Re Vista

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Les nouveaux temps

Los

medios,

el

Estado

y

la

degradación

social

Revista de análisis de los movimientos sociales alrededor del mundo

• Grecia se levanta y se declara Estado de excepción • Francia cuarto año consecutivo de disturbios • México ¿se aguanta todo?

Grecia ya, y México

Nº 0 ejemplar de distribución gratuita México, D. F. 22 de nov de 2009

¿Cuándo?

a nuestra es época de concesiones, de medidas a medias, del mal menor. Los visionarios son objeto de mofa o de desprecio, y los “hombres prácticos” rigen nuestras vidas. Ya no buscamos soluciones radicales, sino meras reformas, a los males de la sociedad; ya no tratamos de eliminar la guerra, sino de evitarla durante algunos años; ya no tratamos de eliminar el delito, sino que nos contentamos con reformas judiciales; ya no tratamos de extirpar el hambre crónica, sino de crear instituciones mundiales de caridad. Es una época en que el hombre está tan preocupado por lo práctico por lo pasible de realización inmediata… Palabras tan exactas no podríamos encontrar para definir nuestra situación, lo extraño es que hace más de cincuenta años María Luisa Berneri las pronunciaba en contra de una sociedad que se encontraba dividida por un muro, por dos sistemas ideológicos distintos, el comunismo y el capitalismo, parece extraño que las cosas sigan igual después de tanto tiempo y donde no ha habido cambios excepcionales, contradiciendo de tal manera el progreso augurado en el capitalismo y la transformación radical de la sociedad por la dialéctica marxista, pero más que extraño es triste y devastador, pensar que no ha cambiado. Más tétrico parece que después de tantos años el capitalismo siga

devorando a cientos de personas, y que éstas no se den o no quieran darse cuenta de esa realidad, pero que está ahí, siempre acompañado por su cruel y despiadada hermana la democracia, que con sus miles de tendencias desean ocultar su verdadero rostro.

Pero no todas las personas vendan sus ojos ante esta situación y van en busca de una solución real y duradera, no falsa y pasajera, donde a veces sus esfuerzos parecen pasajeros porque hay quienes no conformes con los vendajes impuestos se convierten en adictos de las dictaduras, cualquiera que sea su tendencia, y al ver en peligro los vendajes que cubren sus ojos no dudan en llamar a los disconformes -los cuales intentan suavizar los vendajes para que por sí mismos deslicen y hagan brillar ante sus ojos el halo de la libertad-, a los inquietos que no desean estar más tiempo sometidos, como terroristas, disfuncionales o con-

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trarrevolucionarios, y son tratados como seres despreciables, seres que no tienen derechos y que es preciso acallar a cualquier costo. Aun así, ni las cárceles, la tortura o el asesinato han sido capaces para detener a esos terroristas a esos disfuncionales a esos contrarrevolucionarios, que han lanzado su grito de combate ¡Libertad!, que cuando es expulsado hace que de sus pulmones salgan gritos devastadores, reventando los tímpanos de aquellos que tienen al pueblo bajo su yugo, aquellos que en nombre de la democracia y la libertad someten y matan. En estos cinco años el trabajo del KCL se ha venido realizando bajo tres frentes diferentes: la propaganda impresa, que comprende los textos anarquistas, con una veintena de títulos publicados, discos, carteles y la publicación del periódico que tienes en tus manos; la Biblioteca virtual Conciencia Libertaria, donde se han digitalizado los textos anarquistas clásicos y actuales, de diferentes temáticas (novelas, cuentos, históricos, ensayos, crítica, teórico y poemarios); y el frente de las exposiciones callejeras, donde se ha tomado por asalto la calle, convirtiéndola en una zona temporalmente autónoma, en las cuales se han tenido las más grandes satisfacciones, también estas exposiciones se han realizado en espacios culturales, en los cuales los compañeros nos

han mostrado todo su apoyo aun cuando no compartamos la ideología. Porque nuestra intención es la propaganda del anarquismo, y como tal encontrar individuos afines (no convertirlos), de tal manera que es nuestra intención mostrar al pueblo, por medio de la cultura y el arte, la sombría realidad en la cual estamos inmersos y que por su propia iniciativa él vaya formando sus impresiones y criterios para que pueda transformar su medio en aras de la libertad y no hacer uso de la demagogia, el amarillismo o populismo. Así después de cinco años de actividad del KCL hay suficientes bríos para seguir avante, y sabemos que …constituiría un saludable ejercicio volver la mirada hacia quienes soñaron utopía. Pues como decía Ricardo Flores Magón: La utopía de hoy es la realidad del mañana

