TORRES DEL PAINE Del 18 al 21 de abril de 2009 (ahora sí)
Después de que el agua nos dejara con la miel en los labios en nuestro intento de ver las Torres del Paine, no podíamos dejar que la cosa acabara así...
Así que partimos, -esta vez Adrián y Rubén-, en nuestro segundo intento.
NOTA: En esta segunda oportunidad por ver las Torres del Paine, con la extensión de hacer el circuito conocido como “W” (doble be), no pudimos contar con nuestra cámara de fotos por encontrarse en el hospital para cámaras de fotos buscando una solución a su problema, ocasionado en el anterior amago en el Paine. Por este motivo no disponemos de todas las fotos que quisiéramos, ya que sólo contábamos con una cámara a pilas de escasa duración (y menos mal) y con la cesión de fotos de los caminantes con los que entablamos amistad por el camino. A título informativo tenemos que comentarles que el diagnóstico de la cámara ya es público. Sufre una dolencia en el visor LCD provocado por un cortocircuito producto de la humedad que se antoja irreparable. Por este motivo, la única salida es cambiar el visor, pero el punto más cercano donde podemos hacerlo es Santiago de Chile, a tan solo 1200 Km o poco más. Es por ello que ahora contamos con la cámara a nuestra disposición, pero sacando fotos y videos al tuntún que, de momento, nos resolverán la papeleta hasta llegar de nuevo a la Patria donde la tratarán con el cariño que merece para poder recuperar así sus funciones. Gracias por su comprensión.
Y no fue sino llegar y encontrarnos con esto. Un día espléndido y unas estampas verdaderamente generosas.
Y aquí está nuestra primera base; Las Torres. En este lugar acampamos la primera noche tras pegarnos el pateo a la base de las Torres del Paine que mostramos a continuación. Tras Adrián, el Almirante Nieto.
Pero antes había que montar la tienda de campaña. Una tienda que nos acababan de prestar, con capacidad para cuatro personas y que debía ser armada por dos energúmenos que JAMÁS habían montado una.
Y la montamos más rápido que un silbido
Y empezamos a caminar con un clima chachón que nos permitió sacar las tres fotos que alcanza a sacar la pila de la cámara. Por suerte contábamos con tres pedazo de compañeros que encontramos por casualidad, Iván y Tatiana, de Tenerife y Antonio de Madrid. No podemos nombrarlos sin mencionar que nos salvaron la vida ese día.
Y nos salvaron la vida porque apenas llevábamos comida y nos alimentaron, literalmente. Nos pasaron fotos cuando nuestra cámara murió y nos prestaron sus linternas cuando pensábamos que éramos capaces de armar en la oscuridad una caseta que no sabíamos cómo se montaba. (Lo preparamos todo en dos horas, ¡qué quieres!) Pero sobre todo, lo que más agradecimos fue la compañía que tuvimos. Unos puntales del carajo que pronto nos visitarán por la isla.
Y caminamos por ahí pa'rriba alegando...
Y descansando de vez en cuando
Unos contrastes de colores impresionantes. En esta foto comenzaron los 700 metros más duros de nuestra vida -hasta ese momento-. Pero mereció la pena para ver...
...esto: Las TORRES DEL PAINE
No es un montaje. Dos canariones y dos chicharreros a pocos días del derby haciendo una caminata por la Patagonia acompañados por un madrileño que se está pateando el continente por su cuenta.
Un primer día memorable que nos animó a seguir con fuerzas un segundo día que nos habían prometido suave... Hay restos de nuestras almas bajo las piedras.
Tras un día fabuloso, Rubén pasó una de las peores noches de su corta vida al olvidar, entre otras tantas cosas, una esterilla con la que aislar mínimamente su cuerpo del frío suelo. El pelete caló en sus huesos y tuvo que experimentar qué es ducharse -a medias- a las 4 de la madrugada para entrar en calor. Adrián tuvo la suerte, el muy bandío, de tener un saco algo más grueso que logró que de esa situación sólo le preocupara que el insomne no le despertara. La parte positiva estuvo en que gracias a ese desvelo y mientras Adrián dormía como un niño chico, Rubén pudo extraer algunos recuerdos de cómo se amanece en el Paine:
Y a caminar cargaditos como mulas en dirección Cuernos del Paine. Como dijimos, un recorrido que nos molió como perros y nos llevó todito el día.
