Ministerio Juvenil Clase 1

  • June 2020
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MINISTERIO JUVENIL CLASE I

1. CONCEPTOS MINISTERIO Para los fines que tenemos el Diccionario Enciclopédico Universal define ministerio como EL OFICIO O EMPLEO DE UNA PERSONA. Ministerio proviene de la palabra DIAKONIA, que habla también del oficio y obra del diacono (MINISTRO). Acto de ministrar o servir, en hebreo “el que sirve” es denominado con el término “EBED” que implica un servicio voluntario u obligatorio, y designa a todos aquellos que tienen que servir. En el nuevo testamento encontramos referencias de esta palabra, cuando se emplea en el termino “diakonos” también en el sentido restringido de un encargado de ejercitar en una iglesia funciones especiales. Que en nuestro caso, la función especial se entiende con el adjetivo juvenil. JUVENIL. (Del lat. iuvenīlis). Perteneciente o relativo a la juventud. Hablar de un ministerio juvenil no es otra cosa que la atención pastoral especializada en un grupo delimitado de la congregación determinado por la edad y las características propias. Cuando decimos pastoral, estamos haciendo referencia a “la tarea de la iglesia en un medio determinado.” Nosotros hablamos de “la pastoral de los adolescentes y jóvenes” para hacer referencia a la tarea de la iglesia con los adolescentes y los jóvenes. Hay grupos que atienden a la juventud con enfoque a su preparación formal, o su entrenamiento deportivo. La comunidad Cristiana los debe atender de acuerdo a los valores y las prioridades expresadas en la Biblia. Cuando decimos jóvenes, estamos haciendo referencia a edades que van entre los 13 y los 29 años. Es común que la gente distingue entre “jóvenes” y “adolescentes,” lo cual puede ser útil. Pero en este curso en general usamos el término “jóvenes” para referir a ambos grupos. 2.- LA IMPORTANCIA DEL MINISTERIO JUVENIL

No es una novedad que la juventud en nuestro país, como en la mayoría de los países de Latinoamericana, sufre una crisis de identidad y de valores que los conduce a situaciones por demás alarmantes. Aspectos como la sexualidad, la dependencia a algún tipo de droga y la falta de propósito en la vida parecen ser algunos de los que más preocupan. Podríamos profundizar en los aspectos sociales y económicos que han colocado a los adolescentes y jóvenes en medio de tal realidad, pero confiando en que muchos han hablado de esta problemática y que la mayoría está al tanto de ella, lo que pretendo es enfatizar el desafío que esto representa para la iglesia evangélica. En México, un poco más de la mitad de la población es menor de 19 años y casi 70 millones son menores de 29 años. 1 Los medios de comunicación y las grandes empresas invierten sus recursos para captar la atención de los jóvenes porque saben que éstos representan un gran mercado. Desde esta perspectiva, los jóvenes son importantes porque pueden generar ganancias. Pero la iglesia, ¿por qué debería considerar importante el ministerio con jóvenes? ¿Por qué tendría que invertir tiempo y recursos en este ministerio? La iglesia está llamada a proclamar el mensaje del evangelio, el evangelio del amor de Dios, los jóvenes necesitan escuchar y experimentar en sus vidas la realidad de ese amor. La iglesia también está llamada a vivir en relación con Dios, los jóvenes necesitan encontrarse con Aquel que puede satisfacerles plenamente. La iglesia está llamada a vivir en comunión, los jóvenes necesitan establecer relaciones significativas de compañerismo y apoyo mutuo. Así que, por un lado, es el propio llamado que tiene la iglesia lo que debiera motivarle a considerar importante el ministerio juvenil y, por otro lado, las grandes necesidades que enfrentan los jóvenes. Detente unos momentos para reflexionar en los adolescentes y jóvenes que tienes cerca de ti, en sus características y sus posibles necesidades. Puede ser que tú seas un pastor, consejero, padre, o líder de jóvenes que está preocupado por ellos, has notado su apatía para asistir a la iglesia e incluso al grupo de jóvenes, puede ser que estén cuestionando su fe y su relación con Dios. Probablemente la situación sea diferente, los jóvenes parecen demasiado entusiasmados, tanto, que han comenzado a pensar en hacer algunos cambios, lo que causa bastante desconcierto a los líderes de la iglesia. O quizás, lo que te inquieta es que su experiencia de fe no rebasa las puertas del lugar donde se reúnen. No basta quejarse en contra de la juventud de hoy, decir que falta compromiso, o dar largos sermones. Estas no son soluciones. Debemos preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo 1

INEGI. Estados Unidos Mexicanos. XII Censo General de Población y Vivienda, 2000.

