David Montalvo
Por favor, sea exitoso www.montalvoconsultores.tk
Índice Introducción I. Lo único necesario II. ¿Puedo cambiar? III. La aventura de vivir IV. Ser excelente: Los cuatro aspectos V. Rompiendo límites VI. Venda ideas y haga lo que quiera VII. El poder de las decisiones VIII. Planear para conquistar IX. Qué sencillo es ser feliz I. La magia de dar X. Hacer y trascender II. En sus marcas, listos, ¡fuera!
Introducción ¿Cuántas veces en su vida ha escuchado la palabra ÉXITO? ¿Cómo define el éxito? ¿Se siente un ser exitoso? ¿Está llamado a serlo? Tal vez ha conocido a alguna persona que es muy exitosa, pero... ¿qué hacen, cómo piensan, qué sienten y qué dicen esos seres que parecen de otro planeta? El éxito en nuestros días puede tener muchas interpretaciones, pero sólo tiene un objetivo. Para algunos, representa ser famoso y salir en la televisión; para otros, ser directores de una empresa multinacional; otros, se conformarían con una pequeña mansión y una isla para los días de vacaciones; algunos más, ven el éxito como tener un club de admiradoras o admiradores. Pero definitivamente, como diría Franco Soldi, sea cual sea su definición de éxito, el objetivo principal es la autosatisfacción de saber que hace lo máximo, para llegar a ser lo mejor que es capaz de ser. Muchos lo quieren, pero pocos lo consiguen. Mientras el resto del mundo se la pasa anhelando el éxito en esos pequeños instantes pasajeros de su vida como el dinero, la fama, el trabajo y el placer, hay otras personas –muy pocas por cierto– que trabajan día a día para lograr un éxito integral no en cierta parte de lo que hacen, sino en toda su vida, haciéndola realmente extraordinaria. Se trata de esas personas que no son exitosas de momento, que no dependen de tener una cuenta en el banco o una pareja modelo a su lado para “ser alguien”; sin embargo, en todo momento son seres inigualables. No se trata de descubrir el hilo negro; todos, absolutamente todos, han sido llamados a ser como estos últimos: hombres comprometidos con su misión, con su historia, con su mundo, a ser excelentes en todas las áreas de su vida. Es ahí donde nos centraremos en este camino al éxito definitivo. “Los que triunfan no son los que siguen las huellas de los demás, sino los que hacen su propio camino” Tenía catorce años cuando escribí ese pensamiento, y cuando empezaron a surgir en mí las ideas para hacer una transformación en mi vida. Por diversas razones, ese proyecto no pudo continuar como hubiera querido, pero la semilla de lograr mis más altos sueños, seguía viva. No fue sino hasta hace un año, que renació esa idea y decidí lanzarme a la aventura de arriesgarlo todo, con tal de obtener resultados diferentes a los que ya tenía, con tal de conquistar metas altas y hacer un camino personal que cumpliera con la misión que tengo encomendada. Todo lo que viví en ese tiempo, todas las estrategias que seguí y los métodos que empleé para llegar alcanzar cosas inesperadas –pero inmensamente positivas– da como resultado este libro. Lo comparto en este momento con usted; es para mí un privilegio hacerlo y más lo será, si le saca el máximo provecho posible.
