Por Qué Terminamos.docx

  • Uploaded by: Deybis Leonardo Huerta Ramirez
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¿Por qué terminamos? Porque me contaron que te fuiste en grupito con tu prima y algunos amigos al campo a pasear. ¿Ah sí?, bajó la mirada. ¿Por qué hiciste eso? –la cogió del mentón. No hice nada malo. Estuve con mi prima, junto a ella nada más. Pero lo que me dijeron, que el tal Percy te subió sobre sus hombros y te arrojó al agua. No es lo que piensas, él es un amigo, y tú lo sabes. Además te dije para ir juntos, pero no quisiste porque según tú llegarías de Chimbote muy cansado. Y llegué cansado. No es para que hagas eso tampoco. – se sentó sobre una pequeña piedra. ¡Ay David! Siempre es lo mismo contigo. Cuando quiero salir nunca estás, cuando salgo con mi prima te apareces gritándome que me vaya a mi casa. ¿Por qué eres así? ¡Como si en todas tus salidas me dijeras! Solamente me dices cuando sales con Sharo. Pero cuando te vas a la disco con tus amigos, ahí si no me buscas para salir. ¡A ver!¿Qué otro grupo de amigos? ¡Dios mío! Si ellos son mis compañeros de la promoción nada más. Siempre tienes una justificación para todo, andas buscando qué decirme para salir de una vez del embrollo en que te metes y a mí también. Y no preguntarte más. Pero esta vez se acabó. Anda cuéntaselos a otros. A mí no. Me cansé de esto, de seguir escuchando que andas saliendo a todos lados y, todavía, sin decirme nada. Está bien, terminamos entonces.- Empezó a llorar, y su rostro se lavaba con esas lágrimas de coraje, porque cada vez que ella hacía una cosa que no le parecía a él, siempre David terminaba la relación. Esto le tenía cansada.- Pero esta vez no te voy a buscar, ya no, siempre me dejas así, a medio morir, a medio resentimiento, y no es justo, no es justo que por cualquier tontería que se puede arreglar tan fácil, siempre lo terminas tú, a tu modo. ¡Porque es así! ¿Te olvidaste que soy así por tu culpa? ¿Te acuerdas el otro día cuando te vieron con tu ex atrás del mercado y que me lo negabas tantas veces diciéndome no, no, no es cierto? Y si no fuera por esa personita que me lo contó y me lo confirmó porque te vio, seguirías negándomelo. Yo confiaba en ti. Por eso es que me cuesta tanto creer lo que me dices. Pero, te pedí perdón, y prometí nunca más hacerlo, y lo he cumplido. David apretó el cabello con sus dedos e hizo un ademán de negación. -Es difícil ¿sabes? Es difícil creer, porque cuando te hacen daño una vez, siempre, siempre hay otras. No, David, ¿No confías en mí? ¿No hay confianza entre tú y yo? - Entonces levantó su mano y trató de secar sus lágrimas-.Lo que pasa es que crees a todos los que te dicen cualquier cosa de mí, si me vieron por la calle con tal o si me vieron subir a una moto, rápido corren a ti y te cuentan. -Esas personas son mis amigos, no te olvides-. Le gritó fuerte.

