Pp16, Nuestra Tierra

  • July 2020
  • PDF

This document was uploaded by user and they confirmed that they have the permission to share it. If you are author or own the copyright of this book, please report to us by using this DMCA report form. Report DMCA


Overview

Download & View Pp16, Nuestra Tierra as PDF for free.

More details

  • Words: 17,079
  • Pages: 45
Ediciones MATHESIS Los Propósitos Psicológicos Serge Raynaud de la Ferrière Propósito Psicológico XVI: Nuestra Tierra Traducción: Dr. David Ferriz Olivares Edición Internet Numerada. Todos los derechos reservados. © 21 de marzo, 2006 www.sergeraynaud.net

PROPÓSITOS PSICOLÓGICOS

Serge Raynaud de la Ferrière

Libro XVI

Nuestra Tierra

Nuestra Tierra

INTRODUCCIÓN

Entre todos los espectáculos que ofrece nuestro planeta, la vista de un volcán en erupción es quizás el más impresionante. Ese vómito de fuego saliendo de las entrañas de la tierra tiene algo indescriptible...

1

Aquello que es también muy sorprendente es la aparición súbita, en medio de las aguas, de una porción de tierra; así como la desaparición de tierras que son engullidas súbitamente por el Océano. Ese fenómeno es debido, igualmente, a los volcanes.

2

El padrino de todas las montañas de fuego del globo es Vulcano1, situado en las Islas Eolinas en el Mediterráneo, no tiene más que una o dos erupciones por siglo. Mientras que, por el contrario, el Izalco, en América Central, no ha conocido reposo desde hace dos siglos; nacido en 1770 de una grieta al pie del volcán Santa María, se elevó cerca de 2.000 metros sobre el nivel del suelo sobre el cual se ha erigido. Aún cuando se cita siempre al Monte Everest como el más alto del mundo (8.880 metros) el más elevado es el Mauna-Kea, uno de los 5 colosos de la Isla Hawai, tiene más de 5.000 metros bajo el nivel del Pacífico y su cima es de 4.268 metros sobre el nivel del Océano. Así pues, medido de la base a la cima, el Mauna-Kea es la montaña más elevada de nuestro globo, ya que la altura del Everest no está medida desde su base que reposa en el Himalaya, sino desde el nivel del mar. En fin, el Mauna-Kea fue primeramente un volcán submarino como el Stromboli, el Etna, o como los volcanes de Islandia, de las Comores, de la Reunión y de las Azores.

3

Las Islas Azores constituyen un lugar de predilección para las erupciones submarinas. Sin remontarnos muy lejos, ya el 10 de Octubre de 1720, cerca de la Isla de Tercere, un fuego se elevó del mar. El 19 del mismo mes, se presentó una isla hecha de fuego y de humo, arrojando a lo lejos grandes cantidades de ceniza, mientras que las piedras-pómez flotaban en toda la superficie del mar. En 1757, cerca de San Jorge, un grupo de 18 islitas apareció súbitamente, pero hoy en día no queda huella alguna de ellas. En 1811, ese volcán dio origen a una isla de 1.610 metros de superficie y 100 metros de altura; se le dio el nombre de Sabrina, pero no vivió más que algunos meses. En fin, en los años 1837 y en 1867, nacieron y desaparecieron todavía de ese modo numerosas

4

1

Se sabe que Vulcano era el Rey del Fuego en la mitología romana; por deformación “Vulcanus” y “Volcanus” han terminado por ser sinónimos y es así que ha nacido el término volcán”.

-2-

Nuestra Tierra

islas en la región.2 A veces se considera la erupción submarina como la más formidable explosión volcánica, pero esto es erróneo. Hasta la noche del 26 de agosto de 1883 el Krakatoa era una isla de 47 Km2 y 800 metros de alto, la actividad volcánica que se había venido manifestando de manera intermitente desde el 20 de mayo, culminó en una serie de enormes explosiones, cuyos fragmentos fueron proyectados a miles de metros de altura, el ruido se oyó a 4.000 kilómetros de distancia, el volcán fue aniquilado sólo en unos segundos y mató a 40.000 personas. En 1927 reanudó su actividad en el fondo del océano del que emergió una nueva isla que sobrepasó la superficie del mar en 1928 y fue bautizada como Anak-Krakatau (el hijo de Krakatoa); pero sólo unos meses más tarde el mar había ya transformado la isla en un bajo-fondo. En 1933 el Anak-Krakatau reapareció en una violenta erupción y después se enrasó de nuevo. En 1939, el Niño de Krakatoa logró sobrevivir al fin; actualmente, ese volcán se presenta bajo la forma de un anillo casi negro de escorias, colocado sobre el azul intenso del Estrecho de la Sonda. El interior del anillo, el cráter propiamente dicho, está ocupado por un apacible lago de un extraordinario color de sangre (mientras que antiguamente era de un verde-azul). Ese mismo color se encuentra en el lago-cráter del Irazú en Costa Rica; esa coloración es debida no a sales minerales, como se creyó al principio, sino a micro-organismos.

EL AUTOR

2

El presente texto estaba terminado en junio de 1957, pero gracias a un retardo en la edición hemos podido enterarnos, a través de la gran prensa, del nacimiento de una nueva isla en esos parajes. En efecto, en el mes de octubre de 1957, cuando nuestra publicación estaba aún en imprenta, tomó forma la décima isla de las Azores. De un mar en calma, el 28 de septiembre y manifestándose primero con torbellinos de humo blanco, chorros de cenizas, piedra pómez, lapilli, etc., apareció, al lado de Fayal, la “Ilha Nova” (la Isla Nueva), como fue bautizada. La nueva pequeña tierra tenía 700 metros de diámetro y una centena de metros de alto. ¿Resistirá al Océano o será engullida de nuevo bajo las aguas? todavía ignoramos si no lo será entre el instante en que escribo este libro y su impresión.

-3-

5

Nuestra Tierra

NUESTRA TIERRA

Podemos leer en un artículo del Profesor A. Vandel, de la Facultad de Ciencias de Tolosa: “De la historia del globo terrestre, que se extiende a dos o tres mil millones de años, sólo conocemos con alguna certeza el período de tres o cuatro mil años de los tiempos históricos; sobre los tiempos geológicos de la era Primaria de hace unos cuatrocientos millones de años, no tenemos sino un conocimiento fragmentario y en gran parte hipotético; más allá no hay más que puras suposiciones.”

6

Lo mismo que los orígenes del mundo y de la vida, el origen de los continentes y las montañas, así como de los océanos y los abismos, ha constituido en todos los tiempos un misterio apasionante que la humanidad permanece aún impotente de dilucidar y que no ha hecho otra cosa que llenarlo de fábulas desprovistas de todo fundamento científico. No obstante, los progresos actuales de la física del globo y la interpretación de la documentación suministrada por el estudio de los fósiles en la paleontología, permiten bosquejar una teoría de la evolución de la corteza terrestre desde una época aún más lejana.

7

La “deriva” de los continentes, tal como la ha imaginado Wegener, habría sido la consecuencia de la dislocación de un continente único, cuyos fragmentos de roca más livianos, flotando sobre rocas más densas y relativamente fluidas, habrían quedado a la deriva sobre el globo convirtiéndose en los continentes cuya forma nos es tan familiar en el presente. Esa audaz concepción es muy discutida todavía, pero tiene a su favor el hecho de que resuelve a la vez una serie de diversas suposiciones que se habían hecho desde terrenos particulares: arroja luz sobre el enigma biológico de la emigración de las anguilas, recorre de manera satisfactoria el mecanismo del origen de los pueblos actuales y justifica las anomalías en la repartición geográfica de las especies vivientes (fauna y flora) y de los fósiles.

8

En diversas ocasiones en nuestros escritos, en estos Propósitos Psicológicos, o en los cursos y conferencias que hemos dado en el pasado, hemos evocado estas cuestiones que, sin embargo, ahora vamos a reanudar con más detalle.

9

Al parecer es un hecho que el hombre prefiere siempre quedarse “estancado” en sus primeros conocimientos y a menudo se necesita la fuerza

10

-4-

Nuestra Tierra

de un genio para provocar un cambio en sus concepciones y hacerle admitir las nuevas teorías que vienen a intervenir en el Saber humano; pero entonces su espíritu queda confundido, pues ha pasado demasiado tiempo atado a concepciones que le parecen de pronto demasiado pobres e incoherentes a la vista de la nueva teoría que lo seduce con su resplandeciente frescura y su luminosa simplicidad. Ahora bien, si hay algo que todos mantienen en su memoria desde la infancia, es seguramente la imagen familiar de nuestro globo con sus cinco continentes, las cadenas de montañas que los surcan y los océanos que los separan. Así, no tiene nada de sorprendente que nos haya parecido una imagen definitiva y que la hayamos conservado casi por instinto como si fuera desde siempre el aspecto de la Tierra, pues el espíritu humano se complace en la estabilidad y repugna todos los cambios.

11

La faz de la Tierra tal como se nos aparece hoy, no es más que la expresión fugaz y momentánea de un dispositivo esencialmente cambiante. Las concepciones que daban cuenta de su génesis se han modificado radicalmente en estos últimos años, e incluso las mismas bases de la geografía, de la geología y de la geofísica se han visto conmovidas. Esas nuevas concepciones han sido expuestas por hombres de ciencia que se ocupan de la física del globo, sin embargo los biólogos tienen una palabra que decir, ya que las exigencias biológicas se encuentran precisamente en el origen de todas las teorías que han se han esforzado en dar cuenta de los cambios sufridos por la faz de la Tierra en épocas anteriores.

12

La razón es que tanto los organismos vegetales como los animales han sufrido profundas transformaciones en el curso de los períodos geológicos y que las formas simples aparecidas primero fueron progresivamente reemplazadas por organismos más complejos. Estamos hablando, pues, de un hecho que ya no se pone en duda y que se designa bajo el nombre de “evolución”. Sin embargo, ese movimiento evolutivo no se desenvuelve de una manera uniforme, sino que cada grupo evoluciona a su hora y siguiendo modalidades que le son inherentes. La historia del grupo finaliza cuando termina la crisis evolutiva. (A. Vandel: “La evolución del mundo animal y el porvenir de la especie humana”, 1942).

13

Lo que es cierto sobre el tiempo, lo es también sobre el espacio: todo grupo zoológico o botánico toma nacimiento al interior de una región limitada que constituye un verdadero “centro de creación”. Las diferentes razas

14

-5-

Nuestra Tierra

nacidas de ese proceso de diversificación, irradian desde el “centro de creación” y progresivamente3 se va ampliando el área de extensión del grupo. El botánico inglés, J. C. Willis, cuya argumentación parece sólidamente establecida, sostiene que cuanto más grande sea el área de extensión de un grupo, más antigua es su fecha de aparición. Por ejemplo, el caballo Equinae evolucionó enteramente en América del Norte durante la época terciaria y fue de ahí que emigró en varias ocasiones hacia América del Sur, Euroasia y África.Pero, un hecho curioso e inexplicable es que los caballos desaparecieron de América, su centro de origen, al final de la era cuaternaria y fueron reintroducidos hace sólo algunos siglos por los conquistadores españoles. Esa historia es análoga a la de los camellos, Camelidae, cuya diferenciación se realizó durante el terciario en América del Norte donde persistieron hasta el cuaternario para después desaparecer, pero no sin haber dado antes dos descendencias que se expandieron durante el plioceno: una era la cepa de las llamas de América del Sur y la otra la de los camellos de África y Asia propiamente dichos.

15

Los elefantes tomaron nacimiento en Egipto al inicio del terciario, pero a partir del mioceno se esparcieron por toda África, Europa y Asia; inclusive se extendieron por las dos Américas donde estuvieron ricamente representados al final del terciario y durante el cuaternario por los “Tetrabelodon”, “Mastodonte”, “Elephas Atlanticus” e “Imperator”. Sus respectivas áreas de dispersión, que están ahora nítidamente separadas, se han reducido considerablemente pues sólo se encuentran en África y Asia tropicales, lo cual un signo manifiesto de la regresión de un grupo.

