Mariposa... No Te Vayas !!!

Mariposa... no te vayas! Para: Gerita La desesperación era enorme, todos avanzaban a toda prisa a causa del temblor que se había producido en La pradera, lugar que hasta entonces albergaba a más de cinco mil mariposas, un paisaje adornado con las más extravagantes y bellas flores, un paraíso para todas aquellas mariposas que no cesaban de dar gracias al Creador por cada segundo que tenían el privilegio de batir sus alas y contemplar la belleza y el aroma que de cada una de las quinientas treinta y nueve especies de flores que abarcaban cientos de kilómetros, eran tantas, que ninguna de esas mariposas había conocido un mundo diferente al de estar rodeadas de flores y lo cierto es que tampoco querían ver una realidad distinta... pero el temblor… El temblor acabó con las hermosas flores que había en aquél bello y hermoso jardín natural. Any, la mariposa más bella y colorida, la más joven de todas las que vivían en La pradera, voló muy triste y desconsolada buscando alguna respuesta a lo que había sucedido, voló muy lejos, voló muy alto, buscando alguna flor, buscando un paisaje diferente, un paisaje que la hiciera sentirse “en casa”, sentirse bella, sentirse amada… pero no encontró nada, tanto se agitaron sus alas, que sus fuerzas se agotaron y su corazón triste y afligido por un momento dejó de sentir... -

Mira!!!, una mariposa!!!! – le dijo Cris (Una linda conejita) a su hermano Jerry. Aún está viva. Ven tráela a casa – dijo Jerry, llenemos de flores nuestra casita. Llamemos a Naty, ella conoce los secretos del bosque, seguro podrá ayudarnos!!!

Naty era una vieja tortuga que tenía 150 años y había aprendido a conocer a todos los animales del bosque y había recorridos muchos lugares de la tierra. Durante los últimos 20 años se había quedado en aquel bosque en el cual vivían Cris y Jerry, contando historias de sus grandes aventuras y aliviando a muchas especies con sus sabias recetas. Jerry llegó en 10 saltos al hogar de Naty y le comentó lo que habían hecho con aquella linda mariposa que habían encontrado cerca a su casita. Al regreso no fueron 10 saltos, sino 100 pues Naty, que por naturaleza es lenta, en esos momentos se encontraba enfermita y casi no podía caminar… Any abrió sus ojitos y al ver la hermosura de las flores, al sentir su aroma y contemplar la hermosura de la casita de los conejos, se sintió muy feliz, su corazón se alegró en gran manera. Por un instante se sintió “en casa”. En ese momento llegaron Cris, Jerry y Naty quienes se alegraron al ver el vuelo de la más bella mariposa que habían visto jamás. Todos se alegraron menos Any, quien al ver tan extraños animales sintió miedo, mucho miedo, batió sus alas lo más fuerte y rápido que pudo y antes de que pudieran detenerla se marchó.

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No te vayaaaaaaaaaaaaas! – Gritó Jerry con lágrimas en sus ojos, quédate un ratico más por favor!, eres la mariposa más bella que hemos visto y queremos demostrarte todo lo bueno que hay en nuestros corazones !!!!... no te vayas mariposa, no te vayas por favor…

Any se sintió halagada y muy querida, se sintió admirada, se sintió bella al escuchar esas palabras, pero tuvo miedo ¿de qué? – de estar con seres que para ella eran muy extraños, seres que no conocía y ese temor fue más fuerte que el cariño que Jerry le había expresado. Tan fuerte que ella siguió volando, siguió creyendo en encontrar una tierra llena de mariposas y de flores, voló alto, muuuuy alto hasta que sus alas se quebraron, sus ojos lloraron y su corazón se apagó… Any no encontró eso que tanto quería, eso que tanto anhelaba encontrar luego de aquel temblor, tal vez porque TODO lo que buscaba estaba en el bosque de los conejitos. Jerry por mucho tiempo lloró esperando que Any algún día regresara pues había iluminado su vida con su belleza, queriendo decirle a Any que ellos no eran seres extraños, sino simplemente animales diferentes, animalitos con un corazón lleno de amor y de ternura al igual que ella, animalitos diferentes creados con un mismo amor, con un mismo sentimiento, por un mismo Dios… diferentes por fuera, pero en esencia, en lo más puro de su existencia: iguales.

Escrito por: Eduardo Escamilla Pérez Bogotá D.C, 2 de Marzo de 2009