Sintiéndose decepcionada, con los ojos húmedos, apenas pronunció estas palabras: ¡Sí, me olvidaba, tus mejores amigos, los que no te abandonan, según tú. A ellos si les crees, en cambio a mí no, ni porque soy tu enamorada. Un viento fuerte pasó rosando por sus sombras, y el silbido sopló la falda de Linda sin importar nada a la pareja. -¿Ahora quieres hacerte la víctima?- con voz más calmada, pero con el mismo sentimiento¿Ahora me quieres hacer creer que soy el culpable de todo? -No, David, no. Solo estoy explicando lo que es justo- agachó la cabeza y luego la levantó- solo te estoy pidiendo que me des mi lugar, y no lo haces. Pero te voy a olvidar, algún día lo voy hacer y me verás con otro y te va a doler y te arrepentirás de todo. Aprovéchate de mí todo lo que quieras, haz de mí cualquier cosa, piensa que soy así, piensa. La cogió del brazo intempestivamente y la jaló hasta acercarla a su cuerpo -¿Sabes qué….?cambió de idea y decidió erróneamente decirle: Vete, anda busca a tus amigos para refugiarte. Si quieres encuentra a tu ex y dile que estás libre, que te dejo volar, hagan lo que quieran, pero a mí déjame en paz- y la soltó empujándola. -Ella no dejó de cerrar los ojos, le miraba fijamente- David, cómo puedes hablar así, yo te amo, te lo he demostrado, te lo he dicho mil veces, y tú bien lo sabes. –Pensó en arrodillarse, pero no lo hizo- No seas terco, no me hagas sentir mal de lo que estoy ahora, tenemos ya cuatro años de relación. ¿Olvidaste todo lo que pasamos juntos?- y gritó al cielo, y lloró, imploró, suplicó- Por querer estar más a tu lado llegaba tarde a mi casa, por querer cumplir lo que me pedías mentía a mamá. Las monótonas palabras emanaban de su boca, las casi usuales, las que argumentaba cada vez que tenían problemas- ¿Ahora me estás echando la culpa? -¡David, no te estoy echando la culpa, solo quiero que recapacites por favor. No me hagas esto!-Se arrodilló, le cogió de las manos y suplicó que no la dejara, que sí haría eso, nunca más volvería con él. -No, Linda, lo siento, ya no podemos seguir más. Gracias por todo, gracias por soportarme, gracias por las noches juntos, por los días de baños y las tardes de paseo. Fue un gusto haberte querido tanto, siempre te llevaré en mi corazón- Lo decía así como un varón egoísta e inmaduro, un niño inconsciente. Linda, al escuchar eso, gritó de dolor, se levantó, pensó unos minutos, luego se sentó sobre otra piedra. David la miraba con esos ojos de piedad. La decisión ya lo había tomado y en ese momento nadie le cambiaría de opinión. Después de media hora de haber secado sus lágrimas, Linda se ató el cabello, miró los ojos de David, y habló: Bueno, así lo quisiste, así será. ¿Esta vez va en serio? Sí. Muy bien. Llévame a mi casa. Ya. En el transcurso del recorrido, Linda pensaba en la última noche en que estuvieron desnudos, la última noche en que David le dijo susurrando a su oído: “Te amo, te amo mucho, nunca me

vayas a dejar, tú serás mía y yo tuyo”. Luego reaccionó y miró a David y lloró en silencio. A penas tenía fuerzas para deshumedecer su rostro, apenas se miraba, apenas lograba preguntarse ¿Por qué me pasa esto a mí? Jamás me enamoraré… Ya, para, déjame aquí nomás. No, te voy a dejar en tu casa. David, déjame aquí te he dicho, tú no eres nadie para decidir por mí. Te voy a llevar a tu casa te he dicho. Saltó de la mototaxi, calló parada, pero estuvo a punto de caerse. Luego equilibró su cuerpo y huyó. David dio la vuelta en u y fue a buscarla. Ya era las seis y media, y oscurecía en San Jacinto. Por más que buscaba, jamás la encontró.

CAPÍTULO II No estoy llorando, mírame; ¿acaso no quiero que seas feliz? Es por tu bien; lo mejor que te puede pasar. Ni estoy arrepentido; Ni pienses que te he olvidado, ¿A caso he roto lo tuyo en mí? No te imagines cosas que vuelan cerca, Sigue tus pasos, lentos, firmes. Tampoco estoy respirando aire, sino recuerdos, respiro tu sombra que aparece callada frente a mí, mirándome. No te imaginas como miro atrás, me siento y veo, veo el mundo alejarse, veo mi cuerpo extraño ...son tantas cosas... Pero esto no quiere decir que estoy triste... Entre otras cosas…estoy…no lo sé. Tocó la puerta fuerte. Salió su amiga. La hizo entrar como estaba, toda desaliñada, desprotegida, una niña huérfana. ¿David?-pregunto y se sentó a su lado- ¿Otra vez te terminó? ¿Hasta cuándo amiga vas a seguir con todo esto?, ya deja de aferrarte a él, no es justo que sigas sufriendo así, toda la vida tiene que ser él el que termina con la relación, es un inmaduro, es un impulsivo. Un idiota. ¡Ay amiga! Lo amo, amo a ese hombre por todo lo que es. Lo amo tanto. Pero ya no puedo soportar que me siga tratando así. No quiero. Quiero que pase esto de una vez, no quiero sufrir más. Siempre que terminamos regresamos, y cuando creemos que estamos felices le cuentan tonterías y media de mí, y luego me busca y termina conmigo. Para él es tan práctico termina y ya, se acabó, pero luego, piensa él que le suplicaré. ¡Y siempre es así! ¡Ya amiga! ¡Basta ya! Deja de llorar, ese hombre no te ama, date cuenta que solo quiere lo que él desea, piensa en él nada más, en su felicidad, y no en ti.

