Honra a tu padre y a tu madre Por Marcos Witt Los últimos seis mandamientos son los parámetros de éxito en nuestras relaciones unos con otros. Interesantemente, Dios empieza con una de las relaciones más importantes que podemos tener en nuestra vida: la relación con nuestros papás. El dice en el quinto mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que el Señor tu Dios te da”. Dar honra es simplemente darle el respeto, el lugar y la dignidad que merecen. Y como hijos nos toca honrar a nuestros papás. Algunos quizás no conocen quienes son sus papás o quizás sus papás hace tiempo ya partieron para estar con el Señor pero de la misma manera, todos tenemos el privilegio y la responsabilidad de honrarlos. Posiblemente hay en su vida alguien que funciona como papá para usted. ¡Hónrelo! Este mandamiento NO dice: honra a tus papas si son buenos; si son malos, dales como quieras. No, dice “honra a tu padre y a tu madre”, punto. Y hay algunos de nosotros – no todos – que hemos tenido la experiencia de tener papás y mamás que no son del todo honorables, pero Dios a usted y a mi nos ha encargado el principio de honra. Es un parámetro de éxito. ¡Así es como vive un campeón! La honra es por toda la vida. No hay un momento donde uno pueda decir, “bueno, ya mis papas son setentones, ya no los tengo que honrar tanto”. ¡Claro que no! Los tiene que honrar hasta el día que los despida para estar con el Señor. Usted puede decir, “bueno, es que yo ya tengo cuarenta y tres” pero eso no lo hace excepto de honrar a sus papás. El apóstol Pablo interesantemente amplía la promesa y dice en Efesios capitulo 6 versos 2 y 3, “honra a tu padre y a tu madre para que te vaya bien y seas de larga vida”. Ahora, para que sus hijos lo honren, usted debe ser honorable, usted debe darse a respetar. Por eso quiero que se pregunte, “¿cómo estoy tratando a mis hijos? ¿Cómo estoy sembrando en mis hijos? Porque lo que usted siembra, es lo que usted va a cosechar. Si usted está golpeando y maltratando a sus hijos y diciéndoles palabras ásperas, fuertes y feas, eso es lo que usted va a cosechar. Y el Señor quiere que usted sea honorable con sus hijos pero, ¿qué quiere decir eso de ser honorable con sus hijos? Le doy unos consejos: escúchelos, póngales atención, sueñe con ellos, piense con ellos, crea con ellos, crea que Dios va a hacer grandes cosas con ellos. Anímelos, trátelos con dignidad, con respeto, con honra. Si usted siempre está dando gritos en su casa, lo único que puede esperar es que en su casa siempre haya gritos. Y si a usted le molesta que su hijo esta gritando, solo recuerde que usted fue un gran maestro para su hijo. El apóstol Pablo dio unos consejos muy buenos. En Efesios 6 verso 4 dice, “Y vosotros padres, no provoquéis a ira a tus hijos sino críalos en la disciplina y la amonestación del Señor”. No hay nada de bueno que salga con provocar a sus hijos al enojo. Hay muchos hijos que se someten a sus papas nada más porque les tienen miedo. Le tienen miedo a la faja, le tienen miedo a los golpes. ¡Qué triste es ver que hay veces cuando papás de repente levantan una mano y el niño se agacha tratando de protegerse! ¡Qué triste es eso!¡Le imploro en el amor de Cristo que cambiemos eso en nuestra cultura hispana! Las manos que Dios nos dio fueron para acariciar, para bendecir, para suavemente tomar en nuestras manos y besar a nuestros hijos. Ahora, hijos, préstenme mucha atención. Solo por el hecho de que su papá es medio tremendo y medio acelerado, no lo excusa a usted a faltarle el respeto. Quiero decirte hijito que si en esta tierra nadie se da cuenta de que estas respetando a pesar de la manera en que te están tratando, te aseguro que en el cielo se esta escribiendo muy bien tu historia y no hay fin de las bendiciones que vas a recibir simplemente por haber obedecido la ley y decir, “voy a honrar a mis papas a pesar de lo que pase”. En la vida pasamos por ciertas etapas. Una de ellas es desde los doce años para abajo. Esa es una etapa de enseñar, de disciplinar, de mostrar a nuestros hijos los parámetros y como hijos, nosotros honramos a nuestros papás obedeciéndoles, atendiendo sus sugerencias, aprendiendo de ellos, siendo cariñosos con los papás. Luego van creciendo, y llegan a la etapa de los 13 a los 18 años. En esa otra etapa usted honra a sus padres siéndoles agradecidos y poniendo atención a sus indicaciones. Siga sus lineamientos y escuche sus recomendaciones. Ahora, papás, no fastidien a sus hijos. “Yo te dije que… y por que? Y son las 10! Y…” Usted necesita no provocar a sus hijos a ira sino ser respetables también con ellos, porque es una etapa para ellos muy difícil. Luego ya de repente entramos en la etapa de adultos. De 18 a 60 años. Y la forma en la que podemos respetar a nuestros papás en esa etapa es independizándonos y mostrándoles que ellos hicieron un buen trabajo, que nos prepararon bien para la vida y podemos salir adelante. También inclúyalos en sus planes. Muchas veces nos
olvidamos de los papás porque están lejos o porque viven allá solitos o porque están ya muy viejitos. Usted también los honra buscando su consejo porque quiéralo usted o no, aunque haya sido un tremendo, aunque haya sido lo que haya sido, el simple hecho de vivir tantos años, le da a el una ventaja sobre usted y el puede tener buen consejo que le puede ayudar. Luego entramos en una última la cual llamo la etapa de adultos mayores, de 60 para arriba. Esa es una etapa muy linda porque usted puede honrar a sus papás dignificando su vejez. ¡Tantos viejitos mueren solitos, sin familiares, abandonados y olvidados. ¿Por qué? Porque alguien estuvo demasiado ocupado para dignificarles su edad de oro. Que para sus papás esa edad sea verdaderamente una edad de oro porque usted se la dignificó, usted se encargó de ellos, usted estuvo ahí luchando por ellos y viendo por ellos. Que se sientan bien recibidos. La forma en que usted trate a sus abuelos y a sus viejitos, es la forma en la que lo van a tratar también a usted cuando tenga esa edad. Así que dignifique a sus papás, que lleguen a esa edad de oro con dignidad, con altura, con clase. ¿Por qué? Porque así vive un campeón y usted es un campeón y usted va a ser uno diferente a todos los demás.