Mama De Mayor No Quiero Ser Bombero

  • May 2020
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  • Words: 570
  • Pages: 2
Mamá de mayor no quiero ser Bombero

¿Cuántos de nosotros ante la tópica y típica pregunta que se hace a los niños de: “qué quieres ser cuando seas mayor”, respondimos con un rotundo “quiero ser bombero…”? Posiblemente muchos jugaron desde que tuvieron uso de razón con un camión de bomberos. A otros, como fue mi caso, el destino nos puso esta profesión delante a la cual aprendimos a respetar, a sentir y a, por qué no, amar. Se convirtió en algo vocacional, en algo digno de honrar, con toda la seriedad que ello implica, con todo el cariño que uno puede poner en aquello que siente. El toque de las sirenas que indica el regreso de las unidades con el orgullo del deber cumplido, el saber que nuestro esfuerzo, nuestra entrega ha servido para que un padre pueda volver a abrazar a sus hijos, es algo que pocos podrán sentir. Yo me considero un privilegiado por ello. Pero por desgracia no todos sentimos igual.En los últimos tiempos un fenómeno se ha producido en nuestra sociedad. Cantidad ingente de “opositores profesionales” que buscan el refugio del trabajo funcionarial ha inundado los Parques de Bomberos. Son individuos que están amparados por oposiciones amañadas sin ninguna credibilidad profesional, convocatorias que funcionan como puros trámites administrativos donde los futuros “bomberos” son vistos como números y no como potenciales profesionales, individuos carentes de preparación profesional por la inexistencia de unos estudios reglados para el acceso a bomberos, personajes instruidos en “barracones de formación” por oportunistas que utilizan el tráfico de influencias para colocar sus test en las administraciones y vender titulillos a todo aquel que esté dispuesto a pagar un buen precio. Y lo lamentable, el drama de todo esto es que entre esa gigantesca masa de opositores estarán muchos bomberos que nunca, ni con esfuerzo, ni con dedicación, ni con vocación podrán ser bomberos. Porque ser bombero es algo que se siente, no que se es por el hecho de llevar un uniforme.

Que nadie se llame a engaño, porque yo he visto a individuos copar plazas de bomberos teniendo auténtico vértigo, entrar lisiados a los que hay que mantener de por vida, gandules empedernidos calentadores de camas al más puro estilo machanguito. Otros que su incapacidad y nulidad les llevará a ocupar puestos sindicales para hacerse intocables, para manipular a los demás, para no aparecer por el trabajo y pasarse el día en la playa con horas sindicales, para conseguir cargos y privilegios. Individuos que justificarán en el “síndrome del estrés post-traumático” su drogodependencia, su alcoholismo, su pereza, su ineptitud, su cobardía o su miedo a ponerse ante el fuego. He visto a individuos perversos manipular a bobalicones sin personalidad ninguna, con resentimientos hacia los buenos profesionales, carentes de mínima disciplina profesional, chulitos de poca monta que se enfadan y piden explicaciones porque se les manda a una emergencia o se les dice que se pongan el equipo de protección personal. Personajes malévolos capaces de destruir con sus críticas malintencionadas, con sus odios y deformaciones mentales, culpabilizando siempre al otro de sus propias miserias. Pero cuando nuevamente suene la sirena, cuando esa alarma irrumpa en la cotidianidad de los buenos bomberos, éstos saltarán por la cucaña para acudir a la emergencia. Mezclarán el sudor de su esfuerzo, se abrazarán por el orgullo del compromiso adquirido y regresarán a los Parques de Bomberos para seguir honrando esta profesión que llevan troquelada en el alma.

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