encuentros Nacho Vegas
TRAS SONADAS COLABORACIONES CON ENRIQUE BUNBURY Y CHRISTINA ROSENVINGE, ENTREGA SU OBRA MÁS COHESIONADA Y ACCESIBLE. EL MANIFIESTO DESASTRE, ASÍ LE LLAMABA SU MADRE DE NIÑO.
FUMANDO SOBRE PLATA EL TERROR QUE DA VIVIR S
iempre hubo en los discos de Ignacio González Vegas (Gijón, 1974) indicios de un estremecimiento en ciernes. Lo provoca plenamente El Manifiesto Desastre, donde se han forjado a fuego lento sus nuevas canciones, en un trayecto que ya no muestra las grietas de antaño: aquellos requiebros rozando la melancolía más líquida, ese tremendismo a pie de letra que levantaba sospechas. Vegas sigue atrapado en sórdidas habitaciones en un perpetuo, narcotizado amanecer; estancias de paredes desvencijadas exudando olor a enfermedad y derrota, cuyo desconchado espejo devuelve la renuncia ante una vida a remolque de la conformidad. Le he visto apurando whiskys a media tarde, durante la prueba de sonido, para matar gusanillo y calentar entrañas. No extraña que emerjan leyendas urbanas a su costa, como la que le tenía de vacaciones tóxicas junto a Fernando Alfaro en una barriada sureña de yonquis chandaleros. O esos indignos rumores sobre sus apetencias sexuales —‘’Nos quedará, menos mal, dry martini, sexo anal’’, canta en mi canción española del año pasado—, que supongo serán las de todos quienes andamos a dos patas. Luego está el otro Nacho Vegas. Cercano e irónico, alto y elegante a su manera en el vestir, cargando en el día a día con una sensibilidad indecisa entre el alivio y el dolor, ocultando sus ojos tras unas clásicas RayBan que fijan su angosto rostro en una imagen distante, tal vez chulesca. El joven guitarra solista en segundo plano de los esenciales Manta Ray, pronto empujado por díscolas musas a tomar el camino de la canción con sustrato literario, esa que da igual valor a la palabra que a la música: «Añada de Ana la Friolera», «En la Sed Mortal», «Mi Marilyn Particular», «Días Extraños»… Las últimas —memorables, aciagas, resonantes, doloridas— están en El Manifiesto Desastre, donde quizá han sido tratadas con un aliento más orgánico y rock, no sólo por el guiño puntual a Marc Bolan. Que hayan cuajado coherentes y trascendentes, estas canciones con una razón de ser… en la época del todo vale, anuncia una etapa de plenitud que, aun largamente anunciada, conmociona. No queda en tus canciones casi nada a la vista de tu experiencia en Manta Ray. Abandonar Manta Ray resultó necesario porque yo quería tomar un camino diferente del que seguía el grupo. A partir de entonces evolucionamos cada uno pero en sentidos opuestos, ellos fabricando un sonido propio que en directo era donde llegaba
más lejos y yo poniendo más énfasis en la parte autoral de la canción de rock, así que es natural que en esencia no se note la huella de mi paso por Manta Ray. Sin embargo, en algunos directos sí que se puede apreciar lo que aprendí tocando con ellos, a la hora de tratar de crear un sonido orgánico y enérgico en algunos temas. Pese a tu aliento europeo mantienes nexos con músicos tejanos como Townes Van Zandt o Guy Clark. ¿A qué crees que se debe? No sé, escuchando músicos de rock fui tirando del hilo hacia atrás y me acabó fascinando el country y el folk. Pero, curiosamente, gran parte del folk americano proviene del irlandés, y las raíces del country se pueden buscar en el folk centroeuropeo. Es una de las cosas que me interesaba cuando Xel Pereda y yo íbamos adaptando las canciones asturianas para Lucas 15; toda la música popular occidental comparte en esencia una serie de patrones rítmicos y armónicos, y de ahí las conexiones. Y el rock no es más que música popular bastarda que admite influencias de cualquier folclore. Desde esa adaptación del acervo tradicional asturiano, ¿cómo ves los nacionalismos? El problema aquí es que se quieran entender los nacionalismos como una lucha de oposición privativa, donde el españolismo más rancio oprime al resto de nacionalismos del estado y pretende arrasar con la diversidad pluricultural que es lo que precisamente hoy define