16

Es evidente que la extensión de un grupo se encuentra limitada por los obstáculos físicos que se oponen a la dispersión activa o pasiva de sus representantes. Las especies litorales o marinas que se propagan a lo largo de las costas son detenidas por los abismos; los organismos terrestres y los de agua dulce se han visto limitados en sus áreas de extensión, por los océanos, las altas montañas, los desiertos, etc. Se podría preguntar entonces cómo organismos litorales análogos, y a veces idénticos, han podido poblar bordes

17

El zoólogo italiano Rossi, pretendía que una misma especie animal puede tomar nacimiento en dos puntos mutuamente alejados del globo y que las diferentes cepas se habrían desarrollado más tarde siguiendo vías paralelas. Esa teoría llamada de la “Hologénesis”, es demasiado simple ya que no explica los hechos de discontinuidad que se han constatado a menudo en la distribución geográfica de las especies. Esta teoría ha entrado desgraciadamente en contradicción con todos los datos paleontológicos, pues la historia de un grupo prueba que ha aparecido en una región determinada y luego se ha irradiado hacia los territorios vecinos. Las especies se muestran en vía de regresión sólo en algunas partes de sus áreas de repartición primitiva, lo que explica los casos de discontinuidad geográfica. 3

-6-

Nuestra Tierra

opuestos del océano; e incluso cómo organismos de tierra han logrado pasar de un continente a otro. Pero hacía tiempo que los zoólogos y los botánicos habían sido conmovidos además por un hecho paradojal: frecuentemente, la flora y la fauna de continentes diferentes presentan más semejanzas entre sí, que las que cada una tiene con las especies que ocupan regiones menos alejadas de su propio continente. La fauna de África del Sur, por ejemplo, presenta curiosas afinidades con la de América del Sur, mientras que es radicalmente diferente a la de África del Norte. Por otra parte, son innegables las semejanzas que uno advierte entre las faunas de Madagascar y la India o entre las de América del Sur y Australia, a pesar de las enormes distancias que separan a esos continentes. Los ejemplos que frecuentemente se invocan son aquellos que se relacionan con los vertebrados. Por ejemplo, los Marsupiales se encuentran actualmente localizados por una parte en Australia y Tasmania (Sarigues), y por otra en América Meridional y Central (Coenolestes). Los Lamantinos, esos poderosos herbívoros cuyo aspecto recuerda al de las focas, están representados por tres especies: dos de éstas pueblan las desembocaduras de los ríos en la costa oriental de América y la tercera habita en los estuarios de África Occidental. Los Dipneustes, esos curiosos peces anfibios, abarcan actualmente tres géneros: el “Ceratodus”, localizado en Australia en ciertos ríos de Queensland; el género Protopterus cuyas tres especies pueblan el África tropical; y el género Lepidosiren que es propio de la cuenca del Amazonas. Sabemos que en el Terciario los Marsupiales ocuparon casi la totalidad del globo y que los ancestros de los Lamantinos actuales fueron descubiertos en Egipto y Europa. Los Dipneustes constituyen un grupo de peces que estaba ampliamente expandido y muy representado ya hacia el final de los tiempos Primarios, de manera que en el Secundario el género “Ceratodus”, por ejemplo, era casi cosmopolita.

18

Pero esos ejemplos, ya clásicos y frecuentemente citados, no son en realidad los mejores, pues han sido tomados de grupos antiguos actualmente en plena regresión. Además, la historia paleontológica prueba que en épocas geológicas anteriores la repartición de esas especies fue mucho más extensa que ahora, y que las áreas limitadas que ocupan en la actualidad, no constituyen sino los últimos refugios en vía de extinción. Más demostrativos aún son los ejemplos que provienen de los invertebrados. En efecto, los medios de dispersión particularmente poderosos de ciertos organismos como las plantas de grano o los pájaros, permiten rendir cuenta, hasta cierto punto, de su paso de un continente a otro. Sin embargo, esas migraciones se vuelven inverosímiles cuando se trata de organismos cuya posibilidad de transporte a través de largas distancias es totalmente nula. Es el caso de los gusanos de

19

-7-

Nuestra Tierra

tierra, de los caracoles o las cochinillas, y es la razón por la cual los zoólogos han examinado con más particular atención la distribución de esos organismos. Los gusanos de tierra del género Microscolex pueblan América del Sur, Australia y Nueva Zelanda, África del Sur y Madagascar, y aún las islitas perdidas en los Mares del Sur: Macquaria, Campbell, Crozet y Kerguelen; mientras que el género Megascolex se encuentra solamente en India y en Australia. Ahora bien, un transporte pasivo de gusanos de tierra a través de los inmensos espacios oceánicos parece absolutamente inverosímil. El caracol de jardín (Helix hortensis), por ejemplo, se encuentra en Europa occidental, Islandia, Groenlandia, Tierra Nueva, Labrador y Este de los Estados Unidos. Los Moluscos terrestres de la familia de los Acavidas se reparten en cuatro subfamilias que pueblan respectivamente: la primera, América del Sur; la segunda África Austral; la tercera Madagascar, los Seychelles y Ceilán; y la cuarta Australia, Tasmania y las Filipinas. Los peripatus, seres vermiformes que se localizan en la cuenca de los ríos y que constituyen un tipo de animal con débil poder de diseminación, se encuentran en todas las tierras australes; hacia el norte, en cambio, no sobrepasan el Trópico de Cáncer. Por último, una pequeña cochinilla, Styloniscus magallanicus, ha sido cosechada en la Patagonia, Tierra del Fuego y Australia, pero también en las Islas Falkland (Malvinas), Crozet, Posesión, Auckland y Campbell.

20



Se podrían multiplicar los ejemplos precedentes, pero las analogías que nos muestran no son del gaje de la flora y la fauna actuales. Por otra parte, los paleontólogos han establecido que semejanzas del mismo orden han existido en todas las épocas geológicas.

21

Pero demos todavía el lugar al Prof. A. Vandel, autor del libro intitulado “Cómo se habría modelado la faz de la Tierra”, quien escribe: “Durante todo el tiempo en que la estabilidad de los continentes y de los océanos se mantuvo como un dogma que nadie soñaba poner en duda, la única explicación que parecía susceptible de rendir cuenta de esas analogías fáunicas y florísticas, se basaba en tender “puentes” entre los distintos continentes de la corteza terrestre. Zoólogos, botánicos, paleontólogos, usaban y abusaban de esa explicación cada vez que lo exigía la repartición de formas animales y vegetales. Para ellos era como un juego lanzar inmensos “puentes” a través de los océanos para enseguida hacerlos engullir por las aguas. De ahí que, según

22

-8-

Nuestra Tierra

esa teoría, Europa y América del Norte habrían sido religadas en varias ocasiones en el curso de las épocas geológicas, por una serie de puentes que sólo habrían surgido para hundirse después, una vez que su papel de “paso” para la vida hubiera concluido. Es así que Europa y América del Norte habrían estado religadas por una serie de puentes que han emergido y se han hundido después en varias ocasiones en el curso de las épocas geológicas. Pero hay que reconocer que esa explicación está lejos de ser satisfactoria, incluso desde el punto de vista biológico. Así pues, no basta con ligar dos continentes con un puente para explicar la identidad de sus respectivas fauna y flora; y esto por cuuanto la dispersión de los seres vivientes se produce con extrema lentitud. Si la la fauna y la flora común a dos continentes dependiera de un puente entre ambos, esa semejanza no habría podido alcanzarse sino después de un inmenso lapso de duración. Para subrayarlo basta con algunos ejemplos, pues vemos que la fauna y la flora del África Septentrional difiere en todos los puntos de aquellas de África del Sur. Por otra parte, los elementos comunes a las Américas del Norte y del Sur son poco numerosos a pesar de su unión por un “puente continental” típico; por último, a pesar de la gran estabilidad del zócalo asiático, resulta aún más claro que la fauna y la flora de Asia Menor no presenta ningún parentesco con las del Extremo Oriente.

23

La teoría de los puentes continentales parece también absolutamente inverosímil cuando se la considera a partir los datos de la física del globo. En efecto, el hecho de que ya en el Carbonífero haya existido un continente tan inmenso como el Gondwana, que abarcaba a América del Sur, la mayor parte de África, la India, Australia y Antártida, revelan unas condiciones de equilibrio que resulta inadmisible equiparar con la teoría de los puentes continentales. Por otra parte, el análisis de las medidas de intensidad de peso ha conducido a los geofísicos a reconocer una diferencia fundamental, en cuanto a su naturaleza, entre los zócalos continentales y los océanos: los primeros están constituidos por materiales ligeros, mientras que los fondos oceánicos están formados por elementos pesados. Además el estudio de la velocidad de propagación de las ondas sísmicas conduce a resultados análogos.

24

El gran geólogo austriaco E. Suess, le ha dado el nombre de sial al conjunto de sustancias relativamente ligeras que constituyen la corteza terrestre en alusión a los dos elementos esenciales que entran en su composición: el silicio y el aluminio. El granito y el gneis son las rocas más representativas y de las que se encuentran con más frecuencia en corteza terrestre. El sial reposa sobre una capa más profunda: el sima, que está constituido esencialmente de silicio y magnesio, siendo el basalto la roca más

25

-9-

Nuestra Tierra

representativa de esa capa. Pero en su nivel más profundo el sima estaría representado por una sustancia todavía más pesada y básica llamada dunita. Así, los zócalos continentales están formados esencialmente de sial, y el fondo de los océanos, de sima. Figura I ESQUEMA DE LA ISOSTASIA, SEGUN AIRY

Los continentes estarían formados de materiales menos densos (sial) que flotarían a la manera de icebergs sobre los materiales más densos (sima) de la profundidad de la corteza terrestre. Para cada parte del sial que emerge del sima, hay una parte correspondiente que se hunde, de tal manera que la masa total de la corteza terrestre sea igual en todos sus puntos, lo cual confirma el hecho de que el peso no cambia sensiblemente de intensidad entre los continentes y los océanos

- 10 -

Nuestra Tierra

El sima posee una rigidez que recuerda a la del acero, sin embargo no excluye una cierta elasticidad y aún una viscosidad que, a decir verdad, debe ser extraordinariamente fuerte y difícil de apreciar en el estado actual de nuestros conocimientos. El aplastamiento de la tierra en los polos como consecuencia de su rotación alrededor de su eje, otorga por otra parte la prueba certera de la viscosidad del globo terrestre. El sial reposa pues sobre el sima al nivel de los zócalos continentales. La diferencia de densidad de esas dos substancias implica el juego de relaciones expresadas por el principio de Arquímedes. Por otra parte, se comprende bien que los estados de equilibrio no son alcanzados sino con una extrema lentitud, es decir, que las montañas deben tener como contrapeso masas correspondientes hundidas en el sima, de la misma manera que la parte que emerge de un navío no representa sino una parte del casco.

26

Esa interpretación de la composición del globo terrestre recibe el nombre de isostasia, (Figura II) concepción cuya exactitud ha sido probaba ya por medidas directas. Es así que se ha establecido que los broqueles escandinavos y canadienses se hundieron en el Cuaternario bajo el peso de las bóvedas glaciares que ahora los recubren, el primero de aproximadamente 250 metros y cerca de 500 metros el segundo. Esos broqueles se elevan actualmente alrededor de un metro por siglo debido al deshielo de sus revestimientos glaciares.

27

Figura II SECCIÓN DE LA CORTEZA TERRESTRE A TRAVÉS DE UN ZÓCALO CONTINENTAL Y UN FONDO OCÉANICO SEGUN WEGENER

Wegener admite que la corteza terrestre está constituida por una superposición de materiales de densidad creciente a medida que se hunden hacia el centro de la Tierra. Hasta los 30 Km. de profundidad, los zócalos continentales estarían principalmente constituidos por granito. Ese granito reposaría sobre una capa de basalto y, en fin, el basalto reposaría sobre otra capa ultra basáltica llamada dunita. En cuanto al fondo de los océanos, estaría constituido únicamente de basalto. Sin embargo, en el caso de vastas extensiones como la del Océano Pacífico, el basalto no recubriría enteramente a la dunita. Por otra parte, este esquema sigue siendo puramente hipotético.

- 11 -

Nuestra Tierra

La teoría de los puentes continentales no ha podido, en efecto, ser conservada. Su abandono ha coincidido con la aparición de una nueva concepción cuyas consecuencias se han revelado de una extraordinaria fecundidad, pues sus repercusiones se han extendido a los más diversos dominios, como la física del globo, la climatología, la geología y la biología. Esta concepción es la obra del geofísico Alfred Wegener, cuya primera expresión data de 1912.4 Wegener cuenta que la primera idea de su interpretación le vino al mirar un mapa del Atlántico, pues quedó sorprendido por la notable concordancia que hay entre las costas del África occidental y las de América del Sur.

28

La geología ha establecido la “permanencia” de los grandes zócalos continentales cuya emersión data de las épocas geológicas más antiguas. Los mares que los han penetrado apenas en el curso de trasgresiones marinas, han recubierto temporalmente sus regiones costeras, pero nunca han llegado a alterar de veras su integridad. Pero esa noción de “permanencia”, que no se puede poner seriamente en duda, ha sido confundida con aquella de “fijación” que sin embargo es muy diferente. La idea fecunda de Wegener consistió justamente en disociar esas dos nociones: para él, los zócalos de dos continentes, por ejemplo, representan formaciones permanentes de cada una pero no fijas la una con respecto a la otra, pues los zócalos continentales han sufrido una “traslación” en el curso de la historia geológica de la Tierra.

