Antropología La antropología es la ciencia que estudia al ser humano de una forma integral, de sus características físicas como animales y de su cultura, que es el rasgo único no biológico. Para abarcar la materia de su estudio, la antropología recurre a herramientas y conocimientos producidos por las ciencias sociales y las ciencias naturales. La aspiración de la disciplina antropológica es producir conocimiento sobre el ser humano en diversas esferas, intentando abarcar tanto las estructuras sociales de la actualidad, la evolución biológica de nuestra especie, el desarrollo y los modos de vida de pueblos que han desaparecido y la diversidad de expresiones culturales y lingüísticas que caracterizan a la humanidad.
Las facetas diversas del ser humano implicaron una especialización de los campos de la Antropología. Cada uno de los campos de estudio del ser humano implicó el desarrollo de disciplinas que actualmente son consideradas como ciencias independientes, aunque mantienen constante diálogo entre ellas. Se trata de la antropología física, la arqueología, la lingüística y la antropología social. Con mucha frecuencia, el término antropología solo se aplica a esta última, que a su vez se ha diversificado en numerosas ramas, dependiendo de la orientación teórica, la materia de su estudio o bien, como resultado de la interacción entre la antropología social y otras disciplinas.
La antropología se constituyó como disciplina independiente durante la segunda mitad del siglo XIX. Uno de los factores que favoreció su aparición fue la difusión de la teoría de la evolución, que en el campo de los estudios sobre la sociedad dio origen al evolucionismo social, entre cuyos principales autores se encuentra Herbert Spencer. Los primeros antropólogos pensaban que así como las especies evolucionaban de organismos sencillos a otros más complejos, las sociedades y las culturas de los humanos debían seguir el mismo proceso de evolución hasta producir estructuras complejas como su propia sociedad. Varios de los antropólogos pioneros eran abogados de profesión, de modo que las cuestiones jurídicas aparecieron frecuentemente como tema central de sus obras. A esta época corresponde el descubrimiento de los sistemas de parentesco por parte de Lewis Henry Morgan.
Desde el final del siglo XIX el enfoque adoptado por los primeros antropólogos fue puesto en tela de juicio por las siguientes generaciones. Después de la crítica de Franz Boas a la antropología evolucionista del siglo XIX, la mayor parte de las teorías producidas por los antropólogos de la primera generación se considera obsoleta. A partir de entonces, la antropología vio la aparición de varias corrientes durante el siglo XIX y el XX, entre ellas la escuela culturalista de Estados Unidos, el estructural-funcionalismo, el estructuralismo antropológico, la antropología marxista, el procesualismo, el indigenismo, etc.
La antropología es, sobre todo, una ciencia integradora que estudia al ser humano en el marco de la sociedad y cultura a las que pertenece, y, al mismo tiempo, como producto de estas. Se le puede definir como la ciencia que se ocupa de estudiar el origen y desarrollo de toda la gama de la variabilidad humana
y los modos de comportamientos sociales a través del tiempo y el espacio; es decir, del proceso biosocial de la existencia de la especie humana.
Ciencia política Ciencia política o politología son distintas denominaciones de una ciencia social que estudia la teoría y práctica de la política, los sistemas y comportamientos políticos en la sociedad. Su objetivo es establecer, a partir de la observación de hechos de la realidad política, explicaciones lo más certeras posibles acerca de su funcionamiento. Interactúa con otras ciencias sociales, como el Derecho, la economía o la sociología, entre otras.
Emplea una multiplicidad de herramientas metodológicas propias de las ciencias sociales. Entre los diferentes acercamientos posibles a la disciplina están el institucionalismo o la teoría de la elección racional.
Históricamente ha tenido su origen en la filosofía política, pero es imprescindible distinguirla de ella.
Norberto Bobbio propone dos acepciones, una en sentido amplio (ciencias políticas), y otra en sentido estricto (ciencia política). La primera abarcaría todos los estudios relacionados con la política desde la antigüedad hasta nuestros días, incluidos todos los filósofos y teóricos que han pensado, escrito y analizado la política. En sentido estricto, la ciencia política contemporánea nació a partir de la corriente conductista que trata de observar las conductas de los actores políticos y de los ciudadanos conforme a premisas estrictamente científicas. Esta última acepción hace referencia a lo que se denomina generalmente «ciencia política positiva», para distinguirla de la filosofía política o teoría política normativa; la otra parte de estudio de la disciplina tiene como objeto de estudio propio al poder que se ejerce en un colectivo humano. La politología se encarga de analizar las relaciones de poder que se encuentran inmersas en un conjunto social, sean cuales sean sus dimensiones (locales, nacionales o a nivel mundial).
El poder, como capacidad de un actor social de influir sobre otros, se encuentra presente en todas las interacciones humanas, siempre que existan al menos dos actores que se interrelacionen. El ejercicio del poder se hace presente en diferentes manifestaciones humanas como en la guerra, la paz, la negociación, el consenso, el disenso, la autoridad, la dominación, la obediencia, la justicia, el orden, el cambio, la revolución, la participación política y cualquier otra situación donde exista el potencial o real encuentro de dos actores sociales con intenciones manifiestas o latentes, de enfrentar sus intereses a los de otros.