Será un trayecto que iremos recorriendo juntos; difícil, claro está, lleno de incertidumbre tal vez, pero también repleto de sorpresas, sentimientos y alguna que otra duda, que se irá aclarando mientras vaya avanzando. Déjese llevar por las palabras; es el momento perfecto que le habían reservado desde hace mucho tiempo, para hacer un alto en su vida y encontrar, a lo mejor, aquella respuesta que tanto ansiaba. DOCE, es el número mágico de nuestro recorrido; serán las diversas estaciones donde pararemos; cada una de ellas nos transportará a vivir diversas experiencias, recuerdos, imágenes y obtendremos recursos valiosos que nos servirán no sólo en nuestro camino de este momento, sino en el de la vida diaria. Es recomendable que lea el libro en orden, porque está escrito de forma que vaya abarcando, poco a poco, cada una de las áreas que integran la vida del ser humano. Aunque al finalizar, puede regresar al capítulo que mejor le haya servido para obtener más ideas. He tocado temas como: el conocimiento de uno mismo; la posibilidad de hacer cambios; el sentido auténtico de su vida; las cuatro áreas más importantes que tiene que mantener estables; cómo proponerse sueños y brincar los obstáculos que le impiden realizarlos; el valor universal de las ideas puestas en acción; saber decidir y hacerlo con agilidad; planeación estratégica para lograr el mayor número de resultados; una nueva manera de ver las situaciones que vive a diario; dar sin esperar recibir algo a cambio; dejar huella y, para cerrar con broche de oro, un mensaje final para lanzarlo al campo de batalla. Todo esto con pensamientos y reflexiones de grandes hombres exitosos, y alguna que otra anécdota y metáfora que podrá trasladar al momento que está viviendo hoy por hoy. Espero que disfrute de su lectura, tanto como yo lo hice al escribir el libro. No olvide que, para ser exitoso, es cuestión de que quiera serlo y ponga los medios específicos para lograrlo. Este puede ser un buen camino, para iniciar su gran travesía a la cumbre de la realización de sus más anhelados sueños. No tenga miedo de descubrir el plan tan grande que se tiene preparado para usted. Comience su vuelo, yo lo iré acompañando, y muy pronto estaremos viviendo una experiencia única, diferente y que lo llevará a hacer algo que muy pocos logran: ¡TRASCENDER! Gracias y muchos éxitos El autor
Capítulo I 1. Lo único necesario “Volar es darle sentido a tu vida para transformar tu personalidad, definir tus actitudes, alcanzar tus metas y entender para qué y para quién vivir. Volar es elegir tu hacer futuro pensando en los demás dejando atrás odios, mentiras y miserias. Es amarse y amar a los demás” -Alfonso Lara CastillaCuentan que un joven tenía el sueño de trabajar en una empresa multinacional antes de casarse. Después de varias citas y llamadas telefónicas, obtuvo una entrevista en una prestigiosa compañía. Al llegar a la reunión con el director de recursos humanos estaba un poco nervioso y, con una simple pregunta, se terminó su oportunidad. Le preguntaron: ¿qué me puede contar de usted? El joven, sin preocupación alguna, comenzó a relatar sus múltiples experiencias en el área de la mercadotecnia y sus grandes hazañas en la universidad; obviamente, dijo algo referido a su mención de promedio de excelencia y una que otra aparición en los periódicos, los varios diplomados que había cursado y, desde luego, para que se escuchara un poco más interesante, le comentó que su misión en la vida era: “realizarse como ser humano” ¡cuando ni siquiera conocía el significado de la frase! –Disculpe que lo interrumpa, pero a lo mejor no entendió la pregunta: ¿qué me puede contar de usted? – le dijo el señor con algo de risa. El joven se quedó callado y nervioso, no pudo contestar a algo tan simple. No le estaban pidiendo sus diplomas o reconocimientos, ni siquiera su promedio en la universidad o a cuánta gente conocía, si tenía propiedades o un automóvil último modelo. Lo único que quería el ejecutivo de la empresa, era que hablara de él mismo como ser humano: como usted y como yo. Cuántas veces en la vida somos expertos en detallar nuestro impresionante “Curriculum Vitae”, pero ¡ah, cómo se nos complica describirnos tal y como somos! Vamos tan deprisa por el mundo, que ni siquiera sabemos quiénes somos, a dónde vamos, o cómo vamos a hacer para alcanzar lo que queremos. Si vamos a hablar de una “cultura del éxito” –que a fin de cuentas es un camino para llegar a la cumbre, con los líderes de líderes que en verdad dejan una huella en los demás– primero tenemos que conocernos, para después entendernos y así superarnos. Pero no, conocernos por nuestros logros o fracasos, carreras, maestrías o doctorados, ni mucho menos por nuestra capacidad económica, sino por algo más importante: lo que llevamos adentro. A veces es difícil hacer un alto en nuestra vida para quitarnos todas las máscaras que nos hemos impuesto, para descubrirnos como lo que realmente somos: seres humanos con cualidades y defectos, pero con un potencial maravilloso. Por supuesto que cuesta sacar ese verdadero “yo”, pero es indispensable hacerlo para vivir tranquilos. Siempre me he preguntando: ¿De dónde vienen esas famosas “caretas” con las que tapamos nuestros rostros? ¿Por qué a veces ni siquiera nos podemos mirar en un espejo?
