Los Proverbios De Salomon

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LOS PROVERBIOS DE SALOMON 1. Escucha hijo mío, los consejos de tu padre, no rechaces las advertencias de tu madre. Los padres por su instinto de ser la cabeza del hogar saben del peligro que hay a lo largo de la vida y tratan de que el hijo sea advertido de ello, por su parte la madre que siente en el corazón del peligro que pueda acechar a su hijo le advierte de ello, entonces el hijo debe y está obligado a escuchar a sus padres que son los que lo llevaran a un buen camino. 2. Gloria de Dios es encubrir un asunto; Pero honra del rey es escudriñarlo. Las obras de Dios son misteriosas, tanto en el plano de su providencia como en el de su gracia. Vemos lo que hace, pero no comprendemos sus razones; ésta es su gloria y hemos de reverenciarla y alabarla. Pero el honor del rey exige escudriñar los asuntos que le son presentados, a fin de poder obrar con justicia y equidad en todos ellos. 3. Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra, Y para el corazón de los reyes, no hay investigación. El versículo describe la realidad: 'Así como es imposible, dice Cohen, para el hombre calcular la altura del espacio que hay encima de su cabeza, y la profundidad de la tierra que hay debajo de sus pies, así también está fuera del alcance de su poder comprender las maniobras diplomáticas de la regia mente. 4. Manzana de oro con figuras de plata. Es la palabra dicha como conviene. Un consejo, una corrección, una palabra de consuelo y aliento, o de testimonio, cuando se dan a tiempo, se expresan lo mejor posible y se adaptan perfectamente al caso de la persona a quien se dirigen, así como al carácter personal de la persona que habla, son como manzanas de oro en engastes de plata. El hebreo de esta frase admite dos versiones igualmente probables: 1. Se trata de bolas de oro, o recubiertas de oro, en un trasfondo escultórico de plata (lit. figuras de entalladura). 2. Se trata de un trabajo de filigrana, en que las manzanas de oro están cubiertas por una red o encaje de plata; las manzanas de oro se ven a través de la red. Sin duda, era alguna clase de adorno de mesa, bien conocido en aquel tiempo. 5. Como zarcillo de oro y joyel de oro fino. Es el que reprende al sabio que tiene oído dócil. El versículo parece un símil del mismo género: La reprensión de un sabio, es decir, de alguien con la discreción suficiente para dar una buena palabra de corrección a tiempo, que cae sobre un oído obediente (lit. que escucha) es como pendiente de oro y joyel de oro fino; buen adorno, que cae bien al que habla y al que escucha. 6. Como frío de nieve en tiempo de la siega, Así es el mensajero fiel a los que lo envían, Pues al alma de su señor da refrigerio. Un mensajero debe ser fiel al que lo envía y dar con toda exactitud el

mensaje que se le ha confiado sin falsificar en nada el contenido. Esto llenará de satisfacción al que le envió, como el refrigerio que causaría un poco de nieve en el ardor de la siega si se la pudiese conseguir de lo alto de las cumbres nevadas. 7. Como nubes y vientos sin lluvia, Así es el hombre que se jacta de falsa liberalidad. En contraste con el versículo anterior, vemos ahora a uno que se jacta falsamente de tener y dar lo que nunca tuvo ni dio, inventando grandes proezas y provechosos servicios que sólo existen en su imaginación; en vez de refrescar como la nieve, éste es como nube estéril y viento que hace mucho ruido, pero que no traen lluvia (comp. con Jud. v. 12), causando la desilusión del labrador.