Aunque hay un debate entre politólogos sobre el objeto de estudio de la ciencia política, teniendo a la categoría teórica «sistema político» como objeto de la disciplina. Esta categoría cumple con ciertos requisitos como es tener una naturaleza, se deben tener referentes empíricos ya que esto hace que la disciplina se diferencie de la filosofía política; también es exhaustiva e incluyente, esto quiere decir que incluya a todas las materias que pertenecen al campo de estudio de la ciencia política y a su vez no debe quedar ninguna materia vinculada con la actividad política fuera de su campo y finalmente este objeto de estudio tiene una gran aceptación mayoritaria por parte de la comunidad politológica.
El sistema político se define como un conjunto de interacciones que se dan entre sus unidades o partes que lo componen y estas interacciones cambiarán o mantendrán el orden de dicho sistema. Esta categoría fue acuñada por el politólogo David Easton. Él considera a la vida política como un sistema de conducta o comportamiento. El comportamiento sería la manera de proceder que tiene la persona en relación con su entorno. Entonces la vida política tiene una manera de proceder en relación con su entorno, en este caso serían los ministerios, el ejecutivo, los partidos políticos, la sociedad, etc. De esas interacciones o proceder tendremos resultados que pueden mantener o cambiar el orden en el que se encontraba la vida política.
Derecho El derecho es un conjunto de principios y normas, generalmente expresivos de una concepción de justicia y orden, que regulan las relaciones humanas en toda sociedad y cuya observancia puede ser impuesta de forma coactiva por parte del Estado. Su carácter y contenido está basado en las relaciones sociales en un determinado lugar y tiempo. El concepto del derecho es estudiado por la filosofía del derecho. A lo largo de la historia juristas, filósofos y teóricos del derecho han propuesto definiciones alternativas y distintas teorías jurídicas sin que exista consenso sobre su definición.
La expresión «derecho» se utiliza indistintamente para nombrar a la disciplina y su objeto de estudio. Así, «derecho» hace referencia a la ciencia del derecho o un determinado cuerpo de normas (por ejemplo, derecho civil, derecho penal, derecho procesal, derecho constitucional, derecho administrativo, derecho internacional, etc.). De acuerdo con la Real Academia Española y la Fundación del Español Urgente, todas las acepciones de «derecho» se escriben con minúscula, a excepción de cuando hacen referencia a un departamento, facultad o asignatura. El derecho objetivo es el conjunto de normas jurídicas (leyes, reglamentos, entre otras) de carácter obligatorio, y que son creadas por el Estado para conservar el orden social. Siempre teniendo en cuenta la validez, es decir, si se ha llevado a cabo el procedimiento adecuado para su creación, independientemente de su eficacia y de su ideal axiológico (si busca concretar un valor como la justicia, la armonía, el bien común, etcétera).
El derecho subjetivo es la facultad que ha otorgado el ordenamiento jurídico a un sujeto (por ejemplo, derecho a la nacionalidad, derecho a la salud, derecho a demandar, derecho a manifestarse libre y pacíficamente, etc.).
La palabra derecho deriva de la voz latina directum, que significa «lo que está conforme a la regla, a la ley, a la norma», o como expresa Villoro Toranzo, «lo que no se desvía ni a un lado ni otro». La expresión aparece, según Pérez Luño, en la Edad Media para definir al derecho con connotaciones morales o religiosas, el derecho «conforme a la recta razón». Esto es así si tenemos en cuenta frases como «non omne quod licet honestum est» (no todo lo que es lícito es honesto), en palabras del jurista romano Paulo, que demuestra el distanciamiento del derecho respecto a la moral.
Esta palabra surge por la influencia estoico-cristiana tras la época del secularizado derecho de la época romana, y es el germen y raíz gramatical de la palabra «derecho» en los sistemas actuales: diritto, en italiano; direito, en portugués; dreptu, en rumano; droit, en francés; a su vez, right, en inglés; recht en alemán y en neerlandés, donde han conservado su significación primigenia de «recto» o «rectitud».
La separación posterior del binomio «ius» - «directum» no pretende estimar que la palabra «ius» se halle exenta de connotaciones religiosas: téngase en cuenta que en la época romana temprana, según Pérez Luño, los aplicadores del derecho fueron, prácticamente de forma exclusiva, los pontífices.
Aunque la definición del término «ius» y su origen aún no estén claros, estudios actuales de Giambattista Vico relacionan muy inteligentemente y casi sin lugar a dudas la procedencia de este término de «Iupiter» (Júpiter), principal dios del panteón romano, representativo de las ideas de poder y justicia.
Economía La ciencia económica es la ciencia social que estudia:
La extracción, producción, intercambio, distribución y consumo de bienes y servicios.
La forma o medios de satisfacer las necesidades humanas mediante recursos limitados.
Forma en la que las personas y sociedades sobreviven, prosperan y funcionan.