a este país. Desde luego yo estoy a favor de que cualquier pueblo tenga pleno derecho a la autodeterminación. Sabemos de tus querencias por Leonard Cohen o Will Oldham, sin embargo tu dicción remite a ciertos cantautores de aquí. Bueno, el español posee su propio ritmo interno y esquema silábico que difiere de los del inglés y que hacen que el fraseo y la dicción también hayan de ser diferentes, por lo que es lógico que yo remita a otros cantantes que usan el español. Reconozco en mí alguna vez la influencia de Calamaro, Albert Plà o Christina, como te decía antes. Últimamente me fascina el fraseo de un cantante argentino, Edmundo Rivero. Sus milongas son tremendas. Siempre aclaras que tus trabajos compartidos tienen tanta importancia como los propios. ¿Está volviendo la colaboración al rock? Ojalá fuera así, pero no lo creo. La mayoría de las colaboraciones son cosas puntuales, un músico que interviene como invitado en una canción de otro, pero no abundan las colaboraciones estrechas, mano a mano. Cuando hice el disco con Enrique Bunbury hablábamos de que, en estilos como la bossanova o el jazz, algunas de las obras cum-
+ INFO Interesante prosista, ha publicado Política de Hechos Consumados (Limbo Starr), libro que conecta con las elaboradas notas interiores del reciente recopilatorio Canciones Inexplicables. Se reconoce adicto a Brett Easton Ellis, Raymond Carver o Barry Gifford: ‘’La literatura norteamericana comparte unos rasgos esenciales, una manera de cuestionarlo todo mostrando el otro lado del sueño americano que une a Carson MacCullers con Richard Ford, reconocible en diferentes generaciones. La literatura europea, sin embargo, es más heterogénea y yo creo que difícil de definir incluso por países’’. Sin embargo, destaca a la novelista Agota Kristof, ‘’cuyas novelas desprenden una crueldad tan brutal que me extrañaría mucho ver en un autor norteamericano. O el cinismo de Houellebecq, del que diría lo mismo’’. En poesía, prefiere la europea y latinoamericana: ‘’Ana Blandiana y Antonio Cisneros son los últimos. Ah, en este disco he utilizado a Pessoa, creo que podría haber sido un gran letrista de pop. Y quiero hacer un disco con poemas de Gloria Fuertes, que son lo más parecido a las letras de Vainica Doble que conozco’’.
bre son colaboraciones, y que estaría bien que eso ocurriera en España con el rock. Pero tanto el público como la crítica y el propio mercado miran siempre con recelo estas uniones, como si siempre tuvieran que ser interesadas, como si no se creyeran que el único interés es el artístico. ¿Cuál es la característica que desconocemos de Bunbury? No sabría decirte, Enrique es un artista muy apasionado y a la vez muy complejo. A mí me sorprendió la inseguridad que mostraba cuando tenía que mostrarse más frágil... Yo propuse que el disco que hicimos se llamara El Tiempo de las Cerezas, como su canción, porque creo que nunca antes se le había escuchado en disco de una forma tan desnuda, prácticamente con su voz y una guitarra acústica. Es un tema precioso, y fue el que más le costó grabar, tuvo una crisis tremenda que nos dejó a todos paralizados en el estudio. Creo que es eso: Enrique conoce bien su fuerza y la domina perfectamente, pero le tiene miedo a su fragilidad, y eso que allí puede encontrar algunos de sus momentos más intensos y emocionantes. Bajo la piel de Christina Rosenvinge hay una mujer de una lucidez parecida a la tuya propia. ¿Qué os une? Cuando empezamos a trabajar juntos nos dimos cuenta de que teníamos una manera similar de enfrentarnos a las canciones, de tratarlas para conseguir expresar cosas en ellas que no sabríamos expresar de otra manera, y eso hizo que que el trabajo fuera fluido aunque tengamos formas diferentes de escribir e interpretar. Pero hablando de esa imagen que alguna gente quiere tener de Christina, lo triste es que a estas alturas sigue teniendo que aguantar un montón de cosas sólo por ser mujer, como que en más de un artículo se refirieran a mí como el ‘’músico’’ que componía y a ella como la ‘’cantante’’ que ponía la bonita voz, o que le hayan sugerido en varias ocasiones que ahora canta en español por influencia mía. Una de esas veces ella respondió: ‘’¡Pero si yo hacía discos en español cuando Nacho todavía era virgen!’’