29

En realidad, el fénomeno de la isostasia cuyos principios acabamos de ver, se encuentra en perfecto acuerdo con la idea de una traslación de los zócalos continentales que están constituidos, como vimos, por elementos los ligeros del sial que flotan sobre la capa más densa del sima subyacente. Wegener admite que en el carbonífero superior5, todos los continentes se encontraban reunidos formando un bloque único y que la aparción de fallas cada vez más largas, habría determinado la fragmentación de ese bloque y

30

4

Una exposición completa ha sido dada en una obra intitulada “La Génesis de los Continentes y de los Océanos”. Las 4 ediciones de esta obra, aparecidas sucesivamente en 1915, 1920, 1922 y 1929, muestran el desarrollo progresivo de la concepción inicial y el alargamiento de sus bases que se fundan sobre hechos cada vez más numerosos y precisos. No hay ninguna duda que Wegener habría enriquecido su concepto con puntos de vista originales, si él no hubiese encontrado la muerte en 1930 sobre la Islandia groenlandesa durante una expedición científica destinada a verificar la exactitud de su teoría. 5

La incertidumbre reina aún completamente sobre el estado del globo antes del período carbonífero. Es probable que en la aurora de los tiempos geológicos la capa de sial formaba, una envoltura continua alrededor del globo. Las razones de su reducción permanecen en la oscuridad. G. H. Darwin admite que una parte de la corteza terrestre se habría desatado para constituir la Luna. La colocación de ese fragmento desatado estaría representado por el Océano Pacífico.

- 12 -

Nuestra Tierra

habrían formado consecuentemente los zócalos continentales actuales. Pero lo que ha permanecido aún desconocido para nosotros, son las fuerzas que han provocado la fragmentación del bloque primitivo. Probablemente correspondan a las las corrientes de convección que se producen en el sima, entre las regiones oceánicas frías y los zócalos continentales que son más calientes. En cuanto a la “deriva” de éstos en la superficie del globo, probablemente que sea la consecuencia de algunas fuerzas muy simples, pues todos los continentes tenderían a derivar hacia el Oeste en razón de la atracción ejercida conjuntamente por el Sol y la Luna. Por otra parte, bajo la influencia de la fuerza centrífuga, los bloques continentales se acercarían al Ecuador. Las “consecuencias” de la teoría de Wegener son innumerables y la seducción que ejerce se debe justamente a la maravillosa desenvoltura con que da cuenta de particularidades a primera vista dispersas, pero que ella reúne y funde en un todo armonioso. Basta mirar un mapa-mundi para constatar que muchos de los zócalos continentales terminan en puntas “dobladas” hacia el Este, como en los casos de Tierra del Fuego, de la Antártida y de la extremidad meridional de Groenlandia. Pues bien, la teoría Wegeneriana da cuenta ampliamente de esa particularidad al admitir que las extremidades continentales han sufrido un cierto retardo durante su deriva hacia el Oeste, comportándose como reatas.

31

Las “guirnaldas” de islas que se extienden en semicírculo al Este de la mayoría de los zócalos continentales, representan para Wegener restos desatados de los continentes y abandonados por éstos en el curso de su traslación hacia el Oeste. Tal es la guirnalda de las islas Niponas que se extiende desde las Kuriles a Formosa y que corresponden a un resto desatado de las costas orientales del zócalo asiático; incluso Nueva Zelanda, que parece haber sido aislada de Australia desde el Terciario. Se pueden citar además, las grandes y pequeñas Antillas que estaban reunidas antiguamente a América Central y las Orcadas meridionales abandonadas por las puntas de América del Sur o las que quedaron desprendidas de la Antártida.

32

La teoría Wegeneriana renueva hasta sus mismos fundamentos las concepciones relativas a la génesis de los océanos y de las cadenas de montañas. De los varios océanos que cubren hoy día la superficie del globo, sólo el Pacífico corresponde a un océano primitivo, mientras que todos los demás océanos no resultan sino de las hendiduras que dejó el estallido de un bloque primitivo, alargados en lo sucesivo por la deriva de los zócalos continentales. Así, el Atlántico no es más que una inmensa fosa abierta entre Europa y América; su alargamiento es la consecuencia de la separación de sus labios que ha progresado de sur a norte en el curso de los períodos geológicos.

33

- 13 -

Nuestra Tierra

Por su parte, el Mar Rojo que divide al África, representa el primer estadío de la formación de un Océano6. Pero, es preciso distinguir cuidadosamente entre Océanos y “mares epicontinentales” tales como La Mancha, el Báltico, el Mar de Java, etc., que no representan sino inmersiones –más o menos extensas y temporales– de regiones pertenecientes a los zócalos continentales. Esa distinción confirma la diferencia fundamental que se debe mantener entre zócalos continentales y fondos oceánicos. En fin, la teoría de Wegener aporta una nueva interpretación de la génesis de las cadenas montañosas. Hasta una época reciente se admitía que los pliegues que dieron nacimiento a los relieves montañosos, se originaron debido a la contracción de la corteza terrestre que a su vez era un resultado del enfriamiento del globo. Sin embargo, esa teoría de la contracción se derrumbó el día en que el estudio de la radiactividad permitió establecer que la Tierra tiene tendencia a calentarse o al menos a permanecer en un cierto equilibrio térmico.

34

Para Wegener, los pliegues que han dado origen a las cadenas de montañas son una “consecuencia de las traslaciones continentales”. Las cadenas de los Andes y de las Rocallosas, que elevan su inmenso espinazo a lo largo del borde occidental de América, representaría la serie de pliegues producidos por el rechazo del zócalo americano durante de su deriva hacia el Oeste, contra el resistente bloque de sima constituido por el fondo del Pacífico. La cadena Alpina sería el resultado de la compresión ejercida por el zócalo africano contra Europa. En cuanto a la inmensa guirnalda de pliegues de los Himalayas, dispuestos en semicírculo desde Indokush hasta Birmania, sería la consecuencia de la formidable presión ejercida por el fondo del Índico contra el zócalo asiático.

35

Para disipar las dudas, es necesario señalar que la teoría de Wegener se encuentra hoy día confirmada por observaciones precisas realizadas desde disciplinas más variadas.* Algunas medidas de longitud, efectuadas en épocas 6

El ejemplo es muy típico aquí. El desgarramiento del Continente Africano, que comienza en la depresión del Mar Muerto y continúa por el Mar Rojo, está jalonado por una serie de Lagos (Nyassa, Tanganyka, Kivu, Alberto-Eduardo, Alberto-Rodolfo) que en ciertos puntos de África alcanzan una anchura de 50 a 80 kilómetros y un desnivel considerable; la fosa del lago Tanganyka, con una profundidad de 1.700 a 2.700 metros, está bordeada de cadenas que alcanzan hasta 3.000 metros de altura. Ese desgarramiento de África, cuyas huellas prosiguen hasta la Colonia del Cabo, se encuentra quizás en vía de alargamiento. En todo caso nos da una imagen de cómo ha podido ser el nacimiento de los Océanos Atlántico e Índico. *

Nota Edición Internet. Se puede consultar el estudio: “La distribución de los seres vivos y la historia de la tierra”, realizado por: Jorge Llorente, Nelson Papvero y Marcelo G. Simoes, Ed. FCE, México, 1996. En dicho trabajo se verifican las teorías de Wegener.

- 14 -

36

Nuestra Tierra

alejadas entre sí, han probado la realidad de las traslaciones continentales y han permitido establecer de manera cierta que, por ejemplo, Groenlandia se traslada con relación a Europa; esas observaciones constituyen una prueba directa de la exactitud de la teoría wegeneriana. Esta teoría soluciona además un problema de orden climatológico y biogeográfico, considerado hasta aquí como particularmente complejo y enredado: se trata de la repartición de zonas climáticas y a continuación de floras y faunas en el pasado de la Tierra. Las zonas climáticas actuales están dispuestas en una serie de anillos aproximadamente paralelos al Ecuador: la zona ecuatorial, caliente y húmeda, está rodeada de zonas templadas que coinciden con los trópicos; zonas frías y húmedas limitadas por las bóvedas polares ártica y antártica. Pero se sabe que en épocas geológicas anteriores los climas no estaban repartidos de esta manera. En el Carbonífero, una flora de carácter netamente tropical recubría las regiones hoy día gélidas de Spitsberg y Groenlandia, al mismo tiempo que los glaciares se extendían sobre la India y África del Sur. El clima de Europa fue tropical y subtropical durante la mitad del terciario, mientras que durante el cuaternario una parte importante del continente estuvo recubierta de glaciares.

37

Para dar cuenta de esos cambios climáticos, que han traído por sí mismos profundas modificaciones de la fauna y de la flora, se han invocado los traslados concomitantes de los polos y el ecuador. Pero esa explicación chocaba hasta aquí con insolubles dificultades. Si señalamos en un mapa las huellas dejadas por enfriamiento (morrenas, rocas estriadas) durante la época permo-carbonífera, como lo propone el Profesor Vandel, obtendremos la imagen de los continentes australes actuales recubiertos de hielo; las estrías de las rocas y los depósitos morrénicos lo testimoniarían en el África del Sur, en las Islas Falkland (Malvinas), Argentina, Brasil, India y Australia. Por el contrario, ningún enfriamiento ha sido descubierto durante el carbonífero en el hemisferio Norte. Esta es una primera singularidad de la que parece difícil darnos cuenta. Además, si se busca definir el lugar propicio que debió ocupar el polo sur para dar cuenta de los congelamientos carboníferos, se está obligado a darle una posición al Sur-Este del Cabo de Buena Esperanza. Pero si se adopta esta interpretación, los límites glaciares de América del Sur, de la India y de Australia se habrían encontrado a una latitud inferior a los 10 grados; lo que significa que en rigor el clima polar tuvo que haberse extendido hasta más abajo de los trópicos. Esta hipótesis es pues completamente increíble y no puede ser sostenida.

38

La teoría de Wegener resuelve de la manera más simple y más luminosa esas aparentes antinomias. Su interpretación implica, en efecto, que en la

- 15 -

39

Nuestra Tierra

época carbonífera todos los continentes del hemisferio Sur se encontraban reunidos en un solo bloque. Si admitimos que el Polo Sur ocupaba en esa época una posición central en ese bloque compacto, entonces todos los depósitos glaciares del Carbonífero hubieran podido disponerse sin dificultad alrededor de ese punto, mientras que su antípoda, el Polo Norte, se habría situado en medio del Pacífico septentrional; de modo que ya no habría nada de sorprendente en el hecho de que esa bóveda polar septentrional haya desaparecido sin dejar huellas, pues en el carbonífero no reposaba sobre ningún zócalo continental. La repartición de otros depósitos, de muy distinta naturaleza, viene a confirmar también la exactitud de la interpretación wegeneriana. En efecto, los depósitos de carbón representan los restos de una vegetación lujuriosa que no pudo haberse desarrollado sino bajo un clima caliente y húmedo. Ahora bien, si en la reconstrucción wegeneriana del globo marcamos las puntos de los depósitos de carbón en la época carbonífera, se constata sin dificultad que se disponen donde tendría que situarse el ecuador correspondiente a los polos definidos precedentemente. Se podría continuar así con otros ejemplos, ya que en cuanto se acepta esta teoría de las tierras emergidas de un zócalo continental único en la época carbonífera, los datos de las distintas observaciones encajan en un todo armonioso. En fin, la teoría de Wegener ejerce profundas repercusiones sobre la climatología y, aún muchas otras sobre la biografía de nuestra tierra.

40

Michaelsen ha mostrado que la repartición de los gusanos de tierra de la familia de los Megascolécidos, que hasta hoy parecía tan aberrante, se vuelve completamente normal si se admite la interpretación wegeneriana. Esa familia ha debido expandirse en una época en que las tierras que la hospedan actualmente, es decir, América, África, India oriental y Australia, estaban reunidas en un solo bloque.

41

42

De manera que la distribución de las diferentes descendencias en la época actual, no corresponde a un fenómeno de dispersión activo sino que representa simplemente el resultado de la dislocación del continente primitivo y de la deriva de los zócalos continentales. La repartición de los peripatus se explica de la misma manera. Éstos continúan habitando en las tierras que ocupaban al final del primario. Pero en esa época, esos territorios estaban reunidos en un solo bloque con una fauna y una flora homogéneas; ese bloque corresponde al continente que los geólogos habían designado hace ya mucho tiempo con el nombre de Gondwana.

