Naufragios-noved

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  • Words: 3,919
  • Pages: 48
FRIDO MARTÍN

NAUFRAGIOS

Naufragios / Frido Martín

FRIDO MARTÍN

NAUFRAGIOS

Primera edición Lima, 2003

NAUFRAGIOS © Frido Martín Hecho el depósito legal Registro N° 1501132003-3848 Impresión: Línea & Punto S.A.C. Av. Arnaldo Márquez 2250 - Jesús María RUC: 20109259757 Lima, Perú

Entre fumarolas y fervores, tiernos glaciares, entre tanto mar, harto y absorto. Entre alba y orto, los amares y los ponientes, entregadores, entregadores. Anónimo popular

Al lector: Estos treinta y un poemas comenzaron a escribirse, casi ellos mismos, allá por el ya lejano año de 1986, antes de que vuesamerced tuviese a bien conocer que el autor dellos imaginara, apenas doce después, hacer con los hasta entonces reunidos un libro, cuyo espectro inicial no diera a aquel ciego servidor que fui y sigo siendo el más mínimo indicio de la circunstancia que dos años después me arrojaría al libro que hoy vuesamerced abre ante sus ojos. Sobreviviente a la dicha condición es el autor del presente, cuyos dos primeros Naufragios dedico a vuesamerced, a quien llamaré, por mor de un recibidor, Aysa, pálido aunque asaz reflejo de la que hubo a la sazón mi amor. Los otros Naufragios son para mi halladora, Gabriela, sin mor pero con amor.

Primer Naufragio

MUCHO ANTES Mucho antes de que cualquier humanal haya sido soñado por macaco, en atávicas semillas de Mandel, mucho antes de que Darwin mutara en Adán, en Eva, Caín o Abel, yo ya te conocía, Aysa mía, entre las olas de un lejano mar. Eras tú el cetáceo canoro y yo la gregaria foca insular, absorta ante ti como ninguna, en medio del encanto y el amor. Tú, colosal y altiva creatura, y cuán frágil en tus cantos de cristal, en tu tierno gemir bajo la luna, reflejada por las olas sin cesar. Y heme allí, foca entre focas, en pos de canto entre tanto runrún de mis entrañas y de mi manada, entre broncos balbuceos sin domar que no dicen ni tris a mi ballena, a quien pretendo, inocente de mí, aunque sea cual precario bocado entre sus fauces de mamante brutal.

ALGO ASÍ No como un ángel decapitado que besa tu collera desolada, ni como un salteador inconcluso hecho mil pingajos en el intento, ni como una torre de alta tensión de donde cuelgan canoras pelucas, ni como bezos paridos por besos una noche que apenas es noche, ni como fervores de ancas ebrias a lomo de humanal desbocado, ni como tus ojos donde naufrago hecho legiones y sin par dichoso, ni mañana ni ayer o algo así, ni dentro ni fuera o así mismo, ni así, así, así, así, algo así.

14

UNA LÁGRIMA EN EL MAR De cristal en el mar una lágrima, y en la lágrima una nave encallada, donde yacen a solas los que fueron para no ser y quizá sin sabiendo la sal inconclusa de los zócalos destos ebrios ojos fuera de órbita que lloran la tormenta, tan llorando, y tú que, por velar, giras y giras, de sal encalleces, sin evidencia.

15

DESDE LAS HONDAS CUMBRES En las hondas cumbres, yacen los estigmas; en las hondas cumbres, se empina el abismo; y en la cresta misma —y por un instante—, brilla tu mirada, gime mi caída.

16

DESDE EL CIELO Cual marisma oye tu vientre y cual ella que se hincha, me robaron estos mares sin gotica de naufragio. Así yo en el hondo cielo destos negros ojos tuyos, navegando cuán deserto estas ínsulas sin mares, estas islas sin arena.