¡Pero lo voy a olvidar! ¡No sé cómo, pero lo haré! Se abrazaron como hermanas. La calmó. Prometió muchas cosas. Luego regresó a su casa a las diez. Su mamá estaba en la sala. Le preguntó por qué tan tarde, simplemente le respondió que estaba con Xiomara. Entró a su cuarto, buscó la foto donde estaba con él, la rompió, tiró todos los peluches; el dibujo hecho a lápiz carbón también la rompió, todo lo arrojó al tacho. Nunca más, por esta, nunca más lo buscaría. Y aquella noche lloró a chorros, nuevamente, pero fue la última vez, se prometió que por más que le duela jamás regresaría con él y que no se enamoraría otra vez. Por las buenas soy buenas Por las malas lo dudo Puedo perder el alma por tu desamor Pero no la razón Yo soy toda de fe y de amor Te lo juro Pero valga decirte que son mis palabras el último adiós, el último adiós. Aunque vengas de rodillas y me llores y me pidas Aunque vengas y me implores que te absuelva y te perdone Aunque a mí me causes pena He tirado tus cadenas, y te dedico esta ranchera por ser el último adiós… No voy a llorar más por él. Prometo nunca más regresar. Una promesa de mujer. No, no, no y no. “David, mi amor, te amo mucho, pero me duele lo que me haces, no más, no regresaré contigo. Huiré de ti cada vez que te vea, escaparé como un conejo de su cazador para no ser otra vez tu víctima, lo haré, por mi bien. Por ahora me encerraré, hablaré con mi mamá, le contaré todo, y sé que ella me ayudará. He tirado tus cadenas”. CAPÍTULO III Y por un momento pensó en él, cerró los ojos, y cuando los abrió suspiró... -ese imbécil- se dijo para sí. Luego aceptó salir. Se cambió aun pensando en el amor de su vida. -Eres un tonto, cómo me vas a dejar así, te odio.- Timbró su celular, contestó, era Raúl, -¿Estás lista?-.Estoy afuera. Ya bajo- Pero desde hoy no existes, tengo mi orgullo y jamás me verás así, soy fuerte, te olvidaré a pesar de todo- ¿Vamos? -le dijo a Raúl. Raúl se quedó lelo al verla -Está linda, qué huevón es David- ¿A dónde iremos? -le preguntó después de darle un beso en la mejilla. Él le respondió Ayer no terminé de contar las estrellas, ¿Me acompañas? Ella intuyó que el tiempo con él sería muy largo -Está bien, vamos a contarlas. _____________________________________________________________________________ ¡Salud hermano! ¡No llores webón, no vale la pena! ¡Ya te fregó! ¿Qué vas hacer? Cuando te busque no la perdones más.-Le dio el vaso y la botella.

