Poetas En El Acto

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Universidad de Chile Instituto de la comunicación e imagen Escuela de Periodismo

POETAS EN EL ACTO: La generación de los novísimos.

Memoria para optar al título de Periodista Presentada por

Felipe Ruiz Valencia

Profesor patrocinante Hans Stange Marcus

Santiago, 2008

POETAS EN EL ACTO Felipe Ruiz

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A mis enormes amigos

3

No a las respetables putas de la belleza No a los distinguidos perros de la poesía

H.H, NO!

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Índice

Capítulo Uno: En el acto………………. 6 Capítulo Dos: Entrevistas……………..25 Epílogo: Las nobles verdades del amanecer….................71 Pos data……………...71 Anexo: Breve antología novísima……………..77

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CAPÍTULO UNO:

EN EL ACTO

6

LOS NOVÍSIMOS: EL CANTO DE UN AMANECER

Lo que hay en común entre los estudiantes que el año 2005 salieron a la calle a protestar por la Ley General de Educación y los poetas novísimos, o poetas del 2000

o, si se prefiere, poetas jóvenes, dista mucho de ser

simplemente el correlato de una rebeldía pueril y visceral: es también la rebeldía de un amanecer. Y eso no porque los poetas fueran estudiantes y hayan salido a realizar activamente aquellas manifestaciones, sino porque se me vinieron a la cabeza inmediatamente un millar de poemas que mantenía albergada en mi memoria, en donde con tono casi profético se anunciaba la avasalladora rebelión de los pingüinos. Pensé en Diego Ramírez, su voz popular a la vez que marginal, llena de un sentido adolescente y lejano a cualquier epíteto de poeta maldito; pensé en Pablo Paredes, y su poesía coloquial y directa, alejada de manierismos y tan colmada de pasión y canto; pensé, por supuesto, en Héctor Hernández, alias H.H, el líder indiscutido del grupo poético. Todos ellos son los poetas del 2000. Todos ellos son la novísima.

I. LOS ORÍGENES

Si hubiera que sumarle un nombre femenino a este grupo deberíamos decir: Paula Ilabaca. Y si fuéramos más exactos, deberían ser dos: Paula Ilabaca y Gladyz González. Hacia el año 1999, Héctor Hernández, Paula Ilabaca, Diego

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Ramírez y Gladys González asistieron a los talleres de Balmaceda 1215, ubicados en esa precisa dirección, a un costado de la Estación Mapocho. Corrían los primeros años de la década del 90` y el Estado comenzaba a saldar la “deuda histórica” con el mundo de las Artes, una deuda que se expresaba, por entonces, en la falta de un Ministerio de Cultura y en la ausencia de políticas para la cultura que se tradujeran en fondos concursables. Se diseñaron muchas de las políticas culturales que hoy en día aún siguen en pie, como el Fondart. Otra serie de iniciativas que despertaron gran entusiasmo, tuvieron que ver con el rescate de espacios físicos para la cultura. Así surgió Balmaceda 1215. Bajo la idea de dar un nuevo uso al imponente edificio ubicado en dicha dirección postal, y que fue, durante años, la sede de las oficinas administrativas de la colindante Estación Mapocho. Se trató de una experiencia pionera en su diseño. El inmueble de Balmaceda 1215 fue cedido y adaptado para que en él se realizaran talleres de teatro, música y artes plásticas.

Los talleres literarios, hasta la época del surgimiento de Balmaceda, o bien eran pagados, o bien se mantenían amparados por las Universidades. La agrupación de los poetas en este nuevo centro trajo un cambio radical en el modo de entender el taller. Inicialmente, Balmaceda agrupaba a jóvenes de escasos recursos, dándoles la oportunidad de tener contacto con escritores de renombre sin mediar gastos para ellos. Los novísimos se vieron impelidos por este nuevo brío y, a no dudar, mucha de su temprana poesía surge desde ese vínculo entre marginalidad y rabia que expresaron tanto Diego Ramírez como Héctor Hernández. 8

Pero no adelantemos tanto. Bastará con indicar que muchos de ellos – menos Paredes– fueron miembros del taller de Sergio Parra. “Farra” –como lo llama Germán Carrasco en uno de sus libros-, es un poeta intermediario, de una generación indeterminada entre la “Escena de Avanzada” (léase Colectivo de Acciones de Arte C.A.D.A en su totalidad, Balcells, Eltit, Zurita, Rosenfeld y Castillo) y la generación del 90`. Hoy por hoy, se ha instalado con la librería Metales Pesados en la calle José Miguel de la Barra y ha dejado de lado la actividad de los talleres. Sobre ese famoso taller rememoro sus palabras exactas: “Yo les hice leer a poetas distintos. No fueron Pablo Neruda u Octavio Paz, sino Carmen Berenguer y Yanko González. Creamos un mundo paralelo de lecturas frente a la institución del canon poético”, Sergio Parra Dixit. Con belleza, Hernández refleja en este poema esas precoces incursiones:

No a las respetables putas de la belleza / No a los distinguidos perros de la poesía / Nosotros hemos cantado a nuestra generación sin lograr despertarlos del miedo / Nosotros hemos jugado a ser palabra derramando a tiros el desenfado sobre las cabezas de los boquiabiertos que nunca imaginaron un arrebato como este para la poesía y para lo que se vive de ella / Hemos desvestido a las muñecas con fuego y voz propia / Hemos desasistido por ellos nuestra lógica y nuestro pudor / Porque cuando los dioses se quedan en silencio los desiertos de atacamas del mundo florecen hacia adentro de los ojos / Ya 9

no queremos ser más ciegos / Buscamos luchar contra la desesperación del tiempo y los demonios del poder / Pero sólo ahora hemos resuelto que la poesía es un rumor de prestidigitadores / Y que nuestros dedos son dardos Héctor Hernández NO!

Y es así como Héctor Hernández, Paula Ilabaca, Diego Ramírez y Gladys González, con un promedio de edad que bordea los 18 años, se inscribieron en el curso de Sergio Parra, durante el segundo semestre de 1999.

II. LA NOVÍSIMA EN PLENO: EL AÑO 2000

El año 2000 no es simplemente el cambio de siglo. Se dice: es el cambio de milenio. Pero es además, el fin de una ilusión: en el año 1998, se publica el opúsculo Chile Actual: Anatomía de un Mito. Su autor, Tomás Moulián surge como un intelectual de peso, y la sociología se pone de moda. Junto con ella, es también la Universidad Arcis, la que surge como bastión contracultural. Es así como muchos conocen a la editorial Lom, a la revista Rocinante. Surgen voces críticas, hacia fines de la década del 90`, en relación a la vida cultural, económica y política del país.

Muchos

universitarios

(y

liceanos)

se

sintieron

fervientemente

entusiasmados por ese proceso. Lo vieron como una respuesta ante otros 10

fenómenos paralelos que suscitaban no más de algún odio generacional: el ensamblaje amable de los canales de televisión, el lento pero sostenido sobrepoblamiento de la ciudad, y la ultra visitada cita al “consumismo”, que en el caso de los más jóvenes revestía las veces de consumo cultural–chatarra.

La poesía que se conocía de la llamada generación de los 90` o “náufragos” (Javier Bello es su más destacado representante) era escasa e indocumentada. Muchos de ellos, al parecer, eran demasiado jóvenes para dirigir talleres en Balmaceda 1215. No hay, sin embargo, que caer en la evidencia de la generación como algo dado. Las generaciones son móviles e inestables, aunque pese a ello debemos asumir que existe una marca distintiva en los años 90`, pese a que Patricia Espinoza levantó en la conferencia de un encuentro poético, en octubre del 2004, la hipótesis de una “Red Poética Siglo XXI” – en la que entrarían novísimos como noventeros -. Serán los mismos autores del 90` los que instaurarán su propia escuela. Los novísimos surgen al amparo de una marginalidad que le hace frente a esa canonización.

Pero no se trató de un giro premeditadamente conceptual a la poesía anterior. No se trató, siquiera, de una experiencia que intentaba borrar el pasado. La borradura que había ejercido el predominio de las escuelas de literatura en los 90`, minaba las conexiones amplias, y necesarias, con el arte entendido como una manifestación global de la experiencia social y física. La experiencia del C.A.D.A fue el necesario vínculo para revitalizar la idea de un nuevo patrón poético distinto de la instauración generacional de los 90`. Ellas se abrían hacia un tipo de registro 11

poético liberado de las ataduras típicas de la institución académica y, a su vez, permitieron, por ejemplo, la realización de intervenciones y performances en espacios urbanos.

Después de la Dictadura. ¿Por qué la insistencia, en ese sentido, de revistar la epoché del dolor?

Una respuesta a ello puede ser la necesidad de dimensionar el daño, la erosión dejada por un sueño social incumplido por la Concertación. Pero también, enfrentar a la noche que se había abierto como una fosa en la vida de muchos jóvenes que habitaban en lo más ruinoso del porvenir eriazo de Chile: el presente, sin nostalgia, de la anomia social, del desempleo, de la apatía del mundo adulto. De este modo, y de frente allí, la poesía novísima se planteó desde la ambigüedad sexual, desde la promiscuidad y la belleza (a veces demencial) de la marginación como una última frontera, como una guerra sin cuartel contra las promesas rotas del proyecto concertacionista.

De allí viene lo siguiente:

Como un pequeño buda iluminado en calzoncillos Que calienta sus congelados a la luz del televisor Puedo hablar de la muerte Pero sólo sé lo que han dicho los que no saben nada de ella Pierdo luchando contra mí mismo 12

Y ser hombre nada tiene que ver con esto Porque ser más hombre quiso decir menos Allá lejos queda aquel entonces En que los amantes cuidamos tanto de no manchar a la muerte Con nuestra esperma Mi Chico enloqueció hoy son pocos los que me han visto Y ten contigo que cuando escribo muerte digo amor Como un pequeño buda iluminado en calzoncillos

Es el poema fundamental de la novísima, su poema fundacional. Pertenece a la serie Elegía Homenaje a Walt Withman, del libro Este libro se llama como el que yo una vez escribí, de Héctor Hernández.

Pero esa productividad del poema no implica, ni por lejos, la sutura, la solución del registro del poema. A lo más, permite explicar la operación que está en juego al interior de los “Novísimos”, pero que de seguro no pasa por alto su matriz unívocamente desgarrada, dolorosa: allá lejos queda aquel entonces.

III. POQUITA FE

Los años corrieron entres bares y performance, pero sin notoriedad pública. Eso, hasta que en el año 2003, Balmaceda 1215 pretende reclutar a lo mejor de 13

su ex alumnado para un proyecto de taller experimental. Se trata de un taller dirigido por Javier Bello –un poeta de la generación del 90``- y cuya finalidad es reescribir el Canto General, de Pablo Neruda, en la conmemoración del natalicio del poeta. En él participaron Héctor Hernández, Fanny Campos, Rodrigo Olavaria, Víctor López, Marcela Saldaño y Diego Ramírez.

El taller transcurre sin mayores inconvenientes. Lo interesante resultó ser el interés de la editorial Cuarto Propio por publicar el resultado, una vez finalizado. El prólogo estaría a cargo de Soledad Fariña y Raúl Zurita. El libro fue titulado Desencanto personal: reescrituras del Canto General de Neruda.

El prólogo de Soledad Fariña fue correcto y moderado, un juego entre el contenido de la obra y sus propias apreciaciones. El de Zurita en cambio fue absolutamente entusiasta, descoyuntado. En él hablaba de una nueva generación de poetas y su interés por Diego Ramírez fue sin igual. A partir de allí es que escribe el 18 de abril del 2004 en Artes y Letras un texto bajo el título de El baile de los niños, que hace alusión a un poema de Ramírez. En aquel artículo Zurita anuncia la pronta publicación de una descomunal antología de poesía joven: Cantares. Sería la primera vez que la novísima sale a la luz pública.

No todo será prosperidad, sin embargo. Un mes después Diego Ramírez es apresado acusándosele de participar en una red de pornografía infantil internacional. Pasa tres meses en prisión y el diario The Clinic publica un lamentable artículo bajo el título de Poeta Maldito (Mayo del 2004) . Se inicia en el 14

taller el intento de una defensa pública. En La Chascona –la casa de Neruda ubicada en el barrio Bellavista-, es programado el lanzamiento de Desencanto. Allí aparece Rodrigo Olavarría leyendo unos poemas de Diego, que estuvo encarcelado en ese período de tiempo.

Eran tiempos turbulentos. A fines de noviembre del 2003 Héctor Hernández presentó su tercer libro: El barro lírico de los mundos interiores más oscuros que la luz. Junto a Fernando Blanco, soy uno de los presentadores. Héctor aparece bañado en sangre tras las bambalinas del Centro Cultural de España: se había cortado las manos con un vaso roto, en una performance de presentación. La sangre corría y tenía vidrios incrustados en los dedos.

Pese a lo arriesgado de los actos o por lo mismo, el arte novísimo cobraba más sentido: sostenía una suerte de estética de vida que se enmarcaba con la resistencia ante lo que Héctor Hernández llamó micro dictaduras. Las lecturas comunes de Foucault los emparentaban. El problema era el poder, su despliegue, su fisonomía, y entendían que la poesía debía desmarcarse de cualquier sentido unívoco y debía ir por ese camino que Foucault trazara en Las palabras y las cosas: el mar sin fin de las aguas de Sade, las postrimerías de las enaguas de Justine y la persistencia de la estética llevada a la vida. El concepto foucaultiano de biopolítica es determinante para plantear en los novísimos un contra poder frente a las políticas del panóptico, del biopoder ejercido en la sociedad capitalista como control de los cuerpos. Es, así mismo, determinante en las proyecciones futuras de sus obras. El bar La Nona –un antro ubicado en la calle Pío Nono del 15

Barrio Bellavista- era un lugar diario. Allí, por primera vez, poco tiempo después del lanzamiento de Desencanto, Héctor planteó la idea de realizar un encuentro de jóvenes poetas.

La idea salió en el bar. Rápidamente Héctor Hernández diseñó una estrategia de abordar el problema de la “joven” poesía: a modo sencillo, la poesía joven buscaba diferenciarse de la poesía de los años 90`` (donde figuran nombres como Javier Bello, el insigne Germán Carrasco, Alejandro Zambra, Kurt Folch, entre otros). A su juicio, esa poesía era literatosa y de salón, amparada en el sesgo universitario y con una economía restrictiva a la hora de escribir. La idea les hizo sentido a los demás poetas y comenzaron a maquinar y darle consistencia teórica. Sus lecturas por entonces habían crecido mucho, pero conservaban cierta impronta: habían pasado de Michel Foucault a Gilles Deleuze. Este último fue de una enorme influencia en la idea de la poesía joven de Hernández: se consideró que ésta debía ser pensada desligada de la idea de vate poético y contra cualquier esencialismo. El valor implícito de las lecturas de Foucault y Deleuze en la obra de los novísimos es acicateado por el enlace entre la operación teórica y la operación poética como fractura con el literaturismo. A este respecto, habría que indicar que la filosofía y la sociología nutren su episteme teórica mucho más que la doctrina de las escuelas de literatura, como ocurría en los 90``.

