polvos de orquídea
novela
/ Paratore
Título de la obra
: Polvos de Orquídea (Novela) Primera edición - 2005
Pre-prensa
: Luz Moreno Valverde Benjamín Romero A.
Carátula
: Ana Luis Andrade
© Derechos de Autor reservados Paco Antonio paratore Vargas machuca Primera publicación - 2005 © Derechos de Edición reservados Paco Antonio paratore Vargas machuca - 2005 Tiraje 1000 ejemplares
Impreso en los talleres gráficos de Gráfica Bellido S.R.L. Los Zafiros 244 - Balconcillo La Victoria (Lima 13), Lima-Perú, Telefax (511) 470-2773
Impreso en el Perú / Printed in peru
Nº Proyecto Editorial: 11501300500149 Depósito Legal: 1501152005-0876 ISBN: 9972-33-147-4
Para Yuyi
––––––––––––––––––––––––––– Advertencia –––––––––––––––––––––––– Como sucede en toda novela, los personajes y hechos que suceden en esta historia son ficticios. Algunas menciones de personajes públicos son sólo referenciales y no los involucran en ningún hecho comprometedor ni ilegal.
Presentación Paco se está quedando dormido, pero una violenta cabeceada lo despierta de nuevo y sigue leyendo. Paco está leyendo desde hace tres horas, arrellanado en el asiento del avión de Avianca que lo lleva de Bogotá a Buenos Aires. Hace más de veinte años que como representante de una gran empresa de productos químicos con sede en USA viaja continuamente por toda la América Latina, y dispone en sus vuelos de muchas horas libres que, sumadas a las horas de espera en aeropuertos y hoteles, le permiten leer y leer; unos de sus placeres favoritos. Finalmente, después de tanto leer y conocer a la mayoría de los novelistas latinoamericanos y españoles, y de enterarse de las noticias calientes de cada país que ya conoce perfectamente, se decidió a incursionar en el campo de las letras, para contar historias –obviamente ficticias– que incluyeran tantos hechos y personajes sórdidos y pintorescos del continente con los que ya se ha familiarizado. Además, no es la primera vez que decide escribir, pues hace treinta años escribió su primer libro… un texto de Química Orgánica. Pues bien, querido lector ahora tiene usted en sus manos la primera novela de Paco. En Polvos de OrquíDEA, Paco Paratore entreteje una trama que nos lleva de un país a otro (Colombia, Perú, México, USA, Brasil, Venezuela, etc.), relacionando historias de las que todos hemos oído algo, pero que aquí, a pesar del aparente enredo, van tejiendo una historia casi verídica que atrapa al lector desde el primer capítulo y lo introduce en temas tan
complicados como el narcotráfico internacional, las guerrillas y los paramilitares de Colombia, la lucha internacional contra el narcotráfico, las pirámides financieras, los vladi-videos de Montesinos y la picaresca de los políticos latinoamericanos, alternados con algunos paréntesis explicativos de la geopolítica del mundo ahora globalizado y su dinámica económica que a todos nos afecta. Todo esto en una trama llena de escenas sexuales extraconyugales, cuya picaresca –paralela a la de los políticos– no ha escapado al ojo observador del autor. La violencia, las traiciones, el sexo, las envidias y el casi inverosímil comportamiento de los políticos que nos rodean, dan vida a una historia que lo mantendrá en vilo, y también lo hará reír, de principio a fin. El editor
Lujuria Alexander Lugo se sentía muy contento esta mañana y silbaba mientras conducía su Mercedes Benz plateado recién comprado. Había adquirido también otros dos automóviles Volvo iguales –ambos de color blanco– uno para cada amante. Las dos vivían en su corazón apasionado, sin ataduras, pero fuertemente atraídas por el dinero. Guiaba su flamante coche a lo largo de la playa costanera, dirigiéndose a almorzar con Mariela en el restaurante Costa Verde de Barranco, al sur de Lima. Estaba loco por ella y para que le traiga suerte se había puesto esta mañana de sol un polo amarillo de última moda y escuchaba una salsa del grupo “Niche”. El día anterior habían regresado los dos de Miami después de visitar al médico que había realizado un aborto a Mariela diez días antes. Por eso ella estaba muy agradecida; al menos, así era como pensaba Alexander, y así le gustaban sus mujeres. Ella estaba intentando salir de un “mal matrimonio” que la había llevado hasta Madrid, donde Carlitos –su joven y pobre marido peruano– no había sabido valorar todos sus encantos de mujer que él, Alexander, sí sabía apreciar. Alexander no podía entender cómo Carlitos la había podido golpear tan malamente y a pesar de su estado de embarazo. Mariela –sin embargo– no reconocía que con Carlitos hubiera tenido “un mal matrimonio” sino sólo “un mal momento”; un contratiempo.
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Su marido no supo entenderla. Eso fue todo. Los coqueteos eran naturales en ella; sabía que era una mujer atractiva y le gustaba hacer que los hombres lo notaran en todo momento. Para ella era natural. Anteriormente, Alexander había dejado de ver a Mariela por la misma razón: por puros celos. Hasta que se enteró de que se había casado e ido a vivir a Madrid. Alexander pensó entonces que nunca más la vería, y había estado triste por todo un mes. La llamada de auxilio que Mariela hizo a su ex-novio por teléfono desde Madrid, cambió todas las cosas entre ambos y fue recompensada inmediatamente con un pasaje de Iberia, para Lima, obviamente en “clase ejecutiva” para que ella notara que él sí tenía dinero. El corazón de Alexander había vuelto a renacer y como señal de su fiesta interna compró el departamento en San Isidro, para poder darse escapaditas durante la mañana o cuando se le ocurriera. Así comenzaba una nueva etapa con Mariela de su corazón. Además, Alexander llevaba en la maletera del auto dos cuadros que recién le habían llegado a su fábrica de calzado en Vulcano, cuadros de un pintor todavía desconocido en el Perú, pero que prometía pues, a su parecer, tenía futuro. Esto también lo alegraba. Uno de los cuadros era de una niña cusqueña con chaqueta muy colorida, riéndose de una manera muy expresiva a pesar de vérsela muy pobre. La pintura parecía una postal de adopción de niños –la carita tierna y triste–. Al fondo se veían las montañas que rodean el Cusco con unas sombras oscuras muy dramáticas. El otro cuadro era imitación de un Renoir. Alexander siempre compraba cuadros aunque sabía poco de arte. Cuadros que luego revendería cuando el pintor ganara prestigio. Era una forma de ahorro de dólares. A Alexander no le gustaba mucho tener dinero en los bancos peruanos. Sólo utilizaba estos bancos para pedir dinero de trabajo para sus empresas. En Latino América siempre era útil trabajar con dinero prestado porque las inflaciones monetarias
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eran muy buen negocio –la pérdida de valor de las monedas locales frente al dólar ya garantizaba una ganancia al pagar los préstamos ahora “devaluados”–. Esta fue una práctica muy usada por su padre y por gente con dinero, como Alexander, quienes en complicidad con los gobiernos y agentes financieros se enriquecían con este sistema. Al final, el pueblo pagaba la inflación y la devaluación. Porque éstos, los pobres, no son sujetos de crédito bancario –no tienen títulos de propiedad por bienes inmuebles y sólo van viviendo, de semana en semana, con magros salarios–. Una vez que ganaba dinero, Alexander lo depositaba en bancos de Suiza o compraba cosas de valor. De ésto, los cuadros eran de lo mejor. Fáciles de transportar, y como los agentes aduaneros no entendían nada de arte, eran fáciles de llevar de país a país; varios miles de dólares en pocas “telas”, sin tener que pagar impuestos de importación ni ser detectados. Su colección era amplia; su codicia también. Sus pasiones por Mariela y Marisela, sus dos amantes, lo eran mucho también. No podía vivir sin alguna de estas “cosas”. Eran fundamentales y muy necesarias para su ego, sus apetitos y su paz mental. Ahora estaba por cumplir uno de esos ciclos rituales que justificaban su vida, con un buen almuerzo y toda la tarde para hacer el amor con Mariela en su departamento de San Isidro. Después, si todavía estaba con ganas, pasaría a ver y acariciar a Marisela –la otra amante– en otro departamento en San Isidro, también pagado y mantenido por él. ¡La vida era bella! Tiempo atrás. Durante el gobierno de Alan García, además de la tremenda inflación que se produjo en ese gobierno, se había ganado también mucho dinero con las licencias de crédito para la importación de mercancías. El que lograba obtener la licencia podía importar los productos y venderlos a cualquier precio, sin competencia.
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Además, algunos amigos y privilegiados podían obtener dólares para importación, a un cambio de moneda subsidiado por el gobierno. Cambio que era muy por debajo al mercado “libre”. El mercado “libre” era el de los dólares de la calle, el procedente de la selva, el que venía como fruto de la exportación de cocaína en pasta. Dólares de lavado. Valía mucho en ese entonces tener contactos en los bancos y con agentes financieros para tener acceso a las licencias de importación. Alexander había tenido ese acceso. Ahora estaba alegre también porque el antiguo presidente García estaba ayudando a que el Partido Aprista tuviera congresistas otra vez. Qué felicidad. ¡Qué maravilla! Podrían repetirse las cosas y volver a tener “suerte” en los negocios. Mejor todavía porque él, Alexander, acababa de ser elegido representante al Congreso de la Nación por cuatro años, por una de las cooperativas azucareras más grandes del país. Había que aprovechar. Pensaba seriamente que debía ir esa noche a la cena patrocinada por la Embajada Americana en el Perú. Cena para recaudar fondos para los partidos políticos frente a la elección presidencial. Allí conocería a algunos más de sus futuros “compañeros”. Alexander pensaba que él era justo y certero en los negocios, porque sabía repartir las ganancias de sus múltiples negocios entre todos los agentes financieros y de gobierno en forma equitativa mediante comisiones. No pensaba o pensaba muy poco en los empleados de sus empresas, ¿Ellos que más querían?, ya tenían empleo y recibían un salario. *****
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Alexander entró al estacionamiento del Costa Verde donde un valet parking, con una gran sonrisa, recibió las llaves del Mercedes Benz y lo estacionó justo a la entrada del lujoso restaurante, como señal para cualquier persona que pasare por allí. Así se mostraba la calidad de los comensales. —Buenos días, señor Lugo, por aquí por favor –lo saludó el maître con melosa complicidad, señalándole el camino–, le he separado una mesa discreta a la derecha de la entrada con vista al mar. ¿Le gusta? —Sí, muy bien, está perfecta; tendré compañía. ¿Me puede traer un pisco sour ahorita mismo? Doble, por favor. Alexander se sentía excitado y alegre. —Al momento. ¿Va a querer la lista de vinos o esperamos a la compañía? —Espero, respondió Alexander, a medida que miraba a su alrededor para verificar si el ambiente social era el adecuado. No mucha gente y mejor si eran parejas disparejas. Cosa que era frecuente en el Costa Verde a la hora del almuerzo y durante la semana. Alexander sacó entonces del bolsillo de su polo el pequeño teléfono celular Motorola y llamó a su casa preguntando por su esposa. Pensaba decirle que estaría toda la tarde en una reunión de negocios con la gente de Petroperú y que esa noche iría a una cena de recaudación de fondos y que, como ya era viernes, quizás también tendría que salir de viaje a Talara, urgente, esa misma noche. El sábado temprano tendría que ir a revisar en Talara unos nuevos acuerdos de recuperación secundaria de petróleo. Esto último no era cierto, pero ya planeaba una buena excusa para tener el fin de semana libre para él y sus queridas: Mariela y Marisela, separadamente por supuesto. —¡En seguida! Contestó la empleada. Voy a buscar a la señora Sofía.
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Alexander esperó un buen momento. Al fin, la empleada volvió y le dijo que la señora Sofía no estaba, que todavía estaba en el Spa y que tan pronto como volviera le avisaría que la había llamado. Entonces Alexander preguntó por sus hijas e hijos; ninguno estaba. O en el colegio, o jugando tennis, o con sus amigos, fue la respuesta. Todo esto estaba perfecto, pensó Alexander. No tendré excusas que dar. En eso vio entrar a Mariela. Delgada, alta, no muy bonita pero sexy. Toda ella movimiento de cintura y hombros. Con un cuerpo enfundado en unos pantalones blancos que resaltaban su buena figura. Tenía una blusa morada muy ceñida que marcaba sus senos, pequeños pero firmes, los que ahora estaban apuntando directamente a Alexander. Sus ojos brillantes dijeron ¡Hola Cariño!, mientras mojaba sus labios con la lengua y sus dientes brillantes parecían perlas. De otras mesas se vieron varias cabezas girar para ver a esta Mariela-mujer. ¡Barata! –pensaban las otras mujeres–. ¡Qué tal cuero! –pensaban los hombres–. Alexander no pensaba. Sólo tenía reacciones de libido adelantándose a lo que vendría después. Sus manos no podían estarse quietas. —¿Me has extrañado? Preguntó él, con su voz cotidiana, media nasal y chata. –¡Sí, y mucho! contestó Mariela haciendo un ¡chu! provocativo con los labios entreabiertos, e inmediatamente siguió: —Esta mañana pensé que me gustaría ir a ver a mis papás a Huacho. —¿Quieres algo para beber antes del almuerzo? ¿Un vaso de vino? ¿Pisco sour? –preguntó Alexander–. —Sí, cualquier cosa, –contestó ella– todavía mirando de lado, curiosa con sus alrededores. ¿Crees que me comprarás un
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conjunto lila que acabo de ver en LarcoMar?, ¿vamos después del almuerzo? —¿La lista de vinos? Decía en ese momento el maître que se había aproximado silenciosamente a la mesa. ¿Un chileno?, ¿un Santa Carolina Antigua Reserva? Alexander dirigió la mirada a Mariela, quien en ese momento pasaba inventario a todas las otras mesas para ver cómo estaban vestidas las otras mujeres –¡las odiosas!–, y si los hombres eran atractivos. Si alguno valía la pena. Vio a uno medio atractivo porque se le veía despreocupado, con cara de abandono y con media barba, vestido de sport con camisa negra abierta a medio pecho. Lo miró, calculó si lucía bien y si sería viril en la cama y lentamente volvió la mirada a Alexander. Casi sin verlo le dijo que quería un jugo de papaya. Sin licor, quizás más tarde. Cuando Alexander escuchó “más tarde” tuvo otra reacción de libido y la vio otra vez tan preciosa. ¡Qué suerte que tenía él! Se levantaron de la mesa y se dirigieron al buffet. Allí vieron cebiche de corvina, calamar a la plancha, caviar de diferentes tipos, camarones en salsa golf, otros cebiches de pescado, cangrejo al ajo, salmón ahumado y crudo, papitas a la huancaína, ají de gallina, anticuchos de corazón de vaca y de corvina, etc. Escogieron apropiadamente y con gula. Mariela probó primero el cebiche de conchas negras con una ensalada de palta. Alexander se sirvió un poco de cada cosa porque todo le gustaba y además pagaría el mismo precio por poco o mucho que se sirviera. Volvieron a la mesa y no se dirigieron la palabra por los siguientes diez minutos. Ahora sólo comían, pasándose la lengua por los labios repetidas veces y luciendo una media sonrisa de satisfacción. Apareció el mozo con el vino. Ahora, Mariela pidió un vino blanco, no el tinto que Alexander había seleccionado. Y
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después se pararon para ir por los platos calientes; otra vez pasaron revista a toda la selección y Mariela escogió el lechón al horno con arroz de aceitunas y algo de guiso de perdiz con pan serrano. Alexander fue por la sopa de pescado primero y volvería después por algo de frijoles preparados tipo “tacu-tacu”, fritos en aceite de oliva y con seco de cordero y arroz con legumbres. Y para terminar, una langosta a la thermidor. Otra vez cada uno se enfrascó en su comida y sólo volvieron a hablar cuando se dirigieron a los postres donde el bavarois de mango fue escogido por Alexander y los suspiros a la limeña fueron del agrado de Mariela. Con el delicioso vino bebido y la exquisita comida, era ahora el momento de “intimar”. Alexander la veía desnuda. Mariela, entre tanto, pensaba en tener muebles nuevos en su departamento. Ambos se pusieron muy amorosos por diferentes motivos. Y decidieron hacer el “negocio de amor” yendo al departamento lo más pronto posible. Al salir, Alexander dijo que iba al baño y se adelantó. Una vez a solas, sacó un tubo de crema analgésica del bolsillo y se aplicó un poco de crema –medio centímetro no más, para no pasarse– y luego sacó una Viagra y se la tomó con un poco de agua. Ahora estaría listo, súper listo, para cuando estuvieran en el departamento. Llegaron prácticamente sin hablar. En la radio se escuchó a varios de los comentaristas de programas políticos hablando del nuevo Presidente en forma favorable o negativa. Muchos se referían a las exageradas promesas de gobiernos pasados que terminaron por descarrilar la economía del Perú. Se trataba de la corrupción en tantos casos como el de la “construcción” del nuevo Tren Eléctrico de Lima, del más de 1000 % de inflación anual, de la marginación del Perú por parte de todos los medios financieros del Mundo, de la extrema y tremenda pobreza que
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estos gobiernos han generado y había servido de cuna al otrora terrorismo de Sendero Luminoso unido al narcotráfico. De la esquizofrenia y ambición de algunos presidentes. Para no llamar la atención, Alexander y Mariela entraron por la entrada grande de garaje de la calle de atrás, por el bosque de San Isidro, –Alexander siempre hacía eso porque quería evitar que su esposa fuera a enterarse de sus aventuras–. Una vez en el edificio tomaron el ascensor y subieron al quinto piso. En el ascensor, ya Alexander comenzó a sentir la oreja caliente y supo que el Viagra ya estaba surtiendo efecto. Entraron al departamento y Alexander fue al baño y pudo comprobar que estaba adormecido también. ¡Listo! Cuando salió, ya Mariela estaba en la cama en paños menores y con mirada soñadora, seductora, invitadora. Alexander sabía que Mariela era normalmente “lenta” para alcanzar el orgasmo. Así comenzó a tocarla, acariciándola con las manos y sobre todo poniéndola de espaldas y tocándole las nalgas suavemente. Sabía que eso le gustaba a ella, aunque no comprendía que era porque así ella no lo veía y podía imaginarse estar con el hombre de sus sueños –todavía se acordaba del esposo “Carlitos” que seguía en España: activo, abusivo, joven y ardiente–. ¡Qué lástima que también pobre! –pensaba–. Pronto el que más se agitaba y excitaba era Alexander, quien después de voltearla de frente le comenzó a tocar los senos mientras ella comenzaba a hablar de los muebles que le gustaría comprar. Los había visto en LarcoMar y serían de terciopelo rojo para hacer juego con las cortinas. Quería también unos cuadros. Como su hermano José pintaba cuadros, quizás se los podrían comprar a él. Casualmente ahora mismo estaba ya terminando de pintar unos muy lindos: escenas andinas, dijo, y de la playa; precisamente quisiera ir a la playa también y pronto, ¿a Can-Cun? Alexander estaba listo y cerca a un infarto por lo gordo que era y comenzó a moverse bastante. Ella también se hume-
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deció y movía las caderas para ayudarlo. Pronto los dos estaban moviéndose sincronizadamente y con Mariela diciendo: ¡Oh amor! ¡Oh amor! Alexander estaba en la gloria. Pensaba que ni los emperadores romanos habían tenido tanta suerte como él. Ahora, sintió un fuego lento y en aumento que se originó en los testículos y siguió por dejarlo jadeando al llegar al clímax, más rápido que lo planeado. Pensó que la próxima vez tenía que doblar la cantidad de pomada analgésica y que debería estar menos gordo, ya que la panza lo estorbaba porque no podía tener todo el contacto que hubiera querido tener con la divina Mariela y que además necesitaba más movilidad durante el acto sexual. Mariela deseaba que ojalá pronto él se pusiera sobre la cama porque la estaba aplastando y para ello lo empujó de lado. Además le molestaba todo el sudor que le bajaba sobre el pecho y estómago. Mariela se levantó y fue al baño para darse una ducha rápida. Lo único que ella apreciaba de Alexander en la cama era el perfume “Safari” que él siempre se ponía de modo generoso. Recordó que su esposo nunca olía bien, tendencia que fue en aumento en Madrid con todo el ajo que comía, pero que era más “duro y firme” que Alexander, y la satisfacía más, aunque era un bestia a veces por el modo como le pegaba cuando ella miraba a otro hombre. ¡Un bestia celoso! Pero era hora de recordarle a Alexander de los muebles. Salió del baño con una gran sonrisa de satisfacción y se acercó a él y le dio un gran beso como señal de agradecimiento y le dijo: —Mi amor, ¿vamos? Quiero ver el conjunto lila y los muebles para el departamento. Mientras tanto pensaba que, una vez en LarcoMar, pararía a ver unos blue jeans con adornos metálicos muy de moda y
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que le quedarían muy bien, ceñiditos. –Iban a acentuar sus bien levantadas nalgas–. ¡Para la envidia de las otras mujeres y las miradas de los hombres! –se dijo–. Alexander estaba que se quedaba dormido y ya roncaba, aun estando de costado y todo transpirado. Mariela observó cómo la panza se le descolgaba y tocaba la cama como una gran pelota de básketbol. Vio también que se estaba quedando prácticamente calvo. En eso Alexander soltó un poco de gas por ambas salidas simultáneamente en forma de un gran eructo. Un poco espantada, Mariela fue al baño a ponerse maquillaje y a hacer pila. Cuando Alexander y Mariela salieron del departamento a las 7 p.m. se dirigieron a LarcoMar y compraron los muebles, el conjunto lila, los blue jeans con implantaciones metálicas, muy de moda y tres blusas que hacían juego. Después de dejarla en su departamento, porque sabía que Mariela estaría ocupada por un buen rato probándose la ropa, Alexander se dirigió a su casa para cambiarse de ropa e ir a la cena de la Embajada Americana. Su esposa Sofía todavía no había regresado del Spa, y sus hijos estaban mirando Tv o donde sus amigos. Así, Alexander pudo entrar y salir de su casa como si fuera un fantasma, sin ser visto ni notado. ***** Mientras tanto, en el hotel Los Delfines a 6 cuadras de su casa, la señora Lugo, hija de padre español y madre americana, pasaba una tarde de las muchas en que solía verse con Juan Quiñónez, el preparador físico del Pardo Spa, al cual acostumbraba ir por los últimos 5 años.
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Al principio lo hizo por sentirse muy deprimida y al perder el gusto por su casa. Muchas veces pensó en irse muy lejos con sus hijos, como manera de castigar a Alexander. Quizás donde su hermana que vivía en Suiza con un pintor argentino de mediana presencia artística, pero que parecía que la amaba. La hermana convivía por más de 12 años con su argentino. Alguna vez le había aconsejado a Sofía que no se casase por dinero, pero ella no la había escuchado y se casó con Alexander después de conocerlo mientras estudiaba Ciencias Políticas en la Universidad de Boston. Cuando Alexander vio a Sofía en Boston en 1980 pensó que era la mujer ideal. Su padre, quien había emigrado de España durante la guerra civil en 1936 llevando cuanto tuvo, pudo hacer una fortuna en el Perú importando maquinarias. Se relacionó con muchos políticos; así conoció y usó el sistema Latino Americano corrupto de hacer negocios a la perfección, lo cual le servía mucho ahora a Alexander para hacer negocios como su suegro. El padre de Alexander opinó que Sofía sería perfecta como esposa: hablaba varios idiomas, era de buena situación y tenía “pose” social. Ambiciosa, con excelentes maneras en el trato y bien posicionada en la sociedad peruana… Fue lo que Alexander interpretó decir a su padre y le propuso matrimonio después de un corto noviazgo. Alexander era hijo único. Ahora Sofía Lugo miraba la avenida del Golf desde la
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ambición La Blazer negra, estacionada a lo largo de la acera, recalentaba por su motor sobredimensionado. Al frente se veía la pista de aterrizaje y varios de los aviones de Aeropostal cerca de los hangares. Los fuselajes brillaban por el sol con espirales de aire caliente distorsionando la perfección de sus líneas. La Blazer solitariamente esperaba en el lado V.I.P. de tránsito de pasajeros del aeropuerto de Maiquetía –el lugar estaba reservado sólo para vehículos con permiso especial–. Se veía al chofer fumando lentamente un cigarrillo Belmonte. Los lentes oscuros que llevaba puestos a pesar de los vidrios también oscurecidos del vehículo le daban un aspecto siniestro en el interior del automóvil. El ambiente frío producido por el poderoso compresor del auto era agradable, mientras que afuera, el calor arreciaba. Los maleteros sudaban de sólo esperar a los pasajeros, ofreciéndoles ayuda con cualquier servicio que les significara una propina. Pero mantenían una buena distancia de la Blazer, evitando molestar al chofer o mirar de modo directo. Lucía una media sonrisa enmarcada por bigotes negros. Era de raza negroide, fuerte, vestía una camisa blanca con un emblema de una oficina de algún ministerio venezolano, conciente que su figura infundía temor y ese era el aspecto que le convenía tener en esta nación petrolera de ex-reinas de belleza y de pasados excesos en consumo de productos importados. Ahora, los venezolanos sólo trataban de sobrevivir en esta permanente transición política y económica, soportando precios bastante in-
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flados de la gasolina que afectaban toda la economía interna del país, a pesar de ser el petróleo el primer producto nacional. Venezuela había cambiado, ya no era el lugar preferido de los turistas ni de gente de negocios, por los muchos desmanes políticos y oratorios del ahora presidente Challe –“el Loco”–. El Presidente de Venezuela no soportaba ninguna opinión en contra de su gobierno y menos de parte de extranjeros. Un individuo dentro del aeropuerto observaba el tablero de vuelos de llegada. Buscaba la llegada del vuelo de Taca Perú de las 3:30 p.m. Sonreía y se mostraba satisfecho porque el avión llegaba. Ya casi era la hora de ir al encuentro de “Diego” de la embajada Americana en el Perú. Aunque los funcionarios políticos cambiaban, la policía y agentes del gobierno seguían igual, con privilegios excesivos. La policía podía abusar y detener a cualquier persona sea culpable, sospechosa o que simplemente lo pareciera. Diego apareció de pronto. Caminaba rápidamente; aparentemente no había demorado en asuntos oficiales de inmigración, favor del gobierno de Challe que le había otorgado permiso de visitante diplomático. Tenía la piel oscura, de estatura mediana y todavía joven –de unos 30 años, con arrugas profundas en la frente–. Tez morena de indio americano, vistiendo terno y corbata oscuros. Cualquiera que hubiera notado sus zapatos negros tan brillantes y de modelo grueso y fuerte, con refuerzo interno de metal en la punta y los costados deduciría que era un militar. Seguramente con experiencia en lucha libre, probablemente Judo o Karate. Se le notaba serio, preocupado, pero con cierta suficiencia, acostumbrado a estas cosas. Diego se sentía un “marine”. Sólo llevaba un pequeño maletín de viaje, Sabía que regresaría al día siguiente; tiempo suficiente para entregar el mensaje verbal de la embajada para “el Loco”. Si todo iba bien. ¡Tenía que ir bien! Diego tenía experiencia en este tipo de misiones. Antes estuvo
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en México, bajo el mando político del mismo jefe CIA, coronel Wallace, de origen Portorriqueño. Wallace era también quien le había encomendado esta misión en Venezuela. Pero ahora con órdenes directas que se daban desde Washington por el “Zar” de la lucha Anti-Narcóticos. En la primera oportunidad había entregado información económica confidencial para el entonces presidente Salinas –Presidente mexicano muy popular los primeros dos años de su gobierno, pero con muchas dificultades políticas al final–. La información que se dio a Salinas en ese entonces causó un fuerte giro al rumbo político y económico de México. Cambio que inició el Tratado de Libre Comercio-NAFTA, uniendo comercialmente a USA, México y Canadá y, por tanto, responsable del gran crecimiento económico de los últimos 10 años. En México, NAFTA había generado gran número de puestos de trabajo, mientras que una baja inflación en USA. Pero también se había incentivado la emigración de muchos mexicanos en busca de mejor vida al otro lado de la frontera. Ahora había 20 millones de mexicanos viviendo en USA, causando cambios políticos y étnicos en California por la entrada masiva de mexicanos a ese enorme estado de USA. Diego iba ahora sentado en la parte delantera de la Blazer. Una vez cumplida su misión de localizar a Diego el funcionario compañero del chofer se había quedado en el aeropuerto a esperar a otro personaje oficial. Daban ahora vuelta al perímetro del aeropuerto tomando la pista que los llevaría a Caracas. Diego miraba al frente. Veía cómo todavía no se reparaba la vía que lleva a La Guaira –pueblo que quedó enterrado por un aluvión de lodo cinco años antes–. Recordaba también haber leído que Challe se había negado a recibir ayuda humanitaria para las reparaciones y reconstrucciones. Así, todo el pueblo seguía sin agua, desagüe y sin trabajo en esta zona que poco antes había vivido del turismo de las playas. Los grandes hoteles del litoral, Sheraton y Meliá, estaban ahora cerrados. —¿Qué tal viaje? –preguntó el chofer, haciendo con-
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versación de rutina sin realmente estar interesado en saber la respuesta. Diego lo miró y pensó que por unos 100 dólares aquél le podía complicar o facilitar la vida. Lo podía entregar a ladrones profesionales, o a la policía, que era decir lo mismo. —Bien –respondió Diego economizando palabras– aunque cansa viajar. Los aviones aburren, basta que suban al aire para agotar al pasajero. ¿Qué tal el clima? ¿está lloviendo arriba en Caracas? –preguntó Diego, sin importarle tampoco eso por lo corta que sería su estadía en este país. Diego estaba tenso por los últimos acontecimientos en el Perú y por lo difícil que resultaba evaluar la situación política en general. No lo dejaba de preocupar que su embajada en el Perú cada vez se metiera más en asuntos del gobierno local, tratando de entender y tomar decisiones acordes con los cambios políticos, y muchas veces sin saber quién estaba en su favor y quién caería pronto por desfavores políticos. Parecía que todos los políticos o representantes del pueblo de ahora tenían algún problema de corrupción. La Blazer iba ahora a bastante velocidad y se notaba la pericia del chofer. Pasaba raudamente a otros vehículos, lentos y pesados, sincronizando las subidas, las curvas y las velocidades de los vehículos en subida y los de bajada por la vía compartida. Sólo al ver los otros vehículos era difícil imaginar a éstos aprobando pruebas de emisión de gases y dudaba que fueran seguros. Modelos Ford y GM sumamente viejos, usados y reparados muchas veces y quién sabe con qué repuestos. Habían pasado ya la garita de peaje y ahora entraban al primero de los túneles que, como de costumbre, estaba mal iluminado, con sólo la mitad de las luces encendidas y lleno de humo. Eran muchos los automóviles y camiones que circulaban por esta vía. Al salir del túnel, Diego observó la gran cantidad de viviendas pobres construidas usando material noble y ladrillo. Se preguntaba cómo era que todas estas casas podían mantenerse firmes con ese
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La llave En West Palm Beach, Omar Montenegro, trataba de prestar atención a un juego de básketbol en televisión… Iverson, Spreewell, fantastic!! La televisión anunciaba los últimos partidos del básketbol de la temporada para definir qué equipos pasarían a las finales del campeonato: los playoffs. Los jugadores están de moda en todos los canales de televisión con gran despliegue propagandístico, música y bandas de aficionados. No faltan las caras usuales del cine como Jack Nickolson o Spike Lee. El básketbol es un deporte tan interesante y tan americano. Los jugadores además de ser muy altos son también ágiles y espectaculares, privilegiados. Naturales para ese juego. Omar pensaba en el contraste con la estatura de los indígenas de los países latinos: cómo no pueden ser competitivos en este deporte por ser demasiado pequeños: ¡muy bajitos! En general se juega muy poco básketbol en Latino América, poco béisbol y sólo en el Caribe, pero bastante fútbol –soccer– en toda la región. Pensaba que América Latina es un territorio muy grande, especialmente cuando se compara que sólo Brasil es más grande que el territorio continental de USA. Todo un continente que convive con sus muchas igualdades pero también diferencias. Omar se daba cuenta que en USA se agrupa a todos los latinos como “hispanics’. Sin mencionar ninguna diferencia y se aplica el término para definir “igualdad” de nacionalidad, de
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grupo étnico e igualdad de idioma. En USA es fácil obsesionarse por razas; se puede ver en todos los periódicos cómo se presentan las noticias, siempre relacionando la raza del protagonista y su perfil o contexto social en que vive. Era un principio periodístico y político de su sistema democrático que, si fuese bien implementado, podría finalmente acortar las diferencias humanas y evitar el efecto discriminatorio en la sociedad. Omar de pronto recordó una parodia graciosa que había oído recientemente: —Llega un estudiante portorriqueño dos semanas tarde a una clase en la Universidad de Boston, Massachussets. Se presenta ante el profesor y explica el motivo de su tardanza y el profesor le permite entrar a clase. El profesor dice “empecemos la clase, revisemos un poco la historia de los EE.UU.” te”?.
—¿Quién dijo la fase, “Denme libertad o denme la muer-
Nadie levanta la mano para contestar, excepto el portorriqueño: “Patrick Henry, 1775”. —Continúa el profesor: ¿Quién dijo la frase, “Un gobierno del pueblo, para el pueblo, y por el pueblo no perecerá nunca”? Nuevamente la mano del portorriqueño y responde: “Abraham Lincoln, 1863”. El profesor pierde la compostura y grita a toda la clase: —¡Les debería dar vergüenza que este muchacho recién llegado a nuestro país, sepa más que ustedes! El profesor se da vuelta para escribir en el pizarrón la siguiente pregunta, cuando escucha un susurro: “Maldito latino”.
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—¿Quién diablos dijo eso? –pregunta enfurecido el profesor– “Primer Movimiento Raza Blanca, 1985”, responde el portorriqueño. Un estudiante ya molesto y apabullado por su superioridad y conocimientos, anunció desde el fondo de la clase: “Voy a vomitar”. —¿Quién dijo eso? pregunta el profesor, y nuevamente el portorriqueño responde: “George Bush al Primer Ministro Japonés, 1991”. Ahora, ya verdaderamente enfurecido, un tercer estudiante le grita: ¡Hey, chúpame los huevos!” A lo que el portorriqueño responde: “Bill Clinton a Mónica Lewinsky, 1998”. En un periódico se mostraba que de acuerdo a las estadísticas se espera que los hispanos tengan la mayor cantidad de población entre todas las minorías raciales en esta nación dentro de 5 años. Esta transformación en la composición étnica probablemente ya está produciendo cambios en la reestructuración política, como en California con un nuevo Gobernador-Actor: Prioridades de programas de educación y crecimiento económico, cambios en la idiosincrasia hacia Latino América con posibles nuevos tratados económicos de libre comercio. Después de todo Latino América está más cerca a USA que Asia o áfrica, es geográficamente el patio trasero de esta nación, y después de Europa, comparten con ellos más rasgos culturales. La esposa de Omar le preguntó: —¿Qué vas a querer tomar con el pavo?, ¿vino? –Omar miraba la Tv con ojos medio abiertos porque acababa de levantarse con dolor de cabeza. La noche anterior había bebido mucha champaña y fumó varios habanos con Ronaldo Ramos, el cliente con quien salió a cenar. —¿Quieres café? preguntó luego la esposa ¿o prefieres un jugo?
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Ahora, la cantante Britney Spears mostraba el ombligo con unos ‘blue-jeans’ bien ajustados en un comercial de Pepsi en la Tv durante el SuperBowl 2004. Esta es música para jóvenes; en ella el ritmo, los movimientos, la decoración y todo está perfectamente planeado y sincronizado profesionalmente por expertos en marketing. Ellos saben realmente cómo exacerbar los sentidos del televidente y sobre todo enfatizar lo erótico en la juventud. Pueden vender lo que sea, y convierten a los jóvenes y jovencitas en los mayores consumidores del Globo en esta sociedad tan capitalista, proclive a todos los comerciales y al “consumismo”. Omar pensaba en lo importante del marketing. Automóviles veloces, cosméticos que hacen linda a cualquier mujer, perfumes encantados, pastillas para sentirse bien o para pensar que se van a sentir bien. Así pensaba también el resto de la población; esto es el efecto de sociedad compartida que produce el “consumismo”. Es domingo de SuperBowl del Football Americano. —¡Ya voy! –contesta Omar, cargando ahora todas las bolsas de compras de su esposa. Pensaba en su hija, inteligente pero algo confundida –como gran parte de la población joven– por las nuevas tecnologías y porque ahora tienen exceso de alternativas de compra y para endeudamiento. Ofertas de crédito para todo tipo de compras y aun para encontrar trabajos o estudiar en universidades. Crédito fruto de la globalización que se origina en USA. Esta bonanza económica va unida a la confusión por el crecimiento tan rápido por los cambios cíclicos y también tan rápido porque ahora se están integrando comercialmente con la China. Cambio que es también una razón del aumento en violencia y en el uso de drogas. La esposa de Omar se acerca otra vez, pero ahora tiene cara de sorprendida. Mirando la llave que tiene en una mano, pregunta:
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—¡Qué llave tan extraña! Nunca la había visto. ¿De dónde es? Estaba en el suelo, junto a la cama. Se te debe haber caído anoche cuando llegaste tarde. Hay una tarjeta atada a la llave con el nombre de Sun Bank, Brikel Avenue Office, Miami. En ese momento Omar recordó aún con un poco de dolor de cabeza haber recibido la llave en el hotel durante el viaje al Perú, cuando estuvo allí hace 10 días. En la recepción, le dijeron que un empleado de Alexander Lugo la había dejado allí, a su nombre. Alexander, amigo de Omar en el Perú y ahora representante en el Congreso, fue elegido en las últimas elecciones como representante de Lambayeque; asesora a los trabajadores de Casa Grande, la antigua factoría azucarera. La llave era normal en apariencia, pero fuerte y más corta. Como de caja de seguridad de Banco o Aeropuerto.
Diego Diego sabía que, paralelamente a China en Asia, México había sido también elegido para el cambio por el capital global por ser país productor de petróleo, cercano a USA, y por ello estabilizador de costos. México era necesario para tener petróleo barato cercano a Texas. Así, se podría proveer de energía y gas a toda la región Sur de los Estados Unidos –muy conveniente para los segmentos políticos con grandes capitales invertidos en esa industria y con ansias de ganar mucho dinero ahora, con un presidente favorable– había que recuperar los años perdidos bajo el gobierno de Clinton. Trabajaban ahora en convencer al pueblo americano de un cambio en la política energética; la meta es más inversión con menos preocupación y legislación ecológica. USA es el país que más energía produce en el Mundo pero, con sólo el 2% de la población, es responsable del 25% de toda la emisión de gases de combustión en el Mundo y también, por lo tanto, del 25% del efecto invernadero en el planeta. Diez años antes, tan pronto el presidente mexicano Salinas recibió el mensaje entregado por Diego, se dio cuenta del cambio que sufriría la política en México y de que sería irreversible: se acabarían los 80 años de dominio del PRIPartido Revolucionario Institucional. En el fondo esto no importaba, ya había demasiados indicios de que el pueblo no
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seguiría alimentando tanta corrupción con su ignorancia. El mensaje de Diego sólo daba fechas. 1. Devaluación del peso mexicano. PRI.
2. Cronograma de cambios de gente en la cúpula del
Salinas debía implementar el cambio para que el capital global comience a fluir a México y convertirlo en una plataforma productiva manufacturera. Así se mantendría baja la inflación en USA al importar productos baratos hechos con mano barata –este complemento a los planes en China eran parte esencial para que China entienda que se deben seguir ciertas ‘reglas de juego’ en su comportamiento. Se le pondría competencia. Los americanos son expertos en competencia cuando conviene “al consumidor”, léase: mientras eso favorezca al capital global. También Salinas comprendió en el acto que con el “otro capital”, el proveniente de las drogas que pasaban en camino de ida a USA y el dinero de lavado de regreso, habían surgido muchas industrias en México. Y pensaba que todo se complicaría tremendamente. Esa competencia del capital sucio con el capital global proveniente de Wall Street había que anularla. Tendrían que salir a relucir muchos casos oscuros de compra-venta de políticos. Esta implementación de nuevas reglas de inversión terminó, incluso, enviando a la cárcel al hermano del mismísimo presidente Salinas. Ahora en Venezuela, Diego pensaba que le tocaba el turno a Challe. No por nada habían tantas marchas populares y contramarchas. También Venezuela tenía petróleo, pero “El Loco” era caso distinto –no entraba muy bien en los planes de la CIA / Wall Street–. El Loco seguía “triunfan-
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te”. Sus viajes al Oriente ya no lograban acuerdos con los reyes y jeques del petróleo y era difícil conseguir subidas del precio del barril mayores de lo esperado. Las subidas eran anuladas con las bajas de casi US $ 10 más que las proyecciones de la industria y el gobierno en USA. Esto le había resultado bien a Challe en términos políticos, porque el pueblo creía ver en Challe al “macho” capaz de pararse en frente de los poderes de los gringos. El nuevo “Fidel”. Lo que el pueblo no comprendía, ni el mismo Challe pudo controlar, fue que los dineros de la gente industrial salieran con gran velocidad en dirección contraria, en fuga de Venezuela. Y con eso, su balanza económica era un desastre. Se movía, pero todo quedaba igual. Esto no impidió a Challe aprovechar el momento de popularidad política para importar muchos bienes de lujo para los generales que lo mantenían en el poder. Y para el personal de los ministerios que implementarían sus planes. La camioneta Blazer que ahora llevaba a Diego a gran velocidad era uno de esos bienes. También el Audi A6 blanco de la querida de Challe y su nueva casa, todo era fruto de ese espejismo a la venezolana. ***** Diego pensó que, pasase lo que pasare en Venezuela, él debía volver pronto a USA a ver a su esposa y su pequeño hijo –ya había pasado un año fuera, sin verlos– y aunque no había estado totalmente solo durante todo este tiempo, porque se había enamorado de una secretaria de la embajada, no era lo mismo. Necesitaba poder hablar con alguien con quien pudiera
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tener confianza y sin temor a verse traicionado, como ya le había pasado antes en USA, cuando hablaba de cosas personales o internas con otros miembros de las fuerzas armadas americanas o en la DEA. Nunca podía estar seguro de quién era amigo y quién enemigo. De una cosa sí estaba muy seguro: que todos trataban de lograr escalar posiciones y ascensos sin importarles a quien herían en el proceso. La CIA y la DEA eran un mundo interno con naturaleza propia, donde las intrigas de trabajo y personales eran cosa diaria. Tampoco ayudaba ser él, y además parecerlo, un indiomexicano. Se daba cuenta del favoritismo racial dentro del servicio donde el parecer americano típico; rubio y alto, era una ayuda intrínseca en las promociones. Esta soledad lo empujó a salir con ángela, a quien lentamente aprendió a apreciar. Además había comenzado a sentir un descontento interno, estaba realmente cansándose y hartándose de toda esta política malsana. De la cantidad de dinero que veía fluir, en una dirección o en la otra. Era obsceno –para alguien como él– ver cómo los narcotraficantes ganaban tanto dinero. Ya casi no se contaban las cantidades de dinero del narcotráfico confiscadas– en muchos casos sólo se pesaban las cajas de billetes. Había visto miles de dólares guardados en cajas de cartón que se habían podrido por la humedad o abandonado en casas intervenidas por la policía. Cuando se perdía el dinero confiscado, la policía también ganaba de esta actividad ilícita, por lo que era de su conveniencia que continúe. Era un balance precario. Nunca se sabía cuánto se entregaba oficialmente y cuánto iba o iría a engordar a los jefes de la policía local. Todo esto se veía muy mal en pueblos hambrientos con muchos mendigos, pensaba Diego.
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Cuando recién se enroló en su estado nativo de Texas, lo hizo para escapar de la pobreza de su casa. Su padre, peón de campo en México, que por muchos años había sido servidor en un gasolinera “Mobil”, decidió un día abandonar a la familia en medio de todos los problemas. Ellos eran 4 hermanos y Diego era el mayor. Su madre mexicana había sabido sacrificarse y sacar adelante a todos los hijos. Como medio de vida descubrió que podía traer, del otro lado de la frontera, cerámica que luego vendía en los mercados indios de Dallas. Dos de sus hermanos se habían graduado del Texas A&M y el otro hermano era concesionario de un “7-Eleven” en Tampico. Sólo Diego, tan pronto como pudo, se enroló a servir a la bandera americana. Le valió su físico fuerte y pronto se graduó de guardia fronterizo, hasta que un coronel antidrogas valoró su arrojo y astucia al emboscar y matar a dos “coyotes” –esos guías fronterizos que pasaban ilegales a territorio americano, y que muchas veces se aprovechaban de la ignorancia de los ilegales para quedarse con su poco dinero–. Así, fríamente y con fuerte convicción, pudo demostrar que podía servir al gobierno americano en diferentes capacidades. Fue altamente recomendado para la marina para actuar en frentes de lucha y se graduó como “marine” en 2 años. Se especializó en aprender luchas anti-guerrillas. Y después de una corta estadía en la zona de conflicto Israelí-Palestina fue enviado a Nicaragua donde sirvió como enlace y administrador pasando armas a los contras, quienes luchaban contra los comunistas del “Frente Sandinista”. A pesar de su progreso, ya en este tiempo, aunque cumplía toda orden y la cumplía sin discusión, comenzó a dudar de qué lado estuviera la democracia como sistema, y cómo ayudar a una clara interpretación de la política USA hacia la sub-región, en términos políticos concretos y sin causar
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sobreabuso de poder. Si una democracia abierta sería mejor a una dictatura benevolente o todo lo contrario. Hasta ahora, había sido sólo un elemento operativo sin voz o pensamiento político. Estas nuevas dudas políticas habían comenzado a dejarse ver a nivel de sus jefes y ellos comenzaron también a observar a Diego más estrechamente. Destacado en Perú por los últimos 2 años, luego extendidos a 4 por decisión propia y como crédito a la persuación de ángela, la secretaria de la embajada, con quien ya se veía por más de 3 años, pensaba qué hacer en el servicio que lo haga sentirse anímicamente bien, asegurarse una promoción, ganar más dinero, y quizás retirarse del servicio activo. No tenía amigos dentro de las fuerzas de lucha anti-drogas. El hecho de ser indio-americano no lo favorecía puesto que había notado discriminación con la gente de su raza. Se preparaba y alistaba para hacer algo que le diera posición o dinero o paz interna, o todo a la vez. Sentía que tenía demasiada acción sin
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Corrupción El ex-presidente del Perú y ahora nuevamente candidato presidencial, Alan García, estaba otra vez en la televisión. Acababa de regresar al Perú después de 8 años de “exilio” entre París y Colombia, país este último que, decía él, escogió para de alguna manera seguir vigente y ganarse la vida, pasar el tiempo y vivir muy holgadamente. Y lo bien que vivió… y ahora era la tercera vez en la Tv peruana en esta semana. Terno oscuro, media sonrisa, cabello negro liso, laqueado y brillante. Locuaz como siempre pero con pose de estadista maduro. Hablaba en tono calmado sobre lo que el Perú necesitaba en términos claros y específicos: todo lo comprendía. Decía que buscaba ahora un acuerdo nacional. La media sonrisa nunca abandonaba su rostro que ya mostraba los estragos de la “buena vida”. Muy diferente a cuando fue candidato aprista y Presidente Constitucional en el Perú de los 80´s. En ese tiempo fue inmaduro, impetuoso e irresponsable. Se terminó acusándolo también de peculado en el manejo del erario público, así como a varios de sus allegados. Durante su gobierno se vio de todo. A un presidente supuestamente autosuficiente que se negaba a pagar la deuda externa del Perú. Anunciaba a los cuatro vientos que el Perú no necesitaba de nadie y menos de dineros del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial, –¡explotadores!!!–, decía
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públicamente. Creo que la mejor definición de su mandato la dio un amigo usando una metáfora con los frutos del mar. Decía que su gobierno se pareció a un cebiche peruano mixto de: Bonito, Lenguado, Choros y Conchas. Lo de Bonito y Lenguado se refiere a la persona de Alan García, siempre pintón y pico de oro; lo de Choros es en referencia a la corrupción generalizada en su gobierno y Concha por lo sinvergüenzas. En los 90´s, el mayor banco del Perú solía recoger dólares del interior del país. Todos sabían que ninguna región del país tenía impresoras de dólares –sin embargo, llegaban las avionetas del Banco con grandes cantidades en cajas cerradas, y en forma continua. Los campos de coca habían aumentado cuatro veces las áreas de producción. Prácticamente toda la coca era concentrada en pasta básica en el Perú y luego transportada a Colombia para su refinación en polvo blanco. Polvo blanco con destino seguro: USA. Importancia súbita y notoria fueron adquiriendo las plantaciones de coca en los campos remotos, en el interior de algunos países andinos como Bolivia, Colombia y Perú. De pronto y silenciosamente mucho dinero comenzó a llegar a pequeñas ciudades paupérrimas del interior de estos países. Lugares que nunca habían compartido nada con las capitales. Así se descubrió que las ciudades del interior también tenían gente ambiciosa, aunque muchas veces sin el nivel de educación de los capitalinos. Inmigrantes en sus propios países, que aún después de graduarse en universidades eran como ciudadanos de segunda. Unos amigos contaban una vez lo siguiente: Un tipo va a visitar a su amigo Congresista, y ya que está allí, le pide un trabajo para su hijo adolescente: —Mira, el chico no sabe hacer nada, no estudia, y me
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gustaría que trabaje, ¿me entiendes? —Sí, no hay problema, mándalo a que trabaje conmigo, figurará como asesor pero no tiene que hacer nada, y ganará 5 000 dólares por mes. —No sé. ¿No es demasiada plata para un chiquillo de 14 años? —Tienes razón. Lo que podemos hacer es conseguirle un carguito de ayudante; tiene que escribir las notas en la computadora, manejarme la correspondencia, y le pagan 1800 dólares por mes. —Me sigue pareciendo mucho, tiene 14 años… ¿no hay otro puestito? —¿Sabes qué pasa? Trabajos de 600 soles hay, pero hace falta tener un título universitario. Las rivalidades políticas han ido en aumento. Así como el desbalance geográfico de poder económico produciendo luchas por el dominio político, causando violencia y fomentando peleas por orgullos mal llevados entre provincianos y capitalinos. Pero los narcotraficantes necesitaban apoyo logístico, bancario y financiero para invertir y gastar el dinero, obtener protección política, seguir creciendo impunemente, etc. Surgió así otra clase de instrumento de poder en los círculos de mando; el poder de la violencia amoral, sin pasión, sin bandera. Ejecuciones ordenadas por jefes desconocidos de un grupo u otro y alianzas de gente y organizaciones muy diversas: los “cárteles”. A esto se suma el mal entendido norteamericano de cómo: —parar el tráfico de drogas hacia los Estados Unidos; —solucionar el gran flujo financiero que le quita control a los bancos; y
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—controlar a los “cárteles” que se forman espontáneamente por intereses mutuos. Por un lado están los narcotraficantes y sus servicios. Por otro, los grupos criollos de aprovechamiento de este flujo económico y de influencia política. El gobierno de USA, tratando de dominar la situación con políticos allegados, marines, gente americana de apoyo en las zonas de acción, introduciendo también aviones con radar y sistema satélite GPS para la detección de vuelos e intervención de llamadas telefónicas –“surveillance planes”– armas de combate de gran calibre, helicópteros, autos blindados, y termina indirectamente formando grupos para-militares: Los Contras. Para los Contras tampoco hay leyes que se deben cumplir, menos las de los Derechos Humanos. Pronto hubo gente sin identificación política tomando grandes decisiones en la oscuridad del poder invisible… Como Vladimiro Montesinos, ex-jefe, en la sombra, de la inteligencia peruana. Ahora Alan García se lucía en la Tv y sin reconocer que fue responsable de mucho del desgobierno y corrupción que siguió a continuación en su época, como resultado de la gran inflación y terrorismo. Con indolente sonrisa recibía las críticas de “Carlitos” Ferrero, titular interino del Congreso, quien insistía en que García debía someterse a la justicia ordinaria y esclarecer la adjudicación de los dineros para la construcción del otrora “famoso” tren eléctrico de Lima, de donde se dice que personas de su gobierno recibieron gran cantidad de dinero en comisiones. En otro canal de Tv se veía cómo en otra parte de Lima, las siempre vivas comisiones parlamentarias seguían investigando las grabaciones de los videos que, valiéndose de cámaras ocultas, Montesinos había logrado coleccionar en su oficina, durante su control del Servicio de Inteligencia del Perú.