Pero el paisaje premiaba el esfuerzo con estampas dignas de postal
Exhaustos, no hacíamos sino buscar descanso para repostar cada cierto tiempo. Ya no sólo era lo duro del camino, sino la carga de las mochilas con los sacos y los 4 kilos en mano de la tienda de campaña que nos turnábamos cada media hora. Cómo se sufría cuando te tocaba llevarla en cuesta... Inhumano
Pero como en cada trayecto la llegada tenía premio. Bajo los Cuernos del Paine acampamos, escuchando el estruendo de las avalanchas de nieve en la montaña del fondo y con el sonido del viento y del río que pasaba junto a nosotros para desembocar en el lago que mostramos en la siguiente diapositiva
¡¡Lleguemos!!
A amanecer aquí se le llama: CALIDAD DE VIDA
La noche en Cuernos fue peculiar. Llegamos con tiempo aunque hechos gofio, pero decidimos continuar dos horitas más y reposar en el Campamento Italiano. No nos quedaban pilas para la cámara y fuimos a comprar. No quedaban, pero tenían unas que nos valían para la linterna que nos regalaron Iván y Tatiana. Nos querían soplar más de 5€ por dos pilas AAA y nos arriesgamos al no comprarlas, porque la linterna podía habernos dejado botados y eso era un tremendo inconveniente. Finalmente la lumbre se portó. Comimos y, mientras se cargaban dos pilas que tenías recargables para la cámara, pasó el tiempo, nos enfriamos y decidimos acampar allí. Si la primera noche fue la peor de Rubén (qué raro es escribir en tercera persona), la ducha en Cuernos fue la más dura de su vida. La suya era la única ducha en toda la Patagonia que no tenía agua caliente y el agua salía tan fría que casi muere de hipotermia. Sacó la casta guanche que le aportan sus genes y venció el miedo a meter las carnes bajo el agua llegada directamente del lago. Sobrevivió, Adrián entró a la ducha y empezó a salir el agua caliente... Al día siguiente partimos, ahora sí, hacia el Campamento Italiano, que no estaba sino a dos horas de camino. Guardamos las pilas, tras el consejo de un guardaparques, para emplearlas en el Valle del Francés. Algún capricho nos dimos y nos sacamos alguna fotillo por el camino.
Una playa aquí también es CALIDAD DE VIDA
Lo que bebe este pedazo de deportista es ron en una petaca
Y llegamos al Campamento, donde montamos la caseta y nos dispusimos a subir el Valle del Francés. Por el camino, que en la vuelta hicimos corriendo, los estruendos de las avalanchas nos hacían parar y girarnos a ver el espectáculo de montañas de nieve cayendo y arrastrando los montones que encontraban a su paso.
Por todo el valle nos hartamos a sacar fotos hasta que agotamos las pilas. Al llegar al mirador pensamos que, siendo temprano podríamos llegar, recoger y seguir hasta Pehoé y acampar allí. Así ganaríamos un día y podríamos evitar el mal tiempo que se preveía para el día siguiente. Al recoger conocimos dos caminantes de La France que venían en sentido contrario al nuestro y con quienes quedamos para el siguiente fin de semana en Punta Arenas, ya que somos ya buenos guías en la cuestión de las marchas en la zona. Quizás esto fue un error, ya que llegamos hechos gofio de millo y sin pilas para fotografiar el espectacular paisaje que brinda el parque desde el Campamento Italiano hasta Pehoé.
Con el fondaje de las pilas logramos sacar alguna foto con la camisa del equipito. El tiempo empezó a ponerse malo y estábamos algo perjudicados físicamente. Por esto el último día no pudimos darnos el salto al Glaciar Grey y salimos directamente en catamarán hacia Pudeto, donde la guagua nos retornaría a Puerto Natales
El Lago Pehoé. Aquí escupieron dos canarios
Y tras una de las mejores experiencias de nuestras vidas, llegamos a Natales, donde devolvimos la caseta a Cristóbal -el del hostal de la otra vez- a quien tanto agradecemos
Comimos carne como cochinos (aunque no es buen momento para hablar de esos animales)
Y, de paso, aprendimos la diferencia entre las casetas de antes (mural) y las actuales (Adrián).
¡¡¡CONSEGUIDO!!!
Y cansados como perros pero más satisfechos que el Tenerife tras el derby arribamos a la cueva, con un puño de recuerdos imborrables y más ropa sucia que nunca. RECOMENDACIÓN: a todo aquel que se encuentre a menos de 25 ó 30000 Km del Paine, por favor, visítelo -pero no sin antes haber recorrido las islitas-. Un saludo, gracias por leernos y aguantar, y hasta pronto; AGAURY, ADRIÁN y RUBÉN.