Palabras al 1º de mayo. El 1º de mayo es una fecha extraña en el calendario escolar, en los feriados que transitamos mes a mes. Empecemos mencionando lo que no es. No es una fecha patria, ni el nacimiento o muerte de un prócer, ni tampoco la creación de un símbolo. Pero de alguna manera, es todo eso junto también. Raro, ¿no?. En principio podríamos hablar de los mártires de Chicago, aquellos líderes obreros que guiaron la protesta en 1886 por una jornada laboral de 8 horas y fueron asesinado al año siguiente bajo la falsa acusación de poner bombas, de ser “terroristas”. Podemos mencionar el 1º de mayo como una fecha patria de todos los trabajadores y trabajadoras del mundo, que se ha impuesto a fuerza de lucha, de movilizaciones, de huelgas y, porque no, de construir la historia de los más, de las obreras, de los chicos que trabajaban a destajo en las fábricas, de los proletarios que laboraban “a cama caliente” en las empresas que sólo le daban el descanso suficiente para dormir unas pocas horas en los dormitorios de esas mismas empresas y volver a trabajar en las máquinas. Y también podemos hablar de símbolos, de imágenes, de consignas, de reclamos, que se han hecho carne a lo largo de tantos años. Como las 8 horas de trabajo, por ejemplo, una conquista que reclamaban aquellos obreros y que aún hoy los patrones buscan negar. Pero sobre todo, el 1º de mayo es bueno poder hablar de memoria. No de recuerdos, que es otra cosa. De actividad sobre la realidad de ahora, que es la mejor manera de ejercitar la memoria. Algunas cosas, por ejemplo. Hoy se alzan voces pidiendo la pena de muerte para los pibes que delinquen en forma violenta. La pena de muerte se usó en 1887 para matar obreros y pobres. Memoria. No podemos permitirlo. La terrible frase de “muerto el perro, terminada la rabia” es de una lógica del terror. Porque la rabia no viene de los pobres, de los pibes, de los obreros. Viene de la miseria, de los salarios de hambre, de la falta de trabajo, de la ausencia de futuro. No somos animales, ni estamos enfermos de rabia, solo estamos necesitados de futuro, de esperanza. Y el futuro se construye todos los días, con la mano abierta y fraterna. Como pasó hace 119 años, en 1890 acá en Rosario, una de las ciudades del mundo que celebró por primera vez el 1º de mayo en el mundo entero el Día Internacional de los Trabajadores. Aquí se hizo una movilización de obreros polacos, alemanes, italianos, españoles, y argentinos que fue desde Plaza López hasta lo que hoy es la casa del Che. Raro, ¿no?. Porque esta fecha que celebramos es hoy una fecha de los trabajadores y trabajadoras del mundo entero y que no regaló nadie. No se hizo para un fin de semana largo de turismo. . Memoria. Uno de los pocos lugares donde no se celebra es en EEUU, el país que asesinó a los mártires de Chicago. Memoria activa. En Rosario la celebramos hace 119 años, y mañana también. Por eso es necesario terminar estas palabras con una invitación a la celebración del futuro: mañana 1º de mayo a las 10 de la mañana se festeja aquí en Rosario un nuevo aniversario en la puerta de la fábrica Mahle, donde más de 500 trabajadores y sus familias están construyendo solidaridad, hermandad, trabajo. Vamos entonces a celebrar el futuro que venimos construyendo los trabajadores hace años. Vamos.