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—¿Cuánto dinero recibió usted durante la entrevista con el doctor Montesinos? Preguntaba el panelista al ex-primer Ministro Salas sabiendo que el video mostraba sin lugar a dudas la “compra” de Salas. —Sólo recibí US$ 30 000 para ser usados duranta la campaña electoral, fue la respuesta del recién renunciado Primer Ministro del gobierno. Esta grabación lo llevó a su total autoeliminación y desgracia política frente a los ojos de los votantes. El jefe de la casa de gobierno, por su parte, confesó haber recibido US $ 14,5 millones y que éstos estaban en una cuenta en Suiza. De otro lado, el alto mando de la aviación peruana estaba comprometido en la compra de aviones MIG-29 de la antigua República Soviética de Bielorrusia. El alcalde del distrito de Miraflores, a su turno, se entregó al Juzgado Anticorrupción al enterarse que su comparecencia fue cambiada a detención forzada. Parece que el alcalde salió elegido con ayuda económica de Montesinos, tal como aparece en uno de los videos. Así, uno a uno, fueron pasando las personas implicadas en la investigación que ya llevaba 45 días en el proceso y había logrado establecer causales penales a personas de varios tipos de actividades: políticos, policías, militares, servidores de ministerios, etc. Todas, personas que habían sido útiles a Montesinos para sus innumerables operaciones de chantaje e investigación del terrorismo –verdadero o inventado. Había más de 2 000 video-casettes en el inventario de Montesinos, pero sólo uno había bastado para traer abajo al gobierno de Fujimori. La gran mayoría de los políticos del presente estaban implicados, por lo cual estaban prácticamente fuera de carrera política… por el momento. Había también algunos políticos del tiempo de la presidencia
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de Alan García –y el mismo Alan García– con juicios políticos, quienes saldrían libres de los tribunales creados por el gobierno de Fujimori, como medida “precautoria” para impedir que estos volvieran al poder en el presente inmediato. La comisión continuaba las investigaciones sobre la corrupción promovida a niveles tan altos, nunca antes visto en el Perú. Mientras que otras dependencias estaban ocupadas dando marcha atrás a muchas ilegalidades o semi-legalidades, hechas durante el gobierno de Fujimori y modificadas por Toledo, ahora presidente del Perú, y con problemas propios de corrupción moral. Tiempo atrás el candidato García había tenido una conversación con Jacob Cohen –dueño despojado de Canales de televisión– en su elegante departamento en San Isidro, pues quería volver a lograr su apoyo en la campaña política, tal como en el pasado. —¿Qué tal te fue en Miami en los últimos dos años? Preguntó Alan. —Bien, no me puedo quejar. Igual que a Parker. Y tú, cabrón, ¿cómo te fue en Colombia? ¿Pudiste reencontrarte con tus amigos de siempre? Todavía puedes cantar “Yo soy el Rey”?… ¿o te quedaste sin voz?... ¿Te acuerdas cuando te metí el hielo en el bolsillo del pantalón en mi oficina de la avenida Argentina? ¿Cuánto parecía que te habías “mojado” parado? Ja, Ja, Ja! Rió Jacob. Estaba feliz por haber recobrado su canal de televisión –después que casi queda en manos de los odiados hermanos Goldman, favor del “Chino” Fujimori por haberlo convertido en un canal favorable al gobierno– Los Goldman habían sido antiguos socios de Cohen en varias otras aventuras económicas. Al final de cuentas todos estaban solos. Todo regresaba con interminable riesgo político pero con la ilusión de dinero. Seguirían los secuestros, los peculados, los videos. Sólo impor-
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taban el poder y el dinero. ***** Entre tanto en Caracas. Diego ya estaba cerca del EuroBuilding, hotel donde tenía su reservación. La camioneta doblaba la esquina de Las Mercedes lista para subir al parqueo del hotel. Alumbró la subida con sus potentes luces de halógeno y cuando pararon, el chofer dijo que volvería en la mañana y preguntó si algo se le ofrecía para esa noche. ¿Podía enviarle compañía al hotel? —Sólo necesito saber si tiene que ser rubia o morena, alta o baja –todas las mujeres son de lo mejor, súper complacientes, ¡chéveres! —Gracias, le respondió Diego, pero debo alistarme para mañana. ¡Hasta mañana a las 9 a.m.! Entró Diego al EuroBuilding donde tuvo que esperar un momento. Una tripulación de aviación de Iberia terminaba de registrarse. Notó que las azafatas españolas de Iberia se veían
El “Loco” Con corbata pero sólo vistiendo una casaca y pantalón de comando, Diego esperaba al chofer en la puerta del EuroBuilding a las 9 en punto de la mañana. Pensaba que Challe estaría vistiendo “fatiga” de uniforme de soldado con botas y todo; –le gustaba dar la impresión de estar siempre listo para el combate y seguía la tradición de Fidel Castro. Y antes, del dictador Trujillo en la República Dominicana. El chofer le advirtió que el punto de reunión había cambiado –ahora era en el Hotel Tamanaco por estar más cerca y donde se disponía de una salida para el presidente –para cualquiera de sus actos privados, le dijo–. Muy conveniente porque uno de los mejores gimnasios de físico-culturismo femenino estaba allí. Apenas llegaron al hotel Tamanaco descendieron al parqueo reservado para el gobierno. Lejos del parqueo común que está frente al hotel. Diego sentía un poco de preocupación por no saber cómo abordar el tema y no sabía la reacción que Challe tendría como posible represalia al mensaje o contra el mensajero de la embajada americana en el Perú. O contra los dos. Por ascensor particular y prácticamente sin ver a ningún otro huésped en esta sección del hotel. Entraron a una habitación, parte de un penthouse de color blanco, que daba la vuelta a todo el perímetro del hotel. A lo largo del camino había visto no menos de 4 soldados armados en el pasillo del quinto piso. Diego tuvo que esperar unos minutos sentado cómodamente,
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pero preocupado. Los recuerdos de antiguas misiones le venían a la mente y alertaban su corazón. Había señales de una larga velada. Probablemente de la noche anterior… con fuerte olor a humo de habanos y también perfume caro de mujer. Varios retratos de Simón Bolívar adornaban las paredes de color verde claro y en una esquina se veía una fina cómoda de caoba donde se notaba una pistola antigua de metal negro, en su caja de madera también negra con terciopelo rojo, probablemente regalo de algún mandatario a Hugo Challe. Se oían murmullos. Aparentemente Hugo Challe hablaba algo con una mujer en voz baja. Esto dio oportunidad a Diego de pensar en cómo comenzaría su conversación. Siempre las primeras palabras son las más difíciles; de pronto se abrió una puerta interior y se encontró cara a cara con el presidente Challe quien vestía una bata roja, fumando y todavía no muy listo para el trabajo del día. Diego se quedó viéndolo, sonriente pero con los ojos enrojecidos, probablemente por una larga noche… totalmente perfumado y con ropas frescas. Al fondo podía verse una recámara con la puerta media abierta. Una mujer pelirroja en bata verde cruzó brevemente la habitación interior. Diego notó una pierna blanca bien formada y de paso seguro. —¡Entiendo que Ramírez te ofreció una mulata anoche a tu llegada! Fue lo primero que dijo Challe –mirándolo fijamente con sus pequeños ojos de círculos negros, muy brillantes–, los cuales bailaban en una cara sonriente. Aparentemente estaba de muy buen humor –eran famosas sus iras y violencias; pero también sus juergas y excesos–. Esta mañana se veía alerta, tranquilo y amigable. —Pero primero dime ¿qué te trae por aquí? ¿Tengo ya fama en Perú? Cuando termines de decirme lo que sea, yo tengo
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un encargo para ti. —Mi mensaje es bastante simple, señor presidente, respondió Diego. Tengo encomendado decirle que el gobierno de USA no verá con buenos ojos que se continúe abasteciendo de armas al ejército terrorista de las FARC; a los guerrilleros que combaten al gobierno del presidente de Colombia y que están protegiendo a los narcos. Sabemos que ahora que no vienen más armas del Perú, no sería conveniente seguir promoviendo al terrorismo global, porque finalmente no se sabe dónde terminan las armas. USA no está dispuesta a ver más armas en Colombia o en el conflicto armado en Palestina. Venezuela no debe ser parte de las FARC. Sabemos que siguen buscando abastecerse desde Venezuela. Como contrapartida, la Casa Blanca está estudiando la posibilidad de no dejar que baje el precio del petróleo y hasta permitir una nueva alza moderada de hasta US $ 5 dólares por barril por los siguientes dos años, seguía hablando Diego. Esto favorecerá también a México en las cuotas de petróleo y gas. Se piensa también dividir un mayor porcentaje de importación de petróleo entre México y Venezuela, con disminución para el Oriente. Ahora con Irak fuera, Venezuela será favorecida. —Deseas café o algo más para el desayuno, contestó Challe. Sin darse todavía por enterado de la propuesta. dijo:
Luego Challe lo miró fijamente con ojos porcinos y
—¿Qué crees que dirá el presidente colombiano si entregamos datos de cómo el gobierno de USA entrega armas a los para-militares que están haciendo masacres con los narcos que capturan, o que parecen narcos, y no acatan ninguna pauta ni indicación sobre los Derechos Humanos. Esto debería ser importante para un buen récord de los Derechos Humanos. Colombia no recibirá ayuda económica ni de Europa, del Banco
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Mundial ni del Congreso Americano –por muy republicano que este sea. —Yo sólo traigo el mensaje que su presidencia acaba de recibir y estoy pronto a llevar una respuesta específica, contestó Diego. —Mira Diego, ¿o debo llamarte operativo García? —Diego es el nombre operativo, contestó éste. Y puede hacer llegar su respuesta en forma verbal, si gusta, o codificado. Pero es importante saber qué se tendría que hacer en caso que el conflicto se intensifique. Necesitamos saber dónde se ubica Venezuela. Sabemos que hay infiltración narco en Venezuela y si ésto no se detiene ahora, no habrá solución inmediata para Venezuela tampoco. Hay varios grupos con miras a la Presidencia en Venezuela. —El problema es Mundial. El problema es Estados Unidos y su mercado siempre con apetito de más y más de todo. Incluyendo drogas. No podemos en Latino América soportar las restricciones a nuestras exportaciones agrícolas por los exagerados subsidios americanos en USA. Eso causa perjuicio a los cultivos latinos de gran producción como café, azúcar, soya, jugo de naranja, productos cárnicos, etc., que ocupan gran cantidad de mano de obra, cuando estos son los cultivos que deberían, en todo caso, recibir más atención y subsidio para los agricultores latinos y así parar el atractivo de sembrar plantaciones de coca. ¿Cómo le vas a decir a un agricultor que deje de sembrar algo que le da la oportunidad de comer y salir de su pobreza? ¿No te parece? —¿Sabes que la Federación Nacional del Café en Colombia, que representa a 500 000 agricultores, descontinuará la propaganda de “Juan Valdez” por ser muy cara? ¿Y que está sufriendo su peor crisis desde que se creó en 1927? “Juan Valdez” es el
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agricultor sonriente que por 40 años ha representado a la marca de café colombiano de exportación ¿Sabes que el precio del café está en su punto más bajo de cotización en su historia? —¿No crees que USA debería fomentar más la producción final empacada de café en Colombia? Enlatada y lista para su consumo, en lugar de exportar sólo café en grano verde, sin valor agregado. ¿Y jugo de naranja? Lo mismo. No, lo que quiere USA, es que el agricultor latino sólo siembre lo mismo de siempre, pero sin alterar el balance mundial de nada –¿y cómo va a poder comprarse automóviles y computadoras y medicinas? ¿Sabes que los precios de los automóviles han ido siempre en aumento? Doblan su valor cada 15 años. Pero no así los productos agrícolas o mineros: ¡estos bajan! ¡Y la población aumenta! ¡Se enferma, necesita educación y el valor del salario del latino disminuye! —Pero mira, dejemos esto, dijo Challe; dile a tu embajador que tengo planes que se sabrán en quince días a lo sumo. Mientras tanto tengo una propuesta para ti: —¿Para mí, Diego, como persona o como operativo? —Tómalo como quieras. Pero escucha y dame pronto tu opinión. En ese momento el teléfono sonó y uno de los ayudantes de Challe le anuncia que la llamada era del general José Prieto. Challe se levantó de inmediato y se puso al habla. —¿Cómo se hará para llevar a los heridos, en lancha? ……… nada!
—¡No, no estoy de acuerdo en pasar la información de ……… —Debo pensar eso. Por si algo se me ocurre, llámame
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esta tarde a Santa Teresita del Tuy. Estaré allí hasta las 5 de la tarde. Adiós. Challe volvió a la mesa y dijo: —Diego, dejémonos de cojudeces y escucha. Me acaban de confirmar que hubo un “accidente”, si se puede llamar así. Resulta que ayer una avioneta particular fue detectada por tus operadores del avión-radar contratado por la CIA, volando sobre el río Amazonas en Loreto, Perú, mientras cruzaba la frontera con Brasil. Los operadores llamaron a la Fuerza Aérea Peruana, encargada de forzar el aterrizaje de aviones sospechosos de llevar drogas y, cuando éste no respondió, lo bajaron a tiros. Como consecuencia murieron una misionera americana, llamada Verónica Bowers y su hija. Pero, lo que a mí me interesa es recuperar el video que estaba escondido en la cabina del piloto. Quiero ese video. —¿Se puede saber que hay en ese video? —Es mejor que no lo sepas. Sólo consíguelo antes que alguien más se apoderé de él. Todo lo que voy a decirte es que pertenece a la colección de Montesinos del Perú. Además, si te interesa, va mi proposición: Daré un millón de dólares por ese video. es?
—¿Por el video un millón de dólares? ¿Tan importante
—Para mí lo es. Para ti no. Además yo no quiero aparecer como involucrado. El video deberá ser entregado a una persona. Sabrás el nombre de esa persona pero sólo si aceptas mi propuesta. ¡Y claro, si consigues el video primero! —Primero debo pensarlo y ver si se puede conseguir el video. Segundo, debo dar una respuesta a mi embajada sobre el mensaje que traje. Tercero, si el video implica a mi gobierno no haré nada; sólo lo entregaré a la embajada. De todos modos gracias por avisarme de la existencia del video.
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—Ten cuidado Diego. Sé de tu historial. Sé donde vives. También de tu familia. Debes actuar pronto. No tengo mucho tiempo. ¡Por eso pago! Adiós… Diego, haz lo que te digo. Con esto dio por terminada la reunión y llamó al asesor militar presente para que acompañe a Diego a la puerta. Una vez fuera, Diego tomó una bocanada de aire y pensó que todavía no tendría una respuesta al mensaje de su embajada, en cambio sabía algo más: sabía de la existencia de un video importante. ¿Cómo averiguar qué video era ése? ¿Por qué era tan importante? ***** Esa misma tarde, cuando Challe estaba en su casona-refugio de Santa Teresita del Tuy, se comunicó telefónicamente con el General Prieto, quien era jefe de la inteligencia venezolana. Contraparte del puesto que Montesinos del Perú, el caído en desgracia, disfrutó y abusó. Parecía que los Jefes de la Seguridad Interna de un país terminaban mal. —Escúchame, Prieto, la operación “Iguana” continúa; acabo de poner al “conejo” sobre la pista de la “zanahoria”. Ponte en comunicación ahora mismo con Madero de Cali y dile que se necesitará una “rana” en la “granja” en quince días. Además deberemos tener listo al “Perro” en el Perú en caso sea necesario… ¡Challe era muy aficionado a la comunicación “florida” y en clave! Esa tarde, una vez solo en el largo salón de su casa en Santa Teresita de Tuy, Challe miraba a través de la ventana colonial la gran piscina de azulejos, sin verla. Su mente estaba en otra cosa.
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A medida que más pensaba cómo mantener el apoyo de los ciudadanos mayormente pobres de Venezuela, que hasta ahora habían sido fieles a él en las urnas electorales, Challe debía pensar también en cómo tener dinero para repartir a sus muchos colaboradores. Los pobres le habían sido fieles gracias –en gran medida– a las muchas promesas que les hizo durante las campañas electorales, y al dinero que los narcos colombianos canalizaron para su campaña –tal como lo hicieron antes con Samper en Colombia, mediante extensos programas radiales pagados y ahora lo trataban de hacer con candidatos en el Perú–. En cuanto a sus colaboradores, con ellos no cabía ningún patriotismo que valga o promesa futura. Eran todos amigos del momento; él lo sabía, y ellos también. Challe necesitaba tener una fuente permanente de flujo monetario. Qué fácil había sido para Trujillo en República Dominicana hacer que todos lo siguieran con amenazas y con el control de todo el dinero, mucho dinero. Qué fácil había sido para Fujimori permanecer en el poder con dinero y con los chantajes de Montesinos a todo el que se le oponía. Challe necesitaba continuar la relación con el colombiano Esteban Madero, quien era su mejor contacto con los capitales de los grandes “cárteles” narcotraficantes colombianos. Se había arriesgado tremendamente al dar la orden al “Perro” de Perú de desconocer las indicaciones del avión de la CIA y dar la orden de derribar al avión de los misioneros. Necesitaba el video grabado por Montesinos para ser él quien lo entregue a Madero para su uso en Colombia y permitir que continúen las campañas de desprestigio del gobierno de USA en la lucha contra las drogas. ¡Claro que iba a pedir dinero por el video! –pero valía más probar que era él, Challe, quien
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solucionaba un problema y lo convertía en oportunidad. Felizmente el “Perro” se había portado a la altura de la ocasión al “confundir” las bandas de transmisiones radiales entre el avión de la Fuerza Aérea Peruana y el avión de los misioneros. Tenía que recompensarlo. Sabía cómo; conocía los problemas que tenía el “Perro” por culpa de su mujer, la ex-modelo brasilera de Tv de nombre artístico “Mara” y ahora corredora de propiedades inmuebles. Ella, Mara, tenía dependencia de cocaína que debía ser abastecida con dinero pero sin causar problemas al esposo –el “Perro” quien era oficial de la marina, el capitán de fragata César Vargas Olivera, con entrenamiento en espionaje en Langley, USA y asignado al “surveillance” técnico de interceptación de comunicaciones y trasmisiones por satélite– programa de lucha antidrogas con colaboradores de la CIA en coordinación con Perú y Colombia. César Vargas Olivera había probado mariguana y cocaína junto con su “Mara” mientras estuvo en estadías en Sao Paulo. Y en siguientes participaciones en Brasil, en entrenamientos tácticos en la selva amazónica junto con el ejército brasilero, lo hicieron conocer las dichas y penas de una vida nocturna que él no había nunca hecho parte de su vida militar. Los lugares sórdidos y por demás peligrosos a los que Mara iba a comprar drogas en Sao Paulo y las historias de prostitución que ella le contó, fueron como un imán de emociones de las cuales nunca ya pudo escapar. Mara había sido violada por su propio padre cuando tuvo 12 años. Su padre no pudo resistir las bellas piernas y nalgas que la precoz Mara ya lucía, sin ella misma imaginar las reacciones que estaba comenzando a alimentar cada vez que semi desnuda aparecía en los cuartos de su casa, después de jugar con otros niños o después de un baño inocente, allá en su ciudad natal: Fernandópolis.
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Sólo después de conocer el hambre y reconocer su dependencia química fue que ella se prostituyó en bares del “Río Preto”, para ganar el dinero siempre creciente que debía de ganar todos los días. Felizmente la Tv paulista la rescató y puso a César Vargas Olivera en su camino, durante un gran día futbolístico y de muchas celebraciones para ambos que terminaron en el “Piano Forte” en Sao Paulo; bar donde por coincidencias del destino los dos algo bebidos se vieron, conocieron y comenzaron a compartir sabores y dolores. ***** Ahora Challe miraba las espadas cruzadas colgadas en la pared junto a su foto uniformado de cadete, se lo veía joven; sabía que nunca fue bien parecido pero había logrado conquistar varios corazones femeninos gracias a su astucia. Las espadas las ganó mientras fue cadete en la academia militar de donde se graduó con honores. Además, esto le probó que podía ser un líder. Se comprobó que podía ser líder cuando dio el asalto fallido al palacio de gobierno del entonces Presidente Pérez. Todos sabían de la corrupción de Pérez, pero nadie se atrevía a demostrar una rebelión abierta. Sólo Challe pudo hacerlo sabiendo de su fracaso anticipado. Supo encontrar colaboradores que entendiendo también el fracaso garantizado se ofrecieron a seguirlo. Pagaron con pena de cárcel y destierro, pero probaron que podían actuar en conjunto y en línea con sus convicciones. Habían pasado ya 20 años desde que se tomó esa foto de cadete con ilusiones. Cuánto se alegraron sus padres quienes habían visto llegar al primer miembro de la familia a una posición de valor. Toda la familia había sido siempre pobre, pero Hugo cambiaría eso. En realidad el plan era simple.
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Objetivo: Lograr independencia y holgura económica para él y sus generales colaboradores. Goles: Obtener no menos de 200 millones de dólares legales en el extranjero en 3 años. Plan: 1.
Utilizar y ayudar al capital colombiano en inversiones en USA en el rubro Energía. Considerar segmento de gas / petróleo / electricidad usando conocidos de Challe. Preferible en Florida.
2.
Facilitar prospección “Off-Shore” de gas/petróleo en Venezuela a compañías USA, a través de la compañía estatal Pequiven. Así, maximizaba, facilitaba y creaba amistades para este tipo de operaciones favorables a la industria del gas y petróleo con tanta gente en el poder en USA. Challe sabía de los planes de los senadores demócratas de limitar los planes del Presidente Bush para iniciar prospección off-shore en Florida: desde Mobile / Alabama hasta Tampa, Florida– Área 181. Challe sabía de estas acciones por intermedio de las compañías americanas con interés en Florida en la región “Destin Dome”. Esto era conocido en Venezuela. Todos los periódicos se habían encargado de propalar las noticias.
3.
Contribuir a “disminuir” a la CIA en Perú y Colombia para evitar mayor intervención policial y aumentar el tráfico y capital colombiano.
4.
Si fuere necesario crear “tensiones” militares en la zona fronteriza con Colombia, para distraer a las fuerzas colombianas en otras áreas geográficas lejanas de la zona de narcotráfico.
5.
Crear tensiones “estudiantiles” favorables al gobierno en las universidades venezolanas y en el campo, prometiendo títulos de tierras a los campesinos.
6.
Atraer inversión china en el campo petrolero como futuro
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contrapeso a la influencia norteamericana. El haber derribado el avión de los misioneros era parte del plan. Ya el “Chairman” de la comisión de Inteligencia del Senado americano, después de conferenciar con el Director de la CIA, estaba mostrando dudas sobre el buen y muy valioso programa de combatir el tráfico de drogas en Perú. El Presidente Bush había suspendido toda acción en el futuro y hasta que se hagan todas las investigaciones del caso, para lo cual, el Director de la CIA había pedido 48 horas. El Director había dicho que de fuente anónima se sabía que la tripulación de la CIA contactó con la base peruana y que había sido clara la decisión peruana de derribar al avión. Bush cambiaría la política antidrogas USA y esto probablemente ayudaría a los amigos colombianos de Challe. Challe preparaba su plan para presentarlo a su círculo de generales cómplices en su reunión del día siguiente en Caracas. Sabía que era importante capturar el video donde el embajador en Perú habla con Montesinos y ofrece ayuda monetaria para lograr que armas del ejército peruano sean entregadas a los “Contras” colombianos. Este video había sido conseguido por los misioneros cristianos de la selva en Perú a través de la madre de un soldado “indio asháninka”, convertido ahora a los evangelios cristianos y destacado al resguardo de la oficina de la Seguridad Interna del Perú, la oficina de Montesinos, Jefe virtual del Servicio de Inteligencia del Estado Peruano. El soldado no pudo mantener más su silencio al ver cómo los derechos humanos y cristianos se pisoteaban día a día, y había contado esto a su madre quien le pidió que sacara ese video de la extensa videoteca que Montesinos mantenía en su oficina del “Pentagonito” en Lima. La madre entregó el video a uno de los misioneros, con el supuesto plan de llevar este video y mostrarlo “privadamente”
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en Suiza a los grupos de Resguardo de los Principios Cristianos en La Haya y a “Amnistía Internacional”. Así solicitarían más ayuda cristiana en términos de mayores donaciones para las víctimas de la lucha en la selva amazónica. Irónicamente, también había sido otro de estos “fieles cristianos” de la selva amazónica, parte del servicio de inteligencia de Venezuela, quien había avisado al general Prieto sobre la existencia del video. En cuanto Challe se enteró de la existencia del video comprometedor, llamó al “Perro” y le ordenó derribar el avión y conseguir el video para ser él, Challe, quien apareciera como “contribuyente” frente al Cártel de Cali, ayudándoles a mostrar como los USA tampoco seguían todas las normas del acuerdo internacional de Derechos Humanos en la conducción de la lucha antidrogas. Madero ayudaría con el dinero de recompensa –tenía también interés en ayudar al Cártel por ser ellos sus principales clientes de los plásticos que producía en su fábrica de Cali–. Eran plásticos especiales utilizados en el empaque de la droga: sellaban el olor para evitar ser detectado por perros de la policía, y eran de gran fortaleza para entregas aéreas de lanzamiento rápido desde gran altura. Challe estaba perdido en su pensamiento cuando en eso observó las luces del Audi A6 blanco que en ese momento en-
Regina En Caracas, al otro lado de la ciudad, el Jefe de Inteligencia, general Prieto se quedó un rato sin hacer nada después de la llamada telefónica de Challe. Pensaba en lo irónico de todo y lo bien que caminaba el plan. Regina y él seguirían influenciando sutilmente las “decisiones” que tomaba Challe. Prieto en la comandancia y Regina en la cama, cuando Challe estaba más receptivo a sus encantos y comentarios. El cártel de Cali sabía planear y ejecutar sus planes: habían logrado hacer creer que derribar el avión de los misioneros había sido decisión de Challe, mientras que todo esto era parte del plan para someter a Challe a sus órdenes. Ya lo tenían en la mano, ahora con la culpabilidad de ser el asesino de la misionera americana y su hija. Ya se daría a conocer “la verdad” cuando fuera útil. Prieto reemplazaría a Challe en el poder. Para Prieto el conocer a Regina en México durante las reuniones de petróleo con PEMEX –la compañía estatal del petróleo de México– había sido muy alentador para sus planes de “control” sobre Challe. Regina era toda atrayente: inteligente, alta, con pose y muy curvilínea, ojos verdes, pelirroja. Regina era chilena y estuvo antes destacada en México como corresponsal de la agencia de noticias Reuters. Ahora Regina hacía doble desempeño como
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corresponsal de Reuters y como instructora de preparación física en el gimnasio del Hotel Tamanaco. En Venezuela ella había encontrado un medio sumamente fértil para tratar con muchas mujeres de políticos y de industriales poderosos. Así, ella podía no sólo desarrollar y mantener un físico curvilíneo impresionante, sino que además lograba enterarse de muchas infidencias confesadas por mujeres en sus momentos de “debilidad”, cuando estaban juntas en la sauna o durante sesiones de masajes. En Venezuela, de todas las naciones latino americanas, el desarrollar cuerpos esculturales es habitual en la sociedad y muy valorado en círculos altos, así como para participar en los concursos de belleza, los cuales dan respetabilidad y posición instantánea a las reinas quienes, a partir de su coronación, tendrán su vida económica “asegurada”, aceptación en toda la sociedad y gran popularidad entre la juventud, con un gran poder particular de “marketing”. Prieto siempre trataba de ser amable y complacer a Regina para tenerla como aliada, en caso se presente la oportunidad de formar una alianza. Por ahora todo estaba caminando sobre ruedas –perfecto, pensaba Prieto, mientras más contento estaba Challe más confiaba en él–. Convenientemente Regina tenía una oficina en el mismo piso de Prieto para así poder verla él todos los días sin tener que inventar excusas. Pero Prieto no sabía que el interés por información era mutuo. No le costó trabajo a Prieto convencer a Regina de venir a Venezuela una temporada como invitada especial del gobierno venezolano, –tenía la esperanza de que Hugo Challe la viera y la invitara a compartir algún plan sentimental–. Hugo Challe sabía apreciar a las mujeres bonitas; en realidad eran su debilidad. Todo había resultado maravillosamente bien. Challe no sólo la invitó a cenar el mismo día que conoció a Regina. Sino
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que se enamoró de ella, y ahora prácticamente pasaba todo su tiempo libre con ella y sólo pensaba en cómo complacerla. Prieto no sospechó que Regina había sido “sembrada” en México, con los planes de conocer a un alto funcionario de Venezuela y así tener información de primera línea sobre los planes petroleros y política de precios de esta nación. Regina Kaplan era hija de inmigrantes judío-rusos en Chile y había sido reclutada por la agencia israelí. Agencia de antiterrorismo israelí en cooperación con la SAS inglesa. Regina desde muy niña tuvo horror a los abusos cometidos contra los judíos del mundo y había jurado contribuir a que esto no volviera a pasar nunca más. Esto no impedía a Regina ver el Mundo a través de sus bellos ojos verdes –un mundo con muchas oportunidades de hacer justicia y momentos para disfrutar, especialmente con gente de poder y dinero–. No encontraba tan mal a Challe. No le molestaba ver sus pequeños ojos porcinos y hasta disfrutaba de sus ocurrencias y regalos. Siguiendo instrucciones, antes de venir a la cita se había aplicado una cantidad generosa de la crema y puso el perfume en su fina cartera blanca “Ferragamo”. Ambos, crema y perfume, eran especialmente preparados para Regina en la Universidad de Manchester y los recibía cada mes en correo diplomático. La crema y el perfume eran imitación de un conocido perfume francés, pero además, tenían una proporción exacta de feromonas sexuales femeninas para atraer al perfil sexual genético de Hugo Challe y una cantidad concentrada de un derivado volátil de cocaína pura que se vaporizaba y duraba de 2 a 4 horas, lo suficiente para que los amantes se “sintieran” sumamente atraídos el uno hacia el otro. Regina y Hugo entraban en su propio cielo alucinante de baile y lucha, casi con igual excitación. El perfume era para emergencias, mientras que la crema era para ser aplicada con
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la debida anticipación; esta mezcla de encantos naturales y agregados se había vuelto irresistible para Challe. La Universidad de Manchester comenzó los estudios de feromonas, como se denomina a las hormonas sexuales de acción exterior, hace más de 30 años. El primer sujeto de experimentación fue un primer ministro inglés Mr. J. Perfumo, quien tuvo que dejar su alta posición y sufrir vergüenza política cuando se publicaron sus aventuras amorosas con una amante a quien “confesó” muchos secretos británicos. Más recientemente también habían sido parte del programa varios políticos americanos, como el candidato Hart, al ser seducido “irresistiblemente” por su amante en Miami. Escándalo que terminó prematuramente con los planes de lograr ser elegido candidato presidencial Demócrata. Ahora, con la ayuda de la investigación del ADN de las personas, se podía ser más selectivo en la composición química y se medía el nuevo avance y éxito. Como el caso del ex alcalde de New York, quien sucumbía a los placeres de su amante Judith Nathan y estaba judicialmente prohibido de llevarla al segundo piso de su mansión, para evitar que sus hijos sean perturbados con sus problemas extra conyugales. Definitivamente el programa de control psicosomático estaba produciendo resultados positivos aunque las agentesprotagonistas terminaban mal; muchas veces tenían que ser tratadas luego psicológicamente para evitar la dependencia al narcótico. Las más propensas eran las mujeres por estar más tiempo expuestas a la acción química de la composición feromona sexual– cocaína.
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VIDEO CASETTE De regreso al Perú en el vuelo de Aeropostal de las 2 p.m. Diego pensó que haría su investigación de modo personal, hasta comprender completamente de qué se trataba todo esto y qué curso tomar. No se podía confiar completamente en todas las informaciones que se reciben y menos si provienen de un Challe. Tampoco podía confiar en nadie dentro de la embajada o de la DEA. Hasta de su jefe, el coronel Wallace, dudaba por haberlo visto promover a otros operativos menos calificados que él; Wallace siempre mostraba desdén por todo lo latino. También, se daba cuenta de que Wallace sólo se protegía él y aprovechaba de cualquier situación para sacar ventaja personal. Lo había visto usar los resultados de un curso que tomaron en la embajada en Perú llamado “Control de Resentimientos Subconscientes”, el cual servía para entender cómo los terroristas usan ciertas técnicas psicológicas para promover y hacer aflorar resentimientos y odios en las personas, muchas veces sin que éstas lo noten. Así lograban adeptos para sus causas. El coronel Wallace nunca había mostrado plena confianza en Diego por ser de raza india-mexicana. Pensaba el coronel que Diego tenía límites de lealtad con las administraciones “anglo” y había puesto anotaciones en su historial que habían terminado por limitar sus ascensos. ¿A qué video se refería Challe?, pensaba Diego.
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***** Diego también pensó asistir a las investigaciones del avión de los misioneros caído en la selva. Ahora en Lima, el Pastor William Rosco de la Iglesia Calgary de Muskegon de Michigan, decía con énfasis en ese momento, durante el careo en la Penitenciaría de Lima, contestando las preguntas del oficial legal de la Embajada de los Estados Unidos en el Perú. —Pero si no hubo contacto radial antes del ataque entre el avión de la Fuerza Aérea Peruana y el avión de la congregación. Además el avión Embraer Turbo-prop OB-1408 llevaba claramente marcados sus registros y una gran paloma blanca pintada en el fuselaje. Ahora el oficial de la Embajada, dando vuelta en su silla, dijo lentamente al oficial de la Fuerza Aérea del Perú: —Los militares peruanos pueden haber violado las Reglas de Enfrentamiento en Operaciones Anti-Drogas firmadas por los dos países. El oficial de la Fuerza Aérea del Perú, mostrando control de emociones en su cara cetrina, contestó también en forma pausada: —El jet de caza A-37 voló cerca al Embraer Turbo-prop. Acuérdese que el avión de los misioneros tenía un solo motor y estaba equipado con planeadores para agua. Daba una impresión equivocada y por demás sospechosa; parecía un avión narco. El piloto peruano pudo observar la identificación marcada en la cola antes de abrir fuego pero, aparentemente, no pudo entablar comunicación radial con las autoridades de tierra y verificar la licencia; no hubo tiempo. Tampoco sabemos todavía si se dispararon tiros de advertencia. Claro que existe preocupación por que no se hayan seguido todos los procedimientos. El piloto dice que el oficial peruano a bordo del avión rastreador de la CIA trató de entablar comunicación radial; usando tres frecuencias
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diferentes y hablando en español preguntó por la presencia e identificación del avión de los misioneros, y al no conseguir respuesta llamó al jet A-37 para la interceptación, sospechando que se trataba de un avión de narcotraficantes. A lo que contestó el oficial de la Embajada: —El avión de rastreo equipado con radar, sirve a la CIA y es uno de los muchos utilizados en la lucha antidroga y en apoyo a los esfuerzos de los gobiernos de Colombia y Perú. Supuestamente las tripulaciones están bajo el mando de las autoridades locales peruanas durante todo el tiempo y son bastantes bien entrenados y experimentados. Diego, sentado en la parte de atrás del salón escuchaba atentamente todo el diálogo tomando notas de nombres. Pensaba que en el mundo había suficiente religión para odiarnos pero no suficiente para amarnos. En eso escuchó cuando el Pastor Rosco dijo que James Bowers, el esposo de la misionera fallecida, estaba ahora en USA junto con su pequeño hijo. Los adultos, –tres en total– resto de la tripulación del avión misionero, eran miembros de la Asociación de los Evangelistas del Mundo con base de Harrisbourg, Pensilvania y también estaban listos para salir de Lima en el vuelo de American de esa noche. El avión derribado, o lo que quedaba de él permanecía en Iquitos, para las investigaciones necesarias y esperando ser reparado en la base militar del Perú antes de retornar a Lima. Diego tomó nota cuando se pronunció el nombre del piloto: Kevin Burne, quien a pesar de haber sido herido en ambas piernas pudo acuatizar el avión en el Amazonas. Kevin Burne estaba en el hospital de las Hermanas de la Caridad en la base de Yanganachu en Iquitos, a orillas del río Nanay. Al oír la localización exacta del piloto Burne, Diego decidió que debería salir cuanto antes a Iquitos. Sacando su teléfono celular del bolsillo llamó al aeropuerto Jorge Chávez de Lima y consiguió vuelo en el AeroContinente 024 del mediodía. Avisó
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a ángela, su novia de la Embajada, que tenía que salir de viaje y que retornaría al día siguiente. Una vez en el aeropuerto Jorge Chávez, Diego consiguió hablar por teléfono con su enlace de la Embajada en Iquitos, y sin dar mayores detalles arregló para tener un pase de visita para entrevistar a Burne al día siguiente, en la Comandancia de la policía peruana, e interrogarlo sobre el incidente. Después del vuelo de 45 minutos, al llegar a Iquitos y mientras bajaba del avión, notó la humedad del ambiente; mirando al cielo se decía que pronto llovería, lo cual podía arruinar sus planes de pronto retorno a Lima. Tomó un taxi Nissan blanco. La música en el taxi era tropical y bastante ruidosa– una cumbia colombiana; –tropicumbia–, anunciaba la radio. El chofer del taxi le habló en español rápido, lo que obligó a Diego a hacer un esfuerzo en concentrarse y escuchar la pregunta o comentario. Cuando notó que el chofer hablaba con acento portugués, éso lo hizo pensar en la proximidad de Brasil y cómo muchos de los alimentos, bebidas, medicinas, etc., venían del Brasil por ser más fácil transportar vía fluvial por el Amazonas que traer productos vía aérea desde Lima. La población en Iquitos era más similar y apegada a Brasil que a los Andes peruanos. Había varios vendedores ambulantes de helados, de cocona, de maracuyá, de aguaje: todos frutos tropicales de la zona. El chofer le preguntaba si ya tenía Hotel y si necesitaría taxi “exclusivo” durante el día. A Diego le pareció buena la propuesta y contrató al taxi para el resto del día por US $ 10. Durante el camino al centro de Iquitos Diego decidió que antes de ir a la Comandancia y arriesgarse a dar a conocer el motivo de su visita, iría directamente al Hospital de las Hermanas de la Caridad. Durante el camino al hospital. Diego observaba cómo las calles eran relativamente modernas, con casas nuevas y jardines
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cuidados –lo cual indicaba que había bastante dinero disponible– y que entraba dinero a través de Iquitos hacia el interior del Perú. Al llegar al hospital de las Hermanas de la Caridad, mientras el taxi paraba a la sombra de un gran árbol, Diego sintió que tenía la camisa blanca ahora pegada a la espalda por la humedad y el sudor. Notó también que el hospital era una casa antigua de paredes amarillas y con bastantes plantas grandes “chifleras” por todo el perímetro. Incluso eran tan altas como el muro de las puertas de entrada. El hospital estaba situado a lo largo del río Nanay con un muro colindante con la ribera del río. Cuando entró al hospital se identificó con una hermana bastante joven y agraciada con rasgos de aborigen: agradable, nariz de punta plana, morena, algo baja de estatura, parecía ser de origen “asháninka”. —Soy Diego García de la Embajada Americana en Lima. ¿Podría ver a la Hermana Sol María? Dijo esto con una sonrisa ancha y de buenos dientes y mirándola directamente a los ojos. Con esto la hermana sonrió también –no había olvidado la hermana su amabilidad de indígena “asháninka” y le hizo una mueca femenina con la boca para que lo siguiera. Lo llevó al interior del silencioso hospital por un pasillo agradable, con plantas y flores a lo largo del bien cuidado patio. A lo largo de las paredes había varios cuadros pintados en tiempo colonial de tonos ya descoloridos, afectados por el tiempo, la alta temperatura y la humedad. Eran bastantes oscuros, presentando escenas de la última cena y la crucifixión de Jesucristo. A medida que daba pasos sonoros con sus zapatos de punta de acero, Diego pensaba en cómo la religión católica siempre acentuaba el sufrimiento y buscaba disminuir a la persona humana en este mundo y hacerlo sentirse siempre culpable –¡mejor mientras más pobre seas!… porque de ti será el reino
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de los cielos–. Súbitamente Diego se acordó de algo que había leído hacía un tiempo: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre al Reino de los Cielos”. El problemita es que San Jerónimo, el traductor del texto, interpretó la palabra “Kamelos” como camello, cuando en realidad en griego “kamelos” es aquella soga gruesa con la que se amarran los barcos a los muelles, recordaba Diego. Pensó en otra explicación que también le habían dado. En las ciudades amuralladas de la Antigüedad que por protección cerraban al anochecer las pesadas y aparatosas puertas, para no tener que estar abriéndole a los retrasados, dejaban una estrecha abertura en los muros que se llamaban “aguja” por la cual podía pasar sólo un hombre a la vez. El problema era que si un hombre llegaba con un camello cargado, tenía que descargarlo y pasar entre sus patas y arrastrando la carga, todo al mismo tiempo… Pero lo importante en las palabras de Jesús es que al calificar como tan difícil… el que un rico entrara al reino de los cielos, se refería a un rico en maldades o apegos. La bendita historia ha sido muy mal utilizada y las frases peor explicadas por los monjes, para así auto decretarnos que es muy deseable ser pobre para alcanzar el paraíso celestial. Pensaba Diego que los anglicanos sabían por lo menos cantar himnos de alegría. Finalmente llegaron al final del pasillo y la hermana indígena y Diego entraron a una oficina fresca y pintada en marrón, donde había un escritorio de madera maciza también marrón y con un gran crucifijo en la parte central. Se veían bastantes libros sueltos sobre el escritorio y más estantes de libros en tres de las paredes. —La hermana Regenta Sol María está almorzando, le dijo
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la hermana “asháninka”. Diego tuvo que sentarse a esperar, pero antes de hacerlo le preguntó a su guía. —¿Hasta qué hora permiten visitas? –Yo vengo a hablar con el Sr. Burne, una de las víctimas del atentando del avión misionero y quien será dado de alta mañana para ser llevado a la comandancia de la policía. —Normalmente hasta las cinco de la tarde. Pero el Sr. Burne está en sala especial –sólo los militares peruanos pueden dar autorización para hablar con él. ¿Tiene usted un pase especial o sería mejor que vaya y se presente en la comandancia de Iquitos? Además el Sr. Burne está bajo sedantes y analgésicos porque le han tenido que sacar una bala de la rodilla esta mañana, contestó la hermana. Entonces Diego preguntó sobre la ropa del Sr. Burne y si estaba allí o en la comandancia. La hermana le dijo que estaba allí en la sala de recuperación junto con el Sr. Burne, quien había insistido en no dejar que nadie se llevara su ropa a ninguna parte, cosa que la hermana Sol María había consentido para que el Sr. Burne deje que le apliquen los sedantes. él?
—¿Y qué más dijo el Sr. Burne? ¿Tenía algo más con
—Sí, su mochila. Pero la mochila está aquí en la oficina de la hermana Sol María. El Sr. Burne también insistió en que la Regenta guardase su mochila bajo llave. Diego miró a su alrededor y no vio nada. En eso la hermana Sol María entró por la puerta grande del Hospital y caminando bastante rápido se dirigió a su oficina con el blanco hábito flotando al viento. Diego dedujo que la hermana era probablemente de origen europeo al ver su piel tan blanca; y probablemente era también rubia, de facciones agradables, alta, de edad indefinida. Parecía alemana. Al llegar, y entrar con una enigmática pero dulce sonrisa,
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le preguntó por la naturaleza de su visita. Diego después de mostrar sus credenciales le explicó: —Debo reportar a la embajada americana sobre los planes de vuelo del avión Embraer, hermana. Y no tenemos mucho tiempo para hacer la investigación, antes que los oficiales peruanos cambien o destruyan las pruebas, hermana. Quisiera pedirle me entregue la mochila del Sr. Burne, ¿será posible? Ante esto la hermana Sol María se quedó pensando y le respondió que no. —Sólo con una orden de la comandancia podría entregarle la mochila. Diego pensó rápido e insistió: —Han muerto ciudadanos americanos en el incidente. ¿Podría al menos ver el contenido en caso que existiera la posibilidad de que los oficiales peruanos tengan ya los planes de vuelo? ¿Podría ayudarnos con esto? Necesitamos estar seguros que todo se realice con el mayor celo para hacer justicia a los misioneros muertos y heridos. Otras vez la hermana Sol María se quedó pensando, miró arriba por unos momentos y luego el gran crucifijo sobre su escritorio y fue hacia allí. Tomó con ambas manos el crucifijo y una vez que giró el crucifijo 45 grados, éste se levantó del escritorio y se vio un pequeño espacio de donde la hermana sacó una llave Yale algo usada, con la cual procedió a abrir el cajón grande al lado derecho del escritorio y extrajo la mochila. Diego vio también una botella de Johnny Walker, –probablemente para los momentos difíciles, pensó–, pero no dijo nada. Cuando Diego vio la mochila manchada y como ésta se había salvado de ser atravesada por las balas, pensó en la suerte o maldición que esto representaba. La hermana en gesto algo brusco vació la mochila sobre el escritorio y Diego pudo
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claramente distinguir entre todas las cosas, que había un casete de video negro de aspecto normal y preguntó: —¿Había planos de vuelo u otros papeles de aviación en alguno de los bolsillos de la mochila? La hermana superior al no ver los planos, dio una mirada de inocencia y Diego, comprendiendo que la cita había terminado, agradeció y se despidió saliendo rápidamente hacia el taxi que lo aguardaba bajo el mismo árbol, donde el chofer fumaba un cigarrillo Marlboro y charlaba con un vendedora ambulante de tarjetas de llamadas telefónicas. La vendedora era joven y bastante atractiva y locuaz, probablemente también “asháninka”, pensó Diego. De vuelta a la ciudad y en cuanto se registró en el hotel de Turistas, llamó al botones y le pidió que lo llevara a su habitación. Una vez allí, dijo que no le gustaba la vista y que llame a la recepción y pida otra habitación. Cuando el botones le dijo que sí había otra libre y que iría a recoger la llave, Diego se dirigió a la nueva habitación. Cuando el botones llegó le dijo que recién cuando bajase él a cenar hiciera el cambio respectivo en el libro de registro en la recepción, dándole una buena propina. Así, en la computadora aparecía sólo la habitación original. Para cuando hiciera el pago de la noche al salir, recién se sabría cuál fue la verdadera habitación que usó. Había aprendido esta precaución de seguridad en San Salvador para evitar ser atacado mientras dormía. Después de una necesaria ducha de agua fría, bajó a la calle y se dirigió a una cabina de teléfono de larga distancia, a una cuadra del hotel, y llamó a su contacto usando sólo línea local y le dijo que se regresaba a Lima en el Primer vuelo de la mañana; le pidió además que avise a Lima que no había ningún plan de vuelo o papel en la mochila de Burne y que para esto había venido él a Iquitos, y por lo tanto al día siguiente volvería a la embajada.
