La atracción del cine reside en el miedo a la muerte. Los alquimistas sentían extrañas y fértiles correspondencias en inverosímiles órdenes del ser. Entre los hombres y los planetas, entre las plantas y los gestos, entre las palabras y el clima. Estas perturbadoras conexiones: el llanto de un bebé y el golpeteo de la seda; el espiral de un oído y una aparición de perros en el patio; una cabeza de mujer reclinada en el sueño y la danza matutina de los caníbales; éstas son conjunciones que trascienden la estéril señal de cualquier montaje "dirigido". Estas yuxtaposiciones de objetos, sonidos, acciones, colores, armas, heridas y olores centellean de un modo no escuchado, de maneras imposibles. Los espectadores de cine son vampiros inmóviles. Los films son colecciones de fotografías muertas a las que se da inseminación artificial. El film confiere una especie de espuria eternidad. Fantasmagoría, shows de linterna mágica, espectáculos sin substancia. Lograban experiencias sensoriales completas mediante ruidos, incienso, luces, agua. Habrá un tiempo en el que concurriremos a Teatros Climáticos para evocar la sensación de lluvia. El cine es la más totalitaria de las artes. Toda energía y toda sensación son absorbidas por el cráneo, una erección cerebral, una calavera abotagada de sangre. Calígula deseaba un único cuello para todos sus súbditos para poder decapitar un reino con un único golpe. El cine es este agente transformador. El cuerpo existe para el goce de los ojos; se vuelve una caña seca para sostener estas dos delicadas joyas insaciables. Hoy en día las puertas de todas las cabinas de proyección están hechas de acero. ¿La sala deja afuera la luz o conserva la oscuridad? El happening, el evento en el cual se introduce éter en una habitación llena de gente mediante los tubos de ventilación, convierte a lo químico
en un actor. Su agente, o inyector, es un artista showman que crea una performance para ser testigo de sí mismo. La gente se considera a sí misma público, mientras actúan los unos para los otros, y el gas interpreta poemas propios por medio del cuerpo humano. Esto aproxima la psicología de la orgía, permaneciendo en el ámbito del Juego y sus infinitas permutas. El objetivo del happening es curar el aburrimiento, lavar los ojos, producir reconexiones hombreniño con la corriente de la vida. Su meta más baja y más amplia es purgar la percepción. El happening procura comprometer todos los sentidos, el organismo total, y lograr una respuesta absoluta frente a las artes tradicionales que se enfocan en los accesos más angostos de la sensación. Los multimedios son invariablemente comedias tristes. Funcionan como una especie de terapia grupal colorida, un lastimero apareamiento entre actores y espectadores, una semimasturbación absoluta. Los intérpretes parecen necesitar a su público y los espectadores... los espectadores podrían hallar esa misma suave titilación en un show de seres exóticos o en un parque de diversiones, y muchos más entretenimientos completos en un burdel mexicano. Nada es un filme cuando no se manifiesta como una iluminación de esta cadena del ser que produce explosiones en una capital extranjera cuando una aguja se estabiliza en la carne. Es erróneo presumir que el arte necesita al espectador a fin de existir. El film continua corriendo sin necesidad de ojos. Es espectador no puede existir sin él. Asegura su existencia. La ciudad forma a menudo físicamente, pero inevitablemente psíquicamente un círculo. Un juego. Un anillo de la muerte con sexo en su centro. Vas hacia aledaños del suburbio urbano. En el borde descubres zonas de vicio sofisticado y aburrimiento, prostitución infantil. Pero en el sucio anillo que rodea inmediatamente el cotidiano distrito comercial existe la única vida de calle, la vida nocturna. Especímenes desahuciados en hoteluchos, inquilinatos, bares, casas de empeño, burlesques y prostíbulos, en galerías moribundas que jamás mueren, en calles y más calles de cines que nunca duermen.
Los Dioses. Los acontecimientos tienen lugar más allá de nuestro conocimiento o control. Nuestras vidas son vividas para nosotros. Sólo podemos tratar de esclavizar a otros. Sólo podemos tratar de esclavizar a otros. Pero gradualmente, se desarrollan percepciones especiales. La idea de los "Dioses" está comenzando a formarse en algunas mentes. Tendríamos que enrolarlas en banderas de preceptores que recorran el laberinto durante sus misteriosas apariciones nocturnas. Los Dioses tienen accesos secretos, y saben mucho acerca de los disfraces. Pero se dan a sí mismos de maneras menores. Demasiado destello de luz en el ojo. Un gesto equivocado. Una mirada demasiado prolongada y curiosa.
dan libros, conciertos, galerías, shows, cinematógrafos. Especialmente los cinematógrafos. Por medio del arte nos confunden y nos ciegan para nuestra prisión, nos mantienen silenciosos y entretenidos e indiferentes. Ya no hay más "bailarines", los poseídos. El desdoblamiento de los hombres en actores y espectadores es el hecho central de nuestra época. Estamos obsesionados por héroes que viven por nosotros y a quienes castigamos. Si todas las radios y televisores fuesen privadas de sus fuentes de energía, si mañana se quemaran todos los libros y pinturas, si se cerraran todos los espectáculos y cines, todas las artes de existencia hipócrita...
Los Dioses nos apaciguan con imágenes. Nos
Jim Morrison, "The lord and the new creatures" , en Revista Mutantia Nº2, p. 98, Ediciones del psiconauta, Buenos Aires, 1980. Traducción de Miguel Grimberg.