Con todas esas sacramentadas ideas se lanzaron en un proyecto que pronto comenzó a crecer. En julio de ese año Hernández escribe el interesante 16

artículo Panorama subjetivísimo de la novísima poesía chilena, en la revista Educar Chile. Es la primera vez que surge el nombre “novísima” (Cf Hernández 2003: 1).

El texto de Héctor es reconocido por muchos como el origen oficial del concepto novísima. Allí tuvo la inteligencia de signar a la mayoría de nombres que luego quedarían registrados en el grupo. Es, también, la punta de lanza del encuentro ya que poco después se les ocurriría el nombre oficial: Poquita Fe, en alusión al título de una canción de Los Panchos. Por ese entonces, Pablo Paredes les había presentado a otro poeta–publicista (Paredes era publicista) de nombre Gregorio Alayon. Rodrigo Olavarría les había presentado a su vez a una amiga del taller que en la Biblioteca Nacional dictara Elvira Hernández, Carola Zuleta. Carola poseía una destreza especial en las relaciones públicas, por lo que pronto se transformó en la productora ejecutiva ideal.

Rápidamente comenzó la difusión del evento en todo el país. Miles de poemas llegaron de distintos rincones, y la labor de selección fue ardua. Pero su sorpresa fue mayor cuando comenzaron a llegar textos de otras latitudes, como México y Brasil. El encuentro pasó de Nacional a Internacional, algo que para sus 23 años superó ampliamente las expectativas.

Extrañas casualidades del destino. La periodista de El Mercurio Maureen Lennon pública a fines septiembre de 2004 una crónica donde son retratados como estrellas de cine y aparecen en una foto como una especie de banda de 17

rock. “Superstars”, se les llama (Lennon 2004: 15). El evento comienza a crecer por sobre sus intenciones y lentamente –según cuenta Héctor en una entrevista (Hernández 2008: 23) - les atrapa la máquina. Era tiempo de reaccionar.

Poco antes de lo de Lennon el periodista Franco Fasola, del diario La Nación, publicó, el 3 de octubre, un artículo bajo el título de Hambre. Allí se esbozaba la idea de que “los poetas” estaban en busca de fama fácil y que beben de las ubres de los poetas váticos (Fasola 2004: 34). Yo mismo escribo, el 31 de octubre del 2004, un artículo en Artes y Letras, en contra de las dos visiones planteadas por los colegas (Ruiz 2004: E14). Por ese entonces, los ánimos al interior de los novísimos estaban bastante convulsionados. La idea de una poesía novísima versus una poesía de los 90`` era lo que los mantenía despiertos hasta largas horas debatiendo y discutiendo. Poquita Fe los había hecho crecer como poetas, y también, con sus cuatro noches de lleno total, plantear un hecho inédito en el medio local: que la poesía chilena joven se estaba abriendo al mundo.

El contacto con poetas de otros países que vinieron al encuentro fue crucial para ello. Sobre todo la cercanía y amistad con Rodrigo Flores, de México, cuya venida a Chile fue tan “impactante” que de vuelta en su país fue capaz de configurar un grupo de similares características. Algo parecido ocurrió con la venida de Cristian di Napoli, de Argentina. El marco de público para las lecturas fue de un lleno absoluto. La sede de la Sociedad de Escritores de Chile no dio a vasto para tanta gente. Todos al interior del grupo hablaban de éxito.

Performance en que Héctor Hernández se corta las manos con vidrios de una copa rota, en el lanzamiento18 de su libro El barro lírico de los mundos interiores más oscuros que la luz, en diciembre del 2003.

IV. CANTARES

Finalmente, en octubre del 2004 aparece Cantares: Nuevas voces de la poesía chilena, la antología de poesía joven de Raúl Zurita donde por vez primera se dio cuenta de los novísimos (Cantares, LOM Ediciones 2004). Zurita justificó el empeño de su publicación en el prólogo, a partir de la constatación de que "ha irrumpido en Chile un impresionante número de poetas cuya fuerza y originalidad nos remiten, y prácticamente sin mediaciones, a la fuerza y originalidad de los poetas inaugurales", y seleccionó -en un trabajo de dos años y con agregados de último minuto (Antonio Silva se incorporó cuando el texto estaba ya presto a ser diagramado)- 42 de estas nuevas voces en un extenso volumen de 311 páginas cuyas dificultades de publicación no desmerecieron su estatuto de verdadero acontecimiento en el little town de la poesía criolla. Zurita plantea en la entrevista que le hicimos que le hubiese gustado que Cantares concluyera con el poema de Pablo Paredes:

Porque a este movimiento social se le trunca la cadera social, se desarma y parece un armazón tembloroso, pero no bailarín. Porque este movimiento que sembraron los quedados en la patria y cosecharon los idos y vueltos de la patria, es un movimiento triste, pero no bailarín. De qué sirvió que acompañaran las palmas: mosquitas revoloteando un hedor. Hay una tristeza en los potreros santiaguinos, hay una tristeza 19

en la niña/pobre/entre/pierna/pichí mirando el meneo tiesón de este movimiento social. Hay tanta tristeza en esa fiesta: la challa, el arcoiris, la serpentina, todo es un artefacto de dominación, en mi casa todavía no se cae el muro, por arribita se burlan los gatos de los perros, por abajo les muerden el cuello, movimientos violentos que no sacan mucha sangre. Nací un primero de febrero del 82, ese día estuvo quieto, sólo se contorsionó la vagina materna, ése sí fue un terrible movimiento social, ese sí fue bailarín.

Pablo Paredes Bailarín

En parte por su anuncio prematuro (fue anticipada por el mismo Zurita en Artes y Letras, el 18 de abril del 2004), en parte porque a través de los milagros de la Internet el manuscrito circuló anticipadamente por algunos correos electrónicos, esta antología generó una suerte de tensión en los camarines que explotó en pifias y abucheos: que un 95% de esta obra no vale la pena. Que Zurita intentó un velado blanqueo, al contraer nupcias con estas escrituras virginales y prístinas de las corrupciones y máculas que tiñen las obras de los poetas más satisfechos. Que los antologados reciben sus bendiciones del stablishment literario, son sólo algunos de los comentarios.

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Con excepción de Tomás Harris, sin embargo, nadie se preguntó en profundidad por la necesidad y pertinencia de esta obra cuando, hacía tan sólo cinco años, en 1999, Francisco Véjar publicó Antología de la poesía joven chilena. En dicha obra, aparecen ya la mayoría de los poetas aquí seleccionados. La respuesta estaba en los novísimos.

¿Qué había de nuevo bajo el sol pálido de la poesía chilena? Lo "nuevo" fue la emergencia de unos actores no contemplados en la escena de la poesía joven. Chiquillos recién salidos del pregrado e incluso de la escuela, pero cuyas propuestas se insertaron con fuerza en la escena de la poesía joven surgida en los años 90``. Raúl Zurita, quizás sin buscarlo -incluso más bien con intenciones conciliadoras- dio cuenta en Cantares de esa irrupción.

El lanzamiento se proyectó en la plaza Camilo Mori, del Barrio Bellavista, al aire libre. Lo curioso de esa modalidad hacía pensar en un marco enorme de público. No fue tanta gente la que llegó y el lanzamiento fue menos polémico que todo el lastre de recriminaciones y ditirambos de la prensa, como los comentarios de Ignacio Rodríguez, en El Mercurio (Cf Rodríguez 2004: 34) o los de Fabio Salas, en Rocinante (Rocinante 44, noviembre del 2004). Pero el círculo se había cerrado y los novísimos ya tenían un nombre ganado. Años después, yo los recordaría al ver la actitud vital de estos jóvenes secundarios, que seguro –como ridículamente imprecan algunos- no han leído a estos poetas, pero ni necesario es que la poesía sea leída para que sea el himno silencioso y hermoso de muchos.

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Mi intención aquí es presentarlos, pero también preguntarnos si es que acaso su señalada clandestinidad, su insistente marginalidad, no sea parte del Hambre que Fasola intenta evidenciar. Se trata de una pregunta de fondo, pero que no altera la osadía ni la voluntad poética de este grupo. Más bien, ella parece confirmarla: porque si la poesía merece o no ser puesta en un sitial privilegiado entre las artes quién podría negar que el estatuto de marginal, aunque fuere como impronta favorable, no es digno de ser pensado por boca de sus propios actores.

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CAPÍTULO DOS:

ENTREVISTAS

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Héctor Hernández Montecinos: “POQUITA FE PELEA CON EL FUTURO”

A sus 29 años, Héctor Hernández Montecinos ya no es un poeta joven. La vida lo ha hecho crecer. Se apronta a lanzar su primer libro bajo el sello LOM, Guión, y se alista a viajar a la Feria del Libro de Lima. Gracias a la obtención de una Beca del Fondo del Libro, ha podido dar curso al Poquita Fe III: encuentro internacional de poetas. Como gestor fundacional del movimiento de los novísimos y de ese encuentro, Héctor nos habla de los orígenes de su generación y de sus albores poéticos.

Me interesa preguntarte sobre los orígenes de la generación del 2000, su presente, y por supuesto, lo que ha decantado en tanto escrituras y poéticas. Sobre todo a partir de lo que se viene en el Poquita Fe 3.

La cosa se remonta al 99` con un taller en Balmaceda en que estaba Paula, Ignacio Briones, Gladis González, Jean Carlos, y otros. Yo no escribía poesía, Paula sí. Ella me pide que la acompañe a un taller (éramos compañeros de Universidad, estábamos en segundo año). Llegamos, y yo no tenía mayor interés en escribir poesía. Sergio Parra hacía el taller, y yo en ese momento le comenté mi nula inquietud por escribir. Él me dijo que si quería quedarme tenía que escribir. Como la gente del taller me había agradado, pensé la oferta. El contraste entre lo esquemático y pacato de la Universidad Católica y lo diverso de Balmaceda me

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gustó. Mi espíritu inicial al entrar a la U de tener un espacio de diálogo abierto para la literatura no se cumplió, por eso con Paula nos fascinó tanto Balmaceda.

¿Quién más estaba en ese taller?

Gladys González, Marcelo Briones, Mario Muñoz, César Aguirre, Jean Carlos Alberti… y creo que Ramiro Hassan, más cuatro o cinco que no recuerdo. Al llegar ahí estaba todo vivo, era cien veces más pobre que la Universidad, pero mucho más vivo. La cosa es que le llevé cinco poemas a Sergio Parra y le encantaron. Lo primero que me dijo es: ¡Esquizofrénico! Y eso era un signo de que le habían gustado. Así que a la clase siguiente le llevé otros cinco más.

¿Recuerdas alguna anécdota de ese taller?

Recuerdo un momento especial, que creo fue cuando decidí ser escritor. Fue cuando Sergio llevó fotocopiado Aullido de Allen Ginsberg. Él llevó las fotocopias e hicimos un círculo para que cada uno continuara la lectura. La emoción de ese momento compartido con gente de mi edad me desbordó. O sea, pensé, este tipo Allen Ginsberg equivocó el camino, yo quiero equivocarlo igual.

¿A qué te refieres con equivocar el camino?

En el sentido de una poesía que yo no sabía que se podía escribir, de negros inyectándose y mentes podridas. No sabía que existía algo tan fuerte ni algo tan 25

desgarradoramente profundo y vivo. Ginsberg no es el modelo de poeta que uno tiene en mente en el colegio, donde el referente es Neruda, un poeta burgués. Ginsberg es borracho, gay, judío, budista, hippie. Pero aparte de eso tenía una ternura y sensibilidad tan desgarradoramente triste que dije yo también quise equivocar el camino.

¿Cómo es tu relación con Paula Ilabaca en esos inicios?

Fue súper buena. Porque llegamos juntos. Paula ya escribía bien. Tenía textos bien armados y ella era lejos la que más brillaba. Parra nos había dado la bendición pero a la vez nos tiró a los leones, pues con Paula nos miraban como en bloque. Yo conocí a Paula a comienzos de ese año. En ese tiempo, no como ahora, la Católica era una universidad muy cuica y elitista. Yo no me juntaba casi con nadie pues prácticamente venía de las fabelas de Santiago, y me mantenía muy al margen de todo. En una clase, hubo un ejercicio de leer. Escribir una descripción de un objeto. A mí, si mal no recuerdo, me tocó una naranja. Lo hice y en ese momento la profesora me felicitó junto con mis compañeros. Me preguntó de cuando escribía y cómo pude escribir algo así. Al final de la clase Paula se acercó a mí, me preguntó el nombre y desde cuando escribía. Desde ese momento pasé a ser su amigo y comenzamos a juntarnos. Ella tenía otro amigo, gordito, así que éramos tres: Paula, el gordito y el “cola”. A partir de ese momento comencé a hacer vida universitaria, que es lo que no había hecho.

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¿Qué ocurrió después del taller de Sergio Parra?

El taller terminó en septiembre del 99. Después, creo, vino un taller de Lila Calderón. Ese mismo año yo también me hice amigo de Marcelo Briones. A él también le debo mucho. Pues su fuerza me impactó. Briones tenía una poesía de mucha fuerza, y junto con el contraste de la poesía de Paula, que era más melódica, comencé a calibrar mi oído.

¿Cómo fueron tus años posteriores?

Luego hicimos un proyecto, al que me invitó a participar Briones, donde además estaba Luisa Rivana, Felipe Hurra. Participamos de un taller de Alejandra Basualto, donde proyectamos sacar una antología. En todo caso, a mí siempre me tuvo mala la Basualto (hasta el día de hoy). La cosa es que la antología salió de todas formas, gracias a un financiamiento que obtuvimos de una beca de Balmaceda que otorgaba la Fundación Mustakis. Ese fue el primer fondo que hubo, y lo ganamos. Ese libro es mi primera publicación. Salió en enero del 2000.

¿Dónde crees tú que parte tu generación? Yo pienso que es con un poema: “Como un pequeño buda en calzoncillos”. ¿Cuál crees tú que es el origen?

Yo creo que como historia de vida el origen es Balmaceda. En esos talleres donde éramos antes que un grupo de poetas un grupo de amigos.

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¿Consideras que hay un texto puntual o un manifiesto fundacional?

