William Carlos Williams: "EL PENSADOR" Las nuevas pantuflas rosas de mi mujer tienen unos alegres pompones. Ni una sola mancha, ni una mota en su puntera de raso o en los laterales. Por la noche descansan juntas bajo su lado de la cama. Por la mañana, entre tiritones, las entreveo y me sonrío. Más tarde las miro bajar por la escalera, pasar apresuradas por las puertas y trajinar en torno a la mesa, moviéndose con decisión ¡y con un bamboleo de sus alegres pompones! Y colmado de felicidad hablo con ellas en mis adentros. UNA SUERTE DE CANCION Deja que la serpiente espere en su guarida y la escritura sea de palabras, quedas y veloces, afiladas para la embestida, quietas a la espera, desveladas. -Reconciliar por la metáfora a la gente con las piedras. Componer (no ideas, cosas) Inventar! Saxígrafa es la flor que abre rocas.
Traducción: Francia Rosa Calzadilla.
POEMAS POLÍTICOS (24): Disculpa, de WILLIAM CARLOS WILLIAMS ´ ¿POR QUÉ ESCRIBO HOY? La belleza de los terribles rostros de nuestros don nadie me mueve a hacerlo: mujeres negras, jornaleros andrajosos –viejos y baqueteados– de regreso al anochecer, rostros como viejo roble florentino. También vuestras caras de cartón me mueven –ciudadanos eminentes– pero no del mismo modo. JUSTO ES DECIRLO Me comí las ciruelas que había en la nevera y que probablemente tú reservabas para desayunar Perdóname estaban deliciosas tan dulces y tan frías
LA COSA cada vez que suena pienso que es para mí pero no es para mí ni para nadie simplemente suena y nosotros amargamente la servimos juntos, ellos y yo UNA NEGRA lleva un ramo de caléndulas envuelto en un periódico viejo: las lleva en alto, medio Descubiertas, la mole de sus muslos la hace ir bamboleándose mientras pasa frente al aparador de una tienda que se cruza en su camino. Qué es sino una embajadora de otro mundo un mundo de bellas caléndulas de dos tonos que ella ofrece sin pensar nada más solo yendo por ahí con las flores en alto como una antorcha muy temprano en la mañana.
HABLA LA SEÑORA La tormenta caía sobre los robles y mi esposo y yo nos sentamos en la penumbra ¡escuchando! mirábamos por la ventana, apagadas las luces, veíamos el musgo erizarse a causa de la fuerza del viento. Frente a nosotros había dos velas prendidas juntas; nuestra casa era sólida y sus altas flamas se mantuvieron inmóviles. Que sea siempre así cuando la lluvia agite el musgo adelante y atrás allá arriba sobre mi cabeza como llamas en la furia final. LA PRIMAVERA Y TODO ESO Por el camino al hospital de contagiosos, bajo las nubes en tropel, moteadas de azul y que arrastrara el viento del noreste –un viento frío. Más allá, el despojo de campos grandes y lodosos, ocres de hierba seca, erguida y en el suelo charcos de agua estancada el semillero de los altos árboles A lo largo de todo el camino, la roja y púrpura materia, bífida, en pie, materia enramada de arbustos y arbolitos con hojas muertas, ocres --por debajo, las parras deshojadas.
En apariencia muerta, indolente, aturdida, viene la primavera. Todo ingresa desnudo al nuevo mundo, con frío, sin que tenga otra seguridad que la de haber entrado. Alrededor el viento frío, familiar. Ahora el pasto, mañana el duro rizo de la hoja de zanahoria Uno por uno los objetos se definen. Todo se hace más rápido: claridad, el contorno de una hoja Pero ahora la austera dignidad de la entrada. Aun así, el cambio tan profundo los encontró: enraizados, se aferran por debajo y ya despiertan. LAS ÚLTIMAS PALABRAS DE MI ABUELA INGLESA
A su lado, sobre una mesa pequeña junto a la cama revuelta y maloliente hubo platos sucios y un vaso de leche. Arrugada y casi ciega yacía y roncaba despertando con rabia en los tonos de la voz pidiendo a gritos la comida. Dame algo pa’comer Me están matando de hambre Me siento bien. No iré al hospital. No, no y no. ¡Dame algo para comer!
Déjame llevarte al hospital, le dije y cuando estés bien podrás hacer lo que quieras. Sonrió: Sí, primero tú haces lo que se te antoja y después podré hacerlo yo. ¡Oh, oh, oh! Gritaba cuando los de la ambulancia la pusieron en la camilla ¿A esto le llamas tratarme bien? Para entonces su mente estaba lúcida Oh, jovencitos, ustedes se creen Listos, dijo, pero te diré que no saben nada. Entonces partimos. En el camino pasamos una larga fila de olmos, los miró un rato a través de la ventanilla de la ambulancia y dijo, ¿Qué son todas esas cosas de aspecto pelusiento allí afuera? ¿Árboles? Bueno, estoy harta de ellos, y volteó la cabeza. LA ACACIA ROSA
Soy persistente, igual que la acacia rosada, una vez que la dejan entrar en el jardín es muy difícil deshacerse de ella. Si se la arranca de la tierra, y queda una raíz por mínima que sea,
vuelve a brotar. Pensarme en esos términos resulta halagador. Y también es risible. Es una flor modesta, parecida a la arvejilla de olor, que no se puede menos que admirar, hasta que sus costumbres se vuelven conocidas. ¿No somos todos un poquito así? Sería demasiado si la gente se entrometiera en las minucias de nuestra vida privada. No es que tengamos nada que ocultar, ¿pero podrían ellos soportarlo? Por supuesto, le gustaría al mundo presenciar cómo hacemos el ridículo. La pregunta es si ellos serían generosos con nosotros como nosotros hemos sido antes con otra gente. Es, como venía diciendo, una flor increíblemente resistente cuando se la combate. De ignorársela, se convierte en un árbol. Ojalá yo pudiera pensar eso de mí y de lo que después ocurrirá conmigo. El poeta, ¿qué piensa de sí mismo cuando se enfrenta con su mundo? No basta con decir, como acostumbra: "Nada importante", puesto que el poema se vería con eso traicionado. Podría responder aquello de ―una rosa es una rosa es una rosa‖, y concluir con eso. Es verdad que una rosa es una rosa, y el poema se iguala con la rosa, si es que está bien hecho.
El poeta no puede hablar mal de sí mismo sin hablar a la vez mal del poema, lo cual sería ridículo. No hay mayor recompensa en esta vida. Y así, como esta flor, persisto, por si acaso obtengo algo con ello. Yo no soy, ya lo sé, en la galaxia de los poetas una rosa, pero quién me podría negar mi lugarcito. Poemas ( 1909 ) FIGURA MÉTRICA Hay un pájaro en los álamos¡Es el sol! Las hojas son pequeños peces amarillos Que nadan en el río; El pájaro se desliza sobre ellos – El día está en sus alas ¡Fénix! Es el quién produce El gran fulgor sobre los álamos. Es su canto El que eclipsa el ruido De las hojas golpeando en el viento. ESTAS Son las oscuras semanas desoladas cuando la naturaleza en su aridez iguala la estupidez del hombre. El año se hunde en la noche y el corazón se hunde más abajo que la noche. hacia un vacío, barrido por el viento sin sol, estrellas o luna pero con luz propia como pensamiento. que hila un fuego oscuro – girando sobre el mismo hasta que
en el frío – se inflama para que el hombre no se preocupe de nada conocido, ni de la misma soledad – Ni de un fantasma que podría ser abrazado – (Ellos gimen y silban) entre los destellos y estampidos de la guerra; casas en cuyos cuartos el frío es más intenso que el que puede pensar, ida la gente que nosotros amamos, las camas vacías, los almohadones húmedos, las sillas sin usar – Escóndelo en alguna parte fuera de la mente, que eche raíces y crezca, sin relación con los celos Oídos y ojos – para mi mismo. En esta mina vienen a cavar – todos¿Es este el contrapunto para más dulce música? El principio de la poesía que al ver parado el reloj, dice: ¿Se ha parado el reloj que ayer andaba tan bien? y oye el sonido del agua en el lago Salpicando – lo que es ahora piedra. SOBRE EMPAPELADO VIVO El fondo verde azulado está dibujado con líneas de plata para expresar el sol brillante. Y en este escarpado mar de pasto o sueños reposan flores o cestas de deseos. El cielo sabe lo que ella son Entre formas azul celestes Regularmente ordenadas alrededor Mata de rosas y tridentes Hojas de dorados tres, tres y tres, Tres rosas y tres tallos La cesta suspendida puesta como asta en el azul
Repetida hasta el cieloraso hacia las ventanas donde el día Agita hacia adentro las festoneadas cortinas Al rumor de la lluvia. Del libro Dos siglos de poesía norteamericana, selección, traducción y prólogo de Alfredo Casey PAISAJE CON LA CAÍDA DE ÍCARO Según Brueghel cuando Ícaro cayó era primavera un granjero araba su campo todo el ceremonial del año estaba en marcha hormigueando cerca de la orilla del mar ocupado solo de sí sudando al sol que fundió la cera de sus alas no lejos de las costa hubo un chapoteo del todo inadvertido ese era Ícaro ahogándose
Los ánimos ( 1913 ) EL LAMENTO DE LA VIUDA EN PRIMAVERA La tristeza es mi jardín donde la hierba fresca brilla como ha brillado tantas veces, pero no con el frío fuego que me envuelve este año. Treinta y cinco años viví con mi marido. El ciruelo se cubre hoy de blanco con montones de flores. Montones de flores llenan las ramas del cerezo y tiñen los arbustos de color amarillo y rojo pero el dolor de mi corazón es más fuerte que ellas aunque fueran mi alegría en otro tiempo, hoy las veo y me alejo olvidando. Hoy mi hijo me ha dicho que en los prados, a orillas del tupido bosque vio a lo lejos árboles de flores blancas. Creo que me gustaría ir hasta allí meterme entre las flores y hundirme en el pantano. En QUE QUIERE ( 1917 ) EL POEMA Todo está en el sonido. Una canción. Muy rara vez una canción. Debiera de ser una canción – compuesta de detalles, una avispa, una genciana – cosas inmediatas, abiertas tijeras, de una dama los ojos – despertando centrífuga, centrípeta
Danse Russe
If I when my wife is sleeping and the baby and Kathleen are sleeping and the sun is a flame-white disc in silken mists above shining trees, -if I in my north room dance naked, grotesquely before my mirror waving my shirt round my head and singing softly to myself: "I am lonely, lonely. I was born to be lonely, I am best so!" if I admire my arms, my face my shoulders, flanks, buttocks against the yellow drawn shades, -who shall say I am not the happy genius of my household? Dedication for a Plot of Ground This plot of ground facing the waters of this inlet is dedicated to the living presence of Emily Dickinson Wellcome who was born in England; married; lost her husband and with her five year old son sailed for New York in a two-master; was driven to the Azores; ran adrift on Fire Island shoal, met her second husband in a Brooklyn boarding house, went with him to Puerto Rico bore three more children, lost her second husband, lived hard for eight years in St. Thomas, Puerto Rico, San Domingo, followed the oldest son to New York, lost her daughter, lost her "baby," seized the two boys of the oldest son by the second marriage mothered them -- they being motherless -- fought for them against the other grandmother and the aunts, brought them here summer after summer, defended herself here against thieves,
storms, sun, fire, against flies, against girls that came smelling about, against drought, against weeds, storm-tides, neighbors, weasels that stole her chickens, against the weakness of her own hands, against the growing strength of the boys, against wind, against the stones, against trespassers, against rents, against her own mind. She grubbed this earth with her own hands, domineered over this grass plot, blackguarded her oldest son into buying it, lived here fifteen years, attained a final loneliness and -If you can bring nothing to this place but your carcass, keep out. Muier Oh, black Persian cat! Was not your life already cursed with offspring? We took you for rest to that old Yankee farm, -- so lonely and with so many field mice in the long grass -and you return to us in this condition --! Oh, black Persian cat. Pastoral The little sparrows hop ingenuously about the pavement quarreling with sharp voices over those things that interest them. But we who are wiser shut ourselves in on either hand and no one knows whether we think good or evil.
