¿Por qué la mente, como problema filosófico, debe estudiarse? Extracto de The Feeling of What Happen (pp. 4-5) Aunque no veo la conciencia como la cima de la evolución biológica, considero que es un punto de inflexión en la extensa historia de la vida. Incluso si recurrimos a una definición de “conciencia” simple y estándar, del diccionario – como la atención de un organismo sobre sí mismo y su entorno – es fácil vislumbrar que la conciencia probablemente abrió camino a la evolución humana a un nuevo orden de creaciones imposibles sin ella: el sentido del deber, la religión, las organizaciones sociales y políticas, las artes, las ciencias y la tecnología. Incluso más interesante, ella es la función biológica crítica que permite que conozcamos el dolor y el contento, el sufrimiento y el placer, la vergüenza y el orgullo, la pena por la pérdida de un amor o de una vida. Sea experimentada u observada individualmente, el pathos es un subproducto de la conciencia, y también lo es el deseo. Ninguno de estos estados mentales personales habría sido conocido por cada uno de nosotros sin la conciencia. No culpen a Eva por el conocimiento; culpen a la conciencia, y agradézcanle también. Escribo esto desde el centro de Estocolmo mientras miro hacia fuera por una ventana. Veo a un hombre viejo y débil buscar el camino hacia un ferry que está a punto de zarpar. Hay poco tiempo, pero su tranco es lento; sus pasos se acortan por el dolor de la artritis; su pelo es cano; su abrigo es viejo. Llueve persistentemente y el viento hace que se encoja ligeramente como un árbol solitario en la pradera. Finalmente llega al barco. Se sube con dificultad un alto peldaño necesario para llegar a la plataforma; busca camino hacia cubierta, con miedo de darle mucho momentum a la inclinación, cimbrando la cabeza a izquierda y derecha, escudriñando el entorno y buscando seguridad; su cuerpo entero parece decir, ¿llegamos entonces? Y justo ahí dos hombres en la cubierta le ayudan a dar el paso final a esta, calmándole con gestos amables. Y parece estar seguro, donde debiera estar. Mi preocupación finaliza. El barco zarpa.