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De vuelta en su habitación abrió una botella de Inca Cola –la bebida nacional del Perú, ahora propiedad de la Coca-Cola– y comenzó a pensar en lo arriesgado de sus acciones porque la embajada en Lima no sabía lo que realmente él hacía en Iquitos y comenzó a pensar un plan de acción. Esa noche a las 11 p.m. después de dormir por unas horas, Diego salió del hotel a buscar un lugar para comer –no muy respetable, pero limpio–, pensaba. Había bastante humedad en el ambiente y la noche era oscura, pero no había llovido. Sólo se oían los chirridos de las cigarras y grillos y el murmullo del río Nanay. Vestía blue jeans y una camisa azul oscura. Se dirigió a lo largo del malecón del Nanay para ver también los botes pesqueros y evaluar si podría contratar a uno de ellos… supuestamente para hacer “pesca” nocturna deportiva de Paiche –un pez bastante apetecido y práctica común en Iquitos. Encontró a un pescador que dijo sí a todo en cuanto Diego le enseñó unos dólares. A la distancia, sobre el mismo malecón, se veían luces de colores y se oía música tropical tocando a alto volumen. Se dirigió allí. Vio un bar con muchas luces de colores y una chicas sonrientes y bonitas de pelo negro largo, cerquillo, botitas negras y vistiendo faldas muy cortas que dejaban ver generosamente las gotas de sudor en sus muslos largos, delgados, de piel oscura moviéndose frenéticamente al ritmo de la música y luciéndose en el centro del bar. Estaban animando a las otras chicas sentadas en las mesas a bailar también, solas o acompañadas. Diego sonrió y pensó que la escena era bastante atractiva, sensual. Había un aire de surrealismo con toda la negrura de la noche, la humedad en el ambiente y sentirse solo en un lugar extraño. Diego se dirigió a una mesa a comer en medio de esta algarabía de bastante gente, color y con mucho ruido, que el “Bum Bum Bar” se enorgullecía de propalar y que aseguraba, dos kilómetros a la redonda, que era la mejor fonda-discoteca con una amplia variedad de
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“tecnocumbia” –un ritmo muy popular en la selva del Perú, cumbia popular tocada con instrumentos eléctricos muy modernos–. El lugar olía bien: a frituras y condimentos, como en México. Pidió una sopa de tortuga y comida fritada en base a peces de río con bastante cebolla, ajo y ají picante y una cerveza Pilsen para aguantar. Pensaba que las comidas peruana y mexicana se parecen: muy sabrosas. Sólo le faltaba guacamole. Cerca de la media noche, Diego sacó a bailar a una chica llamada Ciedra que vestía un vestido verde muy leve, aunque calzaba botas negras. Ella había estado bailando en el centro de la pista y se había insinuado bastante a Diego. Cuando él se acercó, ella dijo que había estado bailando para él; que ella era la mejor del grupo porque tuvo el “as” ganador del concurso celebrado la noche anterior. Bailó con ella por diez minutos, le dio veinte dólares que fueron recibidos con una amplia sonrisa y le pidió que lo esperara; que vendría pronto. ¡Sólo iba a conseguir más dinero! Ella respondió que sí lo esperaría; por supuesto que ella estaría allí, que estaba encantada con él. Diego se dirigió rápidamente por el malecón hacia el río Nanay a hablar con los pescadores. Se aproximó al hospital de las Hermanas de la Caridad llegando en un bote pequeño de madera que alquiló para “pesca personal”; después de escoger un lugar seco y bajo, trepó el muro usando una “chiflera” como escalera. Después de repetir el camino por los pasillos no tuvo problema en abrir la puerta de la oficina de la hermana Regenta, usando las llaves maestras que siempre llevaba en su maleta de viaje junto con lo necesario para afeitarse. No había ningún tipo de alarma en el hospital. Una vez en la oficina, giró el mismo crucifijo del escritorio de la hermana Sol María, sacó la mochila del cajón y sustituyó el video, que rápidamente lo guardó dentro de su camisa, por
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otro que él había conseguido esa tarde en una tienda de alquiler y venta de películas –video de “Los 10 Mandamientos” con Charlton Heston; pensó que este video era consistente con la naturaleza de los misioneros derribados con balas. Además Charlton Heston apoyaba al NRA americano y al uso de armas y a dar balazos. De regreso al Nanay comprobó que la botella de vino que el dio al pescador-botero, botella con tapa rosca que compró en el ‘Bum Bum Bar’ justo antes de salir, y a la cual le había metido 7 pastillas de “Xanax”, lo había puesto a dormir por las siguientes 24 horas. Volvió apresuradamente al “Bum-Bum Bar” y le dio otros veinte dólares a Ciedra y le dijo que tenía que salir urgente, que lo habían llamado, pero que volvería la noche siguiente, de todas maneras y que estuviera lista para él, para bailar toda la noche. Ciedra estaba ocupada en contar los dólares y sólo sonrió. Se alegró Diego cuando en el vuelo hacia Lima, temprano al día siguiente, leyendo el diario “Gestión” se enteró de que el piloto Kevin Burne estaba fuera de peligro y que pronto saldría de regreso a USA. Todavía no sabía lo que encontraría en el video que ahora llevaba en su maletín, pero tenía que hacerlo pronto para saber qué decisión tomar. Llamaría a Ángela tan pronto llegue a Lima y la invitaría a su departamento. Sabía que podía llamarla a cualquier hora y que aceptaría verlo donde sea. Ángela mientras tanto estaba esperando comunicarse con Diego, para recordarle de la cena de recaudación de fondos para los políticos organizada por la Embajada en Lima. Ella quería ir y deseaba que él fuese también.
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ÁNGELA Quince días antes, Omar llegó a Lima en el vuelo American Airlines 967 procedente de Miami. Había emprendido este viaje y salido de su oficina bastante preocupado por problemas técnicos en su trabajo, y viajar así a Sudamérica sabiendo que hay problemas por todas partes era siempre incómodo. Pero tampoco podría dejar de ir a Lima porque era parte de un viaje más largo con parada en Brasil. Eran las 7:30 p.m. y sintió que fue un vuelo bastante largo y aburrido. Ya había visto los mismos programas de “Eye in América” y también la película “Married Man” en otro vuelo cuando retornó de Santo Domingo la semana anterior. La comida no estuvo mal: pollo con culantro. Era verdad que las aerolíneas habían mejorado mucho pensando en el origen del pasajero y en vez de presentar un menú general tipo americano, ahora usaban condimentos y plantas con gusto latino y con detalles de sabor de cada país que la aerolínea sirve. Durante el vuelo Omar leyó un artículo en el Miami Herald sobre cómo los precios del gas para cocinar y calentar bajarían algo en Florida pero subirían bastante en California. Este último está siendo abastecido por compañías de Texas en las que el presidente y el vicepresidente son grandes accionistas. También había un editorial sobre un nuevo atentado en Cali, Colombia. Una bomba con explosivos plásticos y activada por control remoto, colocada en un automóvil Renault, explosionó en una discoteca de clase media-alta matando siete personas e
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hiriendo a 138. Con esto se revivían los atentados de años pasados cuando el más conocido narcotraficante de ese país, Pablo Escobar, acostumbraba saldar cuentas de esa manera. La explosión ocurrió mientras jóvenes ejecutivos y estudiantes bailaban alegremente y produjo que residuos metálicos vuelen en todas direcciones en la discoteca de Cali, la segunda ciudad más importante de Colombia. Lo peor es que este fue el segundo atentado en una semana, y según la opinión de los expertos, es el resultado de la lucha entre los grupos para-militares, los contras, y el crimen organizado en Cali. Según el administrador del Café Orleáns, John Mario Vallejo, una llamarada gigantesca hizo que la gente saliera corriendo en pánico, en medio del polvo y del humo. Dos semanas antes otro automóvil explosionó en Cali, y tres días antes un grupo paramilitar secuestró doscientos trabajadores de una plantación de caña de azúcar, aumentando la inseguridad en esta guerra que ya lleva 37 años. “Esta es gente enferma; pareció que una bomba atómica había detonado en medio de todos los concurrentes” agregó el señor Vallejo. Uno de los artículos en el mismo periódico informaba sobre la continuación del juicio al peruano Vladimiro Montesinos en el Perú. ¡Finalmente! Seguía huyendo con toda la policía atrás de él y andando a sus espaldas en Venezuela ¿Inexplicable? Ahora se sabía que pudo haber sido detenido por la INTERPOL una noche de diciembre en Caracas, en la clínica Instituto de Diagnóstico San Bernardino, donde estaba ingresado con el nombre de Manuel Diego Rodríguez. Vladimiro Montesinos era una prueba más del ingenuo juego americano de ayudar a construir una organización para promover la democracia en un país, para luego ver a esta nueva organización madurar y abusar del sistema creado y de su gente… juego tantas veces ya repetido en muchos países. Aparentemente Montesinos quiso realizarse varias modificaciones en el rostro. Varios servicios de inteligencia de Perú,
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Brasil y USA habían estado muy ocupados tratando de detenerlo sin resultado. ¡Increíble! Debió haber razones políticas poderosas para esta “ineficiencia”. Todavía se investigaba si sus cuentas bancarias en otros países fueron usadas para transferir recursos que salieron hacia otras partes del mundo y si éstos eran procedentes del narcotráfico. El Perú, desde los conquistadores españoles, fue dominado por grupos económicos pertenecientes a las grandes ciudades y en las últimas décadas también por varios dictadores, quienes usando el cuento de luchar contra el comunismo, hicieron lo que les vino en gana, concentrando el poder en sus ejércitos y en las ciudades desde donde era fácil controlar al país. “Vino a cambiar la ecuación político-económica en Latino América, principalmente en los países andinos, la producción masiva de drogas y su efecto –enriquecedor para el productor y denigrante para el consumidor en Norte América–, todo con extrema violencia. Aunque, causando también un efecto democratizador en sociedades olvidadas y tradicionalmente sin poder” …finalizaba el artículo periodístico. ***** La comida en la Embajada Americana en Perú era en Las Casuarinas, una de las mejores zonas residenciales de Lima. La comida se daba en la casa del Coronel Wallace, Coronel de seguridad de la Embajada que se había casado con una irlandésperuana, él de origen portorriqueño, padre americano y madre portorriqueña. Habían invitado a varios representantes de compañías americanas del Perú a la cena y Omar quería ir para conocer al nuevo embajador, que dicen era mucho más conocedor de Latino América que su predecesor; quería escuchar su discurso. Su prima Ángela, prima muy
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querida, fue quien lo invitó y no quería defraudarla. Sabía que Alexander Lugo iría y también quería conversar con él –sobre todo de sus últimas “conquistas”–, el gordo siempre era divertido. Escuchar las aventuras de Alexander y sus mentiras que eran dramáticas y a veces jocosas, de cómo hacer para poder cumplir con todas sus mujeres, a veces todas en la misma noche. Así que habría música y comida variada, ojalá que criolla peruana –eso le gustaba–. Sería interesante volver a ver a Ángela, que tanto hablaba de su nuevo amigo, Diego, de la fuerza de seguridad de la Embajada. Antes de salir hacia el aeropuerto en Miami, Omar pasó revista a todas las cosas que debía realizar en este viaje. Tenía un poco de preocupación y le parecía un trabajo muy pesado tener que volver a comenzar otro viaje, con tantas cosas que se tendrían que hacer improvisadamente. Omar pensaba en lo difícil de planear actividades en estos viajes de negocios en Latino América, porque todavía los hombres de negocios latinoamericanos no sentían el grado de compromiso y dedicación al trabajo, comparados con los americanos que normalmente sienten preocupación por la desocupación. Eran ya conocidas las muchas pérdidas en puestos de trabajo en USA debido a la globalización. Como parte del trabajo había salido a cenar en un restaurante de pescados en Nueva York con Ronaldo Ramos quien está trabajando en construcciones de plantas químicas en Latino América. Durante la cena hablaron de David Letterman, el popular animador de TV, quien en uno de sus programas había hecho burla de la nueva reina de belleza colombiana en su programa, diciendo que ella era imbatible porque podría tragar 50 globos llenos de heroína, haciendo alusión a uno de los últimos modos colombianos de traficar drogas por aduanas sin ser detectados.
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David Letterman tuvo que pedir disculpas públicas a Andrea Noceti. Según Ronaldo, este incidente habla de cómo a los hispanos nos gusta reír de nosotros mismos, pero no que los de otras nacionalidades lo hagan. De cualquier modo Ronaldo y Omar estuvieron de acuerdo en que los problemas colombianos no tienen nada de cómicos ni son para reírse. Durante la conversación Ronaldo y Omar concluyeron que nada compensa la preocupación o ansiedad de viajar a Colombia. Omar narró que tuvo problemas de seguridad la última vez que estuvo en Bogotá, cuando debió perseguir al ladrón de su billetera que contenía documentos, dinero, y tarjetas de crédito. Lo persiguió por tres cuadras hasta llegar a una playa de estacionamiento desierta donde, súbitamente, encontró al ladrón pero con sus amenazadores amigos quienes lo dejaron ir con la condición que olvidase su dinero y las tarjetas de crédito. Se quedó sin billetera pero sí con una fuerte impresión. A modo de aligerar la conversación, Ronaldo contó una broma sobre relaciones amorosas… de cómo las religiosas murmuran: –¡Oh Dios! Y las infieles y mentirosas dicen:– ¡Oh mi amor!... Para evitar decir un nombre y equivocarse cuando están haciendo el amor. ***** Casi a las nueve de la noche salió Omar del hotel Holiday Inn rumbo a Las Casuarinas, vía la avenida Benavides. Pasó por Pardo´s Chicken, una de las mejores cadenas de Lima para este tipo de comida. Mientras veía cómo el humo de las parrillas salía abundante por la chimenea y se pegaba a las paredes de los edificios de vivienda de la avenida, sentía lástima por la gente que habitaba esos edificios, cansada de oler los pollos a la brasa todo el día y la noche.
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Pasó el supermercado Wong en el cruce de Benavides y Panamá y otra vez pensó que el éxito de esta cadena estaría siendo las maldición de las personas que viven en esa cuadra, por el intenso tráfico que se produce a toda hora con tanto automóvil de gente que compra allí sus artículos de primera necesidad. Algo semejante estaba ocurriendo con la gente que vive cerca de los Wall Mart… donde también se produce bastante congestión de tráfico con la gente de compras y los camiones de entregas. Al llegar a la casa del coronel Wallace, jefe de seguridad de la Embajada, ya se veían varios automóviles en el estacionamiento pero avanzó hasta allí sin esperar por el ayudante de parqueo. Estos estaban muy ocupados con autos de lujo. Apreció Omar que la casa era también muy elegante, bastante grande y de tipo colonial; de color blanco y con una entrada de mármol y paredes que rodeaban toda la casa. Un gran jardín interior era el lugar de la reunión. Vio ahora a Alexander llegar en su reluciente Mercedes Benz plateado, quizás único en su modelo en Lima. Fue importado directamente de Alemania por él, uno de sus caprichos “para ser único y admirado”. Se saludaron y quedaron en encontrarse dentro. Caminando por el piso de grava, que hacía ruido peculiar bajo los pies, vio llegar también a Cohen, dueño de canales de televisión, quien caminaba con uno de los Salomón. Iban hablando muy animadamente, probablemente de algún negocio entre manos. Pensaba Omar que para ellos dos, la única razón de su existencia era hacer dinero. En eso encontró a Hugo Vera, compañero de universidad. Casi de inmediato Hugo le contó: —¡Estoy planeando exportar algunos productos marinos a USA; camarones, conchas, cangrejos, etc.! ¡Es muy interesante, la evaluación económica es bastante rentable!
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Es interesante también cómo los países de Latino América están aumentando capitales y esfuerzo en exportación de alimentos, quizá porque es lo único en que los chinos no pueden hacer “dumping” y competir en el mundo. Más aun, necesitan importarlos para alimentar a su gran población hambrienta. Hugo siempre fue sano y se le vio muy interesado y correcto. Continuó luego: —Estos productos tienen una demanda alta en USA y la pesca de anchoveta es un crimen para el país; proseguía Hugo sin parar ahora. Explicó que una tonelada de harina de anchoveta era alimento para 2-5 toneladas de pesca de alimento humano como lenguado, corvina, pez espada, etc. La harina de anchoveta se vende a 350 dólares la tonelada y el pescado fino fileteado y exportado en USA estaba a precios de 10 000 dólares la tonelada. Seguía Hugo: —Además deja ganancias al Perú en forma de mano de obra e infraestructura, además de democratizar el trabajo en vez de dar sólo ganancias a los industriales y al gobierno en forma de márgenes de utilidades e impuestos de exportación. Dinero que no llega nunca a manos de los pobres trabajadores del litoral. En eso se interpuso otro amigo, Sergio Peláez. —Peor si se considera que hay contratos con los rusos y japoneses que depredan el mar de las especies marinas de consumo humano, sin que exista verificación real de las cantidades exactas de extracción. Mientras Hugo hablaba de la anchoveta, Omar se acordaba de los inicios de la pesca industrial en el Perú. Cuando el industrial Luis Banchero consiguió capitales italianos para empezar las operaciones de captura y procesado. Pensaba en cómo su gran crecimiento económico fue elogiado por toda la prensa peruana y el gobierno le habría todas las puertas.
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Sin embargo su aventura industrial terminó con su muerte en su casa de Chaclacayo, donde fue asesinado con un cenicero muy pesado, supuestamente por el hijo del jardinero, quien había estado enamorado de su amante, la señorita Sesarego. Y cuando ya no pudo resistir más las escenas de amor, lo mató. Hugo Vera ahora comenzó a acordarse del tema e intervino en la conversación y mientras miraba hacia unas plantas del jardín, sin realmente verlas, dijo: —Al fin de cuentas, las plantas de harina de pescado sólo sirvieron para enriquecer a algunos allegados a los generales del dictador Velasco, y para criar sindicalistas que ganaban sin trabajar. ¡En ningún momento se discutieron planes para limpiar el litoral contaminado de olores nauseabundos, ni cómo disminuir la polución del ambiente que causa tantas alergias, ¡y esas plantas hasta ahora siguen produciendo harina pestilente! En eso llegó Alfredo Vásquez, otro amigo de la juventud y se quedaron hablando del potencial de exportación del Perú en productos marinos. El Perú se había atrasado 20 años, mientras que otros países como Venezuela, Chile y Brasil supieron adelantarse con tecnologías modernas de producción y progreso, y sin empeñar tantos dineros de la banca mundial para implementar actividades obsoletas existentes en campos agrícolas e industriales: sin valor agregado para futuras ganancias del país. Comentaba Omar cómo la siguiente generación de profesionales serían los que más sufrirían las consecuencias de no poder encontrar trabajo, por la gran contracción económica que siguió a esta aventura política del país. Pensaba que probablemente ésta fue la causa del verdadero nacimiento del terrorismo en el Perú y el comienzo de las grandes plantaciones de coca que crecieron mucho, ayudadas por el dinero colombiano. Mientras caminaba solo por el jardín con su vaso de cerveza
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en la mano, Omar encontró a Alexander conversando con Alberto Lituma, presidente de la Cooperativa Agraria de Paramonga. No trataban de la siguiente producción de azúcar o de los pagos de salarios no cumplidos o de los precios de refugio o subsidio que se iba a pedir al gobierno. Lituma decía: —¡Qué valor que tendría vender las tierras de la cooperativa! Ahora no se utilizan por falta de capital de trabajo y resaltaba Lituma: Las ganancias que esto podría generar a quien controle el proceso de venta… Alexander contestó: —Las tierras de las cooperativas agrarias de la costa del Perú son las mejores de todo el país. Es claro que el país pierde sembrando caña de azúcar. Aunque los agricultores sindicalizados trabajen con todas sus energías, como Omar pensaba, pero muy pocos lo hacen por estar muy politizados. Aun así, no se ganaría dinero con azúcar. No se piensa en la economía del país y como tal no se plantea que se tomen nuevos rumbos porque el mercado entero está saturado de azúcar. No se desarrollan planes para convertir esos campos agrícolas en algunos otros cultivos con mayor valor de exportación. No se aprovecha la ventana de la estación anual complementaria a la del hemisferio norte, por ejemplo, con la gran diversidad de hortalizas y frutas que tenemos, estaba imaginando ahora que ellos han tomado más conciencia alimentaria de disminuir el consumo de calorías. Pensó Omar que Alexander estaba en lo cierto. Pero Alexander ya estaba imaginando las grandes comisiones de dinero que él podría ganar si se vendían las plantaciones azucareras. En eso comentó Omar a Alexander– se te ve muy contento; se te nota cansado pero contento. Alexander se rió y jalándose el pantalón en la cintura, para ver cuánto espacio libre había, mostró cómo había perdido peso haciendo una nueva dieta.
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–Si se come bastante y se hace el amor con exageración y seguido, la digestión se interrumpe. El “ejercicio” del sexo hace gastar más calorías que las ingeridas, dijo. Te deseo buena suerte con esa teoría pero cuídate de un ataque al corazón probándola, le respondió Omar –aunque me imagino que no la estarás practicando en toda su amplitud, le dijo, por que no se te nota gran pérdida de peso– sigues igual, tal como en los últimos años, agregó. Alexander se volvió a reír y dijo que venía casi directamente de “destrozar” a su amiga Mariela. En eso Omar vio a ángela entrar con quien presumiblemente sería Diego. ángela también lo vio y se dirigió hacia él, del brazo de Diego; —¡Te presento a Diego, también a ti Alexander! Así fue presentado Diego, con una gran sonrisa de ángela. Ella tomó del brazo a Omar y lo llevó a un costado mientras Diego y Alexander comenzaban a hablar de algo interesante. —¿Dónde has estado y cómo está tu familia?, preguntó. ¿Sigues viajando tanto como antes? Omar contestó a sus dos preguntas y añadió que inmediatamente después de regresar de Lima tendría que ir a Colombia. A Cali, específicamente, para atender a unas fábricas que están usando bastantes plásticos de empaque. ángela y Omar se dirigieron al bar a tomar algo mientras que Alexander y Diego comenzaron a hablar de política y políticos de Latino América. —Estoy muy enamorada de Diego, le dijo, aunque está casado; pero si lograra tener más dinero, podría divorciarse sin sentirse mal por su esposa y su hijo. Tengo algunas ideas de cómo podría hacerlo sentirse más atraído hacia mí, –le comentó–. Me gustaría vivir en USA con Diego. ¡Es el mejor hombre que
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he conocido en mi vida! Omar notó lo entusiasmada que estaba por Diego, a quien en ese momento vio en franca y muy animada conversación con Alexander. En ese momento los dos pares se dirigieron la mirada y caminaron a encontrarse. —Una vez que el embajador termine de hablar, quisiera invitarlos a tomar una copa en algún lugar, dijo Alexander. ángela dio una mirada a Diego y éste a Omar y dijo. —¿Qué tal si nos separamos ahora y nos encontramos en el Café Haití? ¿A las 2 a.m.?–. –¿En cuanto salgamos? Alexander había ganado más entusiasmo todavía y respondió que sí. Y que Omar no debía faltar. En eso comenzó a oírse música bailable del Caribe en forma de susurro, gracias a un buen sistema de sonido con parlantes de calidad y Omar vio que la sala se estaba llenando con señoras bien vestidas y con varios nuevos políticos, muy sonrientes. Los viejos políticos estaban rodeados de sus séquitos de correligionarios y se los veía “comprometidos”, casi imposible de acercarse a ellos. Omar pensó que Latino América debería exportar políticos, porque teníamos muy buena producción de éstos, sobre todo en cantidad. Hugo Vera, ahora hablando con un viejo amigo, Alberto Bravo –empleado de la Pilsen– le hizo señas a Omar que se juntara con ellos y así seguir con la estéril discusión de qué hacer con el Perú para mejorarlo. Así pasó la cena-velada sin mayor incidente. Omar se sentía desilusionado, los políticos de ahora y los viejos seguían iguales de prometedores, y los “financistas” de los partidos políticos y campañas tan ambiciosos y activos como siempre. El embajador, no dijo nada nuevo tampoco. Lo mismo de siempre, sólo mostró preocupación
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por los incidentes en Iquitos con el avión de los misioneros. ***** Antes de ir a la Cena, Diego se había reunido con ángela y después de las respectivas muestras de amantes cariñosos y devotos, Diego le contó de su viaje a Iquitos. Nunca antes había tenido tal tipo de sinceramiento con nadie, pero ahora se sentía muy agitado y percibía la oportunidad. Su instinto nunca le había fallado. ángela escuchó a Diego, primero con espaciamientos mentales porque todavía estaba ensimismada con el reciente episodio amoroso, pero pronto empezó a comprender la preocupación de Diego. ángela alcanzó su ritmo normal mental y pensó que con suficiente planeamiento podrían resultar ganando el dinero para la independencia que ella tanto buscaba en su vida. La oportunidad de ganar una buena cantidad de dinero, era la vía para que Diego se pudiera divorciar y ella formar un hogar con él en algún lugar –preferiblemente en USA– donde podría tener muchas comodidades que la vida hasta ahora le había negado. Habían mirado detenidamente el video-cassette en el departamento de Diego y a medida que pasaba la cuenta se apagaban más las intenciones de honorabilidad que siempre habían guiado a Diego en su vida. Veía a su embajador negociar en términos de dinero con un fugitivo, que era claramente un gran delincuente, y llegar a acuerdos que Diego nunca podría comprender, ¿era la situación muy complicada de entender? ¿o ellos democráticamente insensibles con los principios que él
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El “Perro” El “Perro” llamó a la Comandancia de Iquitos tan pronto llegó al aeropuerto. Preguntó por el teniente Pepe Vargas, quien había sido su alumno en la Escuela Naval en Lima. “Varguitas” era bueno para interrogatorios y siempre le obedecería. Acordaron encontrarse en el club “El Inca” para tomar un café y discutir la situación que César quería plantearle. Llegaron casi simultáneamente a “El Inca” y se dirigieron al fondo de la sala El Emperador, donde un mozo muy viejo estaba atendiendo a unas señoras con sus pastelitos y limonada fresca de aguaje. El capitán Vargas Olivera comenzó a describir lo grave de tener unos misioneros americanos heridos en el Perú, y sobre todo cuando USA estaba amenazando suspender la ayuda militar al Perú y que –como él sabía, “Varguitas”–, debía de ayudar al gobierno peruano a recoger toda prueba que pudiera ser comprometedora. —¿Sabes cómo se complicará la situación de los ascensos y promociones si los americanos nos quitan los 200 millones de dólares de ayuda? No, no se podrá comprar nuevos aviones o lanchas patrulleras y no se crearán más plazas de ascenso. No habrán tareas bien remuneradas para atender; no habrán viajecitos a Miami. “Debemos ver cómo nos ayudamos unos a otros, ahora, compadre”, terminó diciendo el “Perro”. Pepe “Varguitas” comentó: –Lo que no entiendo es cómo ha podido pasar ésto. ¿No
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tenemos todos los nuevos equipos Motorola de radioescucha?, nos falta el GPS de tierra pero de todas maneras algo tiene que haber pasado. El idiota del A-37 no puede andar disparando sin antes saber certeramente si eran narcos o no. Creo que es más fácil que los narcos pasen volando en cualquier dirección, a que gente con razón-de-estar en estos lugares puedan circular libremente. Por eso siempre les digo a mis policías que no actúen sin orden del superior y siempre lo hacen, es que son unos ignorantes que manejan fusiles y ametralladoras con una mano y con la otra están rascándose los huevos. Sin educación, aun sin estudios de primaria y uno de estos días van a matar a un pueblo entero con un cañonazo mal dirigido. —No podemos hacer nada ahora, Pepe. Sólo voy a pedirte que me lleves ahora mismo al Hospital de las Hermanas de la Caridad y me ayudes a interrogar al piloto de la avioneta –quiero saber cuánto sabe y si llevaba algo que los pueda incriminar a ellos–, necesito tener algo que podamos usar en su contra, para poder explicar a los americanos de la CIA que sí hubo razón para bajarlos a tiros. —¿Podríamos plantar algo? Tengo un poco de coca en la Comandancia y la plantamos en la cola de la avioneta. Tú podrías “encontrarla” y explicar el caso mejor que yo. El coronel de la Comandancia está en Lima ahora, tenemos el campo libre y además podemos poner un plano de vuelo equivocado y así decimos que se equivocaron cuando dieron su ubicación. ¿Qué crees? —No, no quiero más líos. Además prefiero encontrar si en realidad hubo algo que ellos estaban llevando y que los culpe. Por ejemplo, si tenían todos los papeles en regla. ¿Tú sabes si la adopción de la hija se completó? ¿Tenían todos los papeles? Podríamos enjuiciarlos por secuestro de menores. —Es mejor que vayamos ya. Conozco al doctor San Martín y no será difícil hacer que nos deje solos con el piloto. Partieron en un Jeep de la comandancia. Al llegar al hos-
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pital, la vendedora ambulante de tarjetas telefónicas estaba allí como de costumbre y se quedó mirando a César Vargas Olivera, quien sabía que tenía un atractivo especial para las mujeres de cualquier tipo. Pepe Vargas miró a Vargas Olivera acercarse a la vendedora ambulante y preguntarle cuánto costaba todo lo que vendía y, ¿cuál era su nombre? Con esto la vendedora se sonrojó y dijo que su nombre era Carmen… y que no necesitaba vender todo. César le dijo que lo espere, que cuando salga del hospital quería hablarle a ella, sola. Con eso César Vargas Olivera, luciendo su blanco uniforme de capitán, y el teniente Vargas entraron rápidamente al hospital y se dirigieron a la recepción a preguntar por el doctor San Martín, quien en ese momento estaba con el piloto Kevin Burne. El doctor ordenó por el trasmisor interno que los dejaran pasar y que los esperaba en la sala A-12. —¡Pepe! ¿qué tal?, saludó el doctor San Martín. Hacía tiempo que no te veía; me imagino que vienes a hablar con el piloto del Embraer, Sr. Burne. Cuando César Vargas Olivera y Pepe Vargas entraron a la sala vieron a Kevin Burne quien estaba bastante pálido. La pierna de la operación en alto. No se sentía bien pues había perdido bastante sangre el día anterior. Lo habían rescatado del agua después de media hora de perder el sentido. Felizmente unos nativos de la zona le pararon la hemorragia con unas plantas silvestres y unas vendas provisionales que le amarraron sobre las rodillas. Sólo sentía ganar de dormir y quería volver a USA cuanto antes. Todo este viaje con los misioneros había sido un fracaso. Los misioneros tienen un espíritu raro, nadie los quiere pero siguen con su tarea como sordos o locos y sin pensar en las consecuencias. Pensaba que la religión crea personas fanáticas y con una energía muchas veces mal gastada. Será la fe o una mala interpretación de la Biblia o su sentido
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de culpa –nunca lo entendería. ¿Por qué tenían que andar convenciendo a otras gentes de su dios? ¿No era la historia suficiente para mostrar cómo la religión había servido para matar a muchos inocentes? ¿No se daban cuenta que ellos también estaban siendo utilizados para promover y sembrar el terreno, para futuros abusos contra los indígenas? De cualquier manera estaba cansado y sin ganas de hablar y menos con unos militares culpables de su desgracia. El Capitán Vargas Olivera comenzó el interrogatorio, después de una breve introducción: —¿Cómo es que entró en territorio peruano? ¿Tenía autorización? ¿De qué aeropuerto despegó? ¿Dónde están sus pertenencias personales? ¿Qué pasó con el plan de vuelo? ¿Por qué no aterrizó en cuanto vio al avión militar? ¿Por qué no pensó que le dispararían? César Vargas Olivera preguntó todo esto bastante rápido, con voz militar y casi sin esperar respuestas, como medio de amedrentarlo. Hablaba inglés bastante bien, fruto del trato diario con la CIA. Kevin Burne, lo miró con resentimiento y dijo: —Cómo se va a saber que un avión jet que viene sin consulta y sin comunicación radial, pasa dos veces en forma rasante haciendo que los niños en la avioneta lloren por el ruido; va también a disparar sin verificar primero si somos legales o contrabandistas? ¡Claramente ha sido un abuso, una prepotencia!… terminó diciendo Kevin Burne. El doctor San Martín había salido de la habitación a buscar a la hermana Regenta para poder calmar los ánimos, porque veía las intenciones del Capitán Vargas Olivera. Cuando localizó a la hermana Regenta le contó lo que pasaba y le pidió venir pronto. La hermana tomó la mochila del piloto y con ésta en la mano se dirigió a la sala A-12. Allí encaró al Capitán Vargas Olivera y le dijo que no había absolutamente nada que implicara
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al piloto. Como prueba tenía su mochila y que podía ver que no había ningún plan de vuelo sospechoso. Que gente de la embajada Americana ya había visto la mochila sin resultado. César Vargas Olivera quedó lívido cuando escuchó… ¿embajada?, dijo. Y preguntó… ¿qué hay en la mochila? ¿Cómo es que el piloto no manifestó en ningún momento la existencia de una mochila? Sólo habían hablado de un video sospechoso durante el tiempo que estuvo bajo anestesia, de acuerdo al doctor San Martín. Procediendo a abrirla, César Vargas Olivera encontró un video-cassette y se tranquilizó… pero pronto vio el título: “Los Diez Mandamientos”, y pensó que ojalá fuera una broma y salió sólo dejando a ‘Varguitas’ para que haga guardia y diciendo que volvería pronto. Al salir pidió a la hermana Regenta si podía ver este video en alguna parte del hospital, y procedió a ir a la sala de recreo que fue donde la madre le señaló. En la sala de recreo pidió disculpas a unas enfermeras que veían la telenovela mexicana: “Tres Mujeres”. Les pidió que salieran de la habitación muy a pesar de sus quejas, por estar la telenovela en un punto crítico, según dijeron. Y una vez solo puso el video en el VCR. Pronto aparecieron los nombres de los actores. Vio a Charlton Heston, Moisés, cuando niño y a Cecil B. de Mille decir unas palabras de introducción. El “Perro” primero se puso blanco y después rojo, muy molesto… y luego tuvo miedo. Debía recuperar el video pronto y antes de que Prieto o Challe se enterasen del grave percance. Se preguntaba que cómo sería esto posible si se aseguraba que Kevin Burne sabía del video… ¿Cómo iba a desaparecer sin rastro?… Kevin Burne había dicho en su delirio de herido que tenía el video, que era importante que fuera entregado a sus dueños… ¿qué dueños? ¿los americanos?
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Salió a buscar a la hermana Regenta y le preguntó: —¿Quién de la embajada había llegado y cuándo? La madre le explicó que fue una persona de la CIA, de nombre Diego García, y que estuvo el día anterior pero que no había tocado ni llevado nada. Sólo vio el contenido de la mochila. César Vargas Olivera se quedó pensando y salió a buscar a “Varguitas”. Cuándo estuvieron solos le preguntó que pensaba de todo esto. —Creo que hay algo serio. Creo que debemos localizar a García y preguntarle que hacía aquí y por qué no se reportó en la Comandancia antes de venir. Debemos averiguar pronto y saber si se llevó algo y cómo. Vamos a pensar fuera de aquí le dijo César Vargas. Salieron a la calle. Una vez allí al levantar la cabeza vio a la vendedora ambulante y se dirigió a hablar con ella. Ella enrojeció en cuanto lo vio acercarse. Olivera le compró una caja entera de cigarrillos Marlboro y una docena de tarjetas de llamado telefónico y le dijo: —Qué bueno es Iquitos para ti. Se te ve muy bien ¡hermosa! La vendedora se volvió a enrojecer y dijo que todos los hombres son iguales, ¡unos enamoradores! César le preguntó: —¿Vino un hombre solo ayer, o con alguien, un hombre que no parecía ser de acá? ¿Joven quizás? ¿En Taxi, que se le viera diferente? sí.
La vendedora no tuvo que pensar mucho y contestó que
—Parecía de fuera, no de Iquitos. Mi amigo Josesino, que tiene un bonito carro blanco, trajo a un pasajero tan guapo, igual que tú, pero de apariencia más fuerte… sin uniforme, pero… César preguntó la hora y dedujo que probablemente todavía estaba en Iquitos o recién se habría ido. ¿Esa misma mañana?
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Pero el solo hecho de que alguien más ya estaba sobre la pista del video le comenzó a preocupar. Con esto se dirigieron de regreso al Aeropuerto a localizar a Josesino. Lo localizaron en la estación de taxis, le preguntaron por sus últimos pasajeros y si había llevado a alguno al Hospital de las Hermanas de la Caridad y ¿a dónde más? Después de deducir cuál de estos pasajeros se trataba del operativo García, Olivera y “Varguitas” se dirigieron al Hotel de Turistas. En el Hotel de Turistas indagaron y encontraron al botones que había llevado a Diego a su habitación; le obligaron a describir todos los pasos y caminos que aquél podría haber tomado… Dónde había dormido, dónde había comido… Le dijeron a César que Diego García se veía algo preocupado por mantenerse anónimo, y que una chica de nombre Ciedra del “Bum-Bum Bar” había venido a buscarlo esa misma mañana, pero que él ya se había ido muy temprano, probablemente al aeropuerto. César y “Varguitas” de la policía salieron inmediatamente para el “Bum-Bum Bar”. Después de hablar con el dueño del bar y de otro viaje apresurado por los alrededores, pudieron localizar a Ciedra en su casa en el barrio del Leticia, donde vivía con su pequeña hija y con su madre. Leticia era un barrio de casas de madera de la selva, construido sobre el río Nanay. Las casas eran de todo tipo, muchas construidas con madera como el sapote, que nadie la quiere por ser muy débil, y se descompone muy fácilmente en contacto con el agua del río. La población de Leticia era pobre. Muchas prostitutas y sus hombres vivían allí. Se veía a los niños caminar sin zapatos de una casa a otra. Caminando sobre tablones-puentes, y era de sospechar que muchos de ellos desaparecían súbitamente de un día para el otro, sin que nadie supiera cómo ocurrió.
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Le prometieron a Ciedra ayudarla la próxima vez que tenga problemas con la policía o por lo contrario meterla sin miramientos en la cárcel por prostitución, si no cooperaba y respondía rápidamente todas las preguntas. Ciedra les dijo: —¡Diego bailaba muy bien y qué fácilmente reía! ¡Me gustó mucho!… pero desapareció por una hora sin saber dónde se fue. Quise hacer el amor con él, porque era muy simpático y se veía muy hombre, ¡ojalá vuelva pronto! César trataba de reconstruir en su mente cómo y dónde pudo ir Diego a la media noche y por qué. ¿Por qué había venido un operativo de la CIA a Iquitos? y él sin saberlo ¿Actuaba solo? ¿Cómo podía Diego haber hecho algo así sin tener recursos disponibles en Iquitos? ¿Qué recursos necesitó Diego… para encontrarse con Kevin Burne? ¿Quién más sabía algo del video y cómo se había enterado? Ese alguien seguro estaría implicado en esto también. Debía encontrar a Diego y pronto. Muchas preguntas sin respuestas. Debía volver a Lima para buscar a Diego y ubicar el video, para así cumplir con Prieto. En eso recordó que no había recibido todavía el pago de Venezuela por los riesgos que había corrido al derribar el avión de los misioneros. ¿Qué se verá en ese maldito video que es tan importante para Challe? Pensó el “Perro”, sintiendo amargura por su posición y desprecio por él mismo. Le pidió al teniente Vargas que lo lleve al aeropuerto a tomar el primer vuelo a Lima. —Creo que hay un vuelo TAME a Lima a la 1 p.m. le dijo. Pensaba comunicarse inmediatamente con Prieto, tan pronto fuera posible, para saber mejor qué acción tomar. *****
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Era medio día en Lima y Alexander todavía dormía, lo cual no era inusual en él, acostumbrado a ir a su oficina después de las 10 a.m. Solía almorzar normalmente después de las 3 p.m. En cuanto entró a su edificio y una vez en su oficina, pidió a su secretaria, Bárbara, que le saque pasaje a Miami para el vuelo de esa noche con regreso al día siguiente. En primera clase, y que le diga a la aerolínea su preferencia para la comida del avión. Que diga “kosher”. También le encargó que llame al abogado Nicolás Serna para pedir una cita en la tarde en su oficina de Brikel Avenue; que necesitaba un favor, ¡confidencial! Cuando Alexander despertó, pensó en el plan discutido la noche anterior con Diego. Le había propuesto a Diego que sólo los dos trabajasen juntos el plan iniciado por Alexander. El plan consistía en que él, Alexander, actuara como intermediario para sacar el video-cassette a USA. Utilizarían un medio “neutro” de intercambio por el dinero y dividirían el dinero en dos. Había que comunicar a Challe que ya tenían el video pero no sabían cómo ni cuándo sacarlo; lo más pronto, ¿pero cómo? Luego harían llegar el video por un medio “neutro”, a quien Challe diga. Mientras menos personas, mejor; había pensado, menos probabilidades para un error. Además meter a más personas significaba disminuir la recompensa de cada uno, …quizás más adelante. Se habían ido la noche anterior, los dos y ángela, al bar “Vivaldi” a discutir el plan, razón por la cual no estuvieron en el Haití a las 2 a.m. Habían decidido que Alexander saliera hacia USA de inmediato llevando el video, y para asegurar también un medio “neutro” para el intercambio. La noche anterior, después de la cena en la casa de las Casuarinas y la posterior reunión en el Vivaldi, Alexander se había sentido particularmente superdotado de todo; inteligencia, dinero, mujeres, energía, suerte, etc., y decidió pasar a ver a Marisela
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camino a su casa. El departamento de Marisela estaba muy convenientemente localizado en la avenida Salaverry, muy cerca a su casa en San Isidro. Cuando llegó, después de estacionar a lo largo de la acera de la calle –pensaba que a esta hora nadie reconocería su auto–, abrió la puerta muy despacio con el corazón palpitando demás en anticipación al encuentro sexual y se movía silenciosamente para sorprenderla en la cama dormida. ¡Estará húmeda!, pensaba Alexander. Se acercaba muy lentamente para darle un beso en el cuello. Pero Marisela estaba con los ojos muy abiertos en la oscuridad de la habitación, al haber sentido los movimientos torpes y la respiración pujante del “gordo” Alexander, que respiraba vahídos de alcohol por la nariz y por la boca. —¡Mira lo sinvergüenza que eres! ¡Tenemos que hablar seriamente! (¡necesito quejarme!). Te has pasado los últimos dos días sin verme. ¡Te fuiste a Miami sin decirme nada y probablemente con la flacuchenta esa! Dijo Marisela muy enfadada. Además quiero una nueva cocina (¡quiero una casa nueva!). —Mi amor tengo mucho sueño y vine para dormir contigo porque también sé lo que te gusta. Mírame todo tuyo y tú tan linda (¡quiero ponerme entre tus piernas, ya!). —Tu hijo ha sacado malas notas en el colegio. No quiere estudiar y pregunta por ti todo el tiempo (¿dónde andas, degenerado?). Diciendo eso, Marisela se quedó callada por un momento y luego procedió a quitarse las panties y le dijo: —¿Seguro que me quieres? (¡te voy a pedir algo caro!). Y dejó que Alexander la tocase toda y se acomodó de costado, dándole la espalda. Ambos se dedicaron a complacerse el uno al otro. Algo era muy cierto, mientras que Alexander estaba muy entusiasmado con Mariela, no podía nunca pensar en dejar a Marisela por que era como su conciencia, su alma, su compañera de muchos
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años; se conocían ya por 24 años. Había conocido a Marisela antes que a su esposa Sofía. Marisela fue la hija del chofer de su padre y fue su primer amor y también la primera relación sexual que él tuvo. Pero para ella no, ella había sido violada por un tío cuando tuvo 14 años. Pero con Alexander ella había encontrado a un hombre que la había querido, que la quería, aunque el no se diera cuenta. Pensaba Marisela. Y con razón. Alexander nunca la dejaría; –estaba en lo cierto. Por muchas mujeres que pudieran pasar por su mente, esas eran como las pinturas y otros juguetes que coleccionaba, y que le eran necesarias en su vida. —¡Te quiero tanto, eres tan varonil! (necesitas afeitarte y has sudado bastante). Dijo Marisela. —Sí, sí te quiero, hablemos de nosotros! (¡te voy a impresionar con todas las cosas que tengo! ¡Y que te voy a dar!), le respondió Alexander. El “Gordo” acordó que cambiaría el colegio de Mario, su joven hijo de 12 años que tenía con Marisela y que pensaría en pasar unos días de viaje juntos muy pronto, quizás en Pisco... en algún hotel cerca a la playa. Aunque decía ésto por complacerla, también Alexander se daba cuenta que psicológicamente sólo con ella descansaba mentalmente de todas sus operaciones y complicados gustos. Su relación con Marisela no le producía ningún “stress” y muchas veces se preguntaba ¿por qué sería esto o por qué siempre volvía a ella?. De cualquier manera, se levantó de la cama; se lavó la cara, y pensó que mejor ya se iba a su casa. Eran aproximadamente las 4 a.m. *****
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Al mediodía en Lima, Omar estaba visitando la compañía Purina promoviendo empaque especial para alimentos para perros. La noche anterior fue al Haití en la avenida Diagonal en Miraflores a las 2 a.m., tal como acordaron con ángela y Diego. Pero no había encontrado a ninguno de sus amigos. Había esperado por media hora y se fue a dormir al Holiday Inn. No había llamado todavía a ángela para preguntarle qué pasó. Nunca había visto a su prima Ángela tan ilusionada con nadie; parecía que tomaba muy en serio a Diego y eso que él no era del Perú. Lo que significaba que para seguir viéndose tendría uno que seguir al otro…, según donde fuera el destino final. ángela siempre fue muy soñadora y eso ya le había causado bastantes desazones amorosas en el pasado. Tal como cuando salía con otro hombre casado que le prometió que se divorciaría. Ojalá que esta vez todo salga bien, pensaba ella. De la Purina fue a Perupacífico y luego a Flexoprint. Todas las discusiones con los diferentes ejecutivos fueron tal cual lo había imaginado. ¡La recesión!, ¡el capital de trabajo es muy caro!, ¡están entrando importaciones de Asia!, ¡no hay volumen que justifique la inversión!, etc. Todos los problemas de siempre de los industriales del Perú. Quieren que el gobierno les solucione todo financieramente. Sin pensar que no hay manera de que el país salga adelante sin cambios estructurales. Haciendo la misma producción de los últimos 50 años, como la minería del zinc, donde los únicos que ganan son los mineros y algo el Estado recibiendo muy diminutos impuestos. Cuando iba retornando de vuelta al hotel, manejando por la vía de circunvalación, pensaba que en el Perú se invierte muy poco capital de riesgo en lograr mayor competitividad y calidad, usando mejores tecnologías para producir soluciones con margen,
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con mayor valor agregado. No se puede sólo ser país minero de zinc y plata cuando estos metales no suben de precio ni de volumen y más aun cuando el zinc es sustituido todos los días –en los envases de hojalata– por plásticos. No se puede producir cobre y competir con Chile que tiene el doble de porcentaje de concentración de metal. No se puede seguir produciendo harina de pescado a precios tan bajos como el de harina de soja –la cual ya antes produjo aceite–. ¡Y despreciando la pesca de consumo humano de exportación! No se puede seguir pensando en extraer petróleo con cuenta gotas, cuando países como Venezuela pueden exportar 10 veces más. ¿Y el gran retraso del gas de Camisea? ¿Sin capital abundante y sin buenos socios globales? Bolivia ya había enseñado la lección del gas, negociando con Brasil y Chile. Seguía pensando en los problemas del Perú mientras iba a almorzar con Juan Espinoza, gerente de Indeco, para discutir los planes que éstos tenían para producir cables eléctricos en Perú, Chile y Brasil, porque ahora todas estas compañías estaban bajo Madeco, compañía chilena con planes de expansión. Se dirigía a La Rana Verde, un buen restaurante de pescados localizado en el Callao que ofrece un cebiche de pulpo al olivo que es sensacional. Cuando llegó Juan Espinoza ya estaba bastante alegre por los dos “piscos sour” que había tomado. Muy locuaz, Espinoza comenzó a hablar de la política peruana y lo folclórica de ésta. Cómo todos los países tenían que aprender por sí solos, pues no aprendían de las experiencias de los otros países. ¡Y el colmo!, hasta en Chile, que ya pasó por los problemas del comunismo, hay quienes todavía seguían dando problemas con planteamientos socialistas, ¡cuando uno pensaba que estarían ya vacunados, criticaban a Pinochet! *****
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Esa noche al llegar al hotel Holiday Inn, Omar llamó a Ángela para preguntarle sobre la reunión de la noche anterior, pero no la encontró. Debía él salir de viaje por dos días a Trujillo, a ver una operación de producción de plásticos alimenticios para hacer hot-dog, y quería por lo menos despedirse en caso no la viera a su retorno. Volvió a llamar a Ángela dos veces más pero tampoco obtuvo resultado. Desde Trujillo preguntó a Taca Perú si el vuelo a Sao Paulo del día siguiente estaba abierto y adelantó su vuelo para salir más pronto de lo planeado. Así podría tener más tiempo en Brasil para poder evaluar unos negocios de plásticos compuestos. Llegó de Trujillo bastante tarde el tercer día y fue directo al Holiday Inn. Al registrarse le entregaron un sobre pequeño con una llave. De parte del señor Alexander Lugo, le dijo Juan, empleado de la recepción. No pudo indagar más pues el viaje a Brasil le comenzó a ocupar el pensamiento. Brasil estaba muy acelerado con las políticas económicas del actual presidente Lula y era el único país con verdaderas expectativas para cualquier compañía que quisiera crecer. Aunque es un país muy difícil para ganar dinero. Se dice que se gana por dos años y en el tercero se pierde lo que se ganó anteriormente. A las diez de la mañana del día siguiente, Omar salió del hotel y se dirigió hacia el aeropuerto. Pararía en la antigua fábrica de refrigeradoras Cóldex, que está localizada al costado del aeropuerto pero que ahora pertenece a la alemana BSH, con directo reporte a la matriz de Brasil..., ¡globalizándose también! pensaba Omar. Sabía que Cóldex había tenido que ser vendida para alivio de su dueño argentino, quien ya no podía más con la gerencia de
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esta empresa, mientras que los alemanes se estaban expandiendo y creciendo financieramente en toda Latino América, usando últimas tecnologías y racionalizando producciones en la región, “para usar sinergias”, según decían. ***** La noche de la fiesta de la Embajada, en la casa de las Casuarinas, César Vargas Olivera llamó al General Prieto a Venezuela desde un teléfono de cabina para no dejar huellas. Llamaba para preguntarle si él sabía algo más del video, por que había detectado un gran interés por parte del operativo García de la embajada americana en conseguirlo… Creo que existe un problema, general, lo de la pista de Iquitos se encuentra algo complicado. Parece que la embajada, con o sin conocimiento, está efectuando investigaciones en torno de lo que los dos sabemos. Fui a Iquitos y localicé un casete que obviamente estaba plantado, no el que nosotros buscamos. Sospecho que ya lo tiene una persona de la DEA pero debo confirmarlo. ¿Tiene algo que me pueda ayudar a moverme más rápido?… ¿Alguna información nueva? Prieto sabía que el operativo García estaba bajo la pista por mandato de Challe pero no quería parar al “Perro” en caso sea él, el que pueda recobrarlo o encontrarlo y pasar la información a Prieto –antes que Diego García a Challe–. Prieto se quedó pensando y dijo: —Creo que debes seguir hasta donde puedas pero no tomes acción definitiva antes de consultarme. Quiero darle una sorpresa a Challe. Sólo quiero que estés enterado de todo para decidir sobre el momento lo que hay que hacer. Con esto Prieto se quedó pensando y colgó el teléfono. No sabía
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tampoco si avisarle a Challe de la conversación o dejar todavía que avancen los acontecimientos un poco más para tener más ventajas. El general Prieto no podía saber que esa misma mañana, bastante temprano, y después de la noche de la cena, cuando Ángela se bañaba para ir a trabajar y pensando que no tendría tiempo para ir a su casa a cambiarse de ropa, Diego había decidido llamar desde su departamento directamente a Challe y decirle que ya tenía el video y que podrían hacer el intercambio. Que sólo necesitaba el nombre de la persona pero que el intercambio sería en USA, lo que le pareció bien a Challe, quien le dijo que pronto le daría el nombre de la persona. Que esa persona haría contacto con él y colgó. Diego pensaba ir a la embajada a reportarse al coronel, su jefe, y explicar por qué viajó a Iquitos y que no había encontrado nada de consideración… aparte de hablar con el piloto Burne y que no pudo encontrar ni el plan de vuelo del avión Embraer. Cuando Diego fue a la embajada y se encontró finalmente cara a cara con el coronel, le comunicó también que tal vez tendría que tomar unos días de vacaciones para ir a ver a su hijo en USA. Trataba así de mantener distancia del coronel y sólo decirle lo estrictamente necesario. Después de esto Diego se dirigió a su oficina, donde los otros operativos estaban hablando de la nueva política energética de petróleo en USA y cómo los precios estaban subiendo desde que Bush era presidente. Felizmente para Diego, nadie le dirigió la palabra; necesitaba evadir conversaciones con el resto del personal. Tenía que comenzar a trabajar en unas nuevas cotizaciones de equipo infrarrojo para los fusiles del personal en la selva mientras pensaba que ojalá que Alexander tenga éxito sacando el video del país y poniéndolo en Miami en algún sitio de fácil intercambio por dinero.