Meanwhile, the old man who goes about gathering dog-lime walks in the gutter without looking up and his tread is more majestic than that of the Episcopal minister approaching the pulpit of a Sunday. These things astonish me beyond words. Sympathetic Portrait of a Child The murderer's little daughter who is barely ten years old jerks her shoulders right and left so as to catch a glimpse of me without turning round. Her skinny little arms wrap themselves this way then that reversely about her body! Nervously she crushes her straw hat about her eyes and tilts her head to deepen the shadow -smiling excitedly! As best as she can she hides herself in the full sunlight her cordy legs writhing beneath the little flowered dress that leaves them bare from mid-thigh to ankle -Why has she chosen me for the knife that darts along her smile?
Tract I will teach you my townspeople how to perform a funeral -for you have it over a troop of artists-unless one should scour the world -you have the ground sense necessary. See! the hearse leads. I begin with a design for a hearse. For Christ's sake not black -nor white either -and not polished! Let it be weathered -like a farm wagon -with gilt wheels (this could be applied fresh at small expense) or no wheels at all: a rough dray to drag over the ground. Knock the glass out! My God-glass, my townspeople! For what purpose? Is it for the dead to look out or for us to see how well he is housed or to see the flowers or the lack of them -or what? To keep the rain and snow from him? He will have a heavier rain soon: pebbles and dirt and what not. Let there be no glass -and no upholstery phew! and no little brass rollers and small easy wheels on the bottom -my townspeople what are you thinking of? A rough plain hearse then with gilt wheels and no top at all. On this the coffin lies by its own weight. No wreathes please -especially no hot house flowers. Some common memento is better, something he prized and is known by: his old clothes -a few books perhaps -God knows what! You realize
how we are about these things my townspeople -something will be found -anything even flowers if he had come to that. So much for the hearse. For heaven's sake though see to the driver! Take off the silk hat! In fact that's no place at all for him -up there unceremoniously dragging our friend out to his own dignity! Bring him down -bring him down! Low and inconspicuous! I'd not have him ride on the wagon at all -damn him -the undertaker's understrapper! Let him hold the reins and walk at the side and inconspicuously too! Then briefly as to yourselves: Walk behind -as they do in France, seventh class, or if you ride Hell take curtains! Go with some show of inconvenience; sit openly -to the weather as to grief. Or do you think you can shut grief in? What -- from us? We who have perhaps nothing to lose? Share with us share with us -it will be money in your pockets. Go now I think you are ready. SOUR GRAPES Blizzard Snow: years of anger following hours that float idly down -the blizzard drifts its weight deeper and deeper for three days or sixty years, eh? Then the sun! a clutter of yellow and blue flakes -Hairy looking trees stand out in long alleys over a wild solitude. The man turns and there --
his solitary track stretched out upon the world. Complete Destruction It was an icy day. We buried the cat, then took her box and set fire to it in the back yard. Those fleas that escaped earth and fire died by the cold. Queen-Anne's Lace Her body is not so white as anemony petals nor so smooth -- nor so remote a thing. It is a field of the wild carrot taking the field by force; the grass does not raise above it. Here is no question of whiteness, white as can be, with a purple mole at the center of each flower. Each flower is a hand's span of her whiteness. Wherever his hand has lain there is a tiny purple blemish. Each part is a blossom under his touch to which the fibres of her being stem one by one, each to its end, until the whole field is a white desire, empty, a single stem, a cluster, flower by flower, a pious wish to whiteness gone over -or nothing. Winter Trees All the complicated details of the attiring and the disattiring are completed! A liquid moon moves gently among the long branches. Thus having prepared their buds against a sure winter the wise trees stand sleeping in the cold.
The Late Singer Here it is spring again and I still a young man! I am late at my singing. The sparrow with the black rain on his breast has been at his cadenzas for two weeks past: What is it that is dragging at my heart? The grass by the back door is stiff with sap. The old maples are opening their branches of brown and yellow moth-flowers. A moon hangs in the blue in the early afternoons over the marshes. I am late at my singing. March I Winter is long in this climate and spring--a matter of a few days only,--a flower or two picked from mud or from among wet leaves or at best against treacherous bitterness of wind, and sky shining teasingly, then closing in black and sudden, with fierce jaws. II March, you reminded me of the pyramids, our pyramids-stript of the polished stone that used to guard them! March, you are like Fra Angelico at Fiesole, painting on plaster! March, you are like a band of young poets that have not learned the blessedness of warmth (or have forgotten it). At any rate-I am moved to write poetry for the warmth there is in it and for the loneliness-a poem that shall have you in it March.
III See! Ashur-ban-i-pal, the archer king, on horse-back, in blue and yellow enamel! with drawn bow--facing lions standing on their hind legs, fangs bared! his shafts bristling in their necks! Sacred bulls--dragons in embossed brickwork marching--in four tiers-along the sacred way to Nebuchadnezzar's throne hall! They shine in the sun, they that have been marching-marching under the dust of ten thousand dirt years. Now-they are coming into bloom again! See them! marching still, bared by the storms from my calender --winds that blow back the sand! winds that enfilade dirt! winds that by strange craft have whipt up a black army that by pick and shovel bare a procession to the god, Marduk! Natives cursing and digging for pay unearth dragons with upright tails and sacred bulls alternately-in four tiers-lining the way to an old altar! Natives digging at old walls-digging me warmth--digging me sweet loneliness high enamelled walls. IV My second spring-passed in a monastery with plaster walls--in Fiesole on the hill above 'Florence. My second spring--painted a virgin--in a blue aureole sitting on a three-legged stool, arms crossed-she is intently serious, and still
watching an angel with colored wings half kneeling before her-and smiling--the angel's eyes holding the eyes of Mary as a snake's hold a bird's. On the ground there are flowers, trees are in leaf. V But! now for the battle! Now for murder--now for the real thing! My third springtime is approaching! Winds! lean, serious as a virgin, seeking, seeking the flowers of March. Seeking flowers nowhere to be found, they twine among the bare branches in insatiable eagerness-they whirl up the snow seeking under it-they--the winds--snakelike roar among yellow reeds seeking flowers--flowers. I spring among them seeking one flower in which to warm myself! I deride with all the ridicule of misery-my own starved misery. Counter-cutting winds strike against me refreshing their fury! Come, good, cold fellows! Have we no flowers? Defy then with even more desperation than ever--being lean and frozen! But though you are lean and frozen-think of the blue bulls of Babylon. Fling yourselves upon their empty roses-cut savagely! But-think of the painted monastery at Fiesole.
Berket and the Stars A day on the boulevards chosen out of ten years of student poverty! One best day out of ten good ones. Berket in high spirits--"Ha, oranges! Let's have one!" And he made to snatch an orange from the vender's cart. Now so clever was the deception, so nicely timed to the full sweep of certain wave summits, that the rumor of the thing has come down through three generations--which is relatively forever! A Celebration A middle-northern March, now as always-gusts from the South broken against cold winds-but from under, as if a slow hand lifted a tide, it moves--not into April--into a second March, the old skin of wind-clear scales dropping upon the mold: this is the shadow projects the tree upward causing the sun to shine in his sphere. So we will put on our pink felt hat--new last year! --newer this by virtue of brown eyes turning back the seasons--and let us walk to the orchid-house, see the flowers will take the prize tomorrow at the Palace. Stop here, these are our oleanders. When they are in bloom-You would waste words It is clearer to me than if the pink were on the branch. It would be a searching in a colored cloud to reveal that which now, huskless, shows the very reason for their being. And these the orange-trees, in blossom--no need to tell with this weight of perfume in the air. If it were not so dark in this shed one could better see the white. It is that very perfume has drawn the darkness down among the leaves. Do I speak clearly enough? It is this darkness reveals that which darkness alone loosens and sets spinning on waxen wings-not the touch of a finger-tip, not the motion of a sigh. A too heavy sweetness proves its own caretaker. And here are the orchids! Never having seen such gaiety I will read these flowers for you: This is an odd January, died--in Villon's time. Snow, this is and this the stain of a violet
grew in that place the spring that foresaw its own doom. And this, a certain July from Iceland: a young woman of that place breathed it toward the South. It took root there. The color ran true but the plant is small. This falling spray of snow-flakes is a handful of dead Februaries prayed into flower by Rafael Arevalo Martinez of Guatemala. Here's that old friend who went by my side so many years: this full, fragile head of veined lavender. Oh that April that we first went with our stiff lusts leaving the city behind, out to the green hill-May, they said she was. A hand for all of us: this branch of blue butterflies tied to this stem. June is a yellow cup I'll not name; August the over-heavy one. And here are-russet and shiny, all but March. And March? Ah, March-Flowers are a tiresome pastime. One has a wish to shake them from their pots root and stem, for the sun to gnaw. Walk out again into the cold and saunter home to the fire. This day has blossomed long enough. I have wiped out the red night and lit a blaze instead which will at least warm our hands and stir up the talk. I think we have kept fair time. Time is a green orchard. April If you had come away with me into another state we had been quiet together. But there the sun coming up out of the nothing beyond the lake was too low in the sky, there was too great a pushing against him, too much of sumac buds, pink in the head with the clear gum upon them, too many opening hearts of lilac leaves, too many, too many swollen limp poplar tassels on the bare branches!
