PARA EL MAESTRO Docente educador, tú eres un grito de fe porque crees en el hombre; un grito de esperanza porque siembras lo que otros cosecharán; un testimonio de amor porque mueres un poco cada día para que otros vivan plenamente. No dejes de sembrarte con coraje en el surco del corazón humano, y volverás a ser pan en muchas mesas para vivir cuando ya no vivas. DECÁLOGO DEL MAESTRO Gabriela Mistral 1. AMA. Si no puedes amar mucho, no enseñes a niños. 2. SIMPLIFICA. Saber es simplificar sin quitar esencia. 3. INSISTE. Repite como la naturaleza repite las especies hasta alcanzar la perfección. 4. ENSEÑA con intención de hermosura, porque la hermosura es madre. 5. MAESTRO, se fervoroso. Para encender lámparas basta llevar fuego en el corazón. 6. VIVIFICA tu clase. Cada lección ha de ser viva como un ser. 7. ACUERDATE de que tu oficio no es mercancía sino oficio divino. 8. ACUERDATE. Para dar hay que tener mucho. 9. ANTES de dictar tu lección cotidiana mira a tu corazón y ve si está puro. 10. PIENSA en que Dios se ha puesto a crear el mundo de mañana.
LA DIFÍCIL DECISIÓN DE SER MAESTRO Platicaba un día un padre con su hijo y decíale éste emocionado: - Padre, llegado ha el momento de decidir qué quiero ser en la vida; mucho he pensado al respecto, pero es tanto el saber humano que mi decisión difícil se ha vuelto. El padre al fin, sabio por experiencia, cuestionó entonces a su vástago de la siguiente manera: - ¿Qué tanto has pensado que te hace dudar? - Mira padre -respondió el hijo-, médico he pensado ser, para curar cuerpos o mentes y cuando al fin he aceptado, cuenta me doy que mucha falta hace quien ayude a impartir justicia al débil y desprotegido, entonces prefiero ser abogado. Luego, siento la necesidad de aprender el secreto del arte de la construcción; de sacar de la piedra bruta un hogar confortable para mis semejantes, es cuando decido ser arquitecto o ingeniero; más es tanto el desarrollo científico que prefiero ser investigador o químico o matemático, o me decido por la contaduría o administración, por la física, por el campo, por los animales, por el espacio exterior... El padre atento, esbozó una sonrisa y dijo con ese tono que tienen los padres cuando amorosamente pueden aconsejar a sus hijos con la sapiencia que dan los años vividos: - Hijo: doctor, abogado, arquitecto, ingeniero, contador, astrofísico... todo ello puedes ser; y lo lograrás en la profesión que tú no has mencionado. Para alcanzarlo deberás conocer y saber mucho; tu mente deberá convertirse en un transporte de la cultura universal; aún así, deberás poner todo tu empeño en el trabajo a realizar en tu campo de acción. Serás un moldeador de mentes; tú forjarás al médico, al astronauta, al campesino, al constructor, al comerciante, al abogado, al músico; podrás con esta profesión incubar en los corazones de los individuos los sentimientos de amor, bondad, ilusión, tolerancia, libertad, igualdad y fraternidad. Pero mucho cuidado hijo mío, en ésta no puedes cometer errores ya que podrías crear deformidades que se volvieran en contra de sus propios hermanos, por la generación de una ambición desmedida, tan sólo satisfecha por la material sensación del poder. Tendrás por seguidores a los llamados discípulos, ante ellos te presentarás como figura fiel y como imagen del ejemplo mismo. Te volverás todas y cada una de las profesiones existentes. Con el tiempo verás tu reflejo en cada una de las figuras que tú formaste; entonces hijo, con toda tu entrega a esta fascinante y noble profesión, podrás con la mente en alto, otear el horizonte en donde mirarás tus obras, sintiendo en ese instante que has cumplido con los pensamientos que hoy enredan tus
ideas y te darás cuenta que con tus palabras y actos has fertilizado las semillas que sembraste en tierra fértil y que se han convertido, o lo harán después, en grandes, fuertes y frondosos árboles que acudirán a darte sombra protectora cuando estés a punto de cumplir con el mandato de la Madre Tierra que exige a su descendencia regresar a ella. Sentirás que tu paso por esta vida no ha sido en vano. Escucha bien hijo mío, si aceptas esta responsabilidad tan grande sobre tus hombros, decídete por la profesión que llevo con orgullo y que en estas palabras venero tanto. Conviértete en Maestro, hijo mío, y sabrás entonces cuánto has ganado. El hijo comprendió cuál camino debía seguir; y con el corazón latiendo fuertemente y embargado de gran emoción, se acercó a su padre, Maestro de muchas generaciones y secó las lágrimas de honor que de sus ojos habían brotado. Le besó en la frente y decidió al fin en lo que se convertiría: un Maestro que con su trabajo, rinda reconocimiento a la labor de los grandes Maestros que hubiera tenido. Maestros que a él, lo hubieron forjado. Prof. Martín A. Alcocer González Mérida, Yuc., Méx.