42

La teoría de Wegener da cuenta también, de una manera luminosa, de la repartición del caracol de jardín. Las estaciones ocupadas hoy por ese molusco

43

- 16 -

Nuestra Tierra

jalonan muy regularmente el inmenso inlandsis que ha recubierto en el cuaternario las regiones septentrionales de América y de Europa, todavía muy cercanas una de otra en esa época. La repartición del Reno tal como la ha establecido el Dr. Jacobi, se explica de la misma manera. Por otra parte, el Dr. Jeannel, profesor de entomología en el Museo de Historia Natural de París, ha reunido recientemente en una obra magistral, rica en documentos personales e ideas originales, incontables ejemplos relativos a la repartición de los insectos: “La Génesis de las faunas terrestres” -elementos de Biogeografía-, 1942. Él muestra que de todas las interpretaciones propuestas, la teoría wegeneriana es aquella que permite dar cuenta de la manera más coherente y más satisfactoria de las múltiples particularidades que presenta la repartición de los insectos actuales y fósiles. La teoría rinde cuenta fácilmente también de la antigüedad de ciertos representantes de la fauna pacífica. En efecto, es el único Océano cuya existencia se remonta a la aurora de los tiempos geológicos y cuya permanencia contrasta con las vicisitudes de las otras extensiones oceánicas. Veamos un ejemplo. El gran zoólogo Cuenot ha escrito: “El Océano Pacífico tiene una fauna tan rica que guarda incluso antiguas reliquias del Secundario y del Terciario conocidas actualmente en estado fósil”. Entre estos se puede citar los nautilos, que constituyen la forma actual más cercana a los ammonites del devónico que desparecieron en el cretácico; también se encuentran el molusco Pleurotomaria y el braquiópodo Lingula que persisten sin cambios desde el cámbrico; y se pueden citar aún los Moluscos bivalvos del género Trigonia conocidos desde el inicio del secundario, etc.

44

Así, en dominios tan diversos como la geografía, la geofísica, la climatología, la paleontología y la biología, la teoría de Wegener aporta puntos de vista nuevos y fecundos. Es demasiado pronto (texto escrito en 1957) para dar sobre ella un juicio definitivo, pero desde ya podemos reconocerle su inmenso interés.

45



- 17 -

Nuestra Tierra

Ahora podemos decir una palabra sobre unos lugares que durante mucho tiempo fueron rodeados de misterio: las grutas y las cavernas. En su obra “El descubrimiento del mundo subterráneo”, 1943, André Glory, Doctor en Prehistoria de la Universidad de Tolosa (Francia) escribe: “Ha nacido una ciencia nueva, la espeleología, que sabe explicar el nacimiento, la vida y la muerte de las cavernas”. Son las aguas subterráneas, las aguas de lluvia y las aguas perdidas por los ríos las que al circular bajo la tierra y horadan esos precipicios, galerías, salas, sólo para abandonarlas después y filtrarse de nuevo hacia un suelo más profundo. Son ellas también las que revisten a las cavernas de esas cristalizaciones magníficas que hacen la admiración de los turistas. Siguiendo al agua en su recorrido subterráneo es posible remontarse a la fuente de ciertas corrientes y poner en evidencia el peligro de sus poluciones. Finalmente, las cavernas no han estado siempre deshabitadas, pues se han encontrado huellas de dibujos, utensilios, cenizas, osamentas, etc., de los primeros hombres que buscaron refugio en ellas contra las bestias y el frío.”

46

En todos los tiempos el hombre se ha interesado en el mundo subterráneo. Desde los orígenes de la humanidad las tribus prehistóricas buscaron en las cavernas un refugio eficaz contra el frío y los voraces carnívoros que ponían sus vidas en peligro7. En Chu-Ku-Tien, a 50 Km. de Pekín, fueron encontradas en 1922 las primeras huellas de la más remota industria humana. Cenizas, huesos trabajados y cuarcitas talladas, estaban amontonados en el techo derrumbado de una antigua gruta (del ordovícico) de grieta calcárea primaria, de 50 metros de altura. Ahora bien, esos vestigios se remontan a la aurora de la Era Cuaternaria y es así que de China hasta Europa y el sur de África, en todas las edades, diversos progresos humanos se han dado en cavidades subterráneas. En el Mouthteriano, el trabajo de los huesos y la invención del buril; en el Aurignacense, las primeras esculturas humanas; en el Solutrense, la aguja de ojo para la costura de las pieles; en el Magdaleniense, las pinturas policromadas, y en el Neolítico, la agricultura y la crianza de los animales domésticos (ver el Propósito Psicológico N° VI).

47

7

Las grutas de Roufignac en Francia, descubiertas en 1956 por el Profesor Laugier, tienen 10 kilómetros de galerías y una muchedumbre de dibujos de mamuts, caballos, etc. Se las llama a menudo “Grutas de los combates de Mamuts”, ya que sumando los dibujos de todas las cavernas del mundo hay 180 dibujos de estos animales, de los cuales 120 representaciones de mamuts se encuentran en Roufignac.

- 18 -

Nuestra Tierra

Más tarde, las cavernas fueron abandonadas y si el mundo greco-romano iba a ocuparse de ellas, no habría de hacerlo sino para poblarlas de narraciones fabulosas y mitológicas. La Edad Media les temía y hacía vivir en ellas a los dragones y a las hadas malvadas. En fin, los tiempos modernos las redescubren y estudian sus arcanos.

48

De la manera más indeliberada, al perseguir a un oso herido, el trampero Hutchins penetró en la “Mammoth Cave” de los Estados Unidos y descubrió así, en 1809, la caverna más grande del mundo. Enseguida se hicieron sucesivos descubrimientos un poco en todas partes, hasta que los sabios fundaron sociedades espeleológicas para revelar al público las bellezas de ese mundo subterráneo. Cada caverna tiene su historia y se puede conocer su nacimiento, seguir su crecimiento y hasta predecir su muerte. A menudo, la historia es sensiblemente la misma para todas las grutas de un macizo montañoso o de una región, ya que tienen el mismo origen y su evolución se efectúa bajo la influencia de las mismas causas. Pero de una región a otra del globo se observa, por el contrario, una gran variedad de origen, edad y evolución de las cavernas, lo cual dificulta la elaboración de una teoría general. Sin embargo, es posible despejar en conjunto algo de su carácter.

49

El punto de partida de la existencia de las cavernas reside en los plegamientos de la corteza terrestre que dan nacimiento a las cadenas montañosas y a las depresiones de la superficie del globo (como ya lo hemos visto). Pero la solidéz de la litósfera hace que ésta no pueda plegarse sin romperse en un cierto número de partes, mientras que en las rocas que la conforman se observan efectos de torsión, compresión, laminaje y trituración. Pero aquí no nos interesan sino los dos primeros, ya que son los únicos que provocan en las rocas intersticios por los que el agua se infiltra para comenzar su trabajo de desgastarlas. Los efectos de la “torsión” sobre la roca han sido estudiados experimentalmente en un “modelo” reducido e indeformable: una placa de vidrio rectangular sometida a torsión por medio de un torno. (Figura III).

50

- 19 -

Nuestra Tierra

Figura III RESQUEBRAJAMIENTO DE UN ESPEJO BAJO EL EFECTO DE UN ESFUERZO DE TORSIÓN (Experimento de DAUBRÉE)

Si sometemos un espejo a una torcedura como si fuese de plástico, lo transformaría en un helicoide de eje a-b. Dicho espejo se resquebraja y el torcimiento que sufre, hace que aparezca un doble sistema de rajaduras dispuestas en ángulo recto. Durante la formación de la corteza terrestre, un fenómeno análogo pudo haber dado lugar a esas grietas de roca o “diaclasas” que se encuentran orientadas perpendicularmente las unas con respecto a las otras; es por eso que se observa a menudo que los ríos subterráneos hacen un recorrido en zig-zag, cuando por lo general su curso debería ser rectilíneo.

Esas grietas en las capas plegadas de las rocas han sido observadas desde hace mucho tiempo por los canteros quienes les han dado el nombre de “junturas”. Los terrenos calcáreos están particularmente impresos por esas torceduras, de manera que en ciertos lugares se observan grietas verticales u oblicuas llamadas diaclasas, y que cuando se las puede seguir se comprueba que alcanzan varias centenas de metros de alto y de largo. En cuanto a la “compresión”, da lugar a resquebrajamientos rocosos que son menos perceptibles. Un sistema análogo de ese tipo de hendiduras se obtiene aplastando bloques de cera de moldear por medio de una prensa hidráulica. Esas dos especies de accidentes, diaclasas por torsión y resquebrajamiento por compresión, se completan con las fallas y las junturas por estratificación: cuando la corteza se rompe, una de las dos partes generalmente se separa y se hunde en la profundidad, y las rocas que están en contacto a lo largo de la línea de fractura pueden ser de dureza y naturaleza diferentes, de manera que la “falla” podrá ser recta u oblicua según la dirección en que se ramifiquen sus fracturas laterales en los puntos de dislocación.

51

En fin, cuando una capa sedimentaria se superpone a otra, queda entre ellas un mínimo de espacio horizontal llamado “juntura de estratificación”. En

52

- 20 -

Nuestra Tierra

suma, es por las diaclasas, los resquebrajamientos, las fallas y las junturas de estratificación, que el agua va a atacar a la roca haciendo cada vez más profunda toda grieta que encuentre, horadando así grutas y cavernas. Los dos tercios o los cuatro quintos de las aguas meteóricas que caen en la superficie del suelo se evaporan o son fijados por los vegetales, el resto chorrea en el suelo y, solicitada por la gravedad, se infiltra aprovechando todas las grietas naturales para descender a un nivel tan bajo como le sea posible. ¿Hasta dónde puede llegar? Existe agua a unas profundidades del orden de los 4.000 metros, pero ahora con los barrenos que se utilizan en la búsqueda de petróleo, quizás se la encuentre aún a una mayor profundidad. Sin embargo esa infiltración tiene un límite, por cuanto la compresión de las capas más internas de la litósfera hace desaparecer los vacíos de la dislocación. Ese límite está teóricamente valuado en 10.000 o 12.000 metros, aunque por otra parte el agua no puede existir en estado líquido a esa profundidad cuya la temperatura, de 365 grados, sobrepasa con mucho el punto crítico de ebullición del agua (100º C). Pero, si de veras se encontrara agua a esas grandes profundidades de la tierra, ésta no nos interesa tanto en este tema, ya que se trata de un agua estancada y por consiguiente no circula como para desgastar la roca. Para que el agua circule bajo la acción de la gravedad, es preciso que primero emerja de la tierra bajo la forma de manantial o surtidor. Una caverna está pues, a una altura comprendida entre la zona de infiltración -o gruta que da nacimiento al curso del agua subterránea- y el surtidor, de manera que las grutas tendrán como máximo una profundidad igual a la diferencia de nivel entre esos dos puntos. Los macizos calcáreos más amplios, como los Alpes, el Jura, los Pirineos, ofrecerán grutas de 200 a 300 metros, mientras que en los Cáucasos las grutas no pasan de término medio entre 100 y 200 m. de profundidad. Entre esas dos altitudes, el curso del agua subterránea, así como los cursos de agua subaéra, van a cavar un lecho hasta que su perfil en anchura tienda hacia una curva límite llamada por Surell, en 1838, “perfil de equilibrio absoluto”. Ese perfil se alcanza cuando la excavación de la caverna se detiene y el aporte de materiales estabilizados en su lecho inferior (arenas, guijarros, limo, arcillas), hace que se produzca un equilibrio entre la erosión y la corrosión de las aguas de penetración. (Esas fases de excavación se reconocen por dos clases de fenómenos: los unos químicos y los otros físicos, pero no los estudiaremos aquí).

- 21 -

53

54

Nuestra Tierra

Figura IV CORTE ESQUEMÁTICO QUE EXPLICA EL ORIGEN DE LOS SURTIDORES DE CHORRO INTERMITENTE

El agua de la cascada se va acumulando en la chimenea A y en la sala B, comprimiendo así al aire que hay en ésta, lo que hace que el agua suba por la rama montante C del sifón, de manera que cuando alcanza el nivel del codo de la galería que forma el sifón, se descarga bruscamente por el surtidor D y se escurre durante tanto tiempo como agua quede en A y B, de manera que una vez descargado el sifón, el ciclo vuelve a comenzar.

Ahora bien, las dimensiones de las cavernas son extremadamente variables y difíciles de apreciar a causa de sus numerosas ramificaciones. Según el Profesor André Glory, la caverna del Mamut en el estado de Kentucky en los Estados Unidos, llega apenas a 100 Km. y no a 350 Km. como se había afirmado anteriormente. Sin embargo, por sus comunicaciones con las cavernas vecinas (White y Dixon) su longitud puede sobrepasar los 250 km. La Carlsbad Cavern en Texas alcanza cerca de 50 Km. En Europa, la Eisriesenwelt, que se encuentra a 1.700 metros de altitud cerca de Salzburgo en Austria, presenta un dédalo de 30 Km., en tanto que la de Postumia (Adelsberg) no tiene menos de 23 Km. de galerías.

