QUE SE VAYAN TODOS Q. F. B. Fidel Belmares Hernández* Según el Gobierno la contingencia está en fase de descenso y en los próximos días habremos de volver a la normalidad. ¿Así nadamás? ¿Borrón y cuenta nueva? ¿Sin análisis de por medio sobre lo que ocurrió en estos días de pánico epidemiológico? No cabe duda que el gobierno panista considera a los mexicanos poco menos que retrasados mentales, que no merecemos explicaciones y mucho menos que nos entregue cuentas de su proceder, aunque salten a la vista los errores cometidos por el médico brujo que tiene por Secretario de Salud. Nadie se responsabiliza por lo muertos; ni por los de la influenza, ni por los otros. Vaya, ni siquiera una promesa para corregir el modelo de Salud Pública que a todas luces se vio colapsado y que ante la ignorancia de lo que estaba pasando y la carencia de recursos materiales, técnicos y humanos, decidieron aplicar una política de shock para “prevenir” una mayor cantidad de muertes. Los muy cínicos ni siquiera están seguros de lo que pasó y se felicitan y quieren que los felicitemos porque, dicen, no sólo salvaron a la patria sino a la humanidad. Seamos claros: si el virus sólo mató a unas cuantas decenas de personas no se debió a la eficacia de su estrategia, sino a que su virulencia es limitada, de tal manera que muchas personas que sufrieron su ataque, a pesar de la pésima o nula atención que recibieron en los hospitales públicos, sobrevivieron, mientras otras murieron a pesar de que sólo fueron víctimas de una gripe del tipo estacional (de las que pegan año con año en invierno) porque tuvieron una pésima atención. Si el virus hubiera sido la mitad de letal de lo que dijeron al principio, las muertes se habrían contado por decena o quizás centenas de miles, porque este sistema de salud (si así se le puede llamar) no está capacitado para enfrentarse a una contingencia mayor y de esto hay responsables, los últimos cinco gobiernos federales que han desmantelado las clínicas y hospitales públicos para obligar a la gente a que acuda a los hospitales privados y así privatizar la salud como tantos otros rubros de la vida de de nuestro país, abandonando a tal grado al sector público que en el caso que nos ocupa muchas veces ni aspirinas hay para atender a los enfermos. El personal médico y el de enfermería sufren condiciones laborales de explotación, sin materiales ni equipo de trabajo y con cargas brutales de atención a enfermos, malpagados con sueldos miserables y muy lejos de lo que marca la constitución. Los laboratorios clínicos, donde los hay, carecen en muchas ocasiones de los más indispensables reactivos y de personal calificado para apuntalar los diagnósticos, las farmacias no tienen los medicamentos del cuadro básico de enfermedades y los que hay no son ni suficientes ni apropiados por lo que mandan a los pacientes a que los compren sin importar si tienen recursos o no. La administración de cada clínica u hospital está en manos de una burocracia perezosa y despótica que lo mismo maltrata a los médicos y enfermeras que a los pacientes. El equipo hospitalario está en malas condiciones en muchos casos y cuando se descompone no existen las refacciones para su arreglo o es obsoleto; a pesar de que vivimos en la era de las computadoras y que han demostrado ser una formidable herramienta de trabajo, muchos archivos clínicos se siguen manejando por medio de folders físicos que a menudo se extravían por la indolencia y falta de coordinación en su manejo y las redes informáticas no existen o si existen, no funcionan. A los médicos
difícilmente les proporcionan una de esas herramientas, si quieren que la compren con su mísero sueldo y al internet, cuando lo hay, sólo tienen acceso los jefes administrativos. Las enfermeras por supuesto no tienen derecho a nada de eso. El equipo de tecnología de punta con personal altamente capacitado sólo existe en unos cuantos hospitales de primer nivel y en múltiples ocasiones tienen más acceso a esos hospitales elitistas los políticos y empresarios que los trabajadores derechohabientes. En esas condiciones casi nadie del personal quiere trabajar y quien finalmente paga el pato es el paciente, que sufre vejaciones y malos tratos de todos y que en muchas ocasiones es rechazado de los servicios bajo distintos pretextos (muchas veces por no tener para pagar las cuotas de recuperación que llegan a ser estratosféricas), por lo que en múltiples ocasiones mueren por falta de atención o para evitarlo tienen que recurrir a los servicios privados donde son esquilmados inmisericordemente, quedando en la miseria no sólo el paciente sino hasta sus familiares. ¿Estamos en la capacidad de hacer vacunas o medicamentos antivirales? No. Hace 30 años nuestro país tenía esa capacidad; a través de los institutos de higiene y virología producían el 92 % de las vacunas que requería el país, pero a pesar de ello en 1977 los fusionaron con otras dependencias del sector salud y fueron perdiendo presupuesto y capacidades y para 1999, con Zedillo en el poder se redujeron a dos áreas de una paraestatal llamada Laboratorios Biológicos y Reactivos de México, SA de CV (Birmex), en donde se producen 2 de las 12 vacunas que se requieren y ya con Calderón en el poder, en el 2008 se anunció que se compraría una planta para producir vacunas contra la influenza que ya se esperaba, por recomendación de la OMS, pero como no se vislumbraba un negocio se tendría lista para el 2011, ya no hubo tiempo de ver si se cumpliría esa promesa o quedaría como todas las de Calderón. Los antivirales están más difíciles de producir porque los producen las