Todo se ha ido transformando con el paso del tiempo; desde que éramos pequeños nuestros padres nos formaron en ciertos valores, que luego nuestros amigos fueron cambiando; después, a lo mejor lo hizo nuestra pareja, o una persona muy importante en nuestra vida; la sociedad en sí, también agregó de su cosecha y fue poniendo en nosotros diversas personalidades para que –como cualquier político en campaña– termináramos “actuando” y diciendo a cada cual lo que quiere escuchar. Somos unos “ángeles” bajados del Cielo cuando estamos en nuestra casa, pero con nuestros amigos somos totalmente lo contrario. Con los maestros somos excelentes alumnos, pero cuando están hablando mal de alguien, somos los primeros en criticar. En fin, en nuestra corta o larga vida –que no le pertenece a nadie más que a nosotros mismos– todo el mundo resultó parte importante de la historia; cada una de las personas que conocimos, le fue metiendo de su propia “sopa” para convertirnos en una increíble mezcolanza de ideas, frases, personalidades, formas de pensar y de sentir. Creo que ha llegado el momento de tomar el timón de nuestra existencia y comenzar a caminar con nuestros propios pies. Roosevelt comentó alguna vez la frase: “Haz lo que quieras, con lo que tengas, donde estés”. Tenemos la grandiosa oportunidad de ser estrellas únicas que dejen una estela que nunca se termine. Si somos lo que tenemos que ser, podemos hacer lo que queramos, como lo queramos, y a la hora que queramos. A veces causa risa, pero sucede en muchas ocasiones que los seres humanos pedimos libertad e independencia, y ni siquiera estamos libres de nosotros mismos. Somos tan esclavos de nuestros placeres, modas, pasiones y apegos, que en tanta supuesta búsqueda de libertad nos perdemos y nos encerramos en nuestra propia vida. Para continuar este camino al éxito, debemos saber con qué contamos porque, por lo menos, ya tenemos en mente qué deseamos en forma general: llegar a ser personas exitosas en este siglo XXI. Ya usted tendrá su forma particular de canalizar ese éxito, donde más lo necesite. Si este libro lo estuviéramos leyendo en una isla desierta, que creo sería la prueba más emocionante y divertida en esta vida, ¿con qué contaríamos para llegar a ser exitosos? ¿Con alguna que otra palmera y sus cocos? ¿Con el chimpancé que ya hasta se hizo su gran amigo? Lo más lógico sería contar con algún alimento, o dinero, pero recordemos que muchas cosas que ahora consideramos importantes, ya no nos servirían en ese lugar. Es por eso que existe una respuesta que duele, desde luego, pero que si la vamos repasando en nuestra vida, será la frase definitiva del éxito. En esa isla desierta, a la que le puede poner como usted quiera, con lo único que contamos es con el hecho de que usted puede tocar su corazón y sentir su respiración, y saber, por lo tanto, que ¡está vivo! Así es, está vivo, sólo necesita estar con vida en esa isla, para ser realmente una persona exitosa y plenamente feliz. Inclusive un acompañante podría hacer esos momentos diferentes, pero no sería indispensable para que se realizara como ser humano.
Lo mismo sucede en las pequeñas islas de la vida, en las que pueden surgir distracciones que supuestamente son las “claves” del éxito: un automóvil, un millón de dólares, o la casa de sus sueños. Todo eso, simplemente es el resultado de su esfuerzo; pero, lo único con lo que cuenta hoy por hoy, es con su propia vida. Sin embargo, tristemente, es a lo último que nosotros le ponemos atención. “Conocerse a sí mismo”, no lo va a hacer mediante un curso de superación personal de tres días, ni tampoco le aseguro que leyendo este libro va a conocerse como la palma de su mano, pero sí le puedo ofrecer las herramientas necesarias para que visualice un panorama mucho más amplio del que tenía, y descubra que sus sueños van más allá de donde esperaba. A lo mejor parece más sencillo sentarse en el diván y recordar el pasado, pero ¿por qué no ponerse de pie, conocer cómo somos, qué queremos, y afrontar el presente tal cual es? El conocerse a sí mismo, no sólo es algo positivo, sino “lo único necesario” para iniciar nuestro proceso hacia el éxito, en este nuevo siglo de tantos retos y oportunidades. Nadie ama lo que desconoce; así como a nosotros nos gusta conocer a la otra persona, cómo es, sus gustos y preferencias para poder convivir mejor con ella, es mucho más importante intimar con nosotros mismos y saber con qué contamos, para empezar