17

MI SOPLO VITAL Murieron las musas en este naufragio, en este nocturno naufragio de amores; quebráronse mástiles, roncaron maderas, sin luna, ni estrellas, ni sol: sin presagio. Abriéronse mares, abriéronse cielos; abriose la herida estos sus labios; abriéronse ciegos los ojos, absortos; sumieron mirada, sorbieron las diosas. Así, pues, orfano de amor y de estro, a tientas, te busco, sin luz, sin sufragio, en pos de asirte, obtuso, indiestro, en piélagos hondos, en hondos los cielos, incierto de hallarte, tras el tu contagio, mi soplo vital, mi lucero entre hielos.

18

Segundo Naufragio

SEASICK (OF YOU) Ya cuelgan en cables, lisas, las carnes, y con los guisantes plañen las frondas; mas hiédenme los aires sin niñas ni frescas contemplaciones, pues por algo hinca el vientre y vibra el árbol; y heme aquí bajo el eclipse de luna, atrapado entre arrecifes, resignado respirando a brisa lenta que sóplame el estambre de la vida por entre la afanada ruta menor, y por más que grito, clamo y vocifero sin pena ni gloria entre estas paredes de tu ventosa, a mengua de dorso, de panza y de piel o de carne.

POEMA INDIGESTO No mis labios sus asedios fijar han aquí en mi trompa el de bríos cuerpo tuyo cual si pez abisal fuera, que por gramo duele el odre de tu miel provisto asaz de escamas duras, ni por más que críe el topo este bastardo ni fermente mal al ojo toda fosa, cuán al cielo y de repente, pues calmo aquí en las aguas me diluyo, girando en torno a esta la nave tuya, mas siempre condenado tripulante, de escamas este vientre afanando, a ver si al fin ingesto mal espanta por allá tu prole aquesta, aunque aquí ante mi trompa y ojos juntos, bien la mía mal mi grado.

22

POEMA PARA DESALOJARTE ¡Ay si mares sin ahogo por el orbe magno hubiera, qué sería de los zócalos y fosas desta mi nariz ganchuda!, ora que si bien el cuore habemos por esos los interpuestos fueros de las vértebras, en las entrañas ajenas y mías bullen crocantes los ecos cual extraviados guijarros rozando de pelos mares al latir destos estambres que muy bien la carne traman; ¡mas cuán libre el acre acopio a tiento de eco y de mar y terremoto!

23

EN EL ANFITEATRO A tu única razón de amarme entregado estoy yo sin más remedio (acostado en la fría litera bajo esta cuadrilla de faroles o mirones por doquier sin recato en el anfiteatro de tu cuerpo): tu demente vivisección perpetua. ¿Qué, pues, quieres de mí con escalpelo me tajando pellejo sin mesura?, ¿por ventura querrás mi tierno cuore cecinado en todas tus entrañas con mi sangre y con mi gris materia, a ver si dese modo fibra alguna de tu ánima tocar finalmente? Y por más que porfíes en carnajes de mi alma en los mares anclada de tu cuerpo ebrio hecho tormenta, no podrás conservarme ni un poquito ni en formol ni en las fosas de tus ojos que confío al aprendiz ya ciegas, desalmadas y bajo los faroles.

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POEMA DEL NAUFRAGIO Urgiendo las ubres harto finibles, andando el mundo voy en busca del rango y del dominio entre estas mis hermanas las vacunas y los pingües militantes de mi grey, aunque ignaro sin par pues sabe Dios qué récipe secreto ejerce su dominio cual esfera grave sobre hombros del único Atlas perdido sin más entre estos otros cubiertos de polvo libros de mi estante, pesados por tragar tanto dilema destos que incansables me atribulan (ubres igual que hombres) tanto cada día, que no será el rigor de los guarismos quien dé con la exacta trompa en la ubre o con la precisa ubre en la trompa, sino desta vieja mole el reventón, llevándome a los fondos de los mares. Así sopesaré yo mientras tanto, que si es que acaso pocas reses nos atan por las ubres, humano el señorío permanece, según el lapso destas mis hermanas; mas si es que pocas testas de mi grey

25

no muestran desapego por las ubres, bovino es el imperio sobre el orbe, según el lapso de los humanales. Y, aún así, la arcana formulilla ni el hórrido naufragio desta mole podrá ni desvelar una pizca siquiera, ni por tantos hambrientos de mi grey ni por los vegetarianos.