trasnacionales farmacéuticas yanquis, suecas y francesas y el panismo es incapaz de intentar dar soberanía a nuestro país en materia de medicamentos. Más bien se los están comprando a esas trasnacionales y ello se prestará para hacer jugosos negocios (como el de los cubrebocas que aunque no sirven para nada casi ordenan a la gente que los use, porque seguro algún vivillo amigo de los panistas ya los tenía listos), para lo cual ya dio los pasos para eliminar los aranceles de importación y así ponerles la mesa para que ni siquiera paguen los impuestos correspondientes y ganen de todas todas con la venta de sus medicamentos, a pesar de que aún no se ha desarrollado un antiviral específico para este nuevo tipo de influenza. Por eso no están pensando en fortalecer la investigación en la producción de medicamentos y ni en ningún otro campo. Por eso tampoco se apoyaron ni asesoraron de investigadores mexicanos en la primera etapa, sino que mandaron a hacer los análisis a Canadá, porque saben que con los recursos asignados a la investigación (menos de 0.5 % del PIB), no hay la capacidad para hacer un estudio completo del nuevo virus. ¿Con este sistema de salud y de investigación se puede afrontar una contingencia como la que dice Calderón que hemos padecido? Por supuesto que no, ¡Calderón miente! Piensa que somos tarados y que nos vamos a tragar ese sapo y que le estamos muy agradecidos por habernos salvado. Pero la realidad es otra. Calderón es responsable del desprestigio de nuestro país a nivel mundial y de que el resto de las naciones nos vean como apestados, de la caída de una de las industrias que todavía dejaba divisas, la del turismo. Por muchos meses ¿o años?, los turistas se van a retirar de México. Es responsable del cierre de muchas pequeñas empresas que vivían al día y a las que obligó a cerrar por la contingencia y
con ello de una mayor caída en el índice de empleo. Es responsable de que la porcicultura y la comercialización de los productos del cerdo se estén cayendo no sólo en México sino en todas partes del mundo y de que países igual de atrasados que el nuestro hasta estén sacrificando a todos sus animales, ya que sin los estudios suficientes lanzaron la alarma de que el virus tenía su origen en ese animal y ahora resulta de que siempre no. Eso no lo puede hacer alguien que se ostente como presidente de la República ni alguien que se diga médico como su Secretario de Salud. Es responsable de la pérdida de dos semanas de clases de todos los estudiantes del país, ya que aunque se recorran los calendarios escolares, se ha perdido el ritmo de estudio y cuando se esté encontrando nuevamente vendrá el fin de año escolar. Dada la virulencia del micoorganismo responsable de la epidemia era innecesario perder tanto tiempo. Eso no sucedió en ninguno de los otros países que están en la misma contingencia. Un presidente de una nación que ama a su pueblo valora los daños que sufre la educación y busca alternativas, además de que se pudo haber apoyado en las escuelas para hacer frente a la emergencia, por lo menos en las de educación media superior y superior, donde hace falta que los alumnos se comprometan con la problemática de su país y en el momento en que haya problemas deben afrontarlos y no huir cobardemente. Esta era la ocasión para poner a prueba la enseñanza del método científico, aunque claro, Calderón y Elba Esther Gordillo saben de la farsa en la que han sumido a la educación de nuestro país y por lo tanto de las nulas capacidades (¿competencias?) que han formado entre los estudiantes y que este sector tampoco estaba capacitado para tomar las medidas científicas de seguridad adecuadas y mucho menos salir a orientar y ayudar a la población. Calderón es responsable de que la crisis económica se profundice como consecuencia de todos los errores anteriores y eso va a propiciar un mayor tiempo de sufrimiento económico a nuestro pueblo. El Secretario de Gobernación también es responsable del arbitrario manejo político de la emergencia junto con la Secretaria de Relaciones Exteriores, quienes no atendieron a tiempo la voz de alarma que les dio la OMS diez días antes por los brotes de gripe atípica de Veracrúz y Oaxaca, donde hasta una vida se perdió por falta de atención. El Secretario de Hacienda es responsable al no otorgar los recursos necesarios al sector salud y por el contrario estar recortando año con año el presupuesto de salud y de engañar a la población con el Seguro Popular que ni es gratuito y no tiene ni infraestructura ni personal ni recursos ya no suficientes sino mínimos y se recarga en las instituciones de salud existentes, a las que se les sobrecarga de trabajo y con ello se les resta eficiencia Los gobernadores de los estados actuaron con la misma irresponsabilidad que el jefe del ejecutivo y su secretario de salud. Los diputados y senadores también son responsables en la medida que permitieron que Calderón impusiera el estado de excepción sin cuestionar la base legal y científica bajo la que lo estaba decretando. En cualquier país del mundo los responsables de tales atrocidades ya estarían renunciando por dignidad, aquí estos cínicos están esperando que caigamos de rodillas, agradecidos de su ineptitud. Lo que es necesario es que exijamos su renuncia. Basta de corrupción. QUE RENUNCIEN, QUE SE VAYAN TODOS.
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Profr. de tiempo completo de la UNAM en las asignaturas de Física y Química Exasesor y exsecretario técnico de la comisión de educación de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal Profesor investigador, experto en Hidroponía