Paraguay, Baptista Bruno Dicc Hist.pdf

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DICCIONARIO HISTÓRICO DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS ,

,

BIOGRAFICO-TEMATICO

E. O'NEILL, S.l. M.a DoMíNGUEZ, S.I.

CHARLES JoAQUÍN

(Directores)

1 AA - COSTA RICA

UCAI/1

iliiHüiil rrogia

30111000002930

UNIVERSIDAD PONTIFICIA COMILLAS INSTITUTUM HISTORICUM, S.l. 28049 MADRID Via dei Penintenzieri 20 2001 00193 ROMA • ~ •• _, 1 T . O' OE . ::o~,..··, ·· 2001

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PARABERE

3032

la Société Historique de Saint-Boniface 1 (1911) 58-76. The Tragedy u{Old Huronia (Midland, Ontario, 1932).

FUENTES: Archivos, Prov. Can. Sup (ST), Toronto.

T. J .

FAY

PARABERE, Louis. Capellán militar. N. 18 febrero 1804, Burdeos (Gironde), Francia; m. 26 abril 1863, Constantina, Argelia. E. 16 septiembre 1830, Chieri (Turfn), Italia; o. 1835, Le Puy (Haute-Loire), Francia; ú.v. 8 septiembre 1852, Constantina. Estudió derecho antes de entrar en la CJ. Simultaneó sus año de noviciado (1830-1832) con el estudio de la filosof1a e hizo la teología en Friburgo de Suiza (1832-1833) y Le Puy (1833-1835). Re idió algún tiempo en Francia, pero se encontraba en Innsbruck (Austria) cuando fue nombrado capellán militar en Constantina (1845). Trabajando en hospitales y prisiones, y tomando parte en numero as expediciones, consiguió muchas conversiones entre los soldados y sus jefes, sin descuidar la labor en tre los árabes. El mariscal Saint-Arnaud advirtió su total entrega y lo nombró capellán-jefe del ejército francés durante la guerra de Crimea (1854-1856). Para mantener la moral de la h·opa afectada por las epidemias del tifus y el cólera, desplegó una actividad pastoral extraordinaria, pero la victoria le encontró tan agotado que [ue repatriado a Marsella. Una vez curado reemprendió en Conslantina sus trabajos, sobre todo con los enfermos. y organizó clases y una biblioteca para utilidad de los soldados. Durante la guerra contra Austria (1859) fue llamado de nuevo al teatro de las operaciones en el norte de Italia; terminada esta rápida guerra, no salió apenas de Constantina, sino para acompañar a algunas incursiones al interior del pafs. Su salud ya quebrantada no pudo resistir al tétano que se lo llevó en tres días. Los militares y numerosos habitantes de la ciudad manifestaron su gran estima hacia P con su afluencia a las exequias y sus testimonios. BTBUOGRAFÍA: T-etrres de Fourviere (nov. 1863 ) 1-5. Précis historiques (1864) l3:179s.

H.

DE G ENSAC

En la tenuiuulogfa jesuft1ca, la antigua provincia del Paraguay abarcaba mucho más que la actual república, ya que incluía regiones que ahora son de Argentina y de Brasil.

PARACUAY.

l.

l.

LA ANTIGUA CJ ( 1588- 1767) ANTECEDENTES

~os jesuitas de la provincia de Portugal llegaron al Bras1l en 1549 y, desde 1551, se pusieron en contacto con los españoles de la vecina gobernación del Paraguar El P .. Le.o nardo N unes escribió (29 junio 1552) al VlCepr~VlncJal del Brasil, Manuel da *Nóhrega, desde San V1cente, fuerte fronterizo con el Paraguay, co-

:_nunicándole h.a ber recibido una delegación de espanoles de Asunc1ón, que solicitaban el envío de je:suitas a su territorio. Nunes pidió a su vez de Nóbrcga permiso para dar misiones allí por seis o siete meses con cuatro hennanos *lenguas. Nóbrega, que como Nunes y el gobernador del Brasil, Tomás de Sousa, juzg~ba que el Paraguay estaba en territorio de Portugal. VIO con buenos ojos el proyecto y decidió ir él mismo allá con la intención de realizar fundaciones estables; con todo, el gobernador se opuso al plan, por no parecerle oportuno hacerlas en zona tan alejada. Tanto entre los jesuitas del Brasil como entre los de Portugal, el nombre del Paraguay se hizo familiar no sólo por las cartas de Nóbrega y Nunes, sino también por la del H. António *Rodrigues a los jesuitas de Coímbra, e crita (31 mayo 1553) desde San Vicente. Este hermano había estado al ·ervicio de los españoles, participando en la primera fundación de Buenos Aires (24 agosto 1536) y en la de Asunción (15 agosto 1537). Mostrándose conocedor de esas tierras y de sus necesidades, proponía el envío de jesuitas no sólo al Paraguay, sino también al Perú. Nóbrega seguía alimentando el deseo de llegar al Paraguay y, siendo ya provincial del Brasil, informó al P. Ignacio de Loyola sobre sus planes. Este escribió al P. Pedro de *Ribadeneira el 3 marzo 1556: «De las Indias del Brasil tenemos nuevas cómo han comen7.ado a comunicarse los nuestros, que están en la capitanía de San Vicente, con una ciudad de castellanos que se llama Paraguay en el Rfo de la Plata » (Eplgn 11 :84s). En 1558 los jesuitas del Brasil pensaron ya seriamente en abrir casa en el Par·aguay. El P. General Diego Laínez ordenó (1561) que no se diera ningún paso sin contar con la aprobación del rey de Portugal o del gobernador del BrasiL El *visitador Ignacio de *Azevedo impidió (1568) todo intento de fundar en territorios que no fuesen claramente del señorio de Portugal. El P. General Evcrardo Mercuriano recalcó ( 1576) la misma prohibición. Pero la unión de las coronas de España y Portugal bajo *Felipe ll (1580) hizo renacer las csperam:as en el Brasil; su Congregación Provincial (1583) propuso la fundación de casas en el Río de la Plata y en el Paraguay. El P. General Claudia Aquaviva les penni tió ( 1584) ir a esos territorios sólo «per modum missionis». El 6 marzo 1585 el obispo del Tucumán, Francisco de Vitoria, O.P, escribió al provincial del Brasil pidiéndole jesuitas para su diócesis, ya que los de la provmcia del Perú , a quienes ya había acudido, carecían de personal. El visitador Cristóbal de Gou veia acogió la petición y envió al Tucumán a los PP . Leonardo *Armini (italiano), Manuel *Ortega (portugués). Tomás *Fields (irlandés), Juan *Saloní (español) y al escolar Esteban de *Grao (portugués), qmencs llegaron a Buenos Aires el 8 marzo 1587 Allí se enteraron de que ya se encontraban en San~ tiago del Estero dos jesuitas de la provincia del Perú, los PP. Francisco de *Angulo y Alonso de *Barzana. Reunidos amhos grupos en Córdoba del Tucumán en abril 1587, resolvieron trabajar juntos en espera de las determinaciones de los superiores El P. Aquaviva ya había resuelto el 24 enero 1587 que el Tucumán siguiese como parle de la provincia