It was too strong in the air. I had no rest against that springtime The pounding of the hoofs on the raw sods stayed with me half through the night. I awoke smiling but tired. A Goodnight Go to sleep--though of course you will not— to tideless waves thundering slantwise against strong embankments, rattle and swish of spray dashed thirty feet high, caught by the lake wind, scattered and strewn broadcast in over the steady car rails! Sleep, sleep! Gulls' cries in a wind-gust broken by the wind; calculating wings set above the field of waves breaking. Go to sleep to the lunge between foam-crests, refuse churned in the recoil. Food! Food! Offal! Offal! that holds them in the air, wave-white for the one purpose, feather upon feather, the wild chill in their eyes, the hoarseness in their voices-sleep, sleep . . . Gentlefooted crowds are treading out your lullaby. Their arms nudge, they brush shoulders, hitch this way then that, mass and surge at the crossings-lullaby, lullaby! The wild-fowl police whistles, the enraged roar of the traffic, machine shrieks: it is all to put you to sleep, to soften your limbs in relaxed postures, and that your head slip sidewise, and your hair loosen and fall over your eyes and over your mouth, brushing your lips wistfully that you may dream, sleep and dream-A black fungus springs out about the lonely church doors-sleep, sleep. The Night, coming down upon the wet boulevard, would start you awake with his message, to have in at your window. Pay no heed to him. He storms at your sill with cooings, with gesticulations, curses! You will not let him in. He would keep you from sleeping. He would have you sit under your desk lamp brooding, pondering; he would have you slide out the drawer, take up the ornamented dagger and handle it. It is late, it is nineteen-nineteen-go to sleep, his cries are a lullaby; his jabbering is a sleep-well-my-baby; he is
a crackbrained messenger. The maid waking you in the morning when you are up and dressing, the rustle of your clothes as you raise them-it is the same tune. At table the cold, greeninsh, split grapefruit, its juice on the tongue, the clink of the spoon in your coffee, the toast odors say it over and over. The open street-door lets in the breath of the morning wind from over the lake. The bus coming to a halt grinds from its sullen brakes-lullaby, lullaby. The crackle of a newspaper, the movement of the troubled coat beside you-sleep, sleep, sleep, sleep . . . It is the sting of snow, the burning liquor of the moonlight, the rush of rain in the gutters packed with dead leaves: go to sleep, go to sleep. And the night passes--and never passes-Overture to a Dance of Locomotives Men with picked voices chant the names of cities in a huge gallery: promises that pull through descending stairways to a deep rumbling. The rubbing feet of those coming to be carried quicken a grey pavement into soft light that rocks to and fro, under the domed ceiling, across and across from pale earthcolored walls of bare limestone. Covertly the hands of a great clock go round and round! Were they to move quickly and at once the whole secret would be out and the shuffling of all ants be done forever. A leaning pyramid of sunlight, narrowing out at a high window, moves by the clock: disaccordant hands straining out from a center: inevitable postures infinitely repeated-two--twofour--twoeight! Porters in red hats run on narrow platforms. This way ma'am! --important not to take the wrong train! Lights from the concrete ceiling hang crooked but-Poised horizontal
on glittering parallels the dingy cylinders packed with a warm glow--inviting entry-pull against the hour. But brakes can hold a fixed posture till-The whistle! Not twoeight. Not twofour. Two! Gliding windows. Colored cooks sweating in a small kitchen. Taillights-In time: twofour! In time: twoeight! --rivers are tunneled: trestles cross oozy swampland: wheels repeating the same gesture remain relatively stationary: rails forever parallel return on themselves infinitely. The dance is sure. Romance Moderne Tracks of rain and light linger in the spongy greens of a nature whose flickering mountain--bulging nearer, ebbing back into the sun hollowing itself away to hold a lake,-or brown stream rising and falling at the roadside, turning about, churning itself white, drawing green in over it,--plunging glassy funnels fall-And--the other world-the windshield a blunt barrier: Talk to me. Sh! they would hear us. --the backs of their heads facing us-The stream continues its motion of a hound running over rough ground. Trees vanish--reappear--vanish: detached dance of gnomes--as a talk dodging remarks, glows and fades. --The unseen power of words-And now that a few of the moves are clear the first desire is to fling oneself out at the side into the other dance, to other music. Peer Gynt. Rip Van Winkle. Diana. If I were young I would try a new alignment-alight nimbly from the car, Good-bye!-Childhood companions linked two and two criss-cross: four, three, two, one. Back into self, tentacles withdrawn. Feel about in warm self-flesh. Since childhood, since childhood! Childhood is a toad in the garden, a happy toad. All toads are happy
and belong in gardens. A toad to Diana! Lean forward. Punch the steerman behind the ear. Twirl the wheel! Over the edge! Screams! Crash! The end. I sit above my head-a little removed--or a thin wash of rain on the roadway --I am never afraid when he is driving,-interposes new direction, rides us sidewise, unforseen into the ditch! All threads cut! Death! Black. The end. The very end-I would sit separate weighing a small red handful: the dirt of these parts, sliding mists sheeting the alders against the touch of fingers creeping to mine. All stuff of the blind emotions. But--stirred, the eye seizes for the first time--The eye awake!-anything, a dirt bank with green stars of scrawny weed flattened upon it under a weight of air--For the first time!-or a yawning depth: Big! Swim around in it, through it-all directions and find vitreous seawater stuff-God how I love you!--or, as I say, a plunge into the ditch. The End. I sit examining my red handful. Balancing --this--in and out--agh. Love you? It's a fire in the blood, willy-nilly! It's the sun coming up in the morning. Ha, but it's the grey moon too, already up in the morning. You are slow. Men are not friends where it concerns a woman? Fighters. Playfellows. White round thighs! Youth! Sighs--! It's the fillip of novelty. It's-Mountains. Elephants humping along against the sky--indifferent to light withdrawing its tattered shreds, worn out with embraces. It's the fillip of novelty. It's a fire in the blood. Oh get a flannel shirt, white flannel or pongee. You'd look so well! I married you because I liked your nose. I wanted you! I wanted you in spite of all they'd say-Rain and light, mountain and rain, rain and river. Will you love me always?
--A car overturned and two crushed bodies under it.--Always! Always! And the white moon already up. White. Clean. All the colors. A good head, backed by the eye--awake! backed by the emotions--blind-River and mountain, light and rain--or rain, rock, light, trees--divided: rain-light counter rocks-trees or trees counter rain-light-rocks or-Myriads of counter processions crossing and recrossing, regaining the advantage, buying here, selling there --You are sold cheap everywhere in town!-lingering, touching fingers, withdrawing gathering forces into blares, hummocks, peaks and rivers--rivers meeting rock --I wish that you were lying there dead and I sitting here beside you.-It's the grey moon--over and over. It's the clay of these parts. The Desolate Field Vast and grey, the sky is a simulacrum to all but him whose days and vast and grey, and-In the tall, dried grasses a goat stirs with nozzle searching the ground. --my head is in the air but who am I . . ? And amazed my heart leaps at the thought of love vast and grey yearning silently over me. Willow Poem It is a willow when summer is over, a willow by the river from which no leaf has fallen nor bitten by the sun turned orange or crimson. The leaves cling and grow paler, swing and grow paler over the swirling waters of the river as if loath to let go, they are so cool, so drunk with
the swirl of the wind and of the river-oblivious to winter, the last to let go and fall into the water and on the ground. Approach of Winter The half-stripped trees struck by a wind together, bending all, the leaves flutter drily and refuse to let go or driven like hail stream bitterly out to one side and fall where the salvias, hard carmine-like no leaf that ever was-edge the bare garden. January Again I reply to the triple winds running chromatic fifths of derision outside my window: Play louder. You will not succeed. I am bound more to my sentences the more you batter at me to follow you. And the wind, as before, fingers perfectly its derisive music. Winter Tres All the complicated details of the attiring and the disattiring are completed! A liquid moon moves gently among the long branches. Thus having prepared their buds against a sure winter the wise trees stand sleeping in the cold.
Complaint They call me and I go. It is a frozen road past midnight, a dust of snow caught in the rigid wheeltracks. The door opens. I smile, enter and shake off the cold. Here is a great woman on her side in the bed. She is sick, perhaps vomiting, perhaps laboring to give birth to a tenth child. Joy! Joy! Night is a room darkened for lovers, through the jalousies the sun has sent one golden needle! I pick the hair from her eyes and watch her misery with compassion. The Cold Night It is cold. The white moon is up among her scattered stars-like the bare thighs of the Police Sergeant's wife--among her five children . . . No answer. Pale shadows lie upon the frosted grass. One answer: It is midnight, it is still and it is cold . . . ! White thights of the sky! a new answer out of the depths of my male belly: In April . . . In April I shall see again--In April! the round and perfects thighs of the Police Sergeant's wife perfect still after many babies. Oya!
The Spring Storm The sky has given over its bitterness. Out of the dark change all day long rain falls and falls as if it would never end. Still the snow keeps its hold on the ground. But water, water from a thousand runnels! It collects swiftly, dappled with black cuts a way for itself through green ice in the gutters. Drop after drop it falls from the withered grass-stems of the overhanging embankment. Thursday I have had my dream--like others-and it has come to nothing, so that I remain now carelessly with feet planted on the ground and look up at the sky-feeling my clothes about me, the weight of my body in my shoes, the rim of my hat, air passing in and out at my nose--and decide to dream no more. The Dark Day A three-day-long rain from the east-an terminable talking, talking of no consequence--patter, patter, patter. Hand in hand little winds blow the thin streams aslant. Warm. Distance cut off. Seclusion. A few passers-by, drawn in upon themselves, hurry from one place to another. Winds of the white poppy! there is no escape!-An interminable talking, talking, talking . . .it has happened before. Backward, backward, backward.
To a Friend Well, Lizzie Anderson! seventeen men--and the baby hard to find a father for! What will the good Father in Heaven say to the local judge if he do not solve this problem? A little two-pointed smile and--pouff!-the law is changed into a mouthful of phrases. The Gentle Man I feel the caress of my own fingers on my own neck as I place my collar and think pityingly of the kind women I have known. The Soughing Wind Some leaves hang late, some fall before the first frost--so goes the tale of winter branches and old bones. Spring O my grey hairs! You are truly white as plum blossoms. Play Subtle, clever brain, wiser than I am, by what devious means do you contrive to remian idle? Teach me, O master. Thursday Leaves are greygreen, the glass broken, bright green. The Poor By constantly tormenting them with reminders of the lice in their children's hair, the School Physician first brought their hatred down on him. But by this familiarity
they grew used to him, and so, at last, took him for their friend and adviser. Complete Destruction It was an icy day. We buried the cat, then took her box and set match to it in the back yard. Those fleas that escaped earth and fire died by the cold. Memory of April You say love is this, love is that: Poplar tassels, willow tendrils the wind and the rain comb, tinkle and drip, tinkle and drip-branches drifting apart. Hagh! Love has not even visited this country. Epitaph An old willow with hollow branches slowly swayed his few high gright tendrils and sang: Love is a young green willow shimmering at the bare wood's edge. Daisy The dayseye hugging the earth in August, ha! Spring is gone down in purple, weeds stand high in the corn, the rainbeaten furrow is clotted with sorrel and crabgrass, the branch is black under the heavy mass of the leaves-The sun is upon a slender green stem ribbed lengthwise. He lies on his back-it is a woman also-he regards his former
majesty and round the yellow center, split and creviced and done into minute flowerheads, he sends out his twenty rays-- a little and the wind is among them to grow cool there! One turns the thing over in his hand and looks at it from the rear: brownedged, green and pointed scales armor his yellow. But turn and turn, the crisp petals remain brief, translucent, greenfastened, barely touching at the edges: blades of limpid seashell. Primrose Yellow, yellow, yellow, yellow! It is not a color. It is summer! It is the wind on a willow, the lap of waves, the shadow under a bush, a bird, a bluebird, three herons, a dead hawk rotting on a pole-Clear yellow! It is a piece of blue paper in the grass or a threecluster of green walnuts swaying, children playing croquet or one boy fishing, a man swinging his pink fists as he walks-It is ladysthumb, forget-me-nots in the ditch, moss under the flange of the carrail, the wavy lines in split rock, a great oaktree-It is a disinclination to be five red petals or a rose, it is a cluster of birdsbreast flowers on a red stem six feet high, four open yellow petals above sepals curled backward into reverse spikes-Tufts of purple grass spot the green meadow and clouds the sky.
Queen Anne's Lace Her body is not so white as anemone petals nor so smooth--nor so remote a thing. It is a field of the wild carrot taking the field by force; the grass does not raise above it. Here is no question of whiteness, white as can be, with a purple mole at the center of each flower. Each flower is a hand's span of her whiteness. Wherever his hand has lain there is a tiny purple blemish. Each part is a blossom under his touch to which the fibres of her being stem one by one, each to its end, until the whole field is a white desire, empty, a single stem, a cluster, flower by flower, a pious wish to whiteness gone over-or nothing. Great Mullen One leaves his leaves at home beomg a mullen and sends up a lighthouse to peer from: I will have my way, yellow--A mast with a lantern, ten fifty, a hundred, smaller and smaller as they grow more--Liar, liar, liar! You come from her! I can smell djer-kiss on your clothes. Ha! you come to me, you, I am a point of dew on a grass-stem. Why are you sending heat down on me from your lantern?--You are cowdung, a dead stick with the bark off. She is squirting on us both. She has has her hand on you!--well?--She has defiled ME.--Your leaves are dull, thick and hairy.--Every hair on my body will hold you off from me. You are a dungcake, birdlime on a fencerail.-I love you, straight, yellow finger of God pointing to--her! Liar, broken weed, dungcake, you have-I am a cricket waving his antennae and you are high, grey and straight. Ha!