Por consiguiente, la economía puede definirse como la ciencia que estudia «cómo se organiza una sociedad para producir sus medios de existencia que, distribuidos entre sus miembros y consumidos por ellos, permiten que la sociedad pueda producirlos de nuevo y así sucesivamente, proveyendo con ello, de una forma constantemente renovada, la base material para el conjunto de la reproducción de la sociedad en el tiempo». Más allá del enfoque en los procesos económicos (extracción, transformación, producción, distribución y consumo) el análisis económico se ha aplicado a negocios, finanzas, cuidado de salud y gobierno. También se pueden aplicar a disciplinas tan diversas como el crimen, educación, la familia, el derecho, la elección pública, la religión, instituciones, guerra, la ciencia, y el medio ambiente. En el cambio al siglo XXI, el expansivo dominio de la economía en las ciencias sociales se ha descrito como el imperialismo de la economía.
El fin último de la economía es mejorar las condiciones de la vida de las personas en su vida diaria.
El objeto de la economía es estudiar la distribución de los bienes económicos, considerando los procesos de producción, comercialización, distribución y consumo de estos para satisfacer las necesidades del ser humano. En otras palabras, analiza las decisiones relacionadas entre los recursos de los que se dispone (limitados) y las necesidades que cubren (ilimitadas aunque jerarquizadas), de los individuos reconocidos para tomar dichas decisiones. El objeto de la economía es muy amplio, pues abarca el estudio y análisis de los siguientes hechos:
La forma en que se fijan los precios de los bienes y de los factores productivos (tierra, trabajo, capital y habilidades empresariales) y cómo se utilizan para asignar los recursos.
El comportamiento de los mercados financieros y la forma en que se asigna el capital en la sociedad.
Las consecuencias de la intervención del Estado en la sociedad y su influencia en la eficiencia del mercado.
La distribución de la renta y propone los mejores métodos de ayuda a la pobreza sin alterar los resultados económicos.
La influencia del gasto público, los impuestos y el déficit presupuestario del Estado en el crecimiento de los países.
Como se desarrollan los ciclos económicos, sus causas, las oscilaciones del desempleo y la producción, así como las medidas necesarias para mejorar el crecimiento económico a corto y a largo plazo.
El funcionamiento del comercio internacional y las consecuencias del establecimiento de barreras al libre comercio.
El crecimiento de los países en vías de desarrollo.
Geografía Humana La geografía humana constituye la segunda gran división de la geografía general. Como disciplina se encarga de estudiar las sociedades humanas desde una perspectiva espacial, la relación entre estas sociedades y el medio físico en el que habitan, así como los paisajes culturales y las regiones humanas que éstas construyen. Según esta idea, la Geografía humana podría considerarse como una geografía regional de las sociedades humanas, un estudio de las actividades humanas desde un punto de vista espacial, una ecología humana y una ciencia de los paisajes culturales. Analiza la desigual distribución de la población sobre la superficie terrestre, las causas de dicha distribución y sus consecuencias políticas, sociales, económicas, demográficas y culturales en relación a los recursos existentes o potenciales del medio geográfico a distintas escalas. Parte de la premisa de que el ser humano siempre forma parte de agrupaciones sociales amplias. Estas sociedades crean un entorno social y físico mediante procesos de transformación de sus propias estructuras sociales y de la superficie terrestre en la que se asientan. Su accionar modifica ambos aspectos en función de las necesidades e intereses que los agentes sociales que las forman, especialmente de los agentes sociales dominantes. Estas transformaciones se deben a procesos económicos, políticos, culturales, demográficos, etc.
El conocimiento de estos sistemas geográficos formados por la sociedad y su medio físico (regiones humanas, paisajes culturales, territorios etc), es el objeto de estudio de la geografía humana. Podemos considerar como iniciador de la geografía humana a Elisée Reclus en Francia, teniendo como antecedente la obra de Karl Ritter en Alemania.
Fue Vidal de la Blache quien definió la geografía como una ciencia de síntesis que estudia la interacción entre el ser humano y su medio, definición que ha perdurado hasta nuestros días en la escuela francesa de Geografía .
Aunque el objetivo de la geografía humana no se centra en el conocimiento del medio físico, estudiado por la geografía física, es necesario cierto conocimiento del paisaje natural para adentrarnos en la geografía ambiental, un campo de estudio emergente dentro de la geografía humana.
Los métodos de la geografía humana, lo mismo que sucede con la geografía física, son sumamente diversos, y podemos citar procedimientos tanto cuantitativos como cualitativos, incluyendo entre los primeros, los estudios de casos, las encuestas, el análisis estadístico, y la formulación de modelos, todo lo cual se ha venido agrupando como la geografía cuantitativa, desarrollada en la década de los 60 del siglo XX, con los trabajos iniciales de David Harvey y otros. Y entre los procedimientos de investigación cualitativos podemos señalar todos aquellos utilizados por las ciencias sociales en general, como los que se emplean en demografía, antropología, historia, sociología y muchas otras ciencias.