PARAGUAY

3033

del Perú. Por acuerdo de los provinciales del Perú Brasil, Ortega, Fields y Salonf se incorporaron a la provincia del Perú, y Armini y Grao volvieron al Brasil. 2.

PARTE DE LA PROVINCIA DEL PERÚ

(1588-1604)

En 1588, el -uperior de la mi ión del Tucumán , Angulo, accedió a la petición del obispo de Asunción, Alonso Guerra, de enviar jesuitas a esa diócesis. Fueron de ignado Saloní, Ortega y Fields. Uno de sus primeros ministerios fue la atención de los enfermos en la terrible peste que asoló Asunción poco después de su llegada. Ortega Field , que ya tenían algunos conocimientos del tupí, no muy diferente del guaraní que se hablaba en el Paraguay, e dedicaron a dar misiones en la región del Guayrá, teniendo como centros las ciudades e pañolas de Villarrica, Ciudad Real y Santiago de Jerez. Propusieron al obispo y a Angulo la fundación de pueblo , a la manera de los «aldeamentOS >> e tablecidos en el Brasil, por juzgar que se podía hacer mu poco en misiones itinerantes, dificultad con la que tropezaba también el franciscano Luis de Bolaños, precw·sor de los jesuitas en el apostolado entre los guaraníes en el Paraguay. Saloní se quedó en Asunción a cargo de la foT1Tlación de algunos jóvenes, entre ellos Roque *González. En 1593 se le agregó el P. Marciel de *Lorenzana. Tras la muerte de Saloní (1599) llamado Ortega a Lima, Fields se estableció en Asunción. En 1600 el visitador Esteban *Páez propuso a Aquaviva la transferencia de la goberna ión del Paraguay a la provincia del Brasil, debido a la distancia enorme que había entre Lima y Asunción, y proponía el río Paraná como límite entre las provincia del Perú y Brasil. Del mismo parecer eran Fields y el provincial del Brasil, Ignacio *Tolosa. Por ello, Páez cerró la casa de Asunción, y ordenó a Lorenzana y Fields salir a Córdoba. Aquaviva no juzgó oportuno el proyecto de Páez y, habiendo recibido quejas por el cierre de la casa de Asunción, en especial del obispo Martín Ignacio de Loyola (sobrino del fundador Ignacio), que insistía en el envío de más jesuitas para la evangelización de los guaycurúes y guaraníes, determinó crear la nueva provincia del Paraguay. 3.

PROVINCIA DEL PARA\. AY

(1604-1767)

a) De arrollo. Se c1igió ( 1604) la provincia con las gobernaciones del Paraguay (que incluía el Río de la Plata), Tucumán y Chile, que se separaban de la del Perú. Se nombró provincial a Diego *Torre Bollo, quien como procurador de la provincia del Perú, estaba entonces en Roma. Torres llegó a Córdoba del Tucumán con trece jesuitas a fines de 1607, y fijó su residencia y las casas de formación de los escolares jesui las en Córdoba del Tucumán (sede central hasta 1767). Dadas las dificultades de comunicación entre Córdoba y Santiago, se creó (1611) la viceprovincia de Chile, dependiente de la provincia del Paraguay hasta 1625. En 1690 la provincia del Paraguay, con aprobación del P. General Tirso Gonzálcz, abrió la residencia de Tarija en la Audiencia de Charcas (actual Bolivia), que estaba bajo la juris-

