Declaración de fe De la Iglesia Bíblica Bautista de Copacabana Dios Creemos en un Dios, uno y sólo uno, manifestado eternalmente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo (Mateo 28: 19; 2 Corintios 13: 14). Creemos que Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo se diferencia en sus funciones, el Padre como Creador y Omnipotente gobernante de todo (Génesis 1: 1-31; Salmo 103: 19), el Hijo como Redentor (Colosenses 1: 13-14) y el Espíritu Santo como Regenerador (Tito 3: 5). No creemos que se pueda dividir a Dios en tres, ni que se pueda negar la personalidad de cada una de las manifestaciones divinas. Dios puede estar al mismo tiempo en los cielos, en los aires y en la tierra (Mateo 3: 16-17) en tres formas o revelaciones diferentes. Jesucristo Creemos que Cristo se despojó solamente de sus prerrogativas de deidad al asumir un cuerpo humano, pero no de su esencia divina (Colosenses 2: 9). En esa encarnación, el Hijo aceptó todas la características de un hombre, por lo cual podemos decir que fue verdadero Dios y verdadero hombre al mismo tiempo (Filipenses 2: 5-8; Colosenses 2: 9). Creemos que nació de la virgen María y fue engendrado por el Espíritu Santo (Lucas 1: 34-35). Creemos que nuestro Señor Jesucristo pago toda nuestra deuda de pecado a precio de su propia sangre derramada en la cruz, y que su muerte voluntaria fue la sustitución, propiciación y redención de nuestro pecado (Juan 10: 15; Romanos 5: 8; 1 Pedro 2: 24). El Espíritu Santo Creemos que el Espíritu Santo posee todas la cualidades de personalidad de la divinidad (1 Corintios 2: 10-13; Efesios 4: 30). El Espíritu Santo es quien ejecuta la voluntad de Dios en la humanidad (Génesis 1: 2; Mateo 1: 18; 2 Pedro 1: 20-21; Juan 3: 5-7). Creemos que el Espíritu Santo, redarguye, santifica, manda, autoriza para el servicio y sella a los creyentes para el día de la redención (Romanos 8: 9; 2 Corintios 3: 6; Efesios 1: 13). Creemos que cada creyente, a partir de su conversión, es bautizado con Espíritu Santo. Y es deber de cada creyente, dejarse controlar (o ser lleno) por el Espíritu Santo (Juan 16: 13; Romanos 8: 9; Efesios 5: 18; 1 Juan 2: 20, 27). Creemos que el Espíritu es quien reparte los dones espirituales en cada iglesia local, dones que servirán para glorificar a Cristo. (1 Corintios 12: 4). Creemos que los dones del Espíritu Santo son para el perfeccionamiento de los creyentes en Cristo. Y que algunos dones, tuvieron su propósito cumplido en la era de transición apostólica, pues su fin era el de confirmar la Palabra de Dios. La Biblia
Creemos en la Biblia como la Palabra de Dios para el hombre, única norma de fe y práctica (2 Timoteo 3: 16). Creemos en la inspiración verbal y plenaria de la Biblia, esto es, Dios inspiró palabras y no ideas y su inspiración está completa para el hombre en la Escritura (2 Timoteo 3: 1617). Creemos en la preservación de las Palabras de Dios en los idiomas originales. Creemos que la Reina-Valera es la Biblia de Dios para el pueblo hispano. La salvación Creemos que la salvación es un regalo de Dios al hombre, que se basa únicamente en el merito de la sangre de Jesucristo y no en los méritos humanos (Efesios 1: 7; 1 Pedro 1: 18-19). Creemos que aquel que cree en Cristo de todo corazón recibiéndole como Señor y Salvador será salvo (Juan 1: 12). Creemos que todos los creyentes en Jesucristo están predestinados a ser como Cristo (Efesios 1: 11-12). Esta es una razón suficiente para creer en la seguridad de la salvación, o sea, en que la salvación no se pierde (Filipenses 1: 6). Creemos que las buenas obras son el fruto de la salvación, pero no ayudan a la salvación (Efesios 2: 8-9). El bautismo en aguas Creemos que el bautismo en las aguas es el primer paso de obediencia del nuevo creyente. De acuerdo, a los ejemplos que tenemos en la Biblia, era inmediato a la conversión (Actos 8: 36-38; Actos 16: 30-33). Creemos que el bautismo tiene el significado confesar ante los demás el deseo de ser un seguidor de Jesucristo. Es la forma de demostrar nuestra