Waiting When I am alone I am happy. The air is cool. The sky is flecked and splashed and wound with color. The crimson phalloi of the sassafras leaves hang crowded before me in shoals on the heavy branches. When I reach my doorstep I am greeted by the happy shrieks of my children and my heart sinks. I am crushed. Are not my children as dear to me as falling leaves or must one become stupid to grow older? It seems much as if Sorrow had tripped up my heels. Let us see, let us see! What did I plan to say to her when it should happen to me as it has happened now? The Hunter In the flashes and black shadows of July the days, locked in each other's arms, seem still so that squirrels and colored birds go about at ease over the branches and through the air. Where will a shoulder split or a forehead open and victory be? Nowhere. Both sides grow older. And you may be sure not one leaf will lift itself from the ground and become fast to a twig again. Arrival And yet one arrives somehow, finds himself loosening the hooks of her dress in a strange bedroom-feels the autumn
dropping its silk and linen leaves about her ankles. The tawdry veined body emerges twisted upon itself like a winter wind . . . ! To a Friend Concerning Several Ladies You know there is not much that I desire, a few chrysanthemums half lying on the grass, yellow and brown and white, the talk of a few people, the trees, an expanse of dried leaves perhaps with ditches among them. But there comes between me and these things a letter or even a look--well placed, you understand, so that I am confused, twisted four ways and--left flat, unable to lift the food to my own mouth: Here is what they say: Come! and come! and come! And if I do not go I remain stale to myself and if I go-I have watched the city from a distance at night and wondered why I wrote no poem. Come! yes, the city is ablaze for you and you stand and look at it. And they are right. There is no good in the world except out of a woman and certain women alone for certain. But what if I arrive like a turtle, with my house on my back or a fish ogling from under water? It will not do. I must be steaming with love, colored like a flamingo. For what? To have legs and a silly head and to smell, pah! like a flamingo that soils its own feathers behind. Must I go home filled with a bad poem? And they say:
Who can answer these things till he has tried? Your eyes are half closed, you are a child, oh, a sweet one, ready to play but I will make a man of you and with love on his shoulder--! And in the marshes the crickets run on the sunny dike's top and make burrows there, the water reflects the reeds and the reeds move on their stalks and rattle drily. Youth and Beauty I bought a dishmop-having no daughter-for they had twisted fine ribbons of shining copper about white twine and made a tousled head of it, fastened it upon a turned ash stick slender at the neck straight, tall-when tied upright on the brass wallbracket to be a light for me and naked as a girl should seem to her father. The Thinker My wife's new pink slippers have gay pompons. There is not a spot or a stain on their satin toes or their sides. All night they lie together under her bed's edge. Shivering I catch sight of them and smile, in the morning. Later I watch them descending the stair, hurrying through the doors and round the table, moving stiffly with a shake of their gay pompons! And I talk to them in my secret mind out of pure happiness.
The Disputants Upon the table in their bowl in violent disarray of yellow sprays, green spikes of leaves, red pointed petals and curled heads of blue and white among the litter of the forks and crumbs and plates the flowers remain composed. Coolly their colloquy continues above the coffee and loud talk grown frail as vaudeville. The Tulip Bed The May sun--whom all things imitate-that glues small leaves to the wooden trees shone from the sky through bluegauze clouds upon the ground. Under the leafy trees where the suburban streets lay crossed, with houses on each corner, tangled shadows had begun to join the roadway and the lawns. With excellent precision the tulip bed inside the iron fence upreared its gaudy yellow, white and red, rimmed round with grass, reposedly. The Birds The world begins again! Not wholly insufflated the blackbirds in the rain upon the dead topbranches of the living tree, stuck fast to the low clouds, notate the dawn. Their shrill cries sound announcing appetite and drop among the bending roses
and the dripping grass. The Nightingales My shoes as I lean unlacing them stand out upon flat worsted flowers under my feet. Nimbly the shadows of my fingers play unlacing over shoes and flowers. Spouts In this world of as fine a pair of breasts as ever I saw the fountain in Madison Square spouts up of water a white tree that dies and lives as the rocking water in the basin turns from the stonerim back upon the jet and rising there reflectively drops down again. Blueflags I stopped the car to let the children down where the streets end in the sun at the marsh edge and the reeds begin and there are small houses facing the reeds and the blue mist in the distance with grapevine trellises with grape clusters small as strawberries on the vines and ditches running springwater that continue the gutters with willows over them.
The reeds begin like water at a shore their pointed petals waving dark green and light. But blueflags are blossoming in the reeds which the children pluck chattering in the reeds high over their heads which they part with bare arms to appear with fists of flowers till in the air there comes the smell of calmus from wet, gummy stalks. The Widow's Lament in Springtime Sorrow is my own yard where the new grass flames as it has flamed often before but not with the cold fire that closes round me this year. Thirtyfive years I lived with my husband. The plumtree is white today with masses of flowers. Masses of flowers load the cherry branches and color some bushes yellow and some red but the grief in my heart is stronger than they for though they were my joy formerly, today I notice them and turn away forgetting. Today my son told me that in the meadows, at the edge of the heavy woods in the distance, he saw trees of white flowers. I feel that I would like to go there and fall into those flowers and sink into the marsh near them.
Light Hearted William Light hearted William twirled his November moustaches and, half dressed, looked from the bedroom window upon the spring weather. Heigh-ya! sighed he gaily leaning out to see up and down the street where a heavy sunlight lay beyond some blue shadows. Into the room he drew his head again and laughed to himself quietly twirling his green moustaches. Light Hearted Author The birches are mad with green points the wood's edge is burning with their green, burning, seething--No, no, no. The birches are opening their leaves one by one. Their delicate leaves unfold cold and separate, one by one. Slender tassels hang swaying from the delicate branch tips-Oh, I cannot say it. There is no word. Black is split at once into flowers. In every bog and ditch, flares of small fire, white flowers!--Agh, the birches are mad, mad with their green. The world is gone, torn into shreds with this blessing. What have I left undone that I should have undertaken? O my brother, you redfaced, living man ignorant, stupid whose feet are upon this same dirt that I touch--and eat. We are alone in this terror, alone, face to face on this road, you and I, wrapped by this flame! Let the polished plows stay idle, their gloss already on the black soil. But that face of yours--! Answer me. I will clutch you. I will hug you, grip you. I will poke my face into your face and force you to see me. Take me in your arms, tell me the commonest thing that is in your mind to say, say anything. I will understand you--! It is the madness of the birch leaves opening
cold, one by one. My rooms will receive me. But my rooms are no longer sweet spaces where comfort is ready to wait on me with its crumbs. A darkness has brushed them. The mass of yellow tulips in the bowl is shrunken. Every familiar object is changed and dwarfed. I am shaken, broken against a might that splits comfort, blows apart my careful partitions, crushes my house and leaves me--with shrinking heart and startled, empty eyes--peering out into a cold world. In the spring I would be drunk! In the spring I would be drunk and lie forgetting all things. Your face! Give me your face, Yang Kue Fei! your hands, your lips to drink! Give me your wrists to drink-I drag you, I am drowned in you, you overwhelm me! Drink! Save me! The shad bush is in the edge of the clearing. The yards in a fury of lilac blossoms are driving me mad with terror. Drink and lie forgetting the world. And coldly the birch leaves are opening one by one. Coldly I observe them and wait for the end. And it ends. The Lonely Street School is over. It is too hot to walk at ease. At ease in light frocks they walk the streets to while the time away. They have grown tall. They hold pink flames in their right hands. In white from head to foot, with sidelong, idle look-in yellow, floating stuff, black sash and stockings-touching their avid mouths with pink sugar on a stick-like a carnation each holds in her hand-they mount the lonely street.
Go Go ( 1923 )
Gogo Does Poetry This is just to say I will wear the romper that was in the pictures and which you were probably hoping I'd thrown out Forgive me it is ridiculous so light and so comfortable Spring and All ( 1923 , reeditado en 1970 ) The crowd at the ball game XXVI The crowd at the ball game is moved uniformly by a spirit of uselessness which delights them -all the exciting detail of the chase and the escape, the error the flash of genius -all to no end save beauty 0the eternal -So in detail they, the crowd, are beautiful for this to be warned against saluted and defied -It is alive, venomous
it smiles grimly its words cut -The flashy female with her mother, gets it -The Jew gets it straight -- it is deadly, terrifying -It is the Inquisition, the Revolution It is beauty itself that lives day by day in them idly -This is the power of their faces It is summer, it is the solstice the crowd is cheering, the crowd is laughing in detail permanently, seriously without thought so much depends XXII so much depends upon a red wheel barrow glazed with rain water beside the white chickens
To Elsie XVIII The pure products of America go crazy -mountain folk from Kentucky or the ribbed north end of Jersey with its isolate lakes and valleys, its deaf-mutes, thieves old names and promiscuity between devil-may-care men who have taken to railroading out of sheer lust of adventure -and young slatterns, bathed in filth from Monday to Saturday to be tricked out that night with gauds from imaginations which have no peasant traditions to give them character but flutter and flaunt sheer rags -- succumbing without emotion save numbed terror under some hedge of choke-cherry or viburnum -which they cannot express -Unless it be that marriage perhaps
with a dash of Indian blood will throw up a girl so desolate so hemmed round with disease or murder that she'll be rescued by an agent -reared by the state and sent out at fifteen to work in some hard pressed house in the suburbs -some doctor's family, some Elsie -voluptuous water expressing with broken brain the truth about us -her great ungainly hips and flopping breasts addressed to cheap jewelry and rich young men with fine eyes as if the earth under our feet were an excrement of some sky and we degraded prisoners destined to hunger until we eat filth while the imagination strains after deer going by fields of goldenrod in the stifling heat of September Somehow it seems to destroy us
It is only in isolate flecks that something is given off No one to witness and adjust, no one to drive the car
Spring and All [By the road to the contagious hospital] I By the road to the contagious hospital under the surge of the blue mottled clouds driven from the northeast-a cold wind. Beyond, the waste of broad, muddy fields brown with dried weeds, standing and fallen patches of standing water the scattering of tall trees All along the road the reddish purplish, forked, upstanding, twiggy stuff of bushes and small trees with dead, brown leaves under them leafless vinesLifeless in appearance, sluggish dazed spring approachesThey enter the new world naked, cold, uncertain of all save that they enter. All about them the cold, familiar windNow the grass, tomorrow the stiff curl of wildcarrot leaf One by one objects are definedIt quickens: clarity, outline of leaf But now the stark dignity of entrance-Still, the profound change has come upon them: rooted, they grip down and begin to awaken
El Span Roto ( 1941 )
SÓLO QUERÍA DECIRTE Sólo quería decirte que me comí los prunos que había en la nevera
y que seguramente tenías guardados para el desayuno
Perdóname estaban estupendos tan dulces y tan fríos
The Wedge ( 1944 )
THE GREAT FIGURE Among the rain and lights I saw the figure 5 in gold on a red firetruck moving tense unheeded to gong clangs siren howls and wheels rumbling through the dark city.