55

Una curiosa horadación es aquella de Agtelek que une subterráneamente a Hungría con Eslovaquia por debajo de la frontera gracias a un corredor de 18 Km. Se pueden citar además aquellas de Dachstein en Austria, con 13 Km.; la de Lapa de Brejo en Brasil, de 6 Km.; en fin, la de Han-sur-Lesse en Bélgica, de 5 Km. En Francia, el río subterráneo de Bramabiau, en Le Gard, ha cavado una randa de 10 km. de galerías. Hay que mencionar también la gruta

56

- 22 -

Nuestra Tierra

explorada por P. Chevalier en el Isere, Francia, en 1943, llamada el Hoyo de Glaz, de 443 m. de profundidad, mientras que su cavidad tiene una extensión de 9.300 m. de los cuales 1.100 m. son pozos verticales8. Pero la cámara subterránea más vasta se encuentra en Trieste; su bóveda alcanza 138 metros de altura y 240 metros de largo; finalmente en Italia se encuentra el Abismo Revel que es la vertical más alta, con un solo chorro de 316 metros. Es preciso decir finalmente una palabra sobre las estalactitas y las estalagmitas, las cuales se presentan generalmente bajo la forma de tubos de diámetro variable, pendiendo del techo y creciendo hacia el suelo según las leyes de gravedad. Éstas poseen en sus ejes un fino canal de dos a cinco milímetros de diámetro aproximadamente, por donde pasa el líquido saturado. La pequeña gota de agua terminal queda suspendida largos momentos en la extremidad del canal depositando sobre su borde circular, una ligera película cristalizada de carbonato de calcio. Cuando el aire es calmo y el esparcimiento y la saturación de agua son constantes, el tubo de cristal crece regularmente hasta alcanzar longitudes de dos metros. Centenas de esas pajas traslúcidas decoran el techo de ciertas grutas, pero el agua que rezuma de la bóveda y a lo largo de las paredes, recubre en olas sucesivas el exterior de la varilla que crece entonces en espesor. El exterior quedará más o menos cilíndrico si el chorro es regular, pero tomará una forma cónica si la llegada del agua es irregular. Aserrándolos, se puede ver una sucesión de círculos concéntricos semejantes a los anillos de un árbol. Las corrientes de aire, rigurosas en ciertos pasajes estrechos, provocan que el agua rebote hacia un lado y desvíe la estalactita que se inclina ligeramente o desciende en dirección oblicua. Al caer cadenciosamente sobre el suelo, la pequeña gota de agua forma primero una pequeña cúpula, mientras que el choque y el estallido del agua libera gas carbónico que se deposita por evaporación alrededor de la cavidad y sube en vara o columna según el esparcimiento del agua. Finalmente las cascaditas producen poderosos y macizos montecillos.

57

Cuando la bóveda es particularmente alta, la gota se aplasta contra el suelo y salpica en una multitud de gotitas de diámetro muy pequeño. Esa salpicadura forma entonces alrededor del pilar central, largas hojas espesas que se ensamblan una sobre otra, dando al conjunto el aspecto de hojas de palma. Si la gota aérea se desvía en su descenso, forma una columna torcida de curioso porte falso que a veces toma la forma de grandes bayonetas. Las causas físicas y mecánicas modifican en cada caso la disposición del depósito de calcio construyendo las formas más extravagantes: especie de estatuillas

58

En 1958 o 1959 se espera descubrir el curso subterráneo de la Sorgue y entonces la gruta Juan Nuevo en Vaucluse, Francia, será una de las más profundas del mundo (¿700 metros?). 8

- 23 -

Nuestra Tierra

evocando mujeres, velaciones, animales conocidos, bajeles con torrecillas, arbustos, colas, etc., y muchas otras formas singulares que las estalagmitas pueden ofrecer. Las cavernas están habitadas por seres que no ven jamás la luz del día, como los animales cavernícolas que aún cuando no constituyen especies particulares, ya que se relacionan con aquellas que viven afuera, huyen de la luz. Es así que sus caracteres raciales se han modificado tanto en la oscuridad, que ciertos naturalistas han creado para ellos géneros especiales, pues sus tegumentos se han descolorido y sus cuerpos se han vuelto translúcidos. Los órganos de la vista se atrofian e incluso desaparecen, mientras que los del tacto y del oído adquieren, por compensación, un gran desarrollo. Los animales de los grandes fondos marinos han sufrido, por otra parte, la misma transformación. A medida que una especie crece en número, sus modificaciones sensoriales se acentúan. Los especialistas han llegado a enumerar más de trescientas variedades de insectos y han encontrado además, arácnidos, miriápodas, crustáceos, moluscos, vertebrados, etc... Entre los insectos se han encontrado coleópteros (anophthalmes), optópteros, cucarachas, langostas, insectos de patas largas con antenas y palpos desmesuradamente largos. Las ratas del género neotama tienen grandes ojos, pero no ven. Ciertos peces (Amblyopsis spelaens y Lucifriga dentada) han perdido sus ojos. En revancha, ciertas larvas han adquirido el poder de emitir fulgores resplandecientes.



- 24 -

59

Nuestra Tierra

Henos aquí en un nivel que nos permite citar un artículo muy interesante “El Ozono atmosférico, gas indispensable para la supervivencia en la tierra” del Prof. Charles Fabry, de la Academia de Ciencias, quien escribe: “Junto al ázoe, el oxígeno, el gas carbónico y los ya bien conocidos gases nobles como helio, argón, neón, xenón y kryptón, la atmósfera terrestre encierra además otro gas, que se encuentra en cantidades extraordinariamente débiles y repartido a tal altura que a primera vista resulta sorprendente, pues su desaparición ocasionaría consecuencias catastróficas para los seres humanos en la superficie de la Tierra. Se trata del ozono, poli-madre del oxígeno y forma alotrópica de éste, pues posee propiedades esencialmente diferentes; se forma en la muy alta atmósfera y especialmente en las regiones polares, debido a la acción de la radiación ultravioleta del sol sobre las moléculas de oxígeno.”

60

Es solamente de algunos miligramos de ozono a la altura de la estratosfera que depende la subsistencia de los seres vivos sobre la Tierra, ya que juega el papel de pantalla selectiva ante la radiación solar, dejando pasar únicamente las radiaciones indispensables para la síntesis clorofílica de los vegetales y para la vitamina antirraquítica entre los animales superiores, mientras que, al mismo tiempo, detienen las radiaciones ultravioleta cuya acción esterilizante podría hacer de la Tierra un desierto.

61

Actualmente es un hecho bien conocido que cantidades infinitesimales de ciertos cuerpos pueden tener una enorme importancia para la vida humana y para la vida en general sobre nuestro planeta. El caso más común es aquel de los venenos; así, por ejemplo, con un gramo de estricnina, se puede matar al menos a veinte personas y hay toxinas que son mortales en dosis aún mucho más débiles. Se trata ahí de acciones nocivas, pero desde el descubrimiento de las vitaminas y de las hormonas, se conocen sustancias no vivientes cuya presencia en la alimentación del hombre es necesaria y que se revelan no por las enfermedades que causan, sino por las que se deben a su ausencia y que se curan por asociación de alimentos y una cantidad increíblemente pequeña de vitaminas. Asimismo en el aire, en el que existen cuerpos en ínfimas proporciones que se revelan como necesarios para la vida.

62

En efecto, el aire que está formado principalmente por oxígeno y nitrógeno, contiene una cantidad muy débil de gas carbónico no respirable, pero que es sin embargo necesario para la vida vegetal. Es de éste gas que, bajo la acción de ciertas radiaciones solares, todos los vegetales verdes extraen sus sustancias. Es un fenómeno grandioso sin el cual la vida vegetal y en

63

- 25 -

Nuestra Tierra

consecuencia la vida animal, tal como las conocemos, desaparecerían de nuestro planeta y sin embargo la proporción de ese gas en el aire es muy pequeña: cerca de 1/2.000 de volumen y con el peso de 1 gramo por metro cúbico de aire. Es de ahí y del agua que extraen del suelo, que los árboles hacen su madera; que se forman los yacimientos de hulla, el aceite de oliva, el azúcar de la remolacha y la glucosa de las uvas para producir el alcohol de vino. El ozono atmosférico va a otorgarnos todavía un ejemplo de la importancia de lo “pequeñísimo”. Su acción es por cierto menos directa que en los casos que acabamos de citar, ya que el ozono no actúa como elemento nutritivo o asimilable, ni como veneno o antídoto, sino como un protector que impide que las radiaciones nocivas que vienen del Sol destruyan la vida sobre la Tierra; así, el ozono forma sobre nosotros una especie de quitasol que filtra la radiación solar, quitándole las que serían nocivas para los seres vivientes y dejando pasar solamente las que pueden serles útiles o necesarias. Sin embargo, ese gas existe en nuestra atmósfera, como ya lo hemos dicho, en proporciones extremadamente débiles, hasta el punto que si estuviese uniformemente repartido, su proporción en volumen no pasa de 1 sobre 4’ 000.000., o si se prefiere: un litro de ozono pesa cerca de 2 gramos, en 4.000 metros cúbicos, el volumen de una gran sala de 20 x 20, y 10 metros de altura.

64

El nombre de ozono viene de una palabra griega que quiere decir “tener olor” y ese nombre está bien escogido ya que ese gas está afligido de un olor muy particular y tan fuerte que permite descubrirlo en mucho menos de un millonésimo de aire. Sin embargo, uno se encontrará seriamente afectado después de media hora de estar respirando un aire que contenga sólo 4 miligramos por metro cúbico, o sea, una proporción de 2 millonésimas en volumen. Por otra parte, es precisamente por su olor que el ozono se ha revelado, desde hace más de dos siglos, alrededor de máquinas eléctricas en actividad, aunque pasó mucho tiempo sin que ese olor, sentido como “el olor de la electricidad”, fuera relacionado con un compuesto químico definido. Fue solamente en 1840, con los trabajos de Schoenbein, de Bale, Suiza, que se desarrolló la idea de que se estaba en presencia de un gas definido, una especie química a la que se le dio el nombre de “ozono” antes de conocer su composición. En lo sucesivo se han venido emitiendo las más diversas hipótesis sobre este tema.

65

La dificultad en el estudio del ozono consistía en que no se podía obtener sino en estado de vestigio y diluido en una enorme proporción de aire o de oxígeno. Los débiles medios de que se disponía tuvieron que utilizarse con mucho ingenio para llegar a establecer la constitución química de la molécula

66

- 26 -

Nuestra Tierra

de ozono. En efecto, su molécula está formada únicamente por átomos de oxigeno, lo cual hace posible obtener ozono haciendo pasar el fluido eléctrico a través del oxígeno puro o inversamente, ya que la destrucción del ozono por el calor, da únicamente oxígeno. Entonces ¿habría que concluir que el ozono no es más que oxígeno? Sí y no, eso depende del sentido que se le dé al “oxígeno”. Existe el átomo de oxígeno, que los químicos representan por el símbolo “O”, pero que no puede subsistir en libertad sino durante un tiempo muy corto, en el estado de extremo enrarecimiento, ya que al unirse dos de estos átomos hacen la molécula de oxígeno (“O2”) que forma el gas que respiramos Cuando se dice: “el agua es una combinación de hidrógeno y de oxígeno” es del átomo de oxígeno que se trata; pero en la frase: “el aire es una mezcla de hidrógeno y oxígeno”, se trata de la molécula. El ozono no es el átomo “O” ni la molécula “O2”, porque si bien está formada únicamente por átomos de oxígeno, su molécula contiene tres, de manera que su fórmula química es “O3”. Cuando esa molécula se descompone, lo que ocurre fácilmente bajo la acción del calor, el O3 se descompone en O2 + O y enseguida cada átomo “O” se une a otro de manera que no queda sino O2, el oxígeno ordinario. Hoy en día se sabe obtener el ozono gaseoso perfectamente puro, el cual es estable a baja temperatura pero poco agradable de manejar, ya que bajo ciertas condiciones su descomposición en oxígeno provoca una violenta explosión. Lo que sí se puede medir es su densidad en estado gaseoso y por consiguiente, obtener su peso molecular. Así, mientras que el átomo “O” tiene por peso atómico 16 (número escogido como base de los pesos atómicos), el oxígeno vulgar (O2) tiene por peso molecular de 16 x 2 = 32 y el ozono, 16 x 3 = 48.