26

POEMA EN LOS FONDOS MARES A los fondos de los mares llegar he, aciago de antiguas expediciones. !Al diablo con los récipes arcanos que otrora atribuláronme sin tino! Al fin naufraga el leño sin mesura en pleno de vorágine ojo incierto, y ronco ruido envuélveme sin coto, mayor a los mugidos de mis ubres, a causa destos ácidos residuos que son tributo a las amadas reses. Y así por fin hinchareme bien su grado pa’ broncear estas mis yucas con fervor, hasta que arribe el reventón en esta la mole mía, rodando hacia los piélagos destas breves tus pupilas que atesoran los abismos, los asedios de miradas que limitan mi silueta con sin fin de creaturas, vivientes o sin vida, arrojadas a mi encuentro.

27

Y no sé, por más que caigo, si es que tocaré los fondos, este anzuelo de tesoros con la trompa muy abierta, guardando y me aguardando.

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EN MEDIO DESTA JUERGA En medio desta juerga nada huelga, ni aquesta nao de gran calado que se apoltrona entre las olas de mi cuerpo sin canto agitadas, con sus buenas gambas mismos remos, ni aquella cuchufleta chalana que fondean insaciables grumetes entre tanta golosa cuchipanda. En medio desta juerga, nada, huelga, blanquea la mirada bien atenta, y desa guisa chúpame la verga, enfúndame la vela, y turgente resople hacia alta mar acorazado fuera y dentro de tus entrañas todas que harán en mí gran carnicería para magno holgorio de los mares. En medio desta huelga, nada es juerga, aquí en el fondo de los piélagos donde habitan peces abisales que a mordiscos visitan mi carcasa sin la priesa menor ni desperdicio, mas diligentes pese a la holganza o más bien, sin duda, gracias a ella, pues ni un huesecito se perdona.

29

POEMA PARA LA FOSA Pie a tierra sobre estos cuerpos acecinados a buen paladar, que todavía apolilladas, ancladas naufragan muelas en espaldas, cual estelas que cielos no cejan en mermar.

30

TIRANDO CINTURA Tirando cintura me dejas aquí y tirándote en sueños, amor mío, que aunque el globo nocturno te divisa tras el ámbar destos fríos faroles aquí en los confines de mis entrañas igual que en el pellejo de mi lecho, te extravías en cada parpadeo cual nave que naufraga en una gota que cayendo recorre mi mejilla.

31

NO EXTRAÑES MIS ENTRAÑAS No extrañes mis entrañas, vacantes por el filo de la daga ocular de tu rostro cegado, que escudriña mis vísceras cual sierpes de Medusa. No ha podido Perseo (por más que tu sesera yace ora en mi vientre, desterrada de tu cuerpo) dar buen fin a tus días, hermanos de mi sangre. Y muy a pesar de todo, no ha de cantar victoria ni Mónica ni Atenas ni tú, antigua señora, pues estas mis entrañas, —al auxilio del exilio— procúranse otro cuerpo.

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UN TRISTE PEDACITO Tus gambas, tu aroma ni tu culo me dicen ya ni pío, amore mío, ni tus ojos otrora hechiceros me aprisionan impasibles en su haz cual hiciera tu horcajo demente. Ya no más de tu verbo su masaje, ya no más el licor dulce y acerbo que manaban tus entrañas para mí, antaño sediento y fiel servidor. Y ora que liberto de tus fueros en el universo enteritito encuéntrome al fin como ninguno, no sé a dónde voy sin desearte siquiera, pues, un triste pedacito.

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Tercer Naufragio

SEXTINELA DE LA COSITA Dad vuestra cosita; dadla, mamacita, bajo este cielo, gris, brutal y ciego desta loca villa de Juana la reina. Sois vos la resera, en esta comarca o en cualquier otra, la única dueña, de la cosa vuestra y destos mis restos. Picadme el resorte, el muelle final, del cuerpo que guardo bajo esta alma, que así quizá nazca la gloriosa causa.