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Fermín Salvochea ¡C

á d i z ! Ve t u s t a c i u d a d a n d a l u z a a orillas del Atlántico. Fundada por los fenicios, vinieron luego los cartagineses y después los romanos; fue escenario de luchas sangrientas entre cristianos y mahometanos. En esta ciudad, la cultura del Medio Oriente se entremezcla con la europea; sus edificios, testigos sobrevivientes de sabios árabes, escolásticos judíos y monjes cristianos que allí vivieron, aún influyen sobre las mentes de sus habitantes. ¡Y cuántas luchas, cuántas sublevaciones y revueltas, ha presenciado esa ciudad! Centenares de veces se han alzado sus moradores en defensa de la libertad, demostrando así la exactitud del dicho español: “La tierra andaluza es la tierra de la libertad”. Cádiz y Barcelona han sido siempre los dos focos de la vida revolucionaria en España y son también, actualmente, los centros principales del movimiento anarquista de ese lugar. Es Cádiz una ciudad admirable, una de las más hermosas del mundo. Rocas inmensas caen sobre el mar profundo y encima de ellas se levantan pequeñas casas níveas con diminutas torrecillas que se reflejan en las olas azules. En una de esas casas blancas, bien arriba, en una buhardilla, vivía un anciano. La instal a c i ó n d e l a p i e z a e r a p o b r e , demasiado pobre. Una cama; una mesita; una silla; y algunos viejos periódicos y libros era t o d o l o q u e p o s e í a el anciano. Pero quien arrojaba una mirada a través de la pequeña ventana de su morada, notaba inmediatamente que el anciano era más rico de lo que parecía; afuera, se extendía el océano azul, que ofrecía, a su vez, un panorama verdaderamente maravilloso donde el cielo, el agua y las blancas velas de las embarcaciones se mecían sobre las ondas juguetonas. Por el mar, precisamente, vivía el anciano en esa casita, porque amaba el océano, las olas ruidosas y la lejanía infinita. Todas las mañanas, al levantarse de su lecho, su primera mirada caía sobre el mar, y d e n o c h e , a n t e s de acostarse, sus ojos, semicegados, volvían a buscar las olas enfurecidas, como si quisiese encargarles alguna misión. Porque ese anciano era un profeta, uno de los contados hombres que estuvieron en la Montaña Sagrada, vislumbrado desde allí el lugar de l o s p a d r e s e h i j o s . Y, p o r e s t a razón, su alma era tan honda, tan tranquila y augusta, igual que el hermoso semblante veraniego de aquel m a r q u e a m a b a i n tensamente. Y, c u a n d o l l e g a b a l a p r i m a v e r a , y el mar comenzaba a rugir y a hervir; cuando las olas salvajes se levantaban cual montañas gigantescas besando a las nubes, el anciano soñaba con la gran tormenta de los pueblos. En el tiempo cuando los pobres y los humildes, los bastardos de la sociedad, se levantaran con las armas en las manos para romper las cadenas de la tiranía milenaria. Era el 28 de Septiembre de 1907. En la habitación del anciano reinaba una tranquilidad absoluta porque en la cama yacía un muerto. Había fallec i do, inesperadamente, sin haber estado enfermo, sin sufrir.