67

El misterio del “olor de la electricidad” se encuentra aclarado pues no tiene nada de eléctrico. Pero aquí no es cuestión de estudiar en detalle las propiedades químicas del ozono, digamos simplemente que ese gas es un poderoso oxidante que a la temperatura ordinaria es capaz de producir oxidaciones que no puede producir el oxígeno. En los locales donde existen muy fuertes tensiones eléctricas, es imposible evitar la formación de algunos efluvios y por consiguiente la producción de ozono; las oxidaciones que resultan, en particular sobre los materiales y sobre la superficie de sus baños aislantes, no carecen de inconvenientes para el material. Es una de las razones por las cuales se ha visto la conveniencia de instalar al aire libre las estaciones de aparejamiento y transformación eléctrica de alta tensión.

68

Llegamos aquí a un terreno en el cual la química le da una mano a la “ciencia de las radiaciones” (ese capítulo tan apasionante de la física), y por medio de ésta, a la astrofísica. Es un problema de espectroscopía astronómica

69

- 27 -

Nuestra Tierra

el que ha revelado la importancia de esta absorción y el papel que juega sobre la Tierra. La luz que nos viene del Sol o de las estrellas, contiene el conjunto de las radiaciones simples que forman una serie continua y son por consiguiente de un número finito. Cada radiación está definida por una longitud de onda, muy corta, que se expresa ordinariamente en una escala de unidades de diez millonésimas de milímetro y que recibe el nombre de Angstrom (abreviación: Å) por el nombre del físico sueco que la empleó por primera vez. Es así que las radiaciones visibles son las que se escalonan de 4.000 a 8.000 Å. Pero esta doble limitación radica únicamente en los achaques del ojo, porque cuando nos servimos de otros receptores, aunque también tengan limitaciones o si se prefiere sus propias “cegueras”, percibimos que en realidad la serie de radiaciones continúa en ambos lados del espectro y que lo que percibimos ordinariamente no es sino un islote en un océano mucho más vasto. Por el lado de las grandes longitudes de onda se encuentran las radiaciones infrarrojas, por el de las pequeñas longitudes de onda se encuentran, más allá del violeta, las radiaciones ultravioleta que se estudian como se hace con los rayos X, es decir por medio de la fluorescencia de ciertas pantallas o, mejor aún, por medio de la fotografía.

70

De todas maneras, para el estudio de los ultravioleta existe una dependencia bastante desagradable, pues el vidrio, materia bendita de los ópticos, pierde su transparencia y se vuelve inútil para las radiaciones cuyas longitudes de onda son inferiores a aproximadamente 3.500 Å. Felizmente el cuarzo o cristal de roca, que consiste en silicio natural cristalizado, viene a suplir la deficiencia del vidrio y es con su ayuda que se llega rápidamente a prolongar los ultravioleta hasta una longitud de onda de 1.800 Å. Para emplear el lenguaje de la acústica, se puede decir que los ultravioleta se extienden entonces por más de una octava, quedando así superado el campo de las radiaciones visibles. Fueron las fuentes artificiales de luz, y en particular la chispa eléctrica canalizada por medio de metal, las que abrieron ese nuevo dominio. Pero, cosa curiosa, la magnífica la intensidad de la luz solar en el dominio visible queda muy atrás en el ultravioleta, ya que ninguna radiación solar se podría encontrar en las longitudes de onda inferiores a un cierto límite que oscila en los 2.950 Å. Dos hipótesis se presentaron: o bien a causa de una debilidad el Sol no emite ondas cortas del ultravioleta, o bien, si lo hace, sería la atmósfera terrestre la que les sirve de pantalla.

71

Un estudio cuidadoso de la cuestión, hecho en 1879 por Alfredo Cornu, demuestra lo acertado de esta última hipótesis, ya que a medida que el Sol desciende hacia el horizonte sus rayos atraviesan la atmósfera más oblicuamente, de manera que están obligados a traspasar un volumen de aire

72

- 28 -

Nuestra Tierra

cada vez más grande. Ahora bien, se constata que la extensión del espectro ultravioleta se reduce a medida que se acerca a las pequeñas longitudes de onda. Es lo que uno ve en las fotografías del espectro solar cuando se han tomado en el momento en que el Sol se encuentra más alejado del Zenit. Quedaba entonces por saber cuál era en la atmósfera el gas responsable de esa absorción. Cornu, muy prudentemente, se había limitado a concluir que era “uno de los elementos permanentes” contenidos en el aire, lo cual eliminaba el vapor de agua siempre presente, pero en proporciones extraordinariamente variables y sin que sus variaciones puean afectar el límite del espectro solar. Casi en esa misma época, en 1881, el químico británico Hartley descubrió las notables propiedades absorbentes del ozono en la región ultravioleta. El gas del que se servía, obtenido por la acción del fluido eléctrico sobre el oxígeno, era muy pobre en ozono ya que su proporción en volumen no era sino de 1/2.000. Colocado en un tubo de un metro de largo, cerrado en los dos extremos por láminas de cuarzo, esa mezcla gaseosa era equivalente a una capa de ozono puro de un espesor de sólo 0,5 mm. Estudiando a través de ese débil filtro la radiación producida por una chispa eléctrica, Hartley encontró que una larga banda del ultravioleta era completamente absorbida y fijó los límites de esa fuerte absorción entre las longitudes de onda de 2.930 a 2.320 Å con un máximo de absorción de 2.560. Å.

73

Hartley, apoyándose en los trabajos de Cornu y en los análisis químicos de Honzeau, emitió la hipótesis de que el gas responsable del corte del espectro solar no era otro que el ozono. Incluso previó, basado en ciertas constataciones metereológicas hechas en el observatorio de Montsouris, que la muy alta atmósfera debía ser mucho más rica en ozono que el aire que respiramos. Su memoria termina con una frase que merece ser citada: “Yo pienso que el espectrógrafo fotográfico (cámara-espectroscopio) tal como lo he utilizado, podría convertirse en un instrumento metereológico de gran valor a causa de su extraordinaria sensibilidad a los rayos ultravioleta cuya absorción es debida a ínfimos vestigios de diversas sustancias y en particular del ozono”.

74

Se conoce todo el desarrollo que se produjo a continuación: desde los Buisson, Fabry, Cabannes, Duffay, R. J. Srutt, convertido en Lord Raleigh después de la muerte de su padre en 1919, siguió con Jausseran, Rouard, y finalmente E. y V. H. Regener, de la Hochschule de Stuttgart, quienes hicieron el audaz ensayo espectrográfíco del ultravioleta con un balón-sonda, en 1934. El espectrógrafo óptico de cuarzo está provisto de un obturador que periódicamente se suelta y se rearma y que permite hacer tomas sucesivas en una sola placa que se traslada ligeramente después de cada toma y que una

75

- 29 -

Nuestra Tierra

vez revelada muestra una serie apretada de espectros. Con este procedimiento se ha podido explorar la atmósfera hasta una altura de 30 kilómetros. En resumen, el ozono atmosférico contribuye al equilibrio térmico de nuestro planeta, porque si la atmósfera intermedia se encuentra a una temperatura muy baja de aproximadamente -60 grados C. hasta una altura de 10 o 12 kilómetros, se tienen excelentes razones para pensar que la atmósfera más alta, lejos de ser fría, alcanza ya a una altura de 100 km. probablemente unos 50ª C. y quizás aumente todavía en alturas más elevadas. Pero es por algo que la radiación solar es absorbida por el ozono y es por algo que esa cobertura caliente sobre nosotros debe influir en el equilibrio térmico de nuestra Tierra, ya que todo ser vivo, animal o planta, necesita para desarrollarse y vivir un alimento que recibe del medio que lo rodea. Se pueden colocar bajo esta rúbrica, tanto los productos gaseosos tomados del aire como los sólidos y los líquidos tomados del mundo mineral o de otros seres vivientes.

76

Una planta tomará del suelo casi toda su agua, algunas sales minerales, nitrógeno y otros productos, y tomará del aire el gas carbónico para fabricar los hidratos de carbono que forman sus tejidos. En cuanto a los animales superiores, estos dependen completamente del mundo vegetal para su alimentación, unos directamente, otros por medio de los animales que se nutren de éste. Así, la desaparición de la vida vegetal sobre la Tierra equivaldría casi a la desaparición total de la Vida en nuestro planeta, o al menos de la que se puede llamar “vida superior”. En definitiva, todo lo vivo depende de la función “clorofílica” que hace posible que las plantas verdes extraigan de la atmósfera el carbono que necesitan para fabricar su sustancia.

77

Todo ese complicado conjunto de reacciones químicas que encadena a la mayoría de los seres vivientes, exige aún la intervención del Sol cuyas radiaciones alcanzan el suelo de este único planeta de nuestro sistema en el que existe la Vida. La química biológica comprende, pues, en su base, una parte importante de fotoquímica, ciencia cuyos principios comienzan a deducirse pero cuyo detalle es extraordinariamente difícil de precisar, ya que por otra parte, las diversas radiaciones pueden actuar de manera diferenciada en la naturaleza donde sus distintos efectos se encuentran mezclados. Mientras que ciertas radiaciones actúan de una manera útil e incluso necesaria, otras se comportan como verdaderos venenos, tanto para los vegetales como para los animales. En cuanto al hombre, le queda mucho por hacer antes de comprender del todo esa fotoquímica biológica.

78

Pero es en el caso de los vegetales que la importancia de las radiaciones se hace más evidente. Todo crecimiento de los vegetales verdes, y por

79

- 30 -

Nuestra Tierra

consiguiente una gran parte de la alimentación del mundo animal, está relacionado con la acción de las radiaciones. Pero ¿cuáles son las radiaciones eficaces para tan importante uso? Todas las que son absorbidas por la materia verde de las hojas, es decir, la clorofila, esa sustancia con fuertes bandas de absorción en el rojo y el anaranjado, así como en el azul. Estamos, pues, en presencia de una reacción química que exige un enorme gasto de energía para descomponer las moléculas de gas carbónico esparcidas en la atmósfera (y que se encuentran entre las más estables de la química), y poner en libertad su oxígeno, mientras que el carbono, tras un proceso especial, da finalmente hidratos de carbono. Aquí se encuentra sin duda que el fenómeno más grandioso de la química biológica es en realidad un fenómeno fotoquímico. Sin embargo, las radiaciones ultravioleta que tienen a menudo una misión importante en la fotoquímica, no son particularmente eficaces para la función clorofílica y aquellas de sus radiaciones que llegan abundantemente al suelo, con una longitud de onda de 3.000 Å, en nada resultan nocivas. Pero las ondas ultravioleta más cortas, por ejemplo aquellas cuya longitud de onda es inferior a 2.900 Å, actúan como venenos sobre los vegetales. Es justamente contra estas que estámos protegidos por el ozono de la atmósfera más alta. Ahora bien ¿a qué se debe que la acción mortal de ciertas radiaciones invisibles, que se extienden por tanto sobre seres muy diversos y aún sobre el hombre, no tenga efecto sobre las partes del cuerpo que, como la conjuntiva del ojo, no están protegidas por la epidermis? Probablemente a la acción de esas radiaciones sobre casi todos los coloides, los cuales son coagulados o disueltos. Sea como sea, esa acción mortal puede ser puesta en evidencia de muchas maneras. La más correcta y la más elegante es la de hacer actuar las radiaciones sobre un cultivo de muy pequeños organismos y extenderlas en un amplio espectro, de manera que cada punto del cultivo sea sometido a una radiación pura bien definida.

80

Ya desde 1910 L. Raybaud había intentado renovadas experiencias con felices resultados sobre diversos vegetales, pero la misma experiencia triunfó sobre otros seres muy diferentes, en particular sobre los microorganismos, los microbios y los bacilos. Si el ozono desapareciera, todo el mundo vegetal desaparecería también. Aunque también es verdad que la radiación solar, tal como nosotros la recibimos a través de la atmósfera, contiene unos pocos destellos nocivos para los microorganismos, los hongos, etc. y es bien conocido que esos seres no se desarrollan bien a todo Sol, lo que viene a justificar el aforismo según el cual “el sol sana”. De esas radiaciones que sanan porque matan, quedan justamente bastantes, y su acción sobre los vegetales interesa directamente al hombre y a los animales superiores que toman del mundo vegetal casi todo su alimento. Sin embargo, para el hombre hay

81

- 31 -

Nuestra Tierra

también un grupo de radiaciones útiles y aún necesarias que se encuentran principalmente en los ultravioleta y vienen a unirse a las radiaciones que resultan mortales para los vegetales. La necesidad de ciertas radiaciones para mantener al hombre, y sobre todo al niño en buena salud, resulta de experiencias tan viejas como la especie humana; los niños criados en locales privados de la luz del día se vuelven raquíticos y no se desarrollan adecuadamente, pero una cura de sol o, en su defecto, de luz artificial rica en radiaciones ultravioletas, los reconduce a la salud, pero ¿por medio de qué mecanismo? Hoy sabemos que eso se relaciona con la necesidad que tiene el organismo de ciertas vitaminas, como en este caso la vitamina antirraquítica. Que las vitaminas son substancias necesarias a dosis extremadamente débiles, es cierto, pero el organismo no las puede fabricar sin esa ayuda indispensable que constituyen las radiaciones ultravioletas.

