Co-construyendo Una Hábitat Humano 1 Y 2 Secciones

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Universidad de La Salle Doctorado en Educación

Grupo 1

Rizoma

Tercera Generación

Co-construyendo un hábitat humano: Mario Azofeifa Francisco Mena

El amor como mutación del lenguaje

Ronald Quintana (Lucía Muñoz)

Diciembre 2007

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Introducción

¿Cómo son las cosas? ¿Cómo es el mundo? El mundo viene de adentro. Lo construimos todos los días a través de la pegajosidad biológica que nos da forma. Eso que llamamos realidad es lo que sucede cuando conversamos y coordinamos consensualmente nuestras conductas. Realidad, es un enunciado que habla de los mundos que llevamos adentro. Si podemos compartir esta premisa que nos ha enseñado Humberto Maturana, también podemos decir que el mundo será, en gran parte, aquello que podamos imaginar y comunicar tan seductoramente que haga vibrar el sistema social en donde vivimos. El mundo es una posibilidad...del lenguaje. En nuestro rizoma tratamos una posibilidad entre muchas otras. La mutación del amor, en nuestro caso, como emoción fundamentalmente humana, muta y lo hace dentro de una nueva conciencia gestada en sincronía con la simbiosis de las complejidades del enmarañamiento de los sistemas vivos en el neotrópico. Estamos aprendiendo a vivir

desde la experiencia transformadora de redescubrir nuestro mundo exuberante y gratuito, de igual modo, nuestro lenguaje ha mutado en las conversaciones iniciadas hace poco más de dos años, al calor de un encuentro de deseos, intenciones y visiones. ¿La educación no será acaso constituirnos en aprendientes de la sabiduría contenida en los procesos vitales de este mundo? ¿Qué nos trae el mar Caribe en donde los encuentros se dan en la peregrinación abrigada de las mareas o en el infinito horizonte del Pacífico? El mundo en donde habitamos nos ha seducido con su paciente experimentación de colores y formas. El mundo que estaba allí, en la mesa fría de una suerte de necropsia estéril, se ha vuelto hacia nosotros con una sonrisa seductora invitándonos a reaprehenderlo en el amor. Pues bien, de eso se ha tratado este camino: de la seducción de la vida y de una vida que se expresa en la belleza abrumadora de un mundo que merece respeto, y a quien se respeta se escucha y se escucha porque su lenguaje, mucho más viejo que el nuestro, resulta desafiante y transformador. Así, preguntamos ¿nos darías algo de tu conocimiento? ¿Sería posible para nosotros aprender de tus aprendizajes? ¿Serías nuestra Maestra Mundo-Madre Tierra? ¿Cómo hacer para que estas mentes formadas para construir cubos perfectos pudieran conver-

sar con vos, Gestora de esferas latentes y vitales? Por esa razón, porque nos ganó el amor a la vida, empezamos a balbucear las primeras letras de un alfabeto abierto y rico y desde allí pensamos en que nuestros hábitats serían mejores si los podíamos hacer como ella lo ha hecho en este mundo. Hablamos de educación y nos dimos cuenta que la cuestión no era simplemente como enseñar mejor la cubidad del mundo sino como comprender la esfericidad de la vida. De esta manera construiLa vida, frágil y fugaz mos un nos absorbe, nos mueve, paradignos transforma. Sama: la biéndose pequeña y concupislibre, fluida y duracente tierna, juega en nosotros relación como el río juega entre las piedras que la hacen entre lo cuna. Todo cuando cúbico y lo vemos y experimentaesférico. mos, cuanto nos acaricia Cómo y nos golpea en su deveambos nir líquido se canta a sí elementos mismo con cantos de se interreniños libres que desean lacionan seguir jugando un juego es la cuesde escondites y descutión de brimientos, de aperturas al infinito y de nuevos fondo que sueños. trataremos de

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compartir. Nuestro aporte será lo que hemos llamado Educación ecológica biomimética. Enunciado que no dice mucho pero que encierra tres cosas: la capacidad de cultivar la cualidad de ser aprendientes, la visión del mundo como un ser vivo, y la manera de preguntar a ese ser vivo cómo ha logrado cultivar la vida. El poder co-construir hábitats humanos supone la capacidad de gestar sistemas sociales en el amor congruentemente con el medio ambiente. Para lograr ese objetivo nuestras concepciones de ciencia, arte y espiritualidad mutarán a través de lenguajes alternativos. El amor como quehacer humano liberado de sus ataduras de la previsibilidad, el control y el poder mutará en formas cooperativas de interactuar en diálogo con la sabiduría ancestral de la Madre TierraNaturaleza.

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Primera sección Ser en el lenguaje, aprender a ser (amoros@s)

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El camino recorrido: el devenir del rizoma

La co-construcción de un hábitat humano inició como una fusión de los horizontes de nuestra experiencia humana, primero y profesional, después. No porque hubiese una escisión entre ambos aspectos sino porque muchas veces lo que hay de humano en nosotros ha topado con infinidad de obstáculos en el cultivo de una profesión. Consideremos que en el caso de la medicina, cuando esta se practica dentro del sistema de la seguridad social se ve coartada por un sin número de problemas burocráticos y políticos que reducen su efectividad y espíritu solidario. Lo mismo ha sucedido en el campo de la arquitectura y el campo de la educación superior. De modo que aprovechamos estos límites como posibilidades de reflexión y como reto a nuestra creatividad. Pese a todo, seguimos tratando de humanizar nuestras profesiones al mismo tiempo que procuramos llevar el sustento a nuestra vida y a la de nuestras familias. Iniciar con este reconocimiento agridulce supone un esfuerzo por clarificar aquello que nos ha movido durante décadas de ejercicio

profesional: el deseo de hacer un mundo más digno de ser vivido, más solidario y más des-ego-centrado. Soñamos un mundo en donde el diálogo honesto cultive una conducta cooperativa. Cómo experienciar esta cualidad cooperativa ha sido un anhelo y una búsqueda de quienes formamos parte del grupo de trabajo. Por eso, desde un inicio, la educación (palabra curtida por el abuso) fue un eje de atracción de nuestra reflexión. Quien asuma la tarea de educar se autoimplica en un proceso social siempre crítico y creativo, sin fin, y muchas veces sin sentido. No obstante, el camino de la educación es el primer paso hacia una sociedad distinta en donde los sueños sean trascendentes a los ofrecidos por la “fast life” (analogía de la fast food) que parece dominar nuestro entorno. “Camino se hace al andar y al volver a mirar se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino, solo estelas en la mar.” Las palabras del poeta que constituyen tanto un insumo fundante de este camino de esperanzas y conversares que es el Doctorado en Educación, como de las reflexiones de Edgar Morin en diferentes libros (en cial, Educar en la era planetaria). Se trata de

un programa de vida, de vida autoconsciente de ser autoconsciente, de vida entramada en la vida toda, Madre Tierra (GAIA) que aparece ante nuestros ojos como útero último de todo sueño: volver a abrazar la vida, volver a abrazar la tierra, ser semilla, germinar, nutrir y después, volver a nutrir, volver a germinar, dar más semillas. Así que, desde un inicio hablamos de construir algo, porque sentimos que no se trata de escribir, o discutir, o argumentar, sino de hacer algo, ser algo en lo que se es y se hace, ser, ser ser humano, ser, ser vivo, ser vivo con otros y otras, co-vivir, convivir, vivir con otros sistemas vivos, vivir sobre todo, vivir con los sistemas que vivos, viven y producen más vida (“¡El sentido de la vida es vivirla!” (Hinkelammert, 2005, pág. 22) Entonces, de la construcción pasamos, gracias a la perspectiva de Kauffmann (Kauffman, 2003, págs. 222-256) sobre la co-evolución, a la co-construcción y de esta a la co-deriva y a la congruencia de Maturana. Es lógico que esta primera etapa de reflexiones acerca del hacer (co-construir, construir en conjunto, construir con el conjunto de los seres vivos) surgiera, por la relación interdisciplinar del grupo, el hábitat como tema y como espacio sobre el cual

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hacer algo. El hábitat es el espacio en que habitamos, el espacio que nos nutre y con el cual interactuamos de manera directa, la mayoría de las veces como acción violenta. Por eso, la co-construcción es en primera instancia, la acción de construir en conjunto el mundo que habitamos, nuestra casa, nuestra Tierra-patria, o mejor GAIA: la Madre Tierra-naturaleza. Los espacios en que habitamos, más allá de los res particulares, nuestras casas, es el entorno gico, los nudos de relaciones desde los cuales tra vida cobró forma y sentido. Pero si nuestro objetivo fue la co-construcción de un hábitat, es porque el que ya habitábamos no nos parecía apropiado para la preservación de la vida da. Más bien, sentíamos que en la cotidianidad, este hábitat estaba marcado por rasgos de violencia, ción, poder y dominio. Aquí pudimos integrar el tercer

aspecto de nuestra reflexión. Con Humberto Maturana (Maturana H. y.-Z., 1993) descubrimos lo humano como amor: legitimidad de toda alteridad humana y no humana, el amor nos mueve al respeto, mutua aceptación, de los sistemas vivos en donde habitamos, siendo nosotros uno en relación (entramada) con otros. Lo humano apareció como un acertijo. Lo humano que está en nosotros pero que al mismo tiempo existe restringido en nosotros. La conversación se orientó hacia la tensión entre competencia y cooperación. Ahora estábamos en el campo de las prácticas sociales. Teniendo voluntad (coconstrucción) y esa voluntad (colectiva ya) orientada hacia la gestación de un hábitat, la cualidad de tal tarea

resultó en un ejercicio del amor como energía (emoción que mueve) para la recuperación de nosotros mismos en relaciones simétricas con el contexto (congruencia). ¿Cómo realizar este proyecto de construcción de modo que sus frutos fueran buenos para nutrir no solo a nosotros mismos sino el entorno? Así surgió la idea de que el punto focal, la vía de acceso a nuestro nuevo hacer, se orientara hacia el amor como gatillo de mutación del lenguaje. Una vez que empezamos a conversar acerca del amor se abrió ante nosotros una dimensión cualitativamente distinta de nuestro rizoma. Amor, mutación y lenguaje, tres conceptos que emergieron desde nuestra lectura de los libros de Humberto Maturana y Francisco Varela. La reflexión en torno a estos aspectos se verá en el cuerpo del rizoma más adelante. En tanto trascurrieron nuestras conversaciones sobre estos tres elementos los productos rizomáticos de cada curso se concentraron en las cualidades del lenguaje como sistema abierto o como sistema cerrado. Estas cualidades también devienen de nuestra lectura de Maturana y Varela. Aunque ellos no incluyen estas cualidades, si hablan de una de ellas, la segunda, lo hace especialmente Humberto Maturana cuando, al pensar en los sistemas sociales, explica la “rigidez conductual” (Maturana H. , Transformación en la convivencia, 1999, pág. 32) como medio de estabilización del sistema social a través de

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“la restricción de las circunstancias reflexivas, al limitar los encuentros fuera del sistema social y reducir la conversación y la crítica y, por otra parte, mediante la negación del amor, al reemplazar la ética (la aceptación del otro) por la jerarquía y la moralidad (la imposición de normas conductuales), al institucionalizar relaciones contingentes de subordinación humana.” (Maturana H. , Transformación en la convivencia, 1999, pág. 32) El proceso rizomático llegó a su punto crítico durante el curso Economía, sociedad y Educación. La investigación de la temática nos llevó al encuentro con el concepto de biomímesis expuesto por el Dr. Jorge Riechmann (Riechmann, 2003). La biomímesis nos permitió integrar de un modo orgánico el amor y la educación. Educar (luego trabajaremos el concepto de educación) es aprender a actuar biomiméticamente, es decir, aprender de la Madre Naturaleza en el contexto en que habitamos. De este modo la congruencia se tornó en una apreciación concreta del contexto en donde realizamos la vida. En ese sentido, nuestra reflexión tomó una mayor profundidad: la co-construcción de un hábitat humano solo es posible si los procesos de aprendizaje vuelven sus rostros a la alteridad del cúmulo de conocimientos cultivados durante millones de años por la Madre

Tierra-Naturaleza. Aprender de Ella es un camino propicio para recuperar nuestra humanidad como sistema vivo. Se trata, entonces, de la construcción de una antropología des-ego-centrada. El amor nos vincula en la apertura a la legitimidad de lo otro. El amor nos hace vivir en el respeto y de esta forma de vincularse con lo vivo (incluyendo a GAIA) surge una espiritualidad, una manera de orientar la energía que brota del amor por la vida y la reverencia a la maravillosidad de la vida. Así, la tarea educativa, se orienta también hacia ese núcleo de significación: Aprender de la dinámica entramada de la vida, de la simbiosis de la vida tal y como se expresa en nuestro contexto tropical para producir, coproducir, nutrir, nutrirnos en esa energía vital. El rizoma ha tomado este camino. Es un ensayo acerca de la cognivivencia y la consensualidad. Dos cualidades que, producto de nuestra deriva co-evolutiva en el grupo, nos permiten desarrollar un punto de vista propio y según entendemos, nuevo. El aspecto particular de ese ensayo tiene que ver con la vinculación que hacemos entre biomímesis-amor-vida. Así, la mutación del amor en el lenguaje como proceso de aprendizaje de la dinámica de la vida es a lo que hemos llamado: educación Espacios Cogniviventes, que es un intento de proponer pre-

guntas de modo que en el ejercicio de la conversación honesta promueva formas de organización social y formativa para la necesaria restauración de la vida toda. Subrayamos que nuestra propuesta es un ensayo en la perspectiva de Edgar Morin: Desde Montaigne, quien utiliza el término ensayo para sus escritos de Burdeos y confesaba no poder definir al ser, sino sólo “pintar su paso”, hasta Baudelaire quien señalaba que el ensayo es la mejor forma de

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expresión para captar el espíritu de la época, por equidistar entre la poesía y el tratado, el ensayo es también un método. El ensayo, entre la pincelada y el gerundio, no es un camino improvisado o arbitrario, es la estrategia de un obrar abierto que no disimula su propia errancia y, a su vez, no renuncia a captar la fugaz verdad de su experiencia. El ensayo abriga su sentido y su valor en la proximidad de lo viviente, en el carácter genuino “tibio, imperfecto y provisorio” de la vida misma. Es esto lo que le da su forma única y exhibe su modo peculiar, y es también el principio que lo funda. (Morin E. , Educar en la era planetaria., 2003, pág. 19) Ensayo, entonces, hace referencia a una perspectiva integrada de ejercitar la reflexividad, una de las restricciones de la rigidez conductual a la que hicimos referencia. A través de este, del ensayo, se puede conversar y consensuar formas humanas de plantear problemas y de actuar sobre ellos. Por ende, la tarea es iniciar una conversación acerca de cómo podemos reinsertarnos en la biosfera, la antropología necesaria para ello, la espiritualidad que motivaría este cambio y la promoción de constituirnos colectivamente en aprendientes.

En este punto incorporamos un aspecto más: la relación entre educación-salud-vida. Articulados como una sola experiencia que emerge de la conciencia de enmarañamiento propia de la física cuántica. Pero que también expresa una comprensión cultural rica y propia del neotrópico. Aquí la vida no solo es voluptuosa, creativa sino también enmarañada sin un orden aparente, tros bosques tropicales húmedos, expresan la fuerza del caos creativo de la vida en gestación. Su vitalidad, su enmarañamiento, hablan del último estado creativo conocido de la Madre Tierra. Esa cualidad de comunicación e interacción sin ningún límite se transforma en la metáfora de un mundo plural, complejo a la vista, so y fabuloso cuyos colores hablan de la bondad de la vida que se gesta en vórtices infinitos de sensualidad y convivencia. La ción total como metáfora de la vida en su riqueza gratuita, honesta, y creativa. Sin límites,

en donde el espacio, por pequeño que sea alberga millones de seres que a su vez albergan millones de otros seres, que a su vez están compuestos de millones de otros hasta el infinito. Multiplicidad de universos que interactúan constantemente comunicando experiencias en lenguajes indecibles y abiertos a la creatividad infinita de la vida. Payán llama a esta cualidad: fractalidad y dice: Las nubes a veces toman la forma de las montañas o cordilleras sobre las que se sientan, para utilizar una figura indígena, o un rayo puede semejar las figuras de las raíces de un árbol; los poetas con sus metáforas han visto claro la fractalidad: “Solo el agua en movimiento sirve para calmar la sed. Te esperaré junto a una lágrima.” (Payán de la Roche, 2000, pág. 76) Por eso, por esa interacción infinitamente pequeña, el aprendizaje que deviene de los procesos de adaptación congruente, en una situación cular, en un contexto particular,

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en un individuo o grupo particular de una comunidad generan cambios que son reproducidos geométricamente hasta un punto en que se da un salto (salto dentro del conocimiento cuántico) que involucra a todos los especímenes de esa especie sin que medien elementos de comunicación medibles. Este principio abre un espectro de posibilidades de transformación aún cuando las posibilidades estadísticas indiquen otra cosa. Por eso, se puede considerar la educación como una experiencia de aprendizaje universal dentro del espacio-tiempo. De modo que todo proceso educativo es un aporte al conocimiento global, no solo de la especie, sino de la conciencia o sabiduría de la Madre Tierra. Dicho en palabras de Julio Cesar Payán: “Creo que somos la reserva del crecimiento del mundo, aquí está la llama que se mueve en todas direcciones ahora tenemos que recrear la realidad que nos han vendido, para crear una nuestra que podrá ser compartida por el resto del mundo” (Payán de la Roche, 2000, pág. 35). La cualidad comunicativa dimensionada por la amorosidad en sus contextos como interacción congruente es lo que entendemos como educación. Integrando el principio de la cualidad comunicacional que, gatilla transformaciones significativas en la totalidad de una comunidad, tendríamos un potencial de conocimientos susceptible a convertirse en

sabiduría. La congruencia es la forma como la sabiduría del sistema social humano va dando los pasos en la búsqueda de ocupar su lugar en el cosmos como conciencia explícita de dicha sabiduría y cualidad nutricia de la vida toda. La sabiduría humana surge del proceso biomimético en donde se reconoce la legitimidad del conocimiento producido por la interacción de todos los sistemas vivos con GAIA. Biomímesis sería el camino en que la humanidad valida e interactúa respetuosamente con el todo y se orienta a ocupar su lugar en el proceso de la vida.