8. Con larga paciencia se aplaca el príncipe, Y la lengua blanda quebranta los huesos. Dos cosas se recomiendan aquí en el trato con los demás: 1. Paciencia para soportar el ardor de la ira ajena sin contagiarse de ese ardor, y para esperar una buena oportunidad de presentar nuestras razones y dar a las personas el tiempo suficiente para considerarlas. Por este medio, hasta un príncipe puede ser aplacado. Suavidad, para hablar sin pasión ni provocación: la lengua blanda quebranta los huesos. El hueso es una sustancia muy dura y sirve aquí de símil. Una palabra suave ablanda los ánimos más duros y prevalece sobre los más morosos, como pasa a veces con el rayo que quebranta el hueso sin pinchar la carne. 9. ¿Hallaste miel? Come lo que te basta, No sea que hastiado de ella la vomites. Este proverbio enseña moderación en cosas que, por otra parte, son muy agradables. La miel era símbolo de sabiduría, pero aquí es símbolo de cualquier cosa deseable, que ha de ser usada con moderación. Los placeres de los sentidos pierden su dulzura con el abuso y se vuelven nauseabundos, como puede pasar si se come demasiada miel. 10. Detén tu pie de la casa de tu vecino, No sea que hastiado de ti te aborrezca. Otro proverbio sobre la moderación. Esta vez sobre las visitas a vecinos y parientes. Es norma de cortesía y afecto visitarles, pero es norma de prudencia no multiplicar las visitas, no estar demasiado tiempo, no llegar a la hora de comer y no entremeternos en los asuntos ajenos. La excesiva familiaridad engendra menosprecio. 'Después del tercer día, saben mal pescado y compañía'. El adagio castellano dice que 'al tercer día hieden el cadáver y el huésped'. Por aquí vemos que Dios es un amigo mucho mejor que cualquier otro, puesto que cuanto más vamos a él, tanto mejor nos recibe y agasaja. 11. Martillo y cuchillo y saeta aguda Es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio. Un falso testimonio es como un mazo con que le pueden romper a uno la cabeza, como una espada que atraviesa desde cerca y como una saeta aguda que traspasa desde lejos. Por eso tenemos necesidad de orar. «Libra mi alma, Iahveh, de los labios mentirosos.

12. Como diente roto y pie descoyuntado Es la confianza en el prevaricador en tiempo de angustia. Como diente roto y pie que resbala (lit.) es la confianza en el desleal (o traidor) en tiempo de angustia. Sólo al desastre conduce poner confianza en quien no es digno de ella, del mismo modo que un diente roto produce un dolor que impide comer, y un pie que resbala no permite tenerse de pie. 13. El que canta canciones al corazón afligido Es como el que quita la ropa en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre. Aquí se expresa la tremenda inoportunidad de cantar canciones alegres a una persona que está triste. Los que sufren alguna aflicción han de ser consolados mediante la simpatía y el consuelo que puede ofrecer una persona comprensiva, pero vamos por el mal camino si intentamos aliviarles sintiéndonos alegres e intentando que también ellos se pongan alegres. Quitándole a una persona la ropa en tiempo de invierno, se la enfría más todavía, y si se echa vinagre sobre sosa caústica, se la pone en fermentación; la persona se enfada con toda razón. 14. Como fuente turbia y manantial corrompido, Es el justo que cae delante del impío. Como fuente enturbiada y manantial corrompido o corriente contaminada es el justo que claudica delante del malvado. El creyente que cae en pecado manifiesto a la vista de los incrédulos entristece a los buenos, alegra a los malos y contagia e infecta a otros animándolos a hacer lo mismo. La gloria de Dios, el honor del evangelio y el decoro de la Iglesia pierden mucho con la mala conducta de los creyentes. Es un contra testimonio. El versículo admite también otra interpretación: Cuando los justos son oprimidos y pisoteados por la violencia de malos hombres, y aun de malos gobernantes, se enturbian las fuentes dula justicia y se corrompen los manantiales mismos del buen gobierno.

15. Comer mucha miel no es bueno, Ni el buscar la propia gloria es gloria. Los hombres no suelen estar satisfechos de los deleites ni aun cuando están hartos, por lo que sufren las consecuencias de una ambición nunca satisfecha. Así pasa con los que buscan su propia gloria a toda costa; buscar descaradamente el aplauso no es gloria, sino vergüenza; todos se ríen de quien así se comporta. La primera frase repite la idea del v. 16. El hebreo de la segunda frase (nota del traductor) dice así: «Y la búsqueda de su (de ellos) gloria (es) gloria». Tomado literalmente no puede estar más oscuro, pero viene bien aquí la sabia explicación del rabino Cohen: «Mediante la aplicación del paralelismo, se suplen en esta cláusula las palabras no y mucha de la primera cláusula». Es, pues, uno de los frecuentes casos de elipsis. 16. Como ciudad derribada y sin muro Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda. Una persona prudente y virtuosa sabe frenarse, tiene dominio de sí

misma. El vicioso, que no sabe ni quiere dominarse a sí mismo, es como una ciudad derribada y sin muro; está sin defensas, expuesto a todas las tentaciones del mundo y del diablo, siendo fácil presa de Satanás.

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