En resumen, la metodología empleada en geografía humana es aproximadamente la misma que la que se emplea en la geografía general y en muchas otras ciencias (aunque con énfasis distinto en cuanto al empleo de dichos métodos), tal vez con la excepción del método regional aunque, en sentido estricto, este método siempre ha sido empleado por numerosas ciencias sistemáticas: no hay muchas limitaciones en el empleo de diferentes metodologías en cualquier ciencia. Y al referirnos a la metodología en las ciencias sociales no podemos olvidar las críticas de Paul Karl Feyerabend en su obra Contra el método (1975, edic. española), donde critica la simplicidad metodológica con que se venía abordando los estudios de historia y de otras ciencias sociales.
Historia La historia es la ciencia que tiene como objeto el estudio de sucesos del pasado, tradicionalmente de la humanidad, y como método el propio de las Ciencias Sociales/Humanas, así como el de las Ciencias Naturales en un marco de interdisciplinariedad. Siendo la disciplina que estudia y narra cronológicamente los acontecimientos pasados. Se denomina también «historia» al periodo que transcurre desde la aparición de la escritura hasta la actualidad, aunque es un convencionalismo ampliamente superado en la actualidad, considerando a la prehistoria también como parte intrínseca de la historia.
Más allá de las acepciones propias de la Ciencia Histórica, Ciencia de la Historia, Ciencias Históricas o Ciencias de la Historia, «historia», en el lenguaje usual, es la narración de cualquier suceso, incluso de sucesos imaginarios y de mentiras; sea su propósito el engaño, el placer estético o cualquier otro (ficción histórica). Por el contrario, el propósito de la ciencia histórica es averiguar los hechos y procesos que ocurrieron y se desarrollaron en el pasado e interpretarlos ateniéndose a criterios de objetividad; aunque la posibilidad de cumplimiento de tales propósitos y el grado en que sean posibles son en sí mismos objetos de estudio de la Historiología o Teoría de la Historia, como epistemología o conocimiento científico de la historia.
A su vez, llamamos «historia» al pasado mismo, e, incluso, puede hablarse de una «Historia Natural» en que la humanidad no estaba presente (término clásico ya en desuso, que se utilizaba en oposición a la historia social, para referirse no solo a la geología y la paleontología sino también a muchas otras Ciencias Naturales —las fronteras entre el campo al que se refiere tradicionalmente este término y el de la prehistoria y la arqueología son imprecisas, a través de la paleoantropología—, y que se pretende complementar con la Historia ambiental o ecohistoria, y actualizarse con la denominada «Gran Historia»: campo académico interdisciplinar que se define como "el intento de comprender de manera unificada, la historia del Cosmos o Universo, la Tierra, la Vida y la Humanidad", cubriendo la historia desde el Big Bang hasta la Historia del mundo actual). Ese uso del término «historia» lo hace equivalente a «cambio en el tiempo». En ese sentido se contrapone al concepto de filosófico equivalente a esencia o permanencia (lo que permite hablar de una filosofía natural en textos clásicos y en la actualidad, sobre todo en medios académicos anglosajones, como equivalente a la física). Para cualquier campo del conocimiento, se puede tener una perspectiva histórica —el cambio— o bien filosófica —su esencia—. De hecho, puede hacerse eso para la historia misma (véase tiempo histórico) y para el tiempo mismo (véase Historia del tiempo de Stephen Hawking, libro de divulgación sobre cosmología). En este sentido, todo pasado en relación al presente hace alusión al tiempo y a su cronología, y por lo tanto tener historia.
En medicina se utiliza el concepto de historia clínica para el registro de datos sanitarios significativos de un paciente, que se remontan hasta su nacimiento o incluso hacer lo propio con respecto a su herencia genética.
Se denomina historiador a la persona encargada del estudio de la historia. Al historiador profesional se le concibe como el especialista en la disciplina académica de la Historia, y al historiador no profesional se le tiende a denominar como cronista.
Psicología La psicología (también sicología, de uso menos frecuente) (literalmente «estudio o tratado del alma»; del griego clásico ψυχή, transliterado psykhé, «psique», «alma», «actividad mental», y λογία, logía, «tratado» o «estudio») es, a la vez, una profesión, una disciplina académica3 y una ciencia que trata el estudio y el análisis de la conducta y los procesos mentales de los individuos y de grupos humanos en distintas situaciones, cuyo campo de estudio abarca todos los aspectos de la experiencia humana y lo hace para fines tanto de investigación como docentes y laborales, entre otros. Existen diversas perspectivas psicológicas, cada una con sus propias teorías y metodologías, y en comparativa pueden coincidir, influirse, solaparse o incluso ser contradictorias e incompatibles; esta variedad da pie a múltiples acepciones y abordajes. Algunos enfoques —como en el humanismo— consideran que el método científico no es adecuado para investigar la conducta; otros tales como el conductismo lo emplean para comportamientos observables que pueden ser objetivamente medidos.