MAESTRO...
Enseña a los niños a creer en los ideales y que aquellas cosas que no se ven también son realidades. Diles que el amor no se ve pero se puede sentir, que la música tiene una explicación pero que las melodías salen del corazón. Enséñales a tener esperanzas, pues todos los días sale el sol. Enséñales el respeto por las cosas simples y por la naturaleza. Enséñales a rezar, a cerrar los ojitos y que se imaginen a su ángel guardián que los protege y los guía. Enséñales todos los días a trabajar en un pequeño proyecto, diferente siempre. Estimula su creatividad con sus juguetes y con otros juguetes que ellos mismos puedan crear. Enséñales a sonreír y acarícialos siempre, sean quienes fueran esos niños, porque no sabes en qué pueden convertirse mañana, tal vez sean ellos quienes te den su mano amiga o te nieguen el saludo cuando menos lo esperes. Tal vez sean tu medico, tu amigo, tu asaltante, o tu juez. Enséñales que la vida es aprender a ser feliz y que la vida nos dará muchas alegrías, pero nosotros debemos darle también un sabor a la vida. Enséñales que debemos darle un poco de alegría a todas las cosas y que todo lo que llegue a nuestras manos o a nuestra vida, siempre debemos dejarlo mejor de lo que estaba cuando lo encontramos. Enséñales que todo aquello que tome contacto con nosotros debe siempre mejorar. Enséñales el valor del respeto, de la fe, de la confianza, enseñales a ser inteligentes y que no desdeñen sus sentimientos, enseñales a amar y que en todo momento sepan que tienen el derecho de vivir y ser cada uno lo que en su vida quiera ser. Enseñales que cuando sean grandes deben querer y respetar a los futuros niños.
UNA REFLEXIÓN SOBRE LA LABOR DEL DOCENTE...
La luna siempre es la misma... Es real, siempre esta allí... aunque no la veamos. Todo depende de los obstáculos que se interpongan entre ella y nuestros ojos, de nuestro ángulo de visión, de la cantidad de luz aquí y allá... Sin embargo algunos solo perciben lo que impresiona sus retinas, y creen que la porción de luna que ven es lo único que existe... La labor de los docentes consiste en guiar... para que nuestros alumnos descubran aquello que no siempre esta visible... Que aprendan a mirar un poco mas allá... Y lo principal : que obtengan la confianza en si mismos, imprescindible para lograrlo... Adriana Villarreal <
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UNA HISTORIA PARA RECORDAR
Esta es la historia que le ocurrió hace muchos años a una profesora de una escuela elemental. Su nombre era Ms. Murga. Cuando se paró al frente de su clase del Quinto Grado el primer día de clases, les dijo una mentira. Como la mayoría de los profesores, ella miro a sus alumnos y dijo que los amaba a todos por igual. Pero eso era imposible porque allí en la primera fila, estaba un niño llamado Lolo Sánchez. Ms. Murga había visto a Lolo el año anterior y notó que el no jugaba bien con los otros muchachos, que su ropa era desordenada y que necesitaba bañarse. Llegó al punto, en que Ms. Murga realmente se deleitara con un lapicero grueso de color rojo, marcando una X y luego poniendo un CERO enorme sobre las tareas de Lolo. En el colegio donde Ms. Murga enseñaba, ella tenia que revisar los registros pasados de cada alumno y puso en el Lolo para el ultimo. Sin embargo, cuando revisó su archivo, se sorprendió. La profesor del Primer Grado de Lolo escribió: "Lolo es un chico brillante con una sonrisa en los labios. Hace su trabajo limpiamente y tiene buenos modales... es un deleite que esté con nosotros" El profesor del Segundo Grado escribió: "Lolo es un excelente estudiante, bien