MI VERDADERO AMOR Constantemente me preguntaba sobre el amor. ¿Cómo se sentiría? ¿Era real? ¿Era siquiera para mí? La duda se construía en mi interior y a paso lento, como una araña gigante, construía su tela de araña, apresando cualquier pensamiento racional que pudiese tener. Era negra y horrible, sus muchos ojos me miraban fijamente y amenazaba con devorarme en cualquier momento. Estaba asustada, si. Pero más aún, estaba asustada de no saber el por qué. No fue hasta que lo conocí a Él que comencé a creer en el amor verdadero. Sentir su amor me dio tranquilidad y me encontré a mi misma siendo feliz por primera vez en mi vida, verdaderamente feliz. Mis dudas se desvanecieron en el aire cuando me tomó de la mano. Es real, y si, puede ser para mí. Incluso puede ser para ti. Son increíbles las cosas que ahora veo que antes no podía entender; a su lado no tengo nada que temer. Cuando estoy triste, limpia mis lagrimas con delicadeza. Su amor es la mayor adicción, con él ha sanado totalmente mi corazón. Cuando estoy preocupada me reconforta recordándome que Él conoce de que cosas tengo necesidad. Y yo le creo. He escogido creerle. Es mi verdadero amor. Y también quiero compartirlo contigo. Seguro que ya sabes de quien te hablo, pero su nombre es Jesús. Él te conoce, y si tú lo dejas entrar a tu vida, te prometo, que la dicha que sentirás te inundará por completo; y con su amor, restaurará aquello por lo que tanto lloras. Ten presente que su amor no es como nada que hayas conocido; no tiene explicación y ciertamente no tiene comparación. Te ama no por algo y no por un que, te ama porque sí. Si has vivido una vida con incertidumbre, pensando que no eres suficiente, con temor al que dirán, recuerda esto: eres perfecto para alguien. Dios pensó en todas las características de tu personalidad, en todas tus características físicas y decidió que eras lo suficientemente perfecto para soplarte aliento de vida. Desde ese segundo Él ha tenido un plan para ti, un plan que, al día de hoy, se esta desarrollando en tu vida. Recuerda: Él nos amó primero.