No dijo nada, solo tomaba hasta embriagarse como todos los días cuando terminaban. Hasta había perdido la cuenta. Mañana será otro día, trabajarás, pasarás el tiempo haciendo otras cosas y la olvidarás, no te preocupes. Pero había algo dentro de él. En cuanto iban pasando los días empezaba a recordarla, empezaba a reflexionar sobre la última vez con ella. La miraba dentro de sus ojos desnuda, con otro, con él, con su ex; y le mortificaba el cerebro, no sabía qué hacer, quería hablar con ella, quería verla; pero por otro lado, su orgullo le exhortaba que no la buscara porque Linda tarde o temprano le buscaría como otras veces, pero lo que se vendría más adelante él no lo sabría hasta experimentarlo. Sí, esa fue la última vez que la vio correr y perderse entre los árboles. Había pasado una semana, y su instinto de varón no le dejaba en paz, estaba loco, pensaba cosas de ella, se imaginaba a ella con otro, tal vez fuera de su casa, tal vez, en la oscuridad o por otro lado. Temblaba tanto que para que no lo hiciera buscaba a su amigos para beber, o un par de cervezas o un pisco. Solo para olvidarla. Al día siguiente al pensar en ella su corazón palpitaba cada vez más rápido. Siempre era así todos los días. Hubo un tiempo en que se decidió buscarla, pero no fue a su casa directamente, sino que trataba de buscar pasajeros que vayan por el barrio donde ella vivía y así poder verla y tratar de hablarle. Cuando recogió a la vecina de Linda para llevarla, se emocionó tanto que no hubo minutos que pasaran en planificar, si es que la viera, unas pequeñas frases como: ¿Podemos hablar? Y luego decirle que fue un idiota al pensar esas cosas de ella, que fue un estúpido y que nunca más volverá a pasar, que confiaría en ella más que en sus amigos, que pasaría el tiempo junto a ella. Pero sino, muy triste, sería para otra oportunidad. Y así fue, no la vio, ni en la puerta de su casa, ni en el segundo piso (cuando él pasaba por ahí siempre la veía sentada, haciendo su tarea o escuchando música a todo volumen, tan alegre, tan feliz). Un mes, y ella no dejaba huellas, ni rastro para ubicarla. Había conversado con su prima Sharo, esta le dijo que sí, que estaba en su casa pero que no salía, solo, a veces va al mercado, pero cuando te ve, se esconde. Le dijo que también se iba con sus amigos a pasear por ahí, para olvidar todo lo que pasó. Un día Linda le dijo a ella que había conocido a un chico, que hablaban todas las noches, que él venía solo los sábados a verla y se sentaban afuera de su casa. No era posible, los sábados siempre se daba unas vueltas con su moto por la casa de ella y jamás la vio, ni acompañada. Tal vez se esconde, le dijo a David. David empezaba a arrepentirse dolorosamente, se golpeaba en el pecho, echándose la culpa por todo y pensando que nunca más regresarán. Fue allí que lloró. Aunque difícil pero lloró. Y cada día la intensidad de su llanto era más fuerte, porque Sharo le decía que Linda y el otro muchacho ya eran enamorados y que ya salían por las calles. Fue cierto, Cuando David decidió ir a estudiar a Chimbote y dejar de manejar mototaxi, frecuentaba poco la casa de Linda, y lloraba. Un día la vio con él por casualidad, y se miraron frente a frente. Ella no agachó la mirada como otras veces cuando estaban separados al terminar su relación, le miró y le sonrió saludándole. Y él, perplejo, tragó saliva y no devolvió el saludo, desde aquella vez, las esperanzas de regresar con ella habían terminado para siempre. Nunca más la tendría desnuda, nunca más ella le diría: te amo, eres el amor de mi vida. Nunca más se abrazarían como enamorados y nunca más volvería a enamorarse. CAPÍTULO IV Apenas aclaraba el día y la vi delante de mí A penas la saludé y me sentí transformado

Aquí voy de nuevo, otra vez una chica Ella es diferente, alta, delgada, cabello lacio Me caería si en ese momento me diera un beso Claro que lucharía por ella Lucharía con todos para obtener su amor Aunque la realidad es otra, ella mira al cielo Yo la miro a ella. Ella ríe aparte, yo lloro Sabe que existo para hablar, pero no para amar Pero llegará el día en que me tenga en su corazón Y le dolerá en el alma lo que seré. Sufrirá mucho por haberme dichos tantas cosas Se arrepentirá de haberme conocido. Sufriré también porque la amaré y ella ya no. Pero trataré de ser un muro, seré fuerte y la nostalgia pasará. La nostalgia pasará. El dolor que Linda sentía todos los días le duró medio año, pero el dolor que David sentía, dos. Así que, no podía mortificarse más, haría otras cosas, estudiaría más, haría nuevos amigos y, por su puesto, amigas. Él ya se había fijado en otra chica, una chica de carpeta, una compañera de clase, le llamaba la atención su sonrisa, su cabello lacio, sus ojos y su manerita de hablar. Fue un impacto total, una flecha venenosa salió del cuerpo de ella y se incrustó en su corazón, y él, cinco años después, moriría a causa de ella. Pero vamos por partes, durante esos cinco años pasó de todo. Se hicieron amigos, mejores amigos, amantes y enamorados. ¿Quieres salir conmigo?- le preguntó al salir del aula. ¿Salir contigo? ¿A Dónde? - alejándose un poco de sus amigas. No sé, te invito un helado ¿Qué dices? Mañana es tu cumpleaños y quiero invitarte a salir. ¿Si? Bueno, solo porque es mi cumpleaños. –Ella miraba sus ojos como un amigo más. Muy bien. A las cuatro de la tarde en la plaza. Él la miraba ilusionado. Se acicaló, se echó mucho perfume, se peinó después de tiempo, se puso la mejor de sus ropas. Todo eso lo hizo dos horas antes de la cita. Cuando se dirigió al espejo, pronunció por última vez el nombre de Linda. Nunca más sufrirá por ella porque encontró a alguien que, además de hacerle olvidar, podría amarla mucho. ¡No te vayas a enamorar de mí! Le dijo ella. No, descuida, solo me gustas. Y pensó- luego ya te conquisto poco a poco y seremos novios y todo será bonito – seguía pensando. Más te vale, porque no quiero hacerte sufrir, además a mí me gusta otro chico.