querido por sus compañeros, pero esta en problemas porque su madre tiene una enfermedad terminal y su vida en casa debe ser sofocante." Su profesora del Tercer Grado escribió, "La muerte de su madre ha sido muy dura para Lolo. Él trata de hacer lo mejor posible, pero su padre no muestra mucho interés y su vida en casa pronto lo afectará si no se toman las medidas convenientes." La profesora del Cuarto Grado escribió, "Lolo está aislado y no muestra interés en el colegio. No tiene muchos amigos y algunas veces se duerme en clase." A estas alturas, Ms. Murga se había dado cuenta del problema y estuvo avergonzada de si misma. Ella se sintió aún peor cuando sus alumnos le trajeron regalos por Navidad, envueltos en vistosos papeles y hermosos listones, excepto el de Lolo. Su regalo había sido descuidadamente envuelto en un papel marrón, que recortó de una bolsa de los supermercados. A Ms. Murga le causó dolor abrirlo en medio de los otros regalos. Algunos de los chicos comenzaron a reírse cuando encontró un brazalete con algunas piedras faltando y un frasco de perfume a punto de acabarse, pero ella silenció
las risas de los niños cuando exclamó "¡Qué bello brazalete!", colocándoselo y aplicándose un poco del perfume en la muñeca. Ese día, Lolo se quedo hasta tarde en el colegio, para decirle: "Ms Murga, hoy usted olía como mi mamá lo hacía en nuestra ultima Navidad." Después que los chicos se fueron, lloró por lo menos una hora. Ese mismo día, dejó de enseñar lectura, escritura y aritmética. Es su lugar, empezó a enseñar a los niños. Ms. Murga puso especial atención a Lolo. Mientras ella trabajaba con él, la mente de Lolo parecía tomar vida. Mientras más aliento le daba ella, más rápido respondía él. Al final del año, Lolo llego a ser uno de los chicos más destacados de la clase y a pesar de su mentira que ella los amaba a todos por igual, Lolo llegó a ser el "preferido de la profesora." Un año mas tarde, encontró una nota bajo la puerta. Era de Lolo, diciéndole que ella aún seguía siendo la mejor profesora que haya tenido en su vida. Pasaron seis años mas y ella encontró otra nota de Lolo. Le decía que había terminado el colegio, como el tercero de su clase, y que ella todavía seguía siendo la mejor profesora de toda su vida. Cuatro años más tarde, ella recibió una carta de Lolo, diciendo que aunque las cosas habían sido difíciles él seguía estudiando y que pronto se graduaría en la Universidad ocupando los más altos lugares de honor. Le aseguro a Ms. Murga que ella todavía se mantenía como la profesora favorita que jamás haya tenido en su vida. Pasaron cuatro años mas y le llega otra carta. Esta vez, Lolo le explicaba que después de haberse graduado en la Universidad, había ido un poco mas allá. La carta le explicaba que ella aun seguía siendo la maestra favorita que había tenido. Pero ahora su nombre era un poco más largo, la carta fue firmada por el Dr. Teodoro F. Sánchez. La historia no termina allí. Hubo otra carta en los próximos meses. Lolo le dijo que había conocido a una chica y que iba a casarse. Le explico que su padre había fallecido un par de anos atrás y que le gustaría saber si Ms. Murga podría aceptar sentarse en el lugar que en las bodas esta reservado generalmente para la madre del novio. Por supuesto que Ms. Murga lo hizo. ¿Y adivina que? Ella usó ese brazalete, el que le faltaban algunas piedras. Y además se aseguro de usar el perfume que a Lolo le recordara a su madre cuando pasaron la ultima Navidad juntos. Ellos se abrazaron, y cuando lo hacían, el Dr. Sánchez le susurro en el oído a Ms. Murga:
"Gracias Ms Murga por creer en mi. Muchísimas gracias por hacerme sentir importante y mostrarme que yo puedo hacer una diferencia." Ms. Murga, con lagrimas en sus ojos, le respondió susurrando también: "Lolo, tu estas completamente equivocado. Tu fuiste quien me enseñó a mí que yo podía hacer una diferencia. Yo no sabia como enseñar hasta que te conocí." Tal vez esta historia no sea verídica, pero ninguno de nosotros podrá negar el efecto que tienen nuestras palabras, nuestro proceder tiene sobre nuestros estudiantes. Para ahondar en el tema les recomiendo un texto de Carina Kaplan: "Buenos y malos alumnos, descripciones que predicen". Editorial Aique, Bs. As
ERES IMPORTANTE PARA MÍ
Una profesora universitaria inicio un nuevo proyecto entre sus alumnos. A cada uno les dio cuatro moños de color azul, todos con la leyenda "ERES IMPORTANTE PARA MÍ", y les pidió que se pusieran uno. Cuando todos lo hicieron, les dijo que eso era lo que ella pensaba de ellos. Luego les explico de que se trataba de un experimento: tenían que darle uno de los moños a alguna persona que fuera importante para ellos, explicándoles el motivo y dándole los otros moños para que ellos hicieran lo mismo. El resultado esperado era ver cuánto podía influir en las personas ese pequeño detalle. Todos salieron de esa clase comentando a quién darían sus listones. Algunos mencionaban a sus padres, a sus hermanos o a sus novios. Pero entre aquellos estudiantes, había uno que estaba lejos de casa. Este muchacho había conseguido una beca para esa universidad y al estar lejos de su hogar, no podía darle ese listón a sus padres o sus hermanos. Pasó toda la noche pensando a quién daría ese listón . Al otro día muy temprano tuvo la respuesta. Tenía un amigo, un joven profesional que lo había orientado para elegir su carrera y muchas veces lo asesoraba cuando las cosas no iban tan bien como el esperaba. Esa era la solución!. Saliendo de clases se dirigió al edificio donde su amigo trabajaba. En la recepción pidió verlo. A su amigo le extrañó, ya que él muchacho lo iba a ver después de que él salía de trabajar, por lo que pensó que algo malo estaba sucediendo. Cuando lo vio en la entrada, sintió alivio de que todo estuviera bien, pero a la vez le extrañaba el motivo de su visita. El estudiante le explicó el propósito de su visita y le entregó tres moños, le pidió que se pusiera uno y le dijo que "al estar lejos de casa, el era el más indicado para portarlo". El joven ejecutivo se sintió halagado, no recibía ese tipo de reconocimientos muy a menudo y prometió a su amigo que seguiría con el experimento y le informaría de los resultados. El joven ejecutivo regresó a sus labores y ya casi a la hora de la salida se le ocurrió una arriesgada idea: Le quería entregar los dos moños restantes a su jefe. El jefe era una persona huraña y siempre muy atareada, por lo que tuvo que esperar que estuviera "desocupado". Cuando consiguió verlo, su jefe estaba inmerso en la lectura de los nuevos proyectos de su departamento, la oficina estaba repleta > de reconocimientos y papeles. El jefe sólo gruñó: -"¿Qué desea?". El joven ejecutivo le explicó tímidamente el propósito de su visita y le mostró los dos moños. El jefe, asombrado, le preguntó: "¿Por qué cree usted que soy el más indicado para tener ese moño?". El joven ejecutivo le respondió que él lo admiraba por su capacidad y entusiasmo en los negocios, además que de él había aprendido bastante y estaba orgulloso de estar bajo su mando. El jefe titubeo, pero recibió con agrado los dos moños, no muy a menudo se escuchan esas palabras con sinceridad estando en el puesto en el que él se encontraba.