Yo creo que como texto funcionó el NO a las respetables putas de la belleza. Ese texto es el que aunó un poco la sensación que había en el ambiente.

¿En qué circunstancias aparece ese poema?

Aparece en circunstancias muy especiales: cuando estábamos en la universidad, Zurita hizo un taller. En ese mismo período yo obtuve un premio del INJ, en el que el jurado era Zurita, Memet, Berenguer y Jorge Montealegre. En ese concurso participó mucha gente, pero yo lo gané con un poema de título D.S.E. El premio lo iban a entregar en el primer acto público de Lagos. El premio era además muy simbólico pues era su primer acto. Pero algo ocurrió, que Lagos no pudo ir. De todas formas el premio lo entregó el INJ y fue muchísima gente.

Eso fue en mayo. Yo conocí a Zurita poco después, cuando comenzó a ser profesor residente de la Universidad Católica. Entonces yo le doy alcance en el patio, y le pregunto si se acuerda de mí, pues él me otorgó el premio. El poeta me dijo que por supuesto se acordaba de mí y me pidió cosas que yo ya estaba haciendo. Yo le mostré mi trabajo de entonces, que ya bordeaba tres mamotretos de mil páginas. Me dijo “esto hay que publicarlo ahora ya”, y se empecinó en tratar de publicar La Manicomia. El mundo editorial no lo conocía mucho en ese entonces. Y empezamos a barajar editoriales.

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En ese tiempo ya éramos amigos. Zurita siguió siendo profesor residente de la Católica. Entonces, como sabían que yo era amigo de él, cuando obtuvo el Premio Nacional, me pidieron intervenir. Llegó el día en la mañana y Paula me pregunta si traía el ensayo. Yo le digo que en vez de eso traía un poema que escribí en la micro. Saco la hoja, se la muestro. Y la Paula empezó a leer No a las respetables putas de la belleza. Ella me dijo que a partir de eso me iban a odiar en la universidad, pues eso no era homenaje. De todas formas, yo leí el poema. La gente quedó pasmada. Zurita estaba emocionadísimo. Al final no intervino más en el evento.

¿Cuál crees que es el futuro de tu generación?

Bueno, han pasado ocho años de ese evento hasta ahora, y mucha agua bajo el puente. Al año siguiente yo publiqué NO!, mi primer libro. Era el primero en publicar y eso me dio mucha culpa. Por eso decidí incluirlos a todos en ese primer libro, participando con fotos y pinturas. De ese tiempo hasta ahora todos ya han podido publicar, viajar por el mundo, y concretar sus proyectos. La mayoría bordea los dos o tres libros. Está el Poquita Fe, hemos ganado becas y premios, y entonces se agrupa cierta imagen de una generación.

Pero por otra parte la generación anterior tiene el poder de la prensa, está posicionada en las Universidades… ¿Sigues planteando esa distancia entre generación del 90` y los novísimos?

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Yo sentía que la generación del 90` estaba inmersa en su mundo literatoso, universitario, en posesión de los canales de difusión literaria. Pero si hubo una batalla, claramente ellos la perdieron. Pero uno podría decir la perdieron en el mejor sentido pues ahora tiene el control total, por no decir todos… el caso de Zambra es posiblemente paradigmático.

¿Cuál es la pelea de Poquita Fe en ese sentido?

Poquita Fe creo que no está ya peleando con el pasado sino con el futuro. Con un porvenir aciago. Ya cada vez hay menos interés por la poesía, no hay mucha gente que vaya a recitales. Creo que la pelea de Poquita Fe apunta a luchar contra esa ignorancia. Aunque mucho de ello pasa por la búsqueda de los poetas jóvenes. De aquellos poetas más chicos que puedan mostrar que los jóvenes no están inmersos en este mundo de panfleto y olvido. Es como cuando a Marlyn Manson le preguntan: ¿qué le dirías tú a los jóvenes? Y el responde: no les diría nada, sólo los escucharía. No tenemos nada que decirles, sólo escucharlos.

¿A quién destacas de ese grupo de poetas?

Hay muchos, montones. Pero quizás los casos más claros son los de Camilo Herrera y Felipe Becerra. Herrera se ganó a los 20 años el Roberto Bolaño. Además está la excelente obra de Nicolás Said también. O el caso de Sebastián Baeza, un muy buen poeta, y eso por solo nombrar a algunos.

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¿Y de los que no valen la pena?

No sé si no valen la pena, pero sí que está muy afanados con el exitismo. Por nombrarte a dos, Guido Arroyo, Gabriel Zanetti, que están muy encandilados con el éxito, con las luces. Gente que está fascinada con los prólogos maravillosos, con las grandes ediciones, con aparecer en revistas y antologías. El mismo Enrique Winter. Son gente que hace diálogo con los años 90` más que con la novísima. Bueno, tiene que ver con todo el problema de la relación entre mercado y exitismo. Yo les daría poco tiempo en la poesía. Si uno es poeta, debe saber que con esto no se vuelve rico.

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LA CONTIENDA POÉTICA DE PABLO PAREDES

Paredes no lo oculta: pudo ser un revolucionario. Pero de la ternura. Se siente comprometido políticamente con la izquierda extra parlamentaria, pero su corazón es poético. Sin chistar, se refiere a la Concertación como un fracaso político. Su poesía así lo documenta y él, travieso, se deja llevar por la honestidad del viaje literario. Hay que escucharlo.

¿Cuáles fueron tus inicios como poeta?

Yo distingo dos períodos de inicio. Un inicio familiar y otro pandillesco. Un inicio familiar tiene que ver con que si bien vengo de una familia popular en mi casa siempre hubieron libros. Con un papá que escribía, que leía, y una mamá que lo seguía de cerca. Era algo así como la estética de la casa, en todo caso, pues empecé a escribir como a los 14. Antes yo veía tele y mis papás se daban cabezazos contra la pared. Pero hubo algo importante en el hecho de que siempre pude ver libros y me rodeé en un ambiente literario, de estanterías. Así me recuerdo viendo en ella el libro La tía Tula de Unamuno y preguntándome ¡qué habrá ahí adentro! Imagínate todo lo que pasaba por mi cabeza en ese momento. Eso fue a los 11 o 12 años. Hasta que a los 13 o 14 años saco un libro de la biblioteca de mi papá, Confesiones de un granuja de Esenin, y ahí me encuentro con Cardenal. Fue en ese momento, ese acto de hurto, donde me pasa la escritura de ser un acto completamente precario de escribir canciones de rap y hip hop hacia una escritura que se dispara, hacia los 18, donde comienza la escritura 32

de El barrio de los niños malos. De ahí a los 22 obtengo con esa obra un premio en el concurso de las Juventudes Comunistas. Después vino lo del Premio Armando Rubio, y ahí empieza a aparecer el proyecto poético en su conjunto.

O sea, el proyecto de El Barrio de los niños malos es solitario...

Sí, exacto. Y es desde ahí de donde surge posteriormente el segundo momento del que te hablaba que es el momento pandillesco, donde aparece un Héctor Hernández, una Paula Ilabaca, un Diego Ramírez. Pero primero es muy solo, y luego voy descubriendo tangencias comunes. No parte en todo caso de una orquestación.

¿El hecho de ver tus textos publicados cambió tu relación con la poesía?

Sí, porque ahí termina el diario de vida y comencé otra cosa, desde ahí surge la idea de publicación. A la par con que termina con mi anonimato y se va mezclado con mi militancia. Yo entro a militar a los 13 años a las juventudes comunistas y afronté en un momento la poesía como una nueva militancia. El hecho de verla en papel, acrecentó mi sensación de materialización política de la poesía. Verla así la volvió más concreta en términos políticos. No es que yo quisiera defender ese anonimato o clandestinidad del diario de vida. Por el contrario, la idea era salir de la esfera de la intimidad, que fue más bien un padecimiento.

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Cuando tú enfrentas la poesía como género, ¿pensaste después que sería la pandilla que fue?

No lo sé en realidad, pero el poema que da título al libro El barrio de los niños malos dice algo así como: “Y volveré al barrio de los niños y me reiré desde miles de páginas”, o algo así. Ese es un barrio concreto, ubicable en el mapa y que tiene que ver con mi infancia más remota. Es además, una suerte de venganza ese poema, pues a partir de la pandilla es que surge una idea de venganza.

¿En qué sentido venganza y por qué?

En ser chico, había una derrota física. En el sentido de que te pegan por chico, que te pegan por no ser bueno para la pelota. Había dos opciones, meterse al gimnasio a estudiar karate o ponerse a escribir como venganza. Y una venganza que tiene que ver también con una suerte de dignidad. Sí, soy pobre, soy de izquierda y los pobres son mi bandera pero no me dejaré aplastar por la pobreza o por algunos de los “pobres malos” que sí fueron siendo aplastados por la pobreza. Pero es un tema que ha venido decantando con el tiempo y no sé si tengo la misma sed de venganza en la medida que uno sabe el por qué de la violencia y uno sabe que la violencia que uno padeció explotó en mí pero pudo haber explotado en otro niño. Pero sí hubo en mí, en cierto momento, un deseo de venganza.

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Y esa vuelta al barrio como dices tú, en tu cita, ¿es una especie de aceptación de tu reconocimiento como poeta?

Es más bien el reconocimiento de que uno accede a un lugar de poder. Así, estamos en este café de Lastarria hablando de literatura (risas), tanto el lugar como el tema son, desde luego, lugares de poder. Aunque también hay que dejar en claro que no estoy tomándome un café con Lucksic o con Angelini, pero es claro que un cierto lugar de poder manifestamos los poetas por el reconocimiento. Y frente a eso uno puede renegarse a sí mismo, o empezar a administrar y articular desde ahí. Aunque también es complejo, hay que admitirlo, esa plataforma. Desde luego, yo nunca me creí el cuento de poeta under. Nunca lo creí primero porque la militancia te va mostrando que si uno es interesante para el mercado, el mercado igual te toma y desde ahí uno tiene que administrar o sucumbir pensando esa situación. En segundo lugar, no lo creí porque el under es otra cara de a elite, nada más. El under finalmente se acomoda quedándose al margen. Para mí se trata de arrebatar poder.

¿Arrebatarles el barrio Lastarria?

No. Me refiero a arrebatarle en primer lugar la posición política de la literatura y en segundo lugar arrebatarles el poder político, concretamente, ir en busca del gobierno. Eso tiene un nivel discursivo y un nivel político. Yo de todas formas me sigo apegando a un discurso de izquierda.

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Es una suerte de discurso dentro del discurso de la izquierda, si entiendo bien.

A mi modo de ver sí. Es curiosamente la idea de un discurso transformador, pero que busca sus tradiciones. Concretamente, se trata de mantener un discurso de izquierda, pero entendiendo que el discurso de la izquierda setentera está obsoleta. Aportar nuevas sensibilidades que podrían dinamizar plataformas de movimiento social real para hacer una mudanza de sensibilidad al 2000.

¿No hará falta que se muera una generación para eso?

Las generaciones se topan, pues siempre hay convivencia. Siempre hay adolescente, papá, mamá, hijo.

Mi impresión es que la sociedad chilena está pasando por una suerte de embudo, donde hay gente que cada vez quiere entrar más joven al mundo adulto.

Yo discrepo del discurso generacional. Y aunque crean que estoy tomando un discurso pasado de moda, me da la impresión que el viejo tema de “clase” es aún necesario. Por más que tú ya hayas salido de la pobreza, es necesario entender que el modo en que me relaciono con los pobres tiene directa relación con mi vida. Todos esos movimientos generacionales son en realidad movimientos de clase. Así como hay cierto tipo de sociología que categoriza, así también la televisión, 36

por ejemplo Chilevisión, segmenta los adolescentes según patrones inexistentes. Si el Diario de Eva considera que da cabida y sentido a una generación, de seguro uno pensaría que es una juventud representada cuando en realidad son una minoría. Lo puedes llevar incluso a un plano estadístico. Si lo pones por corte de pelo, lo que hoy la televisión presenta como generación es una minoría.

¿Qué quieres decir con “tomarse el gobierno”?

Yo creo en la democracia. Pero creo también en la toma y asalto al gobierno. Creo en el juego democrático pero también la idea fuerza de que una coalición de izquierda pueda tomar el poder.

¿Eres más optimista que antes?

Yo creo que sí. El año 2006 me parece que terminan recién los noventas. Los noventas murieron y desde ahí se acabó un poco mi sensación de fracaso y desde ahí siento que pese a la tragedia nacional existente se gesta algo nuevo.

Hay un epígrafe de un libro que Zurita publicó el 2006, Los países muertos, que dice: “Y ya casi amanece”. ¿Te sientes identificado con eso?

Sí, o al menos me siento identificado con quienes desearían identificarse con él (risas).

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Me dijiste recién que no te gusta sentirte identificado con el concepto generación ¿Cómo te vez tú en relación a la novísima?

Es una pandilla básicamente. Porque si uno lo lleva al término etario yo te podría decir que hay un montón de poetas de mi edad con los que no coincido para nada. También por otro lado está José Ángel Cuevas o Raúl Zurita que, pese a no ser de mi edad, los siento muy cercanos. Sucede que con Héctor y Paula coinciden las edades y las propuestas, pero no siento que sea algo determinante.

La novísima es un asunto que me intriga. En algún momento sentí que era una lectura apresurada pero ahora lo veo con otros ojos. Siento en buena medida que los novísimos se muestran como una nominación de lugar. En algún momento determinado eso sirvió para diferenciarnos de otras poéticas y otros territorios y plantearnos desde algún lugar. Yo mismo defendí el concepto y entiendo por qué dijimos lo que dijimos e hicimos lo que hicimos. En el 2006 nos nominamos tales para plantearnos frente a otras poéticas. Pero es corto en la medida de quienes quieren leer esto en términos etarios. Pero si olvidáramos los RUT o fechas de nacimiento, Zurita bien podría ser un novísimo.

¿Y qué te parecen los poetas de menor edad como Guido Arroyo o Gabriel Zannetti?

Siento que hubo un retroceso por parte de algunos poetas que fueron apareciendo, ya que no supieron apropiarse de un territorio y de un concepto. Por 38

eso creo que no es el momento de jubilar nada, ningún poeta posterior. Hay que recordar que la poesía tiene sus propios recorridos, territorios y lugares. No hay que ser deshonesto y plantear que como este grupo no resultó, ahora viene otro o habría que esperarlo. Por ejemplo, el primer Poquita Fe se llamó Encuentro Latinoamericano de Poetas Jóvenes. El segundo Encuentro Iberoamericano de Poesía Actual. En el tránsito de uno a otro se plantea el reconocimiento de una ampliación de la mirada. Para mí Héctor Hernández o Diego Ramírez siguen siendo un referente de lo que está pasando y no los voy a jubilar a los 20 y tantos. No me aparecen sombras aún de nuevas voces que los reemplacen. En un momento se pensó que la novísima iba a ampliarse súbitamente. Pero yo creo que es más lento el proceso.