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Pero mira lo que ocurrió afuera. Con la velocidad del rayo se difundió la noticia de la muerte del anciano. Y en toda Cádiz, en Andalucía entera, en toda España, sólo se hablaba de él. “¡Ha muerto!” Por doquiera se oían estas dos palabras que en c a r n a b a n e l h o n d o d o l o r d e u n pueblo. Cada cual sentía la pérdida; en las minas, en los campos, en las e s c u e l a s y e n l a s u n i v e r s i d ades, en todas partes la noticia produjo la impresión de una gran tragedia que cuesta creer al principio, pero que finalmente es necesario reconocer. ¿Cuándo se han visto en España tantas lágrimas, tanto dolor y tristeza sincera, tanto amor y fidelidad cariñosa? ¡Qué no darían reyes y gobernantes si pudiesen adquirir sólo una décima parte de esa popularidad! Atravesando España, en todas sus ciudades y aldeas se encontrarían millares y millares de personas que ignoraban los nombres de los ministros de entonces, pero no había uno solo que no supiera el nombre de aquel anciano, Fermín Salvochea. Este nombre encarnaba una idea, una propuesta de justicia social, en fin, un mundo de esperanzas, anhelos y necesidades. ¡Fermín Salvochea! En los palacios se pronunciaba este nombre con labios trémulos, pero en las casillas de los pobres y de los explotados resonaba como una declaración de guerra a la sociedad capitalista, como la promesa de un porvenir mejor. Existen pocas personas que han conquistado tanto amor y tanta simpatía entre las grandes multitudes de un pueblo, y son menos todavía los que han merecido ese amor como el rebelde Salvochea. Él ha sido uno de los personajes más puros e idealistas en la historia del movimiento revolucionario; grande por sus ideas, pero aún más grande por sus acciones, era un hombre que encarnaba el apasionamiento revolucionario y el valor heroico de Blanqui y el amor indescriptible y la consagración de Luisa Michel. La poderosa personalidad de este hombre admirable llegó a suscitar la estima y el respeto de sus adversarios más empedernidos, y siempre que se pronunciaba el nombre de Fermín Salvochea no había lugar para las pequeñeces de la vida. Los que conocen la historia de ese movimiento en España saben cuán fecundo es en rasgos grandiosos y heroicos, y cuántos son los que sacrificaron bienes y sangre por sus convicciones libertarias, por sus ideales revolucionarios. Es de n t r o d e e s a s e r i e h i s t ó r i c a d e luchadores valerosos que el nombre de Ferm í n S a l v o c h e a m á s s e d e s t a c a c o m o u n o de los más brillantes revolucionarios, un nombre para las generaciones venideras, un nombre que no será olvidado jamás. Rec o r d a d o s i e m p re por su férreo repudio al régimen de explotación y de tiranía, su espíritu vivirá como el de todos los anarquistas de antaño; y mientras haya seres humanos en la tierra, inspirarán a todas las almas nobles y grandes a proseguir su ejemplo de sacrificar la fortuna y la vida por la revolución