dicción de la provincia del Perú; el empuje misionero del P. José de* Arce en la región de Chiquitos (departamento de Santa Cruz) hizo que ésta pasara también a la provincia del Paraguay, que abarcaba cuatro zonas claramente diferenciadas: Tucumán, Buenos Aires, Asunción y Chiquitos. Con refuerzos llegados en 1609 y 161 O empezó las tareas de la fundación de *reducciones, conforme a lo deseos del sínodo de Asunción de 1603 [ véase más abajo a) visión general]. Se fueron estableciendo ocho reducciones guaraníes al norte del río Paraná, en territorio actualmente paraguayo; más tarde otra tres, no de guaraníes, en la región de Taruma: San Joaquín, San Estanislao y Belén. A fines de marLo 1629, los PP. Justo *Van Suerck, flamenco (má conocido por su apellido castellanizado de Mansilla), y Simón *Mascetta, italiano, salieron en seguimiento de unos 10.000 guaraníes, conducidos a S. Paulo por los *bandeirantes, pero, pese a la ayuda de los jesuitas portugue e , no pudieron lograr la liberación sino de unos pocos . En 1644 surgió un grave conflicto entre el obispo de A unción, Bernardino de *Cárdenas, y la CJ, en el que por ambas partes hubo excesos, y ocasionó grande enfrentamientos entre lo · partidarios de uno y otro bando. Originado con las disquisiciones de los jesuitas sobre la legitimidad de la toma de pose ión de su diócesis por parte de Cárdenas antes de recibir la bulas papales, se agravó al insistir los jesuitas en la supresión del *servicio personal de los indios, que no compartía Cárdenas, y llegó a su punto culminante cuando el obispo quiso quitarles las reducciones para entregarlas al clero secular. La imagen de un obispo franciscano expulsado de su diócesis por lo jesuitas pasó a formar parle de los hechos que se transmiten por generaciones. Un siglo más tarde, los sucesos de 1644 fueron desempolvado y lanzados sobre las cabezas de los jesuitas de todo el mundo. El nombre de las reducciones jesuitas del Paraguay se había hecho ya famoso como modelo de aculturación de pueblos salvajes. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo xvm evocaba más bien la idea de un imperio riquísimo, independiente de hecho de las autoridades civiles y eclesiásticas españolas. Asunción era el punto focal de la difusión de esta idea. Habfa crecido una fuerte hostilidad de los españoles contra las reducciones jesuitas oor no estar sus indios sometido al servicio personal, ni pagar tributos a la corona ni diezmos a la iglesia, al contrario de los de los franciscanos y sacerdotes seculares. La revolución de José de Antequera y la revuelta de los comunero · tuvieron como trasfondo el intento de poner las reducciones en manos del clero secular, a fin de disponer sin trabas de mano de obra indígena. Antequera depuso en 1721 al gobernador de Asunción, Diego de los Reyes Balmaceda. Tuvo que ser declarado en rebeldía, por su clara negativa a obedecer al viJTey. Después de la detención de Antequera hubo de hecho dos gobiernos en Asunción: el de sus partidarios,llamado comité revolucionario, y el cabildo civil. Ttiunfantes los primeros (enero 1731 ), ordenaron al obispo José de Palos expulsar· a

PARAGUAY los jesuitas de Asunción, quien, negándose a ello, tuvo que huir, y presentar luego la renuncia a su diócesis. Conocida la noticia de la ejecución de Antequera en Lima, los comuneros expulsaron a los jesuitas en enero 1735. Aunque éstos volvieron pronto, en realidad habían perdido la batalla, pue su fabuloso imperio al margen de la autoridad real se había vuelto en la imaginación popular plenamente auténtico. Los sucesores de Palos no se dieron cuenta de que la ruina de los jesuitas representaría, y a brevísimo plazo. la de las reducciones. Tras la revuelta guaraní (1752-1756), los candidatos para la sede de Asunción fueron escogidos cuidadosamente entre los adversarios declarados de la CJ, o por lo menos entre personas capaces de cerrar los ojos. Las reducciones se habían puesto en manos de lo jesuitas en el siglo xvn, porque convenía a los intcr·eses del rey y de los habitantes de Asunción, y po1·lo mi mo se las quitaron en el siglo XVIll. En la antigua CJ, entre los jesuitas nacidos en actual territorio paraguayo destacaron Ignacio de *Frías, profesor de filosofía y teología, y provincial del Paraguay, Gabriel *Patiño, explorador en la región del río Pilcomayo, y José *lnsaurralde, quien escribió un libro en guaraní «Ara poru aguiyey haba» (El uso correcto del tiempo), valioso por su descripción de la vida cotidiana en una redu cción guaraní. b) Reducciones . 1) Fundaciones. En la gobernación del Tucumán se fundaron reducciones entre lo~ vilclas (San José y Nuestra Sd1ora del Buen Consejo), lules (San Esteban), tobas (San Tgnacio de Ledesma), abipones (San Fernando, San Jerónimo, Concepción y Rosario), mocobíes (San Javier), pajanes (Pilar), toquistines (San Juan Bautista) y guanas (San Juan Nepomuceno). En la gobernación obispado del Río de la Plata, creados en 16~0 , con sede en Buenos Aires, se h.mdaron las reduccwnes ¡,ruaranícs situadas en la banda oriental del río Untguay, que pasaron al Brasil por el *tratado de límites (1750): San Borja, San Nicolás, San Lorenzo , San Juan, Santo Angel y San Miguel; entre los ríos Paraná y Uruguay: Yapeyú, La Cntz, Santo Tomás, ~on­ cepción, San Javier, Santa María la Mayor, ~árLtres, Apóstoles, San José, San Carlos, Candelan~ , ~anta Ana, San Ignacio Miní, Loreto y Corpus Christ1. Pertenecían también a la misma gobernación las reducciones de Concepción y Pilar entre los pamp~s , ~n las cercanías de Buenos Aires. Dentro del tern lono de Asunción se encontmban las reducciones guaraníes del Guayrá, destntidas o abandonadas en 163;1, debido a la invasión de los bandeirantes del Brasil: Loreto, San Javier, Encarnación, San José, San Miguel, San Pablo, San Antonio, Con;epciót;, San Pedro, Arcángeles, Santo Tomás, Jesus Mana; .la~ del norte del río Paraná, de guaraníes: llapuá, Tnrudad, Jesús, Santos Cosme y Damián, Santiago, Santa Rosa, San l gnacio Guazú, Santa Marfa de la Fe; y las de Taruma, entre mbayás y guaycurúes: San Joaquín, San Estanislao y Belén. Desde Tarija se fundaron las reducciones chiriguanas: Presentación, San Ignacio, Concepción, Santa Ana y Rosario. En la Mis ión de Chiquitos se establecieron San Javier, San Rafael,