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Los avatares recursivos del lenguaje: para una comprensión de la conciencia humana

Lenguaje y humanidad: comunicación, adaptación y conservación

La clave de este rompecabezas es el lenguaje que emerge de nuestros cuerpos en los entrelazamientos cooperativos que vamos formando. En el lenguaje existimos. Somos lenguaje. Lo central del fenómeno social humano es que se da en el lenguaje y lo central del lenguaje es que sólo en él se dan la reflexión y la autoconciencia. El lenguaje en un sentido antropológico es, por lo tanto, el origen de lo humano propiamente tal, a la vez que su caída y liberación... Así, el lenguaje da al ser humano su dimensión tual en la reflexión, tanto de la autoconciencia como de la conciencia del otro. (Maturana H. , Transformación en la convivencia, 1999, pág. 34)

Maturana ha presentado en un cuadro los procesos de recursión del lenguaje (Maturana, H., Mpodozis, J., and J. C. Letelier, 1995) (Randall Whitaker, 1998), resumen del cual, presentamos a continuación. En su primera recursión el lenguaje permite vincularnos en los procesos de coordinaciones conductuales consensuales, así se constituye la manera en que somos un sistema vivo. En su segunda recursión emergen los objetos como fruto de ese constante lenguajear sobre la coordinación consensual de conductas. Juega aquí la percepción como interacción del organismo con el medio. Las palabras van haciendo el mundo en tanto este se refiere a las descripciones del plamiento estructural. El organismo, como sistema social, en el lenguajear de su coevolución con el medio (congruencia) hace emerger objetos que nombra para continuar

su proceso de coordinación conductual consensual. La tercera recursión del lenguaje, en su operación de distinguir objetos en su CCC (Coordinación Consensual Conductual) hace emerger una distinción fundamental: nace el observador. Así los objetos surgidos en el lenguajeo se diferencian de quien les observa y este último se constituye en un proceso permanentemente flexible de identidad. La cuarta recursión genera el surgimiento de la auto-conciencia del observador. Esto sucede como una situación de alerta al constituirse una estructura discursiva que describe las descripciones realizadas en el lenguaje que describen la CCC. Así se constituye la experiencia de responsabilidad como auto alerta, auto conocimiento, auto conciencia. Para luego transformarse en libertad, que es el proceso de estar auto alerta de la experiencia de estar auto alerta. De esta manera,

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explica Maturana el proceso de lenguaje como delineación del estar auto consciente vía la recursividad conductual lingüística. Maturana y el equipo con quienes trabaja han sido consecuentes con su base teórica autoorganizativa como retroalimentación positiva que, en el proceso de lenguajear, va construyendo formas más complejas y dinámicas de autoorganización. Así inicia el surgimiento de la mente como una propiedad emergente del lenguajear del sistema social humano. La mente sería ese proceso, cada vez más rico, de ser autoconsciente, responsable y libre. Se entiende que autoreferencialidad es una propiedad de los sistemas vivos en su recurrir constante de autoproducción de sí mismos. Pero, esta visión autoreferencial, por lo menos en Maturana, y en el sociólogo alemán Miklas Luhmann incorpora el entorno como parte del acoplamiento estructural de un sistema vivo: ninguno se basta a sí mismo, existen en interrelaciones contextuales fundamentales. La conducta no es un producto del solipsismo de un sistema, sino de la forma que toman sus relaciones internas al interactuar con el medio. La creatividad supone la capacidad de ser coevolutivamente congruentes (sistema-entorno, sabiendo que entorno es una red de sistemas que interactúan con el sistema referente de diversas maneras).

El principio hermenéutico de simbiosis (tomado de la biología), en los sistemas sociales humanos abre un marco muy rico de relaciones de mutua nutrición y evolución. Cada sistema en la interacción mediada con otros sistemas muta y al mutar genera un caos creativo que lleva a la mutación en el tiempo de todo el ecosistema. Esto se logra a partir de las dos dimensiones de la autoproducción de un sistema vivo: conservaciónadaptación, siendo la conservación la característica de los sistemas sociales por lo que toda innovación social se impone sola o por seducción, o porque los nuevos miembros no pueden evitar crecer en ella, por lo que todo cambio social es un cambio cultural (Maturana H. , Desde la Biología a la Psicología., 2004, pág. 79) (Maturana H. , Transformación en la convivencia, 1999, pág. 34). Todo proceso humano de comunicación expresará ambas dimensiones: conversaciones, estudios, ciencia, religión, arte. Por un lado, la dimensión de conservación buscará replicar constantemente el sistema, protegerlo de cambios y procesos agresivos. Por otro lado, la dimensión de adaptación lanzará la dinámica del sistema a la transformación, a la mutación y al cambio.

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La conservación ayuda a mantener el sistema integrado y funcionando, la adaptación irá produciendo los cambios necesarios para que, en la evolución congruente, el sistema mute de modo que se preserve la vida la del sistema que muta y la del entorno con el que interactúa. “Luhmann concibe al sistema, desde el punto de vista interno, como operación recursiva que produce realidad bajo la forma de distinciones.” (Berthier, Comunicación y Teoría General de Sistemas en Sociología: la aportación de Niklas Luhmann, 2005) Es clave incluir aquí a Luhmann dado que este sociólogo alemán incorpora la propuesta de Humberto Maturana y Francisco Varela presentada en el libro El árbol del cono-

cimiento (1984) (González Díaz). Para dar cabida concreta a la emergencia de un nuevo paradigma en las ciencias, incluidas las sociales, se requiere de una reflexión coherente acerca de la sociedad o del sistema social humano. Para Luhmann lo central es la comunicación. En palabras de Antonio Berthier la comunicación, en este sociólogo alemán es: “una operación recursiva, autónoma, capaz de determinarse y reproducirse a sí misma por medio de su encadenamiento selectivo sin la intervención de elementos externos (Berthier, Conocimiento y Sociedad.com., 2005). Se incorpora así, el pensamiento de Maturana y Varela, en el sentido de que todo sistema vivo procesa información como un medio de autoproducirse. Información que es conocimiento de donde se deriva el aforismo: “vivir es conocer y conocer es vivir”: Es esta realidad de suyo propia la que según Luhmann constituye el único elemento, el único tipo de operación que conforma a la sociedad. Aquello que la sociología tenga que decir acerca de “lo social” deberá primero decirlo acerca de la comunicación. Una primera consideración a este respecto es el hecho de que la comunicación es un evento omniabarcante,

irreductible a estados de conciencia particulares o a limitaciones lingüísticas, institucionales, históricas o geográficas. Aquello que define lo que la comunicación es, aplica a todas las comunicaciones que se producen pues es lo que las hace ser comunicación y no otra cosa. En el mismo sentido, al hablar de sociedad sólo podemos referirnos a ella como “sociedad universal” ya que no existen “diferentes sociedades” bajo la forma de diferentes tipos de comunicación. Lo que existe son parcializaciones funcionales de comunicación organizadas como subsistemas (sistemas sociales) que comparten las mismas propiedades del sistema omniabarcante de comunicación y cuyo referente semántico es lo que conocemos como decisiones políticas, transacciones económicas, obras de arte, teorías científicas, relaciones amorosas, controversias jurídicas y todo cuanto involucra y comprende al orden de los llamados “fenómenos” sociales. (Berthier, Conocimiento y Sociedad.com., 2005) Esta cita requiere de la perspectiva de Maturana sobre la cultura. Maturana verá la cultura como una red de conversaciones: Cultura es una red de conversaciones que definen un modo de vivir, un mo-

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do de estar orientado en el existir tanto en el ámbito humano como no humano, e involucra un modo de actuar, un modo de emocionar, y un modo de crecer en el actuar y emocionar. Se crece en una cultura viviendo en ella como un tipo particular de ser humano en la red de conversaciones que la define. Por esto, los miembros de una cultura viven la red de conversaciones que la constituyen, sin esfuerzo, como un trasfondo natural y espontáneo, como lo dado en que uno se encuentra por el solo hecho de ser, independiente de los sistemas sociales y no sociales a que pueda pertenecer ella.” (Maturana H. , Desde la biología a la Psicología, 2004) La concepción clave, a tal punto que si entendemos bien nos encontraremos de frente con la cualidad fractal de los procesos de la vida, es la recursión del lenguaje como proceso comunicacional contextualmente situado. La comunicación es la cualidad de cualquier sistema vivo para autoproducirse, en el caso de los sistemas sociales humanos, el lenguaje y el lenguajeo son los elementos centrales del metabolismo del sistema. Conversar (lenguajeo y emocionar) es el proceso (operación) por medio del cual el sistema vivo humano se autoproduce y se autoorganiza en la CCC.

Para Maturana toda la experiencia de constituirse en humanidad deviene de la emoción amor: El amor es el dominio de aquellas conductas relacionales a través de las cuales otro surge como otro legítimo en coexistencia con uno mismo bajo cualquier circunstancia. El amor no legitima a otro, el amor deja tranquilo al otro aunque viéndolo e implica actuar con él de un modo que no necesita justificar su existencia en la relación. (Maturana H. , Transformación en la convivencia, 1999, pág. 45) Es en este punto en donde el principio de comunicación encuentra su crisis fundamental, ya que no solo el amor como constitutivo de lo humano nutre los sistemas sociales. Existen otras y esas otras producen otros lenguajes distintos.

Lenguaje cerrado y lenguaje abierto: con-sensualidad y reflexividad

Existir en el lenguaje es una experiencia de interacción en el emocionar del amor. Entendemos el amor con Maturana como una

relación de mutua aceptación realizada en el presente sin más propósito que el de emocionarse mutuamente y provocarse a la creatividad. El conversar es la forma como el lenguajear y el emocionar se entrelazan recursivamente de modo que en esta dinámica el sistema social humano se estimule en la creatividad necesaria para permanecer integrado y mutando. El lenguaje de los seres humanos no está cerrado como característica permanente. Puede organizarse de cierto modo durante un tiempo necesario para que una conversación explore y profundice su existencia en el amor. Pero luego, merced a su recursividad, el conversar se autoorganiza de otro modo, las condiciones del conversar (lenguajear y emocionar) se dirigen hacia otra dirección conformando un sistema emergente nuevo y rico donde existir.

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Esta dinámica que supone grandes inversiones de creatividad y libertad es lo que entendemos por lenguaje abierto. Capacidad que afirma la condición humana de un sistema social. Como tal lo humano se explora en el conversar dentro de la cualidad connotativa del lenguaje. Una cualidad de apertura que recursivamente construye mundos nuevos y diversos necesarios para la mutua aceptación. Así, podemos decir que el lenguajear supone la capacidad del ser humano para reconstruir constantemente su mundo. No obstante lo anterior, los sistemas sociales humanos no siempre tienen conciencia de la importancia de estas condiciones necesarias para explorar y vivir su humanidad. Esta es la paradoja más significativa de la condición humana: cuando el lenguajear cede terrero al lenguaje denotativo. Es decir, cuando se pierde la riqueza dinámica de su emocionar abierto y libre y regresa o mejor dicho, se afinca, en estructuras cerradas de significación. La semántica resulta de un endurecimiento de la capacidad connotativa, esta se

pone dura y controla el lenguajear. La comunicación se torna en una recursividad controlada y estable en donde el sistema social se fundamenta en otros emocionares diferentes al amor. La creatividad se cierra o se regula. El conversar se deforma en procesos de sistematización de lo verdaderamente significado por un signo lingüístico y se evitan, con fuerza las síntesis creativas y propositivas. Se trata de una instancia de restricción de la reflexibilidad.

ocupa

Como ejemplo particularmente rico de este proceso restrictivo se puede sugerir la novela de George Orwell 1984, publicada en 1949. Uno de los rasgos más significativos de esta obra es la coerción que ejercen los medios de comunicación masiva sobre las masas y la constante reedición del diccionario de la Neolengua que es la forma como el Partido ejerce su poder. La Neolengua se de eliminar sistemáticamen-

te palabras no útiles y aportando nuevas palabras. Como señala el mismo George Orwell “el propósito de la neolengua no residía solo en disponer un elemento que expresar la cosmovisión y hábitos mentales usuales a los devotos del Ingsoc (Socialismo Inglés), sino cerrar el camino a cualquier otra forma articulada de pensamiento con la intención deliberada que una vez impuesta, al quedar sepultada en el olvido la vieja lengua, todo pensar herético, toda divergencia de principios de Ingsoc resultara impensable ante la imposibilidad de ser expresada, en tanto el pensamiento es dependiente de las palabras. Su vocabulario se constituía de manera de dar perfecta expresión de modo sutil a todo significado que el miembro del Partido deseara manifestar, excluyendo todos los otros posibles sentidos, como asimismo la perspectiva de arribar a ellos por vías indirectas. Vaya un ejemplo: la palabra libre aún existía en neolengua, pero sólo era posible usarla en afirmaciones del tipo “este perro está libre de piojos”, o “este prado está libre de malas hierbas” estando vedado hacerlo en el viejo sentido de “políticamente libre o “intelectualmente libre”, desde que la libertad política e intelectual dejaron de existir como conceptos y por lo tanto carecían de vocablos que los nombraran.” (Orwell, 2002, págs. 295-296) En este segundo caso no es necesario la consensualidad de las coordinaciones de coor-

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dinaciones conductuales. Más bien, las coordinaciones están preestablecidas o dictadas a priori, fuera del conversar. Existe una verdad que trasciende lo humano y, a través de ella, lo humano deductivamente se construye de acuerdo a un modelo articulado denotativamente. La concepción de consenso o como la construimos nosotros, consensualidad, se reduce a lo antes dicho, a lo verdadero y estable. Con-senso significa con sentido, o con seso, con sabiduría, con inteligencia, de donde viene la palabra sensatez. Con-sensualidad hace eco de estas condiciones anteriores pero agrega el eros, la voluntad de vincularse, el deseo y la pasión necesarias para la creatividad. Según esto, nuestra visión del lenguaje abierto requiere no solo del seso sino de la sensualidad. No solo de la compresión entrañable (fuera de la lógica formal, o la lógica cartesiana, o el conocimiento científico tradicional) sino también de la voluntad, el deseo, la pasión, el emocionar. Comprensión entrañable es aquella que surge de un conocimiento total a partir de las entrañas, de lo profundo del ser humano. Esto es lo que constituye la sabiduría que, en esta reflexión rizomática, se torna en un punto medular de la capacidad humana de conocer. La ciencia tradicional ha excluido la sabiduría como conocimiento válido ya que esta involucra la estructura total del conocimiento humano y está permeada de paradojas en donde se

omite el tercero excluido. Pero también, no es suficiente la idea de con-senso en este sentido sapiencial, sino que se requiere de la fuerza generada en las entrañas y que llamaremos eros, deseo, pasión, anhelo de vincularse. Dentro del marco del conversar se entiende que la con-sensualidad expresa ambos aspectos del conocimiento humano. Así, el lenguaje abierto requiere de esta dimensión profunda de la condición humana para poder coordinar sus coordinaciones conductuales. La humanidad se realiza en el lenguaje sustentado en el amor y se expresa en la constante seducción de la reflexibilidad. El lenguaje abierto tiene también un referente, El Reino de este mundo de Alejo Carpentier. Novela escrita, como la de Orwell, en 1949. Con esta obra se abre el camino a la exploración de lo real maravilloso que no es un género literario sino una crónica de nuestra historia, por eso lo escrito, las palabras no están presas de semanticismos grotescos sino de vida propia, alada y simbiótica, las palabras dicen caminos inexplorados de lo cotidiano donde el ser humano se da a la tarea de crear el Reino de este mundo: Pero a fuerza de querer suscitar lo ravilloso a todo trance, los taumagos se hacen burócratas. Invocando por medio de fórmulas consabidas que hace de ciertas pinturas un monótono

baratillo de relojes amelcochados de maniquíes de costurera, de vagos monumentos fálicos, lo maravilloso se queda en paraguas o langosta o máquina de coser, o lo que sea, sobre una mesa de disección, en el interior de un cuarto triste, en un desierto de rocas. Pobreza imaginativa, decía Unamuno, es aprenderse códigos de memoria. Y hoy existen códigos de lo fantástico, basados en el principio del burro devorado por un higo, propuesto por los

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Cantos de Maldoror como suprema inversión de la realidad, a los que debemos muchos “niños amenazados por ruiseñores”, o los “caballos devorando pájaros” de André Masson. Pero obsérvese que cuando André Masson quiso dibujar la selva de la isla de Martinica, con el increíble entrelazamiento de sus plantas y la obscena promiscuidad de ciertos frutos, la maravillosa verdad del asunto devoró al pintor, dejándolo poco menos que impotente frente al papel en blanco. Y tuvo que ser un pintor de América, el cubano Wilfredo Lam, quien nos enseñara la magia de la vegetación tropical, la desenfrenada Creación de Formas de nuestra naturaleza –con todas sus metamorfosis y simbiosis-, en cuadros monumentales de una expresión única en la pintura contemporánea... Lo maravilloso comienza a serlo de manera inequívoca cuando surge de una inesperada alteración de la realidad (el milagro), de una revelación privilegiada de la realidad, de la nación inhabitual o singularmente vorecedora de las inadvertidas zas de la realidad, de una ampliación de las escalas y categorías de la dad, percibidas con particular indad en virtud de una exaltación del espíritu que lo conduce a un modo de

estado límite. (Carpentier, 2001, págs. 92-93) El lenguaje abierto y el lenguaje cerrado son dos modelos límite de los sistemas sociales y es claro que ambos se encuentran entrelazados en los procesos sociales, en el conversar que los constituye. De este modo las dimensiones de 1984 y de El Reino de este mundo son expresiones en donde se muestra cómo estas formas del lenguaje se dan y cuál es su impacto en la formación de la auto-conciencia. No está de más decir que los procesos de reflexibilidad y la consiguiente creatividad que los identifica se dan cuando el lenguaje se torna abierto, o cuando esta cualidad abierta del lenguaje se cultiva más que la propiedad de clausura del lenguaje. Maturana había indicado que “el organismo restringe la creatividad individual de las unidades que lo integran, pues éstas existen para éste; el sistema social humano amplia la creatividad individual de sus componentes, pues éste existe para éstos.” (Maturana H. y., 2003, pág. 132). A esto po-

demos agregar la concepción de Maturana de Sistemas jerárquicos o de poder “que son sistemas de convivencia constituidos bajo la emoción que constituye las acciones de autonegación y negación del otro en la aceptación del sometimiento propio o del otro en una dinámica de orden y obediencia.” (Maturana H. , Desde la Biología a la Psicología., 2004, pág. 97) Por eso Maturana advierte que estos no son sistemas sociales humanos. Lo que se suprime es la creatividad y la libertad. El emocionar queda estereotipado en esquemas válidos para la realización de un proyecto común superior a sus componentes humanos.

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Aquí es donde podemos contextualizar la posición de Maturana y Varela en relación con lo que a género se refiere y de allí con una visión antropológica deductivamente semantizada. Estos sistemas sociales nohumanos son sistemas de creencias en donde cada componente del sistema regula su potencial creativo a través de autonegación y la represión del otro en la aceptación del sometimiento propio o del otro. El caso más claro es la estructura propia de las instituciones eclesiásticas, o de las academias científicas. Para formar parte de ellas se requiere que el ser humano restringa su creatividad en beneficio de la estabilidad del sistema como un todo. Para el ser humano, la creatividad significa ir más allá de lo que conocemos, llegar a la “verdad” de las cosas. Y ahí es donde aparece el caos. Todos nosotros estamos condicionados, necesariamente, por la sociedad. Nuestros condicionamientos muestran, con aparente certeza, lo que parece ser un cuadro completo, o un mapa, de lo que conforma la

realidad y de cómo se supone que hemos de actuar en ella. Estamos entrenados para aceptar esa realidad y movernos dentro de ella desde que salimos del seno materno. Nuestros hábitos de pensamiento, opiniones y experiencias, e incluso los “hechos” del mundo, son similares a los rizos de retroalimentación negativos que giran una y otra vez para mantenernos, esencialmente, en el mismo lugar conocido. Se necesitan sin duda tales rizos limitadores para mantener la estabilidad de la sociedad; pero también pueden ser horriblemente constrictivos si llegamos a creer que eso es todo lo que les aguarda a nuestras vidas. El peligro que todos compartimos es convertirnos en el perro de Páulov: nuestras glándulas reaccionan cada vez que suena una campana. La sociedad está llena de campanas... (Briggs, 1995, págs. 2627)

Veamos esta condición restrictiva en un ejemplo que proviene de la Carta Apostólica Mulieris Dignitatem de Juan Pablo II: En el Génesis encontramos aún otra descripción de la creación del hombrevarón y mujer (cf. 2, 18-25)- de la que nos ocuparemos a continuación. Sin embargo, ya desde ahora, conviene afirmar que de la reflexión bíblica emerge la verdad sobre el carácter personal del ser humano. El hombre ya sea hombre o mujer- es persona igualmente; en efecto, ambos, han sido creados a imagen y semejanza del Dios personal. Lo que hace al hombre semejante a Dios es el hecho de que -a diferencia del mundo de los seres vivientes, incluso los dotados de sentidos (animalia)- sea también un ser racional (animal rationale). Gracias a esta propiedad, el hombre y la mujer pueden "dominar" a las demás criaturas del mundo visible (cf. Gen 1, 28). La construcción de un Dios personal supone la posibilidad de que el ser humano sea persona. Lo que le constituye persona es su ser racional que le permite al hombre dominar sobre las demás criaturas del mundo visible. ¿Qué pasa si uno, en el conversar, indicara que Dios no puede ser un ser personal? Bueno, inmediatamente el emocionar generado sería una reacción de restricción y re-

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presión. Un no rotundo de quien escucha hacia lo que afirmamos. Aquí el conversar se corta y, en consecuencia, la posibilidad de mutua aceptación en el existir. La carta apostólica a la que hacemos referencia está plagada de este tipo de razonamiento, en el cual se dan los aprioris, la semántica verdadera de todo posible conversar, así como el tipo de emocionar que es aceptable y positivo para continuar la coordinación consensual de coordinaciones conductuales. En parte, este tipo de razonamiento proviene de la posición de la Iglesia Católica durante el siglo XIX frente a la modernidad. Allí, esta institución decide, en el Concilio Vaticano I, regresar a las raíces fundamentales de su constitución: el neotomismo (Vilanova, 1992). Armados con este instrumento teórico que articula adecuadamente, para la Iglesia, la relación entre fe y razón, desarrolla una forma de “dialogar” con la cultura moderna y con las teologías liberales. Resulta muy iluminador la forma como Evangelista Villanova resume la posición de la Iglesia en esa encrucijada cultural. La Iglesia primero se preocupa por establecer el principio de orden: El orden del mundo según Dios, es fundamentalmente un orden moral y religioso. Este principio es verdadero a lo largo de toda la historia: la sabi-

duría pagana de la antigüedad lo supo valorar, en medio de sus errores. Pero, en Jesucristo, una libre decisión divina ha asumido las normas morales y religiosas de la humanidad y les ha dado nuevo valor. En un orden nuevo definitivo, lo sobrenatural es dado en adelante como fin y regla. Un derecho divino positivo ha venido a estructurar las relaciones fundamentales de los hombres con Dios y, en consecuencia, las de los hombres entre sí. La gracia de Jesucristo restaura la naturaleza, cuyas intenciones respeta, elevándolas más allá. Una institución divina asume las más altas realidades humanas: nadie se salvará si no pertenece a la Iglesia católica. De ahí que ya no existe una finalidad puramente natural ni unos medios puramente naturales para alcanzarla. De ahí que toda vida, y toda la vida, para ser integralmente humana según Dios, tiene que ser integralmente católica, dirigida según las normas de la revelación. Por tanto, tiene que pedir a la Iglesia reglas e inspiración, incluso en los aspectos sociales.