¿Quién? -Le preguntó con algo de recelo. Un chico de la universidad.- le respondió con la cara roja. Ahhh- sintió morirse. Pero no sé si me conoce. Lo veo pasar por la uni. Me gusta mucho. La odiaba en ese momento y se preguntó ¿Por qué me pasa esto a mí? Debo estar pagando todo lo que le hice a Linda. ¿Qué pasa David? ¿Qué tienes? Te dije que no te enamoraras de mí. Sí, lo siento, ya fue. No me hagas caso. ¡Ay amigo! ¡Escucha, yo estoy enamorada de él! Se armó de valor y le preguntó: ¿Por qué? Si tú sabes que me gustas mucho. Sabes que yo quiero estar contigo. ¡Tú me gustas! No lo niego, pero él me gusta más. Estaba ido, temblaba y cuando llegaría a su cuarto, lloraría, otra vez, otra noche, cada vez que ella le hablaba de él. Él es alto, blanco, así me gustan a mí. Mírate tú. No eres mi tipo. Se sintió marginado. Quería decirle basta ya, no sigas, no sigas, por favor. ¡Te lo dije, te lo repetía mil veces, no te enamores de mí! ¡No quisiste! Sí, lo sé. Ya. No importa. Total, no es la primera vez que me pasa esto, tranquila, estaré bien. Bueno, ya tengo que irme, vamos. Mientras caminaban él no hablaba. Ella sí, le hablaba del examen, de las chicas, de los profesores y, nuevamente de él. Algún día estarás aquí, con el dedo señaló la palma de su mano. Estarás aquí, y me suplicarás que esté contigo. Llorarás como lo estoy haciendo ahora, sufrirás, te lo juro, sufrirás tanto que el dolor te durará un buen tiempo, querrás olvidarme, querrás odiarme, pero me amarás más, me amarás más que a nadie y pase lo que pase, así yo sufra después, tendré el gusto de hacerte sufrir. Pero por ahora, seguiré insistiendo, seguiré aferrado a ti, hasta que cedas, y verás, verás que no habrá otro hombre como yo quien te haga sufrir. Además, no me importa llorar luego, así me dejes de amar, seré un buen caballero, me iré y nunca más te volveré a ver. Bueno, nos vemos mañana en el examen. … No te pongas triste. –le dio un beso en la mejilla y cruzó la doble pista. ¿Un beso? Uno más, ayer, anteayer, el lunes, todos los días un beso. Los guardaré, los pondré sobre mi estante y si los necesito sacaré uno, hasta que se me acaben. Ocho meses, fueron ocho meses de intenso sufrimiento, un viacrucis amoroso, pero valió la pena. Valió la pena los llantos en las madrugadas, los gastos inmensos de algunos cachuelos, las quedadas en Chimbote por no ir a San Jacinto y etcétera. Tantos sacrificios para lograr su

cometido. Al fin ella, estaba junto a él. Se amaban, no hay duda y se adoraban. En el aula de clases se miraban, se abrazaban se besaban, pero quedaba algo en ella aun, quedaba un pequeño resentimiento hacia aquel muchacho que le gustaba, pero con el pasar del tiempo lo olvidó por completo. Tres años pasaron, tres años de amor, pasión y placer. Fue bonito mientras duró. Tres años. Ya tenía que empezar una pequeña venganza. Entonces tendría que buscar la manera como ella encontrara una pista o una sospecha o algo para que poco a poco terminen la relación. Decidió que la infidelidad sería la mejor arma. La primera vez no le importó nada, decidió hacerlo. Buscaría en su Facebook a cualquier chica, hablaría con ella por imbox y dejaría que María se diera cuenta. ¿Quién es Claudia? Una amiga. ¿Con ella me engañas? No, es solo una amiga. ¿Y estas conversaciones? ¿Me vas a decir que no eres tú? Mira como le hablas, así le hablas a tus amigas. Escúchame, solo es un gusto nada más. El gusto pasa. ¿Por qué David? Tan bien que íbamos. Estábamos tan bonito. Pero, María, no te pongas así. ¿Qué me vas a decir? Habla, dime algo. No pienso decirte nada. ¿Ya te vas? No, hablemos. Pídeme disculpas. Lo siento, María, disculpas. ¿Así nada más? ¿Así dices que me amas? No te entiendo, dices que me quieres y no lo demuestras. No te creo. Va a ser lo mismo.