82

El hombre se encontraría así en una situación bien delicada si las cosas no se hubiesen arreglado por sí mismas con la intervención del velo de ozono tendido sobre él, pues el centelleo emitido por el Sol es extremadamente rico en radiaciones de toda longitud de onda e incluye por lo tanto las ondas ultracortas del extremo ultravioleta. Si el ozono desapareciera y llegaran al suelo todas esas radiaciones, el mundo vegetal no existiría, el alimento del hombre y de los animales superiores sería imposible y la humanidad moriría de hambre. Pero asimismo, si la proporción de ozono atmosférico aumentara por ejemplo debido a una hipotética modificación del centelleo solar, las radiaciones indispensables a la producción de vitamina “D” serían enteramente absorbidas y la vida humana sería amenazada de raquitismo. Así, la continuidad del milagro de la vida sobre la Tierra depende de la presencia de algunos miligramos de ozono en la atmósfera inaccesible.

83



- 32 -

Nuestra Tierra

Vengamos ahora a los límites de los dos mundos “A las fronteras de la Materia y de la Vida”, para citar el título de un artículo del Profesor A. Vandel quien emite esta opinión tan pertinente: “La distinción absoluta entre lo viviente y lo no viviente es una idea enteramente moderna”. En efecto, la creencia en la generación espontánea, que en siglos pasados fue un sentimiento universal, creaba un puente entre el dominio de lo viviente y el de la materia inorgánica. Van Helmont, a mediados del siglo diecisiete, creía todavía en la generación espontánea de los ratones. Buffon atribuía el mismo origen a las tenias y las ascárides. Fueron los descubrimientos de Pasteur los que abrieron el abismo entre lo viviente y lo no-viviente, mientras que hoy día sonados descubrimientos han venido a llenarlo de nuevo, aunque no mediante resucitar la creencia en la generación espontánea, sino mostrándonos el paso de la estructura química a la construcción orgánica.

84

Los progresos de la técnica experimental, como las invenciones del ultramicroscopio electrónico y la ultracentrifugación, han puesto en evidencia, por ejemplo, las curiosas propiedades de los virus-proteínas. Estos son gérmenes patógenos con una estructura molecular gigante y que poseen al mismo tiempo ciertas propiedades de la materia viviente, como las de multiplicación y asimilación. El estudio de los virus-proteínas nos permitirá definir más claramente los atributos de lo viviente y asir mejor las etapas y la significación profunda de la complejidad orgánica que parte del átomo para llegar al hombre. Recordemos que hasta una época muy reciente se creía que los elementos más pequeños compatibles con la vida eran las “bacterias”, pues aún cuando se trata de seres más simples que los animales y los vegetales unicelulares (protistas), poseen sin embargo todas las características esenciales de los seres vivientes. Es cierto que los biólogos teóricos de finales del siglo XIX habían imaginado su existencia como una partícula compuesta de un pequeño número de otras partículas diferentes a ella y que representaría, según decía éstos, el edificio más simple que existe con propiedades vitales (“biofores” de Weismann, “pangenes” de De Vries); pero ahí se trataba todavía de inducciones teóricas que no se apoyaban en ninguna observación concreta.

85

En la época pasteuriana, esos agentes patógenos que son los virus no podían ser percibidos ni por los mejores microscopios y escapaban también a los filtros empleados corrientemente en bacteriología (bujías Chamberland) y es por esa razón que hasta hace poco tiempo se les designaba todavía con los términos de “virus invisibles” o “virus filtrables”. Tales son, entre los virus que atacan al hombre, los virus de la gripe, de la poliomielitis, de la viruela, de la fiebre amarilla, de la rabia. Entre los que parasitan a los animales

86

- 33 -

Nuestra Tierra

domésticos, citemos los virus de la fiebre aftosa, de la peste bovina, de la peste porcina, del sarcoma de las gallinas, del empringamiento de los gusanos de seda, etc... Entre los virus que atacan a las plantas, los más estudiados son aquellos que determinan las enfermedades conocidas bajo el nombre de “mosaicos”. Ese término se debe a que el virus determina que sobre los órganos de las plantas, especialmente sobre las hojas, se formen unas manchas de color verde pálido y otras verde oscuro, las cuales tomarán más tarde un color blanco amarillento y carmesí respectivamente. Citemos a título de ejemplo, el virus del mosaico del tabaco, el del mosaico del pepino, los virus X e Y de la patata, el virus del achatamiento del tomate, etc... Durante mucho tiempo se creyó que el virus se diferenciaba de las bacterias tan solo por su talla más reducida, pues se pensaba que las “propiedades” de esos agentes patógenos, como su “invisibilidad” e imposibilidad de ser detenidos por los filtros, no se debían sino a las imperfecciones de nuestra técnica. En efecto, hoy día podemos fotografiar los virus gracias al ultramicroscopio que en lugar de ondas luminosas utiliza la propagación de electrones, permitiendo obtener de 20.000 a 40.000 aumentos. Por otra parte, ahora es posible retener los virus por medio de filtros de colodión, cuyos poros son capaces de detener elementos ultramicroscópicos. De manera que actualmente ya no se puede hablar, ni de virus invisibles, ni de virus filtrables.

87

Desde el punto de vista de sus actividades patógenas, los virus se comportan como bacterias y provocan “enfermedades infecciosas” análogas a las producidas por éstas. Basta inyectarle a una planta sana un poco de savia de una planta atacada por el mosaico, para ver aparecer en ella los síntomas de la enfermedad. El virus de la patata es transmitido por el pulgón, el virus de la fiebre amarilla por los mosquitos del género “Aedes”.

88

Los virus, mucho menos que las bacterias, no nacen por “generación espontánea” y ningún argumento serio permite creer que los virus aparezcan de un momento a otro en el interior de las células de sus huéspedes, sino que son siempre introducidos y su origen siempre exógeno. Así, nada en su comportamiento parece distinguir a los virus de las bacterias, pero es preciso hacer notar sin embargo, que los virus son obligatoriamente parásitos. No se los puede cultivar como a las bacterias en medios sintéticos, pues no se multiplican sino en la materia viva, de ahí que solamente se los haya podido cultivar en embriones o tejidos.

89

Bastaría con recordar el estado de espíritu que reinaba todavía hace solamente algunos años, para comprender la sorpresa que conmovió al mundo científico cuando en 1935 se enteró que el biólogo americano W. M.

90

- 34 -

Nuestra Tierra

Stanley había logrado obtener el virus del mosaico del tabaco al estado puro y “bajo la forma de cristalización”. El virus había sido recogido por ultracentrifugación, pues las centrifugaciones normales que giran a la velocidad de varios miles de vueltas por minuto, se mostraron incapaces de asegurar la retención de una partícula tan ligera como el virus. El resultado fue obtenido por centrifugadoras capaces de girar a 20.000, 50.000 y aún a 100.000 revoluciones por minuto, de manera que el virus recogido así, cristaliza bajo la forma de finas agujas. Los resultados de Stanley fueron rápidamente confirmados y extendidos a otros virus, como el de la patata, el virus del mosaico del pepino y el del achatamiento del tomate, que fueron obtenidos también al estado cristalizado. Los virus están desprovistos de membrana envolvente, ese elemento tan característico de todos los seres vivientes. En una palabra, la forma del virus, tal como la revela el microscopio electrónico, parece corresponder más bien a una estructura química que a una organización vital. La obtención de virus cristalizados al estado puro ha permitido emprender su análisis químico, y es así que se ha probado que el virus del mosaico del tabaco no representa otra cosa que una molécula de “núcleoproteína”; de ahí que se le haya dado el nombre de “virus-proteína”. Pero esta conclusión se aplica probablemente a todos los virus, pues hay que recordar que las nucleoproteínas, que son elementos esenciales del protoplasma y del núcleo en particular, están formadas por la asociación de una sustancia proteica y ácido nucleico. Esa materia proteica representa una red compleja de ácidos aminados que se asocian para formar polipéptidos, como por ejemplo la peptona; los polipéptidos se combinan a su vez para formar las sustancias proteicas, constituidas así por varios cientos de ácidos aminados asociados en cadena.

91

Las búsquedas de Stanley y de sus émulos, suscitan una apasionante cuestión: ¿los virus-proteína son cuerpos químicos o seres vivientes? Esa pregunta conduce, pues, a buscar los criterios de lo viviente. El fenómeno vital por excelencia y específico de la vida es la “asimilación”. Por ejemplo, un cristal de cloruro de sodio crece si se lo deja sumergido en una solución madre que contenga moléculas de cloruro de sodio idénticas a las que constituyen su propia sustancia, pero no lo hace si se lo sumerge en una solución de cloruro de potasio. Sin embargo, ese es un fenómeno de crecimiento y no de asimilación. Que los seres vivientes asimilan quiere decir que absorben materiales extraños diferentes de su propia substancia y que los transforman en una materia semejante a la suya. Es esa transformación la que lleva el nombre de asimilación y es el fenómeno que se encuentra en la base de la reproducción y de la multiplicación. Ahora bien, lo cierto es que los virus

92

- 35 -

Nuestra Tierra

“asimilan” y Stanley ha hecho notar que el virus del mosaico del tabaco ataca no solamente al tabaco, sino también a un gran número de otras plantas. En resumen, los virus deben ser considerados como seres vivientes por el hecho de que asimilan. De esta afirmación resulta que las propiedades características de la vida son capaces de manifestarse ya en la escala molecular y que los virus-proteínas deben ser considerados como seres vivientes, y sin duda como las formas vivientes más simples de todas las que conocemos. Sin embargo, no se los podría ver como una llave para resolver el origen de la Vida, ya que son en efecto obligatoriamente parásitos de organismos superiores de animales o vegetales y de cuya existencia depende ineludiblemente su multiplicación. Entonces no se debe ver en ellos a una especie de representantes rezagados de las primeras formas vivientes aparecidas sobre la Tierra y la mayoría de los biólogos los consideran más bien como representantes degradados y simplificados por el parasitismo de organismos más complejos, probablemente bacterias.

93

Los virus se parecen extraordinariamente al “nucleoide” o núcleo primitivo de las bacterias puesto en evidencia por Piekarski. Ese núcleo estar formado al parecer por una molécula de nucleoproteína, de manera que tal vez los virus no sean sino bacterias reducidas a sus núcleos. Así, la ausencia o la reducción del citoplasma sería la razón por la cual los virus son incapaces de multiplicarse en medios sintéticos. Y no es una razón menor, pues lo que hace de los virus objeto de extraordinario interés, es que nos ofrecen la “imagen” más exacta que poseemos de los estadios que marcan el paso de lo no-viviente a lo viviente. Pero los virus no son los únicos arreglos de orden molecular susceptibles de presentar las características de lo viviente, pues se sabe que los caracteres hereditarios se encuentran bajo la dependencia de unos corpúsculos muy pequeños llamados “genes” encerrados en los cromosomas. Ahora bien, los genes parecen presentar las más grandes afinidades con los virus.