¿Y hacia dónde crees que va dicho proceso?

¡Hacia el socialismo! (Risas) Yo creo que hacia un nuevo y verdadero espacio de rebelión y subversión. Es un camino extraño. Tan extraño que nos tiene en este barrio, tan extraño que nos tiene publicando, tan extraño que nos tiene en la mira de la crítica de este país. Pero un poeta debe estar atento a esas miradas. Por eso hay que ser inteligente. Un buen ejemplo es Jorge González que deja un poco los medios pero también les cobra. Hay que dejar un poco que te soben el lomo y también cobrar aparte.

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¿Y qué anécdota recuerdas de tu “pandilla poética”?

Yo creo que hubo un período muy lindo de tomar cervezas cagados de frío en Dardignac con Pío Nono. Se construyeron ahí los afectos, se construyeron los territorios, y el gesto de signar que la poesía no está simplemente en el cafecito del Galindo sino también en el frío de la Nona. Ese gesto para mí inaugura.

Y para finalizar, cuéntame, ¿cuáles fueron tus referentes poéticos?

Fue bueno haber hecho resistencia en lo poético, como te contaba. Se trata de entender cómo aparecieron los primeros autores como los poetas rusos, o cuando apareció Cardenal. De ahí pasamos desde los libros a la referencia viva. Ese momento es especial porque marca la entrada a una especie de taller permanente sin haberme dado cuenta. En verdad, mis referentes siempre van a ser mis propios pares. La lucha es con ellos y, hasta cierto punto, por ellos.

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Paula Ilabaca: “LA NOVÍSIMA ES LO MARGINAL”

Con el desplante de una femme fatale, hace su arribo Paula Ilabaca. Se asoma al local donde nos reuniremos, mira adentro y pregunta por mi nombre. La veo venir y la saludo. Sólo entonces me percato que no viene sola, sino con su gata. “Está enferma y la llevo al veterinario después de la entrevista”, me dice. No tengo problemas con los felinos. Sobre todo si vienen acompañados por poetas como ella.

¿A qué te suena la palabra “marginal”?

A mí me vienen dos lecturas, aquella que tiene que ver con lo marginal político y social y la marginalidad literaria. Lo marginal me suena, en esta segunda acepción, a aquello que le está haciendo una vuelta de tuerca a la institución.

¿Consideras que tu poesía es o fue marginal?

Me parece que en algún momento sí fue una poesía marginal. Pero con el tiempo empecé a perder la inocencia pues me sucede que cuando miro el texto también lo estoy viendo críticamente. Ahora me parece que sí fueron marginales. Estoy 41

preparando una lectura con Diego Ramírez de mis textos del primer libro, Completa, y con el tiempo ese poema me parece súper rabiosamente marginal.

¿Y ahora, crees que hay de todos modos una distancia entre tú poesía y otras más instaladas?

A mí me da que la marginalidad no se debe buscar, se da.

¿Pensarías entonces que existe una poesía más cercana al gusto del crítico de prensa?

Pienso que al escritor le viene la necesidad de escribir como se le da la gana. La gente escribe lo que le gusta, nada más. Además en la actualidad hay más formas, más referentes e incluso se pueden hacer auto ediciones. Se podría decir que mi propia poesía es comercial y de gusto de la prensa, pese a que en algún modo se me consideró marginal. Ahora estoy escribiendo de un modo en que se establecen ciertos parámetros que podrían considerarse comerciales. E incluso más, en mi taller de poesía la pregunta siempre ronda, el por qué y el para qué de la escritura, pero dejando un poco ya de lado esa dicotomía institución versus marginalidad.

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Según entiendo de lo que planteas, la marginalidad se resuelve en una dicotomía marginal versus instituciones, pero tu generación así lo deja ver, a partir de ahí uno hasta podría dudar de que exista la llamada “novísima generación”, ¿Crees que exista?

Sí, lo creo.

¿Qué es?

Un grupo de poetas en la que está inserto tú, Paredes, Ramírez, Héctor, Gladys González y yo. La novísima en un momento se instaló dentro de toda la gente que estaba escribiendo algo especial. Existe una continuidad entre todos los compañeros de Balmaceda. Considero que la novísima fue marginal, pero ya no lo es. En sus orígenes, ver jóvenes vinculadas a la universidad yendo a Balmaceda 1215 me parece refleja una actitud marginal, pero aunque eso ocurra aún, esa actitud ya no expresa algún tipo de marginación, sino una actitud corriente.

¿Recuerdas algún hecho particular o performance donde se denote ese momento novísimo como ruptura?

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Bueno, el trabajo del Héctor (Hernández). Si bien yo siempre lo he sentido como un igual, se escapa, es distinto. El primero en acercarse a lo multidisciplinario, el primero en hacer performance. No es que se le haya ocurrido antes, sino que más bien fue el que se atrevió. Recuerdo cuando se lanzó NO! Con toda aquella performance con sus fotos y pinturas, eran vínculos impensados y Héctor se atrevió. Era impensable pero a su vez era recorrer hacia atrás los ochentas y La nueva novela de Juan Luis Martínez.

¿Qué te parece ese vínculo 80`s con la novísima?

Total, todo. Es eso. No copiar, pero si tenerlos como referente. La novísima es la gran cita de los 80`. Así como en el cine se va viendo una cita a otra cinta la novísima cita a los 80`. También me parece súper coherente que hayan pasado 20 años. A mí me ha tocado en varias ocasiones participar en entrevistas junto a Héctor sobre la poesía de los 90`. En ellas siempre comentamos peyorativamente esa generación, pero en el fondo pasado el tiempo uno piensa que tal vez a ellos no les interesaba romper con nada y querían escribir de otra manera, nada más. Pero a nosotros nos tocó otro momento y época en que tuvimos que revisitar los 80` y en donde Balmaceda tuvo una influencia determinante.

Sergio Parra…

Claro, pues él fue el primer gran mentor de los novísimos

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¿Cómo ingresas ahí?

Fue por una amiga, la Ángela. Una chica alta que hacía talleres de danza en Balmaceda. Ella me dijo que en el segundo semestre de ese año 1999 empezaba un taller de poesía en Balmaceda. Con ella yo llegué de nuevo a Balmaceda y también lleve al Héctor. Parra salió con su postura tan rebelde y cautivadora a la vez y eso me embrujó. Yo siempre he dicho que he tenido dos padres poéticos: Raúl Zurita y Sergio Parra: como verás, el canon y el margen.

¿Lo marginal, no podría transformarse en un concepto cómodo?

En este país lo marginal vende. Es un poco lo que me pasa con el Diego Ramírez. Nosotros estuvimos juntos en el taller de la Fundación Neruda y me tocó hacerle la crítica. Pero yo hice una crítica donde postulaba que el Diego era algo así como un sastre. De hecho, la crítica se llama: Corte, moda y confección en Diego Ramírez. A él tú lo puedes ver muy marginal, pero sabe muy bien lo que hace y siempre se nos va adelantando un poco. No es una competencia ni nada sino algo no buscado.

¿Cuáles fueron tus poetas referentes?

Por el mismo Parra leí a Carmen Berenguer, a Malú Urriola. De las internacionales me gusta Emily Dickinson y Silvya Plath.

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¿Te consideras una poeta ya madura?

Sí, de todos modos. Y para ese proceso me ha servido mi taller de poesía. Allí me he reconciliado con muchas cosas por las que sentía mucha rabia, como la misma marginalidad. En el taller mismo yo también no impongo, diría que me disocio un poco. Dejo que la gente habla y yo solamente escucho. Eso me ha servido para crecer y madurar mi propia creación.

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DIEGO RAMÍREZ Y “LA GENERACIÓN 1215”

Al poeta Diego Ramírez no le gusta hablar de novísima. Prefiere decir: generación 1215, para referirse a los poetas surgidos del Centro Cultural Balmaceda 1215. Igual, dice sentirse parte de los novísimos. Y también repudia la generación del 90`. Dice instalar una resistencia, una política, pero del “corazón”. Con libro nuevo, nos cuenta de su paso por la cárcel, de sus inicios, de sus talleres. En extenso, Diego Ramírez.

¿Cómo fueron tus inicios en la poesía, en Balmaceda?

Yo tenía 15 o 16 años, fue la primera vez que formalice el diario de vida y esos gestos iniciales que tiene uno cuando escribe. Llegué muy tímido, como siempre, a un primer taller de cuentos para principiantes que dirigía una narradora de novelas históricas, Juanita Gallardo, ella nos hizo escribir una biografía y después un cuento. Me acuerdo que armé un texto que se llamaba "Llévame contigo" que era la historia de una mujer ferviente católica que se masturbaba en rezos pensando en el cuerpo desnudo y lacerado de cristo. Recuerdo que Juanita Gallardo me escribió con grandes letras rojas una serie de calificativos increíbles de que mi texto era sorprendente, quizás nunca le he dicho a ella lo fundamental que fue para mi eso, si no fuera quizás por ella, no hubiera seguido escribiendo. Después, ella me recomendó tomar el taller que seguía en el 1215, con Pía Barros, ahí conocí a esta profe increíble que literalmente me enseño a leer y a escribir. Pía Barros como tallerista es maravillosa, lejos una de las mejores en este 47

país, con ella aprendí muchos ejercicios técnicos, tenia 16 años y fue muy revelador, ese taller se prolongo por casi 5 años, después en una suerte de beca en sus talleres formativos de nombre Ergo Sum. Siempre fui el más chico, y el único hombre del grupo, lo que fue muy revelador con mis proyectos de escritura y la búsqueda de mi voz propia. Sin darme cuenta empecé a escribir en femenino, todas mis compañeras de taller eran mujeres, leíamos y trabajamos de cerca con una sensibilidad cercana a la teoría más feminista y de género. En los talleres de Balmaceda 1215 me formé durante muchos años en narrativa, ahí aprendí mucho de técnicas y esas cosas formales que tiene el cuento y que yo creo que es fundamental para ordenar la obra poética: estructura, ritmos, formas. La gente cree que la poesía es algo tan libre y, si bien es cierto, a veces es necesario esa rigurosidad técnica que te permite decir más cosas, yo al menos trabajo mucho eso en los talleres literarios que dirijo: desde la narrativa llegar a la prosa y desde ahí encontrar la voz poética de cada autor. Desde el año 1998, estuve en muchos talleres en ese lugar, con Alejandra Costmagna, con Pablo Azócar, Lilian Elphick, de ahí vino un giro increíble, cuando llegué recomendado por Pía, al taller de crónica urbana de Pedro Lemebel, yo era un escolar ordenadito, que leía en vez de jugar fútbol, y ahí con Pedro cambió mucho todo, la historia, el deseo, la manera de mirar la ciudad, las rebeldías. Ese taller también siguió de manera simbólica, en encuentros en su casa, en importantes conversaciones, mirando la virgen del cerro, en un balcón increíble que tenia muy tránsfugo el Pedro en su casa. Él, fue un gran maestro que, sino fuera por Balmaceda y ese arte gratuito, jamás hubiera conocido, ahí pasé de la crónica a la prosa poética, con mucho miedo, porque mi padre escribe poesía, entonces era un tema complejo, como que 48

respetaba mucho la poesía, en ese momento estaban Paula, Héctor y Gladys en el taller de Sergio Parra, ellos eran los poetas malditos del grupo que miraban con cierta distancia a los nerd de narrativa. Por Pedro, llegué al taller de poesía urbana de Carmen Berenguer, ahí siguieron los giros, con mi amiga Gladys nos ganamos una beca Mustakis que daba el centro cultural a jóvenes talentos, con esa beca publicamos el libro Relamido (crónica + poesía), que era esa mezcla de géneros, en el fondo era la justificación para armar un proyecto juntos, de ese libro recuerdo la nostalgia de ser tan chicos y descubrir la noche, los primeros bailes, y la generosidad de Berenguer de prologar ese libro, que también se formó en otro taller que seguimos junto a Gladys con Rita Ferrer. Después yo seguí en poesía, en otros talleres, con Sergio Parra, donde nos conocimos con otros jóvenes poetas de Balmaceda. Pasaban muchas cosas ahí, ese espacio es muy potente, yo le tengo un profundo cariño y respeto a Balmaceda. Para mí significan mi primera habla, mi lengua. Ahí me vinculé con gente maravillosa. Este año volví a Balmaceda a dirigir un taller y fue increíble ver a jóvenes que están en la misma que uno 10 años atrás, las mismas rebeldías, las mismas ganas de decir, todo eso es hermoso, quizás si no ha pasado tanto, es por la responsabilidad de los profes del 1215, ellos tienen que ser capaces de entregarle a los chicos la furia que necesitan para entender esta fatalidad y el riesgo del acto terrible y salvaje de escribir.

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¿Cómo es tu relación con Héctor Hernández y Paula Ilabaca?

A ellos los conozco hace mucho, mucho tiempo, quizás ya como 10 años en Balmaceda 1215. Ellos eran amigos de Gladys, así los conocí, como los chicos de poesía, primero conocí más a Héctor, teníamos amigos en común, y nos encontramos en muchos lugares, recuerdo que una de las primeras personas que me invitó a leer a una recital poético fue él, cuando había publicado Corazoncito / Noche, siempre he tenido mucho respeto por su trabajo teórico y su obra poética, y siento que tenemos una relación de mucha complicidad, desde ahí, me encanta saber que hay ciertos lugares o ciertos lanzamientos donde siempre nos encontramos, hay lugares donde sé que el único poeta de la generación que podría estar es él, hay como una estrategia de encuentros no programados y programados que es la que da finalmente sentido a un “circuito”. Es un placer hablar de literatura con Héctor, es una de las pocas personas inteligentes, capaces de entender distintas subjetividades (gays, lésbicas, y otras), y esos pequeños y hermosos detalles románticos y dantescos. Con Paula nunca tuvimos la posibilidad de hablar mucho, hasta que nos encontramos en el escenario terrible de la Fundación Neruda, esa beca que por diversas razones nunca se nos había dado y a todos nuestros amigos poetas sí. Yo ese año, ya aburrido de reclamar esa misma beca que por la cárcel me quitaron hace 3 años atrás, porque la había ganado el mismo año que fui detenido y nunca pude reintegrarme; ni al próximo, ni al próximo año, según me lo habían prometido, entonces mandé una especie de carta exigiendo mi reincorporación con firmas de gente, amigos poetas, etc. Ahí me encontré con Paula, y sentí que los dos estábamos en esa situación parecida, 50

ahí vino una amistad y cariño hermoso, que eran esas largas conversaciones camino a casa por la Alameda, hablamos de amor, de moda, de rabias, fue todo muy especial, conocerla y armar una complicidad, para mí es un placer invitarla a leer a cosas que son importantes para mí, como la inauguración de mi Carnicería Punk, ella siempre está ahí, todo eso es muy lindo, generoso, en realidad a Paula y a Héctor les tengo mucho respeto por sus escrituras, porque sé que son trabajos serios y que viene de hace tiempo, hace muchos que nos conocimos como adolescentes en Balmaceda, y eso no se olvida más, hay un territorio, una búsqueda, un camino que hemos compartido juntos.