nueva fe. Creemos que debe ser administrado, sólo a aquellos que han creído en Jesucristo como único y suficiente Salvador. No es para infantes, que no tienen discernimiento de lo que es pecado (Mateo 28: 19-20; Actos 8: 12). Creemos que el bautismo bíblico, no quita pecados, sino que es la demostración de nuestra buena conciencia (limpia por la sangre de Cristo) a Dios. 1 Pedro 3: 21. Es una fígura de la salvación. Creemos que el bautismo se hace en el nombre o autoridad de Jesús con la formula “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Actos 2: 38; Mateo 28: 19). La iglesia Creemos que todos aquellos que ponen su fe en Jesucristo, son inmediatamente colocados por el Espíritu Santo en el cuerpo de Cristo que es la Iglesia (1 Corintios 12: 12-13; Efesios 5: 23-32).
Creemos que una Iglesia local fue fundada por Jesucristo entre Mateo 16 y Mateo 18, pero en el día de Pentecostés es inaugurada la Iglesia general a través del Espíritu Santo (Actos 2: 1-21, 38-47). La época de la iglesia terminará en el día glorioso del arrebatamiento, que será el día que Cristo arrebate a los suyos para encontrarse con él en las nubes (1 Corintios 15: 51-52; 1 Tesalonicenses 4: 13-18). Creemos que la Iglesia como organismo espiritual es único y diferente a Israel (1 Corintios 10: 32), un misterio revelado hasta esta dispensación (Efesios 3: 1-6; 5: 32). Sin embargo, la iglesia universal, como tal, no está revelada fisicamente. Cuando la Biblia habla de la Iglesia (el cuerpo de Cristo), habla en el lenguaje de un sistema espiritual, que sólo en el futuro será visible cuando Cristo venga. En el momento actual de la Iglesia, todo creyente necesita unirse a una iglesia local. Por eso el énfasis de la Biblia son las iglesias y no la Iglesia (Actos 9: 31; 14: 23; 16: 5; Romanos 16: 4, 16; 1 Corintios 11: 16; Gal 1: 2; 1 Tesalonicenses 2: 4). Creemos que la autoridad suprema de cada iglesia local es Cristo (Efesios 1: 22; Colosenses 1: 18). Terrenalmente, la iglesia local debe estar dirigida por el pastor o los pastores, también llamados ancianos y obispos o presbíteros (Actos 20: 28; Efesios 4: 11). La palabra para el líder humano de la iglesia es pastor (poimen), anciano (presbuteros) u obispo (episkopos), las palabras son sinónimos en el griego y se usan indistintamente en varios pasajes del Nuevo Testamento. Por tal razón, en la iglesia no se deben diferenciar estos términos. Los tres términos son aplicados a las mismas personas. Anciano, indica madurez, pastor indica cuidado y obispo indica administración, tres cosas indispensables en aquellos que lideran una iglesia local (Actos 20:17, 28; 1 Pedro 5: 1-4; Hebreos 13: 7; Efesios 4:11-12). Creemos que los pastores deben recibir ayuda de los diáconos, ambos deben cumplir los requisitos bíblicos para asumir el cargo (1 Timoteo 3: 1-13; Tito 1: 5-9; 1 Pedro 5: 1-5). El sostenimiento del pastor o pastores y aquellos que ejercen cargos de tiempo completo, debe ser auspiciado por la iglesia local (1 Timoteo 5: 17-18). Creemos que la iglesia local es libre de cualquier control externo denominacional o misional, su gobierno es autónomo y debe estar libre de cualquier jerarquía religiosa (Tito 1: 5). A pesar de la independencia de cada iglesia local, la iglesia debe ser un órgano interdependiente, que coopere con otras iglesias hermanas en la difusión del evangelio. Son los ancianos de la iglesia, los que deben determinar el nivel de compañerismo con otras comunidades. (Actos 15: 19-31; 20: 28; 1 Corintios 5: 4-7; 1 Pedro 5: 1-4). Creemos que los líderes de la iglesia local deben ayudar a los miembros en su crecimiento espiritual por medio del discipulado. (1 Timoteo 4: 11; 2 Timoteo 2: 2) Creemos también, que hay dos ordenanzas dejadas por Jesucristo para que las cumpla la iglesia local: El bautismo de los creyentes (Mateo 28: 19) y la Cena del Señor (1 Corintios 11: 23-30). Ambos deben ser administrados por la iglesia. Tales ordenanzas no confieren ninguna gracia a la persona que participa de ellas, por eso no son sacramentos.