GRAVE CAE LA LUNA En un antro de ventanas orfano grave cae la luna y en esplendor (de rayos láser que cruzan sus hojas) en esta de baile pista de cristal que no es sino mares congeladas que esconden la tristura o el amor. Grave cae la luna y entre el rubor destas que no puedes ver tus mejillas que solo contemplo a más no poder, y entre tus ebrios labios carminados donde asoman tus colmillos sin más y reflejan mi rostro, esmaltados. Grave cae la luna —no me cansaré— en este vientre forrado de espejos, en este antro de hielo y de luz, en esta mar cuyas olas son cuerpos que agitan sus caderas sin parar, donde ruedan testas, mas sin romance. Grave cae la luna y en bailando tu cuerpo y mi cuerpo sin se tentar; grave la mirada y de tan ligera, de bote a bote, cristal a cristal; graves tus colmillos en mi pescuezo, graves mis uñas en tu culo sin sol.

38

PARA MENEARTE CON HOLGURA A Coco, a Klatt, a Frido

Menéalo con holgura, Menelao; menéalo libre de Paris y de Helena; menéalo a mediodía y con locura; menéalo a bordo o tirando cintura; menéalo sin puerto y sin fanal; menéalo sin sirenas ni Osa Mayor; menéalo sin ojos y a los cuatro vientos; menéalo de rodillas y sin mear; menéalo sin socorro ni aspavientos; menéalo lo que dure esta canción; menéalo sentao o haciendo guardia; menéalo, no me jodas, Menelao; menéalo, qué delicia, tú lo sabes; menéalo en altamar o en la montaña; menéalo sin amor y sin factura; menéalo sin pudor y sin castálidas; menéalo llorando, que los hijos se van; menéalo, menéalo, Menelao.

39

FUERA DE BORDA Fuera de borda, allende la orilla, entre las olas que agitan fervientes esta sospecha de cuerpo que soy, turban mis manos este monitor, igual al caballero de los mares, que altiva mantiene la bujía contra todo temporal, contra toda noche orfana de tu almo cuerpo que evocan mis manos en sus caricias, sin más cuita que salvar el pellejo deste fiel servidor entre las olas. Y entre tanto, mis manos entretengo en esta industria a solas y sin sol, fuera de borda y aquende la orilla, plena de ábrego y cierzo severos apartando mi víscera y tu entraña que me empeño en negar en mi solaz, en este cruel destierro de tu cuerpo, desde tus pies hasta tus ojos todos, por más que fieles mis manos sin par, desde la diestra hasta la siniestra, a este cuerpo mío cual ningunas.

40

CASI SONETO EN ALTAMAR Pensé en ti, mi dulce tesoro, esta mañana sin dios mío, irguiendo mi cuerpo de moro deste mar en lecho vacío. Mi arcabuz disparé sin más al marullo, enceguecido, y no avisté ni a Satanás ni al pobre fantasma herido. Pensé en ti, primor de maleva, cuerpo glorioso mas lontano, pensé en ti, hambruna longeva, sola mi alma en el altar, sola y vagando en altamar.

41

EN AÑORANZA DEL LARGO ALIENTO En la añoranza del largo aliento caigo, muy en breve, de cuando en vez; pero sufro la pegada por igual, cual aguja de abeja en mi nez. Querría yo mar y no riachuelo, querría no susto mas sí espanto, querría dolor con mucho quebranto, querría yo más que dulce consuelo. Verte a través, sin perderme una de tus entrañas, por siempre deseo, con el lumen del verbo vigoroso. Mas heme aquí, que apenas, jadeante, el blancor de tu mirada diviso entre los pliegues de tu herida, abierta en pos de mar o catarata tras estos cueros tuyos arañarte.