El joven ejecutivo se despidió cortésmente del jefe y, como ya era la hora de salida, se fue a su casa. El jefe, acostumbrado a estar en la oficina hasta altas horas, esta vez se fue temprano a su casa. En la solapa llevaba uno de los moños y el otro lo guardó en el bolsillo de su camisa. Se fue reflexionando mientras manejaba rumbo a su casa. Su esposa se extrañó de verlo tan temprano y pensó que algo le había pasado, cuando le preguntó si pasaba algo, el respondió que no pasaba nada, que ese día quería estar con su familia. La esposa se extrañó, ya que su esposo acostumbraba llegar de mal humor. El jefe pregunto:- "¿Dónde esta nuestro hijo?", la esposa sólo lo llamó, ya que estaba en el piso superior de la casa. El hijo bajó y el padre sólo le dijo "Acompáñame". Ante la mirada extrañada de la esposa, y del hijo, ambos salieron de la casa. El jefe era un hombre que no acostumbraba gastar su "valioso tiempo" en su familia muy a menudo. Tanto el padre como el hijo se sentaron en el porche de la casa. El padre miró a su hijo, quien a su vez lo miraba extrañado. Le empezó a decir que sabía que no era un buen padre, que muchas veces se perdió de aquellos momentos que sabía eran importantes. Le mencionó que había decidido cambiar, que quería pasar más tiempo con ellos, ya que su madre y él eran lo más importante que tenía. Le mencionó lo de los moños y su joven ejecutivo. Le dijo que lo había pensado mucho, pero quería darle el último moño a él, ya que era lo más importante, lo más sagrado, para él, que el día que nació, fue el más feliz de su vida y que estaba orgulloso de él. Todo esto mientras le prendía el moño que decía "Eres importante para mí" El hijo, con lágrimas en los ojos le dijo: -"Papá, no se qué decir, mañana pensaba suicidarme porque pensé que no te importaba. Te quiero papá , perdóname...." Ambos lloraron y se abrazaron, el experimento de la profesora dio resultado, había logrado cambiar no una, sino varias vidas, con sólo expresar lo que sentía.... Ese es el poder de uno... Expresar lo que sientes y darle valor a los detalles de la gente que te ama. Por eso tú para mí... " Eres muy Importante " UNA GRAN FRASE "Se necesita sólo de un minuto para que te fijes en alguien, una hora para que te guste, un día para quererlo, pero se necesita de toda una vida para que lo puedas olvidar". Remitido por Javier Coifman Haría cualquier cosa. Jack tenía parálisis cerebral. Era cuadripléjico y empleaba el restringido movimiento que tenía en una mano para empujar la palanca que movía su silla
de ruedas eléctrica. A pesar de que no era alumno mío, a menudo asistía a mis conferencias y participaba en grupos de discusión. Yo tenía dificultades para entender lo que decía y confiaba en gran medida en sus compañeros de clase para que lo interpretaban. Él compartía sus preocupaciones y frustraciones personales conmigo, conmoviéndose profundamente. ¡Era valiente para ser tan vulnerable! Un día, después de clase, Jack se me acercó y dijo que quería trabajar. En ese momento yo estaba entrenando a adultos gravemente discapacitados para trabajar en puestos dentro y fuera del campus en la Universidad de Fresno City. Le pregunté: -¿Dónde? -Con usted en la cafetería- me respondió. Asombrada en el primer instante, pensé en las destrezas necesarias para limpiar mesas, cargar lavaplatos, barrer, pasar el trapo, ordenar provisiones, etcétera. ¿Cómo podría una persona cuadripléjica intervenir en ese tipo de programa de formación? No pude responderle. Tenía la mente en blanco. -¿Qué te gustaría hacer, Jack?- le pregunté, esperando que tuviera algo pensado. Su respuesta fue firme: -¡Haría cualquier cosa!- me dijo con una sonrisa. ¡Oh, cómo me gustó su ánimo y su voluntad y cuánto admiré su convicción! Acordamos encontrarnos en la cafetería a las diez de la mañana del otro día. Me pregunté si sería puntual. ¿Podía siquiera leer la hora? A la mañana siguiente, oí su silla de ruedas quince minutos antes de la cita. En silencio imploré consejo y lucidez. A las diez de la mañana nos encontramos. A las diez y un minuto, Jack estaba listo para empezar a trabajar. Su entusiasmo hacía que su forma de hablar fuera todavía más difícil de entender. En mi esfuerzo por encontrar una manera de que Jack participara de manera significativa en un programa vocacional de formación, me enfrenté con un obstáculo tras otro. Su silla de ruedas impedía que se acercara demasiado a las mesas. Era incapaz de usar las manos salvo para apretar. Intenté algunas adaptaciones sin éxito. Al ver mi frustración, un preceptor de buen corazón se ofreció para ayudar. En media
