Hambre y sed Tengo hambre de tu boca, tengo hambre de tus besos, tengo sed de tus caricias, tengo sed pues no te tengo. Tengo sed de tu olor y de tu sonrisa tan bella, tengo sed de tus encantos y tu mirada divina. Tengo hambre de tu ser y de tenerte entre mis brazos, devorándote poco a poco, bebiéndome tu pasión, comiéndote sin medidas, haciéndote toda mía, ganándome tu corazón. Tengo hambre de tus gestos llenos de dulce pasión, queriendo entregar tu cuerpo sin penas y sin pudor. Tengo sed de estrecharte entre mis brazos para sentir toda tu piel, ardiendo por mis caricias como si fueras a desfallecer, sintiendo todas tus ganas con cada beso que me des, sintiendo que tú me quieres y que también me quieres comer. Tengo sed de tus recuerdos que viajan por mi mente, tengo sed de lo que siento y que está en mi corazón, que al colocarlos todos juntos se llena mi mundo de ilusión, donde vivo enamorado de un ángel enviado por Dios, donde puedo abrir mis alas para buscar tu corazón, y que al tomarlo entre mis brazos me embargan tu luz y todo tu amor. Tengo hambre de tus gestos llenos de dulce ternura, tengo hambre de hacerte mía aunque te parezca una locura. Nota: Tengo hambre de tu cuerpo y tengo sed de tus labios. Aliméntame, por favor, sí.
Colaboración de William Aguirre Venezuela ¡Escríbele a William!
Amor El amor es una tormenta deliciosa, cuando llega te rocía de gotas llenas de cariño y ternura, de dulces y suaves besos, dilata tu corazón y llena tu cuerpo de infinitas emociones y sensaciones imposibles de describir.
Cuando la tormenta se va, se queda el corazón destrozado, el sólo pensar en la persona amada vuelve tus emociones y sensaciones en terribles tormentos llenos de lágrimas y dolores, el suave rocío se transforma en cubos de hielo y luego en una tranquilidad absoluta. Lo bueno de esta tormenta, es que con el paso del tiempo sana tu cuerpo y el corazón destrozado se da una nueva oportunidad para volver a amar.
Colaboración de Sora México ¡Escríbele a Sora!
Querida hija Muchos años antes de que nacieras, existías en mi mente. Siempre fuiste mi sueño. Siempre quise una hija llamada Paula Andrea. Cuándo escuchaba la canción, seguía soñando. Era algo muy especial, diferente, pleno de grandes ideales. Familiares, amigos y muchas personas se extrañaban con mi sueño con nombre. Yo, nunca. Porque ese sueño traía una niña que me tuviese confianza, fuese amiga y una mujer que siempre me contara muchas cosas cuándo estuviese preocupada, con problemas o sus historias llenas de alegrías. Soñaba que sería una mujer plena de éxitos y logros. Cuándo cumpliste 15 años, hubo una hermosa celebración con toda la familia. Cantamos, sentimos, reímos. Hubo mucha alegría en tus quince primaveras. Al iniciar tu bachillerato, te prometí que al terminar, te irías a estudiar a Londres. No cumplí esa promesa por una sencilla razón: eras mi niña del alma. Tendrías escasos 16. Cuándo ibas a graduarte, me arrepentí de mi promesa, porque no aguantaría que, siendo tan joven, te fueras de mi vida. Además, quería tenerte más tiempo con nosotros. Luego, a los 18 años, cuándo ya eras bachiller, te entregué dos regalos muy preciados: un hermoso joyero, recuerdo que guardé durante más de 23 años especialmente para ti. Así mismo, seis hermosas muñecas por las que lloraste, pataleaste cuándo tenías tres años y te las había traído desde Nueva York. Prometí que te las entregaría cuándo cumplieras 18.