Toda responsabilidad tiene que cumplir las obligaciones que derivan del dogma católico…Lo justo o lo injusto, lo honesto o lo deshonesto será definido según el criterio de la Iglesia: los principios de la razón natural son insuficientes. Toda autoridad deberá suprimir los obstáculos de carácter social que se oponen a la misión santificadora de la Iglesia, y deberá facilitar por todos los medios dicha misión, aceptando que sólo la Iglesia es competente para precisar lo que, en el orden temporal, le es favorable o no, le es necesario o no. (Vilanova, 1992) En segundo lugar, establece que la modernidad ha creado un desorden, el cual arremete con una práctica estabilizada, unánime en las costumbres, producto de la mentalidad creyente de los buenos tiempos de la fe. La Iglesia vuelve atrás para definir el presente y el futuro. Lo que busca es restituir el orden del mundo y para esto necesita luchar contra una

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cultura que genera desorden. Antes esto entiende que su papel es apologético, por ende no dialoga con la nueva cultura, sino que la rechaza pero, lo hace, racionalmente, tomando el instrumental propio de la razón de acuerdo al pensamiento de Santo Tomás. Todo aquello que cuestiona la revelación mediada por la Iglesia genera desorden y debe, a cualquier costo, ser puesto en armonía con la ley de Dios, la cual no puede reducirse a las leyes de la naturaleza (Vilanova, 1992). Esto constituye el modelo patriarcal que el sistema de creencias católico reconfigura durante el siglo XIX y que aún está vigente. Existe un orden predeterminado de todas las cosas. Orden que ha sido establecido por Dios, el cual da a cada cosa su propia naturaleza que no puede ser mezclada. Este orden solo puede ser discernido por medio de la revelación, que a su vez es patrimonio de la Iglesia. Sobre este tema es interesante analizar la Encíclica FIDES et RATIO. De acuerdo a este razonamiento, aunque existe el ser humano, este, para realizarse como tal, debe incorporarse al sistema de la Iglesia. Es su única salvación como se indica en la Declaración Dominus Iesus. Pero también la Iglesia cuenta con un instrumento para explicar su semántica: El Catecismo de la Iglesia Católica. En él se encuentra expli-

cado lo que se debe creer para ser parte de esta institución. Lo que aquí bosquejamos es una muestra de las características de lo que hemos llamado lenguaje cerrado y que conlleva la impronta de diversos mecanismos de control semántico y su contraparte institucional de reglamentación si este control se rompe. Estamos ante un sistema jerárquico y de poder. Si bien en muchos momentos de su discurso la Iglesia habla de amor, su concepción de amor ha integrado controles para definir lo que es y sus límites. Por ende, todo esfuerzo de creatividad y búsqueda de nuevas conversaciones abiertas y exploratorias queda circunscrito a los fundamentos de la Verdad revelada que, a su vez, expresa la necesaria mediación de la institución. La perspectiva de una educación nutrida por el amor tenderá a la con-sensualidad y en ella a provocar procesos de reflexividad en de, el conjunto de personas dientes, coordinan

las conductas consensuales de modo que se dan a la tarea de recrear constantemente el mundo. Esta es la cualidad del lenguaje abierto. Cuando es necesario llegar a un punto de clausura o de cierre del lenguaje se hace provisionalmente dado que el amor, como emoción fundamental, promueve la creatividad y lanza al grupo a generar nuevas conversaciones abiertas y ricas que le permitan un crecimiento permanente. Así se incluye un elemento contextual: la simbiosis, la sabiduría de la Madre Tierra-Naturaleza no ha permitido vivir en un espacio en donde la exuberante biodiversidad es la dinámica que nutre la vida. El lenguaje abierto es una manera de acompasarnos al ritmo de nuestro mundo neotrópico. Conservación y adaptación son procesos en constante recursividad. La creatividad es constitutiva de un fluir de la humanidad en interrelación congruente con el ecosistema. No obstante, sabemos, que los cesos de recursividad en los espacios educativos no ha

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emulado esta tendencia coevolutiva. Al contrario, se han estructurado sistemas formativos que derivan en el sentido opuesto. Así, el observador se ha desligado de su nicho biológico, y con esto de su matriz cultural.

El observador independiente de sus bases biológicas

En este punto del camino podemos incluir aspectos centrales de la estructura actual de los sistemas sociales como la religión, la ciencia y el arte. En cada caso se trata de procesos que se dan como propiedades emergentes del estar autoconsciente. Esto es como procesos de la recursividad del len-

guaje en niveles muy altos de abstracción. En cada uno de ellos se construyen logías, o de estructuras ordenadas de realidad. La abstracción supone una suerte de desdoblamiento del lenguaje que permite la estructuración de un observador cada vez más independiente de la dinámica de CCC creando la ilusión de la posibilidad de un conocimiento objetivo y sólido que se traducen en leyes. Las cuales funcionan en tanto ese observador siga siendo percibido por el sistema social como independiente de su propia dinámica. Cuando la separación del observador del proceso de CCC, se establece como elemento último de la realidad, el ser humano y el sistema social humano pierden la responsabilidad y la libertad. Se adormece la autoalerta y el sistema social invierte el proceso de retroalimentación positiva (recursividad infinita y creativa) y construye procesos de control del proceso mismo de lenguajeo y en última instancia de la cualidad comunicacional del lenguaje. Surgen así, el científico, el artista y el sacerdote/pastor. Mediadores entre la vida en su dinámica y aquello que es último, que no es otra cosa que el observador desunido, abs-

traído de la riqueza misma del proceso autoproductivo. A partir de aquí, los sistemas sociales se deshumanizan y potencian la dinámica conservadora del sistema vivo desvinculándola de su otra cara: la adaptación. Las instituciones sociales que ayudaban en un momento a la sustentabilidad de todo el sistema permitiendo procesos de memoria del peregrinaje del sistema social humano contextual se transforman en medios de control de todo discurso posible y por lo mismo, de la flexibilidad de las conversaciones. La cualidad comunicativa se transforma en semántica (leyes para comunicar conceptos cerrados y coercitivos). La espiritualidad como experiencia humana que asume gozosamente la gratuidad de la vida se torna en religión. Ésta en poder mediador construido a través de la revelación de un Observador todopoderoso y externo a lo vivo que decide qué es lo bueno y qué es lo malo. El arte se transforma en mercancía. La ciencia en verdad demostrable. El lenguaje pierde su fuerza transformadora y se sostiene sobre estructuras discursivas con el poder de sancionar y castigar. El ser humano se pierde en los laberintos del orden y experimenta la necesidad de ser liberado por fuerzas que están más allá de la pegajosidad biológica que les enseña a vivir en la amorosidad. Se construyen conceptos de amor

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reducidos e interesados que controlan la caoticidad de la pasión y del abrazo a la legitimidad de lo otro. La mujer es, entonces, objeto de uso y de cambio, deja de ser compañera y experiencia viva de la gratuidad. El arte se restringe en concursos y críticos que definen reglas de estética y de valor. Se crean museos públicos y privados para que, en medio de sistemas sofisticados de resguardo, las obras digan solo una parte de su infinita capacidad de presentar cosmologías rebeldes y maravillosas. Se asume como materia de estudio en las Universidades dentro de marcos precisos de valor académico. La libertad de su lenguaje se filtra a través de estructuras interpretativas calificadas por observadores institucionalmente acreditados.

experiencia total de la gratuidad queda restringida a fórmulas de cambio en donde el valor último es el valor del mercado. Pero también, la institucionalidad se desdobla, una la del mercado y otra la de los derechos humanos. Esta última es de segundo orden, ilegítima, frente a un sistema de mercado que se valida a sí mismo y utiliza el miedo como instrumento de control de masas y procesos. Sin embargo, sigue existiendo la segunda que poco a poco gana batallas y crea posibilidades de nuevas conversaciones.

Como ya hemos indicado, Humberto Maturana tipifica los sistemas sociales en tres modelos:

La ciencia abandona la búsqueda de construir modelos de la dinámica que se presenta en la percepción de un mundo fluido e infinito y se crean sistemas de explicación utilitaria de esa dinámica. Abarca, así, el conocimiento cierto y legítimo. Todos los otros conocimientos se tornan conversaciones de segundo orden o ilegítimos, no demostrables e inútiles, hasta que la ciencia los demuestre. El principio de restricción del lenguaje construye instituciones para salvaguardar sus reglas y procesos de evaluación que definen el valor de cada producción. La verdad como

estrategias para vencerse una a la otra. El lenguaje ha creado condiciones de insostenibilidad y busca salir de algún modo de esa condición autodestructiva. Pero lo hace por el camino de la violencia, al proclamar, como lo ha señalado George Orwell en la novela 1984: la paz es la guerra. La guerra es la condición simbólica prevaleciente en nuestro mundo. Baste indicar la política de los Estados Unidos en su guerra contra el terrorismo y la resurrección del programa de Guerra de las Galaxias (Star Wars), así como la construcción de estrategias de mercado basadas en el lenguaje bélico (especialmente la adaptación del Libro de la Guerra como manual de estrategia empresarial).

Las dimensiones de conservación y adaptación se unen tensionalmente y buscan crear

El sistema social humano dinamizado por la emoción del amor. Los sistemas sociales jerárquicos y de poder constituidos bajo la emoción de la auto-negación y negación del otro en la aceptación del sometimiento propio o del otro en una dinámica de orden y obediencia. Los sistemas de trabajo constituidos bajo la emoción de compromiso. (Maturana H. , Desde la Biología a la Psicología., 2004)

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Para Maturana los sistemas b y c no son sistemas sociales humanos. El autor entiende que un sistema social humano es aquel que es constituido por la emoción del amor. Ahora, si revisamos la historia de estas tierras que hoy denominamos como Latinoamérica, es claro que los modelos dominantes han sido precisamente b y c. Especialmente dentro del marco de los últimos 500 años. Europa se afincó tanto en Latinoamérica como en Norte América como sistemas sociales jerárquicos y de poder tanto como en sistemas sociales de trabajo. La evolución de este tipo de sistemas es visible hoy. Por un lado el fundamentalismo cristiano tanto católico como protestante. Por otro lado, el neoliberalismo. En el primer caso, las últimas producciones que emanan desde el Vaticano expresan la centralidad de la Iglesia Católica para la salvación del ser humano y el regreso a los cánones litúrgicos del Medioevo con el estimulo al clero para recobrar el latín como idioma religioso universalizante. En el protestantismo estadounidense se puede apreciar el surgimiento de acciones militares que vinculan religión y política en la guerra contra el terrorismo que se enfoca en el control de occidente sobre los países árabes. Del mismo modo la imposición de las grandes transnacionales de Tratados de Libre Comercio en donde se establece el mercado como el espacio en donde se pueden controlar las rela-

ciones sociales. Otras formas de espiritualidad y de desarrollo humano se consideran, desde estos núcleos de poder, como tangenciales, periféricas o retrógradas. Procesos de involución cultural que deben ser controlados con la mayor brevedad. El costo total de estas tendencias dominantes se puede apreciar en la destrucción de la Madre Tierra que deviene en recurso y marco para el desarrollo del sistema vivo humano sobre la ecosfera. Así, los lenguajes que aparecen como abiertos y liberadores de atavismos y anacronismos culturales y económicos, así como religiosos, son sistemas de control de lenguaje sustentados en la centralización del poder religioso, político y cultural. De este modo, la recursividad que Maturana hace llegar hasta la libertad simplemente se transforma en libertad de mercado y libertad de las instituciones religiosas. En ambos casos se atenta contra la amorosidad como expresión de la pegajosidad biológica que nos constituyó como especie. La recuperación de la reflexibidad como cualidad riquísima de los seres humanos se torna en el mejor camino para recrear los sistemas sociales desde el amor como emoción fundamental de nuestra especie.

El observador que recupera sus raíces biológicas

La espiritualidad, el arte y la ciencia son los campos desde donde se puede ejercer esa recreación. La educación es el conjunto de procesos que nos permiten reconstruir la cualidad comunicativa abierta del lenguaje. En este momento, la esperanza de que la especie humana logre volver a coevolucionar

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de manera cooperativa con los ecosistemas en donde habita, se sustenta en la posibilidad de constituirnos en una especie cuyos miembros se tornan aprendientes. Y esa configuración se cultivaría en procesos educativos biomiméticos. Es decir, procesos en donde las personas valoren comprensivamente la sabiduría de la Madre Tierra y logren constituirse en voceros de esa sabiduría. Volvamos al aforismo de Maturana y Varela. “vivir es conocer”. En este aforismo se concentra la sabiduría total de la Madre Tierra. Digámoslo así: desde las relaciones subatómicas que operan a través de procesos divergentes hasta el relacionamiento convergente de los sistemas vivos son relaciones cognitivas. Esas relaciones producen un conocimiento que ha logrado la sustentabilidad del planeta y han producido vida, vida que puede autoproducirse y autoorganizarse permitiendo que todos los sistemas involucrados tengan la oportunidad de mutar y transformarse para hacer que, en su interrelacionamiento,

se generen las condiciones de sustentar todo aquello que los conforma. El principio de la vida es la nutrición cooperativa de todo lo involucrado: sistemas vivos y sistemas no vivos. Dado que es el sistema vivo humano el que ha producido las condiciones para que esta coevolución entre en crisis poniendo en peligro la vida toda del planeta, para que se dé un efecto inverso, el ser humano requiere crear condiciones de reflexibilidad que le permitan volver a integrarse creativamente en sus diversos entornos. De la amplísima gama de conocimientos que se han vuelto parte de la autoconciencia humana, tres campos parecen ser los más propicios para esta recuperación: la espiritualidad, la ciencia y el arte. Cada uno de ellos aporta elementos particulares aunque también, como todo lo humano, se interrelacionan entre sí. El arte como lenguaje creativo La espiritualidad como lenguaje imaginativo

La ciencia como lenguaje exploratorio y propositivo El arte como lenguaje creativo Entendemos que en el arte se crean mundos con posibilidad de volverse humanos, es decir, relacionados en la amorosidad. El arte recupera las emociones y las presenta como benéficas o maléficas de modo que en un momento se resume la historia del tiempo humano en sus interrelaciones cósmicas más originantes. La espiritualidad como lenguaje imaginativo La espiritualidad es la forma como nos vinculamos, reverenciando la vida, al todo vivo del universo. En ella, el ser humano, se transforma en un todo significativo que puede imaginar las fuerzas últimas y significativas de sus mundos. Trata de los orígenes fuera del tiempo y los reverencia como experiencia de reconstitución. La ciencia como lenguaje exploratorio y propositivo La ciencia apunta a aquello que puede ser dicho con claridad y por ende, apoya la experiencia de sustentabilidad de la vida en la práctica de reproducción de la misma. Por tanto, es la ciencia la que vincula la creatividad del arte y la imaginación de la espiritua-

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lidad. Es la forma de integrar semánticamente el mundo y mostrarlo en modelos de operacionalidad visibles e inteligibles. Los tres lenguajes se mueven teóricamente, en el espacio del lenguaje abierto, rebelde, creativo y permiten que las conversaciones versen sobre el mundo interrelacionalmente experienciado y los mundos humanos posibles, así como aquellos últimos e imposibles. Se da una interacción entre la física y la cuántica. El ser humano puede conversar sobre la vida como trama, tejido, lienzo, expresión de lo interno. Así, en estas condiciones, prodigadas por un momento de extrema complejidad cultural, se puede volver a pensar lo humano como amorosidad creativamente interconectada, como potencial creativo y respetuoso de la diversidad y la biodiversidad. Nada más apegado a la dinámica neotrópica que la canción “Gracias a la vida” (Violeta Parra). Cerramos esta sección parafraseando el aforismo de Maturana: Vivir es conocer. Nosotros decimos cognivivencia a la experiencia consciente de vivir como proceso cognitivo. Pensamos que es una manera de hablar de ser aprendientes, pero con una particularidad: ser aprendientes es también y sobre todo invertir la creatividad en la producción de conocimiento. Un tipo de conocimiento que asume la maravillosidad de la vida como

experiencia de gratuidad. La congnivivencia expresa el amor por la vida en el proceso de producir conocimientos congruentes, creativos y nutrientes para las personas, el sistema social humano y la Madre Tierra-Naturaleza. La evolución nos ha llevado a desarrollar el lenguaje como una forma de existencia biológica desde la amorosidad, producir un conocimiento consecuente surge del reconocimiento y la reverencia a la Sabiduría gratuita de la Madre Tierra-Naturaleza. Somos parte de la trama de la vida ¿cómo la nutrimos para que continúe viviendo y creando?