-secándose las lágrimas. Entonces, déjame, termíname. Acaba con esta relación. Para ti es fácil terminar la relación, me dices terminamos y listo. ¿No tienes más que decir? Sí, no tengo más qué decir. – Fingía que la miraba pero pensaba: “Me estoy cobrando todo lo que me hiciste sufrir, estás pagando todo lo que me decías, me decías en mi cara, que por mi color de piel y mi tamaño jamás estarías conmigo. Que tu familia no estaría de acuerdo con esto. Y lloraba, no sabes cuánto he llorado porque me tratabas mal. Ahora sufre como yo lo hice. ¡Habla! ¡Dime algo! No voy a hablar. Está hecho y decidido. Te pedí disculpas, no quieres regresar conmigo, me da igual. Siguió llorando ella, y giró su cuerpo a la ventana. Entonces él la tomó de los hombros y la enderezó.

Escúchame. Lo siento. Perdón por lo que te hice. –Quiso llorar, pero no pudo. Solo atinó a susurrarle al oído. No te creo. María, yo te quiero, te quiero mucho. No quiero estar así contigo. Anda. Preciosa. No lo volveré hacer. –le dijo. ¿Por qué David? Yo te quiero mucho. Mira qué fue lo que hice por ti. Me cambiaste. Antes fui fría contigo, a veces me avergonzaba andar contigo en la calle. Te hablaba de otro chico. Pero ya pasó. Solo tengo ojos para ti. Sí lo sé. Lo sé. ¡Estoy molesta contigo! – De manera desdeñosa giró su cara.- Me voy, hablamos después. Está bien. Te acompaño. Vamos. Esto es la primera dosis de dolor. La segunda dosis será más fuerte pensó él cuando se iban caminando al paradero. Y sufrirás. La seguía mirando. Ella se iba calmando. En media hora se había olvidado de aquel triste momento. Meses después tendría que planificar en dónde y cuándo le diría que ya no la amaba más. Inventaría que por favor le diera más tiempo para que puede arreglar algunas cosas. O inventaría que estaría confundido por la relación ya que se ven a diario y eso originaba una vida rutinaria. Optó por el segundo. Le importaba mucho decirle que no la amaba más, estaba decidido, pero a la vez le dolía que ella se pondría muy mal. ¿Sabes? Lo nuestro ya no puede ser. No te amo. Estoy confundido, dame tiempo para pensarlo. Se quedó helada. Iba sintiendo cómo las lágrimas emanaban desde las profundidades de su alma y se empozaban en sus pupilas. Pero no pudo más. Lloró. Lo siento mucho. Creí haberte amado, pero estuve equivocado. Todo este tiempo no te amé. Así, mojado su rostro hablaba. ¿Por qué David? Esperaste tanto tiempo para que le digas esas cosas a ella. Si te amo. Te quiero. ¿Por qué me dices estas cosas? No entiendo. –El intenso llanto ascendió más. … Siempre he estado a tu lado. Estuve cuando más me necesitabas, te he perdonado todo. Lo siento. Nada va a cambiarme. No hay marcha atrás. Ella le miró a los ojos. -¿Estás seguro?- le cogió las manos y él la rechazó- ¿Dime? Sí. Completamente. Después de cinco minutos y sin hablar él pensó en Linda. La misma situación se daba. Pensó en aquella pregunta: ¿Estás seguro? La misma que le preguntó su primera enamorada. Aceptaría no verla más. No sufriría si no la viera más a María porque no la amaba. Estaba sereno.