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***** Esa misma mañana. Terminada la conversación con Diego y colgando el teléfono, Challe se volteó en la cama a acariciar a Regina que estaba a su lado muy dormida y lucía muy bella con el cabello pelirrojo todo esparcido por la almohada y totalmente desnuda. Se quedó mirando la espalda de Regina y su mirada siguió hasta donde la sábana cubría su cintura. Sin despertarla y muy cautelosamente fue bajando y levantando la sábana para permitirse una amplia vista de su esbelta espalda, cintura, nalgas y piernas. Se detuvo en el talón del pie izquierdo y con su pie tocó ese talón sintiéndolo tibio. Luego puso su mano en una nalga e hizo murmurar a Regina algo que no entendió pero que lo hizo aproximarse; puso su oído cerca a la boca de la linda mujer. Su aliento era tan dulce y cargado de perfume que lo estremeció a pesar de haber pasado una noche de total placer. Sintió otra vez la energía vital, cariñosa y virilmente se puso a su costado y la tocó suavemente con su pecho… y luego se pegó firmemente a ella. Regina, por su parte, había estado fingiendo todo el tiempo estar dormida mientras Challe hablaba por teléfono y sentía la presencia masculina sobre sus muslos haciéndola curvarse en su posición, pero pensaba en su deber de pronto averiguar más. De qué se trataba la llamada del Perú y quién era ese Diego. ¿Qué Diego? ¿Qué video? Regina se apretó al pecho de Challe y agarró firmemente su miembro viril poniéndolo cerca a su vientre y se acercó a él besándolo fuertemente en el cuello, mientras sus grandes bustos no acallaban el fuerte latido de su corazón. Con esto comenzó otra vez a sentirse un ritmo acompasado de amor y cariño. La mucama, que ya temprano había oído ruido en la habitación de Challe, tenía el desayuno casi listo para servirlo
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pero pensó otra vez y dijo al centinela de la cocina que mejor esperaba un tiempo más, no vaya a ser que se ganara la cólera de Challe por la interrupción. El centinela sonreía y pensaba que él también iba a agarrar a su negra en cuanto llegara a su casa. Challe ponía a toda la casa presidencial y a sus servidores en compás sensual contagioso y libidinoso, por estar siempre él en estado lujurioso, sobre todo desde que había conocido a esta Regina. Regina realmente estaba comenzando a ver a Challe como el amante que era y a sentir legítima atracción sexual. Pero pensó que por encima de todas las cosas estaba el deber para con sus principios y que debía averiguar más de todo esto. Siguiendo instrucciones había colocado puntas electrónicas en los teléfonos de cama de Challe y también en la suya, para cuando Challe la visitaba en su departamento de Caracas. Pero sólo en las residencias privadas de Challe y la suya. Sabía que las oficinas de gobierno estarían vigiladas y serían barridas electrónicamente en forma continua. Estas conexiones telefónicas eran transmitidas directamente a una pequeña grabadora de bolsillo que llevaba como cigarrera en su cartera, todo esto también parte del equipo israelí. Tomaron desayuno juntos. Challe otra vez de muy buen humor dijo con una gran sonrisa y entornado los ojos en forma maliciosa… ojalá que te pueda ver en la noche, y dejando un suspenso cómplice se levantó para llamar a su casa a su esposa Delfina, para decirle que todo estaba bien. Con el teléfono en las manos, preguntó a Regina si estaba contenta, si se sentía bien
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Confusión Los últimos tres días después de la cena en la casa de las Casuarinas habían mellado bastante los nervios a Diego y Ángela. Trataban de controlarse pero no sabían todavía cómo reaccionar en caso que algo inesperado pasara. Diego y ángela sabían que Alexander había viajado a USA pero no sabían el resultado del viaje. Pero esta espera se vio abruptamente interrumpida para Diego y ángela. Se vieron forzados a tomar decisiones sin tener mucho tiempo para su análisis. Al cuarto día de la cena, muy temprano en la mañana, Diego abrió lentamente la puerta lateral del edificio de departamentos donde vivía en San Borja, mirando hacia ambos lados, pero no notó nada diferente. La farmacia en la Av. Guardia Civil estaba abierta como de costumbre y decidió no salir en carro ni siquiera para hacer compras, era muy riesgoso, lo reconocerían. Además la policía tenía la placa de la camioneta blanca Ford Explorer registrada a nombre de la embajada; era fácil de reconocer como blindada por cualquier elemento de seguridad. Tenía que movilizarse rápido y llegar al aeropuerto temprano. Lo más pronto posible y también del modo más seguro ¿pero cómo? Decidió ir caminando las 3 cuadras, bastante oscuras a esa hora de la mañana, hasta la avenida Panamá y tomar un taxi. Prácticamente no llevaba nada –sólo una muda de ropa y algo de dinero en efectivo. Estaba confundido y sin saber qué
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hacer realmente. Las noticias no eran claras. Diego pensaba que ojalá pudiese tomar el vuelo de LAN Chile 309 con destino a Santiago y luego de hora y media conectar con un vuelo de Varig a Río de Janeiro, donde esperaba poder convencer a Fernandinho de que le dé su protección a cambio de información o de ofrecerle sus servicios. No entendía cómo todo podía haber fallado tan rápidamente. Felizmente Ángela pudo interceptar el mensaje que desde Chile enviaba la embajada americana dando instrucciones para el arresto de Diego. Ángela había decidido trabajar hasta tarde para poder adelantar unas órdenes de compra, antes que el coronel saliera de viaje al interior al día siguiente, y por casualidad; al ir a servirse café en la sala de trasmisiones y recoger los últimos mensajes, notó cómo en uno de ellos, que en ese mismo momento entraba por el Intranet de la embajada, se veía la foto de Diego. Pudo anular el mensaje casi sin leerlo debido al nerviosismo que le produjo. Pidió la repetición a diferente URL y terminal de computadora para demorar la llegada del mensaje. Entre tanto llamó a Diego para alertarlo. —¡Mejor sales del país cuanto antes! Sólo he podido leer la orden de comparecencia y felizmente no es captura… pero creo, no sé qué creer… pero no dicen el motivo, ¡aunque sospecho que se trata de lo que tú sabes!, le dijo. Dando a entender que la razón era el video-cassette, el cual ya no estaba en manos de Diego, sino supuestamente ya estaba en USA, habiendo sido llevado por Alexander dos días antes. ***** Al principio Diego y Ángela no prestaron mucha atención a César Vargas Olivera y a sus insinuaciones de trabajar juntos el asunto del
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avión de los misioneros. Diego pensaba que quizás se trataba de una colaboración en búsqueda de soluciones, y que los militares peruanos estaban probando si se podía negociar la información y accidente del avión por algo que ellos tuvieran para la embajada, –algo que los americanos pudiesen utilizar con la prensa de USA–. Pero Vargas Olivera había insistido mucho en querer saber todos los pasos de Diego en Iquitos lo cual fue mucho para Diego y comenzó a sospechar que todo el esfuerzo de ocultar la operación había sido en vano. No podía preguntar a su jefe, coronel Wallace, nada de nada. Ni sobre el video, ni si el “Perro” tenía jurisdicción sobre su trabajo. No podía pensar en el modo de un trabajo en conjunto. Los demás operativos de la embajada eran todos envidiosos y tejían sus propias intrigas. Salir hacia USA era ponerse en manos de la CÍA. Sólo le quedaba refugiarse en algún lugar del Perú o salir hacia un país de Latino América, pero… ¿dónde? En todos había operativos de la DEA que lo podían capturar. La decisión final se limitaba a Venezuela donde Challe. O ir a buscar a Fernandinho en Brasil. No confiaba plenamente en Challe. Pero en cambio Fernandinho le debía la vida a él. Así optó por ir al Brasil después de consultar la opinión de ángela. Antes de eso, hasta habían hablado de devolver el video, pero cuando fueron a hablar con Alexander, éste ya había viajado a USA y pensaron que Alexander los vendería a ellos a las agencias de noticias como los responsables del robo del video, si el asunto salía a la luz ahora. Imaginaban que Alexander sólo se interesaría o pensaría en sacar dinero de la oportunidad, sin realmente importarle el destino de los demás. Y muy justamente, porque así hubiera reaccionado Alexander. Cuando Diego salió del departamento, un automóvil de seguridad de la marina peruana también comenzó a moverse en las sombras de la noche, siguiendo a Diego hacia la Avenida
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Panamá. Diego estaba comenzando a maldecir la situación. Felizmente, ángela pudo hacerle reserva en LAN para un vuelo esa misma mañana. Tenía que salir del Perú hasta que pueda hacer un plan y buscar una salida. De cualquier manera ya se sentía muy comprometido y con una gran sensación de desilusión en el servicio de la DEA. De sus jefes, de sus operativos. Pensaba que sólo él, Diego, realmente había dado su sangre y respetado la bandera de los Estados Unidos. Lágrimas de patriotismo aparecieron en sus ojos por el error que había cometido. Pero debía apresurarse. Ya en camino al aeropuerto, Diego se percató del automóvil Datsun verde que lo seguía, al ver luces que aparecían y desaparecían en la distancia, especialmente cuando entraron en la avenida La Marina, por estar prácticamente desierta a esa hora de la mañana y mejor iluminada que el resto de las avenidas. Durante todo el trayecto Diego pensaba en alguna forma de escapar para ganar tiempo y poder pensar en una salida. Nada le venía a la mente y no quería llamar la atención del chofer del taxi, quien en ese momento escuchaba las noticias en Radio Programas del Perú sin pensar en el drama que estaba viviendo Diego. Pasaron por una serie de intersecciones de calles y por el centro comercial de La Marina sin que nada pasara. El Datsun se limitaba a seguirlo sin tratar de adelantarse. Llegó Diego al aeropuerto y bajó del taxi apresuradamente. Comprobó que había muy poca gente por lo temprano y el frío de la mañana. No sabía si ir al counter de LAN o a otro sitio. Se dirigió al terminal de vuelos nacionales. Eran las 6 a.m. y ya veía el avión de LAN en la pista de abordaje. En eso Diego comenzó a tranquilizarse y una calma fría lo invadió. Se acordaba y comenzó a sentirse como en sus días en los desiertos de Sonora y en los días de entrenamiento en
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Israel. Decidió llamar al celular de César Vargas Olivera para pedirle colaboración con la situación incierta que había aparecido en Iquitos. Sabía que con eso ganaría tiempo y posiblemente algo de información que tanto necesitaba. —¿Algo sobre un video-cassette? Dijo Diego. Sabía que aquél estaría receptivo al tema, puesto que había estado tratando de comunicarse con él los últimos días, no podía estar todavía completamente seguro, ¡pero algo tenía que ver! —Disculpa la hora de esta llamada pero tengo un problema que podría ser mutuo, le dijo. —¿Cómo así? ¿Y qué se puede hacer para hablar contigo? César ya sabía que Diego se dirigía al aeropuerto. Ya había sido informado por el investigador policial del auto Datsun de la marina que vestido de civil estaba ahora muy próximo a Diego, después de seguirlo desde su casa hasta el terminal de vuelos nacionales. Sólo estaba esperando órdenes de César para proceder a capturarlo. —¿Por qué no nos reunimos en el sitio donde se alquilan autos a la salida del aeropuerto? ¿Podrías instruir a tu investigador para que me lleve allí y esperar por ti? Qué inepto este Almeida, ya se dejó ver por Diego; ¡qué huevón! pensaba Vargas Olivera. —Pásame con el teniente Almeida, por favor, dijo César–y le dio instrucciones a Almeida para que lleve a Diego al National Rent-a-Car. Almeida algo confundido había recibido el teléfono celular de manos de Diego y ahora le pidió que lo acompañase en su carro a lo cual Diego accedió… y tomando su maletín lo siguió. En cuanto salieron del aeropuerto y una vez en el auto Datsun, Diego le pidió su celular a Almeida, notando que éste usaba la corbata algo suelta y diciéndole que las baterías del suyo estaban bajas simuló una llamada ficticia. Almeida iba manejan-
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do y ahora ya estaban casi por entrar a la avenida principal, la avenida Faucett. Iban llegando a los autos de alquiler. Diego miró hacia ambos lados, pensando que todavía había poca gente en la calle por ser todavía temprano. Sin esperar más, Diego súbitamente bajó la ventana de su lado y tiró el celular de Almeida lejos del carro. Acción que tomó a Almeida por sorpresa y sólo pudo exclamar ¡carajo!, qué haces. Pero ahora Diego estaba tomando el timón del auto con la mano derecha y obligando al automóvil a dirigirse a una de las columnas de soporte del puente peatonal que está ubicado cerca al cruce de la avenida. Almeida trató de enderezar el timón, pero Diego lo golpeó fuertemente en la nuez de la garganta con el filo de la mano izquierda y jaló la corbata hacia abajo golpeando fuertemente la cabeza de Almeida contra el timón. Almeida enderezándose pudo abrir los ojos y produjo un ruido extraño en la garganta como atorándose con su propia saliva. En eso chocaron el auto violentamente y del costado del chofer en una esquina de la columna. Diego, todavía algo confuso por el impacto del coche, tomó su maletín y abrió su puerta saliendo rápidamente del automóvil siempre con la cabeza baja para evitar ser reconocido, a tiempo que veía a Almeida quedar en estado inconsciente e inclinando su cuerpo sobre un costado del asiento, con la cabeza colgando hacia abajo, por el golpe y choque. Diego miró hacia arriba notando que el día ya amanecía. Se apresuró volviendo a entrar rápidamente al perímetro del aeropuerto sin mirar a ningún lado y volvió al edificio principal del aeropuerto, pero esta vez al lado internacional. Corriendo llegó hasta el “counter” de LAN Chile, chequeó y entró a inmigraciones. Diego corría ahora por el pasillo y se daba cuenta que estaba metido hasta la nariz en este lío. Entró al avión de LAN cuando ya casi cerraban las puertas.
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***** César manejaba camino al aeropuerto y decidió llamar a Prieto para informarle que estaba por encontrarse con Diego, de la embajada Americana: —El encuentro es en el aeropuerto, con el operativo conocido, le dijo. En Venezuela ya eran las 7 a.m. y sabía que Prieto comenzaba a trabajar muy temprano. Prieto se encontraba tomando un desayuno consistente en café con arepas. Tomó el teléfono con calma y analizando la situación, le respondió: —No hagas nada violento, sólo limítate a seguirlo, probablemente estará en camino a Iquitos otra vez. Mejor será saber adonde se dirige y colgó el teléfono. Nunca le gustaba hablar de más en el teléfono. Había visto muchos casos en los cuales la gente se implicaba fácilmente usando el teléfono. él mismo tenía varios de los teléfonos de sus contrarios intervenidos en Venezuela. Con esto César Vargas Olivera procedió a acelerar más el carro policial –una camioneta Mitsubishi ploma sin placa–. Y activó la sirena para ir más rápido aun acelerando al piso y con una sensación de frustración. Cuando llegó al aeropuerto y entrando en la zona de alquileres preguntó al dependiente de National Rent-a-Car, si había visto a alguien con la descripción de Diego, el cual respondió que no. No vio a nadie y tampoco nadie había visto al automóvil Datsun verde entrar en el estacionamiento. César se dirigió luego al terminal de vuelos nacionales sin ver a nadie tampoco. Preguntó por los vuelos de Taca, AeroContinente, Tam. Todos tenían vuelos temprano a Iquitos pero Diego no aparecía por ninguna parte, cuando en eso escuchó un reporte interno de la policía que decía; “se llama a la grúa del aeropuerto para retirar un automóvil chocado que está obstruyendo el tráfico a la salida del aeropuerto”. César volvió a llamar a
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Prieto. Esta vez para decirle con tono amargo que Diego había vuelto a desaparecer. —General, tenemos problemas y no sé todavía si reportarlo al comando local. Diego ha tomado un vuelo desde el aeropuerto nacional, pero podría haber salido en vuelo internacional. Todo esto es extraño porque Diego tuvo que salir súbitamente de su departamento y sin dejar dirección alguna. Nosotros lo sabemos porque hace dos días puse a un agente local a vigilarlo. —Probablemente con el estado de cosas es mejor que sepas que Diego llamó a Hugo Challe hace 12 horas para decirle que tenía el video que estamos buscando. Creo que alguien más sabe de esto en la embajada. Entabla relación con las personas que han estado cerca a Diego en los últimos días, él no actúa solo. Y ve si todavía se puede hacer algo por recobrarlo. El “Perro” pensó que era mejor esperar hasta más entrada la mañana, antes de reportar el incidente de Almeida a la policía y a la embajada Americana. Tenía que dar razones para haber asignado el caso a Almeida y poder explicar alguna relación con el presente estado del “accidentado” Mientras tanto debía investigar más a los cercanos a Diego. Tendría que tener una buena historia antes de hablar con Wallace de la embajada. Sabía lo perspicaz que era y podía detectar mentiras por la inflexión de voz. Prieto por su lado pensó que tendría que hablar con Challe y ponerlo al tanto de la situación en Perú. No sabía cómo reaccionaría, podía estar de acuerdo con tener al “Perro” atrás siguiendo a Diego o por lo contrario podía pensar en cómo es que no lo había ayudado a salir del país. Esta era una situación que se estaba tornando seria. Si no hablaba con Challe sin tener todavía un plan se arriesgaba a su cólera y si le hablaba le preguntaría ¿por qué no tenían el video ya? *****
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En un asiento bastante posterior de un Airbus A-300 de LAN Chile, Diego escuchaba las instrucciones de altitud del avión, el tiempo de duración del vuelo… tan pronto alcanzaran su altura de crucero se serviría desayuno, por ahora los pasajeros podían descansar, relajarse y disfrutar del vuelo. Se preguntaba ¿qué había pasado? Cómo se podía saber si era por el video o por lo que fuese que él podía ya tener orden de captura ¿Cómo era posible? La hermana Regenta en Iquitos… ¿habría reportado la pérdida del video? Tenía que saber contra qué estaba luchando. Mientras tanto debía pensar en un plan de acción para cuando llegara a Río de Janeiro. ¿Cómo iba a poder convencer a Fernandinho que en verdad necesitaba ayuda? Esto era demasiado, ¿Cómo iba él ahora a asociarse a un narcotraficante tan conocido? él, que toda su vida había luchado contra estos sujetos, ¿Sería mejor entregarse en una embajada? ¿Seguir hasta saber qué hacer? ¿podría “vender” el video a cambio de su libertad? Si antes se había sentido deprimido ahora se sentía acorralado. Pronto se iba a sentir violento, lo sabía, ya había pasado por situaciones donde la violencia le aparecía automáticamente cuando se sentía acorralado. ¿Debía llamar a Challe por ayuda o se negaría éste por temor a verse implicado ahora que él estaba marcado? ¿Podía confiar en Challe? Y Alexander, ¿qué había hecho con el video? ¿Lo habría entregado a alguien y de ese modo él también estaría implicado? Decidió que primero debería comunicarse con Alexander. Tan pronto llegó al aeropuerto en Santiago, y mientras César Vargas Olivera solicitaba a inmigraciones en Lima información sobre si Diego García había salido del país. Diego se dirigió al club Admiral de la American Airlines y llamó a la oficina de Alexander en San Isidro. Preguntando a Bárbara si éste ya estaba allí, la respuesta fue negativa, le dijeron que ya llamaría usando
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el celular pero que todavía no sabían dónde estaba. Aunque había salido de su casa hacía ya más de una hora. Diego no podía llamar a la embajada y preguntar por ángela para que sea ella quien localice a Alexander. Tenía miedo de implicarla. Pensó que sería mejor llamar al general Prieto en Venezuela y preguntarle si podía solicitar ayuda para emigrar a Venezuela, pero sabía que Prieto lo delataría a la Interpol. Más aun, era probable que la Interpol ya estuviera recibiendo información para su localización. Era mejor hacer la conexión con Varig tan pronto como fuera posible y ¡llegar a Río de Janeiro! Justo antes de entrar al avión decidió llamar al administrador de su edificio de San Borja y preguntar por el supervisor de mantenimiento. Pedro, el supervisor, le informó que habían entrado unos individuos a su departamento, que habían forzado la entrada y roto muchas cosas. No pensaba que robaron nada pero parecía que buscaban algo. Cuando llamó a la policía ésta había sido muy lenta en reaccionar. ¿Quizás los perpetrantes del ingreso forzado habían sido investigadores? Desde el avión quiso llamar a Ángela pero no había comunicación telefónica ni manera de comunicarse, no había servicio internacional. Pero hacer una llamada local dentro de Brasil sí era factible. Pensó mucho en qué hacer ahora, analizó todas sus alternativas sin lograr tener un camino claro de acción. Parecía que lo único era comunicarse con Fernandinho marcando el número telefónico que siempre había escrito en la tarjeta de los ramos de flores enviados a su esposa como único medio de identificación. ¡Qué más daba! …Increíble haber llegado a este estado de desesperación. ***** Diego sabía de Fernandinho… Diego sabía que por él era que
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Fernandinho estaba todavía vivo. Fue el único que tuvo compasión del narcotraficante cuando en sus tempranos 17 años, huyendo de Brasil y ya iniciado en el mundo del narcotráfico, fue atrapado cruzando la frontera mexicano-americana llevando una carga de diez kilos de cocaína, en la zona remota del desierto de Yuma en Arizona. Este cruce de la frontera, era por ese tiempo el favorito por los ilegales porque los cruces en California y Texas estaban muy vigilados y peligrosos. Lo llamaban el Paso del Diablo. Los inmigrantes ilegales fueron engañados por un “coyote” quien les había dicho que caminaran en línea recta y encontrarían una pista de alta velocidad, que eso ya era USA. Pero, no les dijo que el cruce ese estaba a más de 60 km y en pleno desierto. Los ilegales no llevaban agua ni comida. La temperatura había alcanzado 42 grados. A los cinco días 14 personas murieron de inanición o por las quemaduras del Sol. Mientras que sólo 12 pudieron ser rescatadas por la guardia fronteriza, quienes fueron tratadas por deshidratación y mal funcionamiento renal. Algunos de estos ilegales nunca se recuperaron completamente de los problemas renales y todos tuvieron que ser hospitalizados por una semana, hasta que estuvieran razonablemente fuertes para ser regresados a México. Fernandinho había sobrevivido tomando su propia orina. Cuando fueron capturados la policía mexicana de la frontera quiso golpear a Fernandinho para acelerar su muerte y por ser brasilero… ¡y encima llevando drogas!, dijeron. Fernandinho estaba inconsciente cuando Diego lo encontró. Había sido torturado y apaleado por los guardias fronterizos y verdaderamente parecía una momia por lo quemado, seco y mal nutrido. Diego le salvó la vida al llevárselo arrestado al lado Americano y cuidó que se recuperara de este triste episodio. En algo le recordaba los tiempos en que él tenía que aconsejar a sus hermanos, todavía inexpertos en la vida. Habían muerto un total de 106 ilegales cruzando la frontera
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por el Paso del Diablo en los últimos 12 meses. En esta oportunidad, otros 13 ilegales murieron. Fernandinho nunca olvidó lo cerca que estuvo de la muerte y todos los años le enviaba flores a su esposa el día de su cumpleaños, donde ella estuviese, dando únicamente un número telefónico como identificación. En los últimos 5 años ese número telefónico correspondía a Río de Janeiro. Diego siempre siguió con interés todos los reportes de captura de narcotraficantes que llegaban a la embajada. Pensaba que uno de esos días Fernandinho finalmente caería o sería muerto en algún lugar por dedicarse a esta maldita actividad. Había leído cómo Fernandinho había ido ganando importancia en el mundo de las drogas y ahora controlaba el 50% de todas las drogas que se vendían en Río de Janeiro. Tenía en su rol de pagos a muchos policías y militares de Brasil. Sus aviones entraban y salían del amazonas con impunidad. Río era su “propiedad”. Los reportes decían que era tan poderoso que negociaba directamente con los jefes del terrorismo, la cantidad de drogas que tomarían cada trimestre las FARC Colombianas. Tenía un negocio que poco envidiaba económicamente a los grandes grupos financieros legales brasileros. Pensando en todo esto finalmente se quedó dormido en el avión. Tres horas después se despertó al sentir que ya estaban descendiendo. Sentía la boca seca por haberse dormido con la cabeza colgando hacia un lado y con la boca semi-abierta. También tenía un fuerte dolor de cabeza pero las azafatas ya habían concluido el servicio de almuerzo y con el avión en descenso no lo atendían ni con un vaso de agua, sólo le quedaba esperar. ***** En la embajada en Lima, esa misma mañana ángela le
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entregaba el mensaje de Chile al coronel Wallace. El mensaje pedía, desde Chile, que se detenga a Diego pero sin indicar el motivo. El coronel no entendía qué pasaba, por qué los chilenos estaban insistiendo en algo que no podían saber. ¿Y por qué Diego? ¿Sobre qué lo iba a interrogar? ¿Un video? De cualquier manera Wallace llamó por teléfono al escritorio de Diego en la embajada y al no tener respuesta se comenzó a preocupar… cuando quiso localizar a Diego en su departamento y no lo encontró, comprendió que no sabía dónde andaba. ¿Qué pasa aquí?, se dijo. ***** Mientras en San Isidro, Lima, Mariela se había puesto una cantidad generosa de perfume Cocó Chanel y se veía de frente y de espalda cómo le quedaba la nueva lencería “Victoria Secrets” recién adquirida en su reciente viaje a Miami. Tenía puesto un bikini blanco de corte alto y se veía las nalgas en el espejo poniéndose en varias poses, sabía que le quedaban bien pero buscaba algún motivo para volverse a ver. Caminaba unos pasos y volvía a verse de espaldas y de perfil. Con el brassière hizo lo mismo, se demoró más de 15 minutos mirándose desde varios ángulos y pensaba si debería aumentarse los senos, quizás el tamaño C sería más llamativo y así tendría a todos los hombres que ella quisiera y con ellos venía también toda la satisfacción a sus gustos. Se sentía linda y coqueta. Le gustaba serlo. Luego comenzó con el cabello. Alto o dejarlo que cuelgue, ¿qué aretes se pondría? Sólo iba a ver a su hermano para hablar de comprarle los cuadros que él pintaba, pero a precio ínfimo, así tendría el modo de sacarle dinero a Alexander y con la diferencia poder financiarle el pasaje de vuelta al Perú a su esposo, a “Carlitos”, quien la había llamado para decirle que quería verla pronto. Que
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la extrañaba. Sería como antes de amoroso. Ella sentía miedo de él, y esto le daba cosquillas de ansiedad, de sus iras y de que Alexander se enterara de la venida de “Carlitos”…
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MIAMI En cuanto llegó a Miami, Alexander llamó por teléfono desde el aeropuerto para ponerse en contacto de inmediato con su abogado y preparar un documento de veracidad y que estuviera debidamente legalizado. El plan que había pensado durante el vuelo a Miami consistía en sacar una copia del video, entregar el original a la persona que Challe indique para poder cobrar el dinero, pero retener con él la copia para ser usada en el Perú como medio de ganar estatura política como representante del pueblo. ¿Quizás lo exhibiría en televisión?… ¿O lo presentaría a la prensa?… ¿Primero? Ya decidiría cómo sacar el máximo provecho de la situación. No pensaba decirle nada de esto a Diego o ángela. ¿Para qué? Ya ellos tendrían bastante con el dinero que vendría por intermedio de Challe. Se dirigió al down-town de Miami por la 836 East y luego tomó la segunda calle y estacionó frente al Hotel Intercontinental cerca a Bayside. Miró el mar de la bahía porque siempre le había gustado el mar tibio de Miami, lo atraía su color cambiante, el agua salada; su madre lo había llevado bastante de pequeño al Club Regatas en Lima donde el mar era normalmente frío pero donde había jugado mucho con otros muchachos, cuando todavía era inocente, cuando aún no pensaba en dinero y se sentía feliz, aunque algo tímido con las niñas. Subió el ascensor hasta el piso once y una vez allí se
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anunció con la bella y curvilínea secretaria cubana que ya había visto otras veces, y siempre con una sonrisa en los labios. Pero nunca había podido entablar una conversación personal y saber su nombre. Siempre le habían llamado la atención sus grandes ojos negros y largas piernas. ¡Ella no lo recordaba a él para nada! Se sentó en un sillón de cuero verde y se puso a observar los cuadros de escenas de caza de la zorra en Inglaterra. Cuadros sin valor aunque enmarcados en madera oscura para ayudar al aspecto sobrio de todo el estudio jurídico. De estar constituido por abogados de seriedad. Alexander sabía que él y su padre habían sacado dinero del Perú bastantes veces y estos abogados sabían de las muchas maniobras legales para esconder dinero en las islas caribeñas y así evitar pagar impuestos y sin ser detectados por las autoridades. Estos abogados eran expertos en ayudar a las personas con problemas de exceso de dinero. Eran expertos en manejar negocios con las islas del Caribe, donde las regulaciones bancarias eran bastante laxas y seguras para el “cliente”. Apareció el abogado Nicolás Serna, sonriente y elegante como siempre, alto, con bigotes y de unos 63 años. Caminaba con la frente en alto, en terno de color negro y corbata roja… muy republicano… como la mayoría de los cubanos de Miami. —¡Alexander! Estoy sumamente complacido de tenerte otra vez por aquí. ¿En qué puedo ayudarte?, ¿cómo están tu esposa Sofía y tus hijos? (antes de acercarse había leído el archivo para acordarse del nombre de los hijos y esposa). —¡Hola Nicolás!, ¿cómo estás?… Necesito un equipo para doblar un video pero en un lugar seguro y además debo legalizar la copia como auténtica, pero necesito y quiero máxima confidencialidad, para lo cual se necesitan documentos que garanticen eso. Nicolás Serna sintió la tensión en la voz de Alexander.
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Había aprendido a ser reservado y dar confidencialidad y no quería indagar haciendo preguntas específicas. Sabía que era algún documento importante o Alexander no hubiera ido él mismo directamente del aeropuerto a su estudio. Normalmente tomaba dos días de vacaciones antes de hacer algún tipo de trabajo y, de otro lado, nunca viajaba sólo. Esta vez lo estaba. Nicolás Serna arregló todo. Un cubano especialista en Tv vendría en dos horas con un equipo de doblamiento de videos para el estudio y para eso ya tendría los papeles certificando la autenticidad de la grabación. Alexander como siempre agradeció la eficiencia y salió casi sin despedirse. Almorzaría en algún lugar que le gustara y comenzó a pensar muy intensamente sobre qué era eso que quería comer este día y a esta hora. Regresaría en dos horas, de esa manera podía descansar por cuatro horas y tomar el vuelo de regreso a Lima de esa misma noche o el del día siguiente. Siempre planeaba bien dónde comer y cómo dormir del modo más agradable. Decidió ir a almorzar al restaurante español “Alberto’s” de Alhambra Circle en Coral Gables. Una vez allí se dirigió al bar donde vio que ya el lugar comenzaba a llenarse de hombres y mujeres. ¡él sabía que a este lugar iban muchos cubanos y cubanas! Latinos que gustaban de la buena compañía para comer y bailar. La música era muy romántica: “Bésame mucho” en ese momento. Eso les recordó a todas sus queridas y cuánto las quería y extrañaba. Puso cara de pena. Vio en ese momento entrar a Carmen vestida de amarillo. Vestido caro a la vista, con bastantes joyas de oro en ambos brazos que hacían tintineos cuando se movía a paso de rumbera o movía las manos, lo que era muy común en ella. La cumbia y el merengue eran su especialidad de baile pero no podía resistir un bolero. Con boleros todo su interior se calentaba y humedecía. Alexander había conocido a Carmen en uno de sus viajes anteriores, ésta creyó reconocerlo también y caminó por entre las mesa
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cerca a él. Carmen era venezolana y de joven había sido muy guapa, una esbelta figura y linda cara con cabello rubio natural. Ahora en sus cuarentas, veinte kilos de más y con dos divorcios, se había constituido en una de las fijas en Alberto’s. Buscaba compañía como se busca alimento. No podía nunca estar sola, se deprimía; ahora más que nunca, ahora que su única hija prefería estar con su padre, quien ya se había vuelto a casar. Carmen vivía sola, manejaba un BMW 325 blanco. Era correntista de bienes raíces y le iba muy bien económicamente… pero siempre se sentía sola. Sobre todo estaba dedicada a la clase latina de ingreso alto con quienes ella se desenvolvía muy bien. Ahora estaba atrayendo a sus clientes hacia los grandes “administradores” del dinero como “Morgan-Stanley-Dean-Witter y Schwalb” y se estaba especializando en “mutual funds” tecnológicos. Al ver a Alexander ahora de cerca, lo reconoció y se sentó en su mesa muy sonriente, como lo hacía cada vez que un proyecto era casi seguro. Después de tres rones y tres boleros, ya los dos estaban contándose todas sus desventuras amorosas. Como ella también se encargaba del marketing del Alberto’s, pidió a Alexander que la acompañe al interior del restaurante para enseñarle la cocina y lo que ella estaba haciendo para lograr mayor publicidad del restaurante. Se dirigieron a la cocina y de allí al estacionamiento, en la parte de atrás… sólo para los empleados. Allí Alexander fue requerido para que tocara los senos bastantes grandes de Carmen y que la besase mucho. Carmen veía sin ver, sólo sentía y con cada caricia de Alexander se sentía revivir otra vez. Sentía cómo todo su organismo respondía y se curvaba. Entre tanto, Alexander estaba pensando que algo magnético debía de tener él, para que todas las mujeres siempre lo estén buscando. Se sentía dichosamente macho, él era como Rodolfo Valentino de antes o el Brad Pitt de ahora. Lo de salir esa misma noche hacia Lima quedó posterga-
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do hasta el día siguiente. Carmen terminó yendo a dormir a su hotel Sofitel del aeropuerto. La cama del hotel quedó bastante desarreglada y con las almohadas, sábanas y colchas dispersas por toda la habitación. Alexander y Carmen esa noche compartieron bastante cantidad de piel y sudor. Al despertarse en la mañana quisieron tomar un baño juntos, pero se dieron cuenta de que eso era casi imposible dadas las amplias dimensiones de sus humanidades. Decidieron no tener un accidente y cada cual lo hizo a su tiempo. Pero ya cada uno pensaba en sus propios problemas. Después del desayuno y después de despedirse ambos como amigos, partieron a hacer sus respectivas ocupaciones. —¡Hasta la próxima! Me llamarás, ¿verdad?, dijo Carmen sin realmente desearlo o quererlo. —Alexander le dio un beso volado… ¡como en las películas!, se dijo. Alexander era para ella macho de sólo una noche. Alexander, por su parte, salió para las oficinas del Sun Bank en Brikel Ave. Sin volver a pensar otra vez en Carmen. En el Sun Bank quería alquilar una caja de seguridad para depositar el video. Ahora tenía en su fino maletín de cuero negro “Orsini”, dos videos y los papeles de autenticidad de la copia. De allí se iría al aeropuerto para su retorno a Lima. El viaje de regreso a Lima fue aburrido, pero pudo dormir bastante y hasta soñó que un gran par de senos gigantescos lo perseguían y no había manera de deshacerse de ellos, ¡tenían vida propia! Cuando finalmente el avión tocó tierra, el impacto lo sacó de su medio sueño. Al salir del aeropuerto de Lima, llevaba la copia del video, el certificado de autenticidad y además la llave de la caja de seguridad en la cual había depositado el video original. Pensaba que todo iba mejor de lo planeado. Iría directamente
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a la oficina de San Isidro para guardar el certificado, revisar los papeles y mensajes del negocio diario y pedirle a Bárbara que envíe la llave a Omar Montenegro. Cuanto antes pero de modo seguro, con mensajero –¡donde él se encuentre!– luego iría a ver a Mariela de su alma. No quería que Bárbara avise a su casa que ya estaba él en Lima, para tener una horas más de libertad. En camino al estacionamiento para recabar su automóvil activó su celular y llamó a su oficina. —¡Hola Bárbara!, ¿alguna novedad? Estoy en Lima de regreso, ojalá no hayan problemas en la oficina porque estoy cansado. Pero no digas nada todavía, tengo que hacer varios asuntos. ¡Estoy en camino a la oficina, ya llego! —No, no hay grandes novedades. Tenemos que cotizar para un pedido nuevo a Petro Perú; también nos han solicitado que ayudemos al programa del Vaso de Leche para los niños del Perú. ¡Ah!, hay un Sr. César Vargas Olivera, dice ser de la marina, quien ha estado preguntando insistentemente por usted. Me ha pedido que le avise en cuanto llegue de viaje. más?
—¿Qué es lo que quiere ese Sr. Vargas Olivera, dijo algo
—Sólo era con referencia a la comida de la otra noche. Esa comida en Las Casuarinas a la que usted asistió, donde estuvo el embajador… la otra noche. Pregunto también si el señor Diego García había llamado aquí, en las últimas horas. —Si vuelve a llamar el Sr. Vargas Olivera, dile que lo puedo ver la próxima semana; esta semana estoy muy ocupado. ¿Así que también preguntó por Diego? Si llama Diego, de la Embajada Americana, dile que estoy en Lima, pero que todavía no voy a la oficina por unas horas. Avisa sólo a Diego de mi retorno….solamente en caso Diego pregunte por mí. Con esto Alexander se dirigió rápidamente a su oficina para aclarar cualquier cosa, firmar papeles y salir cuanto antes
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para ir donde Mariela. La había dejado por dos días y estaba ansioso por volver a verla. La llamó a su apartamento pero no estaba; eso le molestó mucho. ¿Cómo que no está? ¿Dónde se ha ido? ¿Habrá dormido en el apartamento? ¿Habrá salido con alguien? ¿Habrá conocido a alguien? ¿Será el mismo de la vez anterior, cuando fueron a bailar a una Peña –“Brisas del Titicaca”–, y ella comenzó a bailar con un argentino a quien le dio su teléfono? Pensaba en eso mientras iba manejando hacia el apartamento para revisar las sábanas y saber si ella había dormido allí; ¿sola o acompañada? Había sólo tres cosas en la mente de Alexander que le daban placer en la vida: dinero, comida y sexo. Al estar frustrado por no encontrar a Mariela en el apartamento, se acordó del video y que ya había cumplido con lo prometido a Diego y Ángela. Decidió llamar a Ángela para decirle que la llave estaría ya con Omar Montenegro… para que le diga a Diego… y así continuar con el plan y cobrar, cobrar –cobrar dinero y pronto–. Lo que más le gustaba en la vida. Alexander no sospechaba que el día anterior –desde una cabina telefónica–, Mariela había hablado a larga distancia y por mucho tiempo con “Carlitos” preguntándole si ya había ido a la oficina de Iberia, en Madrid, para reclamar su pasaje prepagado a Lima para esa misma tarde. Durante la conversación telefónica, “Carlitos” había llorado, la había insultado por dejarlo solo en Madrid, vuelto a llorar y hablaba atropelladamente como siempre. Bastante impulsivo y sin control de sus emociones. Mariela se sentía bien, muy bien, ¡me quiere, se decía! Sabía que él la quería. *****
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Eran las cuatro de la tarde del día que Alexander había vuelto de Miami. El sol estaba brillando sobre el mar de la playa de Miraflores. El “Perro” desde su ventana del décimo piso veía destellar el mar y las olas romper en el muelle de pescadores en la lejanía; mar brillante, mar de su juventud, pensaba. Donde tantas veces había conocido lindas chicas y las había besado sin preocupaciones, lleno de ardor de juventud; y había bebido cerveza hasta vomitar con sus amigos. Una vez, en la playa de pescadores, apoyado sobre el costado de una chalana de madera de colores muy llamativos rojos y amarillos –que llevaba el nombre del héroe “Olaya”–, había decidido ser marino… para estar siempre cerca del mar. Desde la playa de pescadores se veía la entrada al club Regatas y podía ver cómo la gente de dinero entraba en grandes autos Ford policromados y brillantes. Veía el interior del club desde la distancia y se decía a sí mismo, que un día él también sería bienvenido allí– y sin temores o prejuicios. El “Perro” tenía los pies sobre su escritorio en las oficinas de la CIA en el Perú y hasta podía oler la sal del mar. Había estado meditando y analizando todas las circunstancias recientes. La revisión de las cosas del apartamento de Diego no dio ningún resultado. Sabía que había llegado un mensaje desde Chile pidiendo su detención. Sabía que había estado en la comida de Las Casuarinas y que había escapado a alguna parte. La lista de llamadas telefónicas hechas desde el apartamento de Diego era preocupante. Algunas a Venezuela, pero también había sido él mandado allí recientemente. Había estado en Iquitos también. ¿Para qué? en la embajada dijeron que para ver el plan de vuelos del piloto. No lo creía. Diego, Ángela y Alexander habían sido vistos juntos en la cena de Las Casuarinas. ¿Para qué? Por qué Alexander había viajado a Miami súbitamente –en su oficina no sabían para qué–, ¿y solo? Y no había señales del video que Prieto quería. ¿Qué estaba pasando?