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Segunda Sección El lenguaje que se vuelve sobre sí mismo para recrearse

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Cognivivencia, biomímesis y nudos simbólicos

Nuestra experiencia humana nos ha llevado a valorar los procesos formativos como espacios de construcción de conocimiento. Educación es cognivivencia. Dicho esto ¿Desde dónde conocemos? Y ¿cómo lo hacemos? No partimos de cero, ningún ser humano es tabla rasa. Conocemos porque se nos ha enseñado cómo y lo hemos aprendido desde un marco generado por sistemas sociales no-humanos en la CCC. Dicho de otro modo, el lenguaje del sistema social del que formamos parte parece no asumir el amor como una emoción legítima para autoorganizase. Así que, encontramos dos caminos: uno el de la biomímesis como teoría general del quehacer cognitivo que nos permite producir las preguntas de otro modo, otro, lo que hacemos en el espacio cognivivente. Esta sección trata de ambos aspectos. Hemos descubierto que los procesos de constitución de los sistemas sociales humanos divagan entre el necesario cierre de la riqueza comunicativa del lenguajeo a través de la semantización que nos ofrece un orden básico desde el cual coordinar consensual-

mente las conductas y, el también necesario caos, que, la riqueza simbólica del mismo lenguajeo, produce. Este divagar genera suficiente inestabilidad sistémica como para requerir sistemas de control de las conversaciones. Eventualmente, en la historia, tales controles se han ido institucionalizando a través de ejes cada vez más precisos de estabilización del sistema. El orden, se ha visto como el objetivo central de los sistemas sociales humanos para su preservación (cualidad conservadora de los sistemas sociales). Ha ganado fuerza la premisa sistémica de que el sumo bien es la estabilidad y se ha actuado conforme a tal premisa. Se trata de una premisa falsa. Ningún sistema que responda a las dinámicas físicas básicas de nuestro mundo puede ser estable. Toda estructura ordenada es, en sí misma, un momento transitorio hacia el caos y de este hacia la transformación en otra cosa, un sistema organizado en constante desorganización y reorganización (principio caordico). Esto ha quedado claro en los experimentos de Kauffmann (Kauffman, 2003). Lo que se entiende como sumo bien, el orden, la estabilidad, son solo momentos de un proceso sistémico mayor, sin embargo trata de sostenerse a toda

costa conjurando el caos creativo con el temor y la violencia. La cultura es el aparato adaptativo humano, que le permite a los sistemas sociales humanos transformarse con mucha mayor rapidez con relación a otros sistemas vivos, especialmente los mamíferos. Pero la cultura se ha decantado por potenciar únicamente los procesos de orden abandonando las bondades adaptativas del caos creador. Lo anterior ha ido en detrimento de la estructura ecológica de la Madre Tierra. Pero no solo de ella, sino que también ha creado condiciones de desigualdad y muerte para muchos de sus miembros humanos. Núcleos simbólicos clave se construyeron en los últimos 1600 años. Entre ellos el patriarcalismo, la centralización del poder y con el surgimiento del dinero, la acumulación y la competencia. El nacimiento de la era tecnológica con sus increíbles beneficios ha dado como resultado la dominancia de una cultura que tiende a la homogenización y a un tipo de universalismo que, si bien, parece abrirse a la diversidad, se vuelca en procesos reproductivos de la vida sostenidos por esos núcleos simbólicos.

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El lenguaje se ha tornado represivo y ha restringido la creatividad a los espacios sociales previstos para ella: universidades, laboratorios, personas excepcionales. Sin embargo, la creatividad es constitutiva de la condición humana. En la recurrencia del lenguaje la constitución de objetos y de relaciones entre estos, así como la constitución de un observador y de la autoconciencia de observar, implican un proceso infinito de posibilidades de reconstruir la constitución misma de lo humano. Para que esto suceda, en el proceso mismo de autoproducción y autoorganización sistémica del sistema vivo humano como sistema social, la retroalimentación positiva es fundamental. Lo que ha sucedido es la predominancia de lo opuesto: la retroalimentación negativa. El control define límites, valores, castigos y recompensas, de donde la educación, como cualidad de constituirse en seres aprendientes, se resuelve en procesos de asimilación de contenidos y de valores. Estos ya no se crean o recrean sino que se aprenden de forma utilitaria, represivamente. Ejemplo de esto son los Planes de Estudio universitarios en donde la estructura misma de ellos no permite procesos de formación de larga duración. Lo aprendido hoy se evalúa mañana sin considerar los estilos cognitivos o los procesos mismos de significatividad de cada persona. Pero este proceso se considera natural y válido en sí mismo. La desviación, la rebeldía, la búsqueda no son formas adecuadas de construir una ca-

rrera universitaria exitosa. Sin embargo, es de allí de donde se produce la innovación. Para que este sistema “natural” de aprendizaje sea efectivo se requiere de formas sofisticadas de conocer y eso es lo que se evalúa. Se evalúa lo que uno aprende sobre un tema en un periodo de tiempo específico y no el proceso de apropiación creativa de deviene de ese proceso en el tiempo. Nos preguntamos en varios momomentos ¿cómo sería una educación que le permita al ser humano y al sistema social en donde se entreteje su humanidad recrearse constantemente sin temor al cambio y valorando la memoria de su peregrinaje coevolutivo? ¿Cómo un ser humano entretejido en un sistema social se relaciona ecológicamente con su entorno? ¿Qué es relacionarse ecológicamente con el entorno? ¿Cómo realizar un proceso formativo sustentable a partir de lenguajes abiertos cuyo objetivo último sea nutrir el contexto en donde transcurre su estar vi-

viendo? De estas reflexiones surgen dos momentos: uno que constituye un marco desde el cual el nuevo paradigma sea realizable socialmente en la cotidianidad, otro, ejes de trabajo para que se vayan dando las condiciones de una vida ecológicamente viable. En ambos casos se trata de crear espacios para concienciarse de la integralidad e interrelacionalidad de la vida. En el primer momento encontramos la biomímesis (Riechmann, 2003) (Coconstruyendo un hábitat humano) como solución al problema de formar un horizonte que nos permitiera construir formas de vida articuladas dentro del nuevo paradigma. La biomímesis es el proceso cognitivo que recupera la sabiduría de la naturaleza como orientación de la productividad de los sistemas sociales humanos en la amorosidad. Dirán Maturana y Verden-Zöller: El amor es la emoción, la disposición corporal dinámica que constituye en nosotros la operacionalidad de las acciones de coexistencia en aceptación mutua en cualquier dominio cular de relaciones con otros seres, humanos o no. La biología del

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amor es fundamental en el desarrollo de todo ser humano individual. Los humanos como seres racionales lenguajeantes, somos animales que pertenecemos a una historia evolutiva centrada en la conservación de una manera de vivir en la biología del amor que hizo posible el origen del lenguaje y que nos caracteriza hoy en día. Tal forma de vivir, la forma homínida de vivir, se funda en la mutua aceptación en una coexistencia que está centrada en la ternura y la sensualidad de la caricia mutua, en la cercanía de una intimidad sexual prolongada, en el compartir la comida, en la convivencia en grupos pequeños, y en la cooperación del macho en el cuidado de los niños... En otras palabras... los seres humanos somos el presente de una historia evolutiva de coexistencia consensual en la que surgió el conversar como resultado de la intimidad del vivir homínido en la aceptación mutua, de modo que, hablando en rigor, nosotros los seres humanos somos hijos del amor y la biología de nuestras corporalidades, así como la biología de nuestro desarrollo infantil, pertenecen a la biología del amor. (Maturana H. y.-Z., 1993, pág. 83) La evolución de los sistemas vivos merced a su capacidad de ensayo a través de miles de

millones de años ha logrado dar soluciones simples y eficaces para la perfección funcional de esos sistemas. Ese conocimiento es digno de comprenderse e imitarse. El conocimiento más básico, y por lo tanto fundamental, es que la Madre Tierra logra la vida a partir de la interacción de procesos que en su conjunto se sustentan unos en otros para el cultivo de la vida toda. El punto crítico para una educación ecológica viable es plantearse la pregunta sobre cómo nuestras prácticas sociales son capaces de nutrir la vida toda. Con este horizonte podemos desarrollar una nueva antropología que redimensione lo humano como sistema vivo interactuante con otros sistemas vivos y con el planeta como un todo. El segundo momento, tiene que ver con aspectos o ejes de reflexibidad (El amor como mutación del lenguaje) que hemos venido elaborando desde el inicio de nuestros estudios doctorales. Esos ejes son los siguientes La constitución de un lenguaje integrado (Características de la educación para el siglo XXI) La constitución de la consensualidad y la cognivivencia como procesos básicos del conversar en el amor. (Educación y Género, Economía, Educación y Sociedad). La educación como aprendizaje caótico de la convivencia en el consen-

so. (Economía, Educación y Sociedad) La metáfora del atar y desatar nudos (en redes, enredos, en ruidos) como filosofía pedagógica compleja. (pedagogía del aprendizaje) Educación amor y sabiduría (Mediación pedagógica) La constitución de un lenguaje “bilingüe” (Educación y Género) La recursividad del lenguaje poético y sus dimensiones espirituales (Educación y arte) Para poder integrarnos a la Madre Tierra como un sistema vivo ecológicamente viable es necesario volver a ser humanos, es decir, aprender a vivir en la emoción amor, de esto se trata la constitución de un lenguaje integrado: recuperar el amor como emoción fundamental de nuestra especie. De este modo, todo proceso educativo se realiza en la con-sensualidad, es decir, en la seducción que se produce en los lenguajes abiertos, simbólicamente ricos y respetuosos de la diversidad. El lenguaje sin restricciones que se reflexiona constantemente en el entrelazamiento de los procesos vitales de los seres humanos. Esto lleva en sí, como proceso, la cognivivencia, que es recuperar el valor del conocimiento como constante producto de los entrelazamientos del sistema social en el amor. Todo es conocimiento, nada se tira o se pierde. El estar atentos supone una acti-

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tud de expectativa hacia lo nuevo que se va creando en el útero de nuestros procesos de interrelación con nosotros, los otros, y el entorno. Dado que un proceso semejante se sustenta en el caos, en la riqueza simbólica de todo lenguaje, en su cualidad de generar ruido y por ende, de seducirnos a reflexionar sobre lo que estamos lenguajeando en la emoción del amor, la educación es un proceso caótico de aprendizaje. Es formativo en el sentido de que nos da los elementos para no tener miedo a la creatividad y vivir en ella constantemente. Se trata de desatar nudos simbólicos conformadores de estructuras coercitivas y en ese desatar se entiende que los procesos de los sistemas vivos generan redes, ruido (densidad connotativa y denotativa) y enredos (emulación de aprendizajes a nivel subatómico, la autoconciencia humana es también, subatómica). Como parte de ese constante proceso de atar y desatar, los procesos lógicos no son solo lineales o discursivamente coherentes, sino también son paradójicos. La sabiduría es una forma de incluir dinámicamente procesos dispares, divergentes, complejos sin necesidad de reducir una situación o experiencia a fórmulas explicativas claras, sino que todo proceso cognitivo verdaderamente

humano integra las paradojas a su propia autoproducción. De allí que la sabiduría juega un papel fundamental junto a otros discursos lineales y destiladamente semánticos. Así, tomando conciencia de que el grupo es de hombres, es clave que nuestro lenguaje sea “bilingüe”. Como tal podrá interactuar respetuosamente con la alteridad femenina como sistema autónomo y alterno, complementariamente formativo, a la cultura patriarcal. La sabiduría ha sido una cualidad que expresa el conocimiento producido por las mujeres y que ellas mismas han asumido. El lenguaje prisionero de los procesos culturales no humanos y dominantes hasta nuestros días, puede ser sanado a través de la experiencia de los procesos implicados en estos ejes. Por todo esto, hemos considerados que el amor como mutación del lenguaje es una experiencia sustentada en la recuperación de la emoción amor y, desde allí, capaz de recrear las condiciones cognitivas que permitan la convivencia ecológica del sistema social humano. Nuestro rizoma puede ser resumido como una propuesta de educación ecológica biomimética y de allí las siguientes características estratégicas: El primer aspecto para la sostenibilidad del lenguaje integrado es la educación en el amor.

Co-construyendo un hábitat humano: El amor como mutación del lenguaje Co-construyendo Co-construyendo un hábitat Co-construyendo un hábitat en el amor Co-construyendo un hábitat como mutación Co-construyendo un humano Co-construyendo un lenguaje humano Co-construyendo el lenguaje del amor Co-construyendo el amor como hábitat Co-construyendo la mutación del amor El humano como mutación del amor El humano como lenguaje El humano como coconstrucción del humano El hábitat como mutación del lenguaje El hábitat como lenguaje El lenguaje como hábitat El lenguaje del amor El amor como lenguaje El amor como mutación

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El segundo aspecto, en consecuencia, sería el aprender a ver la alteridad bio-diversa. Un tercer aspecto para reconstruir una educación significativamente humana en nuestro contexto deteriorado y agónico será la permanente reflexión antropológica. Un cuarto aspecto para una educación relevante sería la productividad como ensayo La educación “es prestar atención, fomentar y guiar a los niños en su crecimiento como seres humanos responsables, social y ecológicamente conscientes de que se respeten a sí mismos.” (Maturana, 1999, 40). Los procesos de formación de comunidades aprendientes se alimenta de la reflexibilidad integrando aspectos que hoy están separados. La construcción de género es uno de ellos, así como la separación entre ciencia y espiritualidad, entre producción y ecología, entre conocimiento científico y sabiduría, entre leguaje formal y poesía. La constitución de un lenguaje integrado es posible al crear condiciones alternativas de relacionamiento social. Es en la comprensión (reflexibilidad) de los procesos de CCC como forma una mente-conciencia diferente a la que parece ser el caldo de cultivo de nuestro mundo. Así las CCC se experimentan en la reverencia a la vida y la maravillosidad de sus interacciones cooperantes y solidarias, en la simbio-

sis (convivencia en el entrelazamiento y el enmarañamiento). Por eso todo conocimiento surge de su significatividad, aprender a cultivar una planta y verla como parte de un ecosistema sabiéndonos sustentados/as por ella, derivando de allí el estudio de la química y la física, del arte, por ejemplo. No es necesario estudiar un curso de química o de física o de apreciación del arte, sino que en el cultivo de una planta todo este acervo de conocimientos se transforma en algo significativo. Así, la tarea humana es ensayar constantemente, emulando a la Madre rra-naturaleza, los procesos vitales y entendiéndonos parte de una labor que Ella en su gratuidad ha ido produciendo. Los dos momentos antes indicados requieren mayor profundidad. La profundidad, en este caso, trata de la capacidad humana de sentirse parte de un mundo que se nutre en la mutualidad simbiótica. Como nuestra reflexión surge en este contexto específico de inicios del siglo XXI tal profundidad requiere desarticular nudos simbólicos dominantes y dominadores. Así que nos dedicamos un momento a pensar en la biomímesis y en la educación como desatadora de nudos simbólicos.

La Biomímesis: una nueva concepción del mundo

El concepto de biomímesis, tal y como es tratado por Jorge Riechmann, nace del campo de la ingeniería que busca desarrollar sistemas que emulen los procesos experimentados con tanto éxito por la Madre Tierra-Naturaleza. Cobra particular significado cuando se plantea como concepción teórica para la implementación de sistemas económicos ecológicamente viables y para generar procesos de reflexibilidad en el amor. De aquí que incluir este concepto sea clave para la creación de espacios cogniviventes. No se trata de decir que está mal sino de buscar un camino alternativo para la producción de la vida.

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El campo particular para realizar esta etapa de nuestra conversación es la economía, o mejor dicho, la forma como se reproduce la vida a través de procesos de producción y consumo masivo. Por eso, Herman Daly (Daly, 1989), en su introducción a una economía en estado estacionario, retoma tres perspectivas de tres autores de distintas épocas, los cuales apuntan no solo a la cuestión económica sino a esta disciplina como una ciencia de la vida. El primero es John Stuart Mill: Me es imposible... concebir el estado estacionario del capital y la riqueza con el disgusto que por el mismo manifiestan sin ambages los economistas políticos de la vieja escuela. Me inclino a creer que, en conjunto, sería un adelanto muy considerable sobre nuestra situación actual. Confieso que no me atrae el ideal de vida presentado por quienes piensan que el estado normal de los seres humanos es el de trepar por la vida; que pisotearse, aplastarse, arremeter los unos contra los otros y ponerse mutuamente la zancadilla, como ocurre en el tipo de vida social existente, constituyen el género de vida más deseable para la especie humana; para mí no son sino los síntomas desagradables de una de las fases del progreso industrial. Los estados del norte y el centro de Estados Unidos son una muestra de esta etapa de la civilización en

circunstancias muy propicias... y todo lo que esas ventajas parecen haber hecho por ellos hasta ahora (a pesar de algunos signos incipientes de una tendencia mejor) es que la vida de todo un sexo está dedicada a la caza del dólar y la del otro a la crianza de cazadores de dólares. Sobra decir que una situación estacionaria del capital y la población no implican una situación estacionaria del adelanto humano. Sería más amplio que nunca el campo para la cultura del entendimiento y para el progreso moral y social; habría las mismas posibilidades de perfeccionar el arte de vivir, y habría muchas más probabilidades de que se perfeccionara cuando los espíritus dejaran de estar absorbidos por la preocupación constante del arte de trepar. Incluso las artes industriales se cultivarían con más seriedad y con más éxito, con la única diferencia de que, en vez de no servir sino para aumentar la riqueza, el adelanto industrial produciría su legítimo efecto: abreviar el trabajo humano. (Daly, 1989, págs. 27-28) Complementa

Daly la posición antes descrita: Es la ecología la que proporciona los límites tolerables del ritmo del agotamiento de los recursos y la contaminación. Los umbrales ecológicos fijan un límite definido al monto de los flujos de mantenimiento de la materia y la energía; si se traspasan los umbrales se deteriora el sistema. Para que los flujos no rebasen estos límites se pueden manejar dos variables: el volumen y la durabilidad de los acervos. Mientras estemos bien por debajo de esos umbrales, se pueden tomar como gula los cálculos costo-beneficio del agotamiento de los recursos y la contaminación. Sin embargo, a medida que nos aproximamos a esos umbrales, el costo y el beneficio marginales pierden todo sentido, y el lema equivocado de Alfred Marshall de que la “naturaleza no da saltos”, así como gran parte de la economía marginalista neoclásica dejan de ser aplicables. (Daly, 1989, pág. 30) La relación entre esta búsqueda insaciable por entender la economía como aumento en la producción y el capital con su repercusión en la potenciación de empleo, la entiende Bertrand Russell:

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Supóngase que en un momento dado cierto número de personas está ocupado en fabricar alfileres. Trabajando, digamos ocho horas diarias hacen todos los alfileres que el mundo necesite. Alguien inventa un procedimiento que permite el mismo número de hombres fabricar el doble de alfileres que antes. Pero el mundo no necesita el doble de alfileres. Estos son ya tan baratos que difícilmente se compran más a un precio menor. En un mundo sensato, todos los involucrados en fabricar alfileres optarían por trabajar cuatro en lugar de ocho horas y todo seguiría igual que antes. Pero en el mundo real esto se consideraría desmoralizador: los hombres siguen trabajando ocho, hay demasiados alfileres, algunas fábricas quiebran y queda sin empleo la mitad de los hombres antes ocupados en fabricar alfileres. A fin de cuentas hay tanto ocio como en la primera opción, pero la mitad de los hombres estará totalmente ociosa y la otra mitad trabajará con exceso. Con este proceder se garantiza que el ocio inevitable ser convierta en miseria en todas partes, en lugar de ser fuente universal de felicidad ¿Se podría concebir algo más absurdo? (Daly, 1989, pág. 37) También Keyes plantea algo similar: Es cierto que las necesidades de los humanos pueden parecer insaciables. Pero éstas se dividen en dos clases: las absolutas, en el sentido de que las experimentamos sin im-

portar la situación en que se encuentran nuestros semejantes, y las relativas, que experimentamos sólo si satisfacerlas nos encumbra y nos hace sentir superiores a nuestros prójimos. Estas últimas necesidades, las que satisfacen el deseo de superioridad, pueden realmente ser insaciables, pues cuanto mayor sea el nivel general, tanto mayores serán. Más esto no es tan cierto para las necesidades absolutas: se puede llegar pronto –quizá mucho más de lo que imaginamos- a un punto en que satisfagamos esas necesidades y prefiramos dedicar la energía que nos queda a tareas no económicas. (Daly, 1989, pág. 42) Los sistemas sociales humanos requieren, entonces, de un replanteamiento de sus fines y su sentido en el entramado de la bioesfera. Es necesario aprender a pensar, vivir y actuar en y con el planeta. Quizá los discursos políticos y económicos dominantes han logrado crear las condiciones para validar una producción en constante aumento a través de formas coercitivas tales como la siguiente: si no hay crecimiento económico se aumentará el desempleo y habrá más pobreza. Fórmulas que, dentro del actual estado de las cosas, es cierta. Pero, que en el contexto de una concepción holística del sistema vivo humano en interrelación con los ecosistemas, es falso. El punto no es cómo resolver los problemas que las orientaciones

globalizadas han creado sino cómo crear nuevas condiciones que presenten nuevos problemas y nuevos retos. La creatividad dentro de otro horizonte sería suficiente para, valorando la sabiduría manifiesta en la naturaleza, buscar diversas formas de reproducción de la vida. El punto central en nuestro contexto para la coevolución de un mundo que sea habitable puede ser, en principio, la física mecánica y en ella, la segunda ley de la termodinámica o ley de la entropía. Esta ley conlleva la conciencia de que existe un tránsito en todo sistema del orden al caos y que, por lo tanto, la acción productiva vinculada a la reproducción de la vida, requiere que orientemos nuestras energías a producir mente lo necesario y que esta producción sea biodegradable, para reducir la velocidad de la muerte de calor hacia la que se dirige nuestro mundo.