Por medio de sus diversos enfoques, la psicología explora conceptos como la percepción, la atención, la motivación, la emoción, el funcionamiento del cerebro, la inteligencia, el pensamiento, la personalidad, las relaciones personales, la conciencia y la inconsciencia. La psicología emplea métodos empíricos cuantitativos y cualitativos de investigación para analizar el comportamiento. También se pueden encontrar, especialmente en el ámbito clínico o de consultoría, otro tipo de métodos cualitativos y mixtos. Mientras que el conocimiento psicológico es empleado frecuentemente en la evaluación o tratamiento de las psicopatologías, en las últimas décadas los psicólogos también están siendo empleados en los departamentos de recursos humanos de las organizaciones, en áreas relacionadas con el desarrollo infantil y del envejecimiento, los deportes, los medios de comunicación, el mundo del derecho y las ciencias forenses. Aunque la mayor parte de los psicólogos están involucrados profesionalmente en actividades terapéuticas (clínica, consultoría, educación), una parte también se dedica a la investigación, desde las universidades, sobre un amplio rango de temas relacionados con el comportamiento y el pensamiento humano. Las distintas escuelas, teorías y sistemas psicológicos han enfocado sus esfuerzos en diversas áreas, existiendo desde los enfoques que se centran exclusivamente en la conducta observable (conductismo), pasando por los que se ocupan de los procesos internos tales como el pensamiento, el razonamiento, la memoria, etc. (como el cognitivismo) o las orientaciones que ponen el acento en las relaciones humanas y el pensamiento humanista de la posmodernidad y en la comunicación basándose en la teoría de sistemas, hasta los sistemas psicológicos que focalizan en los procesos inconscientes (como el psicoanálisis o la psicología analítica). El alcance de las teorías abarca áreas o campos que van desde el estudio del desarrollo infantil de la psicología evolutiva hasta cómo los seres humanos sienten, perciben o piensan; cómo aprenden a adaptarse al medio que les rodea o resuelven conflictos.
Para algunos autores, como los de la corriente académica anglosajona del Behavioural sciences, el ámbito de investigación y acción de la psicología científica es exclusivamente el comportamiento humano, distinguiendo solo tres áreas: ciencia de la conducta, ciencia cognitiva y neurociencia.
Como disciplina científica, registra las interacciones de la personalidad en tres dimensiones: cognitiva, afectiva y del comportamiento. Es materia de controversia si acaso otras dimensiones (como la moral, social y espiritual, incluyendo las creencias religiosas) de la experiencia humana forman o no parte del ámbito de la psicología, como asimismo, en qué medida el abordaje de tales aspectos puede ser considerado científico.
Sociología La sociología es la ciencia social que se encarga del análisis científico de la estructura y funcionamiento de la sociedad humana o población regional. Estudia los fenómenos colectivos producidos por la actividad social de los seres humanos, dentro del contexto histórico-cultural en el que se encuentran inmersos.
En la sociología se utilizan múltiples técnicas de investigación interdisciplinarias para el análisis e interpretación, desde diversas perspectivas teóricas, de las causas, significados e influencias culturales que motivan la aparición de diversas tendencias de comportamiento en el ser humano especialmente cuando se encuentra en convivencia social y dentro de un hábitat o "espacio-temporal" compartido.
Al ser una disciplina dedicada al estudio de las relaciones sociales humanas, siendo estas de carácter heterogéneo, la sociología ha producido diversas y en ocasiones opuestas corrientes. Tal situación ha enriquecido, mediante la confrontación de conocimientos, el cuerpo teórico de esta ciencia.
Los orígenes de la sociología están asociados a los nombres de Ibn Jaldún, Karl Marx, Henri de Saint-Simon, Auguste Comte, Herbert Spencer, Émile Durkheim, Georg Simmel, Talcott Parsons, Ferdinand Tönnies, Vilfredo Pareto, Max Weber, Alfred Schütz, Harriet Martineau, Beatrice Webb y Marianne Weber.
Algunos de los sociólogos más destacados del siglo XX han sido Talcott Parsons, Erving Goffman, Walter Benjamin, Herbert Marcuse, Wright Mills, Michel Foucault, Pierre Bourdieu, Niklas Luhmann y Jürgen Habermas. En la actualidad, los análisis y estudios más innovadores de los comportamientos sociales corren a cargo de autores como George Ritzer, Anthony Giddens, Zygmunt Bauman, Ulrich Beck, Alain Touraine, Manuel Castells, Slavoj Žižek, François Houtart, entre otros.
La sociología en la región latinoamericana se desarrollaría a lo largo del siglo XX, con posterioridad a Europa y los Estados Unidos. Su creación se vincula a diferentes intentos de apropiación del corpus teórico de la disciplina, sumado al desafío de producir y legitimar un ideario conceptual propio, que reflejara la realidad del conjunto de estos países. Esta se nutriría además de aportes intelectuales locales variados. Los desarrollos más significativos elaborados desde la región se refieren a lecturas críticas del imperialismo y los procesos de colonización, teorías vinculadas a la modernización de la matriz económica, social y cultural, así como teorías de la dependencia, con énfasis en la subordinación de la región a escala mundial. Estas últimas se vinculan a la teología de la liberación, pedagogía del oprimido y un conjunto de estudios realizados desde la CEPAL.