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Tenía que hablar con Alexander y con Ángela. Debía tener un motivo de importancia para increpar a Alexander. Tenía que acorralarlo, pero era un representante al Congreso con inmunidad política. Debía llevar al “negro Julio” la próxima vez. El bruto de Almeida había sido un niño en la forma de tratar de detener a Diego en el aeropuerto. Qué se joda, ya aprenderá. Iba a poner al “negro Julio” como etiqueta a Alexander para ver que averiguaba de él. Algo que sirva para ponerlo nervioso. Tenía que descubrir qué significaba todo el lío de Diego y pronto. Debía reportar a Prieto en lo próximos dos días y debía tener algo positivo. No podía esperar más. ***** El sonido del teléfono la hizo saltar de su sillón de escritorio. Había estado pensando que todo se derrumbaba. Ya no tenía esperanzas de nada, sólo quería volver a ver a Diego. ¡Era Diego en la línea!, pero Ángela no quiso dar señales de que era él. Se había identificado como Alfredo Wong un amigo de la juventud. Diego habló rápidamente. Dijo que todo estaba bien. Que pronto sabría si podía pedir ayuda a su amigo del cual ya le había hablado antes. La iba a llamar pronto para saber por qué del lío y del mensaje y casi colgó. Ángela por su parte, tenía las manos transpirando profusamente. Sólo dijo que la llave estaba en el paso intermedio acordado y que necesitaba darse el aviso final. Cuando Diego colgó, Ángela miró de costado para ambos lados, por si alguien se hubiera percatado de la llamada, pero todos los otros oficinistas estaban en lo suyo. Ángela se calmó algo y respiró profundo y se levantó para ir al baño. Pensó que nadie se había dado cuenta de su nerviosismo. En el baño decidió salir inmediatamente de la oficina e
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ir a cualquier sitio para no dar oportunidad a preguntas comprometedoras. Apagaría su teléfono celular para evitar llamadas. El coronel Wallace– jefe de Seguridad, cuando supo que no se podía localizar a Diego en ninguna parte pensó inmediatamente en Ángela y puso un “chupón” a su teléfono precisamente esperando este tipo de llamada. Le avisaron tan pronto Diego conectó con Ángela y conectarían la línea a línea de Santiago de Chile. En la embajada tenían registrado el perfil fonético de todos los operativos de la embajada para ser usados como identificación en casos de secuestro. Diego sabía que lo identificarían tan pronto hiciera contacto con la embajada, y sabía que el personal de la embajada
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Fernandinho Desde el aire ahora Diego podía distinguir al “Cristo del Corcovado”, la gran estatua de Cristo construida en la cima de una montaña muy verde. Se veía el cerro “Pao de azúcar” redondo y verde como casi todas las montañas en esta parte del Atlántico. Por el parlante el capitán envió el aviso de “abrocharse los cinturones y enderezar el respaldo de sus asientos”. Río de Janeiro, pensó Diego, qué lástima llegar en estas circunstancias, tan distintas a cuando vino la primera vez, hacía ya más de diez años. Linda ciudad aunque peligrosa. El alto consumo de drogas y lo divertido de esta ciudad diseñada para el turismo, la habían hecho víctima de una sociedad brasilera y mundial turística que pagaba por cualquier cosa. Se unían la falta de trabajo industrial y la composición de gente con alto porcentaje de analfabetismo. La pobreza y la desesperación aumentaban en los menos pudientes y los empujaban al robo y la prostitución. Otra vez estos pensamientos hicieron recordar a Diego la frontera México-USA. El avión de Varig, luego de hacer un círculo sobre la ciudad se había aproximado a la pista de aterrizaje, notándose la pericia del piloto brasilero cuando se posó casi sin sentirse el choque de ruedas con el asfalto. Suerte que había llamado a ángela desde Santiago. Así, Wallace estaría pensando vigilar ese aeropuerto y no Río. Tardaría un rato hasta que alguien piense en el aeropuerto de Río. De todas maneras era mejor apurarse y salir de aduana lo más rápido
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posible. Afortunadamente con tanto turista la policía brasilera no era muy exigente en revisar la documentación. ***** Siete años antes. El día que Fernandinho regresó de su colegio recién acabado de terminar el último día del 6° grado de la educación media fue de nunca olvidar. Con apenas 13 años de edad, encontró a su madrastra semi inconsciente en la gran sala de su casa localizada en La Alameda de Los Jardines en Sao Paulo; tenía ella la cabeza colgando del lado del sofá, la ropa toda rasgada, un hilo de saliva teñido de sangre salía por un lado de un labio golpeado y comenzaba a ponerse morado. La imagen de la madrastra era toda de desamparo y patética. Su padre estaba todavía de viaje, en uno de sus muchos viajes a Europa. Las empleadas estaban ambas haciendo las compras diarias para la casa. Lo único que Fernandinho pudo hacer fue llamar por ayuda al médico de la familia, Dr. Silva. Felizmente la madrastra, quien había sido como una verdadera madre para él y para su media hermana Duda, pudo recuperarse de este episodio y volver a pasar momentos de familia y de alegría durante las muchas fiestas que siguieron al incidente, y que se daban con bastante frecuencia en sus varias casas en Brasil. Sin embargo, Fernandinho había por primera vez entendido la naturaleza de la aflicción de su madrastra. Sabía por muchas otras conversaciones calladas que siguieron entre su padre, amigos y madrastras que el consumo de estupefacientes era bastante común en su medio. Comprendió que su madrastra tenía dependencia química a los estupefacientes. Las drogas eran parte de sus negocios; eran parte de la política; eran parte de la vida familiar. Su padre tenía acceso a una amplia cantidad de drogas que utilizaba en su vida como medio normal de ganar relaciones y favores. Pronto Fernandinho
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comprendió que él también podía tener ese mismo poder en su escuela, con los otros estudiantes, cada vez que las distribuía a sus amigos. También pronto reconoció que podía ganar dinero fácil. Así a los 14 años de edad conoció la libertad de disponer de un dinero propio. Que él había ganado. Haciéndolo además tener control sobre otras personas y que haya gente que dependiera de él. Esto le causaba una sensación de euforia aun mayor que el dinero. A través de su actividad cada vez más creciente, Fernandinho había comenzado a aprender cómo entender la naturaleza humana. Pronto estaba distribuyendo cantidades importantes y que lo habían puesto en contacto directo con un gran abastecedor, el señor Tulio Pérez, el mayor “dealer” en Río de Janeiro que, por unos días, estaba visitando Sao Paulo y a quien conoció en una de las reuniones en casa de su padre. Así Fernandinho pudo desarrollar, a los 15 años, una organización juvenil que ya abarcaba los principales centros infantiles de diversión de su distrito: colegios, cines, parques, etc. El padre de Fernandinho, don Fernando Girón, era principal accionista y gerente general de la revista de mayor circulación en Brasil: “Picanha”. Cuando don Fernando terminó la universidad en su nativa Campiñas, graduándose en periodismo, ya supo demostrar un gran tino comercial e iniciativa. En ese tiempo, inusual en Brasil, podía cubrir tres artículos simultáneamente cada semana y hacerlos todos con gran despliegue de información. Sabía crear interés para los diferentes y gran número de seguidores de la revista, complementando cada artículo con fotos e infidencias muchas veces basadas únicamente en el rumor o para ser utilizadas posteriormente. Sabía engrandecer a deportistas y artistas así como devaluar a políticos o hacer más sensuales a sus modelos, mejor que cualquier otra revista. Su dominio de la idiosincrasia y carácter
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brasilero se engrandecía con cada año que pasaba y principalmente durante los desfiles de carnaval, cuando planeaba fotos “accidentales” de figuras importantes. Como la foto de la amante del entonces presidente Franco bailando sin ropa interior, subida en la parte alta del trono que llevaba como reina del carnaval. Foto que fue captada justo cuando pasaba frente a la tribuna presidencial y mostraba la expresión del Presidente del Brasil y de su esposa, la cual ya estaba enterada de las aventuras de su esposo, por un artículo aparecido la semana anterior al carnaval en la misma revista. Don Fernando había sabido educar y entusiasmar a su público leyente cada semana. Los políticos le temían y su gente lo respetaba. Se casó dos veces. La segunda vez con Tania, la modelo mulata de todos sus grandes afiches de ropa interior que “adornaban” las principales calles de Sao Paulo y Río. Tania se convirtió en madrastra de Fernandinho y fue madre de Duda, o quien la nombró Julia y por cariño siempre la llamaron “Duda”. Don Fernando nunca se preocupó de Fernandinho ni supo entenderlo. Fernandinho de pequeño demostró tener mucha iniciativa y energía pero poco sentido de responsabilidad. Había tenido varios incidentes en la escuela por lo violento de su temperamento. No conocía límites ni fronteras, sólo sabía actuar. Sólo respetaba a su madrastra, quien sí supo desde muy temprano ganarse su voluntad y mostrarle respeto como a una persona individual. Ella entendía que los arrebatos de Fernandinho en la escuela se debían a una gran energía mental en busca de aplicación y uso. Su padre quiso que fuera periodista primero y futbolista después. Pero Fernandinho buscaba control en su vida. Control sobre los demás. El episodio de la madrastra hizo recapacitar a Fernandinho y ver la oportunidad de usar las drogas para controlar e imponer su voluntad sobre los demás. Había visto a su madrastra, una
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mujer bella y normalmente imponente en todos los medios sociales en que se desenvolvía, cómo descendía a lo más bajo y se desconocía cuando estaba bajo la influencia de las drogas. Pudo comprobar cómo durante las numerosas fiestas que se daban en sus casas, los muchos individuos importantes, en cualquier lugar de Brasil, perdían toda dignidad y se sometían a cualquier vejación física o emocional. Veía a sus amantes y esposas reírse juntas. Veía a hombres con las mujeres de sus enemigos y a éstos aceptar la situación con resignación. Veía a grandes políticos aflorar como homosexuales y actuar como tales en situaciones por demás embarazosas para cualquier persona ajena al medio. Su padre había entendido ésto de joven, Fernandinho lo estaba entendiendo de adolescente. El día que cumplió 17 años en la playa de Ipanema en Río, Fernandinho conoció a Irene Hundebat, estudiante americana de música que estaba pasando tres meses en Brasil para mejorar su conocimiento del Jazz brasilero. Ambos, el Jazz americano y el brasilero eran similares en sus orígenes, pero el brasilero había tenido más influencia africana del oeste y como tal tenía unos matices sonoros que derivaban en ritmos muy populares como el “Bosa-Nova” y como antes “La Samba”, dijo Irene. Irene era bella, rubia con cabello lacio largo que le llegaba a los hombros. Su figura esbelta y bronceada cautivó a Fernandinho, quien en ese momento en Río podía escoger entre muchas bellas chicas brasileras, la que más le gustase. El padre de Irene, profesor de matemáticas en Michigan University estaba también en Río por unos días, y ambos fueron invitados a una reunión que la madrastra de Fernandinho daba esa noche por motivo de su cumpleaños y como inicio del verano para muchos de los amigos de la música y de la moda de ropa veraniega. Irene fue en todo momento muy cortés con Fernandinho, quien no pudo reprimir su admiración y un temprano apasio-
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namiento surgió inmediatamente en su corazón. Había sido su primer impacto de belleza y sentimiento varonil, que hicieron que Fernandinho viera a Irene como todo lo buscado por él. Sus amigos se reían de su impetuosidad y sus amigas decían que nunca lo habían visto así. Sólo el padre de Irene mostró cordura y le recordó a ella que midiera bien su distancia y la diferencia de culturas. Irene por su parte sólo veía el sol, la playa, los amigos, como nunca antes había tenido en su nativa Michigan. Las ansias de vivir y con música cautivante era muy brasilero, esto hacía que Irene se sintiera especialmente sensual. Fernandinho era el medio para ir a muchos sitios por ella aún desconocidos. Irene cuando niña y viviendo sola con su padre, por haber fallecido su madre durante su nacimiento, demostró siempre un gran apego a la música. La música era la manera de olvidarse de todo y de crear su mundo mágico propio que la podía cambiar a su gusto. Sólo bastaba cambiar el ritmo. Quizás este apego por la música comenzó cuando su padre, que en ese tiempo era recién profesor auxiliar y con mucha carga de trabajo en la universidad, tenía que dejar a Irene sola muy a menudo. Durante ese tiempo, una adolescente de 15 años llamada Diana, vecina de ellos, tenía una colección de discos de todo tipo. Estos siempre estaban propalando música en casa de Irene, aprovechando el excelente equipo musical del padre. Diana los usaba para ayudarse a pasar las largas horas en casa de Irene. Diana fue la encargada de cuidarla desde que ella tuvo tres años de edad. Pero a los cuatro años de edad, Irene tuvo experiencias sensoriales muy fuertes para su joven y vulnerable mente que cambiaron su existencia de una manera sutil, no detectada por su padre. Estas experiencias hicieron que Irene tuviera pesadillas muy continuas cuando niña. En estas pesadillas, Irene era siempre perseguida, sin descanso,
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y sin nunca poder escapar. En sus pesadillas y sueños ella vivía situaciones de desesperación cuyo origen no entendía y que no fueron apropiadamente interpretados, a pesar de la ayuda proporcionada, primero por psicólogos contratados por su padre y durante los primeros años de la universidad, después. Las tempranas agradables situaciones de gran despliegue musical fueron seguidas por desagradables escenas sexuales, prematuramente mostradas a sus jóvenes ojos. Un amigo compañero de escuela de Diana, de 16 años de edad, había comenzado a compartir bastante tiempo con ella. Era el “boy friend” de Diana. En ese tiempo él experimentaba con anfetaminas que eran usadas, supuestamente, para poder estudiar por más tiempo y así pasar sus exámenes. Las anfetaminas también le causaban una gran excitación, que aumentaba cuando llevaba videos pornográficos de adultos y otros de escenas muy violentas y con mucha sangre. Estas películas las veían muy frecuentemente y durante varias horas, en sesiones que eran seguidas algunas veces con juegos físicos bruscos con Diana. En estos videos, muy explícitos en experiencias sexuales sado-masoquistas, era también mucha la violencia y mutilación de miembros humanos con efusión de sangre, que la pequeña Irene veía con sus inocentes ojos. Pero la aún niña Irene, no sólo no podía dejar de verlas, sino que eran como un imán que le causaba repudio y excitación al mismo tiempo. ***** —Debo regresar en un mes a Michigan y no quiero que ésto se torne en algo más que un verano alegre, dijo Irene. Quisiera que seamos amigos solamente y no siento todavía la necesidad de ser más, no quiero tener pena ni sentimiento de culpa cuando me vaya. —¡Quiero conocerte más! Quisiera que pases más tiempo
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acá. Si es necesario puedes quedarte en mi casa y luego yo puedo ir a Michigan a estudiar para así seguir viéndonos. No te pido más, sólo dame la oportunidad, quiero ser yo quien te haga querer a Brasil y demostrarte que soy serio en mi manera de verte y quererte. ¡Quiero bailar contigo y siempre verte sonreír! En ningún momento, Fernandinho trató de pensar en “su técnica” de influenciar a Irene como solía hacerlo con las otras “garotas” con quienes solía ejercer su voluntad en prácticamente cualquier situación, usando cualquier droga; tenía todas a su disposición. Podía usar éxtasis, barbitúricos, marihuana, heroína, opio, cocaína, o mezclas de ellas. Tampoco dejó que ninguno de sus amigos fuera atraído o se sintiera cercano en amistad a ella; nada de sus actividades podían ser reveladas a Irene. Se refugio en ella como nunca antes lo había hecho. Prácticamente se alejó de sus amigos y sólo conducía su “negocio” desde la distancia, usando su automóvil como oficina. Así compartieron muchas experiencias de playa por cerca de una semana. Fernandinho besaba a Irene pero no podía nunca tocarla en ninguna forma sexual sin que ésta se tornara contraria. Con cierto e inexplicable rechazo absurdo, algo demencial. Irene se tornaba nerviosa y sin explicación lo golpeaba y empujaba de mala manera, sin dar razón y sin poder dar a entenderse. Explicarle a él cómo era ella, o lo que sentía. Pasaron muchas noches en la playa caminando juntos muy románticamente, pero en cuanto estaban solos ella volvía a sus modos de encerrarse en sí misma sin dar oportunidad a Fernandinho para que entendiese qué sucedía, ¿por qué era así? ¿Cómo podía saber qué hacer? Esto estaba realmente afectándolo más de lo que él se daba cuenta. Pedía explicaciones pero nunca recibía ninguna. Tampoco podía pedir ayuda a sus amigos porque ninguno sabía por lo que él pasaba. Después de casi un mes, un sábado en la noche, Fernandinho
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fue al edificio al frente de la playa “Brasilia” al departamento donde se alojaba Irene. Ahora sola pues su padre ya había vuelto a USA. Preguntó a Irene si saldrían a bailar o a cenar primero. Ella contestó: —Tengo un “date” esta noche. He acordado salir con Bob, mi compañero de clase de piano, iremos a una fiesta de sus amigos y ya le dije que sí. —¡No puede ser! ¿Por qué no me has invitado también? Pienso que nos conocemos bastante bien para hacerlo, quizás podría venir contigo e ir juntos los tres? —Es mejor que no. Necesito pasar un tiempo con alguien diferente. Nada cambia lo que puede ser contigo. No te molestes. Nos vemos después, pero ahora quiero ir sola con Bob. Fernandinho no dijo nada, sólo lanzó con fuerza al suelo una revista “Time” que había estado tratando de leer, como modo de entender más la cultura americana y como modo de empezar a aprender más inglés. Dijo que la llamaría. Que iría a caminar solo por la playa. Irene se dio cuenta que estaba hiriéndolo pero no dijo nada. Lo vio dar media vuelta, dirigirse al ascensor y desaparecer. Ella pensaba que realmente no tenían muchas cosas en común, principalmente porque su atracción por la música era diferente. Pero sobre todo porque ella comenzaba a juntarse en clase con Bob, un estudiante americano de música clásica, aunque también tenía varios CD’s de música “violenta” metálica y rap. Según Irene, Bob sí entendía de música, era “witty” y “funny”. Además de gracioso, le enseñó que ella era libre como la música, que nadie tenía autoridad, que nadie debería de mandarle, ni sus padres. Con él había probado por primera vez una pipa de opio, en su departamento todo rodeado de velas de colores y olores con pinturas resplandecientes que bailaban con las diferencias de luz proyectadas por las velas. Nunca antes había Irene experimentado sensaciones así.
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Esa noche sería algo especial, había dicho Bob, fumando un cigarillo de marihuana, a la cual era muy aficionado. Con Bob, Irene podía sentirse relajada, libre y feliz. Fernandinho era “fun” pero no era lo mismo. La relación no tenía intensidad suficiente, en mucho debido a las diferencias de idioma. Fernandinho salió triste a caminar por la playa. Allí se encontró con su grupo. Dentro de este grupo estaban Bruno y Rolfi, dos cinturones negros de karate que Fernandinho usaba para cobrar deudas usando la fuerza, eran sus matones y guardias personales. Con ellos y con su amigo Edgar Ferreira salieron a los bares a tomar cervezas, a ver bailar a las mulatas… querían divertirse; Fernandinho lo necesitaba más que nunca. Fueron a Copacabana pero no a bares de música brasilera. Quería oír música americana tocada con tonos brasileros de Jazz. Estaban tomando cerveza Brahma en buenas cantidades. En eso Rolfi vio que Bob e Irene entraban al mismo lugar de baile donde estaban ellos. Desde la distancia los vieron reírse y pedir una jarra de cerveza. Rolfi se percató de la situación de frustración de Fernandinho al seguirle la mirada y le ofreció ir a donde estaba Irene y mostrarle a Bob cómo se baila realmente, con un buen par de golpes en los testículos, pero Fernandinho no lo autorizó. Su orgullo era mayor que su tristeza. Fernandinho trataba de encontrar la razón que tuvo para mentirle y no haber ido a la fiesta del amigo, como Irene le dijo. Estaba muy resentido por la mentira, pero más contaba su respeto por Irene que el odio que ahora sentía por la situación. Pensaba también que estaban pagando por tener sentimientos, y que Irene aprendería de él… el verdadero significado de lo que es realmente querer. Después de una hora más decidieron que era mejor salir e ir al “Bar de Tojuca”… donde siguieron tomando más cerveza. Esto fue motivo para que Bruno comience a golpear la mesa para tratar de romperla como demostración de sus manos encallecidas por el karate. Nadie en el bar se atrevía a intervenir, ni
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sus amigos ni el administrador. Todos conocían a Fernandinho y sabían que él pagaba todo… y si quería no pagaba nada tampoco. Lo veían serio, triste e impredecible. A las tres de la mañana Fernandinho y sus tres acompañantes fueron caminando por el malecón de la playa al “Bar Itaú”, a dos cuadras. En este bar muy popular entre la gente joven, una banda de música tocaba canciones muy sentimentales netamente brasileras. Se podía ver el cielo y las estrellas por no tener el bar techo en la parte central, justo sobre la pista de baile. Un grupo de brasileros hombres y mujeres hacían una línea y prácticamente todos bailaban solos y con todos, depende de cómo se viera. Una chica de unos veinte años con bello rostro y cabello muy negro corto, con un vestido rojo de línea simple que le llegaba a medio muslo, bailaba con una sonrisa invitadora y parecía que bailaba con todos, incluyendo a los espectadores, en un conjunto total muy intenso para los sentidos. La música tenía la particularidad de hacer a todos conscientes de todos y de nadie al mismo tiempo. A excepción de un hombre joven, bajo de estatura que vestía short de color beige y tenía las piernas muy delgadas que bailaban con suma energía y pasión brasilera… incansable. Parecía un maniquí mecánico en sus movimientos, y su cara simbolizaba todo lo que es la música del Brasil… alegría, pasión y tristeza profunda de vida. Fernandinho ya había bebido más de la cuenta. Estaba ya muy mareado pero sufría con la música y sentía que podía y necesitaba beber más, hasta perder la razón. Volvieron a salir al malecón a tomar aire pero, al hacerlo, distinguieron entre la penumbra de la noche, nuevamente a Irene y Bob caminando juntos agarrados de la mano. Se cruzaron en la acera. Fernandinho sintió el olor del cigarrillo de marihuana que ellos compartían. El olor y el significado de ésto lo sintió en el corazón y como una bofetada en el rostro. Oyó la risa de Irene y sin poder resistir más se volteó y quiso golpear a Bob pero se
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cayó de espaldas por tanto licor bebido. Bob se rió también. Pero en eso Fernandinho sintió, más que oyó, cómo un golpe propinado por Rolfi partía el cuello de Bob de modo tan violento que éste no llegó a emitir ningún sonido. Sólo cayó como un peso libre, muerto. Irene al ver esto abrió enormemente los ojos. Se quedó primero muda y espantada y luego comenzó a llorar y a temblar imparablemente, todo al mismo tiempo. Edgar Ferreira inmediatamente tomó del brazo a Irene, y a empujones la llevó al auto y luego ayudó a Fernandinho a levantarse para meterlo al auto también. Rolfi y Bruno al mirar y considerar la situación decidieron salir caminando, solos como otras veces lo habían hecho, sin mirar a los costados pero con pasos seguros. Tomaron un taxi a una cuadra de distancia y se alejaron sin dar una simple mirada a sus espaldas. Solo, el cuerpo de Bob permaneció en el lugar hasta la mañana siguiente, sin ningún curioso alrededor y sin que nadie hubiera visto nada. Ninguno quería estar cerca para no tener que dar declaraciones a la policía. Fernandinho pidió a Edgar dirigirse a su casa. Allí algo ya repuesto de los efectos del alcohol, sacó una dosis de opio e inyectó a Irene y ambos se quedaron durmiendo hasta muy tarde la mañana siguiente. Edgar, en cuanto los dejó en la casa, salió de vuelta al “Bar de la Tojuca” para hacer saber que no había pasado nada. Ni con ellos ni con la policía. Que todo se arreglaría. Los mozos recibieron la promesa de mejoras económicas de parte del administrador quien tampoco quería propaganda y también quería el agradecimiento de Fernandinho por su silencio. La policía nunca encontró nada, ni se preocupó en hacerlo. Quedó como un asesinato más en esta gran ciudad de más de 14 millones de habitantes, tampoco se dio mucha publicidad para no perjudicar el turismo. Como se encontró residuos de drogas en los exámenes de sangre de Bob durante la autopsia, la policía emitió un comunicado para la embajada en el que atribuía a la
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delincuencia común la causa del asesinato… y que también había sido una falta de tino haber frecuentado lugares inseguros a esas horas de la madrugada. Se recomendaba a los turistas tener más cuidado con los lugares que visitan o frecuentan. Irene y Fernandinho ahora sí habían encontrado la armonía que ella quería y que Fernandinho intentó crear desde el primer momento que la vio. Ambos se conocieron mejor. Llegaron a intimar incluyendo sus diferentes actividades de interés; la música de ella y el sórdido mundo de drogas que Fernandinho ahora podía frecuentar abiertamente con ella. La atención y el respeto que Irene tenía por Fernandinho y el cariño que él demostraba por ella en todo momento, no fue ignorado por amigos y familiares quienes veían esta relación como floreciente. Don Fernando quería ver a su hijo ahora como un ejecutivo internacional. Así pasaron dos meses. Ahora Irene debía volver a USA a continuar sus estudios y cumplir con el tiempo de visa dado por la embajada de Brasil para su estadía como estudiante. Quedaron en verse en Michigan en dos meses más, en el verano. él iría primero para estudiar inglés de mayo a julio. Luego pensaba estudiar administración de negocios comenzando en el ciclo regular de setiembre. ***** Nada iba a cambiar los planes de reencuentro en la pareja como la captura de Tulio Pérez, distribuidor de drogas en Río, por la policía internacional. Con él caía toda la estructura de narco-distribución que se había creado en Río de Janeiro. Ahora Fernandinho, que había visto crecer solo su negocio desde los primeros días del colegio hasta tomar gran parte del mercado estudiantil del centro de Río, tuvo que verse forzado a efectuar grandes gastos para sobornar a la policía y así mantenerse al margen de las noticias.
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Pudo eludir a la policía local gracias al dinero y a los contactos que tenía por las muchas relaciones de su padre, pero no a la policía de la INTERPOL que sí lo tenía en la lista de sospechosos en el tráfico de estupefacientes en Brasil. Un mes después, cuando Fernandinho solicitó la visa de estudiante para USA, ésta fue denegada. Repitió su solicitud otra vez y con la ayuda de su padre, pero nuevamente retornó denegada. Gastando mucho dinero en mantenerse seguro en Brasil, con la conexión de Tulio Pérez rota ya que él había logrado huir de la cárcel, sin conocerse su paradero, y con Irene ya en USA, Fernandinho con sólo 17 años de edad decidió ir a Michigan como ilegal y volver a comenzar allí… al menos estaría con Irene. Para eso decidió cruzar por México y, para garantizarse un buen comienzo económico, decidió también llevar garantía de dinero en la forma de 10 kilos de cocaína extra pura, que vendidos en la calle podían darle aproximadamente de 5 a 10 millones de dólares. A fines del mes de mayo salió en vuelo directo Varig Sao Paulo-México. El verano estaba comenzando en el hemisferio norte y con temperaturas de 110°F ó 43°C en el desierto de Yuma, México, punto que le habían indicado como el más seguro de cruzar y donde casi pierde la vida, si no es por la intervención de Diego. ***** En cuanto pasó la aduana de Río y antes de tomar un taxi, Diego había comprado un periódico en el aeropuerto para leerlo y así poder esconderse tras él como simulando leerlo. Se dirigía al hotel Sheraton en la playa. Desde allí planeaba llamar al número telefónico que tenía con él y ver cómo localizar a Fernandinho. Lo importante era salir cuanto antes del aeropuerto por ser de los más intervenidos
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por la policía. Salió y tomó un taxi que estaba algo alejado del estacionamiento principal, en la zona de vuelos nacionales. Era un VW Gol blanco con azul, un radio-taxi, que lo llevó a bastante velocidad a lo largo del malecón donde las losetas serpenteantes de color negro y blanco era un marco perfecto al Sol poniente dorado con coloraciones rojizas en un cielo azul. Brillaba todo sobre las arenas de las varias playas que iban pasando. La gente, hombres y mujeres muy bronceados y con ropas de baño de color llamativo eran de admirar. Casi nadie era gordo, a diferencia de USA donde la mayoría de la gente se nota con sobrepeso, pensó Diego. En el transcurso del viaje, Diego tuvo tiempo de pensar en cómo y cuándo llamaría a Challe, para proseguir con el intercambio de la llave del casillero en Miami donde estaba el video, por el dinero. Tenían que hacer llegar la llave a la persona indicada. Según había dicho ángela, la llave ya estaba en poder de Omar. Diego llegó al hotel Sheraton pudo registrarse sin inconveniente y a pesar de no haber hecho reservación previa. Una vez en su habitación del piso 11 que miraba al mar infinito, Diego tomó un baño y bajó rápidamente al lobby para hacer su llamada telefónica. No se atrevía a hacerla desde su habitación por temor a una revisión posterior de llamadas hechas desde ese número. En el lobby del hotel habían varios teléfonos de llamada al exterior y entrando en una cabina marcó el número de Fernandinho. Nadie contestó. Volvió a llamar pero tampoco nadie contestó esta vez. No entendía qué pasaba. Volvió a llamar y una voz dijo que ese número no existía, que debía anteponer el número 3 antes de marcar el número. Lo hizo y tampoco nada sucedió. Ahora, totalmente desorientado, Diego decidió ir a tomar un café y volver a intentarlo en unos 10 minutos.
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Mientras que tomaba el café pensó en llamar a Challe porque no era muy tarde en Venezuela. Ambos Brasil y Venezuela tenían la misma hora. Llamó a Venezuela e inmediatamente una voz femenina contestó el teléfono y pidió saber quien llamaba. Al identificarse, oyó decir su nombre y luego la voz de Challe dijo: —Sé por qué me llamas y qué necesitas. No te preocupes. Sólo tienes que hacer llegar la llave a un Sr. Madero de Cali de la fábrica “Empaques Modernos” en la zona Industrial número 3 calle sexta. Luego recibirás lo prometido. ¿A propósito por qué me llamas desde Río? ¿Qué haces allí? —Tengo problemas, no sé que pasó pero tuve conversaciones en Lima con César Vargas Olivera y tuve que sacármelo de encima a él y a un operativo local. Algún aviso llegó a la embajada en el Perú. Espero continuar y terminar ésto pronto y desaparecer. —Quizás te pueda ayudar. Llámame en dos días. Para entonces ya sabré lo que está ocurriendo. Siempre puedes venir acá y serás bienvenido, no te preocupes tanto. Ahora termina lo del video… y colgó. Regina, quien estaba a su costado, preguntó a Challe: —¿Qué llamada era esa? —Diego, el operativo que viste en Caracas. Ya tiene lo que quiero pero debemos terminar el cambio. En cuanto tenga un video que él tiene, podré decir que lo conseguí yo… ¡será muy útil! Pero tengo que decidir qué hacer con Diego, no quiero problemas con la embajada del Perú por ayudarlo. Pero tampoco puedo decirles dónde está por que él puede declarar mi relación con él. De cualquier manera es muy pronto para ayudarlo, primero debe entregar el video. Después ya veré. Ahora Diego trató de hablar con el número telefónico de Río otra vez, pero tampoco hubo respuesta a la llamada. Decidió
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arriesgarse y llamar a ángela otra vez, pero al teléfono de su amiga Juanita, y a través de ella hablar con ángela sin despertar sospechas. Lo hizo y cuando ángela estuvo al habla le dio el encargo de Challe, indicándole a quién entregar el video en Colombia. El mensaje debería darse cuanto antes a Omar, para que entregue la llave y así cobrar lo más pronto posible la recompensa, antes que todo este problema se vuelva insostenible. Diego decidió pensar más en qué forma comunicarse con Fernandinho. Pero al abrir la cabina se encontró de pronto cara a cara con una hermosa mujer de tez muy oscura y de una belleza extraordinaria, vistiendo una falda y blusa blanca amarrada a la cintura que dejaba ver el vientre de color ébano. Ella se acercó más hacia él y, mostrándole un papel en una mano tan fina y joyas de oro que brillaban y tintineaban al menor movimiento, le preguntó, en voz baja pero con una calidez extraordinaria, si el número que ella tenía escrito en el papel, era el mismo al que él llamaba. ¡Diego miró el número y contestó que sí!. Todavía no salía del estupor que le causaba la presencia de esta mujer tan hermosa. Ella lo miró fijamente y le dijo que se llamaba “Duda”, que la siga a veinte metros de distancia por más o menos dos cuadras; giró de inmediato y salió caminando despacio y con mucha gracia y elegancia. La falda blanca era de material ligero, de gran vuelo y corte alto. Diego pudo ver la perfección de sus piernas torneadas que se maximizaban al llevar zapatos planos. Piernas perfectas de color bronceado negro-brillante, que unidas a sus facciones muy finas le daba un porte de mujer europea pero de color ébano.
Mariela El “Perro” sabía por indagaciones hechas por el ”negro Julio” de la policía peruana de investigaciones, que Alexander tenía dos casas más, además de la suya en la cual él vivía con su esposa. Había podido obtener las direcciones y los nombres de las dos mujeres que vivían en esas otras dos “casas”. Durante el camino a las oficinas de Alexander, aproximadamente a las diez de la mañana, el “negro Julio” dijo que Alexander sabía moverse en círculos de gobierno, que tenía suficiente dinero para darse los gustos que quisiera y que su debilidad eran el dinero y las mujeres, en ese orden. —Probablemente a esta hora estará yendo desde su casa a su oficina. Después irá a ver a una de las dos: Mariela o Marisela. ¿Crees que es mejor ir a la oficina o a esperarlo después cuando vaya a ver a una de las queridas? —Me gustaría poder cubrir los dos puntos, por si algo sucede. ¿Qué tal si voy a la oficina y tú vas a esperarlo por su casa y seguirlo a una de las otras casas? Me avisas a cuál, y yo me aparezco también. De ese modo la secretaria me verá a mí esperándolo en la oficina. —¿Dónde podríamos encontrarnos en caso algo salga mal?, preguntó el “negro Julio”. —Te veré en el bar de los baños turcos del Hipódromo, en caso nos tengamos que separar. Acuérdate… lo que quiero es el video. Cueste
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lo que cueste, tengo recompensa y algo se puede compartir contigo. Con ésto se separaron y el “negro Julio” salió hacia la casa de Alexander a esperarlo, mientras que el “Perro” ya subía en el ascensor del edificio de la oficina en San Isidro. Pasó más de una hora. Ambos se preguntaban qué estaba sucediendo. El “negro Julio” decidió acercarse a la casa y preguntó al guardia particular si ya los señores habían salido. Que tenía un recado para el señor Alexander. El guardia de seguridad lo miró y comprendió que era de la PIP y le dijo que la señora sí estaba adentro, pero que el señor Alexander no había venido esa noche a dormir. Aunque la señora estaba molesta, eso no era inusual en él. Que de vez en cuando no se aparecía por la casa hasta bastante tarde en la mañana del día siguiente. Por su parte, el “Perro” en la oficina le preguntaba a Bárbara, la secretaria, a qué hora vendría Alexander, pues ya llevaba una hora esperando… ¡Ya había tomado dos cafés! Con tanta insistencia se expresaba el capitán César Vargas Olivera, el “Perro”, que Bárbara llamó a Alexander por el celular, pero nadie contestó. Ahora el “Perro” se puso de mal humor y llamó al “negro Julio” para preguntarle qué pasaba. —Carajo, ¿dónde anda el huevón ése? ¿Qué has podido averiguar? —Nada, sólo sé que no ha dormido en su casa. Voy a ir a la casa de la tal Mariela en el bosque de San Isidro. La dirección que te di. Nos encontramos allí o ¿voy por ti primero? —Ven a recogerme para ir juntos, te espero abajo en la acera, ¡Apúrate! Después de fumar dos cigarrillos el “Perro” vio acercarse la camioneta Toyota Montero de la PIP y entró a ella de mal humor. En el camino el “Perro” preguntó si tenía un plan de cómo obligar a
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Alexander a ser honesto en sus respuestas. Pero el “negro Julio” sólo sabía de usar la fuerza física como medida para atemorizar durante un interrogatorio. ***** Esa mañana Wallace fumaba de modo impaciente y esperaba a ángela a la entrada de la embajada. Sabía que ella llegaría en cualquier momento. En cuanto la vio salir de su auto la acompañó desde el estacionamiento de autos de la embajada y le dijo que era necesario que conversen. Que era importante que ella sepa qué hacer en estas circunstancias tan difíciles. ángela había visto acercarse al coronel Wallace y sintió cierto alivio inexplicable. La noche anterior había decidido no irse de vacaciones ni desaparecer, para no despertar sospechas hacia su persona y poder seguir en comunicación con Diego. De cualquier manera apuró el paso y no pudo evitar un sobresalto de excitación por el tono de voz pero lo que dijo Wallace la tranquilizó y le devolvió algo de la confianza… que tanto necesitaba en este momento. Quedaron en encontrarse en la oficina de la biblioteca de la embajada en 15 minutos. ángela pensó que antes de ir a hablar con Wallace mejor era terminar lo comenzado y llamar a Omar Montenegro a West Palm en USA para decirle que entregue la llave al señor Madero, en Cali, lo más pronto posible… ya que él estaría por ir allá en esto días?, le preguntó y procedió a darle los detalles de cómo localizar al señor Madero en Cali. Wallace después de entrar en la biblioteca y localizar a ángela y verla tan nerviosa, decidió hacer su acercamiento mental a ángela en dos partes. Esta primera sería la amigable. Tomó una taza de café y se acercó sonriendo y le preguntó si gustaba del café de la biblioteca o si prefería una Coca cola. ángela prefirió la Coca cola, sentía la boca seca y no podía
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tener sus manos quietas. Wallace después de hablar de la comida de las Casuarinas y de cómo había notado lo animado de las conversaciones en que ella estaba con Diego y Alexander, le preguntó si había hablado con Diego últimamente. ángela contestó preguntándole si podía confiar en él: —Tengo que hablar con usted de algo que es serio, pero primero quiero saber si es verdad que usted sólo quiere ayudarnos, dijo ángela. —Por supuesto. Tengo especial interés en que todos salgamos bien de todo esto. Sé que algo ocurre pero no sé que es, por lo tanto no puedo ayudarlos. Esta mañana llegó un aviso de la embajada de Chile pidiendo la detención de Diego, pero sin dar explicaciones. Tengo la esperanza de que tú me puedas explicar qué sucede y podríamos pensar en cómo ayudar. Si todavía se puede. —Sí, si sucede algo serio. Pero ni yo ni Diego sabemos lo que es importante, sólo Alexander Lugo puede realmente aclarar esto. —Pero ángela, dime al menos de qué se trata. Qué debo preguntar a Alexander Lugo y dime también dónde está Diego. ¿Con quién está él ahora? —Se trata de un video grabado por Vladimiro Montesinos, donde nuestro embajador está prometiendo dinero por abastecimiento de armas peruanas a los contras colombianos. Alexander sabe más de ésto que yo. Sobre Diego prefiero esperar algo más antes de decírselo. Wallace en cuanto escuchó que el embajador estaba involucrado vio evaporarse su pensión de retiro y cancelarse de inmediato sus planes de ir de vacaciones a USA el próximo mes. ¡Se imaginó siendo interrogado por el embajador sobre qué clase de jefe de inteligencia era él! ¡Que bajo sus narices un operativo que trabajaba para él, estuviera involucrado en obtener un video implicándolo a él personalmente, y a toda la política antidrogas
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americana en esta parte del continente! Sería despedido en el acto después de ser trasladado a una prisión militar y juzgado por inepto. Wallace trató de dominarse y pidió a ángela que no desapareciera, que debía ejecutar unas medidas de seguridad en el acto y salió apuradamente hacia su despacho. En el pasillo se encontró con un “marine” que lo andaba buscando para entregarle un mensaje recién llegado de Chile. Wallace lo abrió y sintió, primero, que sus sospechas se confirmaban y, al mismo tiempo, que algo positivo podía salir de todo esto. Y sin pensarlo más salió rápidamente, no a su despacho sino a la oficina del embajador. Cuando llegó al despacho del embajador se anunció y, sin esperar confirmación, abrió la puerta y se encontró con el embajador. Este levantó la cara y lo miró con expectativa. De inmediato Wallace se refirió a todo lo ocurrido, a cómo él estaba en la pista de algo importante y cómo sabía por qué Diego había desaparecido. Le habló de lo sagaz de su plan; que ya estaba enterado de la situación aun antes de que lleguen mensajes de la embajada de Chile, y de que pronto conseguiría el video ya que estaba en camino a interrogar al señor Alexander Lugo para determinar dónde se encontraba éste. El embajador pasó por una serie de reacciones sin que su cara reflejara nada, pero al final le dijo que hiciera todo lo que estuviera en sus manos, todo, para conseguir el video y evitar así que todos en esta embajada se vieran mal, muy mal en Washington. Wallace salió de inmediato hacia la casa del congresista Alexander Lugo, porque en su oficina le dijeron que no sabían nada de él, a pesar de que ya era el medio día. Tomó la camioneta Ford Explorer blanca de la embajada y aceleró por la avenida del Golf en dirección a la Universidad de Lima. Felizmente no había mucho tránsito en esa hora de la mañana. Una vez que llegó a San Isidro paró bruscamente frente a la casa de Alexander, y casi de inmediato se abrió la puerta.
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En la puerta apareció la esposa de Alexander. Sofía lo invitó a pasar pero no mostró ninguna reacción cuando Wallace le preguntó por su esposo y sin mayor titubeo, mientras sostenía una taza de café, le dio la dirección exacta del departamento de la amante de su esposo. La famosa Mariela… había dicho Sofía con despecho. Hacia allí salió ahora el coronel Wallace comenzando a preocuparse por su plan. Ojalá no se alargue demasiado, pensaba. No había pensado que encontrar al señor Alexander Lugo iba a ser complicado. En el camino decidió llamar a ángela para saber cómo se sentía y si Diego había llamado. ángela contestó de inmediato y le dijo que no, pero que Diego estaba en Río de Janeiro y que pronto se encontraría con el señor Fernandinho. Con esto Wallace saltó de su asiento en la camioneta, casi embiste a un carro que en ese momento atravesaba la avenida Arequipa, y realmente se comenzó a preocupar. Un frío sudor apareció en su rostro, con el estómago dándole un hincón de dolor. La úlcera, pensó Wallace. Espero que no se haya referido al “Fernandinho” que por tanto tiempo la Interpol y la DEA estaba tratando de capturar, se dijo. ¿Y qué hace Diego en Río? Una vez que Wallace partió, Sofía se había quedado un rato pensativa y de súbito entristeció cerrando la puerta de la casa. Fijó la mirada en su hijo menor, a quien ahora había agarrado de la mano, y quien también la quedó mirando con cariño. ***** La noche anterior, mientras que Alexander intentaba encontrar a Mariela, ella recogía a “Carlitos”, su esposo, quien regresaba a Lima desde Madrid. Mariela estaba contenta y cansada a pesar de haber tenido que esperar cerca de dos horas por el vuelo de Iberia en el aeropuerto Jorge Chávez de Lima.