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En este contexto, Jorge Riechmann (Riechmann, 2003) indica: ¿De qué hablan los movimientos sociales críticos cuando hablan de sustentabilidad o sostenibilidad? En esencia el contenido de esta noción es el siguiente: los sistemas económicosociales han de ser reproducibles –más allá del corto plazo-- sin deterioro de los ecosistemas sobre los que se apoyan. Es decir, sustentabilidad es viabilidad ecológica: los sistemas socioeconómicos que funcionan destruyendo su base biofísica son insostenibles. Dicho de otra manera: las actividades humanas no deben sobrecargar las funciones ambientales, ni deteriorar la calidad ambiental de nuestro mundo. Ello implica fundamentalmente dos requisitos: Respetar los límites. Lo que tomamos de la biosfera (en cuanto fuente de materias primas y energía, o sea, materia energía de baja entropía) y lo que devolvemos a ella (en cuanto sumidero de residuos y calor, es decir, materia-energía de alta entropía) ha de estar dentro de los límites de absorción y regeneración de los ecosistemas.

Pensar en el mañana. Deberíamos dejar a la generación siguiente un mundo que sea al menos tan habitable y haga posibles tantas opciones vitales como el que nosotros hemos recibido de la generación anterior. Como se ve, la sostenibilidad es un principio. Dicho esto, la idea de una economía que crece, es un contrasentido para la viabilidad ecológica de un sistema social. También lo es nuestro actual concepto de mercado que promueve el consumo. Todo lo que se produce genera desechos, los desechos serían elementos que estimulen la coevolución del sistema ecológico total. Herman Daly, experto y promotor de la economía en estado estacionario, plantea tres preguntas para pensar la economía desde el paradigma de relaciones ecológicas:

  

¿Cómo vivir en una Tierra finita? ¿Cómo vivir una buena vida en una Tierra finita? ¿Cómo vivir una buena vida en una Tierra finita

en paz y sin desajustes destructivos? Siguiendo el principio de John Ruskin “No hay más riqueza que la vida” se puede repensar el mundo como un sistema efectivamente ecológico en donde los seres humanos convivan con el resto de especies y de sistemas que lo componen. Por esta razón, el concepto de economía en estado estacionario o de crecimiento cero indica un camino con viabilidad ecológica, es decir, en donde la vida es el valor fundamental y esta se realiza con el menor efecto sobre el sistema ecológico total que conforma la Madre Tierra. Producir más volumen de cosas de baja durabilidad para dinamizar el mercado es sin duda un sin sentido a largo plazo: el agotamiento de los recursos y el aumento en la producción de desechos. La economía en estado estacionario asumiría la dinámica biofísica que predomina en la naturaleza, la cual sabe utilizar tanto las materias primas como los desechos de forma tal que unos y otros reducen significativamente la entropía. Daly lo indica de este modo: El estado estacionario demandaría menos recursos de nuestro medio pero mucho más de nuestros recursos morales. En el pasado se podía alegar que descansar demasiado en

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los escasos recursos morales, en lugar de hacerlo en abundante interés individual, conduciría a la esclavitud. Pero en la era de los cohetes, las bombas de hidrógeno, la cibernética y la ingeniería genética, simplemente no hay sustituto para los recursos morales y no hay más camino que descansar en ellos, sean o no suficientes. (Daly, 1989) Si el objeto de la economía es la producción y reproducción de la vida, entonces, la planificación social y económica se orientaría hacia los caminos en que esa vida pueda ser más larga, con mayores periodos de ocio. En este caso el cultivo de las relaciones de amistad, de recreación, de formación de los y las niñas en familia se tornarían valores económicos básicos para medir el desarrollo. La felicidad sería un objetivo alcanzable a través del cultivo de las relaciones humanas y no del consumo. Está claro que se puede vivir con menos sas y produciendo menos desechos. Se de invertir más en procesos de producción consensuales en donde el trabajo tenga el espíritu recreativo necesario para la ción de una humani-

dad

que

viva en el

placer. Esta perspectiva económica no desalienta la investigación y el desarrollo del conocimiento lo que desalienta es utilizar ambos para uso exclusivo de un mercado basado en el consumo masivo y la obsolescencia planificada.

principio de desarrollo sostenible marcado

Riechmann lo expone de la siguiente manera: Nunca se repetirá lo suficiente que no es posible el crecimiento material indefinido dentro de una biosfera finita, y que globalmente hemos sobrepasado ya los límites al crecimiento. A escala del planeta entero, lo que necesitamos es desarrollo sin crecimiento (cuantitativo), o con más precisión: desarrollo que alivie la presión que hoy ejercemos sobre las fuentes de recursos naturales y los sumideros de residuos de la biosfera. En última instancia, ésta es la única definición breve de sostenibilidad que no traiciona el contenido ecológico del concepto. (Riechmann, 2003)

por el antropocentrismo daría paso, en la conciencia humana, a un mundo interrelacionado en donde “vida” hace referencia a los sistemas ecológicos complejos, no al ser humano. Se desarrolla la vida de todos los sistemas incluyendo aquellos que no están incorporados dentro de la categoría de sistemas vivos.

La viabilidad económica debe abrir paso a la viabilidad ecológica. Este cambio semántico conlleva importantes aspectos de transformación cultural. Sería, la transformación de un mundo de consumo, sustentado en este y conformador de grandes capitales en un mundo de distribución afectiva desde el respecto a la biodiversidad para el cultivo de la vida como biodiversidad. En este caso el

En este contexto, la concepción de un hábitat humano incorpora, dentro de lo humano, la conciencia de interrelacionalidad y en ella, de respeto y reverencia a la biodiversidad y a la Tierra como Madre y como sistema vivo en su totalidad (esta sería una perspectiva matrística). Un hábitat humano promovería la co-evolución sin objetivar ningún aspecto de la ecología. El todo sería de importancia

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fundamental, la parte humana, la conciencia y autoconciencia de ese todo. Apuntaría, también, y sobre todo, a la renuncia de la depredación como acción válida para la producción y reproducción de la vida, de la guerra, de las relaciones asimétricas de poder y de las exclusiones. Por esta razón, como también apunta Riechmann, la biomimética (imitación de la vida o de los sistemas vivos) pasaría de la industria robótica a la industria que emule los sistemas vivos y no formas específicas de los seres vivos. El concepto usado por este investigador expresa un cambio de conciencia sistémica, entendiendo esta como el aprendizaje de las sociedades humanas de sus colegas de sociedades animales y vegetales en sus interrelaciones cooperativas. Se aprendería la dinámica general del vivir con baja entropía, del no desperdicio, de la reducción de producción hacia la productividad como experiencia individualcolectiva lejos del consumo masivo. La biomimética es una tendencia productiva que involucra aspectos de tecnología de punta con una filosofía ecológica y una visión económica y social. Se trata de pensar en la complejidad tomando provecho de la sabiduría de la naturaleza. (Riechmann, 2003) La hipótesis básica de esta biomimética ingenieril es que la evolución, a la larga, identifica soluciones óptimas; y por ello los seres vivos alcanzan a menudo una perfección

funcional susceptible de estudiarse e imitarse. Esta disciplina supone un crecimiento humano de alto nivel. Un crecimiento deseable y productivo que estimula la creatividad y la atención al medio ambiente. Reproduce la vida como dinámica y no como objetos diseñados que refuerzan las tendencias de producción que nos sofocan hoy. Una nueva conciencia es productiva. La conciencia humana dominante solo produce cosas, no ve la interrelacionalidad de la vida, no la considera útil para el desarrollo humano, no la valora o la valida como sabiduría y por eso no puede ver su cualidad productiva o creativa. Si hablamos de tecnología de punta podríamos referirnos a cómo la Madre Tierra ha logrado, a través de millones de años, por medio de diversos experimentos, un equilibrio fluctuante que permite la co evolución de todos los sistemas que la componen. Así, indica Riechmann: Allende esta biomimética ingenieril, podemos tomar el principio de biomímesis en un sentido más amplio: se tratará, entonces, de comprender los principios de funcionamiento de la vida en sus diferentes niveles (y en particular en el nivel ecosistémico) con el objetivo de reconstruir los sistemas humanos de manera que encajen armoniosamente en los sistemas naturales. El metabolismo urbano, industrial, agrario, debe parecerse cada

vez más al funcionamiento de los ecosistemas naturales. No es que exista ninguna agricultura, industria o economía “natural” sino que, al tener que reintegrar la tecnosfera en la biosfera, estudiar cómo funciona la segunda nos orientará sobre el tipo de cambios que necesita la primera. La biomímesis es una estrategia de reinserción de los sistemas humanos dentro de los sistemas naturales. (Riechmann, 2003) Se incorporaría en el conversar la validación de la sabiduría de la naturaleza, o de la dinámica de la vida, y a partir de este principio se podrían tejer nuevas redes de conversaciones que, junto con la ya existentes, pudieran, en cooperación, desarrollar un conocimiento fundamental de la vida para imitarla en cuanto su estructura productiva. ¿Cuáles serían esos principios que mantienen el equilibrio fluctuante de la naturaleza? Riechmann propone las “Leyes” básicas de la ecología según Barry Commoner y Nicholas Georgescu-Roegen: Todo está relacionado con todo lo demás. La biosfera es una compleja red, en la cual cada una de las partes que la componen se halla vinculada con las otras por una tupida malla de interrelaciones. Todas las cosas han de ir a parar a alguna parte. Todo ecosistema puede concebirse como la superposición

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de dos ciclos, el de la materia y el de la energía. El primero es más o menos cerrado; el segundo tiene características diferentes porque la energía se degrada y no es recuperable (principio de entropía). La naturaleza es la más sabia (o “la naturaleza sabe lo que hace”, traducción del inglés nature knows better). Su configuración actual refleja unos cinco mil millones de años de evolución por "ensayo y error": por ello los seres vivos y la composición química de la biosfera reflejan restricciones que limitan severamente su rango de variación. En todos los procesos dentro de la biosfera, al final tendremos un déficit en términos de materia-energía. Estas leyes, dentro del marco del desarrollo de las tecnologías actuales podrían realizarse a través de las siguientes estrategias productivas:

ecología industrial, remedando los ciclos cerrados de los materiales en la biosfera; agroecosistemas mucho más cercanos a los ecosistemas naturales que la actual agricultura industrial quimizada;

química verde con procesos que permanezcan cerca de la bioquímica de la naturaleza; biotecnología ambientalmente compatible, con biomoléculas artificiales donde sea preciso, pero guiándonos por el proceder de la misma naturaleza, etc. Los aspectos que transformarían la actual producción económica serían los siguientes:

VIVIR DEL SOL como fuente energética CERRAR LOS CICLOS de materiales NO TRANSPORTAR DEMASIAD DO LEJOS los mat ter

riales EVITAR LOS XENOBIÓTICOS como COP (contaminantes orgánicos persistentes), OMG (organismos transgénicos)... RESPETAR LA DIVERSIDAD. El punto crucial aquí es definir si existen las condiciones políticas para realizar el proceso de germinar una cultura: redes de conversaciones que consensuen conductas coordinadas de conductas coordinadas, adecuadas al conocimiento superior que implica la sabiduría de la naturaleza. Estas conversaciones podrían enriquecerse de las culturas nativas exterminadas por los colonialismos europeos y norteamericanos desde el siglo XV. Hay varios factores a favor si consideramos aspectos en donde el conocimiento global ha llegado: Una vida en la diversidad parece tomar auge en el mundo actual y ha logrado metas significativas: monios entre personas del mismo sexo, una visión multigenérica, un auge de las espiritualidades pacifistas, un mayor conocimiento de la biosfera y con ella de la dinámica de la vida, el auge de movimientos logistas, una conciencia de la culturalidad, entre otras. Lo diverso se empieza a ver como positivo, via-

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ble y deseable. El tránsito del valor de la producción de cosas al valor del conocimiento. Así el concepto de sociedades de conocimiento y el trabajo vinculado a relaciones más afectivas y autónomas, como a equipos que colaboran y una mejor capacidad de comunicación. El conocimiento parece más abierto a todas las personas más allá de títulos o status generando redes de interrelaciones. El desgaste de los combustibles fósiles que abre el horizonte a investigaciones más imperativas de producción de energías limpias y ahorro de energía, así como de una conciencia más fuerte sobre la situación crítica energética. La energía, abundante en la naturaleza, es limpia y barata. El desgaste de los mantos acuíferos que empieza a plantearse como un problema grave y nos requiere de una nueva conciencia hacia el trato amigable con el agua. El agua es posibilidad de vida viable para los sistemas humanos. Un mayor nivel de educación y una promoción de la educación formal e informal para un desarrollo humano deseable y creativo. La educación se empieza a percibir como consenso sobre problemas fundamentales que afectan toda la estructura de la vida.

Un esfuerzo mundial por la organización ciudadana para la resolución de problemas y conflictos. Las sociedades humanas buscan formas más democráticas de desarrollo en su dinámica y sus proyecciones hacia el futuro.

no hay donde huir fuera del planeta tierra. Consideremos los siguientes:

También existen los contra y son muy significativos, sin embargo, en el contexto anterior, las cosas pueden tender a suavizarlos. Aun

Existe un aumento en las posiciones fundamentalistas, en especial en los Estados Unidos. Instituciones que envuelven a millones de personas en el mundo han seguido este camino como la Iglesia Católica.

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La maquinaria productiva insiste en obviar el deterioro social como una pérdida real del capital. Aun existe una fuerte injerencia de la industria armamentista en la dinámica política y económica mundial. La conciencia antropocéntrica aún es dominante. Los países pobres no cuentan con los recursos necesarios para abrirse paso en un mundo dominado por los capitales multinacionales.

blemas familiares y comunales en torno a la dinámica social deseable y a aspectos básicos como el uso sabio de la energía y el agua, así como el tratamiento de la basura y la limpieza de desechos que causa tantos males en nuestro país, el potenciar el consumo de productos biodegradables, la producción hidropónica, entre otros. Un plan de educación que inicie desorganizadamente, de forma más espontánea, podría dar los pasos para crear un camino de autoorganización que tienda a la ecoeficiencia.

La tarea parece tender hacia una afirmación de la esperanza en que la sabiduría de la naturaleza logre hacer conciencia en la autoconciencia humana de su condición de interrelacionalidad. Si esta conciencia se amplía podríamos dar los pasos para una organización humana ecoeficiente y potencialmente biófila en contraste con los sistemas sociales actuales. El modelo de implementación requeriría formas de gestar consenso en los procesos educativos a todos los niveles.

Ahora, Riechmann, también plantea aspectos fundamentales relativos al modelo de economía en estado estacionario:

Este consenso podría diseñarse a partir de incluir, en el conversar, el principio de una economía en estado estacionario, de crecimiento cero a través de la pregunta ¿Qué necesitamos para vivir bien? Si esta pregunta incluyera insumos sobre la vida en la diversidad o la bio-diversidad, una conciencia empresarial colectiva que potencie la productividad a través de la resolución de pro-

Un aspecto a mi juicio importante de la noción de biomímesis es que permite –o facilita al menos— disipar un generalizado equívoco en torno a otro concepto importante para la ecologización de la sociedad: el de economía de estado estacionario (steady-state economics), introducido ya por los economistas clásicos (como Ricardo o Mills) y que elaboró hace algunos años Herman E. Daly. También cabría verterlo al castellano por “economía en equilibrio”. En efecto, lastra a la idea de una economía en estado estacionario la connotación de estancamiento, de detención de la mejora humana. Pero si pensamos en ello desde la noción de biomímesis, el equívoco se desvanece: se trata de un “estado estacionario” –referido a los ciclos de materia y

los flujos de energía a través del sistema económico— como el de la biosfera, es decir, caracterizado por la dinámica evolutiva, el surgimiento continuo de lo nuevo, y la diversidad inacabable que enriquece la experiencia. Todo lo contrario del estancamiento, por tanto: una sucesión de “cuasi-equilibrios” permanentemente en movimiento, a la que también podemos considerar un tipo de equilibrio – quizá un “equilibrio metaestable”. (Riechmann, 2003) Si bien el equilibrio dentro de la segunda ley de la termodinámica equivale a la muerte de calor, equilibrio en este contexto supone una interrelación dinámica de los diversos sistemas que componen la vida, sería una correlación sabia que logra diversos tipos de estabilidad a través de la imprevisible productividad de lo nuevo. El equilibrio térmico es, por desgracia, el camino en el cual nos hemos

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adentrado durante la revolución industrial. Una economía en estado estacionario significa la implementación de los sistemas sociales humanos de la biomímesis en cuanto sistema eco-eficientes de co-existencia en la cooperación. Aquí la palabra equilibrio no hace referencia a estabilidad sino a movimiento en coordinación, en este sentido, en la naturaleza eso que llamamos equilibrio supone un permanente estado de desequilibrio creativo en donde los sistemas inventan y se reinventan con el propósito de continuar viviendo. El punto central, entonces, sigue siendo nuestra capacidad de aprender, el ser aprendientes y en este sentido autoproductivos y autoorganizados es una de las cualidades más significativas donadas por la naturaleza a los seres humanos. La otra cualidad es la autoconciencia del estar viviendo y de hacer en el amor y la compasión. Así, sin capitales que puedan modificar directamente la economía mundial, sin ejércitos que puedan imponer los procesos, sin poder político que genere los cambios estructurales de nuestro actual sistema, aún nos queda recurrir a las raíces de nuestra condición de sistemas vivos autoconcientes. Desde allí, en una educación que recupere su cualidad de formarnos en el conversar desde el amor, podríamos contar con la energía realmente humana que nos permita volver a ver el

mundo y a nosotros mismos como otro válido de por sí e iniciar el proceso de consensuar nuestro sistema social con la impronta de disfrutar del pan de cada día en comunidad y creatividad.