hora había encontrado una solución. Acortó el mango de un cepillo para que cupiera cómodamente bajo el brazo de Jack y pudiera ser manipulado con una mano. El cepillo se ubicó de tal manera que pudiera alcanzar la tabla de las mesas. Con la otra mano, Jack impulsaba su silla, limpiando la superficie de las mesas mientras se movía. ¡Jack estaba en el cielo! Se sentía orgullosísimo de ser un participante activo y no sólo un observador. Cuando lo miraba, advertía que podía sacar las sillas de su camino usando su silla de ruedas. Se creó un nuevo trabajo para Jack: apartar las sillas de las mesas que estaban diseñadas para sillas de ruedas y alinearlas contra la pared, fuera del camino. Jack cumplía ese trabajo con gusto y orgullo. ¡Su autoestima rebasaba! ¡Por fin se sentía capaz y digno! Un día Jack se me acercó cubierto de lágrimas. Cuando le pregunté qué pasaba, me explicó que la gente no lo dejaba hacer su trabajo. Al principio no entendí lo que quería decir, luego lo observé tratando de mover las sillas. Le costaba tanto esfuerzo, que los alumnos bienintencionados pensaban que estaba luchando para sacar las sillas de su camino y las movían para dejarle el campo libre. Él trataba de explicar, pero nadie se tomaba el trabajo de escucharlo. El problema se resolvió cuando hice estas tarjetas para que Jack llevara sobre su bandeja: ¡Hola! Mi nombre es Jack. Trabajo en la cafetería. Mi tarea es limpiar mesas y mover ciertas sillas hacia la pared. Si quieren ayudarme, POR FAVOR háganme una gran sonrisa y díganme qué buen trabajo estoy haciendo. Jack desplegaba y compartía estas tarjetas orgullosamente. Los estudiantes empezaron a tomarse a Jack y su trabajo en serio. Ese semestre experimentó la autoestima que se siente cuando uno percibe que es reconocido y apoyado. Su voluntad siempre será una inspiración para mí cuando busco, y encuentro, para mis alumnos y para mí, nuevos caminos tendientes a superar los obstáculos de la vida y ser lo mejor que podemos con los talentos que Dios nos dio. Dolly Trout
La voluntad es algo impresionante. Puesta al servicio de un objetivo, puede lograr aún lo que parece imposible. Y cuando se pone en marcha, no hay obstáculo que pueda detenerla. El hombre busca sin cesar la respuesta a un cerrado interrogante: ¿Para qué vivo?. Y trata de sentirse útil, de sentirse importante, de sentirse significativo, de sentirse querido y reconocido, precisamente para justificar su existencia. Hay quienes se sienten importantes, y llevan una excelente comunicación consigo mismos. Pero también hay quienes tienen muy baja su autoestima, y se sienten inferiores, malqueridos, inútiles. Pero la mayoría de las veces, en estos casos, las sensaciones no tienen correlato con la realidad. Es un problema de uno mismo, de autoestima pura, porque los demás no nos ven de la misma manera que nosotros nos sentimos. Y más allá de cualquier otra consideración hay una verdad irrefutable que debe ser tenida muy en cuenta: Cada uno de nosotros es un ser único e irrepetible. Y como tales, tenemos nuestro valor intrínseco. La clave está en saber descubrirlo, en visualizarlo, en sentirlo en toda su magnitud. Entonces, cuando sintamos que nuestra autoestima nos traiciona, cuando sintamos que nos autodesvalorizamos, cuando sintamos que no servimos para nada, cuando sintamos y aceptemos que todo nos salga mal, pensemos en todos aquellos seres que, con verdaderas dificultades de salud, con sus capacidades físicas restringidas, día a día se superan a sí mismos en esa cuestión de sentirse útiles. Y si en algún momento sentís que tu existencia no tiene razón de ser, ten en cuenta que, mientras haya una persona que te quiera, tu vida ya tiene el máximo sentido. Aquí, escribiendo estas palabras, ya tienes una. Y si abrís de par en par tu corazón, descubrirás muchas más. Si hay mucha gente que te quiere... ¿Por qué no habrías de quererte vos? Abrete a tu ser interior. El inmenso tesoro de tu propia vida está al alcance de tus ojos... Reflexión: Graciela Heger A.