These are the desolate, dark weeks when natures in its barrenness equals the stupidity of man. The year plunges into night and the heart plunges lower than night to an empty, windswept place without sun, stars or moon but a peculiar light as of thought that spins a dark fire — whirling upon itself until, in the cold, it kindles to make a man aware of nothing that he knows, not loneliness itself — Not a ghost but would be embraced — emptiness, despair — (They whine and whistle) among the flashes and booms of war; houses of whose rooms the cold is greater than can be thought, the people gone that we loved, the beds lying empty, the couches damp, the chairs unused — Hide it away somewhere out of the mind, let it get roots and grow, unrelated to jealous ears and eyes — for itself. In this mine they come to dig — all. Is this the counterfoil to sweetest music? The source of poetry that seeing the clock stopped, says, The clock has stopped that ticked yesterday so well?
and hears the sound of lakewater splashing — that is now stone. LA CASA ESTABA TRANQUILA Y EL MUNDO EN CALMA La casa estaba tranquila y el mundo en calma. El lector se transformó en el libro, y la noche de verano fue como el ser consciente del libro. La casa estaba tranquila y el mundo en calma. Las palabras fueron dichas como si no hubiera habido libro a no ser por el lector inclinado sobre la página, Buscando inclinarse, buscando ser todavía más El estudioso para quien el lector es verdadero,9 para quien La noche de verano es como una perfección del pensamiento. La casa estaba tranquila porque así tenía que ser. La quietud formaba parte del sentido y parte de la mente : El acceso de la perfección a la página. Y el mundo en calma. Lo verdadero en un mundo en calma en el que no hay otro significado, es en sí mismo Calma, en sí mismo verano y noche, en sí mismo El lector inclinado y leyendo hasta tarde allí.
Paterson Que la víbora aceche bajo su pasto y lo escrito esté hecho de palabras, lento y rápido, filoso11 al golpear, calmo en la espera, insomne. –reconciliar, gracias a la metáfora, la gente y las piedras. Compone. (Las ideas, únicamente en las cosas) ¡Inventa ! Saxífraga es mi flor, que hiende las rocas.
"The Horse" Todo está en el sonido. Un canto. Raramente un canto. Debería ser un canto –hecho de detalles, avispas, una genciana –algo inmediato, tijeras abiertas, el ojo de una dama –despertando centrífugo, centrípeto.
"It Must Be Abstract". Comienza, efebo, por percibir la idea de esta invención, este mundo inventado, la inconcebible idea del sol. Debes volver a ser ignorante y ver el sol otra vez con ojo ignorante y verlo claramente en su idea. El último viernes, en la gran luz de la noche del último viernes, Volvíamos en auto a casa desde Cornwall hacia Hartford, tarde. No era un soplo nocturno en una cristalería en Viena O Venecia, inmóvil, amontonando tiempo y polvo. Era una molienda de fuerza en pulverización giratoria16 Bajo la faz de la estrella del poniente, El vigor de la gloria, un brillo en las venas Como si las cosas emergieran, se movieran y se disolvieran En la distancia, en el cambio o en la nada, Las transformaciones visibles de la noche de verano, Una abstracción argéntea insinuándose en una forma y descartándose a sí misma (un)17 poco después. Era una agitación no sólida de lo sólido. El lago de luz lunar de la noche no estaba hecho ni de agua ni de aire.
La música del desierto y otros poemas ( 1954 ) EL DESCENSO El descenso nos llama como nos llamaba el ascenso. La memoria es una especie de consumación, una suerte de renovación, incluso de inicio, pues los espacios que abre son lugares nuevos habitados por hordas de especies hasta entonces impensadas, y sus movimientos se orientan hacia nuevos objetivos (aun cuando antes hayan sido abandonados). Ninguna derrota es enteramente una derrota, pues el mundo que abre es siempre un sitio hasta entonces insospechado. Un mundo perdido, un mundo insospechado, abre paso a nuevos lugares y no hay blancura (perdida) tan blanca como el recuerdo de la blancura .
Con el atardecer, el amor despierta aunque sus sombras -que dependen de la luz del solse adormecen y se apartan del deseo . Despierta así un amor sin sombras que ha de crecer con la noche. Surgido de la desesperación, inconcluso, el descenso despierta a un nuevo mundo que es el reverso de la desesperación. Para lo que no podemos lograr, lo que se niega al amor, lo que perdimos por anticiparnos, se abre un descenso sin fin, e indestructible .
Cuadros de Brueghel y Otros Poemas ( 1962 ) LOS CAZADORES EN LA NIEVE El panorama es el invierno montañas nevadas al fondo el retorno de la caza se acerca la caída de la tarde por la izquierda los fornidos cazadores traen de vuelta la jauría el letrero del mesón colgando de una bisagra rota es un ciervo un crucifijo entre sus astas el helado patiodel mesón está desierto salvo por la hoguera enorme que flamea al viento atizada por mujeres que se agrupan en torno a la derecha más allá
de la colina hay trazas de patinadores Brueghel el pintor preocupado por todo esto escogió un arbusto azotado por el viento como primer plano para completar su pintura
Imaginaciones ( 1970 )
Creo Que todo va a estallar en círculos Una llama gigante envolverá a este tren En este instante. No pasa nada. Circulo. Sobre la plataforma desgastada. Recordando el ocio perfecto. Siento mis manos, pegajosas. Mis ojos tan débiles, quizás enfermos. Se abre la puerta y penetra la magia: “Soy la mujer más bella del mundo” Y yo no puedo creerlo. Todos los demás son tan feos. (Sostenme Carlitos Williams) Yo sonrío con el libro a medio metro. Ella tiene los ojos muy cansados. Quizás enfermos. ¿Es bella en realidad? No es la más bella del mundo. Pero tiene razón: Me veo detenido en ese rugido. “Yo tuve diecinueve abortos”. Definitivo: son sus ojos. Si la vieras. Venimos de dos mundos distintos En el nuestro no se grita aquello. Luces de plástico celebrando tu
Frente arrugada. Aire caliente enfriando Mi emoción (Carlitos Williams. Creo saber a qué te refieres) “Es un libro que deben de leer Todos los que quieran la literatura” Ejercicio de imaginaciones, Con un pie llegando al invierno. Con el otro en Lima. (¿Y a dónde más iban a huir, Billy?) Salgo de la estación. Entre los caníbales del Barrio Chino Las carteras perfectas Muchos ojos azules encima Niebla, paseo de gente sacudida. Caminas erguida entre la ropa “Agáchate para verte mejor, Espérate que acomodo la cámara” Yo aburrido de tenerte ganas. Y tu sonrisa dice tanto De tu forma de besar. Y tú con ni puta idea de lo que he estado pensando. Nada. “¿Cómo has estado?” “Te he extrañado, baby” Otra ves me sonríes mirando a la cámara Tal vez tengas toda la razón Tal vez seamos todos feos Estemos todos percudidos, víctimas de la grasa. Habrá que esperar hasta Navidad Para ver lo que nos traigan las hadas Entre los radares y parábolas de un país atrasado. “Que haya venido a sacrificarse Me parece tan parroquiano…”
Y el yate empieza su carrera Se despierta Molly en su cofre cibernético “Bienvenidos al desierto de lo inmoral” Saca un número, me mira a los ojos otra vez Y me dice: Tú no eres el elegido ¿Quién se lo dirá a Morfeo?
Incendio de la biblioteca/Libro 3 de Paterson Entre las llamas de la biblioteca que ama abominable fuego que al dadaismo ofrece queda la yerma tierra que aborrece la tremebunda ofrenda que Antonin reclama Confia en que las cascadas le han de prestar su voz mientras Paterson arde y se borra su historia para sembrar otro campo, otra voz y memoria que el doctor va engendrando con lentitud atroz De voces de los suburbios pretende sembrar su gesta Una epica de americanos, sin griegos ni latinos Williams sueña Recolectando cartas, mapas, revistas; tiempo e ingenio utiliza Pero van ya tres libros y su hazaña, pequeña. Paterson ciudad-gigante, a los textos de muertos hoy desdeña Convoca al fuego y al viento: los reduce a ceniza.
VIEJO SICAMORO
I just tell you this young tree whose round and firm trunk between the wet
pavement and the guter (whose water is trickling) rises bodily
into the air with one undulant thrust half its height-and then
diving and waning sending out young branches on all sides--
hung with cocoons it thins till nothing is left of it but two
eccentric knotted twigs bending forward hornlike at the top
Tengo que decírtelo el tronco firme y liberal de este joven árbol entre el mojado
pavimento y la alcantarilla (gli-glu de agua que escurre) se yergue de cuerpo entero
se aploma se dispersa hacia todos lados dividido en ramas más jóvenes
de las que cuelgan capullos y se adelgaza hasta que nada queda sino dos
excéntricos anudados vástagos que se estiran y encorcan medialuna en la punta Los primeros poemas ( 1997 ) Paterson (fragmento) Había un viejo puente de madera, camino a Manchester, como llamaban entonces a Totowa, por el que Lafayette cruzó en 1824, con niñas esparciendo flores a su paso. Justo al atravesar el río, en lo que ahora llaman Old Gun Mill Yard, se hallaba una fábrica que producía clavos hechos a mano.
Me acuerdo de descender al viejo taller de algodón una mañana cuando el termómetro marcaba 13 grados bajo cero, en el viejo poste de la campana. En esos días eran escasos los silbatos de vapor. La mayoría de los talleres tenían postes con campanas que repicaban para anunciar, “¡A trabajar!” Había que levantarse de la cama y pisar un montón de nieve que había logrado colarse por el techo; después de desayunar avena, caminar cinco millas al trabajo. Al llegar ahí, martillaba con ganas el yunque para mantener la circulación. En los primeros días de Paterson, el lugar más vivo del pueblo era la plaza en la cuchilla de las calles Park (ahora la calle Main) y Bank. Sin incluir las Cataratas, ese era el lugar más bonito del pueblo. Los árboles daban buena sombra sobre el corazón de la plaza, donde el circo del rumbo clavaba sus carpas. Por la calle Park se llegaba al río. Por la calle Bank a un camino que llevaba al corral de la Casa Goodwin, el corral ocupaba parte del parque al norte. El circo era cosa de otros tiempos, una pequeña carpa con espectáculo de una sola pista. No se autorizaban funciones por las tardes, eso cerraría los talleres. El tiempo era precioso en esos días. Sólo por las noches. Pero se aseguraban de pasear sus caballos por el pueblo, al acercarse la hora de cierre de los talleres. El asunto es que el pueblo se volcaba al circo por las noches. En aquellos días
el circo era iluminado con velas especiales para el espectáculo. Eran enormes, sujetas a entablados, colgaban de los alambres alrededor de la carpa, un peculiar invento. Las enormes velas eran colocadas en los entablados de la parte inferior y dos hileras de velas más pequeñas, una sobre otra, remataban en punta, su aspecto era muy llamativo e inundaba todo de luz. Las velas duraban toda la presentación, ofreciendo un extraño y deslumbrante espectáculo que contrastaba con los ostentosos artistasMuchos de los viejos nombres y lugares no se recuerdan ahora: McCurdy’s Pond, Goffle Road, Boudinot Street. The Town Clock Building. La iglesia holandesa de estilo antiguo que se quemó el 14 de diciembre de 1871, mientras el reloj marcaba las doce de la noche. Collet, Carric, Roswell Colt, Dickerson, Ogden, Pennington . . La parte del pueblo llamada Dublín fundada por los primeros inmigrantes irlandeses. Si querías vivir en el viejo pueblo tomabas agua del manantial de Dublín. La mejor agua que puedes tomar, como dijo Lafayette.
Paterson, 3
Los delineamientos de los gigantes (3) Andan incomunicados, la ecuación no tiene solución, aunque su sentido es claro —que ellos pueden vivir el pensamiento de él está asentado en la guía telefónica— Y por derivación, hacia las Grandes Cataratas, ¡al carajo! ¡el gigante ataca! La buena Muncie*, también ¡Buscaban lo milagroso! ¡Un prodigio! ¡Un prodigio! ¡Las Furias insultan alrededor de las aguas que caen! La violencia se concentra, girando en sus cabezas provocándolas: «El Monstruo Capturado». ¡Comienzan! Las perfecciones se agudizan La flor despliega sus pétalos coloridos abiertos al sol Pero la lengua de la abeja falla Vuelven a hundirse en la greda gritando —puedes decir que es un grito
que sube por ellas, un escalofrío mientras se marchitan y desparecen: El matrimonio tiene consecuencias estremecedoras Gritar o conformarse con una satisfacción menor: unos pocos van a la Costa sin ganancia— Les falla el lenguaje mueren también incomunicados. El lenguaje, el lenguaje los traiciona No saben las palabras o no tienen el coraje de usarlas —chicas de familias venidas a menos y llevadas a los montes: sin palabras. Pueden observar el torrente en sus mentes y les resulta ajeno. . Dan la espalda y se marean—¡pero se recuperan! La vida es dulce dicen: ¡el lenguaje! —el lenguaje divorciado de sus mentes, el lenguaje . . ¡el lenguaje!