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“Carlitos”, aunque pálido y también cansado por el largo vuelo, sonrió al verla, sólo llevaba una pequeña maleta que Mariela reconoció de inmediato, porque era la misma que usó cuando ella fue a Madrid. “Carlitos” propuso inmediatamente que le gustaría ir a algún lugar para estar solos y descansar. Mariela le sugirió el hotel El Conquistador en San Isidro, adonde se dirigieron directamente del aeropuerto. “Carlitos” admiraba el lindo automóvil Volvo blanco. No podía quitar los ojos del tablero de luces y admiraba lo suave de la transmisión y suspensión, a pesar del pésimo estado de las calles y los muchos agujeros, sobre todo en la avenida La Marina. Al llegar a la avenida Javier Prado, Mariela volteó la cara para verlo cuando encendía un cigarrillo español, y pensó que se lo veía igual de varonil. Como el primer día que lo vio parado a la entrada del cine El Pacífico en Miraflores. Una vez que Mariela registró la habitación en el hotel, “Carlitos” se bañó y se metió en la cama desnudo a ver televisión con Mariela a su costado, muy cariñosa y mostrándose en expectativa por complacerlo. Quería hacerle entender que lo había extrañado mucho por no verse por más de un mes. ¡Que ella era buena! Le pidió que no fuera tan celoso, que no pensara que ella ponía los ojos en el primer hombre que pasara y la mirase. Que podían hacer una vida “juntos” pero con ciertas precauciones para poder vivir en Lima. Que esta era una ciudad tan difícil para encontrar trabajo, como él bien sabía. Ella le explicó que quería seguir viviendo con Alexander a quien sólo veía por momentos. Ella podía siempre ser de “Carlitos”, pero él tenía que comprender que eso necesitaba que él comprenda y coopere ayudando a dar la imagen necesaria de no estarse viendo con ella. Que no era necesario divorciarse para que así él se sintiera seguro de ella. Mientras tanto, ella podía conseguir el dinero para los dos. Pero ese dinero vendría de Alexander. Para eso él tenía que quererla y pensar que ella no estaba viendo a nadie más, sólo a Alexander, a quien ella no quería, pero a ningún
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otro hombre. “Carlitos” no dijo nada. Sólo comenzó a tocarle los brazos, pasarle las manos por las piernas, besarla por el cuello… Cinco minutos más y los dos estaban haciendo el amor como en sus primeros días de matrimonio. “Carlitos” sudando y Mariela diciendo… ¡“Carlitos”, “Carlitos”, cuánto te he extrañado! Después de casi dos horas, con “Carlitos” dormido y aún con el televisor encendido, que mostraba un partido de fútbol de España entre el Real Madrid y el Barcelona, Mariela se levantó y comenzó a vestirse para irse a su departamento por si acaso Alexander la estuviera buscando o que le hubiera dejado un mensaje en la grabadora. No quería causar problemas ahora que las cosas podían comenzar a ser como ella pensaba era el mejor arreglo “conyugal” para todos. ¡Qué alegría que “Carlitos” estaba otra vez cerca! Ojalá que en este tiempo de separación, haya cambiado y que ya no sea tan celoso con ella. Salió de la habitación sin decir nada, cerrando la puerta muy despacio y se dirigió al ascensor, volteó la mirada para ver una vez más la puerta de la habitación y entró en el ascensor. ***** En Miami, en ese momento Omar Montenegro ya se encontraba caminando en el aeropuerto buscando comprar el periódico “USA Tomorrow”, para leer en el avión durante el viaje a Colombia. Al recibir el periódico, pudo ver que había un artículo en la primera plana cubriendo el viaje al Asia del negociador comercial de la Casa Blanca donde, según la estrategia aplicada por el presidente Bush, se trata de poner en competencia a los países asiáticos con los de Latino América. Luego, en pleno vuelo, vería que el artículo decía más o menos que a fines de 1993, los estudios del Pentágono y los capitales globales de Wall Street habían decidido aplicar la estrategia
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Sino-México. Según el periódico esta estrategia estaba encaminada a lograr estabilidad económica en Asia y América. Para esto fue conveniente dejar el camino libre a la República Socialista de China en la producción de exportaciones de manufacturas de “mano de obra barata”. Pero debilitarían o anularían la competitividad de los otros países del Asia. Así, Japón quedó por un tiempo sin espacio económico; fue también un castigo a las compañías japonesas que se negaban a abrir los mercados japoneses a productos “Made in USA”. Japón había quedado claramente solo y como la principal “víctima” del cambio de política regional en Asia. Los países exportadores del Sudeste Asiático: Indonesia, Singapur, Tailandia, Corea, etc. sintieron también el sufrimiento económico de ver languidecer sus industrias de exportación; Wall Street se había tornado más ambiciosa y agresiva en la colocación de capitales en el Mundo. Lo podía ser porque ahora recibía de modo continuo capitales de ahorro de jubilación de cuarenta millones de trabajadores americanos con cuentas 401 K. Capitales que había que invertir o prestar. Con sólo un bufido y respiro Wall Street barrió a todos los tigres asiáticos y creo una tremenda recesión en toda esa región… que todavía dura de cierta manera y de la cual sólo China sobrevive pero aun más exacerbada debido a sus muy bajos costos de manufactura. Esa política afectaba ahora a México, que tampoco podía competir con una China ya moviéndose sola con motivos estratégicos, económicos y políticos. Siguiendo su propia estrategia de país, con jerarquía política monolítica y con planes de ser la primera potencia mundial. Se presumía, en el artículo del periódico, que China podía estabilizar económicamente el Asia mejor que Japón. Aunque China era todavía un gran enigma político, al haber demostrado que no seguiría todos los dictados de Wall Street. Concluía el artículo, sin embargo:
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mejor China que los otros países menores del Asia, con dictadores cambiantes, fraccionados en políticas disímiles e idiomas tan distintos. América dejaría que el comunismo chino se ahogue un poco más en su propia retórica. Al fin y al cabo, los jerarcas chinos estaban y seguirían estando felices mientras continuasen en el poder. Era una apuesta peligrosa, con los países globalizados como recompensa para el ganador, pero causando grandes pérdidas de puestos de trabajo en los países industrializados con tecnología antigua. Brasil se defendía con exportaciones crecientes de alimentos, precisamente al Asia, donde estaban sus principales clientes. El problema de qué hacer con la otra China, Taiwán, sería otra historia y daría nuevas oportunidades de expansión global al capital mundial. China podía proveer un gran mercado consumidor a la industria del capital global. Pero también podía poner normas de tratamiento al capital extranjero que no se verían muy bien en América. El capital global siempre está en expansión y siempre sediento por más capital. Capital siempre en busca de ganar mayores intereses y que atrajesen más inversionistas a Wall Street. Paralelamente al desarrollo en Asia, la productividad económica en USA creció sin competencia en el mundo, estrujando a los trabajadores lícitos o ilícitos producto de la ahora acelerada inmigración de mexicanos desplazados en su propio país y que se convertían en mano de obra barata para los hoteles, restaurantes
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“Duda” Fernandinho había sido deportado de USA y enviado de vuelta al Brasil, una vez que se recuperó de la deshidratación y de los golpes que sufrió al haber sido capturado cruzando la frontera con diez kilos de cocaína. Estos nunca fueron reportados y nunca se supo qué pasó con las drogas. Quizás la golpiza que le propinaron los guardias de la frontera mexicana fue para matarlo… y así también hacer desaparecer las drogas. Al llegar de vuelta a Sao Paulo, fue recibido por su padre y su hermana Duda. Su padre estaba ahora de candidato a la presidencia del Sindicato de órganos de Información de Brasil, posición que siempre había ambicionado y para la cual era conveniente no tener ninguna historia policial o situación negativa que sus adversarios pudieran usar en su contra. La situación de Fernandinho era preocupante por la mala prensa que se podía generar usando las drogas como motivo de descalificación de su candidatura. Don Fernando pensaba evitar esa potencial situación ofreciendo sus servicios a algunos políticos amigos con los cuales quedaría comprometido, y tendría que hacer algunos favores como pago en el futuro cercano, ¿pero, cuándo no había él estado comprometido con alguien?, pensaba. En esto su hija Duda había demostrado ser particularmente inteligente y hábil y podría ayudarlos a él y a su hermano. Pensaba don Fernando que ella tenía una particular ma-
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nera de ser que facilitaría el camino con gente prácticamente en cualquier situación. El hecho de ser ella tan atractiva, definitivamente era un factor. Pero era más su don de gentes, el mantener contacto visual durante toda una conversación con cualquiera persona. La empatía que demostraba en entender a la otra persona, y, sobre todo, cómo sabía usar su belleza de modo positivo. Sin causar temores o recelos en los hombres o envidia en las mujeres. Duda sabía identificarse casi de inmediato con su interlocutor. Si la otra persona fumaba, ella encendía un cigarro. Si la otra persona era vergonzosa ella lo era más y daba confianza al interlocutor. Sabía tratar tanto a personas de edad avanzada como a los niños; a gente adinerada y también a los pobres. Don Fernando estaba utilizando a Duda en su trabajo diario, en sus revistas. Pero más para lograr establecerse personalmente cada vez mejor en la alta sociedad de Sao Paulo. Duda era muy cariñosa con toda la familia. En cuanto vio a Fernandinho salir del avión, a su llegada a Sao Paulo después de una pésima experiencia, una sonrisa luminosa apareció en su rostro y entró fácilmente a la zona aduanal, sin que los guardias de inmigración se lo impidiesen. Salieron del terminal aéreo los tres juntos, con Duda al centro. Mientras iban hacia el estacionamiento, don Fernando decidió no hacer preguntas a Fernandinho sobre lo que había pasado, para no hacer que éste se cohibiera. Quería apoyarlo y buscaría su ayuda en forma de cooperación en las revistas. Pensaba que podrían insertar una sección de “jóvenes’ en algunas de sus revistas y donde ambos, Duda y Fernandinho, podrían trabajar juntos. Duda, por su lado, había decidido unirse más a su hermano y ayudarlo para que se restablezca pronto. Fernandinho entre tanto, pensaba en cómo evitar problemas policiales que todavía podían aparecer y, además, qué hacer ahora que Irene estaba en USA y él sin poder viajar a verla. Ante todo necesitaba dinero. No sabía si podría contar con algunos
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de los “conocidos” en Sao Paulo para usar sus canales de distribución. Realmente tenía miedo de la policía, por ser demasiado pronto. En eso, Duda se acercó a Fernandinho en el auto, durante el viaje por la Avenida Trabajadores, y le preguntó si necesitaba algo de dinero o algo especial para ella conseguirlo. También le dijo que podrían ir a Sorocaba, al rancho de un amigo, para descansar unos días y que ella tenía una oficina cerca, en Campiñas, que él podía usar en caso lo desee. Fernandinho la miró con cariño, porque siempre la había querido, desde niños. Le agradeció y le dijo que lo pensaría, que la quería mucho, y se quedó dormido durante el resto del viaje al centro de la ciudad. Habían pasado ya siete años desde el accidentado regreso de Fernandinho a Brasil. Y ahora llegaba también Diego a Brasil buscando ayuda. Habían pasado tantas cosas en la vida de Fernandinho. Después de sólo unos días de descanso en Campiñas y Sorocaba, Fernandinho, con apenas 18 años de edad, decidió ir a Río, al penal de Justicia, a visitar a Tulio Pérez, ex gran distribuidor de drogas en esa ciudad. Acompañado por Duda, lograron convencerlo para utilizar su red de contactos y “lacayos”. Así habían establecido, después de siete años de ardua y peligrosa labor, el ahora más grande negocio de drogas que esa ciudad haya visto. ***** El BMW negro iba avanzando raudamente por la pista del malecón de Ipanema, con Diego sintiéndose algo inepto en presencia de uno de los mayores traficantes en América, con quien a pesar de sentirse unido por una situación del pasado, que le daba garantía de amistad, no podía tener total seguridad y hacerlo sentirse relajado en su presencia. Eran demasiadas las situaciones y problemas y sentía que estaba descendiendo a
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profundidades desde las cuales iba ser muy difícil resurgir. En el carro BMW, Diego observaba el cuello de la hermosa Duda, quien se había sentado en el asiento delantero junto al chofer. él no sabía que ahora ella era también poseedora de una gran fortuna y poder en la otra gran ciudad de Brasil …Sao Paulo. Diego todavía no sabía qué pasaba en Lima. Ni cómo su fuga sería recibida por el servicio de la embajada. No todos los días un operativo de la ley se entrevistaba con el enemigo común. Con uno de los mayores causantes de miseria en cualquier parte del mundo. Pensaba Diego en cómo comenzar su historia y cómo pedir ayuda a Fernandinho. La belleza de Duda lo estaba comenzando a incomodar. En eso ella se viró en su asiento y se dirigió a él con una sonrisa de blancos dientes, y la oyó decir con voz amable y melódica: —Nos sentimos muy complacidos y honrados de tenerte aquí, Diego. Quiero que sepas que puedes contar con nosotros como amigos y como posibles colaboradores con tus planes o preocupaciones. No es necesario que digas nada ahora… Estábamos pensando llevarte al Pub Edwards donde podemos escuchar un poco de música y comer algo. ¿O prefieres un lugar más discreto?… ¿Qué piensas? ¿Te parece bien? —Gracias, sí me parece que es necesario que estemos en algún lugar donde podamos conversar. Necesito un lugar para poder hablar. ¿No sería mejor un lugar privado? Entonces vamos a la casa en “Le Blonde” dijo Fernandinho. El chofer viró en la pista y tomó el carril opuesto dirigiéndose a la pileta Vasca, para luego tomar la Avenida Veira Soto. Después de 7 minutos de un viaje en silencio, llegaron a una casa grande, oscura, con la entrada en forma de arco. El chofer presionó un botón de control remoto para que el gran portón metálico se abriera eléctricamente. Avanzó el auto por
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unos treinta metros y paró. Diego pudo notar la gran cantidad de plantas de varios colores; sobre todo de orquídeas de diferentes tamaños, colores y formas. Plantas tropicales que a esta hora de la noche proyectaban sombras en todas direcciones… pero también pudo notar unas luces de otro vehículo… los habían seguido discretamente. Los guardaespaldas, pensó Diego. Tan pronto Fernandinho subió unos peldaños de mármol, se abrió una puerta de madera de color oscuro con vidrios de colores y entraron a una sala de recibo. Fernandinho avanzó directamente hasta un bar y pasó a la parte posterior para luego preguntar qué deseaban beber. Mientras Diego y Duda tomaban asiento en las butacas de cuero del frente. Duda pidió una cerveza Skol y Diego un vaso de vino. Duda miraba a Diego con bastante intensidad y le preguntó si el vuelo le había parecido largo; si se había demorado en llegar al Brasil y si su viaje había sido placentero. Fernandinho sonreía y preguntó a Diego si le gustaba su casa. Diego giró lentamente en su taburete, miró a su alrededor y pudo notar más flores, lo cual hizo que Duda, siguiendo la mirada de Diego, dijera orgullosa que eran sus orquídeas. Que a ella le gustaban mucho las orquídeas y que todos los arreglos florales eran de su creación. Fernandinho ofreció ahora aceitunas negras del Perú, quesos chilenos y nueces de Brasil. Cuando el mayordomo se acercó, Fernandinho pidió picahna fatiada para la cena. Duda pidió lo mismo pero con bastante farofa y arroz blanco. Diego titubeó un poco y pidió costillas de res al carbón y batata frita. Fernandhino se paró luego y les indicó a Diego y Duda que lo siguieran, abriendo y cerrando la puerta hacia el patio y jardín trasero, donde se podía oír sonidos de insectos y pájaros nocturnos; entonces dijo a Diego: —Mira el canal del agua. Ese de allá es mi yate, se llama “Irene”. Al otro lado del canal, ¿ves esas dos casas grandes?… las compré para tener más privacidad. Tengo buzos que una vez
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a la semana revisan y limpian el fondo del canal y del yate, ante posibles micrófonos que la policía o nuestra competencia puedan colocar para enterarse de lo que estamos haciendo o hablando. Te digo esto porque sé que continúas al servicio del gobierno y sé que tienes problemas, pero no sé la razón. ¿Puedes confiar en nosotros y contarnos eso? Diego le explicó entonces: —Una vez que salí de Lima, el mes pasado, y fui a hablar con Challe en Venezuela para darle un mensaje de la embajada, él me propuso que localice un video donde se compromete al embajador en Perú. En el video el embajador sostiene una conversación privada con Vladimiro Montesinos, de inteligencia, en la oficina de éste, en Lima. Pude localizar el video y dispuse su entrega a Challe, pero esto se conoció de alguna manera en la embajada y han dado orden para mi captura. ¿Hay algo que ustedes hayan escuchado sobre ésto, que me pueda ayudar a resolver mi situación? —No, no sabemos nada, pero hay varias maneras para ayudarte. Pero siempre y cuando tú puedas aprovechar la ayuda, respondió Fernandinho. Como sabes, tenemos un negocio que proteger y no faltan los competidores. También tenemos que pagar a mucha gente y eso significa que tenemos que cobrar para tener el dinero para los pagos. Y siempre están ustedes impidiendo que las cosas resulten bien, tanto con producto de llegada a Brasil como para disponer del dinero que se genera; como ves, hay varios aspectos en este negocio en que alguien como tú puede ayudar. ¿Por qué no piensas bien lo que quieres hacer?. Mientras tanto eres muy bien recibido aquí. Quédate como invitado y no hablemos más de esto hasta que tú estés listo. ¿Te parece? Con esto, Fernandinho giró sobre sus talones y caminó hacia la entrada del comedor e invitó a que lo sigan. La comida todavía no estaba lista y se dirigieron a tomar otra copa al bar. Cuando pasaban cerca de la chimenea, Duda se detuvo frente a ésta y
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señaló un objeto con la forma de un tambor invertido, más como una olla de tapa abierta que estaba justo bajo la chimenea y les contó que era una pieza sólida de cuarzo, traída especialmente desde Nepal cuando ella estuvo allí al fin del año pasado. Duda había pasado dos meses en las montañas del Nepal y estaba feliz de haber ido. Duda tomó un pedazo de bronce con forma de lápiz y golpeó suavemente el tambor de cuarzo. Se produjo un sonido “sordo” muy penetrante y sonoro al mismo tiempo; con ondas de sonido que parecían penetrar e inundar las paredes de la casa, la piel y hasta los huesos. Diego, que en ese momento estaba admirando la cantidad de objetos de decoración de las montañas de Nepal y de otras partes del mundo, y lo variado de éstas, se estremeció con el sonido que él nunca había escuchado antes. Duda pasaba ahora la punta del lápiz de bronce por el borde del cuarzo con movimientos circulares haciendo que el sonido se expanda y contraiga sucesivamente dando la sensación de ser un sonido sólido, que se podría tocar con las manos, que acariciaba todo. Diego nunca había estado tan sobrecogido por sensaciones tan diferentes y en una casa así. Mucho de mármol y gran cantidad de paneles de maderas oscuras. Ni nunca había experimentado las sensaciones que Duda producía en él. Sensaciones de misterio y proximidad al mismo tiempo. Imaginaba que Duda entendía sus pensamientos quizás hasta mejor que él mismo. Cuando ella hablaba parecía que sólo le hablaba a él y que su mente escuchaba cada vibración de su voz. Su mente estaba en un estado de confusión y alerta máxima. En eso el mayordomo anunció que la comida estaba lista y pasaron al comedor. A un lado, sobre una gran mesa de madera de color negro, había objetos que habían sido utilizados para comer por muchos grupos humanos del mundo y a través de la historia. Algunos de madera, otros de metal. Algunos eran claramente de oro y plata. Durante la cena bebieron una buena
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cantidad de vino chileno con etiqueta propia “Fernandinho Antigua Reserva”. Diego había comentado antes que los vinos chilenos eran sus favoritos. Duda continuó la narración de sus fascinantes viajes a Nepal y concluyó diciendo que en el último viaje, hubo varios nepaleses que la llamaron por su nombre sin nunca antes haberla conocido, lo cual realmente la había sorprendido. Casi al final del viaje, mientras visitaba un oratorio, un anciano de edad indefinida se le había acercado y tocándola fuertemente en la frente con el índice de su mano derecha, le dijo que ella tenía el “tercer ojo” o el poder de extrapercepción en los humanos. Algo que se había perdido en la humanidad con el transcurso de los milenios. Duda había encontrado esta experiencia muy iluminadora y clarificadora de sus sentimientos más íntimos. Dijo que después que el anciano tocó su frente había tenido un gran dolor de cabeza que le duró por veinticuatro horas, pero que después sintió que se había armonizado el entendimiento de su alma. Que ahora ella estaba más en contacto con todo su cuerpo. Diego realmente se sentía mesmerizado por Duda y por toda la experiencia tan surrealista que estaba viviendo; que se acentuaba en cuanto Duda lo miraba directamente a los ojos. Duda había adquirido la capacidad de irradiar el sentimiento que ella sentía tan poderosamente, que incluso ni ella misma medía ni se daba cuenta de la energía que transmitía a personas con las cuales se relacionaba. Aun a la distancia se podía sentir su presencia como energía estática que erizaba el cabello de los hombres y mujeres, sin saber o poder explicarse el por qué. Después de la comida, Fernandinho pidió a Duda que le enseñe a Diego el resto de la casa. Duda lo hizo comenzando con una amplia explicación de las orquídeas. Le contó cómo estas plantas hace 65 millones de años habían sobrevivido cataclismos terráqueos tan devastadores que habían acabado hasta
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con los dinosaurios, pero no con las orquídeas, que aún ahora siguen mutando y haciendo que las muten para así continuar sobreviviendo por siempre, al amparo de alguien o algo. Según Duda, las orquídeas ejercen gran poder sobre los hombres y los convierten en sus instrumentos de propagación. Usan métodos tan sutiles de convencimiento basados en los encantos que ellas proyectan, como son sus incomparables colores, exóticas formas y delicados perfumes así como combinaciones de ellos en un total misterio. Los hombres y mujeres que tienen un contacto con las orquídeas, sienten la necesidad imperiosa de sembrarlas, cuidarlas y propagarlas. Se convierten en una obsesión. En un culto. —¿Sabes que mucho del romance con las orquídeas está en la dificultad de encontrarlas? Muchas crecen en Perú, Ecuador, Panamá, Brasil, Madagascar. En ciénagas que producen fiebres tropicales o en lugares donde hay salvajes listos a matar o hasta a comerse al invasor. Una expedición que en 1901 fue a las Filipinas terminó con sus miembros devorados por tigres, o quemados vivos por los nativos después de ser embadurnados en aceite. La historia está llena de casos fatales y trágicos –añadió Duda– producidos por celo o amor que las orquídeas inducen en los humanos. Terminó diciendo que en la historia de las orquídeas uno puede encontrar que muchos hombres famosos han muerto por rescatarlas, y matado por defenderlas o por robarlas. Diego sentía estar realmente viviendo una experiencia inolvidable, pero haciendo un esfuerzo miró otra vez a su alrededor y observando una foto de una linda señorita rubia, quien sonreía y miraba directamente a quien tomó la foto, preguntó: —¿Quién es la persona de la fotografía? Ahora Fernandinho que había estado muy silencioso, tomándose un tiempo, dijo: —Es mi futura esposa… Nos vemos sólo de vez en cuando
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y casi siempre ella viaja a Asunción, porque ella ahora vive en Michigan. —¡Pero sí se ven y eso es lo importante!, dijo Duda. Pronto ella será mi cuñada, ¿cuándo será la boda?, le preguntó a su hermano. Fernandinho replicó con pena: —Quisiera que ya nos casáramos, pero mi promesa es que cuando tenga 30 años nos iremos a vivir a Europa; ya tengo comprada una casa en Portugal. Creo que allá nos irá bien. —A propósito, Diego, su nombre es Irene y… ¿te acuerdas del pasado en México? ¿La razón porque yo iba a USA en ese entonces? ¿Te acuerdas?, era para encontrarme con ella. Pero creo que todo ha resultado mejor de esta manera. Ya tenemos nuestro futuro asegurado. No sé qué hubiera sido de mí si llego a ir a USA en ese entonces. Yo era demasiado joven e impulsivo. ¡Acá, gracias a Duda, hemos creado un sistema que da muy buenos resultados!… Terminó diciendo Fernandinho y ahora, muy contento, le pasó el brazo a Duda por los hombros. —Siento tener que cortar esta cena realmente muy acogedora, pero creo que debo volver al hotel. Los llamaré mañana, para hablar de hacer algo específico. Duda miró a Diego con sus profundos ojos negros y sin quitarle la vista asintió y llamó al mayordomo para que avise al chofer que lleve a Diego de regreso. Cuando Diego se dirigía hacia la salida, Duda preguntó: —Diego, ¿sabes cuál es la orquídea que más me gusta?
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“Carlitos” Omar llegó a Bogotá en dos horas. Vuelo directo de Miami. Después de pasar inmigración se dirigió a una de las entradas del aeropuerto a esperar por el representante de ventas que la compañía tiene allí para que lo llevara al hotel. Notaba la gran cantidad de gente que usa aviones en Colombia. Probablemente más que en cualquier otro país en Latino América debido a lo accidentado de su geografía y al peligro de ser secuestrado si se viaja por carretera; mientras esperaba, una señorita muy bella se detuvo cerca de donde él estaba, parecía que ella esperaba también que la recojan. Era difícil ignorarla por su seductora presencia. Vestía pantalones negros ajustados a su muy bien formada figura, con una blusa amarilla también ceñida como un conjunto que resaltaban su excelente porte. Ella fumaba con cierta impaciencia, cuando se vio caminar en esa dirección a un grupo de hombres. El que caminaba al centro tenía una chaqueta de cuero negra con una enorme águila de colores bastante llamativa estampada a la espalda. Llevaba la camisa abierta mostrando la mitad del pecho con bastantes vellos y con una serie de cadenas de oro pendientes de su cuello. A ambos lados iban otros dos individuos con caras de pocos amigos y bamboleándose durante su desplazamiento; caminaban con las piernas y brazos abiertos, parecía que los pantalones les ajustaban en la entre-pierna o que tenían “bolas” demasiado grandes. De cualquier manera daban sensación
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de risa o de alerta a todas las otras personas presentes. El hombres de la chaqueta negra se acercó a la señorita, quien en ese momento sonrió ampliamente reconociéndolo. Se acercaron uno al otro y se dieron un beso como de película. A continuación se tornó “el águila” hacia Omar y se quedó mirándolo fijamente. En ese mismo momento Omar decidió que este lugar no era muy seguro y pensó en tomar el primer taxi que pasase para ir inmediatamente al hotel, La Hacienda Real, sin esperar más por su agente y así evitar incidentes que muy fácilmente se pueden tornar bastante desagradables en Bogotá. Una vez en su habitación, después de tomar un largo baño para sentirse mejor y mientras esperaba por el agente, decidió llamar primero a Alexander a Lima y avisarle que ya estaba en Colombia. Que entregaría la llave que le había dejado en el hotel Holiday Inn en Lima hacía quince días cuando llegó procedente de Cali. Llamó al teléfono directo de la oficina pero la respuesta le sorprendió. Una voz de hombre no muy amigable preguntó: —¿Quién llama y para qué llama al Sr. Alexander? Soy amigo de él. ¿Podría comunicarlo? —¿Cuál es su nombre. Porque el Sr. Alexander no está presente, ¿pero dígame, para qué lo llama? No sabía si identificarse o no. Y dijo: —Llamaré en otro momento, sólo dígale que tuvo una llamada de Bogotá y colgó el teléfono. No le gustó el tono del interlocutor. Se quedó pensando si habría sucedido algo. Siempre había algo nuevo, sorpresas, en la oficina de Alexander. Esto le molestó un poco porque tendría que llamar después. Ahora debía ir al lobby a esperar al agente de ventas, en caso de que ellos estuvieran tratando de localizarlo… en Bogotá es frecuente preocuparse por motivos de seguridad personal.
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Al día siguiente Omar salió bastante temprano a reunirse con varios de sus clientes y en la tarde tomó el vuelo 22 de la línea Colombiana Aces para Cali. ***** Un día antes de la llamada telefónica de Omar a Alexander en Lima, el “negro Julio” había llegado antes que el “Perro” a la puerta del departamento de Mariela. Estaba sudando por el esfuerzo y con la corbata que le molestaba porque había aumentado de peso y le ajustaba la camisa –debo soltar el botón del cuello de esta camisa hija de puta–, se dijo. Encontró la puerta entreabierta y esto lo sorprendió. Con bastante cuidado empujó la puerta tratando de no hacer ruido y logró abrirla completamente, pero sólo le bastó un segundo para darse cuenta que algo terrible había pasado. Notó la sangre que en abundancia se veía bajo la mesa del comedor. Un chorro de sangre rojo-oscuro marcaba un trazo que conducía a uno de los cuartos interiores. Platos, varios pedazos de vidrio y resto de comida se veían regados por el piso, creando una mezcla de color marrón y olor desagradable. El “negro Julio” se pegó de espaldas a la puerta en cuanto oyó a alguien viniendo por su espalda. Era el “Perro”, quien también se dio cuenta inmediatamente del desorden y la gravedad de la situación. Ambos sacaron sus revólveres y caminaron muy silenciosamente al interior del departamento tratando de no pisar nada. El “Perro” empujó la puerta de la habitación hacia la cual conducía el chorro de sangre semicoagulada. Fue cuando vio el cuerpo desnudo y ensangrentando que a medio cubrirse con la sábana yacía con la mitad superior sobre la mesita de noche y del pecho para abajo sobre la cama. Aparentemente Alexander había hecho un esfuerzo muy grande para alcanzar el teléfono, pero la gran herida que tenía en la pierna izquierda
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había sangrado tanto que había dejado grandes manchas en el piso y el cubrecama. La fallaron las fuerzas a Alexander antes que pudiera hacer la llamada telefónica de emergencia que tanto necesitaba. Tenía el teléfono todavía en la mano, pero el resto del equipo estaba desarmado en el piso al haber caído con violencia. Ahora ambos guardaron sus revólveres y procedieron a revisar el resto de las habitaciones y closets en busca de algo que pudiera aclarar la situación. No vieron a nadie, aunque todo el departamento estaba en completo desorden con cajones y ropa por el suelo. Era claro que alguien había salido muy de prisa. Estando en uno de los dormitorios, oyeron unos golpes en la puerta de entrada y ambos se miraron y acercaron sigilosamente a la puerta del dormitorio para ver quién era. Les sorprendió ver al coronel Wallace entrando y también mostrando en la cara el impacto que le produjo la escena bastante inesperada. Todos ahora se reconocieron y hablaron casi al unísono: —¿Qué es todo esto?, estoy viniendo a hablar con Alexander Lugo y me encuentro con ustedes. ¿Qué pasa? ¿Dónde está Alexander? —Mírelo usted mismo coronel. Parece que el señor Alexander Lugo dejó de existir hace ya varias horas, y de una manera no muy agradable, dijo el “Perro”. El “Perro” volteó la cara y le dijo al “negro Julio” que llame a la comandancia para que envíe la ambulancia policial y que notifique del hecho de sangre, mientras que el coronel Wallace, después de una rápida ojeada de 360 grados, se puso las manos en los bolsillos y caminaba ahora unos pasos hacia la sala, sin pisar ningún objeto.
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En eso el coronel vio un maletín negro de cuero muy elegante sobre un sofá, y hacia allí se dirigió abriéndolo con cuidado. Inmediatamente vio un video. Por precaución lo tomó por los extremos de la caja, para no desfigurar posibles huellas digitales, y leyó el título moviendo los labios… AJ061200. Pensó que podría ser lo que él buscaba y lo puso rápidamente en su maletín, hecho que no fue pasado por alto por el “Perro”, quien se adelantó y acercándose al coronel Wallace le dijo: —No creo que debamos llevarnos nada de este hecho de sangre hasta que la policía de investigaciones halla investigado e inventariado todo completamente, todas las circunstancias que aclaren y ayuden a determinar cómo murió el señor Alexander Lugo. —La policía son ustedes. Y le recuerdo capitán Vargas Olivera, que usted también presta servicios a la embajada y en su condición de coordinador peruano-CIA deberá colaborar con ambas instituciones. Firmaré un recibo por este video y la policía peruana podrá recabarlo en cuanto la embajada lo analice. Sin decir una palabra más el coronel giró y salió por la puerta. Mientras se alejaba de espaldas se le oyó decir en voz alta que habría reunión en la embajada, esa tarde a las 14 horas para analizar lo sucedido. Que era importante que el “Perro” participe. El “Perro” no sabía cómo reaccionar. Estaba frustrado; el coronel Wallace era su jefe de línea y teóricamente, mientras que él estuviera en esta asignación de colaboración con la embajada americana, debía obedecerlo. Pero también sentía que había una divergencia con la ley peruana, que vanamente trataba de ver cómo usar para su conveniencia, pero decidió no hacer nada. Ya vería cómo se desenvolvían los próximos pasos y qué nuevas circunstancias irían apareciendo. —¡Qué mierda!. Se le oyó decir. Parado con el “negro Julio”, ahora a su costado, le dijo: —¡Mejor esperamos por los huevones de criminalística y
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no haremos nada ahora! Nos limitaremos sólo a esperar por los resultados del laboratorio. Se le notaba el mal temperamento. El “Perro” caminó hacia la ventana y fijó la mirada abajo, hacia el Bosque del Olivar, tuvo que reprimir su frustración al ver que el posible video que tánto buscaba, por segunda vez se le iba de las manos. Pensó que éstos, definitivamente, no eran sus días de suerte. Volteó sobre sus talones y dio instrucciones otra vez al “negro Julio” de no declarar nada y que dijera que sólo seguía órdenes. Que, él diría todo porque era un asunto internacional de la CIA/DEA. Mientras tanto, por la Avenida Santa Cruz, camino a su embajada, el coronel Wallace estaba contento y medianamente optimista. Mejor me adelanto, pensaba, lo de una reunión esta tarde es buena idea, ojalá sea el video. A pesar de haber visto a Alexander Lugo muerto y en condición tan deplorable pensaba que con suerte podría terminar su intervención cerrando este periodo de modo muy productivo para él. Podría ir de vacaciones tal como le había prometido a su esposa, fuera del Perú… ¡eso es seguro!, se dijo. Quizás las cosas se estaban poniendo a su favor; sólo esperaba que el video fuera el correcto, el que buscaba… Se animaba mentalmente. jada.
Wallace impaciente decidió llamar a ángela a la emba-
—ángela, necesito verte en 15 minutos, estoy camino a la oficina. No quiero llamadas telefónicas, y si alguien pregunta por mí, no estoy disponible hasta mañana. Mientras tanto llama a mi staff para tener una reunión a las 2 p.m. Diciendo esto colgó el teléfono y empezó a meditar cómo procedería en la reunión de la tarde, y también quería saber cómo
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era que el “Perro” estaba allí. Qué es lo que el “Perro“ sabía o buscaba y cuál era su relación con Alexander Lugo. La policía había llegado ya al departamento de Mariela. Ahora procedía a levantar la escena criminal. No parecía posible que el occiso se hubiera producido, el mismo, la profunda herida en la pierna que le había cercenado la arteria femoral y producido la pérdida masiva de sangre y la caída de la presión arterial casi instantáneamente, ocasionándole la muerte. Ahora se sabía que el departamento estaba registrado a nombre de la señorita Mariela Cabrera, con domicilio personal registrado en la ciudad de Huacho. Se oía a la policía dando en ese momento orden de captura a Mariela Cabrera y se daba parte de su desaparición a todos los organismos policiales. Que se inspeccionen todos los buses que van al norte, en especial a Huacho. Así también, que se localice el automóvil Mercedes Benz de propiedad del señor Alexander Lugo… éste no se encontraba en el edificio en el lugar asignado para su estacionamiento. El portero al ser interrogado declaró, como información, que la noche anterior, después de haber llegado la señorita Mariela… ¡bastante tarde por cierto!… …Se vio también llegar a un visitante, dijo el portero. Repítame eso dijo el investigador; —Aproximadamente a la una de la mañana llegó también un hombre y después de identificarse por el intercomunicador le fue permitido subir. No pude observarlo de cerca, pero se veía alto y flaco y me pareció que estaba borracho porque maldecía en voz baja, y casi se cae cuando trató de patear la puerta del ascensor. ¡Estaba muy apurado o molesto! Con lo cual la policía descartó totalmente la posibilidad de robo por un desconocido. Y comenzaron a pensar en un crimen
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pasional. La gran cantidad de objetos rotos eran pruebas de una lucha en la cual el señor Lugo había llevado la peor parte. No se notaba el registro minucioso de cajones o closets. Sólo un gran desorden. ***** Esa tarde en la embajada durante la reunión de staff de las 2 p.m., el coronel Wallace describió los últimos sucesos a su grupo compuesto por personal de seguridad de la CIA, expertos en acciones anti-subversivas y antiterrorismo de la DEA, diputado político de la embajada y personal conexo con la policía local. El tema de la reunión había sido “La Lucha por el Poder Político y sus Efectos en Acciones Anti-Narcóticos”. El coronel había buscado este título algo grandioso por que había invitado al embajador. El coronel Wallace presentó como evidencia la acción paralela de el “Perro” trabajando con el “negro Julio”, como modelo de la mejor investigación posible dentro de la sociedad política en países del tercer mundo. Donde lo incierto en contactos, legales, ilegales y “comprometidos” son difíciles de preverse, escoger y anticipar. El coronel dijo que felizmente el “Perro” siguiendo un celo usual, había detectado algo sospechoso durante las conversaciones de muchos de los “allegados” al poder político y a la embajada. —Caso concreto: la conexión entre el señor Lugo y un operativo de la embajada/CIA. Siguiendo ese celo que habla de lo excepcional, el “Perro” había llegado al departamento del señor Lugo sólo horas después de haber sido éste asesinado. Yo mismo, dijo el coronel Wallace, presento evidencia del positivo resultado de la acción conjunta con el “Perro” al tener
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evidencia de la participación del señor Lugo en algo fuera de lo normal en política, –mostrando en la mano el Vladivideo al grupo– sin entrar en detalles de su contenido y clasificándolo como “confidencial”, para no crear o aumentar el desconcierto en el grupo. Cosa que él y el embajador habían acordado horas antes de la reunión, y después de que ambos mostraran signos de alivio, cuando comprobaron que sí era éste el video comprometedor. Que este era el video que buscaban y por lo cual el embajador había felicitado profusamente al coronel, sugiriendo un posible premio por la acción. El coronel Wallace siguió con su exposición diciendo que él también había tenido un gran resultado, al haber logrado infiltrar al mejor operativo de la embajada no solamente en una, sino en la que era actualmente la mayor red de distribución de narcóticos en Sudamérica. Dicho operativo estaba ahora mismo arriesgando su vida por el bien de la sociedad y como prueba de la integridad del servicio de seguridad americano. No podía todavía divulgar su nombre, pero se haría público tan pronto tuvieran mayores noticias de la localización e importancia que había adquirido dentro de la organización delictiva. En los próximos días tendrían que reunirse con más frecuencia hasta terminar la operación de infiltración. Por ahora era importante no divulgar estos hechos a nadie fuera del grupo. Un reporte completo estaba siendo escrito en esos momentos donde se agradecía a todo el staff por el apoyo que se dé al operativo ahora en “nivel cero”. Esta operación contra el narcotráfico adquiría desde este momento prioridad máxima. La habitación estaba en silencio. Hacía tiempo que el staff no entraba en algo tan secreto y con tanto potencial investigativo –algo interesante estaba formándose. Todos veían o trataban de ver cómo sacar provecho de estos hechos inesperados. Hell!!… ¡No todos los días se presentan oportunidades así, se decían.
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El embajador tuvo palabras de aliento y confianza en el staff, y en particular felicitaba al coronel Wallace y al capitán Vargas Olivera por el trabajo en equipo, como prueba de la buena colaboración de los gobiernos de Perú y USA. Con lo cual se retiró dignamente para dejar los detalles de la estrategia y de los próximos pasos tácticos a los expertos de la CIA/DEA. —Agradecemos todas las palabras positivas sobre nuestras acciones de los últimos días. Continuaremos nuestra investigación y ahora el deber llama: debo ir a la Comandancia de Investigaciones de la Policía Peruana para coordinar la búsqueda y captura de los asesinos del señor Lugo. Con esto el “Perro” se paró y salió de la reunión. El capitán Vargas Olivera estaba satisfecho por el modo como se había desenvuelto el coronel Wallace. Sabía que había mucho de “diplomacia” en sus palabras… pero ahora tenía que ver él cómo sacaba, también, ventaja personal de todo esto. Salió de la reunión y decidió ir a su casa a dormir. Se sentía cansado y frustrado. Corto fue su sueño porque al día siguiente muy temprano, casi de madrugada, fue despertado por el teléfono celular. Era el “negro Julio” pidiéndole que fuese a la comandancia de inmediato. Una vez en su automóvil conectó el radio policial y sintonizó la banda del interno de la policía. Al escuchar las voces de intercambio que llegaban desde varios puntos se sorprendió del avance que se había alcanzado ya en la captura de los asesinos del señor Lugo. Debía ir prontamente para ver qué sucedía. Se dirigió por la avenida 28 de julio y tomó el “zanjón” hasta la salida de la avenida Grau, y de allí se dirigió a la 9ª Comandancia donde se decía estaban ya detenidos los presuntos culpables. Al llegar a la sala de interrogaciones policiales se vio con varios conocidos de la policía local. Intercambiaron saludos y fue cuando el “negro Julio” le hizo señas desde el interior de
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la sala. Para allí se dirigió. —A ver, dígame otra vez ¿cómo fue que pasó todo esto? Preguntaba el interrogador. —Estaba borracho, ¿recuerda que le dije que cuando mi esposa me dejó casi dormido saqué una botella de ron del mini-bar del hotel Conquistador y casi la bebí por completo? En esos momentos pensaba mucho en mi esposa y en el por qué era que ella no regresaba. Cuando me acordé, por las direcciones de los sobres de las cartas que ella me había enviado a España, que ella tenía un departamento en San Isidro. —Salí del hotel y fui para allá en un taxi. Cuando llegué sabía que no me abriría la puerta si decía mi nombre, así que use el de su hermano. Cuando subí y vi a Mariela, a mi esposa, quien me abrió la puerta en bata, me di cuenta de que estaba desnuda y no pude resistir más. La empujé dentro del departamento para tener sexo con ella o para pegarle por puta! —Pero en eso escuché la voz de un hombre en la ducha y me di cuenta que Mariela estaba con el maldito… Alexander ¡Maricón de mierda! —No diga palabrotas y sólo limítese a decir la verdad, ¡carajo!, le ordenó el interrogador. —¡Está bien, pero comprenda que yo estaba muy molesto y dolido! Cuando escuché al tal Alexander cantar me pareció que el maldito, ¡perdón!, el señor Alexander, que en paz descanse, se había tirado a mi esposa, con quien yo acababa también de estar en la cama y por quien regresé al Perú. La hija de perra recién cuando estuve acá me dijo que seguía viendo y viviendo con Alexander, y quería que yo todavía la siga queriendo y tirándomela! —¿Y qué pasó cuando usted escuchó la voz del señor Alexander?
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—¡Me dirigí a la ducha, pues, mierda! —Traté de impedir que este zopenco fuera a la ducha –intervino Mariela– pero él me empujó contra la pared y hasta perdí algo la razón, hasta ahora veo lucecitas… Si no es por la intervención del interrogador, “Carlitos” casi le pega un puñete a Mariela allí mismo… continúe le dijo el interrogador a “Carlitos”, y ¡compórtese! le ordenó. —Me metí en la ducha para sacarlo a golpes, pero el cerdo tenía la piel muy resbalosa por el jabón y nos caímos los dos y él encima mío. ¡Casi me mata, pesaba el maldito gordo, y lo empujé! Pero él se dio cuenta que yo no estaba bien y me empujó contra la pared de la ducha y me quiso ahogar bajo la ducha. Desde el suelo lo pateé en los huevos y salí hacia el comedor. —Siga, dijo el interrogador. —Allí vi el cuchillo que estaba sobre la mesa, y también noté que habían unos quesos medios comidos. Cuando vi los quesos pensé en lo blanco de la piel del maricón de mierda de Alexander. Decidí cortarle los huevos como si fueran quesos para que no ande tirándose a mi esposa. Cuando giré con el cuchillo dirigiéndolo hacia abajo, él, Alexander, ya estaba a mi espalda y queriendo tomarme por la garganta. Cuando estaba, creo, cortándole el huevo izquierdo, en realidad por mala suerte le había clavado el cuchillo dentro de la pierna y le corté algo, porque salió mucha sangre. Con eso me asusté y le dije a Mariela que mejor me iba a dormir a otro sitio. Que me llevara. Ella estaba llorando, así que le di un zamacón en los hombros para animarla y me acordé que ella tenía un buen auto. Le dije que me llevase a Huacho para estar con mi familia, ¡con mi vieja!… Ustedes ya saben que después tuvimos el accidente en Pasamayo y aquí
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estamos. ¡Jodidos! —¡Bien jodidos!, le afirmó el interrogador. Desde atrás se oyó cuando el “Perro” le preguntó al “negro Julio”… ¿Qué pasó en Pasamayo? El interrogador describió el accidente: —Han habido accidentes múltiples por causa de la neblina y por culpa de los pendejos estos, “Carlitos” y Mariela, que habían decidido estacionarse para dormir a un costado de la carretera y en medio de la niebla. Ya todos los periódicos tenían la descripción de los accidentados y sería leída por la mañana. —Algo así había pasado: el auto Mercedes Benz se estacionó sobre la berma en el kilómetro 64 de la carretera norte. A eso de las 3:30 a.m. un bus de la línea Paraíso de placa U-1100 con 35 personas a bordo perdió el control al ver al Mercedes y por la pista resbaladiza, ¡se volcó! –No sólo esto, –continuó el interrogador con la descripción–, porque luego un camión que llevaba 30 toneladas de triplay embistió al bus volcado y como resultado hay más de 4 muertos y 11 heridos. Y eso que horas después otros dos buses chocaron en la misma localidad, pero eso ya no fue culpa de este ¡cabrón!… la policía y los bomberos deberían fusilarlos por imbéciles. Los policías y los bomberos tuvieron que trabajar toda la noche removiendo heridos y cadáveres. ¡Y estos dos casi no notaron lo que causaron por quedarse dormidos! –A propósito, qué pinturas eran esas, las que estaban en la maletera, preguntó ahora el interrogador a Mariela. ¿Las estaban robando? —No sé de qué pinturas me habla y por favor, no me grite, por que ya estoy muy asustada, dijo Mariela. —La de la niña cuzqueña y la otra que parece un Renoir. Le aclaró el interrogador…
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El “Perro” ya había escuchado bastante. La policía se encargaría del resto. Ahora salió y se dirigió a su oficina a tomar desayuno y pensar qué hacer. Tendría que llamar a Wallace y coordinar los siguientes pasos.