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Último Naufragio

ENTRE LOS FUEROS DE UNA BOTELLA Bajo el sol criminal de febrero, tras largas travesías y naufragios desta nave sedienta y sin ojos, apareces sin la menor sospecha entre los fueros de una botella al garete en los mares de Lima. Es así que tú eres la enviada, hija, como yo, de Juana de Aragón, como todos los limenses de acá, vástagos por igual de Taulichusco y Felipe el hermoso putrefacto, que pasea nuestras penas por doquier. Mas no somos ni Carlos el Habsburgo ni su hembra mitad ni su mitad macho ni esta luna orfana de noche do yacen los cuerpos en ánima vil que somos tú y yo, sin par hambrientos, desolados puertos sin sol ni olas. Y así, tras los fueros de la ampolla que levanta tu sed innominable cual estos mis pruritos en mi piel, y entre tanta agua entre agua, llegas tú, amiga mía, mi amor, magma de Vulcano, el solitario.

Y hete, pues, aquí me despertando, luego de tu mágica epístola, tanto el volcano de la péndola como el volcano del loco amor que por igual dan alas al rastrero, transubstanciando el cuerpo y la sangre. Y, aún así, Gabriela, amiga, ni tú ni yo sabemos un poquito si tú y yo al fin reventaremos el uno en el otro y en sollozos o quizá nos resignemos tan sólo entre los fueros de una botella.

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EN LA ARENA INFINITA A medio correr la media por tu gamba, a medio cortar la oreja deste toro, hundo el cuerno en tu costado y te levanto por los aires y la sangre se hace mares do naufraga la mi nao, que me pierde hostil, sin rumbo, y a la mi tripulación en la isla de tu cuerpo, en la arena infinita.

47

DÉCIMA DEL DISIMULO Con aqueste disimulo de pluma sobre tu siniestra gamba de oro, enfundada de satén y caricias y encaje y ósculos oscuros, que casi la diestra virtud refleja de amarte y dejarte a tu libre albedrío sin cesar noche y día, rozar he no tus pestañas arqueadas, mas la seda que cubren tus ojuelos indolentes y sin par suplicantes. Sin aqueste disimulo de pluma que cae del ala rota de un ave nacida en estos acantilados que nos abisman a los fondos mares de mirarnos noche y día absortos, no podría yo ni un poquitico, por más que el mismo Dios así quisiera o su corte angelical entera, llegar al puerto de tus dos fanales do reside el amparo de mi nave.

48

POEMA A FILO DE UÑA Allá en el limpio espejo de tu estancia, del rostro en sus asedios yo diviso no labios, mas las uñas, que marcadas dormitan en el cuero de sus bezos. Acaso astilla esconde esta mi carne, vestida de picantes condimentos, gozando de exigentes paladares en pos de mar y cielo y arañarme, a fuerza de manchar el limpio espejo, tranquilo y semejante a árticos mares, que igual a puentes son hacia tus labios, que abres ante mí, cuerpo perplejo. Mas ebrio todavía en la caricia de muelles y jugosas tiernas bocas, resbalo el tibio cuerpo aquí en la luna, que múdame el cristal bajo mis plantas. Así mis días vivo paso a paso, allá en el limpio espejo de tu estancia, forjado a labor dura de miradas, marcando estas mis uñas en los cueros.

49

ENTRE LOS TROPICALES MARES Folgaba en mi nave entre mares tropicales soñando con Gabriela, mi sirena, cuando súbito me acecha un zumbido (un zancudo que jode la paciencia); pero mayor sería mi sorpresa al escuchar de los labios de mi dama: “ábrele las patas y bájate la bragueta, arráncale las bragas y que goce de tu ciencia”. Pensar que por sangrecita viene la creatura para sus retoños y su holgazano, que hambrientos aguardan en algún paraje el cálido elixir de la vida; mas trágico fin le espera en la mi nao, que plácida discurre entre las calmas olas destos mares afiebrados de tanto amar. Y así, sin mayor dilación, procedo yo a la ignominia, cual Odiseo que sucumbe, sin sus tampones de cera protectores, a los cantos de Gabriela seductores, que hacen de mí un gran marrano y desta mi zancuda, una heroína.