Biomímesis y biótesis: la sabiduría del neotrópico

Uno de los principios de la sabiduría de la naturaleza que ha sido olvidado en el sistema social dominante es la multiplicidad de formas de vida necesarias para la sustentabilidad de la vida en el neotrópico: el hábitat más biodiverso de la tierra. Al procurar una homogenización en las formas de producción y sus objetivos, al concentrarse en una sola forma de producir, al promover la agricultura extensiva de monocultivos que funcionan con un solo paquete tecnológico, los sectores que toman decisiones, violan este principio de lo bio-diverso. Nadar contra esa sabiduría supone negar su existencia y negar nuestro contexto. Una doble deslegitimación cuyo costo será pagado por todos los sistemas vivos del planeta. En ese sentido, un elemento catalítico en nuestra reflexión ha sido el Informe Stern acerca del Calentamiento Global. El cual

puede ser un punto de partida para definir aspectos centrales de un proyecto humano que, como tal, garantice o, si quiera, promueva la sobrevivencia de nuestra especie en el planeta. The scientific evidence that climate change is a serious and urgent issue is now compelling. It warrants strong action to reduce greenhouse-gas emissions around the world to reduce the risk of very damaging and potentially irreversible impacts on ecosystems, societies and economies. With good policies the costs of action need not be prohibitive and would be much smaller than the damage averted. (Stern, 2006) El acercamiento de este informe tiene las siguientes características: We use a consistent approach towards uncertainty. The science of climate change is reliable, and the direction is clear. But we do not know precisely when and where particular impacts will occur. Uncertainty about impacts strengthens the argument for mitigation: this Review is about the economics of the management of very large risks. We focus on a quantitative understanding of risk, assisted by recent advances in the science that have begun to assign probabilities to the

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relationships between emissions and changes in the climate system, and to those between the climate and the natural environment. We take a systematic approach to the treatment of inter- and intragenerational equity in our analysis, informed by a consideration of what various ethical perspectives imply in the context of climate change. Inaction now risks great damage to the prospects of future generations, and particularly to the poorest amongst them. A coherent economic analysis of policy requires that we be explicit about the effects. (Stern, 2006) El manejo de la incertidumbre, el estudio de las probabilidades de riesgo, y ambos aspectos en relación con la equidad Inter-transintrageneracional apunta a la realización de una

serie de acciones en el campo de la política internacional que procuren, sea cual sea la realidad del camino seguido y su consecuente destino si este no cambia, comprender la acción económica humana en términos de una forma alternativa de vivir. Es decir, que el nivel de probabilidad de riesgo es tan grande que se hace necesario actuar ya, de modo que el futuro, no siga aproximándose al escenario que se desprende de la práctica económica hoy. Por esa razón, no es posible obviar la situación. No se puede establecer un paralelo entre el riesgo producido por un cambio económico hoy con la probabilidad de una catástrofe posterior. Es decir, el argumento de que un cambio en los procesos económicos actuales podría dejar a millones de personas en una situación de hambre, no es suficiente frente a la probabilidad de riesgo si este cambio no se da. El informe, en su resumen ejecutivo indica categóricamente, en la primera línea: Las pruebas científicas son hoy día incuestionables: el cambio climático constituye una seria amenaza mundial, que exige urgentemente una respuesta asimismo mundial. (Stern, 2006) La afirmación de que el desarrollo económico es un imperativo para paliar la pobreza, no resulta convincente frente a los costos de

tal desarrollo. No es un argumento consistente señalar que el problema de la pobreza se resolverá abriendo mercados y aumentando la producción, o produciendo bienes y servicios más especializados. La última palabra la tendrá la Tierra misma. Esa palabra será última en todo sentido. Las modificaciones climáticas con su consecuente ola de sequías, aumento en la precipitación, y aumento en los niveles del mar impedirá reducir la pobreza a un problema económico sino considerarlo como un problema ecológico. La tensión entre economía y ecología ha sido ganada por la primera en detrimento de la segunda. Es en este sentido que hablar de un desarrollo sostenible resulta insostenible. El

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desarrollo económico, en términos de crecimiento en la producción y apertura comercial expresa la incomprensión de la dinámica de los sistemas vivos. Tal ignorancia implicará, como ya lo está haciendo, la destrucción irreversible de buena parte de los “recursos” que producen la riqueza misma en el sentido que la entiende la economía hoy. Así, el argumento ecológico, no es más la retórica de grupos de idealistas frente a al enfoque realista de los empresarios. Tampoco será posible continuar con la perspectiva ecologista de proteger los “recursos” naturales como fuente de riqueza. Así, la perspectiva costarricense de crear condiciones para el turismo ecológico y grandes reservas o parques nacionales no tiene sentido a largo plazo. En tanto se entienda la biosfera como un reservorio de recursos que, de algún modo, puedan ser transformados en riqueza (valor de cambio) se pone en peligro la constitución misma de la vida. El informe Stern hace que el concepto de contexto sea relevante para los procesos de aprendizaje y marca la validez de nuestra reflexión en cuanto promotora de reflexividad, encuentro legítimo con lo otro (los sistemas vivos, la diversidad humana y la biodiversidad) y el desarrollo de una ética consensual (actuar en cooperación).

Es por eso que el desarrollo sustentable, es decir, aquel que tiene como fin la nutrición de toda la biosfera, en el respeto a la alteridad representa un camino para la recreación de lo humano. En este sentido entendemos que desarrollo sustentable (no sostenible) es el corazón del holodesarrollo. Se trata de construir los sistemas sociales humanos a partir de la sabiduría de la naturaleza como organizaciones biodiversas, plurales, simbióticas, cuyo propósito es la producción de más vida. Así, entendemos por biótesis al conjunto de coordinaciones conductuales consensuales que, orientadas por el amor, tienen como propósito consciente la producción de vida como cultivo de la congruencia sistémica del entramado de la vida. Se asume que el ser humano como sistema vivo opera coordinadamente con otros sistemas vivos y que la capacidad autoconsciente del primero supone un aporte a la biosfera para regular más rápidamente los cambios necesarios para la preservación de la biodiversidad como camino explorado con éxito durante miles de millones de años por la naturaleza con el propósito último de vivir. Biotesis dice referencia al accionar que genera condiciones óptimas para la constante producción de vida y la consecuente potenciación de la coderiva evolutiva. Desde el punto de vista antropológico, biótesis expresa la legitimidad de lo otro y la cooperación desinteresada para la sustentabilidad de la vida en la Tierra. Biótesis sería la dinámica

que marca cualquier acción dentro del cultivo del holodesarrollo.

La biomímesis: La ciencia de la sustentabilidad del hábitat

La biomímesis como enunciado humano, se identifica con el aprendizaje de la dinámica de los ecosistemas y las formas de productividad que se encuentran en la naturaleza, para imitarlos (mimesis) en la construcción de hábitat humanos. En la naturaleza se presentan una serie de procesos dinámicos de transferencia de energía entre diversas formas de vida y el medio, cuya creatividad y belleza son sorprendentes además de la eficiencia y eficacia con que logran sus objetivos. Todas las especies, en su proceso de vida han desarrollado una “inteligencia” que las caracteriza por su extraordinaria capacidad de adaptación a las inclemencias y vicisitudes de la propia naturaleza. El ser humano, en este sentido, pareciera que ha perdido su capacidad natural de actuar en concordancia con el todo, quizás consecuencia de su extremado endiosamiento de la razón, que hace que todo gire en derredor de lo humano, por ser éste el único ser racional. Si bien la ciencia y la tec-

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nología intentan descifrar los secretos de la naturaleza desde la óptica de la racionalidad, para ponerla al servicio de la humanidad, nunca se ha puesto más en peligro la vida, que desde que se impuso esta perspectiva. La co-construcción del hábitat es un proceso natural que todas las especies cooperativamente, coordinadamente e “inconscientemente” realizan para preservar la VIDA de cada una en consonancia con una suerte de equilibrio fluctuante sistémico. Así pues la producción de redes de interdependencia energética y espacial entre la biodiversidad, destinadas a facilitar la producción y reproducción de la VIDA de cada especie es una propiedad de la naturaleza destinada a preservar la VIDA como una totalidad orgánica interdependiente. El ser humano, a partir del emocionarse en el amor, tiene una increíble capacidad para “mimetizar” la naturaleza extrayendo de los procesos naturales un infinito universo de conocimientos que le han permitido diseñar y producir innumerables herramientas y objetos para su sobrevivencia. A partir del advenimiento de la ciencia y la tecnología modernas como norte del saber humano, el conocimiento natural o sabiduría ancestral perdió su valor y, este ser humano industrial y moderno, se ha tornado más en un perbador de las redes de VIDA al constituirse

más en productor de plusvalor comercial, que en un facilitador para la vida. El ser humano moderno (algunos sectores de la especie) ha creado una nueva trama o red de subsistencia para sí, y sus deseos incontrolados de posesión donde el factor de producción masiva de objetos de consumo desprecia la existencia de una red de interdependencia con las demás especies. Es aquí donde se torna imprescindible recuperar la noción y conciencia de la existencia de la VIDA como un solo organismo entrelazado por relaciones complejas que, al perturbarse, en su interrelacionalidad generen nuevas posibilidades de vida. Es aquí donde la biomímesis abre la posibilidad de recuperar la noción sistémica de la vida y reproducir más la interrelación cooperativa y coordinada entre las especies y el medio (congruencia) que los procesos aislados entre sí propios de la cultura globalizada no solo no han logrado, sino que, en su fracaso, llevan a la destrucción biótica. La naturaleza tiene respuestas para la mayoría de problemas humanos. Sin embargo, al ser concebidas, esas respuestas, sin el debido respeto por la alteridad sus efectos siguen siendo destructivos. Un ejemplo de

este tipo de “biomímesis” fragmentada tiene que ver con el efecto lotus: La producción de pintura repelente al agua producto de la observación de la flor de Loto y del conocimiento de la simbología ancestral de pureza asociada a ella a partir de un sistema de autolimpieza natural conocido como el efecto lotus. Efecto que los botánicos han descubierto como un intrincado sistema donde la estructura física y química de las hojas no permiten que el agua “toque” literalmente la superficie de la hoja y rueden limpiando de polvo y demás partículas de suciedad. A partir de este principio la nanotecnología ha desarrollado para la producción superficies artificiales como telas, techos, pinturas con el mismo sistema, No obstante utilizando en muchos casos, ingredientes que no son biodegradables y más bien contaminantes del agua. Durante los últimos treinta años ha habido dos grandes avances en el pensamiento humano, dos percepciones requeridas por la incapacidad del antiguo orden de aportar herramientas intelectuales y materiales para preservar y sostener la vida. Uno ha sido el reconocimiento de que todos los sistemas vivientes son redes autoorganizadas. El otro fue el desarrollo del concepto de sustentabilidad, el reconocimiento de que la humanidad solo puede sobrevivir adoptando el conocimiento a

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través del cual los eco-sistemas se perpetúan a sí mismos. A estos nuevos paradigmas, Fritjof Capra incluyó un tercero, la extensión de la teoría de los sistemas biológicos al dominio de lo social cognitivo y a la síntesis de todos estos conceptos en lo que ha dado en llamar la ciencia de la sustentabilidad, la cual no se refiere solo al mantenimiento de la organización de los sistemas naturales que soportan el desarrollo del sistema socio-cultural humano sobre el planeta, sino que trata a la vez de la preservación en el tiempo de los capitales culturales, institucionales, productivos, etc. que posibilitan el desarrollo humano y social en congruencia. El patrimonio de cada sociedad, tanto físico como intangible, conformado por las culturas específicas, constituye la base sobre la que se construye el futuro, el porvenir. Estas pautas conductuales del desarrollo sustentable son susceptibles de ser transformadas en principios, que integrados nos ayuden a definir un modelo de sociedad, que en la actualidad podría ser calificado como utópico, pero hacia el que irremediablemente nuestras sociedades deben tender para poder sobrevivir en solidario equilibrio fluctuante en el contexto en donde cada cultura emerge. No se trata ahora de “Subyugar a la naturaleza, presionarla para que nos entregue sus secretos, atarla a nuestro servicio y

hacerla nuestra esclava” tal es la ética de Francis Bacon. Se trata de identificar las relaciones vitales entre todas las especies y mantener vivas las redes de interrelación entre los ecosistemas La ética de la sociedad dominante es utilitarista y antropocéntrica y debe transformarse en otra ecológica y planetaria (Boff, 2000, pág. 21). Este es quizás el principio ético-ecológico más importante que se desprende del nuevo paradigma, el cual se orienta primordialmente hacia la responsabilidad que tenemos los humanos, en virtud del principio de permanencia planetaria que nos comunidad simbiótica, que implica aceptar el carácter de autonomía de los demás seres, de la interrelación entre todos y de la necesaria coexistencia, el derecho al presente y al futuro. ¿Pero cómo se produce el cambio de un estado de conciencia a otro, de una práctica humana depredadora a una práctica de sustentabilidad? Transformar las preguntas que permiten producir procesos de cognivivencia surge del cultivo de la biomímesis. La contemplación constante de la vida en el neotrópico y la emulación de los procesos bióticos que lo conforman sería la base teórica para ir coconstruyendo hábitats humanos. Entonces, iniciamos con las preguntas que

narían ese proceso: ¿Cómo producir agua limpia luego de ser esta utilizada para la sustentabilidad de la vida de los sistemas sociales? Del mismo modo ¿Cómo producir aire limpio? Y en consecuencia: ¿Cómo hacer que las prácticas de los sistemas sociales humanos nutran el ecosistema? Los procesos llamados educativos (espacios cogniviventes) se orientarían a la resolución de estas preguntas. Un hábitat humano es posible en la medida en que las CCC surjan de la amorosidad y de esta la constitución de una mente-conciencia que da por legítimo el ecosistema en donde se realiza la vida humana. Se aprende a ser cognivivente en la medida en que aprendemos a relacionarnos con la sabiduría de la Madre TierraNaturaleza en dinámicas congruentes y respetuo tuosas. Si este es el

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marco de nuestra manera de abordar el proceso educativo como espacio cognivivente, será necesario orientarnos ahora hacia el segundo elemento de nuestra reflexión rizomática: el amor como mutación del lenguaje, la tarea de quien aprende a tejer la vida.

La metáfora de los nudos: tejer el mundo humano en congruencia con el tejido de la vida

Si las preguntas fundamentales de los procesos cogniviventes han cambiado, también cambia la visión general del proceso de aprendizaje. Este requiere transformar sus fundamentos en las CCC. Ya hemos indicado que el punto central es recuperar el amor como emoción fundante de lo humano, pero también mostramos que esta transformación se da desde la legitimación de los ecosistemas en donde los sistemas sociales interactúan. Hablamos de la necesidad de crear una dinámica integrada del lenguaje, e incluso de un lenguaje bilingüe que incluya a las mujeres. También propusimos la sabiduría como la forma en que el conocimiento se realiza dentro de nuestro modelo de espacios cogniviventes y que ella interactúa con la vida toda, en su complejidad, con respeto y reconocimiento de la legitimi-

dad de la diversidad humana y la biodiversidad. En ese sentido la congruencia se torna en clave para la convivencia que emula la simbiosis de nuestro mundo neotrópico. En esa primera etapa, el camino de la sustentabilidad, el camino biomimético es la manera como el lenguajeo nuestro ha construido un piso sobre el cual construir un mundo. El co-construir un hábitat humano surge de la potenciación de este len-

guajeo que lleva a CCC alternativas a la cosmología depredadora dominante.

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Por eso, porque estamos anudados entre telas viejas y tejidos que empiezan a emerger, es que el tejido como un aspecto clave de la identidad latinoamericana, nos ofrece una posibilidad riquísima de comunicación. El poncho es la forma como nuestros pueblos originarios plasmaron su cosmovisión en ropas apropiadas para convivir con su entorno. Cada poncho es un mundo de colores y de simbiosis de formas, representación de la biodiversidad y la belleza de ecosistema que nos nutre. Es cierto que en las zonas costeras la ropa no es necesaria: hay suficiente calor y este invita a la desnudez. Con todo tomamos el tejido como metáfora de proceso de creación de espacios cogniviventes.

Así, las conversaciones frescas y dinámicas quedan cerradas con señales de “alto”, “no pasar”, “propiedad privada”, “verdad” y otras tantas que día a día nos impiden el paso a soñar y a crear.

social que involucra como legítima la presencia del otro como igual” (Maturana H. , Transformación en la convivencia, 1999, pág. 32). Se trata de una estabilidad fluida, dinámica, en transformación.

El lenguaje se cierra. Construye cadenas circulares que se sostienen sobre sí mismas en la “fe”: creer que las cosas son así de modo que lo verdadero es únicamente de esta manera.

Al contrario, la estabilidad también se puede alcanzar por otro camino, no humano, no cooperativo, no en la mutua aceptación del otro como legítimo. Maturana llama a esto “rigidez conductual”. Se da en la restricción de los espacios reflexivos y en la imposición, mediante redes de poder, a través de la reducción de la conversación y la crítica, la negación del amor, remplazando la ética por la jerarquía y la moralidad, institucionalizando relaciones contingentes de subordinación humana (Maturana H. , Transformación en la convivencia, 1999, pág. 32).

La razón funciona como catalizador convergente sustentado en el miedo, el tabú, lo prohibido. La razón y sus razones se transforman en un mundo posible y único que da estabilidad al sistema social. La estabilidad es parte de la cualidad conservadora de los sistemas vivos.

Del nudo al tejido

Las conversaciones se anudan en el devenir de la historia. Los nudos tienden a apelmazarse, a compactarse hasta quedar duros, como una gama de cados que se semantizan.

No obstante, esta afirmación, también el sistema es perturbado por el medio. Las relaciones de seducción suponen una actividad cooperativa dentro del sistema vivo, el sistema social, y el medio. Los cambios emergen, en una sociedad humana gracias a la conciencia social “al ampliar las instancias reflexivas que permiten a cada miembro una conducta

La forma como se

constituye la autoconciencia de un sistema, humana a través del amor, o no humana a

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través del poder o la economía, determinará la fluidez o constricción de las conversaciones y a su vez creará nudos como posibilidades de creatividad (enredos, en-redes, enruidos) o, por el contrario, tales nudos serán nudos insoltables mediados por la semantización (conceptos determinados que regulan la dinámica de los discursos). Por un lado, se realiza la humanidad en el amar-jugar-disfrutar, por otro, se realiza el sistema como tal en la dinámica del ejercicio del poder, la ley, o la obligación moral. El primer modelo, coercitivo y represor, velará por el orden de su estructura siempre estable y estabilizante. El segundo, creativo y cooperativo, procurará mutar manteniendo su dualidad entre identidad y posibilidad. Aunque nuestro lenguaje plantea polaridades, en la realidad cotidiana esto no es así. Existen tendencias. Ambos modelos conviven en las relaciones de la sociedad en un forcejeo más bien cómplice. Si consideramos que el conocimiento no parte de la mente sino que forma parte de la dinámica celular misma, entonces sugerimos que esta dinámica de tendencias creará cadenas cíclicas de dinámicas neuronales en donde, el cerebro habrá aprendido a producir neurotransmisores para que tal experiencia se conserve. De ahí la importancia de

aprender a desatar nudos simbólicos que durante siglos se han ido endureciendo. Este proceso de desatar nudos es lo que podría ser el sistema educativo si tal respondiera a la construcción de un sistema social humano. El sistema educativo de un país como Costa Rica podría ayudar a nuestras personas estudiantes, en todos los niveles a crear una dinámica cerebral congruente, es decir, el potenciamiento de ambos hemisferios cerebrales a través de lo que podríamos identificar como sabiduría. Una forma de cooperar en el conocimiento profundo de la vida, porque este es el fin de la vida y de todo conocimiento: el amor a la vida. En el arte de tejer, el nudo, es el principio de la organización de la estética. Se inicia por soltar nudos y dejar un hilo libre que posibilite la elaboración de una prenda. Acto de paciencia, acto de comprensión contemplativa del cosmos, acto de amor. En el arte de tejer, el ser humano, aprende que la creatividad está llena de paciencia y calma. En la calma contemplativa, el mundo que en el principio era nudo, muta hacia una forma nueva que tiene utilidad, pero que no acaba en la utilidad. La prenda es el tiempo vital transformado en un objeto (del lenguaje), cierto, pero en un objeto que dará calor y cubrirá el cuerpo de la belleza de quien teje.

Tejer complejidades

La metáfora de tejer, dentro de esta conversación, tiene una gran carga de posibilidades. Edgar Morin se pregunta “¿Qué es complejidad?” y responde “la complejidad es un tejido (complexus: lo que está tejido en conjunto) de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: presenta la paradoja de lo uno y lo múltiple. Al mirar con más atención, la complejidad es, efectivamente, el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico. Así es que la complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo inextricable, del desorden, la ambigüedad, la incertidumbre...” (Morin E. , Introducción al pensamiento complejo, 1990, pág. 32).