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“Orquídea negra” En su oficina de la calle Paulina, frente al aeropuerto de Viracopos en Campiñas, Sao Paulo, Duda estaba preparándose para la reunión semanal de la financiera de la cual ella era la Presidenta. Se miraba en el espejo el muy bien cortado vestido blanco que era su principal color. Duda era muy particular, porque al mismo tiempo exigía que los otros miembros de la mesa directiva se vistan de riguroso color negro en todas las reuniones. Para mantener disciplina, decía ella. Ahora, miraba unas hojas de cómputo y comía un pan de queso con café tinto. Pensaba en cómo había tenido tantos buenos resultados en la formación de la Financiera “Orquídea Negra”, legalmente sin fines de lucro. La Financiera fue fundada a comienzos de los años ’90 usando contactos de su padre en el entonces gobierno del presidente Collor de Mello. Ahora ya tenían más de 7 000 miembros y para el 2003 ya habían hecho transacciones por más de 68 000 millones de dólares. La idea de hacer la Financiera había sido de ella. Cuando Fernandinho le planteó la idea de tomar la distribución de Tulio Pérez en Río, cinco años antes, ella estuvo de acuerdo. Pero le había sugerido que debía partir el negocio en tres funciones muy separadas. Importación, distribución y lavado. La importación debía de hacerse en un lugar cercano al Brasil, pero no en Brasil. Después de varios días de discusiones y conversaciones el
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plan de Duda fue el adoptado. El plan era simple: importación de las drogas de Colombia a Asunción, Paraguay, país, con amplios lazos comerciales con Brasil. Era conocido que gran cantidad de productos de Europa o hacia Europa pasaban legal e ilegalmente por Paraguay. Esto facilitaba el tipo de comercio que tenía en mente. Duda propuso que el producto procedente de Colombia fuera exportado por ellos ahora, a Europa. Un porcentaje de éste se quedaría para distribución y lavado en Río, usando el sistema que ella iba a crear. El razonamiento de Duda era evitar a USA en todo lo posible porque los mayores esfuerzos anti-drogas eran americanos, no europeos. Los europeos eran más pasivos hacia el consumo de drogas en general. Para la distribución en Río ella pensaba que el mejor modo era evitar los grandes distribuidores y traficantes. Duda “sabía” que el futuro estaba en el micro-tráfico y la micro distribución… así, muchos tienen intereses pero pocos tienen poder, aseveraba Duda. El sistema había tenido un éxito inmediato. Eso le gustaba a ella, y por eso sonreía ahora. Contrariamente a Tulio Pérez, quien le había dado mucho valor al tráfico y venta de drogas al por mayor. El principal objetivo y preocupación de Duda fue siempre cómo lavar legalmente el dinero, para no dejar huellas, y así no tener problemas. Para eso había tenido que utilizar dos bancos del extranjero y los deseos de miles de gentes pobres que se beneficiaban de préstamos de interés social de fácil obtención e intereses bajos. Para “personas pobres”, afirmaba muy complacida Duda. Muchos de estos ahorristas analfabetos, ni sabían que tenían cuentas corrientes en la financiera. Ella sí lo sabía todo, porque ¡ella era la orquídea negra! …y en eso pensaba. Todo había sido más fácil y de gran resultado gracias a un
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programa de computación ideado por Duda. Este programa cambiaba los códigos todas las semanas, usando códigos que sólo ella sabía. Pero siempre le preocupaban estos mismos buenos resultados por el excesivo flujo de caja que reportaban. Duda sabía que todo tiene un límite. Sabía que los inspectores federales de impuestos ya estaban investigando la financiera debido a lo complicado de sus operaciones. El coordinador fiscal de la Receita Federal, Paulo Ricardo Cordeiro, había enviado notificaciones a la administración de la Orquídea Negra avisándoles de la investigación que se estaba haciendo a los dos bancos extranjeros corresponsales y solicitando los catastros de los miembros participantes. Específicamente buscaban a los miembros “laranja“ como se conocía internamente a los miembros fallecidos o ficticios. Duda pensaba que no se podía crecer mucho más. Mucha visibilidad se decía ella misma. No quería ampliar los “pagos” que tenía que hacer a la gente de la Receita Federal para mantener el silencio. Miró otra vez la lista de la computadora y decidió cambiar el código ahora a orquismascula. El código consistía en comenzar con una letra del nombre de la orquídea escogida en relación con el número del mes. La letra que ocupaba el lugar del número de mes de agosto(8), era ahora la letra “A”. Luego continuar con la siguiente letra del nombre escogido. Así, durante el mes de junio, mes 6 del año, la letra de la palabra que ella escogió era “S”, esta letra se volvía en el código ahora la “A”. Tomaba también el número cero. La siguiente letra de la palabra, letra “M”, sería la letra “B” y el número 1. Cuando se llegaba al final de la palabra se seguía con la letra consecutiva del orden alfabético siguiendo su orden natural. En la computadora Duda tenía registrados más de 5 000 nombres de orquídeas con más de 12 caracteres para escoger cuál usar de entre ellos. Así, todos los nombres de los miembros cambiaban con cada cambio en la computadora. Los números de sus documentos registrados eran
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ahora letras. Duda podía cambiar el código varias veces por mes. En un instante podía referirse al nombre y documento de identidad correcto con sólo apretar la tecla “Home”. Nadie nunca sabía cuánto dinero tenía depositado aunque todos los miembros de la Financiera recibían dividendos/intereses pero en forma de número equivalente de “semillas”, cada mes con valor establecido en dólares pero pagado en reales. El dinero era enviado o depositado en la dirección que se había dado al asociado. Los préstamos se hacían en dólares y los pagos de dividendos/intereses en reales. La financiera con este motivo estaba siempre cambiando reales y dólares en el mercado formal. Cuando se enviaba los pagos al exterior eran siempre en dólares limpios de toda sospecha. La Financiera generaba una gran cantidad de reales cosa que apreciaban los bancos corresponsales que podían ahora intercambiar sus dólares en el extranjero con los reales en Brasil. Todos ganaban, pensaba Duda. El contar equivalente de semillas era también simple. Así, durante el mes de junio una semilla era $ 10, dos semillas $ 20, pero a partir de 10 semillas el valor era de $ 12 por semilla. Una persona que tenía 4,8 semillas tenía $ 48. Una persona con 22,3 tenía $ 267.60. El siguiente mes el equivalente de una semilla podía ser $ 8 dólares, etc. El propósito era que nunca una persona podía reclamar una cantidad exacta de dólares aunque recibiese un “equivalente” en semillas cada mes en forma de dólares. Todas las personas que entraban a la familia de la Orquídea Negra ganaban bastante dinero, pero mientras la organización lo permitiese y nunca se podía proyectar por estar cambiando cada mes el valor de la semilla. La organización daba el valor de la “semilla” a voluntad y las personas firmaban un contrato estando de acuerdo con toda esta práctica. Además Duda había creado tres tipos de miembros, llama-
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dos de “pétalo” o sea el consejo directivo de la Financiera. Estos ganaban una cantidad en forma de salario cada mes y formaban el consejo directivo que administraba la organización. Los miembros de “pistilo” eran todos los empleados de la Financiera, quienes ganaban sueldo por el puesto administrativo que desempeñaban pero además una comisión extra por el número de miembros que pertenecía a su división. Mientras más grande la división en número de miembros, era también mayor la comisión. Y por último las “esporas”. Estas esporas eran todos los asociados-contribuyentes en la Financiera quienes a su vez se dividían en “Vi” para los miembros vivos, “Pa” para los miembros pasivos y “Re” para los miembros reproductores; estos últimos eran escogidos sólo por los miembros “pétalo”. Todo miembro “Vi” era requerido con inscribir a miembros “Pa” o “laranga” como la policía trataba de reconocerlos. Sólo se requería la documentación correspondiente y una dirección para enviar los números de equivalentes de “semillas” que habían ganado ese mes. No se necesitaba gente viva… sólo documentación actualizada. Cada vez que una espora “Vi” llevaba a un nuevo miembro “Pa” ganaba “semillas” de premio. El premio variaba de acuerdo al mes y al número de miembros con que había contribuido, disminuyendo la “semilla” a medida que aumentaban para así promover a otros miembros a traer más esporas “Pa” Todos los miembros de la Financiera podían depositar dinero, el que era convertido en “semillas” al momento de la inscripción pero recibían un préstamo inmediato, inscrita la misma cantidad en dólares, pero pagado en reales. Este préstamo podía ser devuelto con diferentes porcentajes de interés según su clasificación. Los “Vi” tenían un interés similar al sistema bancario. Los miembros “Re” eran los más valiosos. Estos eran los encargados de pedir préstamos y se comprometían a devolver el préstamo a un interés muy alto; estas esporas recibían un
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comprobante-orden que tenía un número-código el cual les permitía ir frecuentemente a Asunción en Paraguay, al depósito de drogas de Fernandinho, y recoger una cantidad de droga equivalente al comprobante que había recibido de la Financiera. Esta espora regresaba ahora a Río llevando las drogas que serían subdistribuidas en bares, playas, discotecas, hoteles, escuelas, parques, etc., es decir vendidas en su sector, y devolverían el préstamos pagando el alto interés pactado, acorde justo con sus altas ganancias. La Financiera valoraba a todas sus esporas. Los “Pa” eran “asignados” internamente “semillas” de depósito y préstamos y servían para “dispersar” las ganancias de la Financiera y enviarlas a direcciones muchas veces ficticias, y además en el extranjero. Duda ahora miraba la última remesa enviada a un misionero estadounidense que había salido del país en 1992, pero cuyo nombre era utilizado en la red de cuentas bancarias como si todavía viviese en Brasil. En promedio estos testaferros “laranga” tenían alrededor de dos millones de dólares en sus cuentas. La Financiera también poseía compañías de servicios. Servicios de Agencia de Importación-Exportación. Estas podían ser de importación de flores y alimentos, contratistas para equipos de constructoras de casas, limpiezas, distribución de productos farmacéuticos y ropa. Usándose el principio de ser una organización sin fines de lucro y profusamente religiosa, la financiera promovía los préstamos para casas, la organización de muchas fiestas religiosas y de carnavales. Hacía préstamos para pagos por motivos de salud o estudios, etc., préstamos que eran canalizados a las compañías de servicios que podían ganar o perder dinero de acuerdo a la conveniencia del mes. Las compañías de servicios también solicitaban préstamos para hacer pagos de importaciones, principalmente de Asia, donde tenían varias cuentas hechas con el fin de dejar dinero en el extranjero. Duda
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pensaba que la idea de hacer a la Financiera una entidad sin fines de lucro había sido perfecta, porque les permitía canalizar ganancias al extranjero sin tener nunca necesidad de probar sus pérdidas o ganancias y cumplir así con las leyes contables vigentes del país. Esto era fácil de hacer usando el valor de la “semilla” como regulador. ¡Pero aun así los valores eran altos y cada vez más difíciles de esconder! Duda tomó todo su café, se miró una vez más en el espejo y salió hacia el salón de reuniones, el cual tenía el techo pintado con colores muy tenues pero alegres simulando colores y tonos de orquídeas. Pero las paredes y el piso eran principalmente de matices de color negro. Mármol era el material preferido y era evidente en la gran mesa y sillas que los miembros “pétalos” ocupaban. Los miembros de la directiva eran profesionales que manejaban varias operaciones de la Financiera y de las compañías de servicios. En el pasado, Duda había tenido que hacer “desaparecer” a uno de ellos mandándolo de servicio a una oficina lejana que tenían en Tailandia para la exportación de muebles de madera de tipo artesanal. Ese miembro se había tomado libertades mayores tratando de averiguar más datos del catastro que los necesarios en su función, acción no atribuida al puesto. La disciplina del negocio era sumamente seria en manos de Duda. No se aceptaba ninguna desviación y todos eran muy conscientes de esto. Para eso ganan cantidades extra-altas, les decía Duda, quien con sus ojos penetrantes negros y sonrisa blanca que se delineaba claramente en su tez oscura, daba siempre la impresión de estar leyendo la mente de su interlocutor. ***** Diego se encontraba ahora sentado a la derecha de Duda en el salón de la dirigencia; ella había invitado a Diego a la reunión de
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esa mañana. Curiosamente para Diego, ninguno de los miembros de la directiva dijo su nombre y todos eran relativamente jóvenes. Sólo el señor de edad bastante avanzada, pequeño de cuerpo, que se había presentado como el abogado de la Financiera sonrió y se paró para estrechar su mano diciendo: –mucho gusto, soy el Dr. Narciso Nacarato. Diego notó lo agradable de su sonrisa y pensó que debía tener cerca de 80 años. Diego se mostraba muy serio y estaba tratando de entender cómo podía encajar en esta organización, y cómo haría para poder cumplir con el requerimiento del coronel Wallace sin herir a Fernandinho o a Duda a quienes realmente apreciaba. Se daba cuenta que el trabajo en la Financiera, aunque le hubiera gustado estar en la ciudad y cerca a Duda, caía en otro campo, el cual no entendía. Diego estaba además algo incómodo en este lugar tan diferente de los medios de acción de campo abierto conocidos por él, siempre había sido un operativo de exteriores, no de oficina. Las paredes de la habitación parecían tener varios relieves tridimensionales, como si estuvieran “infladas” por partes por todo el trabajo de decoración de diferentes escenas de la selva, pero pintado tan sutilmente con prácticamente un solo tono cromático, en su mayoría en color negro o gris de diferentes intensidades. Para distinguir las formas se tenía que fijar la mirada en un solo punto hasta que la escena comenzaba a aparecer en el foco óptico. Diego no sabía si había cámaras y micrófonos escondidos, camuflados en estos diseños. Sólo un gran círculo de metal plata, a manera de emblema, estaba colgado de una pared justo a la espalda de Duda. El círculo tenía grabado una pirámide y dentro de la pirámide, en lapizlázuli, estaba dibujado un gran ojo que parecía observar toda la habitación al mismo tiempo. Felizmente estaba aquí sólo
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“doble juego” La noche anterior en el hotel Sheraton. En cuanto Diego regresó de la cena en casa de Fernandinho e iba caminando por el “lobby” del hotel, sintió que un hombre que por coincidencia también caminaba en su misma dirección, le decía: —No te voltees y sigue caminando. Anda a tu habitación y luego baja a la sauna en el sótano–. Todo esto es por parte del coronel Wallace. Haz caso, te esperamos allí. Diego se sorprendió. Tuvo un miedo súbito, pero pensó que el mencionar el nombre del coronel era suficiente prueba de ser un mensaje fidedigno; que su situación era muy precaria como para ignorarlos. Si hubieran querido arrestarlo lo podían haber hecho sin tanta precaución para hablar con él. Rápidamente se dirigió al ascensor del hotel y a su habitación y de allí después de tomar una toalla bajó a la sauna. Cuando llegó y miró el gran gimnasio con algunas personas haciendo ejercicios a estas altas horas de la noche no supo qué hacer pero el empleado del gimnasio se dirigió a él y le sugirió tomar un masaje por unos de los mejores masajistas de Río. Diego aceptó sin saber si estaría haciendo bien. Si estaba siguiendo algún plan previsto… y pasó a una salita cuadrada pequeña. En cuanto entró vio una mesa de masajes y algunas sillas. El lugar olía a aceite de eucalipto, pero también vio a dos hombres altos y fuertes con rasgos de brasileros que le hicieron
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señas para que no haga ruido. Uno de ellos abrió una pequeña puerta por donde pasaron a otra habitación menos iluminada, mientras que el compañero se quedaba en la primera haciendo guardia. —De acuerdo al coronel Wallace tú debes ser Diego y estás aquí en misión de penetración de la organización de Fernandinho. Sólo mueve la cabeza si es cierto. Diciendo esto le entregó un mensaje con el nombre de ángela y escrito con su letra. Diego después de algunos segundos dedicados a leer el mensaje donde ángela le decía que Wallace sabía que él estaba en Brasil con Fernandinho y que requerían su ayuda para penetrar su organización… terminaba con sólo: “Te extraño y confía, sigue las instrucciones que te den”. Diego decidió en ese momento estar de acuerdo con todo lo que le decían para ver cuál era el plan y cómo salir del problema del cual todavía no veía solución. Aunque una pequeña esperanza comenzaba a aparecer. Movió la cabeza asintiendo y el otro continuó: —Soy Orlando y mi compañero se llama Roberto, ambos estamos con la DEA de Brasil. Nosotros éramos los que estábamos siguiendo el vehículo que te trajo al hotel. Nos dimos cuenta que nos viste. Tenemos dos años siguiendo todos los pasos de esta organización que ha crecido mucho últimamente, pero uno de los problemas es que no hacen tráfico con USA, sólo con la Unión Europea. Legalmente no tendríamos caso contra ellos. Sólo la Interpol podría hacerlo. Orlando siguió hablando después de dar tiempo a que Diego procese sus palabras. —Por eso estamos tratando de penetrar en esta parte, en Río, a través de la Financiera que ellos usan en Brasil, que se llama “Orquídea Negra”. Aparentemente todo es legal acá o casi legal. No encontramos nada que los implique aunque tiene que haber un modo ilícito de ganar tanto dinero… porque están cre-
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ciendo mucho. No sabemos a quién intervenir para que presente una denuncia contra la Orquídea Negra, porque los asociados miembros están contentos o con miedo y nadie sospecha de sus balances de depósitos o préstamos. Nadie sabe exactamente cuánto tiene depositado en sus cuentas y así lo supieran no podrían establecer una denuncia penal por haber firmado un contrato con la Financiera aceptando todo lo que ella determine como valor. No hemos podido presentar a ninguno de los nuestros como asociado-miembro para investigarlos… saben cómo identificarnos. Es como si nos leyeran el pensamiento… todos parecen estar limpios. Pero sabemos que operan desde Asunción, Paraguay y estamos preparando un plan para interceptarlos allí. Sabemos dónde está el depósito de drogas que usan, pero puede ser bastante difícil penetrarlo por todos los sistemas de seguridad y gente con armas al servicio de la organización. Además, los policías en el Paraguay no cooperan con nosotros, deben estar comprados o vendidos, como quieras llamarlos, porque nunca encuentran nada y tampoco estamos seguros de su lealtad. —¿Y qué piensa que yo pueda hacer? ¿Qué dijo el coronel Wallace? Diego dijo esto, después de mover la cabeza señalando que comprendía, pero ya cansado de estar moviéndola. —El coronel Wallace ha sugerido que tú podrías ayudar de alguna forma en la identificación de los miembros. Te tienen confianza. Lo más importante sería adelantarnos a lo que Fernandinho esté por hacer, para estar preparados. Diego se quedó pensando un momento y les propuso: —Necesito pensar el modo de comunicarme con ustedes sin despertar sospechas. ¿Qué tal si uso una prenda de vestir, una camisa amarilla por ejemplo, cada vez que tengo algo que decirles y uno de ustedes me sigue a un baño público… en el
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siguiente lugar donde entre a comer? —Me parece bien, porque no hay manera de que uses, algún micrófono escondido o transmisión electrónica, ni teléfonos. Fernandinho y su gente están muy adelantados en eso. Cada vez que entras a sus oficinas o casas pasas por arcos magnéticos de detección sin que uno se dé cuenta; en tu caso eso sería grave. —Sé que mañana iremos a Asunción para ver algo que Fernandinho quiere comprar allá para mejorar sus operaciones. Diego no quería adelantar todavía todos los planes que “pensaba que sabía”. Iremos en la tarde en vuelo de Vasp de las 3 p.m. —Para nuestros fines es muy importante, muy importante, conocer a quién compran la droga en Colombia y dónde se procesa. Para nosotros es más importante eso que atrapar a Fernandinho aquí o en Paraguay. Porque sólo así podremos detener el tráfico hacia USA, que es realmente la razón por la cual estamos aquí. Porque de esos laboratorios sale la droga a todas partes… ¿Por qué no tratas de ver bien eso y conocer algunos nombres en Colombia? Diego movió la cabeza en señal de asentimiento y les dijo que sería mejor que ya se fuera, para no despertar sospechas en caso de que alguien lo estuviera vigilando. Orlando asintió y le pidió que tenga cuidado y le aseguró que siempre habría alguien siguiéndolo en caso necesite ayuda. ***** A la mañana siguiente Diego esperaba en la oficina de Duda que ella salga para luego dirigirse a buscar a Fernandinho e ir a Asunción. Miró a sus costados en esta casi vacía oficina y decidió salir a caminar por el resto de las oficinas a buscar
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una taza de café. Estaba por pararse cuando Duda entró diciendo que era una mañana muy floja, que los miembros de la directiva estaban sintiéndose igual y habían acabado temprano. Se sentó a su lado y sonriéndole le puso una mano en la rodilla, y le dijo suavemente: —Te he notado preocupado e inquieto y tu pensamiento algo remoto, alejado, en otro lugar. Sé que algo pasa por tu mente. Ese algo no estaba allí anoche cuando cenamos en mi casa, porque pude notar preocupación, pero no agresión. Ahora noto violencia en ti. Duda siguió: Siento que estás listo para hacer algo de lo cual no estás seguro de querer hacerlo. Tu pierna está caliente y tiene estática nerviosa, como si fueras a correr en cualquier momento. Tu cabeza muestra un halo de energía muy luminoso, penetrante. ¿Me cuentas qué te pasa? Diego en ese momento se sintió prisionero de la voluntad de Duda, acorralado por esa forma humana tan bella de mujer, con una nariz muy fina, dientes sumamente blancos y de esos ojos negros sin fondo, ojos con un gran brillo pero que no tenían ninguna otra señal que distrajera. Casi no parpadeaban. Era como si esos ojos no tuvieran pupila, parecían dos almendras negras con atracción y vida propia. Diego trató entonces de mirar por la ventana hacia el aeropuerto de Viracopos pero se encontraba anclado en esa posición, sintiendo a Duda tan cerca y pensando que ella sabía y presentía, más que él mismo, cuál sería su futuro. Mirándola fijamente le dijo: —Tengo un problema. Debo ser honesto con alguien, tengo que ser honesto con alguien, no puedo seguir mintiendo a todos. Siempre he estado en un ambiente rígido, estructurado, siguiendo o dando órdenes. Por primera vez en mi vida estoy
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tratando de hacer algo por mí mismo. Duda lo interrumpió: —¿Quisieras volver al norte, a los Estados Unidos? ¿Crees que tienes necesidad de ver a tu familia? ¿O quieres residir aquí y tener… “compañía” femenina en Brasil? Una familia en Brasil… ¿Te ayudaría si te digo que yo también siempre estoy sola? Que sé que se necesita algo para vivir dentro de una. Sentir algo valioso dentro del alma. Algo por qué vivir… ¿Sabes para qué vives? ¿Por qué vives? —No, sólo sé que he perdido mi alma a lo largo del camino. He traicionado a mi esposa con otras mujeres. He traicionado al servicio de la embajada y ahora no sé qué camino seguir, siento que ahora me traiciono yo mismo. Sé que ustedes tienen un gran negocio y quisiera ayudarlos, pero al mismo tiempo me doy cuenta que es ilegal. Decía todo esto pero en un estado de tensión extra-corpórea. Se oía él mismo hablar y no sabía cómo estaba hablando sin siquiera tener que pensar. —Nosotros sólo damos lo que la gente necesita o cree necesitar. La Financiera ayuda a mucha gente en Brasil. Muchos de nuestros asociados no calificarían para préstamos bancarios de las instituciones del país, pero sí obtienen dinero de nosotros para construirse casas, por motivos de salud o para enviar a sus hijos a las universidades. Tenemos más de 7 000 asociados y queríamos más. Pero todavía no me has dicho qué es lo que te preocupa. ¡Mírame y dímelo! Duda decía ésto al tiempo que sonreía y se acercaba a él como para olerlo. Su nariz se expandía y cerraba al tiempo que sus labios hablaban. Diego no podía concentrarse en lo que ella o él decían. Ya era bastante difícil tratar de oír, ver y además, sintiéndola tan cerca, pensar. Imposible huir, decía. Mirándola ahora muy cerca a ella,
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le confío: —Si voy a Asunción con Fernandinho nos van a seguir. —Lo sé. Dijo Duda. Diego se quedó pasmado, frío. No quiso preguntar cómo Duda sabía eso. Duda le explicó: —El empleado del gimnasio del Sheraton trabaja para nosotros. Es un asociado miembro que viaja a Asunción con alguna frecuencia. Sé que anoche te reuniste con miembros de la DEA. Sé que te habrán propuesto algún plan. Pero también sé que Brasil es Brasil, que nosotros no tenemos ahora negocios con USA. Nosotros sabemos lo que ellos quieren. ¿Quieres que te lo diga, Diego? Diego, otra vez estaba siendo adelantado en su pensamiento y sin pensarlo, le dijo: —Que les entreguemos a los colombianos. A los que sí hacen daño a los ciudadanos americanos en USA. Duda se adelantó más en su asiento y tomándolo por la cara con ambas manos y sin decir nada lo besó en los labios… en un beso largo y húmedo. Sintiéndose la respiración y los latidos mutuos de corazón… Diego no supo cuánto duró el beso. Creía que una eternidad, y casi ni se movió cuando Duda todavía sonriente le confió: —¡Eres lo que pensé! Pero quiero que sepas que no soy de nadie, ni seré nunca de nadie, pero sí aprecio tu corazón y tus sentimientos y sé que algún día te sentirás en paz. Eso te lo prometo. Ayudaré a devolverte el alma. Dicho eso Duda se levantó y tomó el teléfono para llamar a Fernandinho y al señor Nacarato. Una vez que entraron Fernandinho y el señor Nacarato a
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la oficina y se hubieron sentado cómodamente, Duda preguntó al señor Nacarato si ya había adelantado algo de lo conversado y la respuesta fue que sí y bastante. Con esto Duda se volteó y dijo a Fernandinho que no se preocupe, que procederían tal como estaba planeado. Luego girando sobre sus talones, Duda pidió a Diego que procure cumplir con su parte. Que en todo momento tendrían la guía necesitada. Con ésto Duda se acercó a Fernandinho, se agachó y le dio un beso en la frente tocándole un brazo y sin más espera llamó al señor Nacarato para que salieran a comenzar a trabajar en los documentos. Diego no entendía bien de qué se trataba. Volteó la cara para ver a Fernandinho quien sólo lo tomó del brazo y salieron hacia el sótano donde un chofer los esperaba. Una vez en el carro, Diego preguntó: —¿Hacia dónde vamos. ¿Seguimos con la idea de ir a Asunción? Y qué quería decir Duda con que siempre tendríamos a un guía, ¿qué guía? —Técnicamente sí estamos yendo a Asunción, pero sólo de paso. Ya te cuento. Y Duda se estaba refiriendo al “Tercer Ojo” cuando aseguró que tendríamos un guía con nosotros, contestó Fernandinho. Diego no podía saber. Pero en ese mismo momento Duda estaba trabajando con el Dr. Nacarato en un documento legal para ser entregado a la embajada americana en Brasil y copia para la DEA. —No quiero decirte más. Basta con decirte que Duda ya había intuído problemas por el gran tamaño de nuestro negocio y por los insistentes intentos de la DEA por conocer más nuestra operación. Así que lo que vamos a hacer, no es una sorpresa. ¡Tranquilízate! Dijo Fernandinho.
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Llegaron a Viracopos y tomaron el vuelo Vasp hacia Asunción. Durante todo el camino Diego trataba de localizar a sus supuestos aliados de la DEA del Brasil pero no pudo ver a ninguno. El esfuerzo no pasó inadvertido por Fernandinho, quien sólo sonreía. Durante el vuelo de una hora no hubo oportunidad de hablar, dada la proximidad de los otros pasajeros. Los dos trataron de dormir o eso les parecía a los demás pasajeros. go:
En cuanto llegaron a Asunción, Fernandinho dijo a Die-
—Apúrate, tenemos que tomar un vuelo de Avianca para Bogotá. Vamos a alojarnos en el hotel La Fortaleza, por si deseas avisar a alguien en Perú. Mientras esperaban el abordaje, Fernandinho no dijo más y se dirigieron a las tiendas del “Duty Free” para comprar algunos artículos necesarios para el viaje y algo de ropa. Diego, aunque sorprendido por el cambio de planes no dijo nada tampoco y sólo atinó a comprar tres camisas amarillas. Fernandinho se rió otra vez diciendo que sabía que Diego era aficionado del equipo de fútbol de Brasil, pero de allí a comprar camisas como la de su selección nacional… ¡ya era mucho! Diego se daba cuenta de que lo que hacían parecía estar ya planeado. Los pasajes esperaban a ambos en los mostradores de Avianca. Cambiaron de terminal y fueron hacia la puerta de salida del vuelo de Avianca. Abordaron un Boeing 757 en Primera Clase y una vez allí Fernandinho sí comenzó a contarle el plan a Diego. *****
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En Lima el coronel Wallace había reunido a su staff y dijo que por los siguientes 10 días nadie debía abandonar Lima y presentarse todas las mañanas en la oficina de comando estratégico de la DEA. Trabajarían 24 horas al día tomando turnos. Habían iniciado una operación de magnitud que podía resultar en la captura de varios narco-terroristas, pero que también tenía el potencial de terminar con la vida de uno de los mejores operativos en este momento, infiltrado en la organización brasilera más grande de distribución de estupefacientes en Sudamérica. Los agentes de la DEA de Brasil habían alertado del contacto ya establecido. Y más aun, habían dicho que tendrían una conferencia telefónica el día de mañana temprano, en teléfono seguro, para discutir los últimos desarrollos y acciones tácticas. Mientras decía esto, el coronel Wallace pensaba que ojalá todo acabara en los 10 días previstos para salir de vacaciones y poder realmente descansar del stress. La recuperación del Vladi-video había sido un golpe de suerte y no quería más complicaciones de este tipo. Aunque gracias a esto tenía ahora a Diego dentro de la organización de Fernandinho… cambios de la vida, se decía con mirada filosófica. En otra sala, dentro de la embajada, ángela se preguntaba cuándo vería otra vez a Diego y ojalá fuera con vida. ¿Qué gran secreto tenía ahora el coronel? se lo veía bastante agitado ¿y por qué tanta felicitación por la recuperación del video? Qué pena que haya muerto el señor Alexander Lugo, qué salvajes su amante y el esposo de ésta. ¡Qué estúpidos! ¿Sería verdad que había logrado poner el video en una caja de seguridad en Miami tal como se había planeado?… algo había oído de recuperación del video y esto la preocupaba… no tiene sentido, se decía. Pensaba que debía averiguar más de esto, ¡ya casi se había olvidado del video con tanta preocupación por Diego!
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***** El “Perro” andaba más confundido todavía. Había llamado por teléfono al general Prieto en Caracas y le dijo que el video que tanto había buscado, ahora lo tenían en la embajada americana y no habría manera de obtenerlo. El general Prieto primero se quedó callado. Después le había dicho que era mejor que lo olvide y que no vuelva a llamar otra vez. Que si era necesaria su ayuda él lo llamaría. El “Perro” había notado al general Prieto bastante frío y se preguntaba si estaría pasando por un mal momento en el gobierno de Challe. Challe por su parte estaba muy ocupado. Estudiaba el modo de presentar al día siguiente a su consejo de ministros, todos generales, varios puntos de su agenda. Esta decía así: 1.
Cómo ayudar a los habitantes de la provincia de Sucumbios, en Ecuador, a presentar una agresiva denuncia contra el Plan Colombia de erradicación de plantas de coca que estaba llevando a cabo la DEA en ese país y desarrollar un plan de indemnización. Los herbicidas usados –glisofato y Roundup–, estaban matando las plantaciones de café, plátano y maíz. El ganado también estaba comenzando a morir como efecto del envenenamiento. Challe quería que el Congreso de Ecuador proteste en las Naciones Unidas por el maltrato a la vida humana.
2.
La compra de helicópteros Cobra AHI –helicópteros de ataque–. El motivo que quería presentar como argumento para la compra era que USA estaba ayudando a Colombia en la obtención de helicópteros Blackhawk UH-60 muy armados con las últimas tecnologías de aviación y detección de enemigos. Challe quería lo último para sus Cobras: misiles TOW y el sistema presentado por el fabricante de los helicópteros “Bell” con el sistema de fuego rápido “Hellfire”.
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Por último, Challe iba a reevaluar la posición venezolana para facilitar la oferta de perforación submarina en las costas del país, ahora que el gobierno de la Florida estaba “maniobrando” más que nunca con la perforación en la zona del Golfo de México, evitando los esfuerzos de los periodistas de tendencia “green” …protectores del medio ambiente. Para facilitar la posible perforación en el Golfo y lograr que la legislatura del estado de La Florida la apruebe sin mayor resistencia, los legisladores estaban presentando planes de poner plataformas de perforación sólo a partir de las 100 millas. Así estarían fuera de la vista de los bañistas en las playas y además pedirían autorización sólo por 1,5 millones de acres, ahora, dejando el resto de los 6 millones originales para cuando los ecologistas no estén tan opuestos a los planes de la gran industria del petróleo, en la defensa de la integridad de las playas, los turistas y la vida silvestre. Challe se reía internamente y pensaba que los gringos sí sabían hacer “legalizar” la usurpación y el engaño. Eran verdaderos maestros en esto. Quería que su staff de generales aprenda cómo se hacen y presentan los planes, evitando a los enemigos políticos… especialmente a los periodistas. Sobre todo le llamaba la atención cómo Brasil estaba cambiando su posición de país regional sumiso a USA, para abiertamente entrar en Sudamérica en materia comercial y de armamentos. Caso concreto era la ahora conocida decisión tomada por la compañía de aviones Embraer, fundada en 1969 por la Fuerza Aérea Brasilera, que se disponía ahora a producir aviones de combate con la última tecnología, en confrontación directa con la posición americana de no abastecer de armamentos sofisticados a Latino América. Brasil quería hacer su propia guerra a los narcotraficantes de Amazonas, pero contando con su propia fuerza aérea.
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El gobierno brasilero sabía que los reportes de la Casa Blanca decían que sin Brasil, USA tenía pocas chances de ganar la guerra antidrogas en la región. Así aprovechaban el momento para armar su fuerza aérea y ganar categoría y nivel mundial para futuras posiciones políticas en materia de aviación y comercio internacional. Brasil esta vez tenía la ayuda de la compañía Francesa Dassault, que había adquirido 20% de participación en Embraer y estaba dando muestras de querer aprovechar los 700 millones de dólares, de un plan total de ocho años y 3,35 billones asignados por el gobierno brasilero para la adquisición de nuevas tecnologías aeronáuticas. El presidente Bush tenía ahora otro caso que resolver en materia internacional y todavía no daba muestras de una clara estrategia a seguir. Challe quería aprender de la lección brasilera. Pensaba Challe que había bastante dinero envuelto en todos y cada uno de los puntos a discutir con sus generales en su reunión del día siguiente; había que plantear las mejores tácticas de provecho monetario rápido… Pero internamente, pensaba qué lástima que no había tenido mucho tiempo últimamente con su preciosa Regina, la necesitaba, le hacía falta. Regina por su parte había decidido pasar unos días en Chile en la oficina de la Reuters. Pero la razón principal del viaje era discutir nuevas tecnologías de “investigación y vigilancia” con los técnicos de la SAS. Urgente ahora debido a los posibles nuevos incrementos en el precio del petróleo que se estaban anunciando en el mercado. Regina había dicho a Challe que iría a visitar a sus padres aprovechando que él estaba con muchas preocupaciones de gobierno en este momento. Levantó la vista de los documentos que preparaba
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cuando oyó que su secretaria entraba con un mensaje de Cali, del señor Madero. Este le agradecía el arreglo por que era justo lo que ellos buscaban. Así también le comunicaba que la “rana” había sido depositada en la “granja” de acuerdo al convenio. Challe se quedó pensando sin comprender completamente ya que su mente había estado ocupada en los documentos de la presentación a su staff, pero lentamente todo comenzaba a aclararse y se dijo… Diego cumplió el compromiso, ¡Chévere!. Presionó el intercomunicador y llamó a Prieto y le preguntó: ¿Cuál fue la última noticia del “Perro” con respecto a la operación “Iguana”? —Que se perdió. Los americanos recuperaron lo que se buscaba. —Gracias, ¡después de la reunión de generales tenemos que hablar! Con esto Challe pensó que su jefe de Inteligencia había vuelto a fallar. Inteligencia es una función muy importante… tengo que reemplazarlo pronto. ¡Qué cabrón! No sabía nada.
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El “Mono” Diego y Fernandinho llegaron a Bogotá a la hora de itinerario. Ya eran casi las 5 p.m. Salieron del aeropuerto “El Dorado” de Bogotá después de caminar por sus largos pasillos, adornados éstos con arte Pre-Colombino. Diego miraba las máscaras de oro de épocas pasadas y pensaba que las drogas eran como el oro del pasado para un grupo de colombianos que sacaban provecho de un producto natural colombiano. ¡Qué lástima que fuera ilegal! La cola en las casillas de los oficiales de inmigración había sido bastante larga y preocupante para ambos que no podían anticipar, ni saber, si en algún momento serían detenidos y llevados a prisión. Tomaron un taxi. Fernandinho no había querido llamar a ninguna persona conocida para ser recogidos en el aeropuerto. él quería pasar tan inadvertido como fuera posible. El automóvil del taxista era bastante viejo y hundido en los asientos, pero ninguno dijo nada. Sólo se limitaron a ver a la gran cantidad de gente en las calles y el gran tráfico a esta hora del día. Especialmente las calles cerca al aeropuerto estaban bastante congestionadas por vehículos de todo tipo, donde los camiones de carga ocupaban mucho espacio y limitaban el tráfico fluido, botando al mismo tiempo mucho humo de diesel.
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Diego se alertaba cada vez que un motociclista pasaba cerca por haber leído sobre muchos asesinatos donde los asesinos llegaban en motocicletas. Las motos facilitaban la huida debido al gran tránsito de autos y la imposibilidad que tenía la policía para poder seguirlos en esas condiciones. Finalmente llegaron al hotel La Fortaleza, llamado así por su estructura de piedra y cemento y en forma de fortaleza medieval. Se registraron y ocuparon sus habitaciones tipo suite. Ambas miraban a la calle a insistencia de Fernandinho que quería poder saber quién llegaba y quién salía. La habitación de Fernandinho estaba justo encima de la entrada del hotel, en el tercer piso. En cuanto entraron a sus habitaciones acordaron encontrarse a las 7 p.m. en el lobby para allí esperar al “Mono Jirón” con quien cenarían esa noche. Aprovecharían estos momentos hasta las 7 p.m. para descansar y tomar un baño. Las llamadas telefónicas no eran recomendables por seguridad, advirtió Fernandinho. Probablemente las líneas telefónicas estaban intervenidas. Durante el vuelo a Bogotá que duró más de 4 horas, pero ganando 2 horas por efecto de zona geográfica, Fernandinho había explicado a Diego el plan elaborado por Duda. Según Fernandinho, Duda había pensado en todas la alternativas desde el principio del negocio, para lo cual, según ella, había sido muy importante evitar a la DEA. De tal manera de siempre tener una puerta de salida abierta. Según Fernandinho, el plan era así: –Duda trabajaba ahora mismo con Narciso Nacarato en el acuerdo que probablemente en estos momentos ya habría sido presentado a la embajada y a la DEA y a las autoridades del Brasil, esa misma tarde, mientras ellos volaban. No me preocupo del Paraguay por tener a muchos oficiales de la policía en la lista de pagos y ninguno hablaría en mi contra, todos están comprometidos hasta el cuello, y además mis cuentas bancarias en ese país son bastantes menores.
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El acuerdo es fundamentalmente, así: 1. La DEA se compromete a darme protección en USA como testigo después que entregue la lista de nombres de los principales narco-terroristas colombianos. La DEA y la CIA tendrán la libertad de interrogarme por un año acerca de todos los contactos ilegales que he usado para hacer negocios en los últimos 5 años y en cualquier parte del mundo. 2. La DEA y el gobierno del Brasil se comprometen a anular toda prueba de ilegalidad que tengan contra mí en este momento. 3. Las cuentas bancarias de ambos, de Duda y mías, deberán ser respetadas en cualquier parte del mundo. 4. Me comprometo a no continuar y a evitar toda futura actividad ilícita. Si me encontraran involucrado en alguna actividad ilícita futura, dentro de los próximos 10 años, entonces seré juzgado en un tribunal internacional por todas las culpas pasadas y futuras, por lo cual firmaré como el principal responsable y culpable de la lista de actos de narcotráfico hacia Paraguay y de allí hacia Europa, que la DEA tenga registradas a la fecha. Continuó Fernandinho: —Este acuerdo deberá haber sido presentado esta misma tarde, simultáneamente, en las embajadas americanas del Brasil y Paraguay. No creo que halla ningún problema con que las principales autoridades del Brasil y Paraguay estén de acuerdo con el contrato, porque tengo suficientes nombres de generales los cuales van a estar muy felices con que yo quede limpio y sólo se implique a los colombianos. —Sólo que van a estar muy tristes porque ya no van a obtener nuevas ganancias. Dijo Fernandinho riéndose. ¡Pero la mayoría de ellos han ganado ya varios millones de dólares, para quejarse ahora!
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—Creo que van a estar felices de poder disfrutar del dinero que la mayoría de ellos tiene en Europa y en Gran Caimán, en el Caribe. —¿Pero si eso es así por qué no les diste la lista de nombres simplemente desde Brasil? ¿Para qué el viaje a Colombia?, le preguntó Diego. Fernandinho le explicó: —Primero, porque todo debe parecer una operación de inteligencia de la DEA. Para esto debo estar presente en el campo donde se realiza la intervención para ser un “testigo presente”. Así la DEA muestra mejor perfil en el mundo, ¿me entiendes?, ellos quieren tener una intervención de campo, de acción, con disparos y heridos. Quieren tener todo el mérito. —Segundo, yo quiero que sea una intervención de la DEA y no mía. Para no ser yo el que da una lista de nombres de los colombianos capturados… quiero quedar limpio de culpa y no que me maten los terroristas si sospechan que yo los entregué. Quiero disfrutar del dinero y de mi vida, sin tener que estarme cuidando las espaldas… ¡por el resto de mi existencia! —¿Y qué papel juego? ¿Qué hago yo aquí? Preguntó Diego. —Tú me darás credibilidad en las próximas reuniones que vamos a tener con el “Mono Jirón”. Tú eras un operativo de la DEA, desengañado del servicio por no ganar nada de dinero y con muchos peligros que afrontar. Supuestamente ¡yo te he comprado! Y añadió Fernandinho: Pero ahora, tú has aceptado ser el próximo supervisor de las operaciones que estamos por iniciar. Para que ellos crean tus razones, he inventado que tú tienes grandes problemas legales con tu embajada por haber robado documentos que luego los has vendido. Los colombianos piensan que tienes muchos problemas de dinero.
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—Así que actúa como si tuvieras problemas –continuó Fernandinho ¡que los tienes! Piensan que te persiguen… ¡que sí te están persiguiendo! Y yo, para venir a esta reunión, les he asegurado que puedo y quiero refinar directamente en Colombia en la selva, como operación mía, para evitar a la policía de Brasil y que estoy invirtiendo mi dinero! Aquí yo manejaré mi operación y por eso les he dicho que pondré al frente a una persona de mi confianza. ¡Y así sólo tendré que pagar los “derechos” a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia o las FARC, quienes dicen ser guerrilleros, supuestos guerrilleros! Actualmente yo les pago más de 12 millones de dólares mensuales. Además, alquilo una flotilla de aviones y llevo entre 18 y 20 toneladas por mes en naves que transportan un promedio de 700 kg por viaje. Soy valioso para ellos. Por eso es que puedo abastecer hasta el 60% del mercado de Río. Y ellos lo saben bien, y piensan que si lo manejo desde aquí el negocio va a crecer mejor y ellos ganarán más. En Colombia no se mueve un kilo de droga sin el permiso de las FARC. Saben también que puedo conseguir armamentos, porque uno de los últimos pagos fue de tres mil fusiles y tres y medio millones de cartuchos que los conseguí en Europa, Bosnia, como pago que me hicieron por un embarque a Rusia. También les he dicho que necesito conocer todos los lugares de elaboración que tienen aquí en esta provincia y en la selva. Les he explicado a los de las FARC que quiero estar seguro de que podrán y cumplirán el compromiso de darnos protección para la operación en la selva. Y finalizó Fernandinho… Creo que debo explicarte que para haber pedido esta reunión les he asegurado que ya no voy
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a negociar más con los narcos de Bogotá, sino sólo con los de las FARC, con los terroristas o guerrilleros como se quiera llamarlos. Porque verdaderamente ellos son los que controlan el negocio. Ya no es un negocio de los narcotraficantes, como se los llamaba antes, y como mucha gente piensa. Todo es controlado ahora directamente por las FARC. ¡Todavía la gente piensa que éstos luchan por liberar a Colombia, pero ellos son los primeros y más interesados en que no se libere nada! ¡Es un negocio! La política es sólo una pantalla para operar y tener algo de legitimidad. ¡Pensé que tú sabías eso! —Sí lo sabía, ¡pero nunca se ha podido demostrar nada!, respondió Diego. —¡Exactamente! Por eso siento que los americanos nos van a ayudar. Por eso estamos tú y yo ahora aquí. Para probar eso y para liberarnos del pasado. –¿Y si el “Mono Jirón” sospecha o se entera del verdadero motivo de nuestra visita? ¿Qué hacemos?, ¿cómo quedamos? —¡Muertos! Fue la respuesta de Fernandinho. Por eso la intervención de la DEA debe hacerse mientras estamos aquí y no después, cuando ya hayamos regresado al Brasil. Así no pensarán que los hemos vendido. Todo depende de la sincronización con las fuerzas de intervención. Por eso es importante que no nos vean en comunicaciones con la DEA y que piensen que es sólo una coincidencia que nosotros estemos aquí cuando la DEA entra. ¿Comprendes? Diego se había quedado pensativo por un momento. Dejó que la azafata de Avianca recoja toda la comida y cuando estaban tomando café, preguntó: —¿Cómo piensas que deba encarar mi situación con la embajada americana en Perú? ¿Con mis jefes? Tengo todavía la
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misión de avisarles qué es lo que tú estás haciendo en el negocio. En la reunión en el Sheraton de Río me pidieron que comunique todos tus pasos para que ellos puedan planificar una captura de toda tu organización. Para eso, cada vez que tenga algo que reportar debo vestir una camisa amarilla. Por eso compré las camisas en la tienda de Paraguay, en el aeropuerto. —Qué bien que me lo dices… así podremos comunicarnos con los que posiblemente nos apoyen. Espero que nos apoyen. Pero para contestar tu pregunta; Duda iba a hablar con la embajada del Brasil para que la DEA vea la necesidad del cambio de planes. Para ellos deberá ser más importante capturar a las organizaciones en Colombia, que penetrar mi organización que sólo opera en Paraguay y Brasil y principalmente exporta a Europa. —Además estoy acordando terminar mi negocio y salir de Brasil. Estoy casi completamente seguro que verán la gran ventaja de disminuir la base productiva en Colombia frente a una necesidad minúscula de mi negocio en Brasil. Los gringos son muy prácticos; ellos tienen que saber que de Colombia salen casi todas las drogas para USA. Fernandinho seguía explicando: —No es la primera vez que un delincuente acuerda entregar información valiosa a cambio de su libertad. Esto es común en USA. Lo llaman “the witness program”. Ten confianza en Duda, ella sabe cómo presentar el acuerdo y te dejará bien parado. Duda dirá que tú eres parte importante del plan que se debe ayudar. Estoy seguro que acordarán ayudarte cambiando los planes que tenían antes para ti. Tus jefes deben entender que es más importante capturar a los colombianos con mi ayuda que… ¡sólo capturarme a mí! No les queda otro remedio que aceptar el acuerdo. Duda tiene razón.
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***** Una vez que Diego quedó solo en su habitación del hotel, hizo el intento para llamar a ángela. En cuanto pudo establecer la comunicación a casa de ángela, hablando rápidamente, sin darle la oportunidad de replicar, dijo: —Estoy bien, no te preocupes, ya volveré a Lima en cuanto pueda. No me digas nada de nada por teléfono y colgó. Trataba de evitar la localización de la llamada. Aunque apenada por lo escaso de la comunicación, ángela comprendió que Diego no pudo hablar absolutamente nada por si acaso el teléfono estuviese intervenido por las organizaciones terroristas en Colombia. Diego ahora pensaba en cómo hacer para comunicarse con el coronel Wallace. Decidió ponerse una camisa amarilla e ir al lobby del hotel y correr su suerte en caso alguien del ofrecido apoyo esté presente allí. Diego, ya no estaba seguro de nada por todos los cambios de planes de los últimos dos días. Primero era un fugitivo; después fue colaborador de la DEA en Brasil y ahora terminó siendo colaborador de Fernandinho como parte de una operación de la DEA en Colombia. En eso pensó en todo lo dicho por Fernandinho y en el plan de Duda… ¡no sabían todavía si había sido aceptado o no! ¡No sabían siquiera si el plan de Duda había sido bien recibido y tomado en consideración por la embajada!. Salió de su habitación apuradamente para preguntarle a Fernandinho si ya se había comunicado con ella. O si sabía cómo lograr comunicación antes de la reunión con el “Mono Jirón”. Caminando por el pasillo del tercer piso pensó que debía
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haber llamado antes por el sistema interno de teléfono, pero ya estaba en camino y decidió ir personalmente a la habitación de Fernandinho. Cuando llegó a la habitación pensó tocar. Pero en eso oyó voces de varias personas hablando calladamente en la habitación y se quedó frío, pensando. No sabía qué hacer. Cuando oyó a Fernandinho mencionar su nombre varias veces. Aunque no podía entender de qué hablaban, pensó que algo no estaba bien; esto no estaba en el programa. Se dio vuelta y fue rápidamente a su habitación y pidió servicio a las habitaciones. Solicitó una botella de anisado “Cristal” y varias empanadas de queso para la habitación de Fernandinho. Pidió esto con urgencia y luego de esperar unos minutos salió de nuevo a la habitación de Fernandinho. En cuanto vio al camarero venir con la bandeja de comida calculó caminar por el pasillo para llegar casi al mismo tiempo, pero dejando que el camarero fuese quien toque la puerta. Cuando la puerta se abrió y el camarero entraba tapando la vista del pasillo, Diego sincronizando sus pasos entró rápidamente a la habitación en dos zancadas. Tomó al hombre que había abierto la puerta como escudo y retorciéndole el brazo hacia atrás, preguntó a Fernandinho si todo estaba bien, pero sin dejar de ajustar el cuello del hombre que tenía cogido usando el otro brazo. Pudo observar que había tres hombres en total en la habitación, los otros dos con barba y mal vestidos, parecían campesinos, pero el brillo en los ojos decía que estos hombres estaban acostumbrados a mandar y no se mostraban en lo más mínimo asustados por la acción súbita de Diego. Ambos estaban sentados y fumando tranquilamente, sin embargo todo fue tan rápido que tomó por sorpresa al grupo. Fernandinho adelantándose a la posible molestia del jefe
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del grupo, le dirigió la vista y sonriendo, dijo: —Les presento a Diego. El es el hombre de quien les hablaba y quien pienso poner como responsable de la operación en Colombia. Discúlpelo, está un poco paranoico desde que dejó el servicio americano. Camarero, puede salir, gracias. Con esto el camarero, sin demostrar sorpresa o pretendiendo no tenerla, dejó la fuente con el anisado y las empanadas sobre una mesa y rápidamente salió de la habitación cerrando la puerta calladamente. Diego soltó el brazo del hombre, éste se volteó con cara agria, para verlo bien pero no dijo nada, giró en su posición y se acercó al hombre sentado al fondo de la habitación. Diego pidió disculpas por lo intempestivo de su actuar. El de la barba, delgado y de unos 50 años, con mirada muy penetrante, dijo: —Yo soy Jirón, mis amigos me conocen como el “Mono Jirón” y éste, mi brazo derecho… es “Juan Balas”. Y prosiguió como si nada hubiera pasado: —Como hablábamos antes, Fernandinho, vamos a proceder con el plan acordado. Vamos a ir mañana a Miraflores en Caquetá a ver las oficinas y almacenes y luego al día siguiente iremos a Barrancominas donde queda el centro de operaciones y producción. Todo esto nos tomará un par de días. —A ambos lugares debemos ir por avión. Nosotros tenemos un Embraer Turbo-Prop. Pero habrá una condición: desde este momento en adelante, no hay llamadas telefónicas, ni visitas a nadie. En todo el tiempo que ustedes sean nuestros huéspedes siempre estarán acompañados por uno de nosotros. En otras palabras, en ningún momento ninguno de ustedes deberá estar solo. Ojalá que lleguemos a un acuerdo para beneficio de la causa. Ahora les pido que descansen. Una persona vendrá a buscarlos en la mañana a eso de las 9 a.m.; se identificará como
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“Bembo”. No le hagan ninguna pregunta. Les vuelvo a pedir: por favor no salgan de este hotel hasta mañana. Y gracias por haber venido. ¡Hasta mañana! Dijo el “Mono Jirón” y se puso de pie para salir. En cuanto salieron los colombianos de la habitación, Diego dirigió la mirada a Fernandinho quien en ese momento se tocó los labios en señal de silencio y le señaló la mesa hacia donde ahora ambos se dirigieron. Miraron y escogieron algunas empanadas y se sirvieron un par de copas de anisado. Después de un tiempo prudencial, pensando que ya se habrían alejado, Fernandinho dijo: —Vamos a salir del hotel porque no quiero que el “Mono Jirón” piense que pueden controlarnos. Estamos aquí supuestamente para hacer un negocio y nosotros no somos prisioneros de nadie. Iremos a la calle a divertirnos un poco. Además, quiero ver a una amiga que hace tiempo no veo, sé que te va a gustar el lugar donde te voy a llevar. —Por mí está bien. Contestó Diego. Estoy de acuerdo en no quedarnos aquí y más aun, pienso que debemos de cambiar de habitaciones para evitar sorpresas. Pero dime si ya Duda está… Otra vez Fernandinho hizo una señal de silencio y le dijo a
“Casa de buda” Fernandinho se cambió de ropa poniéndose unos pantalones ligeros y camisa azul alegre y le indicó a Diego que bajara al lobby tan pronto estuviera listo. Si encontraban gente del “Mono” los invitarían a venir a todos a la “Casa de Buda”. Una vez abajo pidieron en la recepción que el botones los cambie de habitaciones mientras estén fuera a otras más grandes. —La suite presidencial para mí, si está disponible, dijo Fernandinho. Caminaron alrededor del lobby buscando a alguien que pareciera que los vigilaba. Pero no veían a nadie que pareciera un contacto. Había un señor de bastante edad leyendo “El Tiempo” de Bogotá; una señora y su hija que también esperaban a alguien, y los pasajeros normales que entraban y salían sin mirar a nadie. Fernandinho se dirigió a la puerta de salida hacia los taxis, en la entrada redonda de recoger pasajeros, mientras que Diego iba al baño del lobby por si alguien lo seguía. Pero en eso, cuando iba a entrar al baño vio en el lugar de los teléfonos externos del hotel, al mismo hombre al que le torció el brazo en la habitación. Se dirigió hacia él. Le volvió a pedir disculpas por lo
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anterior, y le dijo que Fernandinho quería hablarle, que estaba en la salida del hotel… hacia donde ambos se dirigieron. Cuando se encontraron los tres, Fernandinho le preguntó por su nombre a lo que contestó diciendo que se llamaba Neptalí y enseguida preguntó: —¿Qué desean ahora? Fernandinho le dijo que estaba invitado a venir con ellos a la “Casa de Buda”; podía avisarle al “Mono Jirón” dónde se iban a reunir y si quería invitar a otros que él quiera… que vengan también, ¡todos son bienvenidos! La cara de Neptalí se iluminó y dijo que sí conocía la “Casa del Buda”, –¡es chévere! Claro que iremos. Pero mejor no le digo nada al “Mono Jirón” hasta que ya estemos allá para que no se niegue y cambie de planes. Fernandinho le aseguró que ellos iban de todas maneras, con Jirón o sin Jirón. —Quiero divertirme… ¡y cada vez que vengo a Bogotá voy allá y ahora también voy! Con esto salieron los tres hacia el Peugeot negro de Neptalí y partieron a buena velocidad. Diego pudo notar que Neptalí tenía una Colt calibre 38 entre los asientos delanteros, cerca de la mano. La “Casa de Buda” era una casa de color gris-plomo de dos pisos con un balcón en el centro y estaba localizada cerca del hotel Tequendama en el centro de Bogotá. En una zona que alguna vez había sido residencial. Se notaba que toda la zona había sido mejor cuidada algunos años antes, los jardines estaban llenos de maleza. Ahora parecía que nadie salía pasadas las 9 p.m. por miedo a ser secuestrado o asaltado.
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La “Casa de Buda” tenía unas luces externas indirectas azules al borde del jardín. Había varios carros estacionados al frente y también había varios taxis. Cuando se acercaron, un portero saludó a Neptalí con una sonrisa y le dijo buenas noches, ¡otra vez!, ¿la tercera esta semana? Neptalí sonrió y le comentó: —Claro, con tantas mujeres allí esperándote. Tengo que hacer trepar a todas, ¡para que ninguna se ponga celosa! Diego lo siguió adentro tratando de esquivar a unos empleados de alguna oficina que celebraban algún cumpleaños. Vio un mostrador de bar donde había tres chicas muy bien arregladas y con caras seductoras. Pero ellos continuaron hacia unas habitaciones del fondo donde se sentaron en una esquina del bar. Había unos sofás de terciopelo rojo testigos y cómplices de muchas noches de juerga. Toda la habitación estaba iluminada con algunos tenues colores azul, violeta y rojo. Neptalí se adelantó hacia otra habitación diciendo que llamaría al “Mono” para decirle dónde estaban y si querían mandar algunos hombres más, como seguridad. Fernandinho estaba ahora mismo mirando fijamente a la hilera de chicas que ya se aproximaba para hacer un desfile particular de belleza y así darles la oportunidad que ellos vean a todas las disponibles. Diego observó que vestían todo tipo de vestidos, desde blue-jeans súper ajustados hasta vestidos de fiesta lujosos. Algunas de las chicas eran muy blancas y otras negras, altas y bajas, rubias y morenas, para todos los gustos. Todas reían en actitud invitadora… contoneándose al caminar. Se oía música romántica de Armando Manzanero… “adoro el día en que nos vimos”… que se propalaba por parlantes estratégicamente dispuestos en todas las habitaciones… cuando ya Fernandinho se paraba para bailar con una chica de tez blanca y
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cabello negro que vestía pantalones blancos con rayas verticales negras que pronunciaban un cuerpo escultural. Diego oyó que ella le decía que su nombre era “Peaches”. Él se imaginó entonces que era por los senos redondos y grandes que estaban muy ajustados en una blusa de jersey color durazno. En eso retornó Neptalí para decir que varios hombres de su gente vendrían pronto al tiempo que Fernandinho regresaba al sofá donde antes había estado sentado. Dijo que eso estaba muy bien porque realmente quería gozar esta noche y divertirse hasta la madrugada. Dicho eso se paró rápidamente y salió otra vez a bailar con “Peaches” quien se veía muy contenta y amorosa, lista para cualquier cosa. Tenía los brazos abierto y su cabello negro liso se mecía con la música. Diego mientras tanto había elegido a una chica alta de cabello castaño claro y de figura delgada que le sonreía y la llamó para no estar solo. —¡Me llamó Sandra!, se presentó cuando llegó… enseñando una dentadura muy blanca tras unos labios gruesos y sensuales. Vestía botas negras y mallas del mismo color con una minifalda a cuadritos de colores oscuros que le sentaban muy bien, resaltando sus bien formadas piernas. Neptalí estaba feliz. Ya había decidido pedir más whisky y ya había tomado dos copas puras. Comenzaba a sentir un cosquilleo en las piernas y en el estómago. —Para esto se vive, ¡carajo!, exclamaba Neptalí al tiempo que mostraba una gran sonrisa con diente de oro. Estaban en plena diversión bailando todo género de música y haciendo pasos difíciles de cumbia. Neptalí ahora bailaba con varias chicas a la vez, en ruedo… cuando entraron dos hombres que se acercaron y abrazaron a Neptalí quien ya estaba de tan buen humor que a voz en cuello llamó a una camarera para pedir
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bebidas para todos los recién llegados. Pero Fernandinho se adelantó y llamando a la administradora le dijo: —Que se cierre la “Casa de Buda”. Que no se acepte más gente de ahora en adelante, que esta es una fiesta particular donde él pagaba todo, lo consumido y por consumir, cada chica ganará ¡500 dólares extra… quiera trepar o no! La administradora sonrió ampliamente. Diego observó que ella era una señora alta, algo gorda y con tanto maquillaje como amplias caderas y sonrisas, vistiendo un vestido elegante de color negro y con un gran collar de perlas. Imaginó que en su tiempo habría sido muy bella e independiente. —¡Bebidas para todos y todo lo que quisieran! Dijo la administradora, ¡Fernandinho paga! También tenía buen timbre de voz y estaba acostumbrada a dar órdenes. Ahora Neptalí estaba más entusiasmando aun. Bailaba así estuviera solo y los otros dos hombres del “Mono”, cada uno con dos chicas, no sabían por dónde empezar. Todos se veían felices, abrazándose, cantando en alta voz, acompañando ahora a Javier Solís en la canción “yo soy el rey”. La música también había aumentando varios decibeles. La administradora, conocida por todos como la “mama Beatriz” también reía a toda garganta y se pidió un trago de coñac anunciando a todos que… ¡esta es mi noche! ¡Quizás me lleve a Neptalí a la cama! Así pasaron por lo menos tres horas. Ahora estaban en la habitación de la “mama Beatriz”, quien conocía a Fernandinho desde hacía varios años por ser “exportadora” de chicas colombianas a los bares de Europa y quien varias veces en el pasado había recurrido a Fernandinho por ayuda. Le ofrecía el teléfono a Fernandinho y a Diego para que hicieran sus llamadas telefónicas sin interferencia de nadie.