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A TUS TALONES De tu recto talón a tu siniestro yace eterna y curva la hipotenusa, sin mirar los vestigios en la arena, y cegada de olas y naufragios. ¿No serán los catetos de tus pies quienes alumbran a la imaginaria? O quizá sea la cruda invidente, creatura materna de tus pasos. No lo sé ni Poseidón que me escucha desde los abismos de tus entrañas que ensimísmanse a los tus talones entre puros torrentes escarlatas. Mas algo hay de lo que estoy muy cierto, a pesar de la neblina limense: siempre a la mar conduce tu camino y tu vientre es mi dulce abrevadero.

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ACASO EL OCASO, ACASO LA AURORA Ocaso y aurora en tu parpadeo: asoma el sol y se oculta en el mar, que es tu mirar, que es tu mirar. Acaso al dormirse mis ojos veo el áncora arcana calar, calar, la víscera de amor, el dulce trofeo, desta mi nave perdida en el mar. Latiendo la entraña abisal, el sol, suspenso cual péndola, oscila, gira la esfera tiñendo el papiro en flor, el inescrutable cielo que nos mira, desde el sol que tintina, desde el sol. Y no hay noche absoluta ni siquiera cuando se enfunda el globo ocular en lecho de párpados que se besan y sorben los rayos de luz estelar, que fiel reflejo son de la mirada que nace como chispa en las entrañas, en la víscera amorosa y la mental, testa a testa y sin cesar latiendo. E igualmente, pleno el día no; ni en el cruel verano de los vikingos, que asolaron las costas europeas, así como harían los rayos del sol con estos faroles entre mis sienes

52

de no ser por los párpados benditos, que puente son entre el día y la noche, que me llevan a ti, luz anhelada. Y resulta, pues, que la noche es día, así como el día, noche; o casi, digamos, que te veo entre sueños, o casi que me has visto por la orilla, caminando a tientas y nudo, casi, con mi nave fantasmal hecha leños, leños que me ponen a salvo ante ti. Acaso haya sido un parpadeo, que perdió de mis manos el timón; acaso haya sido un parpadeo, que te trae a mí, lucero abisal; un parpadeo y no otra cosa, que me devuelve del mar su mirar.

53

CON EL BATIR DE LAS ALAS Hay que saber cuánta tinta pierde la pluma con el batir de las alas día a día: no llegue acaso el punto final pronto con el ombligo mismo de la frase sin miramientos o contemplaciones, y así nos corte el cordón en pleno vientre y naufraguemos aprisa entre las olas enrededor desta nave a oscuras que transitando tus ojos prosigue, y sin remedio.

54

Índice

Primer Naufragio Mucho antes Algo así Una lágrima en el mar Desde las hondas cumbres Desde el cielo Mi soplo vital

13 14 15 16 17 18

Segundo Naufragio Seasick (of you) Poema indigesto Poema para desalojarte En el anfiteatro Poema del naufragio Poema en los fondos mares En medio desta juerga Poema para la fosa Tirando cintura No extrañes mis entrañas Un triste pedacito

21 22 23 24 25 27 29 30 31 32 33

Tercer Naufragio Sextina de la cosita Grave cae la luna Para menearte con holgura Fuera de borda Casi soneto en altamar En añoranza del largo aliento

55

37 38 39 40 41 42

Último Naufragio Entre los fueros de una botella En la arena infinita Décima del disimulo Poema a filo de uña Entre los tropicales mares A tus talones Acaso el ocaso, acaso la aurora Con el batir de las alas

56

45 47 48 49 50 51 52 54

Esta primera edición de Naufragios, de Frido Martín, consta de quinientos ejemplares y se terminó de imprimir en los talleres gráficos de Línea & Punto S.A.C. en la ciudad de Lima en agosto de dos mil tres. La edición se imprimió en papel Bond alisado de 90 gramos en caracteres NewCentury y estuvo al cuidado de Frido Martín y Marco Antonio Young Rabines.