3034 San José, San Juan Bautista, Concepción, San Miguel, San Ignacio, Santiago, Santa Ana y Santo Corazón. 2) La guerra paulista. Fue la más tenible sacudida que soportaron las reducciones antes de su instalación definitiva. La actual capital del estado homónimo de Sao Paulo, fundada en 1553 por jesuitas, fue albergue de gente advenediza. Brasil conquistó con los bandeirantes la mayor parte de su territorio, en un movimiento sincrónico de expansión. Al prin· cipio éstos sólo atrapaban indios sueltos, a quienes conducían a sus estancias de Sao Paulo. Atacaron después las reducciones, comenzando ( 1629) con la de San Antonio, en el Guayrá, donde sólo quedaban en 1631 la de Nuestra Señora de Loreto y de San Ignacio Miní, las cuales. conducidas por el P. Antonio *Ruiz de Montoya, bajaron por el río Paraná hasta el Yabebiry, para juntarse con las demás poblaciones escapadas a la furia paulista. En otra campaña (1635-1641 ), esta vez en el Tape, los bandeirantes avanzaron por la región del rfo Uruguay sobre el grupo de reducciones de Río Gr-ande do Su!, que se desbandamn por falta de socorro . Pero, reorganizadas después y provista de armas de fuego, con la victoria de Mbm·oré (11 marzo 1641) ahuyentaron para siempre la terrible pesadilla. En esta campaiia perdió la vida el P. Diego de *Alfar·o, matado por un bandcirante ( 17 enero 1639). Precisamente por aquellos ai'íos se consagraba el uso de las armas de fuego entre los indios, con licencia real , aw1que revestidas de algunas modalidades. Resultó providencial para la defensa del dilatado territorio español contra el avance portugués. Se formó una dilatada barrera humana , no sólo con los pueblos guaraníes, sino con los de las misiones de Maynas (Ecuador), y Mojos y Chiquitos (Bolivia). Las *doctrinas guaraníes, sobre todo, impidieron a los bandeirantes el acceso a las regiones del Perú, y aseguraron a España la posesión del Rfo de la Plata y del Tucumán, que sin tan firme baJTera, habrían llegado maltrechas y exhaus tas a la época de la independencia, e incluso podría pensarse en la absorción por el Brasil de parle de las actuales repúblicas de la Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay. El provmcial José Isidro de *Barrera escribió (3 diciembre 1756) desde Córdoba del Tucumán a Fernando VT: «Estos indios han sido siempre presidiarios rguardias fronterizos] de estas tres dilatadísimas provincias de Para¡,ruay, Tucumán y Río de la Plata, contra los portugueses del Brasil y sus vastos designios de disminuir por aquella parte, como lo han hecho siempre por las otras, los dominios de la corona de Castilla. Lo cual hasta aquí, o no pudieron conseguir, o no se atrevieron tan a las claras, por las tierras de dichos indios guaraníes, a quienes por aquella banda de oriente jamás les quitaron aun en estos últimos años un palmo de tierra >> (AGN, lX-4, 3, S). 3) Orga11iz.ación definitiva. La guerra paulista llevó a que ocuparan las reducciones sus más o menos definitivos parajes. Para mejor defenderlas se las agrupó en las márgenes de los ríos Paraná y Uruguay, por la parte donde más se avecinan sus cuen-

PARAGUAY 3035

cas. Formáronse, a f, do grandes gru_pos. C~nsti­ tuían el primero los pueblos cuyas veruen.tes daba~ a los ríos Paraná y Paraguay: San Ignaci~ Guazu, Sanlos Cosme y Damián , Ttapuá, Candelan~, ~anta Ana, Loreto, San Ignacio Miní y Corpus Chnsll,_con las dos de itatines: uestm Señora de Fe . Sannag_o el Mayor, trasladadas junto a San Tgnac10 Guazu; diez 1-educciones en total. Integraban el segundo grupo los pueblos de la vertiente del río Uruguay:_ en la ribera derecha, San José, San Cario , San JaVler, Mártires Santa María la Ma or, Apóstoles, Concepción, Sa~to Tomé, La Cruz y Yapeyú, y en la ribera izquierda San icolás y San Miguel; _doce en total.-~ estas veintidós se sumaron despues las de Jesus (1687), Santa Rosa de Lima (1697), Trini~ad (1706), y las del río Uruguay: San Luis, San BorJa, San Lorenzo, San Juan Bauti ta y Santo Angel. En cuanto a la población , el informe del P. Francisco ~Vázquez Trujillo a Felipe IV (12 junio 1632) daba c1fras globales: «Unas [son] de a 700 familias, otras de a 600 y otras de a 500, y algunas de a 400, y fueran muchas más numerosas si la pesle de viruelas que ha habido estos años no hubiera consumido tanta gente». (AGJ, «Audiencia de Charcas>> , 2). En 1690 había 26 reducciones con 78.000 almas (ABN, I-29, 7, 63) . En 1702, las 29 reducciones existentes reunían poco menos de 90.000 indios (lb., 381, ms., 165, imp). Más tarde, se llegaron a treinta pueblos guaraníes, que según la relación (1737) de Cardiel, juntaban hasta «mil familias y aun más cada uno, credendo juntamente en policía y gobierno>>. Los pueblos se hallaban «a distancia unos de otros, de dos, de tres, o cinco, y lo más, de diez leguas>>. Sólo los de Santo Tomé, San Borja, La Cruz y Yapeyú, distaban más de 24 leguas de los restantes, unido todos con buenos caminos, y <dos ríos que lo permiten , con puentes, y los que no, con canoas y canoeros», que transportaban gratis la gente a la otra banda (ARSI, Par. 14, «Varia historica>>, a. 1754). En cuanto a los benéficos resultados de estas reducdones, los testimonios vienen de fuentes varias. La del obispo benedictino, Cristóbal de Aresti, que las visitó en 1631, es modélica: «Todos los días los ocupan en instruirlos en los misterios de nue tra sanla (e, doctlina cristiana y todo género de virtud, teniendo disLribuidas todas las horas del dí:a para decir la doctrina cristiana, rezar el rosario y aun tomar algunas disciplinas, enseñar (a) los niños a leer y escribir y Lodo género de música de canto llano, órgano, chirimías y violines, con que se sirven los templos con mucha devoción , autmidad y reverencia, y a los grandes oficios en que se ocupan, y a labrar las tierras como manda Su Majestad >>. Lo más alentador es que «no ha hallado en ninguna de las reducciones cosas ni pecado que remedian>. Por todo ello. juzga que el rey tiene en las reducciones «un seminario de almas para el cielo, sacadas del poder del demonio >> (AGI, «Audiencia de Charcas>>, 28). 4) Con./rastes . La CJ defendió su obra no sólo contra los bandeiranles, sino también contra medidas internas, atentatorias de su estabilidad. El obispo de Rio de la Plata (1646-1673), fray Clistóbal de la Mancha, intentó en el sínodo celebrado en Bue-