La flor es nuestro signo
Paterson, 7
Los delineamientos de los gigantes (7) II. No hay dirección. ¿A dónde? No puedo decirlo. No puedo decir más que cómo. El cómo (el aullido) sólo está a mi disposición (propuesta): observando— más frío que una piedra . un capullo siempre verde, fuertemente enroscado, sobre el pavimento, perfecto en líquido y sustancia pero divorciado, divorciado de sus compañeros, caído bajo— El divorcio es el signo del conocimiento en nuestra época, ¡divorcio! ¡divorcio! con el bramido del río siempre en nuestros oídos (atrasos) induciendo sueño y silencio, el bramido del sueño eterno . . desafiando nuestro despertar— —deseo inexperto, irresponsable, inmaduro, más frío al tacto que una piedra, desprevenido —desafiando nuestro despertar: Dos chicas a medio crecer exaltando la santa Pascua, (una inversión de todo el exterior) entretejiendo sobre sí mismas, desde abajo del aire denso, espirales de densas transparencias brotaron, separándolas, aisladas de la luz: cabezas desnudas, su cabello claro colgando— Dos— distintas entre las aguas que caen de sus cabellos en el que nada se funde— dos, unidas por el instinto de ser la misma:
lazos, cortados de una pieza, rosa cereza, sujetando sus cabellos: una— una ramita de sauce arrancada de un arbusto enano en flor, sin hojas, en su mano, (¡o anguilas o una luna!) lo sostiene, el ramillete recogido, alto en el aire, el aire derramado, acariciando la piel suave— ¿No son hermosas? Por supuesto no soy un petirrojo ni un erudito, ni Erasmo ni pájaro regresando al mismo suelo año tras año. O si lo soy . . el suelo ha sufrido una leve transformación, su identidad alterada. ¡Indios! ¿Por qué hablar de ‘Yo’ siquiera, él sueña, lo que me interesa poco y nada? El tema según se demuestra: dormido, no identificado— todo de una pieza, solo en un viento que no mueve a los demás— de ese modo: un modo de pasar una tarde de domingo mientras el arbusto verde se agita. . . una masa de detalles para interrelacionarse en nuevo suelo, con dificultad; una asonancia, una homologación apiladas en tres uniendo las diferencias para clarificar y condensar el río, encrespado, pleno —¡como un arbusto se agita y una grulla blanca volará y se posará más tarde! Blanca, en los llanos entre las flores azules de los camalotes, en verano, verano! si es que viene alguna vez, en agua poco profunda! En el malecón un pequeño cono compacto (enebro),
que tiembla frenético en el vendaval indiferente: viril—permanece enraizado allí . Regresa el pensamiento: ¿Por qué no imaginé belleza allí donde no existe o no está disponible, desde que me puse voluntariamente en el camino de la muerte? Podrido como el aliento de una ballena: ¡aliento! ¡Aliento!
CUADROS DESDE BRUEGHEL LOS CAZADORES EN LA NIEVE EL CUADRO todo es invierno Heladas montañas Al fondo el regreso de la caza
Es hacia el anochecer Desde la izquierda Fornidos cazadores traen
Sus fardos el aviso del mesón Colgado de un herraje Roto es un ciervo un crucifijo Entre sus cuernos el helado Anteportal desierto Salvo por una gran fogata
Que llamea al viento atendida Por mujeres que se agrupan en torno A ella a la derecha más allá
De las colinas algunos Patinadores Brueghel el pintor Cuidadoso en todo ha escogido
Un arbusto herido por el invierno Puesto en primer plano para Contemplar la pintura.
LA PARÁBOLA DE LOS CIEGOS Esta horrible pero soberbia pintura La parábola de los ciegos Sin un rojo
Muestra en la composición un grupo De mendigos que se guían Unos a otros diagonalmente
Hacia abajo a través del lienzo Desde un extremo Hasta ir a dar a un pantano
Donde el cuadro y la composición Terminan y detrás Del cual ningún vidente
Se representa las facciones Sin afeitar de los Menesterosos con sus pocas Lastimosas posesiones una Bacía para lavarse una cabaña Se ve y la torre de una iglesia
Los rostros levantados Como contra la luz No hay un detalle extraño
A la composición cada uno
Sigue a los otros bastón en Mano triunfante hacia el desastre. JUEGO DE NIÑOS Este es el campo de una escuela Atestado De niños
De todas las edades cerca A una aldea y junto a un pequeño Río que hace un recodo Donde algunos muchachos Nadan Con el trasero al aire
O suben a un árbol cargado De hojas todo Es movimiento
Una viejas atisban Detrás del pequeño Puesto de frituras
Un matrimonio en juego un Bautismo Y cerca una se inclina
Llamando Hacia un Tonel vacío
William Carlos Williams / Paterson, 8
Los delineamientos de los gigantes (8) Patch saltó pero la señora Cumming gritó y saltó —sin ser vista (aunque había permanecido parada allí junto a su esposo media hora y más, a veinte pies del borde). :un cuerpo hallado la siguiente primavera congelado en un bloque de hielo; o un cuerpo pescado al día siguiente de un remolino de lodo— ambos callados, incomunicados ¡Sólo hace poco, hace poco! empecé a saber, a saber claramente (como a través del hielo cristalino) de dónde sacar mi aliento o cómo usarlo claramente —si no bien: ¡Claramente! Da el petirrojo su orden. ¡Claramente! claramente!
—y observa, ¡ensimismado! una rama del árbol en el borde de la catarata, una rama moteada, retenida, entre el vaivén de las ramas del grueso sicomoro hamacándose menos, entre las demás, separada, lentamente con la torpeza de una jirafa, levemente en un largo eje, tan leve que apenas si se nota, en ella la tormenta: Así la primera esposa, con la torpeza de una jirafa entre los gruesos rayos que apuñalan el misterio de un hombre: en suma, un dormir, un origen, un flagelo . sobre un tronco, su cabello laqueado atado como un nido de termitas (formando líneas) y, sus viejas nalgas aferradas al tronco en reverencia, que, de una pieza, sostienen a las demás— alerta: comienza a conocer la rama moteada que canta . definitivamente NO la universidad, un brote verde caído sobre el pavimento su dulce aliento suprimido: Divorcio (la lengua tartamudea) inexperta: dos hermanas de cuyas bocas abiertas nace la Pascua —gritan en lo alto, ¡Divorcio! Mientras el arbusto verde se mece: de allí saco mi aliento, hamacándose, de una pieza, separado, animándose brevemente, por un instante sin temor . . Lo que significa, aunque se lo diga pobremente, que hay una primera esposa y una primera belleza, compleja, ovada— los sépalos leñosos detenidos bajo el estrés de resistir allí, innato una flor dentro de una flor cuya historia
(en la mente) se agazapa entre las rocas con helechos, se ríe de los nombres con que creen que la atraparán. ¡Escapa! Nunca corriendo sino quedándose quieta— Una historia que tiene, junta a su cueva en las rocas, troncos y colmillos, su propio cañaveral donde, medio escondida, cañas y vetas doblándose, sonríe (desafiada la belleza) no a favor de la enciclopedia. Si estuviéramos lo suficientemente cerca su aliento podrido nos derribaría. El templo sobre la roca es su hermano, cuya majestad anida en las selvas —lo hace saltar, al disparo de la sabiduría: para matar y moler esos huesos: Esas terribles cosas que reflejan: la nieve cayendo en el agua, parte en la roca, parte en los juncos secos y parte en el agua donde desaparece —su forma no más lo que era: el pájaro posándose, que empuja sus patas hacia adelante para tomar impulso y cae hacia delante de todos modos entre las ramitas. La margarita de cuello débil doblándose en el viento . . . (Ilustración: Pabellón de mujeres, 1921, Paul Klee) THE DIAL 69 (1920) The Desolate Field Vast and grey, the sky is a simulacrum to all but him whose days are vast and grey and -In the tall, dried grasses a goat stirs with nozzle searching the ground. My head is in the air but who am I . . . ? -- and my heart stops amazed at the thought of love vast and grey yearning silently over me.
To Waken an Old Lady Old age is a flight of small cheeping birds skimming bare trees above a snow glaze. Gaining and failing they are buffeted by a dark wind -But what? On harsh weedstalks the flock has rested -the snow is covered with broken see husks and the wind tempered with a shrill piping of plenty THE TEMPERS Transitional First he said: It is the woman in us That makes us write-Let us acknowledge it-Men would be silent. We are not men Therefore we can speak And be conscious (of the two sides) Unbent by the sensual As befits accuracy. I then said: Dare you make this Your propaganda? And he answered: Am I not I--here?
RIPOSTE Love is like water or the air my townspeople ; it cleanses, and dissipates evil gases. It is like poetry too and for the same reasons. Love is so precious my townspeople that if I were you I would have it under lock and key like the air or the Atlantic or like poetry! ~ Pastoral The little sparrows hop ingenuously about the pavement quarreling with sharp voices over those things that interest them. But we who are wiser shut ourselves in on either hand and no one knows whether we think good or evil. Meanwhile, the old man who goes about gathering dog-lime walks in the gutter without looking up and his tread is more majestic than that of the Episcopal minister approaching the pulpit of a Sunday.
These things astonish me beyond words. ~ Pastoral If I say I have heard voices who will believe me? "None has dipped his hand in the black waters of the sky nor picked the yellow lilies that sway on their clear stems and no tree has waited long enough nor still enough to touch fingers with the moon." I looked and there were little frogs with puffed out throats, singing in the slime. ~ K. McB. You exquisite chunk of mud Kathleen -just like any other chunk of mud! -especially in April! Curl up round their shoes when they try to step on you, spoil the polish !
I shall laugh till I am sick at their amazement. Do they expect the ground to be always solid? Give them the slip then; let them sit in you ; soil their pants ; teach them a dignity
that is dignity, the dignity of mud ! Lie basking in the sun then fast asleep ! Even become dust on occasion. The Old Men - (2008) for medium voice and piano Old men who have studied every leg show in the city Old men cut from touch by the perfumed music— polished or fleeced skulls that stand before the whole theater in silent attitudes of attention,— old men who have taken precedence over young men and even over dark-faced husbands whose minds are a street with arc-lights. Solitary old men for whom we find no excuses— I bow my head in shame for those who malign you. Old men the peaceful beer of impotence be yours! POESÍA CHINA Li Bai
Conversación en la montaña ¿Me preguntas por qué habito en estas colinas verdes jade? Yo sonrío. No hay palabras para expresar el sosiego de mi corazón. ¡Que fascinante la flor del melocotón arrastrada por la corriente del agua!