PARA APRENDER
Si puedes conservar tu cabeza, cuando a tu alrededor todos la pierden y te cubren de reproches; si puedes tener fe en ti mismo, cuando duden de ti los demás hombres y ser indulgente para su duda; si puedes esperar, y no sentirte cansado con la espera; si puedes, siendo blanco de falsedades, no caer en la mentira, y si eres odiado, no devolver el odio; sin que te creas, por eso, ni demasiado bueno, ni demasiado cuerdo; si puedes soñar sin que los sueños, imperiosamente te dominen; si puedes pensar, sin que los pensamientos sean tu objeto único; si puedes encararte con el triunfo y el desastre, y tratar de la misma manera a esos dos impostores; si puedes aguantar que a la verdad por ti expuesta la veas retorcida por los pícaros; para convertirla en lazo de los tontos, o contemplar que las cosas a que diste tu vida se han desecho, y agacharte y construirlas de nuevo, ¡aunque sea con gastados instrumentos! si Eres capaz de juntar, en un solo haz, todos tus triunfos y arriesgarlos, a cara o cruz, en una sola vuelta y si perdieras, empezar otra vez como cuando empezaste y nunca más exhalar una palabra sobre la pérdida sufrida! si puedes obligar a tu corazón, a tus fibras, a tus nervios, a que te obedezcan aún después de haber desfallecido y que así se mantengan, hasta que en ti no haya otra cosa que la voluntad gritando: “¡Persistid, es la Orden!” Si puedes hablar con multitudes y conservar tu virtud, o alternar con reyes y no perder tus comunes rasgos; si nadie, ni enemigos, ni amantes amigos, pueden causarte daño; si todos los hombres pueden contar contigo, pero ninguno demasiado; si eres capaz de llenar el inexorable minuto, con el valor de los sesenta segundos de la distancia final; tuya será la tierra y cuanto ella contenga y -lo que vale más- serás un hombre ¡Hijo mío! Rudyard Kipling
PARA EDUCAR ...Y cuando se hizo grande, su padre le dijo: -Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes obligación de volar, me parece que sería penoso que te limitaras a caminar, teniendo las alas que el buen Dios te ha dado. -Pero yo no sé volar contestó el hijo. -Es verdad... -dijo el padre y caminando lo llevó hasta el borde del abismo en la montaña. -Ves, hijo, este es el vacío. Cuando quieras volar vas a pararte aquí, vas a tomar aire, vas a saltar al abismo y extendiendo las alas, volarás. El hijo dudó: -¿Y si me caigo? -Aunque te caigas no morirás, sólo algunos machucones que te harán más fuerte para el siguiente intento -contestó el padre. El hijo volvió al pueblo, a sus amigos, a sus pares, a sus compañeros con los que había caminado toda su vida. Los más pequeños de mente le dijeron: -¿Estás loco? ¿Para qué? Tu viejo está medio zafado... ¿Qué vas a buscar volando? ¿Por qué no te dejas de pavadas? ¿Quién necesita volar? Los más amigos le aconsejaron: -¿Y si fuera cierto? ¿No será peligroso? ¿Por qué no empiezas despacio? Prueba tirarte desde una escalera o desde la copa de un árbol, pero... ¿desde la cima? El joven escuchó el consejo de quienes lo querían. Subió a la copa de un árbol y, con coraje, saltó... Desplegó las alas, las agitó en el aire con todas sus fuerzas pero igual se precipitó a tierra... Con un gran chichón en la frente, se cruzó con su padre: -¡Me mentiste! No puedo volar. Probé y ¡Mira el golpe que me di! No soy como tú. Mis alas sólo son de adorno.
-Hijo mío- dijo el padre -Para volar, hay que crear el espacio de aire libre necesario para que las alas se desplieguen. Es como tirarse en un paracaídas, necesitas cierta altura antes de saltar. Para volar hay que empezar corriendo riesgos. Si no quieres, quizás lo mejor sea resignarse y seguir caminando para siempre. (extraído del libro “Cuentos para pensar” de Jorge Bucay, editorial Aquí y Ahora. Edición 1978)