. ¿Hasta qué punto estos tres años de promiscuidad han dejado sedimentar las canciones de El Manifiesto Desastre hasta alcanzar su plenitud? Cada una de esas colaboraciones ha sido muy intensa y ha dejado una huella que se puede rastrear en este último disco. De Enrique me fascinó su forma de trabajar en el estudio y con la banda, la manera de moldear las canciones hasta llevarlas allí donde tenían que llegar, dirigiendo pero dejándose influir por la manera de interpretar de cada
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El moderno bardo se encara a la contradicción de vivir desde canciones asumidas en primera, o tercera, persona RUTA 66 | 02-09 | 13
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encuentros músico, en fin, haciendo que la canción mandara por encima de cualquier sujeto. Eso es algo que yo persigo y creo haber aprendido algo de Enrique. Con Christina la experiencia tremenda fue cantar con y junto a ella en un disco y toda una gira. Siempre admiré mucho su voz tierna y perturbadora a un tiempo, y esos matices que ella usa los he empleado en algunos temas del nuevo disco. Con Xel llevaba ya casi tres años preparando Lucas 15, y han sido su sabiduría y su genialidad como músico las que me han permitido bucear un poco en el mundo del cancionero asturiano. Cuando te enfrentas a canciones que han pervivido a lo largo de generaciones, básicamente por transmisión oral, encuentras algo puro y natural en ellas que quieres que también tengan tus canciones. El disco parece sustentarse en tres sobrecogedoras escenas a modo de planteamiento, nudo y desenlace. ¿Cómo evitas que caigan en la autocompasión y el melodrama pese a bordear ambas cosas? Sí, precisamente después de secuenciar el disco, tras darle muchas vueltas, me di cuenta de que puede entenderse como una historia invertida en el tiempo: el punto de partida sería el último tema, «Morir o Matar», y el final sería la canción que abre el disco, «Dry Martini, S.A.». Lo que ocurre en medio es lo que ocurre en el camino, y «El Tercer Día» está articulando las dos mitades del recorrido. Y bueno, es cierto que a veces me acerco peligrosamente a terrenos resbaladizos, pero se debe buscar la distancia necesaria entre la canción y uno mismo para evitar caer en la autocompasión o el melodrama. Para mí ese es uno de los procesos que implican escribir una canción: encontrar esa distancia adecuada, que siempre ha de existir por mínima que sea. A veces se consigue usando la tercera o segunda persona en lugar de la primera, usando el humor, adoptando una perspectiva temporal que te aleje de aquello que quieres relatar... En definitiva se trata de transformar la realidad cuando la usas en una canción. Una constante es la cotidiana necesidad de paliativos en forma de drogas. ¿Hasta qué punto las letras exageran o subliman tus adicciones? Es cierto que en su momento me fascinó de una manera extraña el tremendo poder analgésico de algunas drogas fuertes, cuando ya no las usas para obtener placer sino para obtener alivio y combatir la tristeza o incluso la angustia. Eran como una síntesis perfecta de lo que consigues con las cosas importantes de verdad, esos momentos casi místicos que se consiguen con el amor, o con la música, por ejemplo. Hablo de cosas puras, que forman un todo cuando las experimentas, y precisamente las drogas carecen de esa pureza, sin chistes, y además el abuso de ellas es muy jodido. Yo he consumido mucho tiempo y he dejado de escribir muchas canciones por hacer mal uso de ellas, así que ahora estoy intentando cambiar el rumbo. Otro tema, o el mismo si se quiere: el miedo a vivir como única certeza y excusa de tantos comportamientos. ¿Realmente es lo único que tenemos, el pánico de la supervivencia? Sí, como decía Panero, en la infancia uno vive y después sólo sobrevive. Desde que