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También texto, en latín, es tejido, conversación tejida en garabatos, si es convergente, los garabatos se ordenan para dar un efecto más puntual; si es divergente, los garabatos, están unidos a todo el cosmos mostrando una belleza y profundidad imposible de abarcar. La convergencia del tejido ofrece tesis, monografías, ensayos. La divergencia ofrece literatura y sobre todo poesía. Convergencia y divergencia se funden en una danza de posibilidades de perturbación en las conversaciones. Pero también puede darse un exceso de convergencia y expresar, de la forma más dura, puntos de referencia únicos y plausibles de modo que la razón y el razonamiento caminen seguros en su armazón lingüística. La máxima convergencia es la eliminación de la incertidumbre. La máxima divergencia la exacerbación de la incertidumbre. En ambos casos se funciona fuera del paradigma mismo de la función cerebral y de los sistemas vivos. Por eso la ciencia rechaza la poesía y las ciencias del lenguaje y estas a su vez no logran articular sus discursos (conversaciones) con la plasticidad de las ciencias duras. Lo que identificamos aquí es lo que ya había planteado Edgar Morin con los enunciados “patología del saber” o “inteligencia ciega” (1999, 29). El conocimiento dejó de ser complejo o enredado para caminar por la autopista del

argumento lógico, o simplificante que aún predomina en los sistemas educativos. Dirá Morín “Este tipo de reducción, absolutamente necesaria, se vuelve cretinizante y destructiva cuando se hace suficiente, es decir, pretende explicarlo todo. El verdadero problema no es, pues, convertir la complicación de los desarrollos en reglas de base simple, sino asumir que la complejidad está en la base” (Morin E. , 2003, pág. 33). La metáfora de un tejido de en-rede-o-s (en redes, en ruidos, enredos) asume la posibilidad de una poiética en la producción del conocimiento, y, por tanto, de una autoproducción y autoorganización del conocimiento. Pensando con Maturana el conocimiento que es la vida se autoproduce y autoorganiza a través de coordinaciones conductuales de coordinaciones conductuales consensuales. Este es el punto, conocer es vivir. Así tejer en-rede-o-s es el arte de suavizar los escleróticos nudos simbólicos de la cultura patriarcal y racionalista para crear nuevos tejidos complejos, ricos y creativos alimentados por el contemplar paciente de la vida en la conversación. Esto es a lo que llamamos sabiduría y a esta se accede por medio de la consensualidad “por esto –por la cualidad conservadora de los sistemas sociales dice Maturana- toda innovación social se impone sola, o por seducción o porque los nuevos miembros no pueden evitar crecer en ella”

(Maturana H. , Transformación en la convivencia, 1999, pág. 34).

Nuestro rizoma que habla de co-construir un hábitat humano en la mutación del lenguaje del amor plantea una dinámica educativa que, a través de la con-sensualidad, permita conversaciones desatadoras de nudos con el propósito de crear nuevos tejidos complejos y ricos. Uno renuncia a la simplificación y se abre a la complejidad. Renuncia a la semantización que detiene la creatividad y abraza la potencialidad simbólica del lenguaje. El nuevo tejido será necesariamente ecológico y bio-degradable (Morin E. , Educar en la era planetaria., 2003, pág. 31), no dirá la verdad sino dibujará encuentros, dinámicas, relaciones y disfrutará de comunicar. Comunicar se podrá dar en el juego y el disfrute del amor. En-redes, en-ruidos, enredos, son tres elementos construidos por el grupo para expre-

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sar las dimensiones caóticas de todo lenguaje. Haciendo analogías con conceptos como sistemas vivos-redes, alta entropía del lenguaje-ruidos y física cuántica-enredos.

El tejido como poesía

Sí, aquí llegamos a un nudo más de nuestro sendero. La poesía es primariamente la apertura absoluta del ser, humano, en el lenguaje. Usamos el término absoluta en el sentido de última, sin restricciones, libre, profunda, no limitada. Esto se da en cualquier forma de arte que sea tal. Arte como espacio infinito de reflexividad no racionalizada sobre el ser-humano. Es decir, quien hace poesía no descubre primero una verdad y luego la traduce en un poema. El poema sería, más bien, el estado de ser poseído por el lenguaje mismo. Jorge Wagensberg dice: “Considero el arte como una forma de conocimiento basado en el principio de comunicabilidad de complejidades no necesariamente inteligibles” (Wagensber, 1998, pág. 110). Lo inteligible es aquello que en los procesos de lenguajeo ha logrado articularse formalmente y semánticamente como algo unívoco, material, utilizable. Pero ¿qué sucede con todo aquello

que surge como una revelación viva y momentánea de lo inescrutable? (Wagensber, 1998, pág. 111) Bien este es el espacio del arte. Allí donde los procesos de semantización no caben, donde la profundidad tiene sentido en la medida en que, en un momento, todo el universo confluye en una experiencia extática, total y densísima. Que pasa por el cuerpo dejando rastros indelebles en cada célula, en cada átomo, en cada elemento subatómico haciéndolo vibrar en una suerte sincronía sin tiempo ni espacio, en el disfrute. La poesía es un tejido de relaciones de experiencias que se realiza en su belleza sonora, rítmica, imaginativa. La poesía tiene la capacidad de expresar densidades inagotables de ruido. No es información para ser finitamente decodificada, sino una tormenta de información-energía (“Todo proceso biológico necesita de la energía y de la información del entorno” (Morin E. , 2003, pág. 41). La relación información-energía permite pensar en que el conversar de Maturana es un proceso metabólico fundamental de la vida.

Por eso, la poesía como una densidad de información, tan rica y compleja perturba la estructura misma de un sistema de modo que este requiere adaptar su estructura. Sugerimos que la poesía, así como la literatura son gatilladores de la mutación del ser, humano. Si como pensamos, los sistemas sociales han tendido a la conservación de sí mismos por medio de diversos recursos represivos, entonces, la poesía ocuparía un lugar tangencial, que no es constitutivo del conocimiento útil y formal. La poesía supondría un instrumento que muestra la “cultura” de una persona, así como también la literatura. La formulación de metáforas se utilizaría para explicar la comprensión de un mundo que va develando sus dinámicas a través de axiomas o leyes probables a través de los ejercicios de laboratorio. Si esto es así, las metáforas no serían parte del proceso cognitivo complejo del animal humano sino un mero instrumento. Saber leer poesía es participar de la consensualidad del caos. Así, la poesía sería un sistema caótico derando que tales sis-

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temas tienen mucha información y bastante orden como indica K. Hayles (Hayles, 1998, pág. 24) Por otra parte, lo que sucede con el lenguaje científico es lo inverso, el lenguaje científico es un esclavo de su propia gramática, inconsciente ella misma, de ser vivencia en el lenguaje. “La ciencia, dice Barthes, considera el lenguaje instrumentalmente. Para la ciencia, el lenguaje (que es nada) sólo sirve para transmitir conceptos (que lo son todo).” (Hayles, 1998, pág. 56). Pero lo más valioso del pensamiento de Barthes, como se deriva del libro de Hayles, es que la tarea del estructuralismo tendría como objetivo fundamental ser la subversión misma del lenguaje científico (Hayles, 1998, pág. 57). El decurso de nuestra reflexión apunta, nuevamente, hacia una recuperación del lenguaje como complejidad de modo que el vivir en el lenguaje estimule la dinámica de conservación y variación (Maturana H. , Transformación en la convivencia, 1999, pág. 26).

El tejido del amar: la noeducación

La educación formal e informal ha constituido una forma de conservación del sistema social y de la sociedad costarricense en particular. Pero ¿qué significa eso? Fundamentalmente, significa que se ha optado por reducir las instancias reflexivas y fomentar la rigidez conductual, fomentar las perspectivas lineales y fragmentarias del cosmos. Tejido roto, la educación no forma en la contemplación propia de quien ama la vida. Una vez rasgado el tejido vital ni lo nuevo ni lo viejo encuentran cabida. Lo nuevo no seduce, atemoriza, lo viejo no se transforma en una conversación fluida con el devenir humano, sino en una lápida que dice siempre lo mismo. Las conversaciones propiamente tales se detienen y el fluir de los emocionares se para hasta que el ser humano se desdobla, símbolo de la vivencia del propio sistema social. Nos transformamos en personas solas y escindidas que buscan, en el poder, apagar su sed de vida. La violencia del

poder se trans-

forma en la emoción fundamental y olvidamos el amor integro que caracteriza a nuestra especie. Recuperar el amar es recuperar la vida. Es también recuperar el tiempo presente como valor en sí mismo. Así como recuperar el juego como ejercicio de la convivencia en la mutua aceptación y en el conversar con sentido y con-pasión. Nosotros deseamos continuar tejiendo en el amar. Pensamos que en el amar el ser humano tiene la posibilidad de recuperar su humanidad y su razón de ser: celebrar la vida. Así, hemos empezado nuestro trabajo de desanudar. Pacientemente hemos tejido en nosotros, primero, una dinámica del conversar. La risa y el placer nos han tomado en la sinergia de proposiciones y emocionares que se hilvanan en lo cotidiano. También, hemos contagiado nuestro entorno con este espíritu vital como una influencia sutil. El tejido de amor se hace con el amar que va depurando nuestro interior y nos ofrece la reorganización de nosotros mismos. Este rizoma es el eco de esa experiencia. Preparados con esta experiencia embrionaria partimos de nuevo hacia un presente que nos invita a la poesía sobre el amor. Se hace necesario no-educarnos y noeducar, es preferible amar-jugar para

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abrir conversaciones poéticas que aplaquen con-sensualidad el temor. Estas reflexiones aún no toman un cuerpo propositivo coherente. Eso lo sabemos. Pero estamos en búsqueda de organizarlas de modo que aquel existir en el conversar en el amor, experiencia del grupo, pueda ayudarnos a plasmar un sendero. Sí, un sendero, que siempre requiere cuido y atención para que no se cierre, y que también requiere constante re-trazados, porque entre más se conoce un terrero mejor se ve por donde andar. La educación no tiene que ver primariamente con información sino con el conversar en el amor de modo que aprendamos a cooperar en el ser humanos. Así, con Maturana, pensamos en la incorporación de tres dimensiones: a. la co-evolución al ir cambiando tanto nuestra estructura como el medio de forma congruente; b. el existir en el tiempo presente; c. aprender a vivir en una interacción en donde nada es malo o bueno, deseable o no deseable, mejor o peor (Maturana H. , Transformación en la convivencia, 1999, pág. 43).

Aprendiendo alrededor del fuego

El tejido del amor se hace alrededor del fuego. El fuego que da luz y calor, que invita a la comida y a una doble dimensión de escucha y de perderse siguiendo las llamas. Recordamos las andanzas ancestrales en donde el grupo, luego de la cacería, al ir oscureciendo, se refugia alrededor de la fogata para narrar las aventuras del día. Recordamos los campamentos y los ratos de penumbra sentados alrededor del fuego conversando. En esta imagen (aprendiendo alrededor del fuego) se encuentra el corazón del hábitat que queremos para una educación en la poesía. Es decir, en la producción constante y placentera de la experiencia consciente de estar viviendo en complejas ramificaciones de lenguaje a través del juego del lenguajeo. En torno a un lugar seguro y hospitalario, el ser humano, toma tiempo para conversar. En ese conversar explora a través del lenguajeo espontáneo y reflexivo su danza en interrelaciones. Lo explora contamente con

otros. Lo semejante se va sedimentando como aporte experiencial y densamente codificado en lo que luego se tornará sabiduría: una manera de ser feliz en las tensiones y ambigüedades propias del estar viviendo. Lo que no es semejante, aquello que constituye diferencias, requiere de mayor lenguajeo para que la comunicación se logre dar. Este segundo proceso es generador de caos de modo que estimula la capacidad humana de re-crearse constantemente en el lenguaje. Ambas dinámicas se experiencian, en un proceso formativo, como espacios gratificantes. Así se realiza la con-sensualidad. El término integra aspectos conservadores (tradición, conocimientos acuñados generales, un lugar común: el consenso, en lo que nos ponemos de acuerdo), y aspectos variantes (ruido, enredo, no-comprensión clara de lo que se comunica, un lugar diverso: la seducción, el eros, en lo que no podemos ponernos de acuerdo inmediatamente pero que fascina). La con-sensualidad hace referencia a la constante provocación de vincularnos colectivamente en nuevas aventuras humanas. Habla de mundos oníricos, de ejercicios complejos de articulación del lenguajeo, de hablar de lo que no tiene nombre.

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El consenso supone acuerdo, la sensualidad, implica separación e invitación. El consenso nos enmarca en la acción política como constructora de comunidad. La sensualidad, la seducción nos remite a todo lo que podríamos hacer en cooperación. El consenso fortalece los lazos existentes, la sensualidad nos lanza a crear nuevos lazos. Apertura y cierre, cercanía y distancia, encuentro y búsqueda, son formas de la existencia integra del ser humano que sabe que vive y disfruta en ello. Este es el camino de evocaciones surgidas de la imagen de sentarse a conversar alrededor del fuego. Allí se hacen los tejidos en el amar. Se hacen de palabras que contienen universos. Se hacen con el corazón que late más fuerte al ir desatando los nudos simbólicos apelmazados heredados por sistemas sociales no humanos. Luego aquellos nudos podrán mutar en conversaciones frescas e interminables que forman redes vitales seductoras y promotoras de variación. Se hereda sabiduría y se seduce para el cambio permanente en congruencia con el entorno. Una formación ecológica sería aquella que convoca a la experiencia de integridad, al respeto hacia uno mismo y a los otros y al entorno. Conversaciones vitales, llenas de vida, que convocan a celebrar la vida en el juego infinito de la co-evolución.

Enredos, en redes, en ruidos...

Todo el universo vibra en el corazón de la conversación. Es el placer de ser dos, tres o más al mismo tiempo. Por un momento vivimos la intensidad de movernos entre el corazón de los átomos. Ahora pensamos con los pensamientos de otros y otras caminantes que vivieron antes o vivirán después de nosotros, afectándonos sincrónicamente. El tiempo no existe, todo sucede al unísono: pasado, presente y futuro, onda que toma forma cuando es llamada por la palabra que está preñada de sentido y significación. El esfuerzo es gigantesco. El ruido de lo nuevo se vierte en procesos de interpretación, de preguntas, de tanteos y posibilidades. Cada

voz supone un cúmulo infinito de datos, dibujos, diseños, relaciones. El tapiz infinito del universo visto desde el ojo de una aguja que teje el hijo, entrelazándose al infinito de todas las conversaciones ya realizadas, ya posibles. Vemos un pequeño cuadrito tejido, y lo vemos desde su revés, aún no sabemos cómo va quedando el dibujo que formará parte del todo, lo intuimos, los sentimos. De pronto emerge la red. Cada hilo por sí solo no significa casi nada, solo una posibilidad, en conjunto un diseño, un mapa del cosmos en el amor. Sentir el cosmos vibrar dentro de uno mismo en la sincronía vital del todo apunta al enredo que enuncia la física cuántica. Hacemos lo que hacemos siendo ecos del palpitar de la Madre Tierra-Naturaleza. En ella, en su útero infinito, somos ecos unos de otros. La conciencia humana escucha la vida latente en cada elemento y se torna en posibilidad de comunicación total: tejido de la vida que se canta a sí misma. Los sajes ri-

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zomáticos pierden identidad individual. Son producto de una conciencia que trasciende al grupo mismo. Una conciencia en gestación permanente nos va formando y trasformando. Ahora vemos por un espejo, oscuramente... La distancia nos permite ver con mayor claridad el camino recorrido. Somos una red de relaciones complementarias y cooperativas. Mientras la conversación sigue su curso somos ondas de energía llevadas por su propia dinámica. Al tomar conciencia de la conversación se constituyen en textos que dejan huellas y forman conocimiento: el arte de vivir.

La mediación de la conciencia: mediación de la conversación

El camino que iniciamos: el amor como mutación del lenguaje, se va haciendo cada vez una nueva

madeja de energía consiente. ¿Cómo decir lo vivido? Bien, quizá la pregunta sería cómo abrir nuevas conversaciones que en la consensualidad participen a otras gentes de la conciencia en germen. Iniciemos diciendo que somos amor: energía que muta hacia la cooperación en la mutua aceptación en el tiempo presente. Digamos que los sueños que nos unen se sustentan en la amorosa tarea de vivir plenamente en el placer de saborear la vida. El amor muta de una formación social egocentrada hacia una conformación consciente de la vida como dinámica en red. Conciencia holográfica de interrelación de todos los amores y todas las conversaciones realizadas y potencialmente posibles. Cada palabra está cargada de la experiencia consciente de estar vivos y viviendo. Es decir, de estar mutando. En el proceso de mutar cooperamos para que la red, como un todo infinito, mute. El cambio requiere paciencia y respeto. Así se construye un hábitat en donde las dimensiones del sí mismo se abren a las interrelaciones del todo. Cada vez que decimos amor, en esta conversación, amor no significa lo mismo, va cargándose con la energía vital de la experiencia de un nuevo consenso abierto y peregrino. Cada letra se ofrece con un potencial juego de dinámicas. Dinámicas que construyen un espacio: espacio para ser personas (“hombres” había

dicho en los sesentas Jorge Debravo). Este es un hábitat, lugar en donde hacemos el hogar en el corazón de una historia compleja y siempre en el claroscuro del amanecer. Hábitat humano co-construido en consensualidad, fusión de sentidos, significados e invitaciones a la belleza y al erotismo. Este es el hogar en donde, alrededor del fuego, nos volvemos a parir. Nos encontramos en medio del devenir de la creación. En su útero, los sueños se constituyen en realidades abiertas y ricas. El nacimiento de la vida consciente se hace tejido de historias y luces. Lenguajeamos sobre el amor en clave de salud. En el conversar nos sanamos. En el conversar nos encontramos como dinámicas de energías: pasión por el estar viviendo y regresar del dicho al trecho fortuito de la gratuidad de la vida. Sí, la vida es gratuita. En su seductora fuerza nos lleva a sembrar senderos desconocidos en selvas abundantes. Mediar la conciencia es hacer de la conversación un espacio de cultivo de la sabiduría. El conocimiento recupera su cualidad humana cuando este, lejos de desentrañar (sacar las entrañas) a los seres vivos los contempla amorosamente en sus simbiosis recurrentes y creativas. El proceso humano de mediar la comunicación es la capacidad de hacer de la comunicación algo viva, significativa, creativa y libre. Libre y liberador, de eso se trata, de

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comunicar la vida para que esta tome cursos diversos en entrelazamientos eróticos. El deseo de vincularse, de hacerse uno con el todo, es la fuerza que se expresa en las mediaciones de nuestros conversares. Construimos mundos alternativos que se comunican como un todo para dejar a otros seres humanos desenreden y vuelvan a enredar el tejido vital que nos constituye. Todo proceso comunicativo real seduce. Invita al vínculo, el eros que se apropia de lo otro por un momento para luego transformase en donación, recurrir constante de la experiencia de apreciar la vida.

Sofía: la palabra con-sensual para crear espacios cogniviventes

Quienes dedicamos la vida a la enseñanza no enseñamos con palabras, enseñamos con la vida. Compartimos la vida. Nuestros amores y desvelos por ella. Nuestro silencio reverente hacia ella. Las palabras son carros de fuego que no dicen sino dibujan los cantos y los sueños acuñados mientras se vive. Este conocimiento complejo, poético, rico es la sabiduría.

