30 de 30.
Un día decidí escribir algo diferente a la publicidad. No pude. Llevo más de cinco mil días pensando en historias en treinta segundos. Pero soy terco, por eso aquí encontrarás 30 historias que se leen en 30 segundos. Es la única manera que encontré de exorcisar ese demonio.
AJUSTE DE CUENTAS
La pequeña hormiga aceleraba a fondo su Harley Davidson negra, mientras detrás de ella y no muy lejos llegaban Jeeps negros con hormigas que vestían lentes oscuros y traje. La hormiga motociclista frena derrapando la llanta trasera de su Harley, los jeeps frenan también. No hay humo pues están en una superficie de madera, pero hay tensión. Mucha tensión. La hormiga saca de su chaqueta de cuero una Magnun 357 de cañon largo, se esconde tras el vaso vacío y apunta a sus perseguidores. Los perseguidores sacan de sus smokings unas Ak47 y apuntan a la hormiga motocilcista. El silencio es ahora absoluto. Cualquier cosa puede pasar en cualquier momento, a menos que regrese el mesero, levante tu vaso y limpiando la barra te diga: ¿Otro Absinthe para el señor?
ESCRIBE BIEN POR FAVOR
Soy una letra J. Una de tantas que hay por acá. Acabo de llegar al basurero universal de letras borradas en una computadora, hay muchas. Pero en su mayoría son eses, zetas, ces, bes, ves, jes y obviamente jotas. Ayer estuve conversando con un grupo de “ves” y se quejaban pues habían llegado ahí por la pura ineptitud de un redactor que las confundió con “bes”. No lo podían creer. Como muchas otras letras aguardaban ansiosas ser liberadas del teclado y poder llegar a la pantalla de la computadora dándole fuerza y sentido a algún texto, pero su felicidad duró sólo unos instantes, pues la tecla Delete les pasó por encima arrojándolas a este enorme basurero. Un basurero del cual no saldrán jamás.
PASATIEMPO DE CAJERO.
El “Adivina el plan” debe ser el pasatiempo favorito de la muchacha de la caja rápida del supermercado, ya que es un juego que sólo funciona con las canastillas. El ser humano es un animal de hábitos y muchas veces manifiesta su comportamiento a través de lo que compra. Esta muchacha tenía el don de detectarlo y daba en el clavo el 100% de las veces: Joven con paquete de espaguettis, tomates frescos, albahaca, queso parmesano, una botella de vino, 2 copas desechables y un paquete de trojan en la canasta: Cena romántica con alguna chica. Pues se equivocan. Según la cajera es “…Aunque odio los espaguettis a la pomodoro, te los voy a preparar, pero no será gratis…”. Me imagino que habrá pensado del gordito que compro alcohol medicinal, una bolsa de arroz y una tijerita de uñas.
EL INCREDULO.
Era una incredulidad tan abrumadora que a veces se confundía con necedad. Desde niño acostumbraba a no creer lo que decían, no era raro ver que el cuco se lo llevara de vez en cuando o que papá Noel no le trajera regalos en la mayoría de las navidades, etc. Tampoco nunca creyó en la advertencia esa que hacen las mamás cuando uno no toma la leche, por eso ahora que creció, es enano. Siempre quería comprobar las cosas él mismo, y a veces eso le traía problemas. Como aquella vez en la que no creyó que las cabinas de las montañas rusas eran demasiado grandes para el. Se cayó en la subida. Una vez lo vi tomando el tiempo con su reloj pulsera mientras leía este cuento. Quería comprobar si efectivamente estas historias duraban 30 segundos. Pero no lo hacía de necio, si no de incrédulo.
CHAMBA DE MIERDA.
El era el encargado de rellenar el item más temido de un análisis de heces en un laboratorio: El Olor. A otros pasantes les tocaba rellenar el item de color, de textura, etc. Pero a él le toco el item del olor. Eso cambió su vida para siempre. Desarrolló una habilidad tal, que podía reconocer a la gente del barrio por el olor de sus heces. Cuando estaba en una fiesta sabía exactamente quién estaba ocupando el baño en ese momento y si por casualidad alguien soltaba un flato, su dedo inquisidor siempre apuntaba en la dirección correcta, era un tipo rarísimo. A veces llevaba algo de trabajo para la casa, pero no llegaba a casa, lo bajaban del bus a patadas. Ayer me enteré que lo echaron, según me cuentan consideraba que lo que hacía le cagaba mal.
POR CULPA DE LOS MARKETEROS LAS QUESADILLAS DEMORAN EN PREPARARSE.
El nunca bien ponderado queso Oaxaca rompe, sin querer, todas las teorías del marketing actual. Esa bola trenzada de color blanco, se burla y se mofa de los marketeros. Es un producto a simple vista complicadísimo. Que además el consumidor tendrá que desenredar si lo quiere comer, y no sólo eso. Además lo tiene que deshebrar. Parece increíble que durante todos estos años, a ningún fabricante se le haya ocurrido cambiar la forma en la que se produce el queso Oaxaca. No creo que ningún proceso sea más difícil que hacer una bola trenzada de queso. ¿Por qué no fabricarlo ya deshebrado? Será acaso porque algún marketero envidioso dijo: …para qué, si igual se vende!
MEDIA CON PEZUÑA.
Lo peor que le puede pasar a un empleado de lavandería es que le toque la temida “media con pezuña”. Yo como empleado de una puedo dar fe de ello. Se esconden en los lugares menos pensados: Dentro de la copa de un sostén, en las camisas de traje, en la pierna de unos jeans, etc. Siempre hechas una bolita, como haciéndose las muertitas. Algunas hasta tienen la habilidad de parecer almidonadas de lo duras que se ponen. Hay que tener cuidado con estas medias, porque pueden echar a peder toda una carga de la maquina. Estamos hablando de que el boxer de los Rolling Stones puede terminar oliendo a queso rancio y eso es algo que en esta lavandería no vamos a permitir.