Más recientemente, encontramos estudios sobre democracia, democratización y derechos humanos, aportes críticos al neoliberalismo y la globalización económica, así como estudios sobre participación política, acción colectiva y conflicto social.
Algunas organizaciones que consolidaron la institucionalización de la disciplina en la región son: ALAS, CLACSO y FLACSO.
Procesos de construcción del conocimiento de las ciencias sociales Revolución científica La revolución científica es un concepto usado para explicar el surgimiento de la ciencia durante la Edad moderna temprana, asociada principalmente con los siglos XVI y XVII, en que nuevas ideas y conocimientos en física, astronomía, biología (incluyendo anatomía humana) y química transformaron las visiones antiguas y medievales sobre la naturaleza y sentaron las bases de la ciencia clásica. De acuerdo a la mayoría de versiones, la revolución científica se inició en Europa hacia el final de la época del Renacimiento y continuó a través del siglo XVIII, influyendo en el movimiento social intelectual conocido como la Ilustración. Si bien sus fechas son discutidas, por lo general se cita a la publicación en 1543 de De revolutionibus orbium coelestium (Sobre los giros de los orbes celestes) de Nicolás Copérnico como el comienzo de la revolución científica.
Una primera fase de la revolución científica, enfocada a la recuperación del conocimiento de los antiguos, puede describirse como el Renacimiento Científico y se considera que culminó en 1632 con la publicación del ensayo de Galileo; Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo. La finalización de la revolución científica se atribuye a la "gran síntesis" de 1687 de Principia de Isaac Newton, que formuló las leyes de movimiento y de la gravitación universal y completó la síntesis de una nueva cosmología. A finales del siglo XVIII, la revolución científica había dado paso a la "Era de la Reflexión".[cita requerida]
El concepto de revolución científica que tuvo lugar durante un período prolongado surgió en el siglo XVIII con la obra de Jean Sylvain Bailly, que vio un proceso en dos etapas de quitar lo viejo y establecer lo nuevo.
El filósofo e historiador Alexandre Koyré acuñó el término revolución científica en 1939 para describir esta época.
Empirismo La principal forma de interacción de la tradición científica aristotélica con el mundo era la observación y la búsqueda de circunstancias "naturales" a través del razonamiento. Junto con este enfoque estaba la creencia de que los eventos raros que parecían contradecir los modelos teóricos eran aberraciones, no diciendo nada sobre la naturaleza como era "naturalmente". Durante la revolución científica, las percepciones cambiantes sobre el papel del científico con respecto a la naturaleza, el valor de la evidencia, experimental o observada, condujeron a una metodología científica en la cual el empirismo desempeñó un gran rol aunque no absoluto.
Al comienzo de la revolución científica, el empirismo ya se había convertido en un componente importante de la ciencia y la filosofía natural. Pensadores anteriores, incluyendo el filósofo nominalista del siglo XIV Guillermo de Ockham, habían comenzado el movimiento intelectual hacia el empirismo.
Leviathan de Hobbes (1651), uno de los textos fundadores de las modernas ciencias políticas (con El Príncipe de Maquiavelo -1513-, Los seis libros de la República de Bodino -1576-, Mare Liberum43 de Grotius -1609- o Tratados sobre el gobierno civil de Locke -1689-). En el siglo XVI fue decisiva la influencia de la neoescolástica Escuela de Salamanca, mientras que en el siglo XVIII lo fueron los ilustrados franceses (Montesquieu -El espíritu de las leyes, 1748-, Voltaire -Candide ou l'Optimisme, 1759- y Rousseau -El contrato social, 1762-) y los italianos Vico (Principi di Scienza Nuova d'intorno alla Comune Natura delle Nazioni, 1725-1744) y Beccaria (De los delitos y las penas, 1764).
Entró en uso el término británico empiricism traducido al español como "empirismo" para describir las diferencias filosóficas percibidas entre dos de sus fundadores, Francis Bacon, descrito como empirista, y René Descartes, que fue descrito como un racionalista. Thomas Hobbes, George Berkeley y David Hume fueron los principales exponentes de la filosofía, quienes desarrollaron una sofisticada tradición empírica como base del conocimiento humano.
El reconocido fundador del empirismo fue John Locke quien propuso en su Ensayo sobre el entendimiento humano (1689) que el único conocimiento verdadero que podía ser accesible a la mente humana era el que se basaba en la experiencia. Argumentó que la mente humana fue creada como una tabula rasa, una «tableta en blanco», sobre la cual las impresiones sensoriales son grabadas y se construye el conocimiento a través de un proceso de reflexión.
Racionalismo El racionalismo es una corriente filosófica que se desarrolló en Europa continental durante los siglos XVII y XVIII, formulada por René Descartes, que se complementa con el criticismo de Immanuel Kant, y que es el sistema de pensamiento que acentúa el papel de la razón en la adquisición del conocimiento, hecho en contraste con el empirismo, que resalta el papel de la experiencia, sobre todo el sentido de la percepción.