tro de sí mismo y encuentre aquello que hace de cualquiera un asesino potencial. Yo creo que en el interior de cada uno de nosotros se encuentra un mosaico complejo de rasgos emocionales confusos y extremos que nos pueden llevar a ser unos santos o unos miserables, y todo lo que hay en medio. Sólo unos pocos de esos rasgos afloran en vida y nos hacen ser como somos, pero en realidad en el fondo se encuentran todos ellos. Y la labor del intérprete, escénico o musical, es rebuscar ahí para luego expresarse a través de personajes. A mí me interesa un tipo de personaje que se puede calificar de nihilista, o incluso de cínico, pero no quiere decir que yo lo sea; lo que hago es tratar de sacar a la luz esa En el interior de cada uno de nosotros se encuentra un parte de mí mosaico complejo de rasgos emocionales confusos y extremos que está en que nos pueden llevar a ser unos santos o unos miserables algún lugar escondida y primir unas gotas a la vida que hagan que ponerla al servicio de la canción. Así que, bueno, yo no llamaría a eso impostura artísmerezca la pena, ¿no? Eso espero, vaya. ‘’Y os miro a los labios y a todos os oigo pedir tica, pero entiendo lo que dices. ¿No hay fugaces momentos de plenitud, en los perdón por existir’’. ¿También tú…? Sí, claro, pero es que todo eso de la culpa que el tiempo se detiene sin necesidad de y la redención es algo que llega a cansar narcóticos, dignos de hacerse canción? Por supuesto que existen, son esa espeenseguida, es la mosca cojonera de los lastres educacionales, por eso yo decidí hacer cie de éxtasis del que te hablaba antes que una canción en la que pidiera perdón por te pueden proporcionar una canción, o un todo a la vez y así no tener que volver a ha- libro, o el amor, o el sexo o cualquier cosa cerlo más. Aunque no sé si lo he consegui- que te emocione de tal manera que tengas la sensación de que el tiempo se ha detenido… Te caracteriza un cierto nihilismo, que contrasta do. Pero esos momentos son un todo, princon tu persona, introvertida pero afable. ¿Has- cipio y fin en sí mismos, cosas necesarias y ta que punto se trata de una impostación artís- suficientes, por lo que no es fácil ponerlos en una canción. tica, un escenario donde situar tus historias? Una de las cosas que provoca en mí la Afirmas que, más que hacer buenas canciones, necesidad de hacer canciones son los senti- lo que en realidad persigues en la vida es ‘’ser mientos encontrados, y muchas veces las buena persona’’. ¿Es posible serlo o la simple contradicciones. Hay canciones que tratan relación con nuestro entorno lo impide? Supongo que es otra de esas batallas un mismo tema desde perspectivas prácticamente opuestas. En ocasiones he compara- perdidas de las que te hablaba antes que do el oficio del actor con el del intérprete de dan fe de lo incansable que es el ser humacanciones. Un actor, y me refiero a uno de no. Es como lo de Sísifo, ¿no? Puede que método, puede hacer una interpretación haya algo que te impida llegar a tu destino, magistral de Otelo y para ello no hace falta pero da igual porque lo importante es el que sea un asesino, pero sí que busque den- camino y no la meta. ¶
En el temario del asturiano quedan vestigios de Leonard Cohen y Nick Drake, de canción francesa y country tejano
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uno toma conciencia de sí mismo las cosas no hacen más que complicarse y es de hecho todo ese caos lo que a mí me impulsa a escribir canciones, por ejemplo. Pero es que, además de la angustia de vivir, está el miedo a morir, que también rige nuestras vidas y que es la razón misma de que existan las religiones. Todo es una cruel paradoja; luchar por seguir en pie un día más, desafiando a la vida, y a la vez tratar de mantener el final bien lejos, desafiando a la muerte. En cualquier caso, una batalla perdida. Y sin embargo, el ser humano lo intenta con todas sus fuerzas, es cabezón como él solo. Eso es algo que me fascina de la condición humana. Y además significa que se le pueden ex-
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