94

Los “genes”, que ya hemos estudiado y analizado ampliamente en los textos precedentes, son tan incapaces como los virus de llevar una vida autónoma, pues los unos y los otros no pueden multiplicarse sino en el interior de organismos superiores y hasta en la forma de multiplicarse parecen semejantes. Además, los genes y los virus son de un mismo orden de dimensiones. Los genes de la mosca de vinagre, por ejemplo, (“Drosophila melanogaster”), miden 50 “milimicrones”, considerando que un milimicrón es la milésima de micrón o la millonésima de milímetro. Por otra parte, los genes, están, como los virus, esencialmente constituidos por núcleo-proteínas. Ciertas anomalías, como la empenachadura de las hojas son producidas por un virus

95

- 36 -

Nuestra Tierra

bajo la influencia de factores hereditarios, es decir, de genes. Los genes están destinados a sufrir bruscos cambios que reciben el nombre de “mutaciones”. Por su parte, los virus presentan fenómenos análogos, pues son objeto de variaciones bruscas que se traducen en algún tipo de virulencia o sintomatología. Una conclusión notable se desprende de las búsquedas cuyos principales resultados hemos resumido aquí. El autor de “En las fronteras de la Materia y de la Vida” la sintetiza así: “Los virus constituyen verdaderos intermediarios entre las moléculas proteicas y los seres vivientes unicelulares. De las primeras, poseen la forma, la estructura y la composición química, así como la forma cristalina. De los segundos, tienen la facultad de multiplicarse y el poder de asimilación. Los virus representan los términos de paso que reúnen la materia inanimada dispuesta según el tipo químico, a la materia viviente organizada según el modo biológico”. Ahora bien, los “bacteriófagos”, que atacan a las bacterias, descubiertos por el biólogo d'Herelle, representan probablemente una forma intermediaria entre los virus-proteínas y las bacterias. Ruska ha demostrado, con la ayuda del microscopio electrónico, que los bacteriófagos tienen una estructura organizada formada por una “cabeza” estructurada y una ceja terminal y que secretan poderosas diastasas y lisinas que disuelven a las bacterias. D'Herelle, quien ha mantenido siempre que el bacteriófago representa un ser viviente, le dio el nombre de “Protobios bacteriophagus”. Además de las sustancias plásticas, que constituyen el material con que los organismos vivos hacen la síntesis de sus tejidos, y de las sustancias energéticas que queman para convertirlas en trabajo y calor, los seres vivientes recurren a cuerpos de una extrema diversidad y que aún estando presentes siempre en cantidades muy débiles y a veces infinitesimales, no son menos indispensables para la vida. Los más conocidos han recibido los nombres de hormonas, vitaminas, oligoelementos diversos como el zinc, el manganeso, etc..., que comandan todas las reacciones de asimilación, dirigen el crecimiento del individuo, intervienen en la contracción de los músculos, etc. Su acción es comparable a la de los catalizadores en las reacciones químicas, y como ellos, son sensibles a la acción de dosis muy pequeñas de sustancias inhibidoras, en otras palabras, de “venenos”. Así, esos organismos vivientes se han revelado como detectores ultrasensibles y son los únicos “instrumentos” de medida apropiados para el estudio de esas substancias, cuyas cantidades puestas en juego en esos fenómenos biológicos desafían las balanzas más perfeccionadas.

- 37 -

96

97

Nuestra Tierra

Veamos cómo se expresa el gran sabio francés Pierre Devaux en un artículo lleno de detalles interesantes: “Los seres vivientes reactivos ultrasensibles para los microanálisis químicos”: “En los cuerpos humanos la proporción normal de níkel, cobalto, aluminio, titanio, boro, yodo y arsénico necesarios para la vida, varía de 1/10 a 1/100 e incluso a 1/1.000 de miligramo por kilo. Cuando uno busca la acción del manganeso sobre un enmohecimiento negro “Aspergillus niger”, es imposible emplear recipientes de vidrio que cedan suficiente manganeso como para falsear el resultado, pero operando en aparatos de platino o de cuarzo fundido, se ha podido demostrar que 1/100'000.000 de manganeso asegura la evolución normal del enmohecimiento y que una dosis 100 veces más pequeña, manifiesta todavía su presencia por un aumento sensible de la cosecha. A la última dilución de una parte de manganeso en 10 mil millones de partes del medio nutritivo, es decir de 1 gr. de metal en 10.000 m3 , el suplemento de cosecha en relación a la levadura sin manganeso (medida en materia seca), alcanza 21 millones de veces el peso de manganeso introducido”.

98

Es a estos elementos activos, verdaderos “gobernadores” de la vida, que Gabriel Bertrand les ha dado el nombre de oligoelementos; y en ese estado particular, cuya verdadera naturaleza será clarificada quizás por la ciencia del mañana, se oponen a los elementos simplemente “plásticos” que forman la materia del ser viviente. El modo de actuar de esos elementos oligárquicos los relaciona claramente con los “catalizadores” hoy día clásicos en la industria química, ya que parecen provocar una serie de reacciones sin entrar ellos mismos en las combinaciones. En realidad, además de las acciones puramente físicas de absorción superficial y de condensación local, intervienen a menudo en dos combinaciones sucesivas: con la primera privan la libertad, mientras que con la segunda la restituyen. Naturalmente numerosas experimentos tuvieron lugar en laboratorios, pero los elementos minerales no son los únicos capaces de actuar en dosis muy débiles. La farmacopea oficial ha debido preocuparse de la dosificación biológica de los medicamentos particularmente activos, tales como el digital y los arsenobenzoles.

99

Los biólogos conocen otra categoría de sustancias orgánicas que actúan en dosis extremadamente débiles: las “hormonas” y las “vitaminas”. Se sabe que las hormonas son sustancias químicas secretadas y vertidas en la sangre por las “glándulas de secreción interna” cuyos efectos específicos se manifiestan selectivamente a distancia en un determinado órgano gracias al transporte efectuado por los “humores”: linfa y sangre. Mientras que los sistemas nervioso vegetativo y cefalorraquídeo pueden ser comparados a la red telegráfica del organismo, las hormonas constituirían “mensajeros pneumáticos” que transportan bajo forma material las incitaciones de los

100

- 38 -

Nuestra Tierra

diversos centros pilotos. Es así que la “hormona testicular” influye en el desarrollo del sistema piloso y en la morfología de la laringe, y que la insulina que es la “secreción interna” del páncreas, asegura el equilibrio de la tasa glicémica sanguínea. Gran número de esas substancias, y la insulina en particular, son indispensables a la vida del mamífero, hasta el punto que la eliminación quirúrgica del órgano productor o el trasiego de la hormona, provoca inevitablemente la muerte. Otras hormonas tales como las “hormonas sexuales” sin ser estrictamente indispensables, son sin embargo de una gran utilidad para el organismo. En los organismos superiores la necesidad de coordinar la actividad de miríadas de células constitutivas, impone la existencia de un sistema regulador y si bien el sistema nervioso es el elemento esencial, el sistema hormonal es su complemento. En efecto, solamente las hormonas son capaces de actuar sobre células aisladas, como los fagocitos que, llevados por el torrente sanguíneo o circulando con la linfa, recorren los intersticios de los órganos a la caza de microbios. Los órganos, por el contrario, son susceptibles de dos clases de control; así, un fragmento del tubo intestinal separado del cuerpo del animal, inmerso en una solución nutritiva mantenida a temperatura constante, continúa contrayéndose rítmicamente bajo la acción de “centros nerviosos locales” diseminados en sus mismas túnicas y a proximidad. En el animal intacto esas contracciones son controladas, como sucede igualmente para los otros órganos de la vida vegetativa, por los dos sistemas nerviosos llamados “autónomos”: el “simpático” y el “vago”, cuyos efectos son antagónicos. El simpático acelera el corazón, el vago lo disminuye; el simpático relaja los músculos del intestino y el vago refuerza su contracción.

101

Excitación, inhibición, tales son las dos “fases” de la regulación vital que encontramos tanto en el dominio de las hormonas y como en el de los nervios. Al lado del antagonismo simpático-vago, encontramos el antagonismo de los productos de secreción de las diversas glándulas: una inyección de adrenalina, secreción de la médula suprarrenal, aumenta la tasa de la glucosa sanguínea; una inyección de insulina, secreción del páncreas interno, la disminuye. Por otra parte, los dos sistemas trabajan con mutuos intercambios: las glándulas endocrinas actúan a través de sus hormonas sobre el sistema nervioso, el cual rige a su vez parcialmente la secreción glandular. Además, las mismas glándulas parecen ellas subordinadas a otra de las mismas: la hipófisis, pequeña glándula bilobular disimulada bajo la base del cerebro y que constituye como el “director de orquesta” del vasto conjunto endocrino.

102

Aquí, una cuestión importante se plantea: ¿aquella dualidad de los “nervios-glándulas” es tan absoluta como se afirma? Es P. Devaux quien

103

- 39 -

Nuestra Tierra

explica: “¿El modo de acción del nervio en ciertos casos, no debe ser comparado a aquel de la glándula? Y el nervio motor, lejos de ser asimilado a un conductor eléctrico siguiendo las concepciones clásicas de Arsonval, de Lapicque y de sus alumnos, ¿no es más bien una especie de ‘glándula alargada’ que vendría a segregar, al contacto con el músculo, una sustancia excitante o calmante?” Tal es la revolución que permite encarar en la fisiología el descubrimiento de la aparición de dos substancias químicas características: la “acetilcolina” y la “adrenalina”, en los puntos precisos de la innervación de los músculos lisos9 del sistema orgánico vegetativo y al nivel de las articulaciones celulares en los ganglios nerviosos. Siguiendo la naturaleza de ese “mediador” químico, se puede distinguir así dos categorías de nervios vegetativos: los primeros parecen actuar por liberación de una substancia de tipo acetilcolina y el efecto producido por su excitación es análogo a aquel que ejerce esa substancia cuando es puesta en contacto con el músculo liso o con el tejido de la glándula comandada. Por otra parte, los agentes farmacológicos que modifican la acción de la acetilcolina, ya sea para reforzarla o prolongarla (eserina), o sea para disminuirla o abolirla (atropina), actúan en el mismo sentido sobre el efecto producido por la excitación de esos nervios. Se ha podido, por otra parte, demostrar en ciertos casos que la excitación de dichos nervios libera efectivamente una débil cantidad de substancia, que si bien no es acetilcolina se le aproxima mucho. Estos nervios son llamados “colinérgicos”. A los nervios de la segunda categoría se les denomina “adrenérgicos”, pues actúan liberando la adrenalina o la simpatina, que es una substancia muy parecida, (las pruebas demostrativas son análogas).

104

En este punto desbordamos el marco del capítulo que nos habíamos propuesto y será en el próximo folleto que veremos las cuestiones que continúan esta exposición. Es preciso mencionar, sin embargo, que estos textos no son la última palabra de la Ciencia, sino simplemente algunas bases más o menos ciertas de las investigaciones actuales, o mejor aún, el estado de conocimiento científico de hace una decena de años. Es preciso recordar, por otra parte, que no tenemos la intención de poner al lector al corriente de los últimos acontecimientos, sino más bien de ofrecer una especie de standard del Saber.

105

Repitámoslo aún, no se trata para nosotros de dar una enseñanza técnica, sino más bien de formar un espíritu de Síntesis y es en ese sentido que, como

106

- 40 -

Nuestra Tierra

ya lo hemos dicho, es preciso trasponer los elementos para extraer los principios de esta “Búsqueda de la Verdad”. Finalmente, es con esa idea que ofrecemos periódicamente estos “Propósitos Psicológicos” en general, y particularmente los capítulos sobre “Nuestro Universo”, “Nuestra Tierra” y el próximo libro “Nuestro Organismo”.

Junio de 1957

Se sabe que estos músculos, a la inversa de los músculos estriados, están sustraídos de la acción de la voluntad y reservados a las funciones puramente vegetativas. 9

- 41 -

Nuestra Tierra

Obras, autores y personajes mencionados Propósito Psicológico XVI: Nuestra Tierra

AUTORES CITADOS

Devaux, Pierre, “Los seres vivientes reactivos ultrasensibles para los micro análisis químicos” Fabry, Charles, “El ozono atmosférico, gas indispensable al mantenimiento de la vida sobre la tierra”. Glory, André, “Al descubrimiento del nuevo mundo subterráneo”. Jeannel, Dr., “La génesis de las faunas terrestres; Elementos de Biogeografía” Vandel. A., “La evolución del mundo animal y el porvenir de la especie humana”; “Cómo se habría modelado la Faz de la Tierra”, “Las fronteras de la materia y de la vida”. Wegener, “La génesis de los continentes y de los océanos”

PERSONAJES MENCIONADOS Airy, Autor del esquema de la “Isostasia”. Arsobal, Biólogo. Bertrand, Gabriel, Biólogo. Bufón, Biólogo. Buisson, Físico. Cabannes, Físico. Chevallier, P., Explorador de las cavernas francesas. Cornu, Alfredo, Conocido por sus trabajos de espectrografía. D´Herelle, Biólogo. Daubree, Autor de la experiencia del resquebrajamiento del espejo. De Vries, Biólogo. - 42 -

Nuestra Tierra

Devaux, P,. Biólogo. Duffay, Físico. Fafry, Físico. Hartley, Químico británico. Honzeau, Químico. Jacobi, Dr., Autor de la teoría de la repartición geográfica en el Reno. Juasseran, Físico. Lapicque, Biólogo. Raybaund, L. Físico. Regener, V. H. y Regerer, E.: Físicos Alemanes. Rosa, Zoólogo italiano que sostuvo la teoría de la Hologénesis que habla del nacimiento en dos puntos distantes de una misma especie. Shoenbein, Científico Suizo, descubridor de las cualidades del ozono. Srutt, R.J., Físico. Stanley, W.M., Biólogo norteamericano. Suess, E., Geólogo Austriaco. Surrell, Autor del perfil del equilibrio absoluto en la formación de cavernas subterráneas. Van Helmont, J.B., Físico, Químico y Biólogo Belga. Vulcano, Rey del fuego en la mitología griega. Wiesmann, Biólogo. Willis, J.C., Botánico Inglés.

- 43 -

Related Documents