LA GUERRA SOCIAL Ricardo Flores Magón

Y

a no tienen razón de ser las revoluciones netamente políticas. Matarse por encumbrar a un hombre al Poder es sencillamente estúpido. En nuestra época el personalismo sólo puede ganar adeptos entre los ignorantes o entre los cazadores de posiciones y de prebendas. La República burguesa ya no satisface a los hombres inteligentes y de buena fe. La República burguesa sólo satisface a los políticos, a los que quieren vivir a expensas del pueblo trabajador; pero a la luz de la filosofía moderna es un anacronismo cuya existencia sólo es justificada por la ignorancia de las masas y la mala fe de las llamadas clases directoras de la sociedad. La República burguesa es un cadáver. Murió desde el momento en que, al hacerse la declaración de los Derechos del Hombre, todo se garantizó, menos la igualdad social de los seres humanos que componen las naciones, y un cadáver no tiene derecho a inficionar el ambiente: hay que enterrarlo. El deber de los verdaderos revolucionarios es cavar una fosa y arrojar en ella a la República burguesa. La igualdad social, que es el sueño generoso de todos los hombres emancipados, se conseguirá conquistando el derecho de vivir, y ese derecho consiste en la facultad que todo ser humano tiene de aprovechar los progresos alcanzados por la ciencia y por la industria en la producción de todo lo que hace agradable la existencia y es útil al desarrollo integral de la raza humana. El derecho de vivir es lo que queremos conquistar los liberales; ya no queremos orgullosos señores de la tierra y mustios esclavos de la gleba; ya no queremos señores feudales, verdaderos amos de horca y cuchillo. ¿Quieren vivir en la tierra los señores terratenientes? Que la trabajen al igual de los que hasta aquí han sido sus esclavos, los oprimidos peones. Una revolución que no garantice al pueblo el derecho de vivir, es una revuelta de políticos a quienes debemos dar la espalda los desheredados. Necesitamos los pobres una revolución social y no una revolución política, esto es, necesitamos una revolución que ponga en las manos de todos, hombres y mujeres, la tierra que hasta hoy ha sido el patrimonio exclusivo de unos cuantos mimados de la fortuna. Pero, hay que entenderlo bien, la solución del problema debe quedar a cargo del proletariado. Si encomendamos la solución de él a las clases directoras de la sociedad, nos dirán que la aplacemos hasta que se haga la paz, hasta que se constituya un Congreso que decrete la felicidad de los habitantes de México, y una vez más en la historia de nuestras esperanzas defraudadas habremos hecho el papel nada envidiable de carne de cañón. No; la sangre está corriendo ya a torrentes, y bien pronto esos torrentes serán ríos donde se habrán vaciado las vidas de muchos hombres buenos, y es necesario que ese derroche de energía, de vida y de generosos impulsos sirvan para algo más que el entronizamiento de otro magnate. Es necesario que el sacrificio de los buenos tenga como resultado la igualdad social de los que sobrevivan, y un paso hacia esa igualdad es el aprovechamiento de los productos de la tierra por todos los que trabajen, y no por los amos. Si los amos quieren gozar de los productos de la tierra, que empuñen también la azada; que entren al surco con los trabajadores; que rieguen también, con su sudor, la tierra hasta hoy empapada solamente por las lágrimas, el sudor y la sangre de la plebe. La igualdad ante la ley es una farsa; queremos la igualdad social. Queremos oportunidad para todos, no para acumular millones, sino para hacer una vida perfectamente humana, sin inquietudes, sin sobresaltos por el porvenir. Para el logro de esos beneficios no sólo se opone Díaz: se opone, también, el Capital y se opondrá cualquier otro gobernante que elijan las masas, cualquiera que sea el nombre del candidato y por bueno que sea personalmente. Por eso los liberales estamos resueltos a variar el curso de la actual insurrección. La igualdad ante la ley es una farsa; queremos la igualdad social. Queremos oportunidad para todos, no para acumular millones, sino para hacer una vida perfectamente humana, sin inquietudes, sin sobresaltos por el porvenir. Para el logro de esos beneficios no sólo se opone Díaz: se opone, también, el Capital y se opondrá cualquier otro gobernante que elijan las masas, cualquiera que sea el nombre del candidato y por bueno que sea personalmente. Por eso los liberales estamos resueltos a variar el curso de la actual insurrección. El mal no es un hombre, sino el sistema político y económico que nos domina. Si el mal fuera un hombre, bastaría con matar a Porfirio Díaz para que la situación del pueblo mejorase; pero no es así. Puede desaparecer la odiosa personalidad del Dictador Mexicano, y el pueblo seguirá siendo esclavo: esclavo de los hombres de dinero, esclavo de la autoridad, esclavo de la ignorancia y de la miseria. Puede desaparecer el sanguinario tirano; pero el nuevo Presidente, quienquiera que él sea, tendrá listo el Ejército para asesinar a los trabajadores cuando éstos se declaren en huelga; tendrá listas las cárceles para castigar a las víctimas del medio que han delinquido por culpa del sistema social que nos ahoga; tendrá listos los jueces con sus odiosos libracos, tan blandos para los ricos, tan duros y crueles para los pobres. Puede morir el tirano; pero el sistema de opresión y de explotación quedará vivo y el pueblo seguirá siendo desgraciado

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Este dia de muertos visita Janitzio 1 y 2 de noviembre

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