Has sido muy cercano a Gladys González, ¿cómo se conocieron?

Teníamos como 12 años, yo estaba en octavo básico, y llego una chica tímida y rebelde que dejaba a los profesores hablando solos y se iba con un libro al patio del colegio, era un colegio pequeño y aterrador en Gran Avenida, ella era la chica rara y yo era el tímido que escribía en papelitos, a veces nos mirábamos de un lado a otro, como con desconfianza, de saber que ambos éramos los pequeños monstruos salvajes que resistíamos a la furia escolar. Ella leía un librito antiguo, creo que eran los poetas malditos, yo en cambio leía Rayuela, todo eso mientras volaban papeles y mis compañeros jugaban fútbol. Ahí ella se acercó, ella fue la primera en hablarme, hablamos de la Maga, de Rocamadour, nos escapamos un par de recreos, nos encerramos en algunas salas, nos mostrábamos las primeras hojitas de cuadernos con poemas, hasta un día en que le conté que iba a Balmaceda, ese día nos pusimos de acuerdo y nos fuimos a inscribir juntos y ahí 51

comienza la historia. El hecho de haber publicado dos libros juntos, gracias a dos becas Mustakis que ganamos 2 años seguidos, fue algo hermoso, ahí quedaron inscritos mi corazón con su nombre y su corazón con el mío.

¿Recuerdas algún hito particular de tus inicios como poeta?

El momento que recuerdo como más importante, fue cuando recibí el Primer Premio en los Juegos Literarios Gabriela Mistral. Tenia 17 años, estaba en el colegio y era la primera vez que participaba en un concurso. Tiene una cierta importancia por lo que significan en algún momento particular de tu vida, en mi caso, ese premio, me permitió revalorizar mi trabajo. Desde muy chico, pude decir que quería dedicarme a eso y me dio mucha seguridad para seguir escribiendo y trabajando en algo que me parecía una necesidad, asumir que era lo único que sabia hacer bien. Quizás al hablar de hito, pueda ser, también, cuando escribí El baile de los niños, era un trabajo que siempre me asustó un poco, era muy extraño escribir desde ahí, armar una poética en relación al baile y las tribus urbanas, a lugares tan aparentemente superficiales, llevar la poesía ahí, era algo tan extraño, siempre tuve dudas con ese trabajo en el proceso de su escritura, hasta que llegó a ser leído por otros, y finalmente terminó convirtiéndose en mi primer libro. Por último, podría considerar la Beca de Creación Literaria del Consejo del Libro, que recibí el año pasado por Mistrala, ese era un proyecto muy difícil, que me costo mucho concretar, desde su título, la forma, todo eso, por eso el premio fue un reconocimiento a esa propuesta, me permitió trabajarlo con la confianza de que era un trabajo importante, al menos desde la subjetivad del jurado que te elije, por 52

lo demás porque participé en poesía, quizás la categoría donde más obras compiten y en una categoría compleja como es la de escritores profesionales, que partía desde los 25 años, yo los había cumplido recién, y consideraba casi imposible ganar esa beca, considerando la cantidad de escritores profesionales y publicados; con mucha más trayectoria que la mía, que estaban participando, para mi eso fue muy valioso, iluminó un poco mi proceso creativo y mis ganas de seguir terminando ese trabajo tan complejo.

¿Cuándo llegó el reconocimiento público de tu obra?

En realidad, uno habla de reconocimiento público, pero si acabas de auto-editar un libro o te mueves en editoriales independientes, eso es siempre un tema discutible, porque tampoco uno está en grandes lugares ni nada por el estilo, pero sí yo agradezco pequeños detalles que me parecen muy importantes para mi trabajo, como que exista gente interesada en leerte, por ejemplo mi último libro, Brian, el nombre de mi país en llamas, son muy pocos ejemplares, que de hecho ya no me quedan, entonces era muy lindo ver cómo me escribían algunas personas desconocidas muy interesadas en querer leer ese libro tan clandestino y casi huérfano, tampoco hablo de una masividad exagerada, pero que al menos ya exista ese interés es para uno muy significativo. También las buenas criticas, que te entrega gente que tú admiras o respetas, poder mover tu libro con escritores que para ti significan mucho y que se den el tiempo y la generosidad de leer una edición fotocopiada, me parece importante, lo mismo me pasa con las lecturas, la gente que se da el tiempo de escucharte y de escucharte de verdad, o el tema de 53

los concursos, que claramente es muy discutible, pero yo no pertenezco a ninguna familia poderosa, ni escritores famosillos, ni estudié literatura, ni nada de esas cosas que pueden o no pueden vincularte más a ciertos lugares. Yo me muevo muy solo en todos lados, porque mis territorios de escritura pasan por otros lugares, nunca nadie sabe lo que estoy escribiendo, ni menos las cosas que puedo estar haciendo, me gusta trabajar solo y me gusta sentir que no le debo nada a nadie, ningún favor extra. De lo que sí soy muy agradecido es de la gente que es respetuosa con tu trabajo. Creo que ese cierto reconocimiento llegó cuando se rearticuló este discurso de la novísima como generación, en paralelo apareció la antología de Zurita, Cantares, que nos agrupó a casi todos, y donde él pudo leer desde una complicidad el trabajo de algunos de nosotros, y toda una serie de publicaciones, algunas más interesantes que otras, de un grupo de chicos que yo llamaría algo así como la Generación 1215, porque al menos, los autores que yo más respeto desde este discurso generacional, veníamos de esos talleres, de esa lógica gratuita y de un grupo de profesores de los 80` que nos formaron y nos enseñaron a inscribir una poética desde la diferencia. En ese momento hubo mucho interés, en encuentros, textos críticos, de gente que estaba muy atenta de lo que uno estaba escribiendo, esas cosas, yo al menos las considero como reconocimiento, porque finalmente eso hace tus textos. Yo soy muy desapegado de los libros, porque uno no domina mucho lo que pasa con ellos, a veces ni siquiera eres consciente de lo que estas haciendo, los libros toman un giro propio, llegan a lectores acertados y ellos hacen el resto del trabajo. En mi caso me pasa eso, hay lectores que dan una mirada a tu obra que me sorprende, amigos poetas, o gente que te dice cosas muy lindas que te hacen sentir que tu trabajo existe, se 54

mueve, habla, ejerce un discurso, que son libros despiertos que producen algo en el lector. Hay lugares políticos que a veces no ves de manera tan directa, como tener una editorial, casi como invento romántico, que se llama Moda y Pueblo, o publicar hoy, después de tener ese “cierto reconocimiento”, una auto-edición, me parece que es dar una vuelta contraria que a mí me gusta, tiene que ver con mi relación con la literatura. Yo escribo porque es lo único que sé hacer bien en la vida, es una necesidad y una fatalidad, por eso agradezco comentarios o el interés de lugares que además para uno son importantes, como que un alumno de literatura haga un tesis de tu primer libro o que alguien que fue tu profesor y maestro te diga que tu ultima obra es reveladora, son cosas que para uno significan mucho, pero es el único y gran reconocimiento que yo podría esperar con un trabajo tan huérfano como el escribir.

¿En qué circunstancias escribiste El baile de los niños?

El baile de los niños, apareció a partir de un taller que armó Balmaceda con gente de la editorial Cuarto Propio y creo que también de la Fundación Neruda. Querían celebrar el Canto General de Neruda y publicar un libro con poetas jóvenes que reescribieran esta obra que es una catedral inmensa y hermosa. Desde donde yo podría escribir un libro que lo decía todo, que era una Biblia absoluta, entonces, se cruzó con un tema que estaba latiendo hace tiempo, mi relación con estas estéticas nuevas, o quizás ya no tan nuevas pero si bastardas, extrañas, subterráneas y perdidas, yo quería escribir eso pero no sabia desde donde. Los discursos de género y esas cosas era algo que conocía muy bien como lector, 55

pero me daba terror instalarme a escribir desde ahí, entonces me olvidé un poco de todos esos grandes discursos, y metaforicé en la figura salvaje del baile todo ese lugar, pero no cualquier baile, sino que tomé el libro Canto General y me fui a mi territorio único de deseo y de búsqueda, un teatro abandonado, el Teatro Carrera que además portaba toda la cultura heredada de las fiestas spandex de los 80, ahí se hacían fiestas que empezaban casi a las 5 de la tarde y duraban toda la noche, era un antro oscuro, perverso y violento, muy barato y muy terrible, había una escalera como cuarto oscuro, un segundo piso, escaleras viejas, un escenario abandonado, toda esa estructura hermosa que tiene ese lugar, hasta terminar en la cima con una pista gótica increíble. En esa época todos éramos tan góticos, tan dark, tan oscuros, yo me pintaba los ojos y las uñas, tenía el pelo enorme, bailaba The Cure, y bajaba a la segunda pista con cuidado de encontrarme con los punkies, con esas moikas enormes como estrellas en sus pelos, y que luchaban en la pista de baile, y así muchas tribus urbanas, que también se hermanaban con las chicas lésbicas, y los niños gays, casi todos brit, también llegaban escolares, mezclados con universitarios, llegaban a bailar travestís descariñadas, pero travestís jóvenes casi adolescentes que intervenían el uniforme del liceo en una versión de Madonna, nos sabíamos la coreografía entera de Pulp y Morrisey, en todos los bolsitos decía Bjork o Placebo. Aparecieron ahí por primera vez los neo nazis en Chile, que fueron quienes de alguna manera debido a la violencia constante de esas fiestas terminaron por cerrar ese paraíso bailable. Yo fui tan feliz y a la vez sufrí tanto ahí adentro, todo ese espectáculo, desde la arquitectura del lugar hasta todas esas diversas estéticas, eran para mí la cita con las cumbres, las cimas, las montañas y todo ese espacio que presentaba 56

Neruda, era como si América entera, era la representación de ese teatro en decadencia que albergaba el ultimo grito generacional como resultado de un país neoliberal y pactado. Desde ahí rearmé el origen de los niños, el origen de las bestias, de la noche, del deseo, de mi escritura, quise ofrecerme para bailar con la historia de Chile, ese baile me gustaba porque era un baile muy triste, un baile de abandonos, era una generación de jóvenes sola, perdida, sin padres y con madres histéricas; esa imagen me encantaba, fue el inicio de un grupo de tribus urbanas que ahora se han masificado más. Yo sigo respetando o quizás justificando esos analfabetismos salvajes como responsabilidad de una historia de país, esas estéticas, esos cruces, esas marcas, la cantidad de piercings y cicatrices, las heridas, como heridas de guerra, todas esas cosas me hicieron escribir El baile de los niños.

Hablas algo así como de una trinchera de batalla, de un territorio más que de un refugio, ¿Cómo tu paso por la cárcel afecta esa concepción?

Fue una marca irreparable, en todo sentido, marcó mi vida en un antes y después. Literariamente, me enfrentó a una realidad de la que jamás pensé escribir, me dediqué tres meses a escribir cartas y poemas de amor por encargo, me sentaba horas en una mesita de metal a escribirle cartas a mis amigos reos. Conocí un grupo de amigos increíble, mis compañeros de celda, dos presos políticos, y la otra gente del Frente Patriótico. La gente en la cárcel, más allá del espectáculo televisivo que se está dando ahora, es muy generosa. Con los que compartimos la tragedia, todos llevamos para siempre esa cicatriz que dice “cárcel” en todo el 57

cuerpo, tu papel de antecedentes tienen esa marca fatal, irreparable, tu vida, tu quiebre, la distancia, lo extremo, todo, todo es salvaje ahí adentro. Y eso hace que la solidaridad, el cariño, y sobre todo la ternura de esa gente, de mis compañeros reos, sean increíbles. Yo en la cárcel me relacioné con una geografía de lo masculino que era desconocida para mí, hablé en coa, aprendí a escupir, a tomar mate, a jugar fútbol, a vestirme de buzo y zatillas grandes, a lavar la loza en la taza del baño porque era el único lugar posible donde hacerlo, el lavamanos de la celda era muy pequeño, bañarme con agua helada todo ese invierno del 2004, pasé hambre cuando el rancho que nos daban eran comidas horribles, porque Gendarmería casi siempre se queda con esa plata fiscal, y pasé mucho frío, porque la ventana de mi celda era de plástico, le faltaba una parte arriba, justo en la parte del camarote donde yo dormía, en “la rama”, como le decían allá. Y muchas noches no pude dormir, soñaba con la calle, con mi familia lejos, sufrí mucho, pero también hubo otras cosas, otras particularidades de las que me siento orgulloso de haber sobrevivido, creo que no todos sobreviven a la cárcel, yo me siento orgulloso de esa herida y de esa pérdida. La cárcel ya es mi territorio. Me pertenece, es parte de mi historia y de mi biografía literaria, va estar siempre, cada cosa que escribo esta la imagen del encierro, es algo que no puedo sacarme de la cabeza, pero creo que eso no me molesta, al contrario, yo respeto toda mi biografía, incluyendo los logros, y por sobre todos mis abandonos. Si no existieran no podría escribir ni una línea. En uno de los poemas mas importantes que escribí en la cárcel hay un verso que creo resume todo esto que estoy tratando de explicar: "que van a saber ustedes, si nunca han tenido acribillado el corazón con destino a los juzgados del crimen”. 58

¿Tu paso por prisión crees que influyó en tu escritura?