por los adolescentes y jóvenes? ¿Los conocemos? ¿Somos sensibles a ellos? ¿Respondemos de manera efectiva a sus necesidades y preguntas? Si realmente te interesas en estos cuestionamientos e intentas responderlos, tu visión se está ampliando. 3.- ¿A QUIENES PASTOREAMOS? Para poder entender un poco las características del ministerio juvenil, es importante también entender a quienes estamos pastoreando, pues existe un diferencia neurálgica. La juventud, es un periodo de transición, una etapa del ciclo de crecimiento que marca el final de la niñez y prenuncia la adultez, para muchos jóvenes la adolescencia es un periodo de incertidumbre e inclusive de desesperación; para otros, es una etapa de amistades internas, de aflojamiento de ligaduras con los padres, y de sueños acerca del futuro. Se dice que es una etapa de transición ya que es la línea divisoria entre la seguridad de la niñez y el mundo desconocido del adulto. Este periodo comienza con los cambios fisiológicos de la pubertad y termina cuando se llega al pleno status sociológico del adulto. En esta etapa comienza la búsqueda de la identidad, que implica se un mismo, rompiendo el esquema del moldeamiento del yo por parte de otras personas. De la crisis de a identidad surge la virtud de la fidelidad, lealtad constante, fe o un sentido muy ampliamente desarrollado de confianza, pues en la infancia era importante confiar en otros, en especial a los padres, pero durante esta etapa es importante confiar en sí mismo. Otras de las características principales en esta etapa es la necesidad del contacto psicosocial, surge la necesidad de un creciente contacto con la sociedad. El joven pasa gran parte de la jornada fuera de la propia familia, en la escuela y en el ambiente de trabajo y tiene la posibilidad de establecer interacciones sociales con sus compañeros cada vez más extensas y duraderas. Una de las principales es el desarrollo sexual del adolescente. Los cambios físicos que ocurren en la pubertad son los responsables de la aparición del instinto sexual. Estas no podemos decir que son las principales etapas que conforman la juventud, pero sí las de mas trascendencia y amplitud. LAS DOS ESFERAS DEL JOVEN

El evangelio según San Juan dicta: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (17:15) Es una realidad que los jóvenes de nuestras iglesias viven en dos esferas totalmente diferentes: la sociedad -el mundo, como es denominado en la jerga evangélica- y la iglesia. Estas dos esferas no son únicamente diferentes, sino que, en una forma cada vez más creciente, son radicalmente opuestas y viven en constante conflicto. Por un lado, la juventud evangélica acostumbra a estar expuesta dentro de la Iglesia a toda una serie de valores, prioridades, formas de ver la vida. Muchos de los valores propios de la cultura cristiana son abiertamente cuestionados, cuando no rechazados de plano, por la sociedad en que vivimos. Con demasiada frecuencia, ante la ofensiva cada vez más violenta y radical de la sociedad, la iglesia adopta una actitud defensiva, especialmente los sectores más adultos de la misma. Desgraciadamente, el rechazo no siempre va acompañado por una buena interpretación y reflexión teológica de las nuevas realidades. Es un no, porque no. Es necesario prever el ambiente favorable en el que, antes de cualquier otra cosa, se aprendan los sentimientos, los valores, los ideales, las actitudes y los hábitos de significación ético social. Es ésta una responsabilidad precisa primero de la familia y después de la iglesia; formar en los muchachos personalidades socialmente adaptadas de modo que, al salir del círculo familiar, puedan ocupar el lugar que les corresponden en la comunidad de los ciudadanos. Hay en las jóvenes actitudes que puedan llamarse prevalentemente sociales, porque están fundadas en necesidades que están en sí mismas orientadas socialmente a la necesidad de aprobación de conformidad, de reconocimiento y participación. Estos factores llevan a la formación de grupos sociales como: clubes, equipos, fraternidades, organizaciones juveniles, etc. La función específica de tales grupos es la de favorecer el proceso de socialización mediante la comunicación entre los hombres. Con participación activa de estos grupos, los adolescentes pueden adquirir muchos de los conceptos fundamentales y de los procedimientos que están en la base de una prospera vida social. 4.- ¿QUIÉN LOS PASTOREA? Como mencionamos anteriormente en la etapa de la juventud, se lleva acabo la tarea de la formación de la identidad

personal. Los muchachos y las muchachas quieren formar una identidad propia, quieren saber quiénes son ellos, cuál es el propósito y el sentido de sus vidas. Ya no quieren ser identificados con referencia a sus familias, quieren ser ellos mismos, ya no más el hijo de tal o la hija de cual. El joven necesita distanciarse de los valores de sus padres, de su forma de vivir, a fin de decidir si ese estilo de vida es válido para él. Es esta la época en que los jóvenes se cuestionan la fe. Tienen que decidir si la fe de los padres será incorporada en su nueva y emergente identidad. Han de decidir si la nueva fe incluirá como propia la religión, las creencias y los valores de los padres. No es posible el desarrollo de una fe madura sin pasar por este proceso de crítica y evaluación. El muchacho o la muchacha mirará a su alrededor en búsqueda de marcos de referencias. Estos marcos son personas, instituciones, a los que el joven acude para, por medio del contraste, la imitación, la confrontación, el diálogo, ir formando su propia y nueva identidad. Los muchachos y las muchachas mirarán a su alrededor en búsqueda de adultos significativos que puedan proveerles de un ejemplo y un modelo a imitar. Sin embargo, no siempre sucede esto. Faltan, con demasiada frecuencia, personas que tengan bien integrada la fe en la vida cotidiana y, por tanto, puedan ser un marco de referencia adecuado para la juventud. Faltan líderes de jóvenes que hayan hecho un buen diálogo entre la fe y la cultura, líderes que no tan sólo ofrezcan moralidad a los jóvenes sino que estén en condiciones de ofrecerles una auténtica cosmovisión, es decir, una auténtica interpretación cristiana del mundo y la vida. EL ALUMNO IDENTIFICARA DIFERENTES MODELOS EN LA SOCIEDAD MEXICANA. EN TU VIDA QUIEN SÍ Y QUIEN NO FUE UN BUEN MODELO.

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