Un padre siempre adora a sus hijos, pero cuándo se trata de una niña, se buscan excusas para no dejarla ir pronto de casa. Yo siempre las tuve, pero nunca las dije. Hoy, te vas. Vas a buscar nuevos horizontes o lo que yo llamaría el tesoro perdido. Me he refugiado en mi silencio y mientras cuentas los días y anhelas partir, yo los cuento como queriendo detener el tiempo para que no te vayas. No es que no desee que lo hagas, pues es tu futuro y es tu vida, como siempre te lo he dicho. Dios sabe como hace sus cosas y solamente quiero que te ilumine siempre por el “camino de la vida”, canción que me llega al alma y que en una de sus estrofas dice: “a quien se quiere más, sino a los hijos, son la prolongación de la existencia... Después cuantos esfuerzos y desvelos para que no les falte nunca nada para que cuándo crezcan lleguen lejos y puedan alcanzar esa felicidad tan anhelada...” Por eso, hoy, cuándo ya no estarás cerca físicamente, espero encuentres esa felicidad tan anhelada. Qué logres lo que deseas y que no olvides que siempre estarás aquí. Qué te estaremos acompañando siempre. “Un padre es un hombre que espera que sus hijos sean tan buenos como él hubiera querido ser.” Espero que Dios me dé la oportunidad de volver a verte. ¡Te quiero mucho! ¡Hoy es el primer día del resto de tu vida! Tu papá
Colaboración de Manuel Gómez Sabogal Colombia
Estás creciendo Amado hijo: Alguna vez, hace unos años publiqué aquí una carta muy dolorosa, la distancia nos separaba, tu tenías dos años y estábamos en diferentes continentes. Las cosas transcurrieron de forma diferente de lo deseado... hasta hoy. Hoy que tienes 4 años, 11 meses y algunos días. Ayer me abrazaste y me dijiste que me amas, que eres feliz.
Te amo hijo, no sabes cuantas noches te pido perdón en silencio mientras acaricio tu cabeza por aquel tiempo separados y por aquellos días tan difíciles en Alemania. Luego te huelo... ¿Te he dicho que aún hueles a leche y miel? ¿Que aún tus manitas son tan suaves y tus pies tan lindos como cuando eras bebé? ¿Te dije acaso que cuando te caes o lloras siento un profundo dolor en el pecho que se expande a mis clavículas y me corta el aire? ¿te dije que tengo miedo que alguien te lastime en un futuro? Si pudiera retenerte conmigo siempre, siempre lo haría, suena aprensivo, lo sé, pero también sé que eres feliz siendo libre, corriendo, que cuando te caes y te levantas me buscas con tus ojitos desesperados eres feliz, a tu manera, eres feliz. Estás creciendo, ya hablas como adulto y participas en las decisiones, contestas el teléfono y me cuentas cosas que suceden en tu diario vivir. Yo trabajo, y tú te quejas de que tenga que trabajar, te explico que debo hacerlo y me abrazas, me guías hasta la puerta y me besas, luego te alejas cabizbajo y me voy con pena, hasta que te llamo y te escucho feliz. ¿Sentirán así todas las mamás? o ¿será un mero análisis de mis pequeños rasgos y de los grandes tuyos? Ahora... Y para terminar... Gracias a Dios, que me ha concedido el honor de ser tu mamá, de ser tu amiga, de abrazarte y de ser la que tus ojitos busquen cuando me necesites. Te amo, aun cuando debo corregirte te amo, te amor ahora que escribo y mis ojos se llenan de lágrimas de amor, te amo y te voy a amar siempre, ese olor a leche y miel siempre será el olor con el que te identifique. Crece hijo, crece y sé grande, luego, la vida me va a dar la dicha que mis ojos sean los que te busquen y tú seas el que me abrace, si mi tesoro. Crece que al crecer también me haces grande. Te amo… Mamá.
Dedicado a Isaías Samuel... Una carta para mi hijo que cumplirá 5 años el 3 de enero del 2010 Colaboración de Guadalupe México
Princesa
Indefensa mariposa vulnerable al viento, vulnerable a la maldad de la vida… Abre tus ojos, mira la luz con su enorme brillo disfruta de la etapa de tu vida, sigue el brillo de la luz descúbrete a ti misma, pero ten cuidado, no te equivoques el oro también brilla pero es pasajero… Muchos caminos se cruzan en la vida pero en ti convergen mis caminos, escucha hoy que te hablo, dale significado a mis palabras, tómalas hoy, no cuando esté lejos. Quisiera aprender a leer tu mirada, adivinar tus pensamientos, darte las respuestas que buscas. Crecer duele, duele mucho, es como si la piel y los huesos provocaran sufrimiento al estirarse y te desgarraran por dentro toma mis manos, yo te ayudo a que no duela. Sigue las flores que en tu camino dejo marcándote el camino no te detengas a oler su aroma sólo síguelas y, cuando llegues al final sólo regálame una mirada y una sonrisa porque entonces y sólo entonces habremos triunfado.
Dedicada a mi hija Diana. Colaboración de Marco Bringas México ¡Escríbele a Marco!