Después de salir de la cárcel me encontré lleno de cartas, muchos papeles, desde cosas legales, hasta algunos artículos de prensa, cartas enviadas por amigos y familiares. Después mis hermanas me entregaron una caja enorme llena de casi 93 cartas, porque escribí todos los días de mi encierro, entonces no sabía muy bien que hacer con todo ese trabajo, las cartas eran ejercicios narrativos casi como crónicas donde les contaba a mi familia todo lo que me pasaba y lo que hacia, por la necesidad de escribir y para hacer algo, para matar el tiempo muerto que uno pasa ahí adentro, hay historias increíbles como la del “bulla” que tenía SIDA y se cortaba los brazos y entonces su sangre era el escudo de batalla, el arma más letal para todos, incluso para los gendarmes; los brutales allanamientos, o cuando íbamos a declarar al Juzgado, engrillados y durante horas en una jaula, porque no se podría llamar de otra manera, pero también cosas emocionantes como cuando hicimos una completada con donaciones de todos, cuando fue la Cruz Roja a ver a los presos políticos, hasta cuando nos regalaron postre que eran unos duraznos increíbles que no olvidé nunca más; y también mucha poesía, mucha. Un día hablando con Pedro Lemebel y Sergio Parra, me dijeron que no me preocupara tanto del género, que el libro podría ser un diario de cárcel donde estuviera todo el material, la poesía y las cartas, las crónicas y las fotografías, tengo mi foto de reo que me regaló el actuario cuando supo del proyecto, y es lejos el mejor poema que puedo haber escrito allá adentro, todo eso se articuló en un libro que se llama Mi delito, así que claramente influyó mucho. Ese libro está en 59

proceso, porque aún no siento que el libro se ha se terminado de escribir. Han pasado cosas increíbles en este tiempo, como mi primera visita a la cárcel o cuando me enteré de la muerte de Don Tito, mi compañero de celda, que murió en prisión después de una larga enfermedad y de haberle sido rechazado el Indulto presidencial, tenia casi Setenta años y era un prisionero político que fue castigado porque en su casa encontraron armas del Frente, armas que eran parte del patrimonio del pueblo como él me decía todas las tardes de encierro. Todas esas cosas me hacen sentir que ese libro aún se está escribiendo.

¿Cómo crees que se proyecta tu poética hacia el futuro?

Yo escribo porque no sé hacer otra cosa, entonces no sé si en el futuro publique libros o si alguien me quiera leer. Lo que pasa es que yo separo mucho el ejercicio de escribir con el de publicar. Esto no puede ser una empresa donde el gran tema de discusión entre los amigos poetas es la relación entre mi última obra publicada y mi próximo libro inédito, ¿qué puede ser eso de libro inédito? Uno no puede mover su escritura partir de eso, yo escribo porque necesito escribir, independiente de que el libro se publique o no, por eso mucha gente no entiende como no he publicado ninguno de los 3 proyectos de obra con los que he ganado el Consejo del Libro, tengo inéditos Tristes Bastardos (2003), Mi delito (2005) y ahora último Mistrala (2007) y la única respuesta para eso, es sentir que esto para mi es un trabajo que requiere el tiempo necesario y por lo demás en ninguna parte de las bases de ese concurso te exigen publicar, esta es una beca para escribir, y ¿por qué el paso obvio tiene que ser publicarlo, con la emergencia del aplauso, el 60

éxito? No sé, sólo yo sé cuándo y cómo publicaré esos trabajos, quizás no lo haga nunca, quién sabe, yo en realidad no podría explicar que me pasa con eso, por ejemplo Brian, que fue un libro intermedio de todo esto, lo publiqué de manera tan salvaje este verano y casi sin pensarlo mucho, uno armar proyectos cosas que haces solo como gesto de amor, armo cosas pequeñas que me

parecen

hermosas, como volver hacer un libro ahora con Gladys de poesía, o un libro que estoy haciendo hace un tiempo de cartas con Eugenia Prado, además de inventar libros-objetos, como cajitas decoradas que acabo de publicar con mi taller literario, en esas cosas pienso como proyección de mi obra, me gusta armar pequeños gestos independientes, me encanta esta sensación de auto-publicar, de inventar tus proyectos y moverlos en esos lugares que te interesan y te importan, en medio de todo este consumo deliberado y esta empresa neoliberal de la literatura, me parece que es el mas ingenuo y hermoso gesto que uno puede hacer al escribir.

¿Consideras mejor tu generación que la anterior?

No sé si podría hablar de una generación mejor que otra, pero desde mi subjetividad de lector te puedo decir que mis búsquedas no pasan necesariamente por lo que la gran mayoría de la generación del noventa ha construido. A mí parecer hay búsquedas y lugares que no me parecen riesgos, y eso es lo que yo busco en la literatura. En su mayoría hay un academicismo, que ya parece lugar común decirlo para referirse a los noventa, pero es algo que se da con hechos, es cosa que te preguntes donde se mueven, donde estudiaron, de donde aparecen sus obras, claramente están en las universidades, y en ciertas universidades, sus 61

obras delatan un diálogo con sus profesores y académicos, sus profesores están dando vuelta como referentes o maestros y eso no tiene nada de malo, pero hay que hacerse cargo de la factura, de lo que dijiste, de lo que ejerces cuando publicas o te mueves con ciertos autores y no con otros, escribir en esos años era más complejo, dicen. No lo sé, pero el dictador estaba vivo, y tenía mucho poder, habían tantos muertos que no aparecían, habían tantas muertes negadas, entonces no puedo creer que esas obras estén dialogando con el paisaje o la arquitectura, es decir puedo leer libros perfectos en formas, quizás en estructuras incluso, pero no hay riesgos, no hay ninguna propuesta. A mí me gusta mucho el borrón, la tachadura, el pliegue, a veces siento que estoy leyendo maquetas, instrucciones formales del como escribir un buen poema, son libros ya hechos, tampoco es bueno generalizar, pero no sé si he leído los libros equivocados, pero la mayoría de los textos que conozco de la generación anterior están demasiado ordenaditos, demasiado uniformados, demasiado obedientes con el sistema editorial, con los padres, con el país, con el poder. Yo no soy un gran conocedor de todo lo que se esta haciendo ahora, pero yo puedo respaldar y hablar de un grupo que fueron mis compañeros de talleres literarios y otra gente que se sumó en el camino y que me parece interesante, porque siento que son proyectos de obras, trabajos enteros, Ahí veo una poesía que tiembla, que se desplaza a los bordes, a cierta desterritorializacion que me parece alucinante. Yo por lo menos, siento que me he ganado ser considerado en un grupo generacional con el que puede compartir algunas cosas, porque también soy muy crítico de otros compañeros, no me gusta necesariamente todo lo que se está haciendo ahora.

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¿Te sigues considerando un poeta joven?

Nunca fue un privilegio que alguien te catalogará de poeta joven, para mí al menos siempre ha sido complicado porque te relega a ser algo así como el poeta recién aparecido y, si bien es cierto que puede ser así, yo al menos siento que llevo mucho tiempo escribiendo. Nunca he estado de acuerdo con esos apellidos que le dan a tu poesía, porque le quita un cierto valor, tampoco hay poetas adultos ni poetas viejos ni poetas lesbianas ni gays ni mapuches, son como objetos decorativos de la academia. Yo espero ser leído como poeta. Porque esos otros discursos de legitimidad me incomodan, esos discursos de género, por ejemplo, tienen que sobrevivir en tu obra, es ahí donde uno tiene que decirlo todo. Yo siento que todo lo que hago, digo y pienso está en mis trabajos, soy una persona que no habla de literatura con nadie, mis trabajos son muy personales. Hace mucho que no me considero poeta joven, hay gente mucho más joven que uno haciendo cosas muy lindas y potentes, ahora también es cierto, que esos espacios hay que ganárselos con trabajo, a veces uno se encuentra con gente que asume que por llenar la pagina en blanco ya es parte de los poetas jóvenes de Chile, hay que ser un poco riguroso con eso. El tema de las edades y las generaciones, es algo que está un poco obsoleto, yo hablaría de movimientos, de escenas, de estrategias del corazón, de relaciones afectivas y discursivas, porque yo al menos me vinculo directamente con gente, escritores y amigos poetas que son de generaciones muy diversas y me siento absolutamente más ligado a ellos, sobre todo a gente mayor, que a algunos de mis compañeros de la novísima.

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Has realizado diversos talleres literarios. ¿Cómo ves la promoción de autores emergentes?

La experiencia de dirigir talleres o asistir a las lecturas de poesía, que hay miles en este país, te permite conocer una seria de poéticas increíbles que uno desconoce, es increíble todo lo que se está haciendo en todas partes. La literatura es un arte tan gratuito, tan rebelde, surge en todos los lugares posibles, en poblaciones, en provincias, en los espacios más extremos y periféricos, la literata existe con un lápiz y un papel, y eso es hermoso, a diferencia de las otras artes que siempre portan una lógica de mercado, porque se instalan en otros lugares de poder, por eso ningún joven de la Panamericana sur o de Gran Avenida, vería sólo como posibilidad el estudiar cine o arte, y eso viene de una carga social o hasta del colegio donde estudiaste. En cambio la literatura late en todas partes, eso lo hace hermoso, porque de esos desbordes surgen escrituras hermosas. Este año dirigí un taller en Balmaceda 1215 se llamaba Arte de Resistencia, y fue precisamente eso, conocí a un grupo de 20 o 25 jóvenes que me impresionaron por todo lo que tenían que decir, nos tomamos la ciudad, intervenimos las escaleras de la Biblioteca Nacional, citamos el “Todas íbamos a ser” de la Mistral y leímos una reescritura en medio de ese acto de museo fascista y morboso que había con sus pertenencias, en esa muestra tan horrible que hicieron, como evidenciando y ocultando al mismo tiempo su historia de amor. Lo mismo con mis talleres en la Carnicería Punk, hay gente de todas partes, de todas las edades. Hay muchos escolares escribiendo cosas potentes, los adolescentes ahora están muy

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informados, han decidido muchas cosas, desde que se tomaron sus colegios y las calles de la ciudad, ya han sido protagonistas de la historia.

Por último, ¿cuál es tu relación con la política?

La mejor manera de poder responder eso, es con mi ultimo libro, Brian, el nombre de mi país en llamas, es un libro donde cuento desde la historia de amor una relación directa con la historia de país, el libro se forma como un libro casi de historia y geografía; es mi historia de amor en septiembre, el contexto está lleno de barricadas, de calles incendiadas, de amor y de rabia. El trabajo de ese libro, me permitió rescatar el discurso político, y el discurso del corazón, reivindicar estos dos lenguajes que se relegan al panfleto, siempre surge la idea de que ya no puedes escribir de política ni de muertos ni de dictadura, sin embargo, aún heredamos una represión fascista, todavía las caras visibles de la dictadura están rondado la televisión, los medios masivos de prensa, los sistemas educacionales, el gobierno, la cultura, todo, y ese fascismo heredado es el responsable de tantas cosas, desde cómo amamos escondidos en el parque, hasta cómo me visto o lo que hago con mi pelo. Eso es un poco el libro y por otra parte está el gesto político de un formato artesanal y clandestino, me inventé la Editorial Moda y Pueblo, fotocopié y armé el libro desde mi propia lógica editorial. Lo lancé en la Carnicería Punk, que es una carnicería abandonada donde hago los talleres, todo ese libro porta en sí un historial biográfico y tránsfugo que siento que representa muy bien mi relación con lo político, siento que cualquier persona que escribe en este país y

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en estos tiempos está haciendo un gesto político, la escritura es evidentmente política y por eso es también una posibilidad de resistencia.

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ZURITA Y CANTARES: LA VOZ DE LOS 2000.

No hacen falta muchas palabras para presentar a Raúl Zurita. Poeta ampliamente reconocido, Premio Nacional de Literatura, el vate que ha sabido plasmar en los cielos y en el desierto una obra cargada de emoción y sentimiento. Pese a ello, lo que nos interesa en lo que sigue es rescatar algunas impresiones del papel que jugó al incluir en su antología Cantares a la nueva promoción de autores de los poetas novísimos. Acierto u oportunismo, aquí rescatamos, en breve, sus palabras.

¿Qué te parece Cantares con el tiempo?

Siento que la corregiría. Le sacaría algunos poetas. Esencialmente porque con el tiempo me he dado cuenta que hay poéticas que no se sostuvieron. Le daría cabida más a otros poetas y sin chistar siento que debí cortarla con Pablo Paredes. Los que vienen después fueron demasiado precoses, o bien no dieron en la ancho para el desafío.

¿Qué te motivo a publicar Cantares e incluir a los novísimos?

Siento que hasta la aparición de los poetas novísimos la poesía estaba muerta. No había nada más que copias de Parra o ciertos visos de romanticismo trasnochado. Pero tambièn la poesía de Javier Bello es rupturista en relación a la precedente. 67

La poesía de los noventa, en ese sentido, es distinta a la novísima pero también hay ciertas líneas de continuidad. Germán Carrasco también es rompedor, tanto o más que un Hernández o una Ilabaca. Pese a ello, reconozco que los poetas novísimos son más rompedores en la forma y, en cierto modo, más vanguardistas.

¿Crees que la polémica de Cantares se debió a que publicaste a los novísimos?

A mi modo de ver no se relaciona tanto con eso como con el antologador. Pero por otra parte nadie podría reconocer que los poetas que allí aparecen no se han consolidado. Veo esa antología con simpatía. El error fue no haberla cerrado con Paredes, como te decía.

¿Crees que Cantares fue acompañada de un hito político?

Por supuesto que sí. La generación de Cantares era muy chica durante la Dictadura y hasta cierto punto su mirada actual es absolutamente lúcida y cruda al mismo tiempo. Se podría decir que es sin película. Toda la mirada de los mayores está traspasada por la Dictadura, pero ver esos episodios como un mundo heredado, como un mundo emergiendo, que es lo que están haciendo los novísimos, es algo nuevo y de vastos alcances. Si es que eso es “marginal” o “institucional” es un rasgo menor en relación a la importancia que para la poesía – que no conoce de edades ni de círculos de poder -, tienen sus obras.

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EPÍLOGO:

LAS NOBLES VERDADES DEL AMANECER

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Amanece sobre Santiago. Héctor Hernández tiene en imprenta su nuevo libro: Guión. Pablo Paredes se dispone a viajar para lanzar un libro en Argentina. Todo lo más turbulento de la novísima parece haber quedado atrás.

Héctor Hernández ha consolidado su carrera internacional en México, Alemania y Perú. Su proyecto poético ha alcanzado gran altura, pues Guión es de todas maneras su obra más acabada y madura. Lo mejor de Cantares, la antología de Zurita, posiblemente fue la inteligencia de poder instalar estos versos comprometidos y aguerridos.

Han retornado las marchas estudiantiles, por otro lado. Muchos liceos emblemáticos están en toma. La poesía de Diego Ramírez parece resoplar en el oído de estos jóvenes que luchan por una educación más digna y justa.

De la novísima origina –Héctor Hernández, Pablo Paredes, Diego Ramírez, Paula Ilabaca, Gladys González-, sólo Gladys aparece ausente. El resto ha continuado en la senda poética y pese a que los proyectos han mutado y la vida les ha enseñado a aterrizar en suelo firme, una fe en el porvenir del proyecto, un desgarramiento fundante y el compromiso de una vida hecha arte se patenta aún. Son las “nobles verdades del amanecer”. Es un verso de Hernández. Lo dejó en el aire, para que de sus propias palabras extraigamos lo mejor para el viajero y para quien se asome a esta maravilla.