a valorarnos realmente, tal y como somos. Pero, ¿qué tan difícil es conocerse? Es tan sencillo o complicado como usted quiera que sea. Conocer la verdad es algo que cuesta mucho, pero a la larga nos va a quitar muchas telarañas que nos impedían, por ejemplo, lograr grandes proyectos que teníamos empolvados, porque no sabíamos ni por dónde empezar. Así como sucede con otra persona, conocerse es cuestión de tiempo y de actitud. Hay que dedicar siempre unos minutos al final del día para valorar las actitudes y actividades que tuvimos, hacer un pequeño “examen personal” para así descubrir nuestros errores, planear un propósito para el día siguiente y tenerlo en mente, para ir mejorando poco a poco. Otra de las cosas que también ha dado resultado en mi vida, es preguntarle a una persona de mi confianza, para que me oriente en mi carácter y mi forma de ser con los demás. A veces vivimos tan deprisa, que ni siquiera tenemos tiempo para ver cómo nos estamos comportando, y si con nuestra forma de ser no estamos dañando a otros. Tenemos que estar con los ojos abiertos, y alertas para cambiar cualquier detalle que valga la pena. Siempre debemos preguntar a una persona que nos conozca desde hace tiempo, para ir balanceando entre nuestra propia perspectiva y la que está fuera de nosotros. Hay una vieja anécdota que me platicaron, sobre la importancia de ser lo que realmente somos; creo que es adecuada, por el hecho de que muchas veces hay un gigante dormido dentro de nosotros, pero todo es cuestión de conocerlo, despertarlo y ponerlo a trabajar. Érase una vez un hombre que, mientras caminaba por el bosque, encontró un aguilucho. Se lo llevo a su casa y lo puso en un corral, donde pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y a conducirse como éstos.
Un día, un naturista que pasaba por allí le preguntó al propietario por qué razón el águila, el rey de todas las aves y los pájaros, tenía que permanecer encerrada en el corral con todos los pollos. –Como le he dado la misma comida que a los pollos y le he enseñado a ser como un pollo, nuca ha aprendido a volar –respondió el propietario– se conduce como los pollos y, por lo tanto, ya no es un águila. –Sin embargo –insistió el naturista– tiene corazón de águila y con toda seguridad, se le puede enseñar a volar. Después de discutir un poco más, los dos hombres convinieron en averiguar si era posible que el águila volara. El naturista la cogió en brazos suavemente. –Tú perteneces al cielo, no a la tierra. Abre las alas y vuela –le dijo. El águila, sin embargo, estaba confusa; no sabía qué era y, al ver a los pollos comiendo, saltó y se reunió con ellos de nuevo. Sin desanimarse, al día siguiente el naturista llevó al águila al tejado de la casa. –Eres un águila. Abre las alas y vuela –le dijo para animarla. Pero el águila tenía miedo de su yo y del mundo desconocido y saltó una vez más en busca de la comida de los pollos. El naturista se levantó temprano al tercer día, sacó al águila del corral y la llevó a la montaña. Una vez allí, alzo al rey de las aves y lo animó nuevamente. –Eres un águila. Eres un águila y perteneces tanto al cielo como a la tierra. Ahora, abre las alas y vuela –le dijo. El águila miro alrededor, hacia el corral, y arriba, hacia el cielo. Pero siguió sin volar. Entonces, el naturista la levantó directamente hacia el sol; el águila empezó a temblar, a abrir lentamente las alas y, finalmente, con un grito triunfante, voló alejándose en el cielo. Es posible que el águila recuerde todavía a los pollos con nostalgia; hasta es factible que, de cuando en cuando, vuelva a visitar el corral. Todos sabemos que el águila nunca ha de vivir una vida de pollo. Siempre fue un águila, pese a que fue mantenida y domesticada como pollo. Recordar que cuando el alumno está listo, el maestro aparece. El águila estaba lista para volar y apareció la persona que le dio el ánimo para hacerlo. Hay veces que nosotros mismos encontramos esa chispa que nos ayuda a lanzarnos a volar por lugares que nunca hemos visitado. No tengamos miedo de encontrarnos con nosotros mismos, tomemos unos cuántos minutos para darnos cuenta de quiénes somos realmente y a qué estamos llamados. Porque ya cuando nos conocemos, encontramos miles de posibilidades para trascender, y mientras más alternativas se nos presenten, mayores posibilidades de éxito habrá. Pero, por si algo falla, ¿es posible cambiar?
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