. b . quitar a la CJ las definitivanos Aires en a n 1 1655 • · 1 1 mente organi7.adas poblaciones para confiar as ~ clero ecular. Lo cual no surtió efecto por la real cedula del 15 junio 1654, que daba la forma de p_roveerlas con jesuitas y que, al promu!g~rse desp~es d:l sínodo impidió el despojo. Fue asimismo queJa o?hgada d~ los gobernadores que los jesuitas, al abngo de reale · cédulas de privilegio, sustraían los pueblos a su jurisdicción. El hecho era cierto. Y en nada pusieron tanto empeño los superiores de la CJ como en ahuyentar de los pueblos las injerencias extrañas, que habrían entorpecido y, a la po Lre, anulado su vitalidad de arrollo. Fue una defensa con mano fuerte en constante acecho frente a los poderosos magnate · de la corte. Se compensó esta siluac~ón con un hecho de gran relevancia. En la conservación para E ·paña de la banda oriental, las tropas guaran(es desempeñaron un papel preponderante desde la fundación de la Colonia del Sacramento (1680) por los portugueses del Brasil. Cuantas veces era menester defender los dominios e pañoles por aquella parte, el gobernador acudía a las tropas guaraníes de las reducciones . Tuvieron también las reducciones su época de crisis. Aun ante de los tristes sucesos que originaron eltralado de límites (1750) se pudo advertir una decadencia en su vida espiritual. Mientras hubo persecuciones los misioneros estaban animados de un espíritu conquistador; pero al cesar las luchas, se entró en una rutina, que los llevó a una espiritualidad cómoda. ada más claro para admitir la existencia de esta crisis que la actitud de los PP. generales y provinciale , con sus exhortaciones y reproches. Esta situación tomó cuerpo singularmente en los últimos decenios del siglo xvn y primeros del xvm. Produjo también desconcierto en los pdmeros decenios del siglo XVlll el afán de las autoridades de Madrid por que los indios tributasen y tuviesen con:egidores españoles, con graves consecuencias para los dominios de la corona, como lo precisaba el gobernador del Paraguay, Juan Gregorio Bazán de Pedrasa, a Felipe V: «Señor. el nombre de corregidor español o alcalde mayor o sólo español es tan odioso en este gentío, que bastara sólo el nombre ... [para que] se pueda temer un levantamiento general>>. (AGN, l.X-6 , 9, 5). La perspectiva de los guaraníes i1Tilados traía en zozobra al cabildo eclesiástico de Asunción, como que dichos indios «solos bastan para destruir toda esta provincia con sus ciudades, por no haber en ella fuerzas actuales para defenderse >> (AGl, 377). Por ello, la real cédula de 28 junio 1716 ordenó que nada se innovase en la materia (ABN, 181 , f. 377). El mayor contraste que sufrieron las reducciones guar·aníes an les de la *expulsión de la CJ (176 7) se debió al tratado de límites entre España y Portugal (Madrid, 13 enero 1750), cuya ejecución ordenó la real cédula del 24 agosto 1751 . Guillenno *Fw·long comenta al respecto: «Por una ola población de 2.600 almas, como la Colonia del Sacramento, que era tan española como Madrid o Buenos Aires, los avisados diplomáticos de la men·ópoli entregaban siete pueblos florecientes con unos cinco mil habi-

