social; la aprobación para que se revisen las tarifas eléctricas, para su potencial reducción, en la zona centro del estado,… Un amigo de unos cincuenta años arribó tarde al salón y, contra la costumbre de muchas personas, se sentó en la tercera fila. (Normalmente, la mayoría, se sientan muy atrás) Me escuchaba con atención. Explique los beneficios de las nuevas reglamentaciones en materia sanitaria animal y la imparcialidad que deben de tener los ejecutores de los programas sociales y de proyectos productivos. En eso, el amigo levantó la mano derecha en claro acto de petición de la palabra. Le dije: -¿Sí? ¿Algún comentario? ¿Alguna duda? - Buenos días. Me llamo Filemón y vivo en esta comunidad, se presentó. Mire, Perdomo. Todo lo que usted está diciendo es muy bonito. ¡Ojalá y esto sea una realidad! -¡Claro que lo es!, le dije. Ustedes deben de estar muy pendientes de lo que ahora les digo y exigirnos a los servidores públicos a mantenerlos informados, pero ustedes también deben de participar… -Bueno candidato, me dijo, cuente conmigo. Yo tengo confianza en lo que nos está diciendo y votaré por usted pero…! Regrese cuando gane ¡
Muchos de los asistentes soltaron una carcajada. Yo sonreí, en reacción, mientras Luisa le explicaba: - Filemón, el Señor Perdomo ya es Diputado. - Por eso, que regrese cuando ya esté allá en donde vaya a trabajar. Insistió: - Nada mas nos vienen a decir promesas y cuando ya están hasta “allá arriba” no los volvemos a ver. - ¡Pero el ya es..!, decía Luisa. - Disculpe, Filemón, lo que sucede es que usted llegó tarde. Precisamente a lo que vine es a agradecerles su responsabilidad a los que salieron a votar, no importa que no haya sido por mí. Vengo a expresarles las funciones que realiza un diputado para que tengan mas conciencia al votar y, finalmente, pero no menos importante, vengo a ponerme a sus órdenes. Así lo he hecho ya en más de 35 reuniones en todo el estado… - ¡Ah, bueno!, dijo Filemón, lo que sucede es que… ¡Nunca había venido un diputado a visitarnos y platicarnos lo que están haciendo! - No se preocupe, lo entiendo, pero precisamente ahora que tienen mis datos y la forma de localizarme, nos podremos ver mas seguido. Y continuó la reunión con “montones de peticiones de gestión”. Ya habíamos logrado expresar las funciones de un Diputado, pero las necesidades de la comunidad seguían pendientes. -¡Permítanme que sigamos un orden! Díganme cuales son sus principales necesidades, pongamos, las cinco más importantes, les pedí. -¡Drenaje!, dijo Juan. -Muy bien, dije - y lo anoté con gis en el pizarrón. ¿Que más? Tenían duda de lo que estaba haciendo. Por fin, alguien más se animó: -¡La carretera!, dijo Dionisio. -C a r r e t e r a, escribí en el pizarrón. ¿Qué más? -¡Una secundaria!, gritó un joven de atrás del salón. -¡Una empresa!, pidió José Luis. -¡Riego!, dijo Filemón. De “corridito” me respondieron. -¡Bien! Ya tenemos cinco prioridades. Ahora vamos a seleccionar, con voto, la que nos parece la más importante, indiqué. ¿Quienes piensan que el drenaje es lo más importante? -No, Perdomo, drenaje ya hay, lo que sucede es que está incompleto, pero algunos no lo saben. Entonces unos cuantos alzaron la mano. -¡Y la carretera! ¿Quienes creen que la carretera es lo más importante? La respuesta fue contundente. ¡Casi el ochenta y cinco por ciento de los asistentes alzaron la mano! -¡Caray!, les dije, me parece muy sorprendente el resultado. -¿Qué tan largo se le hizo camino?, me preguntó Dionisio. -¡Muy largo! Veníamos muy lentos… como a veinte, contesté. -Pues si llegamos a tener un a buena carretera facilitaría traer una empresa, para que los productos también puedan salir a venderse, me dijo. - Además haríamos menos tiempo a la secundaria que está en el pueblo que sigue, comentó el joven de atrás.
-Y vendrían más camiones de pasaje, dijo una señora. -¡Pues ahora hay que preparar una carta sobre la necesidad de la carretera y que la firmen todos! Continué: -Si ustedes le piden muchas cosas a un gobernador o a un candidato, pensará que no están de acuerdo, pero ¡Si le piden solo una…lo tienen atrapado! -¡Tienes razón, Perdomo! Todos quedaron motivados a seguir mi recomendación y, yo, a apoyarlos a realizar esa gestión. Así fue que regresé a ese poblado, muy pequeña congregación, que solo reciben a candidatos en campaña o a ¡algún diputado “extraviado” que les ofreció volver y cumplió! *Juan Fernando Perdomo es egresado del TEC DE MONTERREY Servidor público, empresario y político (
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