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Ella sabía mantener el negocio del silencio. Sabía que sería recompensada en grande, así le había dicho Duda esa misma tarde. Fernandinho supuestamente estaba con “Peaches” en su habitación para así despistar a Neptalí y a los otros dos hombres del “Mono”, quienes también estaban en habitaciones separadas, cada uno con dos complacientes y amorosas “caleñas”. En cuanto Fernandinho logró establecer la comunicación habló con Duda, quien a pesar de ser ahora casi las 4 de la mañana en Río, todavía estaba en plenas negociaciones con la embajada y con la DEA, planteando alternativas y soluciones con puntos que beneficien el futuro. El pasado y las pérdidas de posición presente no eran tan importantes como un óptimo y libre futuro… ¡Con alternativas de vida!! Duda le explicó que había tenido que ofrecer algunas concesiones adicionales para así lograr acción inmediata… sin más demoras, porque los negociadores de la DEA consultaban mucho internamente desperdiciando un tiempo valioso. Duda le dio entonces más detalles: —La DEA me planteó que necesitarán “incautar” y retener toda la droga en Asunción. Como razón me dijeron que con esto podrán lograr un gran despliegue propagandístico en los periódicos y televisión sobre la operación y la eficiencia de la agencia. —He aceptado, porque eso nos conviene también a nosotros para demostrar a los colombianos que también estamos perdiendo mucho dinero con la captura del stock y con la intervención de la DEA en el negocio. Pero estuvieron de acuerdo en que podemos minimizar la pérdida a sólo 5 toneladas, el resto será movido a Sao Paulo. Lástima por la gente que tenemos allá. Serán capturados y llevados a prisión y vamos a perder el almacén y los vehículos.
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Nada más podemos hacer, continuó Duda. —También me pidieron intervenir financieramente la “Orquídea Negra” pero al final hemos acordado que sólo les daremos las cuentas de bancos en Miami. He calculado que allí tenemos no más de $10 millones. Pero sí tendré que abrir y transformar o vender la “Orquídea Negra” al sistema nacional financiero de bancos. ¡Y eso es lo que haré! Venderé todas mis acciones; no hay problema, por que de todas maneras iba a hacer eso mismo lo más pronto posible. Fernandinho le preguntó: —¿Qué hay de darnos protección acá en Colombia? y además ¿en qué situación queda Diego? —Una división especial del ejército colombiano armará una operación, pero no sé más. Lástima, la DEA no confía y tienen mucha precaución si se trata de alertar al ejército colombiano por temor a los infiltrados de los narcos que puedan hacerlos perder el secreto y la iniciativa anticipándose a las FARC sobre la acción del ejército. Entonces ustedes sí correrían un gran peligro. ¡Los matarían en el acto! Diego estará bien, prosiguió Duda. Aunque me está costando mucho trabajo lograr cooperación completa. Dicen aquí en Brasil que el jefe de Diego en Lima tenía otros planes, pero creo que se arreglará todo con la intervención de la oficina coordinadora de la DEA en Virginia. ¡Diego necesita probar claramente que ayudará en esta operación para poder quedar limpio!... Debo continuar ahora con las negociaciones. Nacarato me está ayudando mucho. Ahora mismo él está en la oficina principal de la DEA y no vendrá aquí hasta tener todos los papeles firmados. Tampoco confío plenamente en todos estos americanos por-
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que pueden cambiar la historia del modo que más les convenga... Adiós y buena suerte, ¡Cuídense!. Si necesitas llamarme usa esta misma línea y dale las gracias de mi parte a la “mama Beatriz”. Que siga teniendo mucho éxito con la “Casa de Buda” Salieron de la “Casa de Buda” cuando ya amanecía. En Bogotá, serían las 7 a.m. Diego pensaba en dormir pero sabía que serían recogidos a las 9 a.m. ¿por quién?, se preguntaba. Estos están tan borrachos que no saben ni su nombre. La “mama Beatriz” había llamado a su chofer para que lleve a Fernandinho y Diego de regreso a “La Fortaleza”. Pero iba a dejar a los otros que duerman un poco antes de decirles que se fueran. Los accidentes no eran buenos para su negocio y no quería que estas bestias vayan a chocar su carro con todo el licor bebido. Ya ella sacaba cuenta mental de la comida, “las chicas” y las varias botellas de whisky y licor puro de caña que necesitaba cobrar. Estaba feliz, había ganado bastante y ella también necesitaba divertirse, se decía. ***** A las 9 a.m. llegó “Bembo” a La Fortaleza. Era el chofer que los llevaría a Miraflores. Conducía un carro grande Pontiac Bonneville verde oscuro con vidrios también oscuros. —Les adelanto que en algún momento ustedes van a tener que ser vendados, una condición del “Mono”. Ahora disfruten del panorama dijo “Bembo”, riéndose. Salieron por la espalda del Tequendama y Carrera 12 y cambiaron de dirección varias veces. Aunque Diego notaba que el aeropuerto no estaba lejos y más aun podía orientarse siguiendo la dirección que los aviones tomaban al aproximarse
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al aterrizaje. También algunas montañas verdes en la lejanía servían de orientación. Fernandinho notó que Diego llevaba su camisa amarilla puesta y pensaba si el “Mono Jirón” relacionaría el color con algún tipo de mensaje secreto que él quisiera estar dando. Pensaba que la noche anterior no debió haberse puesto también el mismo color amarillo. Felizmente que no se veía a Neptalí por ninguna parte, él podría relacionar la coincidencia en la vestimenta de Diego. A casi una hora de haber salido del hotel y ahora por las afueras de Bogotá, cerca a un pequeño lago, doblaron por una pista de tierra. Después de dos kilómetros ‘”Bembo” paró el coche y volteándose en el asiento les dijo que ahora sí debían ponerse las vendas..., que en ese momento les alcanzaba. Ambos procedieron a vendarse los ojos sin ofrecer ninguna protesta y el viaje prosiguió sin interrupción por otra media hora y bastantes curvas, siguiendo la pista que se había puesto bastante irregular hasta un área descampada. Allí había un avión Turbo-Prop esperándolos con un motor prendido y listo para llevarlos en viaje de una hora a Miraflores, en Caquetá. Ni Diego ni Fernandinho podían ahora reconstruir el viaje. Definitivamente estaban perdidos, se decían para sí que si de esta salían con vida no los podrían matar nunca más. Decidieron dormir un poco para recuperarse de la noche anterior… aunque con bastantes sobresaltos. Después de una gran vuelta en el aire por el perímetro de la pista de aterrizaje y luego de más vueltas después del aterrizaje, vueltas ahora en una camioneta Land Rover, y ahora sobre una pista sólo afirmada. Entraron a un lugar donde habían bastantes huecos y piedras en el camino, como modo de seguridad rústica, que hacían que la camioneta salte mucho, y tenga que diminuir bastante de velocidad.
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Un intenso olor a animales les entró por la nariz e hizo pensar a Diego que habían entrado en una granja. ¡Definitivamente puercos!!… y deben ser cerca a las 11:30 a.m. o las 12 a.m. pensó Diego. En eso la camioneta se detuvo por completo y la puerta se abrió. Vieron acercarse al “Mono Jirón” quien usaba unas botas negras de jebe y lo oyeron decir desde lejos a medida que caminaba hacia a ellos. —¡Espero que el dolor de cabeza no sea muy fuerte! No me hicieron caso anoche y salieron del hotel. —Salimos porque necesitábamos y tenía ganas de divertirme, dijo Fernandinho mostrando una sonrisa conciliadora. Estamos con tanto trabajo que pensar en estar en Bogotá y pasar por alto a una caleña de buenas piernas, ¿sólo por querer ganar más dinero?, es un pecado. —Lástima que no pudieras venir con nosotros, insistí con Neptalí para que invite a todos los que hubieran querido celebrar. Me hubiera gustado haber tomado unas copas de ron o “caipiriña” juntos y no hablar de negocios por un tiempo. Espero comprendas, dijo Fernandinho. El “Mono” se tomó unos segundos antes de responder y dijo con media sonrisa de dientes verdes: —Creo que tienes razón con lo de las caleñas, son preciosas... las mejores piernas del mundo y que si me hubiera gustado el roncito. En fin, olvidémoslo. —Bien. Ahora quiero enseñarles la granja, así la llamamos. A propósito, el fuerte olor es de los puercos. Es excelente para enmascarar otros olores, especialmente el de los solventes. —Además, los puercos son muy buenos para desaparecer cualquier cosa. Hasta cadáveres humanos. Un animal puede comerse 30 kg de carne en 15 minutos, con huesos y todo. Aquí tenemos cerca de 200 puercos… así que caballeros!!!, hay
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bastante de todo, comida y despojo. Procedieron a caminar todos juntos guiados por el “Mono” por toda la edificación que en su mayoría estaba hecha de ladrillo y cemento pero pintada con colores sucios, marrón y verde. Difícil de ver desde arriba, pensaba Diego. Así pasaron por oficinas de trabajo, almacenes y laboratorios y una pequeña área de concentración de droga que tenía varios silos de plástico de 5 000 litros cada uno. —¡Para las hojas de coca!, dijo el “Mono” Experimentalmente estamos probando varios otros solventes, más rápidos, para sugerirle a los peruanos y bolivianos que cambien y mejoren el proceso de concentración. Todavía siguen usando kerosén y eso es malo para el negocio, sufre la calidad final. Con kerosén sólo sale el “crack” pero no es bueno, se pierde dinero. Total que igual se transporta un kilo de “pura” que un kilo de “crack”. Antes les habíamos sugerido que usen grandes bolsas verdes de plástico colgadas de los árboles sobre los ríos de la selva. Así, si viene la policía sólo tienen que cortar las sogas que sostienen a las bolsas y ellas caen en el río y se hunden en el agua por el peso y el agua se las lleva… y ya no hay pruebas. Estamos mejorando todos los días, dijo orgullosamente el “Mono”. En la zona de atrás había unas caballerizas y algunos silos grandes de granos y más edificios con gente que salía y entraba. El “Mono” dijo que este sitio también era lugar de entrenamiento doctrinario y esos eran edificios-vivienda. En total había más de 2000 hombres por año que pasaban por estas instalaciones en forma rotatoria. Hacía calor y todos sudaban bastante. La camisa amarilla de Diego se veía fuera de lugar en este sitio de olores fuertes y colores sucios. Después de la visita a los potreros, se dirigieron a
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un salón grande donde se sentaron a comer junto con el “Mono” pero en mesa separada del resto de los peones. La conversación giró en torno a política Latino Americana y global. El “Mono” era un hombre bastante enterado de la política USA y Europea estaba al tanto de todos los ministros y gente de estatura global. Después del postre, que fue de queso fresco con higos, el “Mono Jirón” ofreció una botella de ron y brindaron varias copas con varias gentes de mirada escurridiza que entraban y salían a quienes Fernandinho y Diego fueron presentados. Pero ninguno tenía nombre común… todos eran sobrenombres de amistad o de combate y muy difíciles de recordar. El ojeroso, el chivo, ojos de uva, salitre, mojón de cura, gallina, etc. Diego pensaba en cómo iban a poder recordar la localización de este lugar y tantos nombres y poder comunicarlos a la DEA. Pensaba que si los dejaban aquí ellos no podrían encontrar el camino de regreso. Fue interrumpido en su pensamiento cuando el “Mono Jirón” se despidió de ellos y les dijo que iban a ser llevados de vuelta a La Fortaleza. —Pero mañana “Juan Balas” los llevará a Barrancominas, donde está el principal centro de acopio de los distintos grupos de las FARC. ¡Es como un cuartel!, dijo el “Mono”. —Ahora sí ¡no debían salir del hotel para nada! Deberán esperar hasta ser recogidos. Les gritó a medida que subía a una camioneta de color verde oscuro. En Barrancominas iban a conocer al “Negro Acacio” quien iba a ser el jefe de seguridad y logística para la operación de Fernandinho en la selva del Guaviare. Les dijo “Bembo”. *****
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En Lima, esa misma mañana, el coronel Wallace estaba reunido con el staff de la DEA; eran las 8 a.m. El coronel tenía una copia del contrato preparado por Duda que había sido enviado la noche anterior desde Brasil por la embajada. Habían leído el contrato varias veces, pero el coronel no quería aceptar las condiciones hasta poder hablar con Diego. El coronel usaba esto como excusa… En realidad se sentía desplazado, sentía haber perdido el control de la operación y no le gustaba cómo habían cambiado la naturaleza de ésta. Ya no sería él, el héroe responsable de entregar a Fernandinho a las autoridades. El coronel decía: —Ahora la DEA de Colombia tomará el control de la operación y nosotros seremos sólo apoyo operativo. Buscaremos un motivo o razón para ser parte directa y sólo contestaremos a la embajada colombiana que iré yo a Colombia esta misma mañana. En el primer vuelo, para estar cerca de nuestro operativo y ayudar a la total coordinación de la operación. Ahora que Diego es parte vital, muy importante en todo el plan. —¡Necesitamos estar cerca a él!!. Decía esto el coronel sin perder contacto visual con sus subalternos de seguridad. Aunque se daba cuenta que retardaba acciones importantes con sus demoras. Sugería no aceptar todos los puntos del plan hasta tener mayor información, que garantice que realmente el plan resultaría en la captura de los cabecillas de los terroristas. Decía que esto podía ser sólo una patraña de Fernandinho para salir limpio después de tantos años de acumular riquezas ilícitas. Tomó el teléfono para llamar a Colombia a decirles la decisión de Perú. Cuando en ese mismo instante sonó el te-
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léfono. Era el embajador y decía tener información directa de Washington: —Deberán dar todo el apoyo al operativo en Colombia. La operación se llamará “Gato Negro”. Pronto se dispondrá del apoyo del ejército colombiano, pero estos intervendrán únicamente cuando se sepa con seguridad dónde están localizadas las instalaciones de las FARC., las que producen cocaína pura y los nombres de los responsables, ¡No antes! El coronel Wallace pensaba… ¿Qué podría suceder si la DEA demoraba en sus decisiones? ¿Qué pasaría si había demora hasta que la DEA finalmente tome acción?… estando limitada a la información que reciba del ejército… del lugar dónde estaban los laboratorios y de la gente involucrada… había justificaciones para no colaborar. Wallace pensaba que la DEA tenía que ser parte integral
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GATO NEGRO Cuando los efectivos de la fuerza de despliegue rápido entraron en el jardín infantil “Casa Verde” al lado del aeropuerto de Barrancominas, centro de operaciones administrativas y productivas de la zona oriental de las FARC, encontraron muchos documentos detallando embarques realizados, direcciones, origen de procedencia y futuros compromisos comerciales de drogas para ser entregados en los próximos tres meses. El coronel Wallace estaba muy feliz. Habían sido dos días de intensa concentración y gasto de energías pero también los resultados habían sido tan espectacularmente buenos que alcanzaban para ser repartidos entre todos; para los colombianos que al mando del general Carlos Francis, comandante del frente 16, supieron mantener la presión de lucha, muy necesaria en estos encuentros y para los americanos que como él habían sabido compartir, controlarse y confiar en el profesionalismo de los colombianos, se decía Wallace. Los cinco mil efectivos preparados para la guerra… que ya habían estado patrullando la gran selva del Guaviare por más de dos meses, en cuanto recibieron la orden de desplazamiento pudieron hacerlo gracias a la caballería aérea de helicópteros y en sólo una hora habían podido interceptar, ocupar y destruir, asegurando la total captura de más de 820 “guerrilleros” en más de 150 laboratorios de concentración de coca.
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Se estimaba que no menos de 200 toneladas de drogas habían salido de estas instalaciones en los últimos seis meses. El ejército había estado buscando este lugar por más de dos años pero siempre sin resultado debido a la falta de datos precisos y a los cambios de jefes en los altos mandos de la cúpula policial. Esta vez las fuerzas del gobierno se habían acantonado en el corregimiento de Barrancominas y progresivamente habían visto aumentar la gran actividad de los narcotraficantes hasta alcanzar grandes proporciones, ayudados por la seguridad que ofrecía la protección de los grupos de las FARC. Luego habían capturado a elementos de las FARC que se dedicaban a traficar en drogas y ahora no sabían si combatían narcotraficantes o elementos de las FARC… ya todos eran iguales. El coronel Wallace escribía rápidamente terminando su reporte desde Colombia al día siguiente, apenas después de haber llegado. Quería ser el primero con las buenas noticias. Realmente una operación relámpago, se decía. Ojalá todas las operaciones fueran así. Pero claro, los datos proporcionados por Diego, quien era miembro de su equipo y Fernandinho fueron claves para haber movilizado tan rápidamente a todos los efectivos militares y a los miembros de inteligencia. Felizmente que el ejército ya estaba en la zona. Pero eso no se diría. Todos los reportes serían escritos diciendo que sólo por los servicios de inteligencia y la labor paciente del ejército se había podido capturar tan extenso ramal de las FARC y ahora sí existía la clara evidencia de la participación directa en la elaboración de drogas y con destino a USA. —¡Y esto después de obtener el video de Montesinos, delatador del embajador en Perú! Creo que me deben dar una medalla de honor. Pensaba internamente.
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Lástima que no se pudo encontrar a Diego ni a Fernandinho entre los heridos o capturados. ¿Dónde estarán? Se preguntaba Wallace. ***** El “Negro Acacio” escupió sangre otra vez, miró varias piedras en el piso y vio como su sangre se amontonaba y se tornaba marrón. Sabía que estaba herido en un pulmón. Lo había visto antes, la sangre tenía burbujas. No iba a durar mucho más pero iba a matar al hijo de puta de Fernandinho y al otro renegado Diego, se dijo. Apuntaba hacia arriba para cubrir el agujero en caso alguien asome la cabeza. Veía que pronto iba a anochecer, casi había perdido la noción del tiempo. Debían de haber pasado ya varias horas desde que oyó la metralla de los soldados. Apuntaba con la ametralladora AK-17 que había sido su mejor amiga desde hacía dos años, nunca le había fallado. Sabía que no debió de haber confiado en estos dos hijos de puta. Ahora él era el único que podía perseguirlos. Seguro que el “gordo Pérez” y “el Chino” estaban los dos muertos. Pero antes de morir él les iba a clavar un balazo a estos dos mierdas para que se vayan juntos al infierno. Sabía que no tenían armas y que Fernandinho estaba herido, había visto a Diego prácticamente cargarlo. Pero no sabía si el pendejo de Diego estaba herido y ahora muerto o todavía vivo. No era posible que con tantas balas de los helicópteros Diego no tuviese nada, ni que tampoco haya sido herido. Maricón de mierda, camisa amarilla de mierda, repetía el “Negro Acacio”. Estaba lleno de rencor y sus ojos brillaban en la oscuridad del agujero. Había visto desaparecer todo por el fuego y por culpa de
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los malditos soldados. Los malditos llegaron en oleadas por aire y tierra, disparando. Increíble que todo haya pasado sólo unas cuantas horas antes. Parecían días, ¡carajo! Tenía que arriesgarse ahora y salir del túnel y mirar en la otra entrada. La adyacente, donde creía que ellos podrían estar y matarlos. Como piojos, ¡carajo! ***** En cuanto llegaron de visita a Barrancominas, Diego y Fernandinho habían ido con el “Negro Acacio” a sentarse en la oficina principal del centro infantil “Casa Verde”. Después de un corto paseo por las instalaciones estaban ahora revisando los últimos papeles de transacciones. El “Negro Acacio” había expresado palabras de agrado por la visita. Estaba contento de finalmente conocer a Fernandinho. ¡Este les había comprado y pagado por el transporte y envío de no menos de 120 toneladas de drogas en sus aviones de confianza en los últimos seis meses! Había tenido que pagar muchas veces sobreprecio a los pilotos para que trabajen turnos extras pero qué se iba a hacer, se decía. A veces había tanta droga por super producción que había que sacarla de alguna manera. Asunción en Paraguay era un buen destino para los embarques. Había sido uno de sus lugares preferidos cuando niño, viajando de vacaciones escolares con su padre… y ahora veía como Fernandinho, cliente preferido, crecía en su negocio y le daba solución a sus problemas de sobre inventario. Sabía que Fernandinho enviaba prácticamente toda la droga a Europa y Asia donde cada kilo se vendía a 160 000 dólares. Fernandinho había dicho que él sólo ganaba 3 000 dólares por
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kilo, pero eso no podía ser cierto, él ganaba mucho más. Probablemente estaría lleno de dinero y estaba bien que ahora venga a producir en Colombia para que invierta y sepa de los problemas de producir con el ejército colombiano y los americanos con sus aviones espía encima todo el tiempo. Le iba a enseñar todas las instalaciones y ayudarlo a que se instale aquí. No estaba seguro de este ex-agente llamado Diego… ¡y con la camisa amarilla!, se decía para sus adentros. Nadie se ponía colores amarillos vivos en la selva, salvo que sea un pájaro, ¡un tucán! se había dicho. Y su instinto no estuvo muy lejos de ser verdad. Cuando los soldados llegaron habían evitado disparar al de “amarillo”… siguiendo órdenes de sus jefes. Fernandinho no pudo vestirse de amarillo ese día, primero porque Diego sólo había comprado tres camisas y dos ya habían sido usadas previamente. Además Fernandinho no había querido indicaciones sospechosas y dar más de pensar al “Mono Jirón”, quien podría haber sospechado de la coincidencia. ***** La noche anterior al volver de Miraflores, Fernandinho le dijo a “Bembo” que no iban a salir esa noche del hotel pero que quería una chica de la “Casa de Buda”: —Preferentemente “Peaches” le dijo o cualquier otra que la “mama Beatriz” decida. Quizás, que manden también una para Diego creo que se llamaba Sandra. Y si tú quieres puedes pedir una a mi nombre y traerla aquí, cualquiera que tú quieras- de esa manera el “Mono Jirón” no tiene nada que negar ni objetar porque tú estarás con nosotros. Y no estamos saliendo del motel, le dijo.
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Diego estuvo de acuerdo y ofreció su suite para la diversión. Fernandinho insistió diciendo que quería pasar una buena noche ya que irían a Barrancominas al día siguiente y después de regreso a Brasil. “Bembo” respondió: —Hablaré con el “Mono” y salió rápidamente del hotel muy animado ¡Entusiasmadamente… se decía Bembo!... ¡tengo un prospecto de tener una buena sacudida esta noche y además tengo un poco de coca para la ocasión! Ya camino al automóvil, pensó… –¿pero para qué darle más problemas? Primero voy a la “Casa de Buda” miro a las chicas y si está “Rosita”, que también la conocen como “Chupete”, no voy a dudar en llevarlas a todas. Con la gracia del Mono o sin ella, ¡qué carajo! ¡El Mono que se encargue de sus mujeres! ¡Y que no joda!... “Bembo” se convencía solo. Cuando llegó a la “Casa de Buda” “Bembo” fue directamente a hablar con la “mama Beatriz” y ella comprendió inmediatamente la importancia que tenía para Fernandinho el tener contacto con ella. No era normal en él que quisiera una chica dos días seguidos… ¡y menos la misma! Mandó llamar a “Peaches” Sandra y Rosita y les ordenó ir con ‘”Bembo” a La Fortaleza. También la “mama Beatriz” envió cuatro botellas de Chivas de 12 años para que no tengan que pedir en el hotel. Coca y comida para que no tuvieran que salir. A “Peaches” le dijo que avise a Fernandinho que ella iría a La Fortaleza a las 12 p.m. en punto, en caso él la necesite. La “mama Beatriz” olía que había bastante dinero para ella si sabía comportarse y conocía a Duda quien nunca le perdonaría no cooperar con Fernandinho. Era peor ser enemiga de Duda, pensaba la “mama”. La “mama Beatriz” tenía miedo de Duda, del modo que
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miraba ¡con esos ojos negros sin fondo! y sabía que disponía de muchos medios para convencer a una persona. Por las buenas o por las malas. Mejor estar de su lado, se dijo. A la mañana siguiente, “Bembo” estaba feliz... ¡habían pasado una noche espectacular! “Bembo” no fue de la partida a Barrancominas y sólo se enteró del asalto del ejército al día siguiente. Había pasado todo el día “curándose” de la noche anterior. Del dolor de cabeza de tomarse una botella de Chivas él sólito y de toda la coca que había consumido con Rosita. “Bembo” se miraba su nariz tan roja en el espejo! Tampoco se dio cuenta cuando la “mama Beatriz” llegó y ofreció un teléfono celular a Fernandinho para hacer su llamada a Brasil y avisar a Duda que irían a Barrancominas la mañana siguiente… y que ojalá que la policía o la DEA o el ejército o alguien tenga la sabiduría de enviar elementos que puedan seguirlos y rastrearlos porque no sabían adónde específicamente llegarían. —Diego, dijo Fernandinho, estará vistiendo una camisa amarilla. Diego por su parte, en algún momento durante la “fiesta” en su habitación, había bajado al baño del lobby del hotel y pretendiendo estar muy borracho, cuando estaba en el urinario, casi cantando o hablando consigo mismo, al ver entrar al conserje del hotel, dijo: —¡Qué buen hotel es este Fortaleza y toda su gente! Pero tengo que ir a Barrancominas mañana temprano y no sé para qué ¿será para pasear o ganar dinero?? El conserje que también había entrado después de asegurarse de que no había nadie más en los baños… mirando bajo las puertas de los escusados, mientras hablaba bajo, le dijo:
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—No se preocupe operativo, Wallace dice que estamos a su lado. El avión-radar rastreó su vuelo a Miraflores y estará listo mañana también. Prosigan. Diego no demoró más y con un movimiento vertical de la cabeza señaló su entendimiento. Salió todavía fingiendo estar casi perdiendo el equilibrio al caminar y volvió a su habitación, siempre hablando solo. Muy temprano al día siguiente llegó “Juan Balas” para llevarlos a Barrancominas a conocer los laboratorios y al “Negro Acacio”. Se repitió el mismo viaje terrestre hasta la pista de aterrizaje privada que tenían los de las FARC y después de un vuelo de 45 minutos hasta el oriente colombiano donde ya la densa selva del Guaviare se dejaba ver. Impenetrable con muchos y enormes árboles de denso follaje verde oscuro. Gran cantidad de maleza trepaba y cubría casi cualquier cosa que les diera apoyo. Aterrizaron y salieron rápidamente del avión. Fueron llevados a una oficina cercana en medio de los árboles. Se veía a muchas personas caminando dentro y fuera de este campamento-escuela, bastante grande para estar en plena selva. Todo terminó casi al haber comenzado. A medida que se servían unas tazas de café hervido con canela y comenzaban a planear la visita detallada por el campamento, el “Negro Acacio” explicaba cómo era imposible para cualquier ejército ver nada desde el aire por la cantidad de vegetación, cuando en eso una gran explosión y muchos disparos se escucharon casi simultáneamente forzándolos a bajar las cabezas como protección instintiva e hicieron que afuera toda la gente corriera y se dispersara por todas partes. El “Negro Acacio” se paró abruptamente empujando la silla en la cual estaba sentado. Instintivamente arrimó a un lado una petaca de paja y haciendo bastante esfuerzo levantó una tapa
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redonda del piso, dejando ver una entrada oscura a un túnel. Luego fue a abrir la puerta de la habitación colindante para ver qué sucedía, y fue cuando Fernandinho emitió un gemido pero reaccionó rápidamente para mirar a Diego. En eso Fernandinho levantó la cabeza y vio por un agujero del techo a dos soldados que acababan de deslizarse por sogas desde un helicóptero que se había detenido justo arriba de la edificación. Mientras otros trataban de derribar la puerta de la habitación colindante. Se oían ráfagas como si los soldados dispararan en abanico para barrer enemigos dispersos. En eso claramente se oyó cuando unos soldados parados del otro lado de la pared gritaban: —¡Que no se dispare al de camisa amarilla! Con esto el “Negro Acacio” volteó la cabeza y agarró una ametralladora que colgaba de la pared, comprendiendo en el acto que había sido traicionado y comenzó a disparar su ametralladora en la dirección de Diego y Fernandinho… éstos sólo atinaron a saltar dentro del túnel que momentos antes quedó al descubierto bajo el escritorio del “Negro Acacio”. Querían huir del “Negro Acacio” y de sus armas… el negro ahora disparaba en todas direcciones por estar dando traspiés tratando de mantenerse en equilibrio y correr, evidentemente en estado malherido. También había sido alcanzado por una bala perdida. El “Negro Acacio” y Fernandinho habían sido alcanzados por varias ráfagas de balas que entraron perforando el techo de calamina. Casi cayéndose saltó el “Negro Acacio” también dentro del túnel cerrando la tapa con un gran cerrojo por dentro. Diego a sólo unos pasos más allá en la penumbra del túnel, sosteniendo a Fernandinho, notaba que la tapa era en realidad
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una gruesa plancha de fierro forjado. Aunque el túnel tenía luz artificial, esta era bastante débil y sólo iluminaba los primeros metros. El túnel era un sistema de comunicaciones antiguo que unía a todos los laboratorios en un sistema de laberintos subterráneos construido cuando las operaciones corrían peligro de ser invadidas por la policía o por otros narcos competidores. Pero ahora estaba abandonado. Desde que las FARC habían “liberado” la zona, ya no era necesario llevar nada por el sistema de túneles. Insumos como solventes, materiales de empaque y la misma gente eran ahora más fáciles de ser transportados igual que todos los otros servicios... a la luz del día y a la vista de todos. Viendo al “Negro Acacio” tan cerca Diego trató de penetrar y avanzar por el túnel hacia adentro, pero sólo pudo jalar a un costado a Fernandinho y tomar un túnel lateral. Había notado que el túnel principal se bifurcaba en algunos metros más llevando a diferentes direcciones. Tocó el pecho de Fernandinho mientras lo llevaba a cuestas. Se dio cuenta de lo empapado de sangre que éste estaba. Sentía colgar el brazo de Fernandinho y batirse hacia los costados con el movimiento de intentar andar en medio de tantas raíces de árboles antiguos. Sólo podía tratar de avanzar lo más rápidamente posible pisando piedras y sujetándose de las paredes de tierra mojada… en partes... las cuales eran resbalosas al tacto. Trataba de no caerse por la cantidad de raíces que cubrían el piso y las pocas aberturas de túnel que encontraba en el camino imposibilitando la huida. Algunas aberturas eran naturales hundimientos y otras eran los remanentes del antiguo sistema. Tenía ahora a Fernandinho con un brazo sobre su hombro. Temía caerse si trataba de levantarlo teniendo al “Negro Acacio” a sólo algunos pasos de distancia.
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Todo paso era seguido de un tropezón por la oscuridad del sistema de túneles. Trataba de alejarse del camino de los disparos que se oían de vez en cuando pero podía oír al “Negro Acacio” toser y que maldecía siguiéndolos. Diego continuaba adentrándose más y más sin saber hacia adónde se dirigía. Ahora casi exhausto de tanto esfuerzo de caminar y tratando de agarrarse de las paredes, cargando a Fernandinho, bajo una penumbra de luz que se formaba débilmente por una abertura del túnel, Diego pensó qué hacer y cómo atacar al “Negro Acacio”. Sabía que no podía seguir huyendo. Encontró una abertura natural, la cual era razonablemente grande como para salir, y con todos sus sentidos alertas se fijaba en su entorno. Podía oír al “Negro Acacio” que maldecía en algún lugar cercano y pensó que esto no podía continuar más, Fernandinho necesitaba descanso y atención médica pronto. Había visto su brazo casi deshecho por el disparo, probablemente se le había astillado el hueso. Decidió dejar a Fernandinho por un momento y salir afuera para localizar al “Negro Acacio” y ver dónde estaban..., ya no se oía ningún otro ruido. No sabía cuánto se habían alejado del lugar de operaciones. Sacó la cabeza por el agujero sobre el suelo y calladamente trató de escuchar lo más que podía. Todavía había luz de día, y veía espirales de humo que salían a la distancia distorsionados por el viento y las copas de los árboles. En eso oyó al “Negro Acacio” decir con voz pastosa: —¡Maricón de mierda, los voy a matar a todos, carajo! La voz salía de un agujero vecino. Avanzó lentamente rampando sobre su estómago. Se sacó la camisa amarilla y la llenó de tierra roja y pequeñas piedras del suelo y tomó una gran piedra con la mano derecha. Ahora contando hasta diez,
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para lograr concentrarse, lanzó la camisa con tierra y todo, lo más abierta posible al centro del agujero, casi tapándolo con la camisa y tierra. Oyó la rápida sucesión de disparos de la metralla de la AK-17 y las maldiciones. En cuanto cesaron los disparos, dio varios pasos al frente y acercándose rápidamente al agujero del “Negro Acacio” lanzó la piedra con gran fuerza en el agujero, oyendo un golpe y un gemido de dolor. Inmediatamente Diego saltó con los pies hacia abajo tratando de tensar los músculos de las piernas pero doblando algo las rodillas como en un golpe de karate, sintiendo como el pecho del “Negro Acacio” se hundía bajo sus fuertes zapatos. Había caído justo al centro del cuerpo del “Negro Acacio” donde el estómago se une al pecho. Este soltó un soplido lleno de sangre manchando toda una pierna del pantalón de Diego. Diego no esperó más, tomó la metralleta con la mano izquierda jalándola con fuerza de las manos del “Negro Acacio” y con la mano derecha lanzó un puñete hacia abajo sobre la manzana de Adán de su oponente quien ahora ya no dijo nada... sólo abrió los ojos ahogándose en su propia sangre. La camisa amarilla sirvió para hacer un torniquete a la altura del hombro de Fernandinho quien estaba ahora sin sentido. Al menos paró la sangre, se dijo Diego. Pero sí tuvieron que pasar esa noche en el mismo lugar porque no querían arriesgarse a perderse o encontrarse con algún animal salvaje o un guerrillero. Sólo al día siguiente muy temprano, Diego pudo orientarse y regresar hacia la zona de los laboratorios. Felizmente el ejército había dejado unos soldados en guardia quienes después de obligarlos a identificarse procedieron a llamar a un helicópteroambulancia para llevarlos de vuelta a Bogotá… ¡supuestamente
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como prisioneros!. En Bogotá, Fernandinho necesitó de una operación rápida en el brazo para desinfectarlo restablecer la circulación a nivel semi-normal y sacar todas las astillas de hueso. El médico dijo que el brazo quedaría prácticamente inutilizado, aunque quizás no, si se hacía una operación especializada con injertos y que pudiera ser realizada pronto. Pero no en Bogotá sino en USA donde los equipos podían garantizar un mayor porcentaje de recuperación. Tuvieron que hacerle varias transfusiones de sangre y darle una gama de antibióticos para evitar la fuerte infección que ya había comenzado, por haber estado mucho tiempo en ambiente caliente y con suciedad de la selva… muy activa en bacterias, terminó diciendo el médico. Ambos fueron trasladados a USA a pedido de la DEA. —¡Felizmente vivos!, pensaba Diego.
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FASHION MALL Fort Lauderdale, USA Salía Omar Montenegro del Sheraton “Yanki Trader” Iba camino al estacionamiento, próximo al Fashion Mall en Fort Lauderdale en busca de su carro allí estacionado. Sentía tener la cabeza cargada con una gran cantidad de información, pero también iba en busca de soledad para ganar compostura y serenidad. Venía de reunirse “socialmente” con su prima Ángela y Duda en el restaurante Max situado en la planta baja del Fashion Mall donde hablaron por cerca de 4 horas. Eran ahora cerca de las 10 p.m. Quería retornar a casa. Sentía cierto alivio de volver a estar solo. Esta reunión había tenido de todo. Pero sobretodo, se había sentido “desnudado” mentalmente por Duda quien había ingresado a su mente como si esta fuera su casa. Había abierto muchas puertas y subido niveles y había hecho que se sienta como un niño en primera confesión. Sus ojos negros, como dos cristales de ónix, –parecían de piedra pulida y tallada–, se habían visto fijamente reflejados por mucho tiempo mientras hablaba y Omar había sentido la mirada de Duda penetrar en sus ojos y siguiendo el nervio óptico, ir a todos los rincones de su cerebro. Felizmente ángela había sentido su turbación y lo ayudó en muchos de los pasajes interviniendo en la conversación. Dos días antes, apenas Omar había regresado de Venezuela,
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después de ir a Cali, Colombia, donde había recibido la llave que allí le entregaron de parte del señor Madero había sonado el teléfono de su oficina y escuchado la voz de ángela que le anunciaba que estaba en Fort Lauderdale con Duda. Se pensaban quedar unos días y lo querían ver. Accedió a verlas en el Sheraton donde ellas estaban alojadas. Esa tarde a eso de las 5 p.m., Ángela había bajado a verlo en el lobby y le dijo que Duda también venía con ellos, que la esperarían unos minutos. Mientras tanto Omar le contó lo que sucedía con varios miembros de la familia… que todos estaban bien y que ¿quién sería el presidente en Perú?, ¡ofrecían de todo como todos los presidentes y no hacían nada, como Toledo!, replicaba ángela. Ojalá que pasadas las primeras alegrías políticas se empiece ya a escuchar planes serios de inversión y desarrollo, y no sólo de lo malo que fue el gobierno anterior. Mientras que Omar hablaba con Ángela, por sobre su hombro vio caminar hacia ellos a una hermosa mujer mulata. Alta, vestida toda de blanco, de cabello muy negro y lacio que volaba hacia atrás a medida que ella caminaba en línea recta hacia ellos con pasos derechos como de pasarela, de gran modelo de modas. A medida que se aproximaba, pudo observar la perfección de todas sus líneas, comenzando con los dedos del pie, pues vestía sandalias marrones y con su perfilada nariz que apuntaba ligeramente hacia arriba. La perfección de sus bellas piernas color caoba era evidente. Vestía una minifalda blanca muy corta pero suelta. Su torso, brazos y rostro eran bellísimos, con un resplandeciente brillo color caoba. También su blusa era blanca y suelta y de una gasa de algodón fino. Pensó Omar que probablemente el conjunto era de Bahía,
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Brasil. Pero más pensaba cómo, el todo, era un conjunto tan armonioso: mujer, aura y vestido. Duda sabía que causaba sentimientos de turbación en la gente. Sonriendo le alargo la mano, miró en sus ojos, con esos sus ojos sumamente negros y le dijo: —Tú eres Omar. Ángela me ha contado mucho de ti. Sé que nos vamos a entender. Lo siento en mi pecho y en mi alma. Con la intención de estrechar la distancia humana, le ajustaba ligeramente la mano con un calor eléctrico que también lo sintió en el medio del pecho. Diciendo esto ella se puso una mano en el pecho… pretendiendo un desmayo. Lo cual hizo reír a ángela. Lo que menos pensaría Omar era en tener ese tipo de impacto sobre alguna mujer. Duda era una manipuladora de sentimientos, pensó Omar. Sabe mucho de la naturaleza humana. Ángela miró a su alrededor buscando un lugar para sentarse y poder conversar los tres, a lo cual Omar respondió que muy cerca, al costado, estaba el Max. Hacia allí se dirigieron a paso lento. Cuando abrieron la puerta, una chica latina los guió hacia una mesa casi al centro del bar. Al sentarse Omar paseó su mirada en 180 grados para ver el bar y obviamente notó que todos los hombres sentados en los taburetes del bar tenían la mirada fija en Duda. Ella por su parte sólo tenía ojos para el grupo y para conversar con Ángela. Su nariz fina apuntaba hacia arriba en gesto de elegancia. Internamente Omar… ya se veía teniendo que espantar a todos los “cuervos” del bar y sentía celos anticipados. Llegó el mozo y pidieron vino tinto y algunos platillos variados para poder conversar. Duda dijo ahora dirigiéndose a Omar: ¿Viajas mucho?, ¿a Brasil?… cuando vayas la próxima
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vez no intentes buscarme. Sin esperar respuesta, añadió: —Ahora puedes encontrarme aquí, en Coral Gables porque acabo de comprar una casa en Alhambra Circle, cerca a la “Piscina Veneciana” Ángela se quedará conmigo. dijo:
Omar volteó a mirar la cara de ángela, quien sonreía y
—Ya no iré a ninguna parte. Ayudaré a Duda en uno de sus muchos proyectos. Este se llamará, “Blanco en Blanco” Será el nombre de una cadena de tiendas de vestir para damas donde ellas podrán encontrar toda clase de prendas femeninas pero sólo en color blanco, sea para fiesta o para la playa. ¡Con esto te digo que ya no me interesará seguir a Diego... a ninguna parte! —A propósito te cuento que venimos del hospital Jackson Memorial en Miami donde ambos, Diego y Fernandinho, están reposando después de las acciones en Colombia. —Fernandinho acaba de ser operado del brazo y se quedará unos días más internado. Después vendrá a la casa de Duda en Coral Gables donde continuará su rehabilitación. Necesitará protección policial por esos días y luego será trasladado a un lugar no especificado en el Norte… creo, que en Nevada, para dar toda su versión de las operaciones de los colombianos. Creo que también quieren que vaya a Europa y Paraguay. —Por mi parte yo ya tengo escrita y notarizada mi versión de nuestra operación de Orquídea Negra y no sé cuál es el siguiente paso, pero no me preocupa. Dijo Duda. Omar intervino: —Me imagino que se trata de las acciones de la DEA en Colombia. Pregunto por curiosidad porque sólo he leído muy superficialmente lo que pasó allá. ¡No tenía idea que Diego y Fernandinho estuvieran involucrados en eso!
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¡Estuvieron muy involucrados! Ya te cuento en otro momento todo, pero ahora sí te confirmo que ésa es la razón por la que ellos están en el hospital y nosotras aquí!. Dijo ángela. ¿Pero tú no ibas a reunirte con Diego tan pronto pase su estadía en Perú? Preguntó Omar a Ángela. Ellas lo miraron tristemente... y ángela le confió: —No, él irá a vivir con su esposa e hijo en Virginia. Creo que va a ser descargado del servicio y creo que es lo que él quiere también. Felizmente que Duda me ayuda a recuperarme hasta que vuelva a sentir algo otra vez… ¡Si es que alguna vez vuelvo a sentir algo! Quedaron los tres en silencio, pensando, mientras que tomaban un poco de vino a modo de solidaridad con Ángela. En eso se acordaron de Alexander y Omar preguntó a Ángela en qué había terminado toda esa situación. —Supe que lo asesinaron. Dijo Omar. Ángela contó cómo la policía había capturado al asesino, relatando todos los detalles del accidente en la carretera al Norte en Perú y contando que su familia felizmente estaba tomando todo con mucha calma. —¡Fue horrible!, dijo ángela. También en Perú todo está en revuelo. No sé qué pasará ahora. De todos modos, ya no me importa porque voy a renunciar. Pero el coronel Wallace sí que está muy feliz por las acciones en Colombia y ahora debe estar pensando en salir de vacaciones… ¡El muy sinvergüenza! En eso, Omar notó que Duda lo miraba intensamente y él ahora, dirigiéndose a Ángela, le contó que Alexander una semana antes de morir, después de la noche de la comida en las Casuarinas, le había enviado una llave al hotel. La cual, siguiendo instrucciones de Alexander, la había llevado a Cali donde un tal señor Madero. éste a su vez le había entregado otra llave que estaba en su poder ahora, en su casa.
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Ángela lo quedó mirando por un tiempo y después de un rato comentó: —Esa llave debe ser la que faltaba. La de alguna caja de seguridad, ¡y con la recompensa del video-cassette!… Pero es mejor tener cuidado, ya hay mucha sangre de por medio. Duda sonriendo e inclinando la cabeza, dijo: —¡Quien no arriesga no gana!… ¡Si necesitan mi ayúda sólo basta decirlo! Ángela y Omar se miraron y decidieron que no tenían nada que perder. Y con Duda al lado ni qué temer. Sentían que no habían hecho nada ilegal ni perverso. Pero de todas maneras los dos querían ir con Duda y así se lo dijeron. Acordaron ir al aeropuerto de Miami al día siguiente y ver qué secreto tenía la llave. Duda sonreía enigmáticamente y tenía los ojos muy brillantes. Omar sentía su presencia total en forma de plasma etéreo. Después de todo lo oído. Toda la historia de la cual Omar era también parte, no le quedó duda que con Duda al lado las cosas saldrían bien y se despidió de ellas con una sensación de pérdida… de desolación… con miedo de perderlas y como si ya quisiera verlas otra vez. Salió hacia el estacionamiento del hotel Sheraton “Yanki-Trade” con un vacío en el corazón, mezcla de pérdida y logro, de algo viejo y nuevo… algo que comenzaba a nacer. Ahora ya en su automóvil manejando por la 1-95 apuntando rumbo norte, camino a casa, su teléfono celular comenzó a sonar, tomó el teléfono y escuchó la siempre agradable voz de Duda decir: —¿Sabes que siempre pensé en formar la “Orquídea Blanca” en Florida? La escuchó reír y colgar.
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Ahora recordando que ella tuvo o tenía una companía financiera en Brasil, que se llamaba “Orquídea Negra”, Omar pensó: Orquídea Blanca con polvos de Orquídea Negra.
Epílogo Challe Consideraba dar aumentos mínimos de salarios para mantener su también alicaída popularidad pero sin afectar más la situación caótica en Venezuela. Regina Consideraba un nuevo trabajo esta vez para ser representante de Reuters en Rusia. El petróleo ruso podía ser un gran desestabilizador del sistema de la OPEP. Se buscaría un funcionario cercano a la cúpula para la infiltración. Regina pensaba seriamente en comenzar una nueva línea de perfumes que llevaran su nombre. General Prieto Fue enviado como delegado permanente de Venezuela al Consejo de la OPEP en Europa. Embajador USA Casi se atraganta comiendo su cereal mañanero viéndose en el video en las noticias de Tv. Coronel Wallace Tuvo que comunicarle nerviosamente a su esposa, la interrupción de sus vacaciones en Italia para volver de urgencia a Perú a discutir el problema del video de Montesinos. ¿Dos Videos? Diego
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Consiguió que Fernandinho financie la formación de una compañía de seguridad para ejecutivos y diplomáticos en USA con base en New York. Duda le auguró éxito y le predijo que la compañía tendría subsidiarias en las principales ciudades del Mundo. Ángela Fue gerente de las cadenas “Blanco en Blanco” por muchos años y comenzó a cultivar orquídeas. Fernandinho Irene llegó al día siguiente al Jackson Memorial a verlo y planeaban vivir parte del tiempo en Montana, donde tendrían un criadero de caballos de carrera y en Miami cerca a Duda por el calor y las playas. Fernandinho nunca recuperó el movimiento del brazo izquierdo. Duda Sonriente, bella y sola seguía ganando mucho dinero en cuanta aventura comercial iniciaba. Ahora poseía más de 3 000 orquídeas en su casa en Coral Gables, Miami. Mariela Conoció a un italiano de 60 años funcionario de una empresa hotelera que la invitó a unas vacaciones en Varadero, Cuba. Mirando la playa y sintiendo el calor y la música pensaba y extrañaba a Carlitos, su esposo. Terminó casándose con el italiano y viviendo en Irán donde las mujeres deben ser extremadamente recatadas y tienen que vestir velo. Carlitos Tuvo que pasar 10 años en una cárcel peruana. Cuando salió
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ya no era el mismo, ya no pensaba ni quería más a Mariela. Marisela Encontró que unas cifras de un papel que Alexander mantenía en su departamento eran el código de una cuenta numerada de un banco en Suiza. Sofía Encontró que vivía mejor sola. El “Perro” Tuvo que trabajar muchas horas extras para poder mantener el vicio de su esposa, Narcotraficantes Colombianos A través de políticos amigos usaron el video de Montesinos para hacer que el Plan Colombia fuera revisado en el Congreso Americano disminuyendo el presupuesto de la DEA, una vez más. Esto permitió a los narcotraficantes retomar el poder de decisión y tráfico directo de manos de las FARC. La quema de los laboratorios sólo los ayudó a construir más y mejores laboratorios porque el precio de la droga subió. Carlos Castaño, jefe de los Contras se vio forzado a renunciar por no contar con dinero ni armas para continuar la lucha contra las FARC.
Nota El verdadero Fernandinho se encuentra aún en una cárcel de Brasil, cumpliendo una larga condena impuesta por los jueces de dicho país.
Indice Presentación.......................................................................... Lujuria................................................................................... Ambición............................................................................... La llave................................................................................. Diego..................................................................................... Corrupción............................................................................ El “Loco”.............................................................................. Regina................................................................................... Video Casette........................................................................ ángela................................................................................... El “Perro”............................................................................. Confusión ............................................................................ Miami.................................................................................... Fernandinho.......................................................................... Mariela.................................................................................. “Duda”.................................................................................. “Carlitos”.............................................................................. “Orquídea Negra”................................................................. “Doble juego”....................................................................... El “Mono”............................................................................ “Casa de Buda”.................................................................... Gato negro............................................................................ Fashion Mall.........................................................................
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Impreso en los talleres gráficos de Gráfica Bellido S.R.L. Los Zafiros 244 - Balconcillo La Victoria (Lima 13), Lima-Perú,