Aquí vivo en otro reino más allá del mundo de los hombres. Alabanza al vino No amara el cielo el generoso vino el «astro-vino» en la serena noche no diera al hombre el celestial derroche de su fulgor lejano purpurino. Ni roja fiesta en tibia primavera llenara de alegría las campiñas si el jugo embriagador no nos lo diera el alma tierra con sus dulces viñas. Si cielo y tierra el vino te ofreciera ¿Por qué temer tan santa borrachera? Hubo famosos sabios borrachines; con tres copas no más el cielo se abre y es tuyo el universo y sus confines. Es un rapto fugaz a lo ignorado que al abstemio infeliz nunca le es dado. Un día de verano, en la montaña Agito suavemente un abanico de plumas blancas, sentado, la camisa abierta, entre las hojas verdes. Me quito el sombrero y lo cuelgo de un saliente en la roca; Desde los pinos la brisa se desliza sobre mi cabeza desnuda. Los cuervos que graznan por la tarde Doradas nubes bañan la muralla. Los negros cuervos graznan sobre sus nidos, nidos en los que quisieran descansar. En tanto, la joven esposa suspira, sola y triste, sus manos abandonan el telar, sus ojos están fijos en la azul cortina del cielo, cortina que parece separarla del mundo, como la leve niebla oscurece el río. Está sola: el esposo viaja por países lejanos; todas las noches está sola en su alcoba.
La soledad le oprime el corazón, y sus lágrimas, como fina lluvia, caen en tierra. Escuchando la mandolina de un sacerdote budista El sacerdote budista de Chou tiene una mandolina: baja del Monte de las Cejas hacia el poniente, y hace sonar sus cuerdas en mi honor. Sus vibrantes notas se parecen al alboroto de un bosquecillo de pinos mecidos por el viento. Mi corazón se siente purificado como si lo hubiesen lavado las aguas del río. La dulce melodía se une a los lejanos tañidos de una campana. Insensiblemente desciende, en torno, el crepúsculo, y los montes se esfuman en la bruma ligera. Ante el monte Ching-t´ing Pájaros que se pierden en la altura. Pasa una nube, quieta, a la deriva. Solos y frente a frente, el monte y yo. No nos hemos cansado de mirarnos. Regresando solo del paseo Embelesado por el vino, me olvido del crepúsculo. hasta que los pétalos cubren los pliegues de mi túnica. Embriago, me lebanto y regreso, llevado por la luna del arroyo. Los pájaros se han ido y yo, me quedo solo. Amarre nocturno Una cala en el río del Oeste. El cielo azul aún. Ni el jirón de una nube. La cubierta inundada por la luna. Los tiempos de antes: Hsieh, gran general. Yo le hubiera leído este poema. Otros leyó, no míos. Hoy es sombra entre sombras.
Filo de luz: el alba. Leve viento: zarpamos. Silenciosas caín las hojas de los arces. Salida de Poi-ti Al alba dejo Poi-ti, alto entre arreboles: He de llegar abajo, hasta Kia-ling, antes de que pardee. Entre los farallones chillar sin fin de monos. Diez mil rabiones desciende mi chalupa. El santuario de la cumbre La cumbre, el monasterio. Ya es noche. Alzo la mano y toco a las estrellas. Hablo en voz baja: temo que se despierte el cielo. Mientras bebo solo, a la luz de la luna "El mundo está lleno de pequeñas alegrías: el arte consiste en saber distinguirlas."
Un vaso de vino entre las flores: bebo solo, sin amigo que me acompañe. Levanto el vaso e invito a la luna: con ella y con mi sombra seremos tres. Pero la luna no acostumbra beber vino, y mi perezosa sombra sólo sabe seguirme. Festejemos, con mi amiga luna y mi sombra esclava, mientras aún es primavera.
En las canciones que entono vibran rayos lunares; en la danza que ensayo mi sombra se aferra y deshace. Los tres juntos, antes de beber, holgábamos; ahora, ebrios, cada cual va por su lado. ¡Regocijémonos muchas horas todavía, en nuestro extraño festín inanimado, para encontrarnos al fin en el RÃo de las Nubes!
Ante el vino, recuerdo a He Zhizhang En el monte Siming hay un loco El gentil e ingenioso He Zhizhang Nos conocimos en Chang An Y me llamasteis inmortal desterrado Antaño amabais lo que está en la copa Hoy sois polvo entre los pinos Cambiasteis vuestra tortuga de oro por vino Al recordarlo, humedezco de lágrimas mi pañuelo Visita a los torrentes del arroyo blanco Atravesé el Arroyo Blanco en su estrecho cauce Cuando la Aurora recién hendía la maraña de estrellas Y se desembarazaba de las sombras. Y vi De paso un instante, desde los trillados caminos de los hombres, Innumerables islas, circuidas Con los colores verde y oro de la naturaleza. El cielo tendía el espejo azul de la eternidad Sobre las aguas relucientes. Una a una
Las nubes se hacían a la mar. Mis errantes pensamientos Divagaron adonde los monstruos de cota de plata Recorren velozmente sus arroyos nativos. Canté melodías Que crecieron al promediar el día, menguaron con el atardecer Y cesaron al caer la noche. Luego busqué el reflejo de los aleros de las casas, en medio de los campos iluminados por la luna. Pensamiento en la noche serena Ante mi lecho un charco de luz. ¿La escarcha cubre la tierra? Levanto los ojos y contemplo la luna. Bajo la cabeza, y pienso en mi hogar.
A mi amor lejano
Cuando estabas, las flores llenaban la casa. Y al aire, dejaste el lecho vacío. La manta bordada, doblada, permanece intacta. Tres años ya han transcurrido, pero tu fragancia no se disipa. ¿Dónde estarás, amor mío? Te añoro, y de los árboles caen hojas amarillas Lloro, y sobre el verde musgo brilla el rocío. Conversación en la montaña
¿Me preguntas por qué habito en estas colinas verdes jade? Yo sonrío. No hay palabras para expresar el sosiego de mi corazón. ¡Que fascinante la flor del melocotón arrastrada por la corriente del agua! Aquí vivo en otro reino más allá del mundo de los hombres.
Un día de verano, en la montaña
Agito suavemente un abanico de plumas blancas, sentado, la camisa abierta, entre las hojas verdes. Me quito el sombrero y lo cuelgo de un saliente en la roca; Desde los pinos la brisa se desliza sobre mi cabeza desnuda.
Nostalgia en una noche silenciosa
La luna, sobre mi lecho sus luces proyecta. Me parece escarcha sobre la tierra. Contemplo la luna al levantar la cabeza, y, al bajarla, añoro mi aldea natal. Visita infructuosa a un taoísta de la montaña Dai Tien En medio del murmullo del arroyo ladra un perro.
Tras la lluvia se abren con vigor flores de durazno. En lo más hondo del bosque, corre uno que otro ciervo. Y junto al agua, ya es mediodía, aún no oigo campanadas. Cortinas de bambúes separan las densas nieblas, y de la esmeralda cumbre pende una cascada. Nadie sabe adónde ha ido el ermitaño. Triste descanso, recostado en un pino.
Zhao Guojing (1950) - Derechos reservados A los seis se miró en el espejo, capaz ya de pintarse sus largas cejas. A los diez salió a pisar el césped, con su falda de flores de loto. A los doce aprendió a tocar la pequeña cítara: de los plectros de plata nunca se desprendió. A los catorce, seguía con sus parientes, y, cabe imaginar, aún no se había casado. A los quince, llora bajo el viento de primavera, apartando su rostro del columpio.
Balada de Chang-gan
Zhao Guojing (1950) - Derechos reservados A los catorce años me hice tu esposa, tímida, ruborosa, sin ninguna sonrisa. A la sombra del muro me escondía, cabizbaja. Cien veces me llamaste sin que yo respondiera. Comencé a sonreir a los quince años, unida a ti como polvo y ceniza. A los dieciséis años partiste lejos. Frente a la casa hay viejas huellas de tus pasos, cubiertas todas por un musgo espeso, tan espeso que no se pueden ya barrer, y también la hojarasca del otoño temprano … Octavo mes, revolotean las mariposas, de dos en dos, sobre el jardín oeste. Pasó ya el tiempo, mi corazón herido contempla triste mis pálidas mejillas. Tarde o temprano bajarás por San -ba. Avísanos, mandanos un recado. Iré a tu encuentro, no habrá camino largo. ¡De un solo impulso hasta Arenas del Largo Viento! Delicado poema, de pasión dicha entre lín
Tomo una botella de vino
Tomo una botella de vino y me voy a beberla entre las flores. Siempre somos tres, contando a mi sombra y a mi amiga, la Luna. Cuando canto, la Luna me escucha, cuando bailo, mis sombra también baila. Terminada la fiesta... Los invitados deben partir. Yo..., desconozco esa tristeza: cuando marcho a mi casa, siempre somos tres: me acompaña la Luna y me sigue mi sombra.
Nostalgia en primavera Las hierbas de yen son hilos de seda esmeralda. El peso de las hojas inclina las verdes ramas de las moreras de Qin. Mi corazón anhelante ya está destrozado. Y sólo ahora piensas tú, mi amor, tornar a casa.
¡Oh viento de primavera! Tú, que eres un extraño, ¿por qué levantas mi cortina de raso?
Melancolía primaveral Montando un caballo blanco con silla dorada, mi esposo se fue a la guerra. Bajo cortinas de seda, cubierta con una manta bordada, duermo mecida por la brisa de primavera.
A través de la ventana la baja luna lanza una mirada furtiva a mi agonizante candelabro. Las flores indiscretas se asoman a mi morada y se burlan de mi cama vacía.
Copa en mano, pregunto a la luna Al límpido cielo, ¿cuándo llegaste? Te pregunto, levantando mi copa. No puedo trepar hasta tu espléndida lumbre, Aunque fiel me acompañes para siempre. ... Antiguos y presentes pasan como las aguas del río Y todos aprecian el resplandor de la misma luna. ¿Que más podría desear, mientras canto y bebo,
sino verte repetida en el fondo de mi copa dorada?
De noche, con mis amigos Purificados de mil años de tristeza, ¡bebamos juntos cien jarras de vino! ¡Ah¡ ¡Qué agradable conversar toda la noche! ¡La luna espléndida no nos deja dormir! Ebrios, recostados sobre la montaña vacía, Nos cubrirá el cielo amigo y la tierra será Nuestro lecho.
EN LA MONTAÑA, BEBIENDO CON UN ERMITAÑO
Bebemos juntos, las flores de la montaña se abren Un vaso, un vaso y otro más Estoy borracho, quiero dormir, mejor será que te vayas Mañana al alba, si quieres, vuelve con tu laúd
UN DÍA DE VERANO, POR LA TARDE Agito suavemente un abanico de plumas blancas, sentado, la camisa abierta, entre las hojas verdes. Me quito el gorro y lo cuelgo de una saliente en la roca; el viento entre los pinos roza mi frente desnuda. ESCRITO EN NOMBRE DE MUJER POR LI BAI.
Al cortar con una espada
La corriente de un río Las aguas nunca podrán separarse. Mis pensamientos, que te siguen en tu arrancia, Son tan interminables como esa corriente. Desde que nos separamos La hierba, delante de nuestra puerta, en otoño, Se ha tornado verde con la primavera. La podo, pero vuelve a crecer Tan densa, que cubre tus huellas. Los fénix cantan juntos y felices; Asustados, macho y hembra Cada uno vuela por su lado. ¿En cuál pico se reúnen las nubes? Una vez que se separan No vuelven a juntarse. Por un mercader que iba a Ta-lou Supe que estás en la Cala de Otoño. En el jardín de Liang duermo En un lecho solitario; En la terraza Yang tú sueñas con la lluvia. Tres veces mi familia ha dado tres primeros ministros, Caídos en desgracia nos fuimos a Chin Todavía retenemos nuestras flautas y canciones, Esas viejas tonadas se oyen aún en el vecindario. Cuando la música alcanza las purpuradas nubes Gimo por la ausencia de ti Soy como un durazno al fondo de un pozo, ¿A quién podrían sus flores? Tú eres la alta luna en el cielo, ¡Que no desea arrojar su luz sobre mí! No me reconozco al mirarme al espejo, He adelgazado desde que te fuiste. Si al menos tuvieras un loro encantado Que pudiera repetirte en dolor de mi corazón.