Santiago, junio de 2008 70

POS DATA:

Entrevistas:

La entrevista a Héctor Hernández fue realizada el 21 de junio de 2008 en el Café Torre Molinos, ubicado en calle Lastarria 12, Santiago.

La entrevista a Pablo Paredes fue realizada el 12 de julio en el Café Abarzúa, ubicado en calle Merced 345, Santiago.

La entrevista a Paula Ilabaca fue realizada el 28 de julio en el Café El café, ubicado en Huérfanos 745, Santiago.

La entrevista a Diego Ramírez fue realizada en su casa, en la comuna de Gran Avenida.

La entrevista a Raúl Zurita fue realizada en su casa, en la comuna de Providencia.

Fuentes documentales:

Fasola, Franco: Hambre, en La nación, 20 de octubre de 2004.

Lennon, Maureen: La invasión de los poetas sub 30, en El Mercurio, 12 se septiembre de 2004. 71

Ruiz, Felipe: Poquita Fe en poesía, en Artes y Letras de El Mercurio, 31 de octubre del 2004.

Salas, Fabio: Otros poetas, en revista Rocinante 44, noviembre del 2004.

Zurita, Raúl: El baile de los niños, en Artes y Letras de El Mercurio, 18 de abril del 2004.

Bibliografía novísima

Hernández Montecinos, Héctor: NO! Ediciones del temple, Santiago, 2001.

Hernández Montecinos, Héctor: Este libro se llama como el que una vez escribí, Editorial Contrabando del bando en contra, Santiago, 2002.

Hernández Montecinos, Héctor: El barro lírico de los mundos interiores más oscuros que la luz, Editorial Contrabando del bando en contra, Santiago, 2003.

Hernández Montecinos, Héctor: Coma, Editorial Mantra, 2006.

Hernández Montecinos, Héctor: Putamadre, Editorial Zignos, Lima, 2006.

Hernández Montecinos, Héctor: Segunda Mano, Editorial Zignos, Lima, 2007. 72

Hernández Montecinos, Héctor: A 1000 o La Vida Muerta, Editorial Zignos, Lima, 2006.

Hernández Montecinos, Héctor: Guión, Lom ediciones, Santiago, 2008.

Paredes Muñoz, Pablo: Frío en la noche latina, Editorial Contrabando del bando en contra, Santiago, 2005.

Paredes Muñoz, Pablo: El final de la fiesta, Editorial La Calabaza del Diablo, Santiago, 2006.

Paredes Muñoz, Pablo: Mi Hijo Down, Editorial Black & Bermelo, Buenos Aires, 2008.

Ilabaca Nuñez, Paula: Completa, Editorial Contrabando del bando en contra, Santiago, 2003.

Ilabaca Nuñez, Paula: La ciudad lucía, Editorial Mantral, Santiago, 2006.

Ramírez, Diego: El baile de los niños, Ediciones del temple, Santiago, 2005.

Gladyz González: Gran Avenida, Editorial Calabaza del Diablo, Santiago, 2004.

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ANEXOS

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BREVE ANTOLOGÍA NOVÍSIMA

HÉCTOR HERNÁNDEZ MONTECINOS (1979)

LA NOCHE NO TIENE NOMBRE. Decirle noche a una unidad poética es solamente una aventura que solo vive de encuentros. Y así ilimitada es innarrable. Incluso su apología no tiene fondo. Excepcionalmente figuras retorcidas por la retórica imaginaria de los bajos fondos y dudas que imantan su vulnerable pasión al des-cribirla CARMEN BERENGUER

Padre nuestro Padre mío que estuviste en mi cama porque mis sábanas fueron nubes y en ellas ondeaba la sangre de mi penetrante genealogía que jamás ensuciado sea tu nombre ni mi apellido me llevaste a tu reino púbico con tu cetro de sándalo condecoraste mi indecencia hiciste mi voluntad la tuya mis piernas y mi boca me diste mi origen cada noche sobre mi espalda perdonaste mi estupidez y no me dejaste caer en otras manos que fueran ajenas mi violador amado mi rompedor de la piel me liberaste de la infancia dolorosa Padre nuestro señor mío a la edad de trece años me hiciste parte del Amanecer

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Primero La Manicomia no es un bastión de la locura ........................ no es un limbo para los inicuos ........................ no es un asilo de clarividentes ........................ no es un sauna motel Segundo La Manicomia no está en Avenida La Paz 841 ........................ no está en Avenida Camilo Henríquez 2451 Tercero ............4605401............ no es el teléfono de La Manicomia ............3404328 ............no es el teléfono de La Manicomia ............7736175 ............no es el teléfono de La Manicomia

ESTOY TAN SOLA MI NÚMERO ES EL 20365

Bastardillo baladí de la puta / el flato universal nos despeina a cada momento / los fugitivos con la calidez de sus cuerpos / se esconden en nuestras camas madrimoniales / quién va a negar su culpabilidad / ardientes rebeldes buen viaje / el número de dios / larga distancia somos pobres / bastan los astrolabios / mahoma ya ha dicho su palabra / vienen desde muy lejos / conocen la tierra amerindia / somos indi-gentes / dígenos-in / no nos avergüenzan / el abismo es un abismo / un vuelo que estamos celebrando como derrota / fantasmas carcaj irradiadores / que se han vestido con sobrantes de pellejo pálido / salpicados de satélites / onda corta / cómo se llama tu ojo / llegas con una tercera magia / hemos perdido a nuestros padres / la R.A.Z.A. es un A.Z.A.R. (...) lo escuché dosmilquinientos años atrás / con atención de nudista / con el abc de la maledicencia escribieron / mi pequeña historia en la piel / ahora no me volví sordo / quieren infames / siempre hay algo más que decir / nunca falta quien nos invite a la noche / que nos traigan agua / que no tema al dolor posterior / que sepa decir sí cuando esté en la duda (...) nos trituran nos silencian / con baratijas y blablablas raras / alguien nos abraza con más violencia / ......para pedirnos un poquito de sentido común / sólo sé que todo lo olvido / pienso luego olvido / el hombre es un animal que olvida / 76

antes y después del olvido dividimos / y a mí que me importa donde nace la historia / nuestras calles están salpicadas / de lágrimas sangre y terror nos venden la pomada (...) querer quebrarnos el hocico por ser tan hijos de puta / por otros usos / mi olor a leche es insoportable / muchas veces te he visto por allí / estás en mi torbellino mental con brillantina / qué nos pasa (...) quise salir corriendo / nos acusamos de tan idiotas ....../ malas noches / quebré mi boca ......descubrieron que actuamos por espejos / no me di cuenta de los circunloquios ......una gota de semen por mi patilla / hacemos de la noche lo que somos (...)te lo dije / mi amor / tú estás peor que nosotros / no dices cuantas cosas / a la calle con el hoyo de tu sexo / me expulsan por siete años de mi destino / quien quiera verme sin zapatos / agua bautismal en plenitud / qué hacemos / imaginar una felicidad en duraznos / tirarle un peo a la patria / él quiere escucharme / vende sus olores el hijo del hombre / nadie debe olvidar lo que aquí ha pasado / somos tremendamente belcebucianos / pensar en soñar en hacer un gato / su cuello acariciar hasta quebrarlo / cambio mis ropas cuando están muy limpias / yo también pido morir por eutanasia / porque nuestro gueto se parece / a la ciudad de la pena capital / la disfrazan / no siempre el silencio es tranquilidad / quien me mira sabe que alguien / va a morir el día de su nacimiento / me consuelan a mí mismo / me hacen sentir tan humano / me dicen que me quieren / lejos de mí / ha salido el sol en la tierra ya no espanta / somos como el pez banana / en el baile de máscaras / nos desnudamos como primeros hombres / estoy cansado de verme en él / cemento / renovamos nuestras mandíbulas / tú y otras personas más / por la mano el jolgorio un grito un gemido (...) formulan un teorema para excitar nuestro hastío / los niños bellos inventan los juegos / el resto solamente se entretiene / las líneas aéreas hacen polígonos convexos / lamer tu sexo hasta hacerlo desaparecer / aguantarse el peso de la calentura / no querer / haber soñado con ser princesita / tonta / hay algo que olvidamos / es el factor existencia / de los hombres nos expulsaron (...) somos L.I.B.V.R.E.S / soy S.E.R.V.B.I.L / a la sombra un hombre hace figuras / con mis manos anomalías animales / el gato-sapo león-ánguila rinoceronte-araña elefantemoscardón / sospechamos de una trampa / estoy cayendo en mi contemporaneidad / celebro mi ancianidad de días con bautismos a la redonda / el jardín / el pecado / tuti fruti / chicha a la deriva / el animal más bello me hace su rehén / imperial cautiverio en pesebre / animal de la selva posmoderna / araña mis escamas (...) me sepultan en un sofá para que no me robe las colillas del cigarro / me envenenan con la novedad de un café / para que excite mis neuronas / como si fuera fácil ser tan fácil / entre cuatro me sostienen / yo lo quiero matar / dos me aprietan la cabeza contra el suelo / traen a sus gatos para que laman mis orejas / alguien con pelos se desnuda después de platicar / sobre tener o ser un cuerpo (...) el amanecer de nuestra muerte / este lado de la cama está frío / yo no sé con quien despertaré mañana / yo no sé con quien despertaré mañana / yo no sé con quien despertaré mañana / yo no sé con quien despertaré mañana / yo no sé con quien despertaré mañana / yo no sé con quien despertaré mañana

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En los rincones de La Manicomia muchachos pirados debajo de un arcoiris negro En los rincones de La Manicomia a los infragantes les es robada su dignidad de relámpagos En los rincones de La Manicomia la Divina virgen nos acompaña por que es madre meretriz En los rincones de La Manicomia golpean a las chicas de la noche para una eyaculación más al dente En los rincones de La Manicomia hay ángeles durmiendo en las madrigueras de una ciudad dura En los rincones de La Manicomia los pajaritas son malheridos profundamente En los rincones de La Manicomia los dioses se venden en cajitas felices de la muerte En los rincones de La Manicomia estamos abandonadas y tristes y abandonadas Un día un hombre encontró dieciséis cuchilladas truncas en su espalda y supo que por ahí no sólo descienden cariños el amor es una sodomía por delante no comeré de mi mano Yo también tengo labios labios que besan el fuego el fuego de una buena manchada en la noche las manchas son el Espíritu Santo también en mi lengua hay una puta paloma quebrada en dos y de hecho la santidad de mi lengua es proporcional a la de mi culo

Paula Ilabaca Nuñez (1979)

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números buenas tardes la hora exacta dos dieciséis la temperatura veintiocho grados gracias por llamar buenas tardes la hora exacta dos dieciséis la temperatura veintiocho grados gracias por llamar buenas tardes la hora exacta dos dieciséis la temperatura veintiocho grados gracias por llamar buenas tardes la hora exacta dos diecisiete la temperatura veintiocho grados gracias por

nada ocurre a las dos de la tarde nada la nada se pega a los cuerpos repartidos en el lugar del tedio nada ocurre nada el teléfono suena muchas veces hay veintiocho grados y está nublado una avioneta pasa el telefono suena y si contestara interferencias para variar nada ocurre y el tedio se pega y crece con la tarde nada las sábanas están revueltas el teléfono suena y hay veintiocho grados porque una voz lo sopla adentro de la oreja no levantaré el auricular una avioneta pasa de 79

nuevo y el teléfono suena hay veintiocho grados y está nublado los perros comienzan a ladrar esta vez se acabó y el tedio es un perro que ladra en el cemento de la tarde son veintiocho grados y el viento sopla y está nublado y hace calor la nada se pega a los cuerpos repartidos en el tedio la ventana repercute y se crea un instante misterioso el teléfono suena y el auricular se coloca mojado porque la mano me suda y no puedo soltarlo hay veintiocho grados y el tedio qué hacer con el tedio de las dos de la tarde el teléfono suena muchas veces que se prolongan el auricular se humedece y chorrea sudor yo no puedo soltarlo la avioneta transcurre de nuevo y son las dos de la tarde hay veintiocho grados otra vez la ventana y el viento que sopla los perros se callaron y queda el tedio y el tedio se pega muy fuerte a los cuerpos nada ocurre y con la otra mano libre lo busco y lo encuentro frío las sábanas no logran calentarlo y los veintiocho grados no sirven y yo lo tomo y me río lento y digo es mío y lo acaricio la avioneta y el teléfono vuelven a sonar y mi mano chorrea mucha agua y con la otra mano lo tomo y me lo entierro abro las piernas y me lo entierro porque el tedio porque las dos de la tarde porque el tedio de los veintiocho grados porque todo se pega porque yo

día 4

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declina no levantes hacia arriba no funciona el interrogo cuando tuve me tapé los huecos sola nunca miré hacia arriba el suelo declina el suelo recibía aún todos los signos en silencio para poder entregar sólo para poder entregar todos los signos en silencio al suelo no levantes declina sólo declina día 1 los segmentos y sus números ordenados estaba midiendo cada uno en serie redonda cíclica de sangre y redonda cada uno en octubre babea irrumpiendo no destruyas la conjunción simétrica de la carne herida deja contar deja los segmentos y sus números ordena acorde a cada uno en serio redondea para que coincida la sangre del ciclo con la carne herida en octubre babea cada uno en octubre 81

día 2 esta vez sólo esta vez día 12 lleva sangrando doce días completos hervidos sienta la mano en la mesa callada mira derrumbarse estirpes colgadas en células mira resbala su vez en la entre pierna las lepras yo tuve balbucea yo tu ve tantas ganas de ser otra carencia erguida otra mancha el piso ríe todo por algo mancha tirita articula voces de susto las murallas son bellas rocas restriega el rostro en el ladrillo di yo tuve la faz tan clara di ahora enjuta saliva ordena partes tan claras yo creo estas manos antes frescas son asesinas al cuerpo no hay más que día 6 el ascensor otra vez 82

el ascensor día 8 los ídolos como caen por la casa hacia el torso él llama por teléfono los ídolos qué hacer los ídolos emergen de sus cristales y caen hacia el torso enero es tan grato ...... el teléfono qué hacer reverberan tanto los ídolos esta casa tiembla el teléfono hacia el torso enero cae hacia el torso día 10 el baño la loza engendra lo sé la loza inmaculada es egoísta y lo busco no hay lo busco no hay alrededor aparecen y él día 3 si pudiera telas una a una el pijama expele signos derrotas puras derrotas apoya un dedo el plumón se hincha recuerda pesos si pudiera te las una a una al pijama derrotas 83

una necesidad una coloca el brazo en mi cuello tanto respira demasiado y mira si pudiera el pijama expele signos expele puras derrotas puras recuerda el plumón apoya un dedo telas una a una te las una a una