PARAGUAY tantes en cada uno, con todas sus poblaciones, más una extensión de terreno que hoy constituye tres estados del Brasil, desde Santa Catalina y Río Grande do Sul inclusive, hasta el norte de la república del Uruguay» (Misiones y sus pueblos guaraníes, 464). Los indios sacrificados se resistieron a dejar sus tierras y al plan de fundar nuevas poblaciones en la OJilla derecha del río Uruguay. Su resistencia se conoce como la guerra guaraní (1753-1756). La oportuna llegada del nuevo gobernador y futuro primer virrey del Río de la Plata, Pedro de Cevallos, salvó a la CJ del baldón con que sus adversarios europeos les atribuyeron rebeldía y los estigmatizaron para su total ruina. El tratado se anuló por el convenio entre España y Portugal el 12 febrero 17 61. Pero las reducciones no se recuperaron más del rudo golpe, que completaría la expulsión de la CJ en 1767 y 1768. Murieron víctimas de la violencia Roque González, Juan del *Castillo y Alfonso *Rodligucz ( 1628), Pedro de *Espinosa (1634), Cristóbal de *Mendoza (1635), Antonio *Ripari y Gaspar *Osorio ( 1639), Pedro *Romero y H. Mateo Fernández (1645), Lucas *Cavallcro (1711), Julián de *Lizardi (1713), Hartolomé *De Blende y José de Arce ( 1715), Bias de *Silva y José *Mazo (1717) y Antonio *Guasp (1763). e) La labor intelectual. El ct:ntro cultural de la provincia fue Córdoba, en la que había una universidad y un colegio. Había también colegios en Santiago del Estero, Santa Fe, Asunción, Buenos Aires y Tarija. Destacaron como músicos el escolar Domingo *Zipoli (italiano), el P. Antonio *Sepp (tirolés), el H. Ltús *Bcrgcr (francés) y el P. Florián *Paucke (polaco). Los principales arquitectos fueron los HH. Juan Bautista *Primoli, Andrés *Bianchi, italianos, y Antonio *Porcada , español. El H. Juan Bautista *Neumann, austríaco, introdujo la imprenta en la misión de Loreto, la primera en actual territorio argentino. Muchos fueron Jos jesuitas que escribieron obras de geografía, antropología e historia natural, entre ellos los más destacados fueron: José *lnsaurrald~ (nacido en Asunción) , José *Cardiel (español), José *Quiroga (~s­ pañol), Matfas *Strobel (alemán), Tomás *Falkner (inglés), Paucke, José *Jolís (español), José *Sánchez Labrador (español), Martín *Dobrizhoffer (alemán) y Gaspar Juárez (nacido en Santiago del Estero) . Para el estudio de la historia de la provincia del Paraguay son fundamentales La conquista espiritual del P. Ruiz de Montoya (1585-1652), peruano, y los memoriales de los PP. españoles Torres Bollo, Francisco *Vázquez Trujillo y Francisco *Burgés, y el P. Manuel *Querini, griego de origen veneciano. El húngaro Ladislao *Orosz escribió una relación sobre el conflicto surgido después del tratado de 1750. Los principales historiadores fueron: Nicolás del *Techo, francés, y Pedro *Lozano, Domingo *Muricl y José Manuel *Peramás, españoles. Sin haber estado en el Paraguay, el P . Pien.·e Fran~ois de *Charlevoix, francés, escribió una historia de la CJ en el Paraguay en 8 tomos. Como lingüistas destacaron los PP. Ruiz de Montoya, con su gramática en guaraní, P~blo *Restivo, italiano, autor de gramáticas, cateCismos y sermonarios guaraníes, e Ignacio *Chomé,

3036 francés, misionero de Chiquitos, qut: compuso gramáticas y traducciones al chiquitano de la Diferencia entre lo temporal y lo eterno, del P. Juan Eusebio *Nieremberg y de la Imitación de Cristo. El español Bernardo *Ibáñez de Echavarri, fue funesto para la CJ, de la que salió en 1757; sus libelos fueron aprovechados en la campaña anterior· a La expulsión de 1767. II.

LA CJ RESTAURADA (DESDE 1840)

l.

SIGLO XIX

En el último año de gobierno del presidente del Paraguay, José Gaspar Rodríguez de Francia, el P. Domingo Solanella, desembarcado en Santa Catalina (Brasil), pasó por Asunción (1840) de viaje a Buenos Airt:s. Por orden del gobierno se le intimó salir cuanto antes del Paraguay, por estar aún vigente el decreto de expulsión de Carlos III (hasta pasados los gobiernos de Carlos A. López y Francisco Solano López en 1870). La persecución del jefe de gobierno en la Argentina, Juan Manuel de Rosas, obligó a los jesuitas a dispersarse en 1842. Tras muchas dificultades, los PP. Bernardo *Parés, Anastasia Calvo, Miguel Vicente López y Manuel Martós pudieron abrir una t:scucla de matemáticas en Asunción. Parés intentó fundar misiones entre los guaycurúes, sin éxito. No pudiendo ser reconocidos oñcialmente como comunidad religiosa, los jesuitas tuvieron que dejar el país en 1844, por orden del presidente Carlos A. López. Expulsados de la Argentina y establecidos en el Uruguay y el Brasil, ese mismo año la Misión de Buenos Aires pasó a llamarse del Paraguay, con el deseo de mostrar la continuidad con la antigua provincia. En 1845, Parés f1.1e nombrado superior de la Misión del Paraguay, cuando ya no había jesuitas en ese país, nombre que se mantuvo hasta 1868, y que continuó con el de Misión Chileno-Paraguaya hasta 1907, t:n que pasó a llamarst: Chileno-Argentina. Se hicieron nuevos intentos sin éxito dt: volver al Paraguay en 1864 y 1868. 2.

SiGLO XX

Estando d obispo de Asunción, Sinforiano Bogarín , en Roma para asistir al Concilio Latinoamericano, pidió ( 189ó) al P. General Luis Martln el envío de jesuitas a su diócesis, que abarcaba entonces toda la re pública del Paraguay. Por falta de personal, la CJ no pudo satisfacer sus deseos. Hubo nut:vas posibilidade en 1907 y 1918, que lampoco se concretaron. En 1925 la Santa Sede pidió al P. General Wlodimiro Ledóchowski el envío de jesuitas al Paraguay. El primer paso dado por la provincia Argentino-Chilena fue el envío al Paraguay de cuatro padres para dar misiones populares. En 1926los PP. Fernando Pérez Acosta (el primer paraguayo que entró en la CJ), Felipe Lérida, Malfas Crespí, Joaquín Gracia y José Pe-

drosa, dieron misiones; los dos primeros, en Asunción, y los otros en los principales pueblos, entre