Quienes nos dedicamos a la enseñanza aprendemos a conversar. Aprendemos a tomar conciencia de la interconexión que existe entre las personas y el mundo. Aprendemos a con-sentir. Es como prepararse para un largo viaje del que se puede ir rastreando el pasado del que nació y que se proyecta hacia un horizonte impreciso pero precioso. Cada participante cuenta con pistas que indican un camino posible. En el conversar buscamos aquel que nos llegue al corazón y luego, continuamos un nuevo trecho. No sabemos el final, este cada vez, es distinto, nuevo y desafiante. No importa el tiempo ni lo que falta, el camino nunca acaba, no está definido. Al adentrarse en la conversación surgen emocionarses, de dentro brotan fuerzas que nos vinculan, emergen experiencias nuevas, desconocidas y seductoras. El consenso se trastoca en con-sensualidad: la estética de la vida aparece desnuda. Sofía primordial encantada y encantadora, nos nueve en el vórtice mágico de la creatividad. De las entrañas, las palabras nacen llenas de nuevos sentidos, cargadas de sugerencias y evocaciones. La noble razón las va ordenando en un esfuerzo inútil por abrir cause a lo inteligible. Divergencia y convergencia danzan en un tierno acto de amor. Estamos aprendiendo a comunicarnos y, en este espacio multidi-

mensional del ser, ejercitamos la mutua aceptación, el placer de la diversidad se va experimentando en forma de red. En redes transitamos hacia los universos conocidos y desconocidos de la verdad. Verdad de la vida que se va haciendo entretejida en gestos, palabras, emociones, ideas y, al fin, como un vino añejado, va macerándose una nueva conciencia de las relaciones. Colaboramos en la gestación de un nuevo mundo. El vinagre ha quedado atrás, viene el vino nuevo que ya no puede ser retenido por los cueros viejos y empieza a tejer nuevos espacios para preservar momentáneamente su riqueza y su capacidad de apaciguar la sed y seguir el camino que se construye. El lenguaje abierto nos lleva hasta la Sofía. Noción de Divinidad y trascendencia que las mujeres han logrado articular en lugar del eterno e inmutable Dios Padre propio del patriarcalismo. La Sofía, o Sabiduría se desdobla en rizos autoorganizativos a través del conversar sobre la vida cotidiana. Evita las casillas de los dogmas y creencias y se afinca en la belleza plástica de la contemplación de la vida

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con el propósito de lograr lo fundamental: la felicidad. Lejos de proyecciones trascendentes, en la vida se juega la posibilidad de constituirnos personas en la conciencia de gratuidad. En ella, hombres y mujeres, nos encontramos en la emoción del amor. Sin más máscaras o roles preestablecidos. La Sabiduría artesana nos enseña, a través de la reflexión de las experiencias cotidianas, a valorar el mundo y a los seres que lo habitan. Busca el buscar permanente. Busca el conocimiento más allá de la razón. Integra al ser humano como un todo dotado de inteligencia la cual brota de sus propias entrañas e inspira hacia caminos que no están hechos. El arte de vivir no puede circunscribirse a dogmas o creencias. Cada persona tiene la potencialidad de aprender la forma de vivir más digna y rica. El sabor de la vida está contenido en el conocimiento del todo sin diseccionar la realidad para poder dominarla. La con-sensualidad es su forma de interaccionar y de conocer. Mueve las entrañas y hace que los seres humanos aprendamos el maravilloso arte de vivir. El amor muta a través de su lenguajear para crear nuevas maneras de vivir solidariamente y en paz. De este núcleo tan fundamental podemos comprender otras conversaciones. Los cuer-

pos de mujeres y hombres describen sus vivencias y sus sueños, sus tristezas y fracasos. Nada es fortuito en el lenguajear de la con-sensualidad. Se busca la vida y desde ella se regresa al amor a través del lenguaje bilingüe de hombres y mujeres. Los lenguajeares se entrecruzan para dar a luz nuevas formas de autoorganización. Así, el caminar de nuestro rizoma puede dar un paso más. La sabiduría nos lleva al encuentro de la alteridad. En el cara a cara de la mutua aceptación y la producción de la sociedad humana hombres y mujeres, cada cual con su propio lenguajear, con sus cuerpos hablantes, conversan para colaborar y solidarizarse en el entrelazamiento del amor por la vida. No hay más pretensiones que el realizar la tarea fundamental de ser felices. La sabiduría es un proceso de conocimiento que se va formando a través de la contemplación reflexiva de la vida en su dinámica, complejidad, conflicto. Su objetivo último es la felicidad y esta se obtiene por medio de la sensatez. Para entender este principio es necesario considerar lo que afirmaba Luis Alonso Schökel, decía: “El panorama que nos presentan no puede ser más desolador. G. Von Rad nos dice que a medida que aumentan los trabajos científicos sobre la materia, el concepto de Sabiduría se oscurece más. Dar una definición que comprenda el fenómeno de la Sabiduría en Israel es imposible,

porque tal concepto no existe. Otros autores prefieren hablar de la complejidad de la Sabiduría o de sus sentidos ambiguos, comparándola a una sombrilla que cubre ámbitos no unívocos. Sin embargo, es necesario trabajar con un concepto, al menos aproximado. En este sentido creo que hay que tomar la definición de von Rad: sabiduría es “un conocimiento práctico de las leyes de la vida y del universo basado en la experiencia” como lo han entendido todos los pueblos.” (Alonso Schökel, 1984, pág. 52) La sabiduría es una oferta de sensatez: Una oferta de sensatez. Tal es la fórmula que propongo. Si bien hokma (sabiduría en hebreo) cubre una ancha gama de significados, creo que el más característico es “sensatez” o “cordura”- “Sensatez” viene de sensus,

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que es percepción, conocimiento, razón. También del latino sensus viene el castellano “seso”: hombre de seso era hombre sesudo, sensato; perder el seso era volverse loco. “Cordura” viene de cor ¨= corazón, como sede y centro de la vida consciente. Otros sinónimos son “tiento”, “juicio”, “buen sentido”El sustantivo oferta indica que no se trata de ley o mandato en sentido estricto. Se ofrece una cosa de valor, se pregona y encarece, se busca compradores, que saldrán ganando con la compra. Si no lo hacen ellos se lo pierden. Pero no hay sanción legal, no hay cláusula penal para los que la rechacen. El hombre, que es por naturaleza homo sapiens, ha de madurar en sapiencia. Ha de usar la razón para razonar y hacerse razonable y no ceder a la sinrazón: “Sigue razón, aunque a unos agrade y a otros non”. La oferta genérica puede cuajar en programa de formación y educación. (Alonso Schökel, 1984, págs. 20-21) L. Alonso Schökel habla de la sabiduría como artesana “la hokma (sabiduría) creadora de Dios es una proyección de la experiencia humana, es un esfuerzo de comprender y hablar analógicamente de Dios. Pues Bien: la sabiduría creadora del Dios del A. T. No es simplemente intelectual encasillada en el saber. Es más bien sabiduría artesana: saber

hacer, saber realizar.” (Alonso Schökel, 1984, pág. 21) Y continúa: Hay otro tipo de obras que no quedan ahí como “arte-factos”, sino que se van haciendo en proceso continuo. En concreto, la vida humana. No la vida biológica, sino la vida consciente y libre. El hombre tiene como tarea primordial hacerse, es responsable de sí mismo. La tarea es constante, y dura hasta el término de la vida. El hombre consciente y libre tiene que planear con tiempo, realizar con fidelidad y tomar decisiones rápidas. Esta es la principal fatiga y la principal gloria de ser hombre: ser artesano de su vida. Ecclo 10.19: ¿un linaje honroso? –el linaje humano. ¿Un linaje abyecto? –el linaje humano. Sólo al acabar la vida queda la obra acabada. Modelar con decisiones pequeñas y grandes la propia vida es tarea artesana, es hacer obra de arte. Tarea de tanteos, errores, enmiendas. Día a día otros hombres pueden contemplar una existencia que se desarrolla “según arte”; al final les quedará el recuerdo de una vida como obra acabada, “su recuerdo será bendito” (Prov 10.7) ¿Cómo podrá el hombre realizar tan ingente tarea? Artesano de su vida, ¿dónde y cuándo aprenderá el oficio? ¿Cómo se orientará en situaciones nuevas e imprevistas? Por más que planee, le sorprenderán situaciones

inesperadas. Trabajando con diligencia, se fatigará; múltiples factores lo desorientan. Hay en el hombre fuerzas de insensatez: el mundo instintivo, la energía de la pasión, el egoísmo a corto plazo. Hay fuerzas sustraídas en potencia o en acto a la razón, fuerzas oscuras no dominadas con lucidez...) (Alonso Schökel, 1984, pág. 23) Elisabeth Schüssler Fiorenza, también, ha concentrado en la Sabiduría un eje fundamental para que las mujeres, y también los hombres, entendamos la forma de comprender la vida fuera de la asimetría de poder establecida por el patriarcalismo:

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Tanto en el vocabulario bíblico como en el discurso religioso contemporáneo, la palabra “sabiduría” tiene un doble significado: puede aludir ora a una característica de la vida de las personas, ora a una representación de la Divinidad (o a ambas a la vez). La sabiduría no constituye, en ninguna de sus dos acepciones, un patrimonio exclusivo de las tradiciones bíblicas, sino que se halla presente en el imaginario y en los escritos de todas las religiones conocidas. Es transcultural, internacional, interreligiosa. Se trata de un conocimiento práctico que se obtiene de la experiencia y la vida cotidiana. Pero también del estudio de la creación y de la naturaleza humana. Las dos acepciones del término, el de capacidad (sabiduría) y el de personificación femenina de la Divinidad (Sabiduría), poseen una importancia fundamental de cara a la elaboración de una espiritualidad bíblica feminista que pretenda hacer de las lectoras de la Biblia sujetos críticos de interpretación.

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capta

la

com-

La sabiduría es un estado de la mente y del espíritu humanos que se caracteriza por una profunda clarividencia y una certera perspicacia. Es presentada como una cualidad que poseen las personas sabias, pero que también es atesorada como sabiduría e ingenio popular. La sabiduría es el poder de discernimiento, de intelección profunda, de creatividad; es la habilidad de moverse y danzar, establecer asociaciones, saborear la vida y aprender de la experiencia. Su significado principal se hace patente en el término latino sapientia, que deriva del verbo sapere, esto es, saborear y gustar. La sabiduría es la inteligencia cincelada por la experiencia y aguzada por el análisis crítico. Es la habilidad de tomar decisiones acertadas y adoptar resoluciones prudentes. A diferencia de la inteligencia, la sabiduría no es algo con lo que nace. Se adquiere con la vida, equivocándose y volviendo a empezar, escuchando a otras personas que ha cometido errores y han intentado aprender de ellos. Es una percepción del todo que no pierde de vista lo particular, ni lo relativo, ni la dificultad de las relaciones. La sabiduría

plejidad y persigue la integridad en las relaciones. Suele ser entendida como el uso conjunto de los dos hemisfe-

rios cerebrales, el izquierdo y el derecho, en una unión de lógica y poesía; o también como la conjunción de la autoconciencia y la autoestima, por una parte, con la conciencia y la apreciación del mundo y de los demás, por otra. La sabiduría no es una disciplina especializada, ni un campo particular de estudio. Es un concepto radicalmente democrático, pues no requiere estudios prolongados ni educación formal. Personas sin formación alguna pueden adquirir sabiduría, y personas altamente cultivadas pueden carecer de ella. (SchüsslerFiorenza, 2004, págs. 39-41) Para esta mujer pionera en los estudios bíblicos formales, el estudio o el seguimiento a la sabiduría no es un proceso intelectual sino una espiritualidad con toda la carga de significado personal y colectivo, solidario, compasivo y sobre todo de integridad: “La espiritualidad bíblica de la sabiduría/Sabiduría es una espiritualidad de caminos y viajes, de lugares públicos y fronteras abiertas, de sustento y celebración. Es una espiritualidad que brinda alimento para hacer frente a las luchas por la justicia, una espiritualidad que cultiva la creación y la vida en plenitud. El objetivo de la enseñanza de la Sabiduría consiste en imponer una cierta forma de orden en la miríada de experiencias que determinan la identidad de la persona, capacitándola así para hacer frente a la vida. La enseñanza de la Sabiduría brinda una

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orientación para actuar correctamente, para saber qué hacer y en qué momento. Implica comprometerse en juicios de valor que instan a seguir un determinado curso de acción. Veracidad, fidelidad, amabilidad, honestidad, independencia, autocontrol, justicia; todas estas actitudes son las que hacen andar por los caminos de la Sabiduría. Dicho brevemente: la Sabiduría plantea como promesa la plenitud y la posibilidad de una “vida buena”; es una búsqueda de justicia y orden en el mundo que puede guiarse por un discernimiento basado en la experiencia. La enseñanza de la Sabiduría no disocia la fe y el saber, no divide el mundo en una esfera religiosa y otra secular, sino que proporciona un modelo para vivir una “mística de lo cotidiano”” (Schüssler-Fiorenza, 2004, págs. 39-41) Lo cotidiano es el espacio en donde se realiza el presente, en el ejercicio de desatar nudos para realizar un tejido, el presente se torna gratificante: realización de humanidad en un lenguaje integrado y bilingüe. La sabiduría sería el camino que toma dicho lenguaje como nuevo proceso de coordinación de conductas consensuales. En Ella el lenguaje patriarcalizante muta en femenino, lúdico, tierno. No por ser estas cualidades femeninas sino porque es en el cuerpo de las mujeres en donde la Madre Tierra se transforma en metáfora de tejedora de vida.

Así, en la comunicación de la Sabiduría, eco de la Sabiduría de la Madre TierraNaturaleza, se constituyen los espacios cogniviventes.

Mediación pedagógica: caos sapiencial, sabiduría de la niñez

Desatar nudos lleva al caos. Si entendemos bien el sentido de caos dentro del marco del nuevo paradigma, podemos decir que logramos, entre los participantes el inicio de un proceso que nos lleva a un nivel más complejo de orden (Capra). El caos no es desorden sino complejidad. La vida se experimenta como un camino que no está hecho, alternativo, original, lejos de los estereotipos fijados por las instituciones formativas. Instituciones que han dejado de lenguajear y que se han concentrado en el Lenguaje como estructura semántica. El mundo ordenado del “deber ser”, de la naturaleza dictada a priori, de los caminos seguros que refuerzan cadenas neuronales estables y negativamente recursivas, se rompe y aparece el cuerpo como posibilidad creadora y liberadora. El conversar nos lleva a la redención del cuerpo de las cadenas de programaciones sociales estandarizadas en donde mujer se es

cuando se realiza lo que debe ser, lo mismo pasa con los hombres. En las estructuras eclesiásticas el amor al poder ha transformado la libertad para crear en un programa dado desde Dios. Dios que ha sido fraguado en el corazón del control institucional. Dios sería el Padre que hace lo que debe, fortalece un orden de las cosas que, desde los orígenes, ha sido preestablecido y que se ha roto por el pecado. El pecado es el caos que nos lleva a la muerte. En el lenguaje de las instituciones el orden es dios y Dios es orden. El pecado, la arrogancia de aprender de nuevo el ciclo vital, es caos: pecado como autoafirmación, como deseo de sabiduría. Si se accede a la sabiduría se camina lejos del orden de Dios que es conocimiento pleno, total, controlado: “De todo árbol del huerto podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás (Ge 2.16-17)”. Para que la vida sea segura se necesita del autoritarismo. El orden de las cosas es la salvación. La incertidumbre debe ser erradicada a toda costa. La educación religiosa forma para la certidumbre. Quienes enseñan teología o religión (que en un sentido son lo mismo) enseñan el camino para una vida cierta. Educar para la incertidumbre es crear las condiciones para que cada persona aprenda

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a lenguajear sobre sus experiencias humanas fuera de la semántica de los lenguajes institucionales.

asumimos su ejercicio como posibilidad. Nos alejamos de las cadenas neuronales bien estructuradas por el lenguaje y a través del lenguajeo, del conversar creamos nuevas

Así, el lenguajeo sobre la vida que nace desde el amor por la vida estimula a la pregunta más que a la respuesta, aprende a utilizar la información y se orienta a la resolución de problemas. El sentido de la vida no está dado, se construye en la dinámica de la comunicación. Cada vez se aprende a vivenciar lo significativo por encima del lenguaje de las instituciones. La vida se experimenta como disfrute del amor como mutua aceptación. De tal experiencia surge el entusiasmo, la motivación para crear cosas nuevas, nuevos significados, nuevas decisiones, nuevas alternativas. El disfrute nos abre el camino para hacer del amor una energía que nos seduce a lo alternativo. Si vivimos así ¿cómo inventarán la vida nuestros hijos e hijas? Si hoy estamos aprendiendo que el Lenguaje institucional no es la última palabra cómo recrearemos la vida ahora, en este ahora que es significativo. Las personas cogniviventes se comunican en la con-sensualidad. Este es el aporte de nuestro grupo a esta discusión sobre la mediación pedagógica. La con-sensualidad es la fusión del seducir para la sabiduría. La vida se torna significativa cuando la amamos y

redes neuronales que nos permiten inventar de nuevo el mundo. La palabra, el gesto están vivos en el lenguajeo. Todo es posible. Cada frase, cada gesto comunican lo profundo de las vivencias y con-mueven al grupo. Ahora el Padre que es movido por las entrañas a transgredir el sistema social es un camino que apunta a miles de senderos. El muchacho que regresa ex-

presa un amor por la vida que quisiéramos vivir nosotros mismos. La mediación pedagógica nos lleva a reinventarnos, a recrear el mundo de las sombras en donde los faroles nos conducen, a través del miedo a la oscuridad, por caminos ciertos y secos. El miedo nos arrastra a buscar las respuestas exactas sobre las preguntas fundamentales. Al buscar respuestas nos sometemos al control del camino cierto. En este sometimiento aprendemos a pagar el precio del sacrificio de nuestros cuerpos y de los cuerpos de hijos e hijas que expresan en su honestidad límpida un mundo que no conocemos y que nos asusta: el mundo del experimentar, el mundo no creado por nosotros, el mundo sin controles, el mundo trasparente de ojos que nos saben cómo comportarse correctamente y se aventuran a senderos nuevos no transitados. Este coraje de re-crear la vida en el día a día es lo que el Instituto de Matrística denomina Sabiduría Infantil: Por sabiduría infantil (FHZ, 2001), se entiende el cúmulo vivencial y cognitivo tanto en el ámbito de la capacidad de crear conocimiento (Pensamiento epistémico, H. Zemelman), como del arte de la invención-heurística-, que las niñas y niños tienen intuitivamente como forma de desarrollo individual en interacción social y en su relación con la naturaleza. Dicho cúmulo se caracteriza por cin-

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co aspectos principales: Entusiasmo, espontaneidad, solidaridad-lúdica, capacidad aprender por sí mismos y atemporalidad onírica. EEPC-I plantea que la sabiduría infantil, debe ser reconocida como un recurso espiritual insustituible de cambio socio-cultural hacia una forma de sociedad que explore y ejerza en plenitud el potencial evolutivo consustancial del ser humano. (Ejercicios Estéticos de Participación Comunitario-Infantil (EEPC). Documento conceptual. El concepto ampliado de arte y la sabiduría infantil como ejes de la reconfiguración de la identidad cultural comunitaria) Aprender a convivir significa dejar el camino pre-programado de los sistemas sociales no humanos para aprender a cooperar. Este principio que ya habíamos visto como corazón de la matristica es un esfuerzo por entendernos como hilos de un tejido, como una red de procesos que se co-construyen en la comunicación en el amor para la formación de un hábitat humano, es decir, bioecológico. Un hábitat en donde la conciencia y la autoconciencia se orientan hacia la conciencia mayor de la Madre Tierra, la Gaia mitológica y ahora redimida de la centralidad del progreso moderno (Teoría GAIA). Cooperar, convivir, colaborar son valores de un proceso en donde se recupera lo humano y se dimensiona hacia la creación de un mun-

do ecológicamente humano. Somos un hilo en la trama de la vida. La mediación pedagógica es caos porque emerge de la capacidad de bien comunicarse. Se cimenta en la sabiduría que no es otra cosa que aprehender el mundo desde su dinámica propia y compleja, incierta y gratuita, maravillosa y creativa. La Divina Sabiduría es el sustrato último de todos los lenguajeos posibles. Allí la vida es como es: asombrosa, sabía, acogedora e incontrolable.

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