GLADYZ GONZALEZ (1982)

"Los seres buenos se hacen mejores con el dolor; los malos nos hacemos peores." Gabriela Mistral I Paraderos

Paraíso

Aquí no hay glamour ni bares franceses para escritores sólo rotiserías con cabezas de cerdo zapatos de segunda cajas de clavos. martillos. alambres y sierras guerras entre carnicerías vecinas y asados pobres este no es el paraíso ni el anteparaíso

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El territorio del corazón Bajaba del colectivo y miraba tu calle desde Gran Avenida hasta Santa Rosa caminaba alrededor de tu casa marcando el territorio del corazón como un perro te esperaba en las escaleras del metro por si ibas a trabajar en la mañana o si regresabas para almorzar después vino la noche y Aretha Franklin el ron con cocacola y el whisky en los bares las llamadas telefónicas entre fiesta y fiesta los viajes en taxi en la madrugada para ir a buscarte borracho a los paraderos vinieron el descontrol los baños públicos las peleas las esposas y las antiguas amantes el viaje a Argentina los perros muertos los almuerzos en el mercado y los poemas todas las noches te busco sentada en las cunetas donde vas a beber te espero en el bar hasta que se hace de día 85

y apareces con un librito en la gabardina un librito en el que está dibujado mi corazón

Swing

Dua, dua, dua Ella Fitzgerald los ojitos de sueño americano sacudiéndose en el Savoy Dua, dua, dua Gladys González los ojitos de heroína sacudiéndose en la Habana Club oculta los colores del fracaso en el mismo swing oscuro

Barquitos de papel Veo la pobreza de mi barrio las calles inundadas llenas de barquitos de papel que los niños recortan Veo la pobreza de mi barrio barquitos de papel

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naufragando como lucecitas en el barro

Tibieza Se detienen en un paradero iluminado a ratos por el parpadeo del tubo fluorescente encienden cigarrillos que lanzan a la rendija del desagüe como haciendo tiro al blanco con la falsedad de esa imagen de tibieza

Pequeñas cosas Porque uno puede morir por las pequeñas cosas como por el gracioso baile de las esporas que se arrastran por la tela de mi vestido por el silencioso crujir de la pintura hinchada reventando en un día de lluvia esparciendo un polvillo rosa sobre mi nuca

Me dice

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Me dice que escribía en boletas y papelitos de cigarros mientras ella se iba al baño a mirarlo por la ventana Me dice que ella es su muerte y que no quiere morir todavía porque la muerte es mujer fatal Me dice que ella es su crisantemo y le recita haikus en el cerro San Cristóbal mientras los animales se vuelven histéricos con la lluvia Él recoge las mejores cartas y las guarda en su libro de budismo recitando mal a Girondo mientras ella se aleja con sus senos de magnolia volando sobre la ciudad

Trozos de mercurio Una pensión en Valparaíso una cama una mesa y dos sillas tengo a John Milton sobre la taza del baño estoy bebiendo lo que queda de la tarde he escrito cosas mientras estaba borracha que me parecen bien espero a mi amiga del cerro Barón para que me recoja despacito como trozos de mercurio y me lleve a comer algo en un restauran donde halla wurlitzer 88

porque quiero escuchar esa canción de Bob Dylan todo lo que me resta de vida

La chica más linda La chica más linda de la fiesta tiene una bolsa plástica en la cabeza marcas de tinta en los dedos sus huellas digitales en toda la ciudad

Un paradero En Gran Avenida hay un paradero y una chica que lo habita su corazón está oxidado como las vigas de metal que sostienen la estructura por tantas historias tatuadas en forma violenta sobre la superficie en Gran Avenida hay un paradero aún más triste y una chica que lo habita un paradero que ha visto todo y que se convierte en el esperadero silencioso de la persistencia

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Cicatriz El lado salvaje del amor, muchacho, me lo llevo en este último viaje junto a un toque de morfina y con la sensación de ser una eterna cicatriz que vaga por la ciudad

Taxi Tú y yo en un taxi mudos cada uno en un extremo el pelo mojado y el viento entrando por la ventana esparciendo las cenizas del cigarrillo mudos sin excusas para dejar de volver a hacerlo

Penumbra Ella lo miraba desde el baño orinando desnuda en la taza del water

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con su chaqueta de cuero y un Jack Daniell's en la mano Ella lo miraba desde el baño retocándose el corazón con un lápiz labial en la penumbra de esa habitación

La misma noche A nadie le importó quién se iba primero o quién pagaba la cuenta de estos cuatro meses jamás beberemos tanto como entonces ni tendremos la sensación de ser tan felices teníamos el corazón tan cargado que nos arrastrábamos como imanes a la misma noche a la misma mesa al mismo vacío que no podíamos dejar y nos dolía tanto al mismo flamenco teñido de apareamiento que caía seco en las sillas plásticas del bar al mismo engaño que jamás fue sino el pliegue de una mirada en dirección a la misma lejanía al mismo espacio inconsolable que era también

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la única forma de entrega

PABLO PAREDES (1984)

El Barrio de los Niños Malos.

No hay mejor espejo que la vereda, pierdes si pisas las líneas; llegando hasta la casa sin chimenea con la cabeza atravesada por un corte escolar y los ojitos domados, tristes; la extraña aventura de resucitar y no creer ni una pizca en Dios de acordarse del sinónimo por el antónimo de lavarse siempre el pelo porque siempre hay shampoo, de sonarse los mocos después de llorar y seguir caminando, bien abrigado bien pequeño bien con las manos en los bolsillos, sin pensamientos de escuela sin estar enamorado de alguna profesora,

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un poco odiando a los gatos otro poco amando a los perros, aunque ladren, aunque muerdan, aunque duela y si se acaba la esperanza me queda el desvelo precoz, el parricidio, los hijos de "Boocky" el perro, la mano que pinta la cuna;

yo voy a ser famoso y todos volverán a verme por ese pasaje, me van a ver, aunque no pase, sus hijos les preguntarán por mí y ustedes van a decir que eran mis amigos: me veo riendo desde miles de páginas, voy a reír en el hombro de mi papá, ya no habrá lágrimas, Pablito ya no tendrá que ir más a los scouts, ni una puta lágrima, ni un solo ruego pidiendo que nos vamos, nada más,

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yo niñito saliendo brillante de mi tumba, nada más.

Se partió en tres. No me muero de pena, me muero de ti

estoy en un frasco de jarabe con los ojos irritados con las fosas nasales infinitas, me estoy secando como cuero con sal.

con el tiempo te fuiste poniendo buena con otros y mala conmigo, no te diste cuenta pero me pateaste la garganta, a veces me sangran las narices pensando en ti,

mis juguetes dicen que ya no me quieres me lo dicen con las orejas, ¿recuerdas que yo he estado adentro de tus orejas?

- no me hables así, no me hables de eso.

Es que se quebró como un espejo

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te quebraste en mis manos, me muero y no vas a llamar, este amor se puso como los de las películas, me muero porque me quiero morir, por tu culpa me quiero morir

me voy a cortar el pelo, afeitar la barba, mejor estudio afuera; ojalá me veas llorar porque me daría más pena que no me vieras, no quiero terminar en seco, si me caigo que sea resbalando - no me mires así no quiero que me veas como me tiembla el mentón, concéntrate en estos ojos de pestañas cortas:

se nos escapó como jabón se azotó contra corazones más chicos, pero puntudos se partió en tres sí, en tres se fue por el desagüe, ni con alambre nos pude salvar, me muero porque se muere.

¿quién iba a pensar que la otra foca muerta

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iba a llegar volando?

¿quién iba a pensar que lo feo no era tan malo como lo otro?

no estaba no estoy preparado no es llegar y morirme ¿no vas a decir nada? ¿y quién me entiende a mí? - mejor tomo pastillas

voy a aprender a tocar pianito voy a ver mucha televisión,

la cara se me cae tu guitarra no tiene sentido, soy un martillo con patitas - ya no voy a poder besar

estoy envenenado de amor dudoso, tu amor dudoso que me pone triste el pelo que me agranda y me achica

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que me aprieta botones que me da cuerda que me desenchufa que tiene sexo de abejitas que se ríen y de abejitas que se lloran.

Si no vuelvo, no es de malo, lo que pasa es que no tomé la precaución de tirar migas por el camino, me dediqué a espantarte las palomas a espantarte los loros a espantarte los perros y las perras

es que en realidad soy un payaso, bueno que le voy a hacer...

Cuando aprendas a dibujar dibújame a mí, llámame a mí no lo llames a él a e-él, llora por mí.

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Cuando aprendas a cantar yo no te escucharé, pero sería lindo que imaginaras que yo te escucho ¿cierto que sería lindo? mal que mal no queríamos mucho a veces hasta nos amábamos, sería lindo, pero triste triste, pero lindo.

Me muero, mi niña, ¡me muero! todavía con las zapatillas café tú con tus dedos pelados yo bailando divertido divertido, pero triste escuchando lo de siempre.

Ahora soy un trapo un pañuelo con lágrimas y con mocos un cartel rojo de se vende en una ventana chica un auto chocado por el lado una mancha de sangre en la carretera para la playa, estoy lleno de palabras tuyas, la gente me pregunta por ti,

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les digo que estás bien estudiando y trabajando la gente me pregunta por nosotros les digo que estás bien estudiando y trabajando la gente me pregunta por mí les digo que estás bien estudiando y trabajando.

Como Pornografía.

Miro tu corazón y veo un micrófono pegado con cinta adhesiva del color de tu carne.

Corres contenta hacia mi cuerpo como sida, como ladilla caricaturizada como pornografía, me amas.

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Me dices que yo soy como África, peor que África, como el peor país de África.

Sonrío y parece una foto en la que vamos a salir con los ojos cerrados, parece como si yo en el fondo me burlara de ti, como si pensara que eres tonta, de yeso, pintada, tirada en un jardín de la Gran Avenida.

DIEGO RAMÍREZ (1982)

Baile general de los niños

I

EL ORIGEN DEL DE /SEO

Déjame en tus márgenes

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Marcado territorialmente por ese lugarcito fetiche dónde lo conocí Ahora empiezo a no volver nuca más (Siempre me hace lo mismo) Arme un discurso si puede Dígame que esta mas fácil escribir de los niños que de las niñas Atrévase a dejarme desmoralizado con mi escritura facilita Dignese a decir algo más aparte de que me quiere en su cama Los monos trenzaban un hilo interminablemente erótico Y por qué como niño si estamos grandes, porque mejor no me deja en sus márgenes gramaticales y mal escritos así me pongo contento y algo se puede hacer, mire que ya no le doy pena, ya no me queda ni pelito para sacármelo, ya no me queda enfermedad venérea que exhibirle, ya no me quedan formas para llevárselas a su camita de soltero

Déjame ir desnudo Por sus calles celestes Por sus aterrizajes clandestinos sobre laberintos de caballero solo Y sin embargo tengo que releer las otras cosas La otra forma de escribirle para ser aceptado por su familia de amigos galácticos / góticos / graciosos

Y si yo no tengo a quien escribirle Y si yo no tengo a quien ir a buscar Si yo ni siquiera tengo para imaginármelo Ni para recogerme el cuerpecito con mis manos pensando en los ustedes que ya no están

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Si ya no puedo / ni quiero pensar en el rechazo Si ya no me queda tiempo para recitarle frases efectistas que le resulten al sistema poético de sus publicaciones Si ya no me quiere y yo tampoco Si se hace el niñito distante y yo también Si me lo invento y usted ni siquiera piensa en mí Si nunca supe si estuvo conmigo o fue una acto de escritura intenso que se lastimo entre la prosa Si no viene a buscarme entonces me recojo el pelo como las canciones Y tengo harta temática lisiada para tejerle en mi cancionero post moderno

POESIA CARCELARIA

I

La cruces en la boca

Interrogada por el llanto

A quien le escribo entonces

Se muere 2 veces ____________ ya no tiene culpa de nadie Acusada escritura ___________ insuficiente las manos

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Que se ría __ que muestre sus dientes de caracol _______ por ultima vez ________________________________________________________ en su ultima noche

Que derrame su baba privada a los espectadores del país

Errática la sin acento __ mayúscula la mami que lo viene a visitar Prisionera / porfiada / entrega / suplica

Mira de lejos __________ la poética y el deseo Mira a los amigos ______ bailar en alguna otra cárcel del cuerpo

II

Que me devuelvan el clítoris Que me demarquen el pubis

Yo __ la lloroncita de la patria

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La mas bestial de todas las posiciones _____ la encarcelada por el cielo La única estrella huacha de aquí

La iluminada por gendarmería La alimentada por el placer estatal

La porfiada / sarcástica La chorreada / poética La enrabiada / celosa

La que piden a gritos por estas murallas del miedo III

Responda siempre con el apellido materno

_________________ Las mamitas nunca faltan / nunca nos dejan / nunca se van

IV

Yo y mi llanterío me lo escribo, señor

104

Eso es lo único que hago ¿usted no sabe escribir? No se preocupe, yo le enseño Es fácil: cierre los ojos / córtese el pelo Y abandone ese miedo uniformado de dolerse entero Atrévase / despacito / y no sufra Sino duele tanto Cómo sabe si después le queda gustando

V

Ya pertenezco a esta parte de la tragedia Ya tengo mi nombre pegadito a los otros nombres Ya soy uno mas en la lista del miedo Ya nadie defiende mis cicatrices Ya nadie cuida mi escritura

YO SOY UN PELIGRO PARA LA SOCIEDAD

Yo _ la mas deseada de las cárceles chilenas La mas envidiada La mas querida por el publico masculino

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La más cara de la ex penitenciaria

La mas buscada por el miedo La mas poetica La mas erótica de la justicia chilena

Borradito del cielo Me afeitaran las piernas con tu lengua me encerraran 93 días en las piezas de tus fobias desafiaré las rabias y las culpas me crecerá el pelo y los miedos hablare como tus amigos y tus amantes Escribiré mis rabias arrodillada a tus pies por cada una de las noches en que me mataste el hambre Lloraremos por ti hasta que se nos acabe la noche en tu boquita poetika y patetika

y abriré mi mano en tus iras y cabalgaré por siempre entre las fisuras carnosas del dolorcito ________________________________________________ del hasta nunca _______________________________________________ del que te kiero te kiero hasta que se me manchen las manos: entre tus bocas abiertas entre tus celos domésticos y desafiantes

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Santiago, octubre del 2008.

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