~tros en Belén, última ¡-educción fundada por la antlgua CJ, y Paraguarí, antigua hacienda cid colegio

PARAGUAY

3037 de Asunción . Ramón *Lloberola, provincial de la provincia Argentino-Chilena, designó para la fund ación de una residencia en Asunción a los PP. Lérida , Antonio Cres pí, Eustaquio Zurbitu , a los HH. Modesto Farias y Leonardo Mühn . La residencia e abrió el 1 enero 1927. Un año más tarde, se fundó la escuela *apostólica de Cristo R e . En 1933, comenzó la labor pastoral en vatias parroquias, de la<; que la única que quedó definitivamente en mano de la CJ fue la de San Ignacio ( 1934), en el departamento de Misiones, llamado así por haber e tado en él las antiguas reducciones. Actualmen te ha en an Ignacio un museo de arte de la antigua CJ. El 28 enero 1934, Pío xn beati.Cicó a los PP. R. González, A. Rodríguez Y J . del Cast1llo. Durante la guerra del Chaco ( 19331~35) entre el Paragua y Bolivia, e in taJó un ho -plta) de s~~grc en la escuela apo tólica de Cri Lo Rev, en Asuncwn . En 1948, la CJ tomó la dirección de la revista Acción, fundada por la Acción Católica Paraguaya en 1930. El 25 diciembre 1950 el P . General Juan B . Jan,sens separó de la provincia Argentina las repúblicas de Bolivia y Paraguay, y creó la vicepro incia Boliviano-Paraguaya, dependiente de la provincia Tarraconense, española. Su primer viceprovincial fue Luis *Parola, que había sido provincial de la provincia Argentino-Chilena ( 1929-1936) co.no [a bien el guay. Gracias a los refuerzos en 1ados por el provl~­ cial de la Tarraconen e, Julián *Sayó , e abnó (1952) el colegio de Cristo R e y se tomaron nuevas parroquias. De este nuevo impulso ~olamente permanecería a cargo de la CJ la parroquia de S~nta. :R:osa (1 952), donde luego se abrió una casa ?e eJer:ci.CIO (1953). Dada la importancia del guaram, en dicle~ ­ brc 1952 se fundó en Paraguarí una casa de e ruello para facilitar a los jóvenc jesuitas ~egad?s d~ Es~aj - l di ·e de ese idioma baJo la dirección e na e apren zaJ ' d 1 p Antonio *Guasch . Tres años más tard~, cerra a a e~cue1a de lenguas, se abrió allí e1 coleg¡o Beato Roález Desde 1953 los jesuitas del Paragua que Gonz · . . · de Corriente se royectaron a la vecma provmcla o. P f a) donde se hicieron cargo de do, parr (Argen m , b . on la residencia de Jesu s azaquias rurales, Y a ner. ·ó de los J·esuitas fi ·tenores 1a acc1 n · reno. En a os plosA t" , a se amplió a la provincia del Panlguay en a rgcn m . p ... das y El Sob erbiO.

Pru:a-

de Misiones , en O~ c..\ ' . ·· ·- ..... · ' · . ·- ... -\.-~- ,...¡,.. ,,.. X"T'o vincl~· d;~;:~¿¡; j~;~·y·.B;,Iivia continu.ú dcpe~dcn­

dientc de la Tan:aconense. El primer Vlccpi·ovmclal del Paraguay fue Manuel Fernández d~ Castr~ (~O agosto 1958). Los jesuitas de la nueva VlC~prOVlllCia en.m ochenta y cinco (treinta padres, tremla Y dos escolares y veintitrés h ermanos). Se fund ó en el ~o­ legio de Cristo Rey la facultad de filosofía y ciencws (1960) de la Universidad Ca tólica. Entre 1964 y 1974 se colaboró en el apostolado parroquial en Pilar (Paraguay) y Posadas (Argentina) y se fundó el colegio técnico Javier en Asunción. El Centm de Investigación y Acci6n Social (CLAS), la dirección d e la Universidad Cat6lica de Encarnación y la Escuela Agrícola en San Joaquín , fi.Ier·on de corta duración. Creada la viceprovincia del Paraguay (12 octubre 1974), su primer viceprovincial fue Antonio Gonzá-

lez Dorado. E n 1976 se abrió el noviciado en Paraguarí. La labor realizada en el campo social en el ClAS y en las parroquias nu·ales no fueron bien vistas por el presidente Alfredo Stroessner, por lo que nueve je uitas fu eron expulsados del país. Algunos reforzaron las obras que tenía la provincia Paraguaya en la Argentina, y otros pasaron a trabajar en otras provincias, sobre todo Brasil , Bolivia, Ecuador y América Central. Después de la caída de Stroessner en 1990, varios de ellos regresaron al Paraguay. La \Íccprovincia pasó a ser provincia en 1984. Su primer provincial fue Jesús Montero Tirado. Tenía entonce. 1~ provincia 109 jesuitas (setenta

ydos pa·

dre ' vemtlcuatro escolares y trece

hermanos). En e t~ período e fundó en Asunción el Centro de EstUdiO Paragua os Antonio Guasch (CBPAC: ) y la C J e encargó del seminario mayor. Va1ios jesuitas colaboran en el Instituto Superior de Teología ([ST). e abrió el juniorado en Asunción, y se tomaron nuevas parroquia-; ni.rales. n 1982 pasaron a la provincia Argentina las casas de Posadas y E l s,,_ berbio, en la provincia de Misiones. El 16 agosto 19 6, el P. Joaquín Piña fue nombrado obispo de la diócesis de Puerto Tguazú (Argentina). El 16 mayo 19 Juan Pablo II canonizó en Asunción a R. Gonz.ález, J. del Castillo y A. Rod¡·fguez. La provin cia con taba de noventa tres jesuitas (cin cuenta y dos padres, veinticuatro escolares quince hermanos) en 19 FUE. T · : ufR, E. J. . - GU1TÉRRE7, R ., Atlus h~srónco _. urbano del ordeste urgen lino. l. Pueblos de 1.ndws '" nusiones jesuíticas (Re~istcncia, 1994). CARnoso, J .. A. -