Du Fu Bai Juyi Han Yu Liu Zongyuan
Ouyang Xiu Su Xun Su Shi Su Zhe Wang Anshi Zeng Gong
POESÍA JAPONESA
Sankichi Toogue El 6 de agosto ¡Cómo podremos olvidar aquella centella! En un instante los 30,000 en las calles desaparecieron En el fondo de las tinieblas, aplastados los gritos de los 50,000 cesaron. Cuando el humo huracanado y amarillo se desvaneció los edificios estaban rajados, los puentes derretidos los trenes llenos de gente quedaron chamuscados vasto páramo de escombros Hiroshima. Con pieles colgando como tiras viejas con las manos en su pecho pisando líquido encefálico vistiendo pedazos de tela quemada en sus caderas lloraban hombres y mujeres desnudos caminando en procesión. Cadáveres como budas de piedra, dispersos en el jardín de una escuela. La muchedumbre se agolpó en la orilla del río, luego trepó a las balsas, y se convirtió en una pila de cadáveres bajo el sol abrasador. En medio de las llamas que se levantaban en el cielo crepuscular los barrios donde vivían mi madre y mis hermanos, aplastados vivos, fueron cubiertos por el fuego en un lugar lleno de excrementos muchachas escolares estaban tiradas; los vientres hinchados, los ojos arrancados, las cabezas sin pelo, los cuerpos descuartizados. El sol matutino alumbró a una masa anónima apiñada. Nadie se movía. En el estancamiento del hedor se oía sólo el zumbido de las moscas. ¡Cómo podremos olvidar aquel silencio que caía en la ciudad de 300,000 habitantes! ¡Cómo podremos olvidar
aquella plegaria nunca pronunciada por las cuencas blancas y vacías de nuestras mujeres y nuestros hijos!
Azuma Kondo Tarde de otoño temprano
Así pues, yo caminando por una calle tranquila de muchos templos. Muros largos, las puertas de los templos alineados Arboles enormes que sombreaban la calle. El canto de las cigarras. Repentinamente, de la puerta de un templo salió un hombre. Al tropezar conmigo me miró con una cara como diciendo ―¡Caray, ya me descubrieron!‖. Inmediatamente desapareció en otro templo. Ese hombre, ¿quién era? Ese hombre con un descolorido gorro de soldado, camisa verdeoscura, zapatos militares. ¡Ah, aquí también fantasmas de la guerra! ¡En un callejón olvidado, habitación de otro fantasma de la guerra!
Nobuo Ayukawa Hombre muerte
Por ejemplo, desde los pasos en la niebla o en todas las escaleras surge la imagen opaca de un testamentario. … Es el comienzo de todo… Ayer lejano… sentados en una cantina oscura no sabíamos qué hacer con nuestras caras torcidas
mirando el sobre de una carta ―¿No habrá sombra ni forma?‖ …Ya que fracasamos en morirnos, así estaban las cosas. Amigo, el cielo helado de ayer permanece en el filo de la navaja. Sin embargo, he olvidado dónde y cuándo te perdí. Fue una época de oro, tan efímera… jugábamos a ser dioses, a trastocar signos murmurando: ―Ésta es nuestra antigua receta‖. Siempre era otoño, ayer y hoy ―En la tristeza llueven hojas muertas‖ Esa voz, entre las sombras de la gente o en las calles ha seguido su camino de plomo negro. El día del funeral no había palabras ni asistentes. No había lugar para la ira, ni para la tristeza, ni tampoco quejas débiles. Alzando la mirada al cielo permanecías acostado tranquilo con los pies metidos en tus pesados zapatos. ―Adiós, no vale la pena creer en el sol ni en el mar‖. Amigo que duermes bajo la tierra, ¿Aun duele la herida de tu pecho?
Miyoshi Nagashimi Mercado de esclavos
¿Quién fue quien me compró, para empezar? En el mercado de esclavos azotado por el viento del norte aquel día, yo con cadenas en pies y cuello fui comprado solo y luego llevado al confín de la tierra donde ni siquiera florecían las dalias negras
comprado por esos hombres cantores de cristianos himnos que gobiernan este vasto mundo civilizado. Soy un esclavo y los huesos del esclavo vitalicio tienen que moverse como pesadas ruedas oxidadas en esta alba civilización cristiana. Sea perro o buey puede darle alimento para gallinas. Era, para mí, una larga larga ruptura con la humanidad. Acostumbrada a habitar la tierra tenebrosa mi cabeza quedó seca como el trigo. De noche me acosté en el heno y conté las estrellas del mundo una por una. Eran más dulces que las cañas del azúcar liberadas del dolor, del vocerío y los látigos de cuero. Contemplé aquellas estrellitas remotas piedras frías hasta que se desvanecieron. Oh, esclavos para los hombres amarillos, tan diferentes esta civilización cristiana es demasiado cruel para nosotros. Cuando me desperté de repente un zapato enorme pisoteó mi cara como si fuera grava. ―Ya está muerto… Compra otro‖. Oh, amigos, oh cristianos himnos. Oh, Merry Christmas. Compra otro esclavo nuevo.
Iku Takenaka Japón turístico
Vendemos el Fujiyama Vendemos Miyadyima Vendemos Nikko Vendemos todo el Japón Naruto y Aso Todo lo vendemos. Vengan, vengan por favor. Sabemos frotarnos las manos y producir sonrisas artificiales. Mucho, mucho dinero, ¡qué maravilla! Todos los japoneses compramos car Todos los japoneses gustamos de los encendedores Todos los japoneses somos buenos jardineros Todos los japoneses cantamos boogie-woogie Todos hacemos caravanas Todos somos honrados, ¡Sí señor!
CARLOS GUIDO SPANO
GOETHE
AMÓS ESCALANTE, AUTOR DRAMÁTICO ESPAÑOL POEMAS DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ:
AZARIAS H. PALLAIS:
SUPLEMENTO CULTURAL ―EL NUEVO DIARIO‖ FRANCISCO DE ASÍS FERNÁNDEZ
LUIS ROCHA
SUPLEMENTO CULTURAL ―LA PRENSA‖ JOSÉ CORONEL URTECHO OCTAVIO PAZ:
HUGO FRIEDRICH
EZRA POUND CHARLES BAUDELAIRE:
STÉPHANE MALLARMÉ UN GOLPE DE DADOS NUNCA SUPRIMIRÁ EL AZAR POEMAS DE GARCILASO DE LA VEGA:
EL LENGUAJE DE LA MÍSTICA DE ALDANA.
OBRA DE FRAY LUIS DE LEÓN
EL LENGUAJE DE LA MÍSTICA DE JUAN DE LA CRUZ.
Víctor Ruiz: Homo émulo de mulo, Sintáctico Corpus POEMAS FUTURISTAS Filippo Tommasso Marinetti
PEDRO SALINAS
RAFAEL ALBERTI MADRIGAL A UN BILLETE DE TRANVÍA
Vladimir Maïacovski:
EL CUBISMO LITERARIO O SIMULTANEÍSMO GUILLAUME APOLINAIRE
SINGULAR EN PLURAL, PLURAL EN SINGULAR LOS CALIGRAMAS
ROQUE DALTON:
JOSÉ JUAN TABLADA
MISSAEL DUARTE
TRISTÁN TZARA EL SURREALISMO
POEMAS SURREALISTAS FRANCESES. MICHAEL LEIRIS (1901 - 1990). París.
PABLO NERUDA RESIDENCIA EN LA TIERRA CESAR MORO Selección de poemas de La tortuga ecuestre
FEDERICO GARCIA LORCA Selección de poemas de ―Poeta en Nueva York‖
EL CREACIONISMO NON SERVIAM CREACIONISMO VICENTE HUIDOBRO Selección de poemas de Altazor Arte poética Que el verso sea como una llave Que abra mil puertas. Una hoja cae; algo pasa volando; Cuanto miren los ojos, creado sea, Y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra; El adjetivo, cuando no da vida, mata. Estamos en el cielo de los versos. El músculo cuelga, como recuerdo, en los museos; mas no por eso tenemos menos fuerza; el vigor verdadero reside en la cabeza. Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas! ¡Hacedla florecer en el poema! Sólo para vosotros Viven todas las cosas bajo el sol. El poeta es un pequeño Dios. ALTAZOR (FRAGMENTOS)
JOAQUÍN PASOS
CESAR VALLEJO: SELECCIÓN DE POEMAS
SELECCIÓN DE POEMAS DE TRILCE. TRILCE T. S. ELIOT La tierra baldía JAIME GIL DE BIEDMA LA POSTVANGUARDIA Lectura de textos críticos. Selección de poemas. CARLOS MARTINEZ RIVAS:
ERNESTO MEJÍA SÁNCHEZ
ERNESTO CARDENAL
LUIS CERNUDA NICANOR PARRA ANTONIO CISNEROS
POETICA DEL DESGARRO EXISTENCIAL DE SILVIA PLATH.
FRANCISCO RUIZ UDIEL
POESIA GRIEGA DEL SIGLO XX ODYSEAS ELYTIS
GIORGOS SEFERIS
POESÍA ÁRABE CONTEMPORÁNEA MAMHUD DARWISH. Selección de poemas de Ali Ahmad Said ―Adonis‖. ADONIS (Ali Ahmad Said)
Prose [ edit ]
Kora in Hell ( 1920 )
The Great American Novel ( 1923 ) trad. Rosella Mamoli Zorzi y Olivo Renata, la gran novela americana , Marsilio, Venecia 1995 En el grano americano ( 1925 , 1967 , repr. Nuevas Direcciones 2004
trad. Aldo Rosselli y Juan Rodolfo Wilcock , venas de América , Adelphi , Milán 1969 y 2002, Simon and Schuster, Milán 1977 Prosa Novelette y Otros ( 1932 ) Autobiografía ( 1951 , 1967 ) Selected Essays ( 1954 )
sobre el artista y el arte de la escritura , Sugar Co, Milán 1981 (contiene: Una vez más el pan y el caviar: consejos para el nuevo escritor, el fundamento de la fe en el arte, contra el cambio climático : un estudio sobre el artista Revelación, la poesía como un campo de acción para comenzar la historia, en la medida ) Las cartas seleccionadas de William Carlos Williams ( 1957 ) Quería escribir un poema: La autobiografía de la obra de un poeta ( 1958 ) Sí, la señora Williams: un registro personal de Mi Madre ( 1959 ) Imaginaciones ( 1970 ) La forma de la ciencia ( 1974 ) Entrevistas con William Carlos Williams: "Hablando Straight Ahead" ( 1976 ) Una imagen reconocible: William Carlos Williams sobre Arte y Artistas ( 1978 ) Libra / Williams: Las cartas seleccionadas de Ezra Pound y William Carlos Williams ( 1996 ) Las Cartas de Denise Levertov y William Carlos Williams ( 1998 ) William Carlos Williams y Charles Tomlinson: Una conexión transatlántica ( 1998 ) Un viaje a Pagany ( 1928 , repr. 1970 ) The Knife of the Times, y otras historias ( 1932 , repr. 1974 ) Blanco Mule ( 1937 , repr. 1967 ) trad. Ottavio Fatica, Flossie , Editori Riuniti, Roma, 1983 La vida a lo largo del río de Passaic ( 1938 ) In the Money ( 1940 , repr. 1967 ) Bromear sobre ello: Collected Stories ( 1950 ) El Build-Up ( 1952 ) Las hijas de los agricultores: Collected Stories ( 1961 )
trad. Fabrizio Elefante, La técnica de la imaginación: ensayos