Derrota de 1898 provoca Conciencia de la decadencia de España Actitudes críticas
REGENERACIONISMO: Escuela y despensa
Profunda
crisis de la conciencia
nacional. Creciente agitación social. Poca importancia del proceso industrial. Grandes movimientos migratorios del campo a la ciudad. Crecimiento de los movimientos obreros.
Modernismo:
Surge en Hispanoamérica. De los románticos adoptan el descontento ante la vida, el culto a la muerte, la soledad, la melancolía, la nocturnidad, lo misterioso, la imaginación y la fantasía. De inspiración parnasiana son la búsqueda de la perfección formal, la evocación de la Antigüedad grecolatina y la idea del arte por el arte. La idea de la sugestión y la musicalidad (ritmo, rima interna, etcétera) proceden del simbolismo. La belleza modernista se consigue a través de las imágenes visuales, el color, la música y los efectos sonoros.
Entre los metros preferidos destacan el alejandrino y el dodecasílabo. Abundan las variantes de las estrofas clásicas. Gran riqueza léxica. Ligado con los puntos anteriores, se busca en la palabra todas sus posibilidades expresivas. Una literatura evasiva, esteticista y poetizante. Cosmopolitismo como ejemplo de modernidad. Culturalismo: se recuperan valores olvidados de la cultura española. Exotismo: permite escapar de la realidad y evadirse en el espacio y en el tiempo
Gen.
del 98
Europeísmo y gusto por lo castizo: • En una primera propuesta hubo un intento de elevar España a la altura de Europa (europeizar España). • El amor a España llevó a los noventayochistas a profundizar en el conocimiento de lo español. Sobriedad: huyen de la grandilocuencia retórica y buscan la máxima claridad y llaneza. Su afán de expresividad les lleva a buscar términos poco frecuentes o arcaísmos. Subjetivismo: la evolución del problema de España hacia posturas intimistas los lleva a la subjetividad y a una visión introspectiva de la realidad.
Idealización del paisaje: el paisaje castellano, símbolo del alma española. La preocupación por los problemas de España. Reflexiones filosóficas: el sentido de la vida, la religión, la existencia de Dios, el tiempo, etcétera. Compromiso con la renovación social política y cultural Una literatura analítica, que profundiza en las raíces de la situación decadente e inmovilista de dichas sociedades. Historia: España en todos sus aspectos.
Rubén Darío Antonio Machado Miguel de Unamuno Ramón María del Valle-Inclán Antonio Martínez Ruiz, “Azorín” Pío Baroja Juna Ramón Jiménez
Exotismo, cosmopolitismo,…
La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
La princesa está pálida en su silla de oro,
Y están tristes las flores por la flor de la
está mudo el teclado de su clave sonoro, y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. Parlanchina, la dueña dice cosas banales, y vestido de rojo piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente;
corte, los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte, de Occidente las dalias y las rosas del Sur. ¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
la princesa persigue por el cielo de Oriente
Está presa en sus oros, está presa en sus
la libélula vaga de una vaga ilusión.
tules,
¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
en la jaula de mármol del palacio real;
o en el que ha detenido su carroza argentina
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
que custodian cien negros con sus cien
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
alabardas,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz? ¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! (La princesa está triste, la princesa está
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
pálida)
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
ir al sol por la escala luminosa de un rayo, saludar a los lirios con los versos de mayo o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe, —la princesa está pálida, la princesa está triste—, más brillante que el alba, más hermoso que
La muerte del niño herido Otra vez en la noche... Es el martillo de la fiebre en las sienes bien vendadas del niño. —Madre, ¡el pájaro amarillo! ¡Las mariposas negras y moradas! —Duerme, hijo mío. —Y la manita oprime la madre, junto al lecho. —¡Oh, flor de fuego! ¿Quién ha de helarte, flor de sangre, dime? Hay en la pobre alcoba olor de espliego; fuera, la oronda luna que blanquea cúpula y torre a la ciudad sombría. Invisible avión moscardonea. —¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía? El cristal del balcón repiquetea. —¡Oh, fría, fría, fría, fría, fría! Hora de España (Barcelona), n.º XVIII, junio 1938, p. 7.
Este buitre voraz de ceño torvo que me devora las entrañas fiero y es mi único constante compañero labra mis penas con su pico corvo. El día en que le toque el postrer sorbo apurar de mi negra sangre, quiero que me dejéis con él solo y señero un momento, sin nadie como estorbo. Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía mientras él mi último despojo traga, sorprender en sus ojos la sombría mirada al ver la suerte que le amaga sin esta presa en que satisfacía el hambre atroz que nunca se le apaga. Miguel de Unamuno
“En esta época era todavía Madrid una de las pocas ciudades que conservaba espíritu romántico. Todos los pueblos tienen, sin duda, una serie de fórmulas prácticas para la vida, consecuencia de la raza, de la historia, del ambiente físico y moral. (…)El pragmatismo nacional cumple su misión mientras deja paso libre a la realidad; pero si se cierra este paso, entonces la normalidad de un pueblo se altera, la atmósfera se enrarece, las ideas y los hechos toman perspectivas falsas. En un ambiente de ficciones, residuo de un pragmatismo viejo y sin renovación vivía el Madrid de hace años. Otras ciudades españolas se habían dado alguna cuenta de la necesidad de transformarse y de cambiar; Madrid seguía inmóvil, sin curiosidad, sin deseo de cambio. El estudiante madrileño, sobre todo el venido de provincias, llegaba a la corte con un espíritu donjuanesco, con la idea de divertirse, jugar, perseguir a las mujeres, pensando, como decía el profesor de Química con su solemnidad habitual, quemarse pronto en un ambiente demasiado oxigenado. Menos el sentido religioso, la mayoría no lo tenían, ni les preocupaba gran cosa la religión; los estudiantes de las postrimerías del siglo XIX venían a la corte con el espíritu de un estudiante del siglo XVII, con la ilusión de imitar, dentro de lo posible, a Don Juan Tenorio y de vivir. llevando a sangre y a fuego amores y desafíos. El estudiante culto, aunque quisiera ver las cosas dentro de la realidad e intentara adquirir una idea clara de su país y del papel que representaba en el mundo, no podía. La acción de la cultura europea en España era realmente restringida, y localizada a cuestiones técnicas, los periódicos daban una idea incompleta de todo; la tendencia general era hacer creer que lo grande de España