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PÁRAMO ORTIZ

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PÁRAMO ORTIZ, Santiago. Arquitecto, pintor. N. 1 enero 1841 , Santafé de Bogotá (D. E.), Colombia; m. 14 junio 1915, Santafé de Bogotá. E . 1 mayo 1858, Santafé de Bogotá; o. 24 diciembre 1871, León, Nicaragua; ú.v. 2 febrero 1878, Car·tago, Costa Rica. Al se1· expulsados los jesuitas ( 1861) de Colombia unos tres años después de su in greso en la CJ, P tuvo que hacer sus estudios en Guatemala. Al empezar la teología, la CJ fue exiliada también de este pafs (1871), y P la concluyó en Nicaragua. Vuelto (.1884) a Bogotá, enseñó ( 1886-1897) teologf~ dogmát1ca en el seminario y luego arte en el co.leg10 San Bartolomé hasta d fin de su vida. . . . Desarrolló una notable producctón artística, obre todo arquitectónica. Sin educación formal ~n este área, trazó los planos y dirigió la construcclOn del salón de actos del seminario de Guatemala ( 1864) y el del colegio S. Luis de Cartago (1878), asf con:o el magnífico templo gótico tle San Nicolás de ~a rrusm~ ciudad (1879- 1882). Obras suyas son también el au . . d l l io de Quczaltenango en Guatemala dttono e co eg . 1 Ri . de Nicaragua vas d l ás (187 1) y los· planos del Hosplta ¡· · d · ' uno e os m (1872). Como pintor re lgJOso ~JO •· d l arte coconsiderablcs co.nj~ntols ~Ib1 1~ ~olsntollol~ fr:scos de la S nnc1pa tra aJO s . . l . de San Ignacio (BoIom b 1ano. u P capilla de San José en 1a tg esJa muchas

gotá), realizados entre 1896 y 1898. Aunque

de sus obras están en colecciones privadas, gran parte de las 180 piezas de su autoría se conservan en el Musco Pá1·amo del colegio mayor San Bartolon1é. Los críticos reconocen en su obm las deficiencias propias de un autodidacta, que nunca conoció los originales de lo grandes maestros de la pintura universal, y se admiran de la corrección de su estudios anat6micos, aun sin usar modelos vivos. Unos meses después de su muerte, el Congreso Nacional de Colombia reconoció oficialmente sus médtos como religioso y artista. BTBLIOGRAFíA: MoRENO, Necrología 1:73-74. MuÑoz, Colombia y Centro América 137. OsPtNA, E.- AGUILERA, M., El pin10r Santiago Páramo (Bogotá, 1941 ). PoLGAR 3/2:620. M.

BRICEÑO

(t)

PARAPSICOLOGÍA. Int roducción. Su tarea como ciencia es la de explicar los fenómenos físicos o psíquicos que las ciencias fís icas no pueden hacer. Eslos fenómenos o comportamientos superan la experiencia natural humana, y se definen como paranormales, extraordinalios o inusuales, como la telepatla, adivinación y o tros. Entre los centros que los estudian está el Centro Latino-Americano de Parapsicología (CLAP), fundado y dirigido por la CJ, con sede en Sao Paulo, Brasil. Brujerla . Los escritos de MartinA. *Del Río guiaron por dos siglos la mentalidad de Europa contra la acción demoníaca. Su enciclopedia Disquisitionum Magicarum libri Sex (Lovaina, 1599) fue, aunque más completa , tan crédula y funesta como Malleus Maleficarwn ( 1486), de los dominicos Jacob Sprenger y Hcnrich Kramer. La guía más autmizada en los procesos judiciales contra magos y brujas fue el Tractalus de Confessionibus Male(tcarum et Sagarurn (Tréveris, 1591), de Peter Binsfcld, Fonnado por1os jesuitas en Roma. En el siglo XVl tt, el jesuita Jcan Franyois Baltus (1667-1743), se hizo famoso po1· su pretensión de demostrar que eran herejes los cientfficos que ponían en duda la afinnación de Sto. Tomás: <( omnis divinatio a da.l:Inone provenit,, (I?..é-

ponse

a l'Histnire

des orades, de Mr. de Funtenelle ,

Estrasburgo, 1709). Algunos jesuitas fueron vfctimas de la demoniomanía. Jean-Joseph *Surin , sufrió tm angustioso contagio psíquico en el famoso proceso de brujería de las monjas de Loudun .. En 1731, Jean Baptistc *Girard fue acusado por los Jansenistas de haber seducido a Cathcnne t;adtere Y d.c haber causado su posesión diabólica y de las ursuh nas de Brest. ., _ Los jesuitas se distinguieron e n la reaccwn ~ontra la interpretación dem~nfaca . H7rnando de S~­ larte se opuso a la menlahdad domHlante en su ml., del distrito de las Cinco Villas ( avarra) ~:~nte el adviento 1610. Su gestión per~onal ~m t~_el obispo de Pamplona y sus informes a .la lnq~1S1Clon drid fueron decisivas para eVItar la caza de en Ma hi que se rccobru·as tan extendida en Europa: zo J. ' l· . br ·as debían ser curadas más que noctera que F ~ dr~Jh von *Spee analizó con D1UY quemadas. ne ¡e . Su Cautio Criminalis; buen sentido muchos casos. (Ri t 1 1631)

auctore incerto Lheologo ortodoxo

n e n,

'

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