El racionalismo se identifica ante todo con la tradición que proviene del filósofo y científico francés del siglo XVII René Descartes, quien decía que la geometría representaba el ideal de todas las ciencias y también de la filosofía. Descartes aseguraba que solo por medio de la razón se podían descubrir ciertas verdades universales, contrario en su totalidad a la idea que manejaba el movimiento empirista. A partir de aquellas verdades es posible deducir el resto de contenidos de la filosofía y de las ciencias. Manifestaba que estas verdades evidentes en sí eran innatas, no derivadas de la experiencia. Este tipo de racionalismo fue desarrollado por otros filósofos europeos, como el holandés Baruch Spinoza y el pensador y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz. Se opusieron a ella los empiristas británicos, como John Locke y David Hume, que creían que todas las ideas procedían de los sentidos.
El racionalismo sostiene que la fuente de conocimiento es la razón y rechaza la idea de los sentidos, ya que nos pueden engañar; defiende las ciencias exactas, en concreto las matemáticas. Descartes quería volver a la filosofía en un conocimiento científico, por lo tanto darle un método científico, por lo que se basó en las matemáticas, que se consideraban como una ciencia segura, por ello se dio a la tarea de describir el principio de la matematización, en su libro titulado Discurso del método, para realizar una investigación filosófica, el método consiste de cuatro reglas: 1.- Evidencia: solo es verdadero todo aquello
que no emite ninguna duda al pensamiento. 2.- Análisis: Reducir lo complejo a partes más simples para entenderlo correctamente. 3.- Deducción: Permitir a la operación racional deductiva el peso de la investigación, para encontrar las verdades complejas a partir de la deducción de las simples. 4.Comprobación: Comprobar si lo descubierto a partir de la razón fue conseguido a través de estas reglas antes mencionadas.
El racionalismo nasistodológico ha sido aplicado a otros campos de la investigación filosófica. El racionalismo en ética es la afirmación de que ciertas ideas morales primarias son innatas en la especie humana y que tales principios morales son evidentes en sí a la facultad racional. El racionalismo en la filosofía de la religión afirma que los principios fundamentales de la religión son innatos o evidentes en sí y que la revelación no es necesaria, como en el deísmo. Desde finales del siglo XIX, el racionalismo ha jugado un papel antirreligioso en la teología.
El término racionalismo tiene un significado muy amplio: en general, llamamos racionalista a toda posición filosófica que prima el uso de la razón frente a otras instancias como la fe, la autoridad, lo irracional, la experiencia empírica, etc. Es racionalista todo aquél que cree que el fundamento, el principio supremo, es la razón. Junto con ello, cabe ser racionalista en relación con un género de cuestiones y no serlo en relación con otro. El término racionalismo se usa comúnmente en la historia de la filosofía para designar una cierta forma de fundamentar el conocimiento: cabe pensar que el conocimiento descansa en la razón, o que descansa en la experiencia sensible; así, puesto que valoraron más la razón que los sentidos, podemos llamar racionalistas a Parménides, Platón y Descartes; y podemos decir que Aristóteles, Santo Tomás y, por supuesto, Hume, tienden al empirismo, dado el valor que dieron a la experiencia sensible o percepción.
Evolucionismo unilineal El evolucionismo unilineal es una teoría de finales del siglo XIX que consideraba que todas las sociedades humanas evolucionaban a lo largo de un camino común, desde las simples comunidades de cazadores y recolectores hasta las civilizaciones alfabetizadas.
Todas las sociedades pasarían por la misma secuencia básica de etapas, aunque la velocidad de la transición podría variar. Esta teoría da paso a un conjunto de reflexiones en las que se puede apreciar el sistema de tres edades y varias teorías antropológicas que identifican la venda, la tribu y la jefatura como etapas sucesivas. La idea fundamental detrás de esta teoría es que cada cultura tiene que desarrollarse a través del mismo proceso de evolución, porque los seres humanos son básicamente los mismos con el pasar de las eras.
Se le atribuye esta teoría al científico Lewis Henry Morgan (1818-1881), quien clasificó el proceso en tres etapas: salvajismo, barbarismo y civilización. Sin embargo, cada etapa se separó en etapas inferiores, medias y superiores, así que en total hay nueve etapas distintas dentro de la teoría.
En el momento en el cual se desarrolló esta teoría, se consideraba a la era victoriana como cúspide de la civilización.
Positivismo El positivismo es un pensamiento científico que afirma que el conocimiento auténtico es el conocimiento científico y que tal conocimiento solamente puede surgir de la afirmación de las hipótesis a través del método científico. El positivismo se deriva de la epistemología que surge en Francia a inicios del siglo XIX de la mano del pensador francés Saint-Simon, de Auguste Comte, y del británico John Stuart Mill y se extiende y desarrolla por el resto de Europa en la segunda mitad del siglo XIX. Se tiene en cuenta que también tiene cierto parentesco con el Empirismo. Uno de sus principales precursores en los siglos XVI y XVII fue el filósofo, político, abogado, escritor y canciller de Inglaterra Francis Bacon.
