¡Adiós… mentiroso! Por Marcos Witt “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” - Éxodo 20:16 Todos nosotros, todos los días, de alguna manera u otra - quizás algunos en mayor escala y otros en menor escala tenemos que convivir con la mentira: alguien nos mintió, nosotros le mentimos a alguien, vemos a otra persona mentirle a alguien, vemos a otras personas afectadas por una mentira. Y el Señor está hablándonos claramente acerca de que necesitamos echar fuera la mentira de nuestra vida y no hablar falso testimonio, no decir cosas falsas a nuestro prójimo. Todos nosotros tenemos quizás alguna historia de experiencias con la mentira, somos testigo de fraudes, de engaños, de chismes, de exageraciones - porque aunque usted no lo crea, las exageraciones y los chismes son primos hermanos de la mentira. Hay alguna gente que cree que si le exagera un poquito no hay problema. ¿Sabía usted que Dios odia la mentira? ¿Por qué será que Dios odia la mentira? Dice Proverbios capitulo 12 que Dios abomina el labio mentiroso. Esa palabra “abominar” quiere decir odio profundo, es algo que lo molesta profundamente. Y Dios abomina a los labios mentirosos. Y le voy a explicar por qué: 1. Dios odia la mentira porque viola la misma naturaleza de Dios. Dijo Jesucristo en una ocasión, “yo soy el camino, la verdad y la vida”. ¿Se da cuenta? ¡Dios es verdad! Su misma naturaleza es verdad y Dios siendo verdad no puede convivir con la mentira. 2. La mentira viene de un papá muy particular que se llama Satanás. Dice Jesucristo en Juan capitulo 8 que el diablo es mentiroso y aparte de eso, es el padre de todas las mentiras. 3. Destruye relaciones, destruye la vida de las personas, destruye amistades, matrimonios, familias y Cristo Jesús vino a dar vida. Entonces, si la mentira destruye la vida, ¡con razón Dios odia la mentira! Sabe usted por qué la gran mayoría del mundo todavía lucha con conocer a Jesús como su Señor? porque nos mira a usted y a mi, los discípulos de Jesús, y estamos todos peleados, agarrados de las greñas, enojados, mintiéndonos los unos a los otros y el mundo dice, “válgame Dios, si esos son los discípulos del Señor, imagínese…”. Mi querido hermano, mi querido amigo, dígale adiós al mentiroso que usted tiene allá adentro, empáquelo, déle unas dos o tres pupusas y mándelo a donde usted quiera mandarlo pero sáquelo de su vida de una vez para siempre, para que usted no tenga que vivir la vergüenza que trae la mentira. ¿Y qué entonces de las exageraciones y de los chismes? Bueno, si usted quiere exagerar va a ser por tres razones y ahí le van: 1. Orgullo. Si usted quiere ser un orgulloso, altanero, pedante, altivo, use entonces el chisme, la mentira, la exageración. Cuando el diablo entró en el huerto de Edén, por orgullo le dijo a Eva, “ay, mira, lo que pasa es que Dios no quiere que seas tan inteligente como El” y Eva dijo, “¡ay pues de veras!”. La gente miente y exagera y chismea por orgullo. Dicen, “mire lo que yo he hecho, mire por donde me he paseado, mire a quien conozco”. Entonces utilizan la exageración, el chisme y la mentira para poder hacer creer a la gente que son mejores de lo que realmente son. No caiga usted en esa trampa, reconozca quien es usted, déle gracias a Dios por quien es usted. La Biblia dice que usted es acepto en el amado, usted tiene su nombre escrito en el libro de la vida. Jesús sabe quien es usted, El lo ha lavado con su sangre y eso nos basta, ¡debería bastarnos! 2. El egoísmo, buscando algo para uno, buscando salir adelante uno, pensando nada más en uno. Satanás en el huerto de Edén no estaba pensando en Eva, ni en Adán, ni en la creación de Dios, Satanás estaba pensando solamente en lo que él quería hacer; El quería destruir a la humanidad y entonces le dijo a Eva dos o tres exageraciones, dos o tres mentiras y logró destruir la vida de Adán y Eva. Si usted quiere salir adelante, Jesucristo nos dio la receta: el que quiera ser grande, que sea vuestro siervo. Si usted quiere ser grande, aprenda a servir, si usted se humilla bajo la mano poderosa de Dios, ¡El lo va a exaltar y le va a dar prestigio que usted ni siquiera se lo pudo haber imaginado! 3. Por malicia. Satanás cuando se metió al huerto de Edén lo hizo por malicia, estaba enojado con Dios, quería vengarse de Dios, odiaba la creación de Dios y por malicia fue y le sembró esas mentiras en el oído de Eva y logró destruir algo hermoso que Dios había creado a través de una mentira. Eche fuera cualquier malicia que usted tenga, cualquier pensamiento de mal, eche fuera al diablo de su vida y la mejor manera de hacer lo es teniendo Jesucristo bien establecido sobre el trono de su vida. Eche fuera al mentiroso que usted tiene allá adentro. Échelo fuera en el nombre de Jesús, ande siempre con la verdad. Y usted dice “bueno, pero ¿y qué de las mentiras blancas, las mentiras piadosas?” Imagínese usted una mentira piadosa, como si esas dos palabras tuvieran algún tipo de relación. ¡Yo no lo entiendo! La Biblia dice en Proverbios 19:5, “el testigo falso no quedará sin castigo y el que habla mentira no escapará”. La Biblia dice que todas las mentiras son mentiras, sea blanca, sea roja, sea verde, sea amarilla. La verdad libera. La palabra de Dios dice, “conocerás la verdad y la verdad te hará libre”. Jesucristo vino a tomar
autoridad sobre todo espíritu de mentira. El llevó cautivo al padre de todas las mentiras, lo puso debajo de sus pies y hoy día, ¡El esta sentado sobre un trono de verdad, sobre un trono de justicia! ¡Alabe a Dios! ¡Alabe la Verdad! ¡La Verdad libera! La mentira ata, la mentira lo mete a usted en una cárcel; la cárcel de “uy, ¿será hoy que me descubren?”, La mentira lo mete a usted también en un afán de tener que encontrar otra mentira para tapar la otra mentira. Empiece a caminar en la verdad de la palabra de Dios, ¡tan fácil que es hablar la verdad! La verdad arregla todo eso. Dice Juan, “si andamos en la luz, como El está en la luz, la comunión del Padre está en nosotros y tenemos comunión los unos con los otros y la sangre de Jesús nos limpia de todo pecado”. Así que sálgase de esa oscuridad llamada mentira, vengase a la luz de la palabra de Dios y usted caminara en victoria.