KARMA.
Un amigo que trabaja para una exitosa empresa de marketing, reconoció una vez, después de algunas cervezas, que en su chamba le habían arruinado la vida. Yo sabía que en esa empresa los hacían pensar como robots, pero nunca pensé que fuera para tanto. Me dijo que todo fue por culpa de uno de sus jefes. Este tenía la costumbre de preguntarle como sería tal o cual producto si fuese una persona ya que según él, así podía definir la personalidad de la marca. Mi amigo tuvo a este tipo como jefe durante 10 años. Ahora no puede llevar una vida normal, cuando va al baño por ejemplo, le resulta imposible embarrar de caca a un leal y servicial compañero que sabe que nunca le va a fallar.
EL ULTIMO JAPONES
Imagínense que son un cacahuate. Uno estilo japonés. Están durante algunos días en la góndola del super, esperando que alguien los escoja y cuando eso sucede la felicidad los invade. Por fin van a poder cumplir con su objetivo en la vida: Dejarse rodar hasta caer en un botanero y calmar el hambre de los invitados a la reunión. Todos ustedes se ven provocativos y es imposible no sentir envidia de quienes dejan el botanero. Hay quienes se van en montoncitos y algunos otros se van solos, uno por uno atrapados elegantemente por sólo dos dedos. La felicidad es total. Pero no muy duradera, pues si te toca ser el último japonés, la inexplicable estupidez humana hará que nadie se atreva a agarrarte. Tu destino sin lugar a dudas, será la bolsa de basura, junto a cerveza caliente y colillas de cigarros.
EL ADORNO DE OZZY
Debe ser mucha gente la que vino a esta fiesta, todos están felices porque los escucho reír, principalmente a las mujeres. Las botellas de jack, con las que entran los invitados, chocan entre ellas y producen un sonido que hasta podría decirse que da sed. Todo se desarrolla como siempre, los invitados ríen y se divierten al ritmo de sendas drogas y cantidades diluvianas de alcohol. Hasta que empiezan los besos, los gemidos y ahí es cuando siento rabia. Rabia de que esa puta empleada me haya tirado al piso mientras pasaba el trapo. Ahora estoy en hecho mierda. Despedazado dentro de una bolsa, esperando que la mano de mi amo pegue mis pedazos y vuelva a ser el adorno preferido de Ozzy, pero hoy perderá el conocimiento así es que no tengo esperanzas. Ojalá y mañana pase tarde el camión de basura.
LAS MANZANAS PERFECTAS
Las manzanas bien rojas y bien redondas odian a las viejas y amargadas maestras de primaria. Eso esta fuera de discusión. Aquellas manzanas que crecen pocas veces al año y tienen la dicha de ser perfectas, pero la mala suerte de caer en la casa de algun niño Nerd y lambiscon, van a terminar indefectiblemente en el pupitre de alguna de esas maestras de primaria. Cuando el alboroto se cabe y los niños salgan corriendo a encontrarse con sus padres, la maestra depositará sus gelatinosas nalgas en la silla, agarrará la manzana perfecta con sus manos callosas y arrugadas y se la llevará a la boca que igual de arrugada emanará un vaho tibio y mal oliente que cubrirá la rojiza piel de la manzana matándola antes de que sea mutilada por esos amarillentos dientes y esa venenosa baba pastosa.
EL MARKETING TIENE UN MONTE TAIGETO
Las probabilidades son mínimas. A razón de uno en tres millones setecientos cuarenta y nueve mil doscientos veinte y tres. Ser el producto defectuoso es una maldición. Un escalón menos en el arduo ascenso hacia el Balhala de los productos. El producto defectuoso carga sobre sus hombros la enorme culpa de transformar una experiencia de compra, cargada de anhelos y esperanzas, en una mala convivencia con el consumidor y por consiguiente, que por su culpa la marca sea odiada y la reputación de sus tres millones setecientos cuarenta y nueve mil doscientos veinte y dos compañeros se vaya inmediatamente al los más profundos y obscuros cajones de los olvidados escritorios de una oficina de marketing.
NO CREO EN LA REENCARNACION
Yo lo entiendo. Entiendo su frustración y su odio contra la vida. Pasarse encerrado en un sitio oscuro la mayor parte del día y que sólo te saquen para separar lo que sirve de lo que no sirve, debe ser realmente enloquecedor. Y es que llegó a este mundo sólo para eso. Para quedarse con la basura, con los desechos, osea con la mierda pues. Pobre, su capacidad física no le da para más. Muchos de sus compañeros de trabajo tienen mejores oficios: Mezclar, cortar, almacenar, etc. Pero el no. La vida no quiso que tuviera esos privilegios. Por eso, y así este viviendo en el primer mundo o en la pobreza absoluta y ya sea de aluminio o de plástico, no me gustaría reencarnarme en un colador ni de pedo.
OPTIMISTA
La picazón en la palma de la mano no lo dejó dormir. Se levantó de la cama para luchar contra la pesada maquinaria del lunes pensando como acostumbraba: De manera positiva. Se repitió una y otra vez que cuando te pica la palma de la mano es porque pronto recibirás dinero. Quizás Alfredo le pagaría el dinero que le estaba debiendo, quizás llegaría el aumento o quizás se encontraría dinero tirado en la calle. Trabajó con una gran sonrisa y con el optimismo a tope, incluso se animó por unas cervezas en el bar que le quedaba de camino, ahí se encontró con Raúl, un amigo de la infancia que era doctor y le dijo que lo que tenía era un hongo en la mano muy contagioso.