Esta epistemología surge como manera de legitimar el estudio científico naturalista del ser humano, tanto individual como colectivamente. Según distintas versiones, la necesidad de estudiar científicamente al ser humano nace debido a la experiencia sin parangón que fue la Revolución francesa, que obligó por primera vez a ver a la sociedad y al individuo como objetos
Estas corrientes tienen como características diferenciadoras la defensa de un monismo metodológico (teoría que afirma que hay un solo método aplicable en todas las ciencias). La explicación científica ha de tener la misma forma en cualquier ciencia si se aspira a ser ciencia, específicamente el método de estudio de las ciencias físico-naturales. A su vez, el objetivo del conocimiento para el positivismo es explicar causalmente los fenómenos por medio de leyes generales y universales, lo que le lleva a considerar a la razón como medio para otros fines (razón instrumental). La forma que tiene de conocer es inductiva, despreciando la creación de teorías a partir de principios que no han sido percibidos objetivamente. En metodología histórica, el positivismo prima fundamentalmente las pruebas documentadas, minusvalorando las interpretaciones generales, por lo que los trabajos de esta naturaleza suelen tener excesiva acumulación documental y escasa síntesis interpretativa.
Ciencias sociales Las ciencias sociales es una rama de la ciencia relacionada con la sociedad y el comportamiento humano.
Además es una denominación genérica para las disciplinas o campos del saber que reclaman para sí mismas la condición de ciencias, que analizan y tratan distintos aspectos de los grupos sociales de los seres humanos en la sociedad. Estas se ocupan tanto de sus manifestaciones materiales como de las inmateriales. Otras denominaciones confluyentes o diferenciadas, según la intención de quien las utiliza, son las de ciencias humanas, humanidades o letras (términos que se diferencian por distintas consideraciones epistemológicas y metodológicas). También se utilizan distintas combinaciones de esos términos, como la de ciencias humanas y sociales. Las ciencias sociales estudian el origen del comportamiento individual y colectivo buscando descubrir las leyes sociales que las determinan y que se expresan en el conjunto de las instituciones y sociedades humanas.
En la clasificación de las ciencias, se las distingue de las ciencias naturales y de las ciencias formales. Tratan el comportamiento y las actividades de los humanos, generalmente no estudiados en las ciencias naturales.
Las ciencias sociales buscan, desde sus inicios, llegar a una etapa verdaderamente científica, logrando cierta independencia respecto del método prevaleciente en la filosofía. En esta coexisten posturas opuestas respecto de algún aspecto de la realidad, mientras que en las ciencias exactas, ello no es posible. De ahí que las ramas humanistas de la ciencia deberían tratar de imitar, al menos en este aspecto, a las ciencias exactas. William James expresaba, a finales del siglo XIX: «Una serie de meros hechos, pequeños diálogos y altercados sobre opiniones; parcas clasificaciones y generalizaciones en un plano meramente descriptivo….pero ni una sola ley como la que nos proporciona la física; ni una sola proposición de la cual pueda deducirse casualmente consecuencia alguna…. Esto no es ciencia, es solamente un proyecto de ciencia».
Recordemos que toda ciencia debe establecer descripciones objetivas basadas en aspectos observables, y por tanto verificables, de la realidad. Las leyes que la han de constituir consistirán en vínculos causales existentes entre las variables intervinientes en la descripción. Además, el conocimiento deberá estar organizado en una forma axiomática, en forma similar a la ética establecida por Baruch de Spinoza. Tal tipo de organización no garantiza la veracidad de una descripción, sino que constituirá un requisito necesario para que las ciencias sociales adquieran el carácter científico que tanto se busca.
Mario Bunge escribió: «De los investigadores científicos se espera que se guíen por el método científico, que se reduce a la siguiente sucesión de pasos: conocimiento previo, problema, candidato a la solución (hipótesis, diseño experimental o técnica), prueba, evaluación del candidato, revisión final de uno u otro candidato a la solución, examinando el procedimiento, el conocimiento previo e incluso el problema».
«La verificación de las proposiciones consiste en someterlas a prueba para comprobar su coherencia y su verdad, la que a menudo resulta ser solo aproximada. Esa prueba puede ser conceptual, empírica o ambas cosas. Ningún elemento, excepto las convenciones y las fórmulas matemáticas, se considera exento de las pruebas empíricas. Tampoco hay ciencia alguna sin éstas, o ninguna en que estén ausentes la búsqueda y la utilización de pautas».
«Según lo estimo, la descripción sumaria antes mencionada es válida para todas las ciencias, independientemente de las diferencias de objetos, técnicas especiales o grados de progreso. Se ajusta a las ciencias sociales como la sociología, lo mismo que a las ciencias biosociales como la psicología o a la antropología, y a las naturales como la biología. Si una disciplina no emplea el método científico o si no busca o utiliza regularidades, es protocientífica, no científica o pseudocientífica».