Espero que estés bien. Cuídate mucho – llorando- no te preocupes por mí, voy a estar bien, todo pasará. Recuerda que un día te amé mucho. Se paró. Caminó. Aceleró sus pasos y David la seguía atrás, no vaya a hacer otra cosa. Hizo parar a un AI, abrió la puerta, le miró llorando y él sabía que ella no le buscaría más. El auto aceleró y desapareció al fondo por el colegio Pestalozzi. Después de seis largos meses, a veces él la recordaba, pero no sufría. En cambio ella, sí, y mucho. Todos los días pensaba y lloraba en el amor de su vida, en David. David, estaba tranquilo; veía fotos de ella en la discoteca y se alegraba porque la veía feliz, pero no, ella no lo estaba. Así le dijo todo esto cuando al año siguiente los papeles se intercambiaron. ¿Te acuerdas que me dijiste que no me amabas? ¿Recuerdas que me decías que saliera con otro pata? Que tal vez contigo sería un gusto nada más. ¿Te acuerdas que me dijiste en mi cara? Ahora yo te lo digo. No te amo. Solo te tengo aprecio. Me apenaría que estuvieras solo, pero sé fuerte, busca amigos, sal, sal con tus amigas. Mírame, sé que no me amas como yo. Pero él sí la amaba. Y él sabía que iba a pasar esto. Pero tenía que soportarlo. Así que a sufrir se ha dicho. Total, estaba acostumbrado a eso. No tenía otro destino que sufrir. ¡Oye! ¡Despierta! ¡No estés así! No te preocupes. Algún día, algún día te olvidaré. No será hoy, ni mañana, ni pasado mañana, algún día. ¡David! ¡Cuídate mucho! ¿Estarás bien? Sí, no te preocupes. Tengo veintiocho años, sé cuidarme bien. Pero, pasa y siéntate. No te preocupes, no te haré nada. Esta será la última vez que estemos juntos. Te juro que no te molestaré nunca más. No me verás. No sabrás de mí. Nada. ¡Bueno! ¡Ni pienses que regresaré contigo, David! No, descuida, no te cité para implorarte que regreses conmigo. Sino para pasarla bien el último día. Se abrazaron, se besaron, hicieron el amor, desnudos sobre la cama. Bebiendo vino. Se bañaron juntos. Se cambiaron juntos y se despidieron. Él lloró por ella, por la última vez. Ella también lo hizo pero por la preocupación de que él estaría muy mal. Nada más. Aquella noche la dejó en su casa. Y todo lo sufrido se empozó en el corazón de David. Pero él es fuerte, no cae ante esas cosas del amor porque ha sufrido mucho y ha llorado tanto. La tempestad tiene su límite y sabe que pasará eso. Al final verá la luz. Tuvo el gusto de vengarse, tuvo el gusto de tener a la chica que él quiso. No le importó nada. Así fue. Así pasó. La historia de nuestro amigo David es un tema más para un escritor de novela. Algunas cosas se ha obviado, algunas cosas se ha cambiado, aquellos secretos nunca se sabrán. Por lo pronto se sabe que David ama mucho a María y no se sabe si María, lo ama. Por otro lado, cuando David le había terminado diciéndole que no la amaba, había pasado seis meses y ella insistió y David le pidió que regresara con él. Todo iba bien, hasta que ella, después de dos años, ya cuando David verdaderamente la amaba, ella le dijo :No David, ya no te amo, porque te importó poco lo nuestro, porque el amor que tenía lo echaste a la basura y junto conmigo, por eso no más, no quiero sufrir más. Y David fue infeliz.

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