Creemos que la iglesia local también está llamada, si así es el caso, a disciplinar a sus miembros, siguiendo el modelo descrito por Jesús (Mateo 18: 15-18). La disciplina en la iglesia, siempre estará buscando el arrepentimiento y la restauración del hermano (a) que ha pecado (Gálatas 6: 1). Santificación Creemos que la santificación, como la muestra la Biblia, se divide en tres áreas: La santificación instantánea: Que se obtiene al recibir a Cristo como Salvador personal. Una persona que ha creído en Cristo, inmediatamente es un santo delante Dios (Romanos 16: 15; 15: 31; 2 Corintios 1: 1; 13: 13; Efesios 1: 4). La santificación progresiva: Así como el cristiano ha sido declarado santo, también, Dios le amonesta a separarse más y más del mundo controlado por Satanás (1 Corintios 1: 2; Romanos 12: 1-2). Es así como el verdadero creyente se apartará de aquello que tiene apariencia de mal (1 Tesalonicenses 5: 22). Es deber del pastor de la iglesia predicar contra la mundanalidad, y tratar por todos los medios de alejarla de la congregación. La santificación final: También llamada glorificación, que será el día de la redención del cuerpo del creyente. (Romanos 5: 23). El infierno Creemos que todo aquel que no recibe la salvación dada por Jesucristo (no cree en él), será condenado (Juan 3: 18). El lugar donde se llevará a cabo esa condenación, será el infierno. Creemos que el infierno fue un lugar preparado por Dios para castigar a los ángeles que se revelaron junto con Satanás (Mateo 25: 41). La Biblia llama a este lugar en el Nuevo Testamento el infierno (Hades). Y lo describe como un lugar de llama y tormento (Lucas 16: 19-28). Creemos que al final de los días, cuando Dios juzgue a todos, los cuerpos de aquellos que están en el infierno serán entregados y serán lanzados al lago de fuego que es la muerte segunda para toda la eternidad (Revelación 20: 10; 13-15). Y tendrán el castigo de alma y cuerpo en el lago de fuego, junto con Satanás y sus demonios (Revelación 20: 10). Eventos futuros (escatología) Creemos que todos los creyentes, después de su muerte, pasarán (alma y espíritu) a las moradas celestiales junto con Cristo (Juan 14: 1-2; 2 Corintios 5: 1-9; Filipenses 1: 2324).
Creemos que en el día del arrebatamiento, Dios resucitará los cuerpos de los creyentes, los transformará en cuerpos incorruptibles, y estarán (tanto cuerpo, alma y espíritu) junto al Señor en el cielo (1 Corintios 15: 50-55; 1 Tesalonicenses 4: 13-17). Creemos que sobre la tierra vendrán años de tribulación, después del arrebatamiento, en los que Satanás engañará a los pueblos, a través de sus siervos, el anticristo (inicuo, primera bestia) y el falso profeta (2 Tesalonicenses 2: 2-10; Revelación 19: 19-21). Creemos que después de la tribulación, Jesucristo vendrá desde los cielos con sus ángeles y santos para destruir a aquellos que se juntará para hacer guerra contra el pueblo de Dios. Esta es la guerra de Armagedón (Revelación 19: 11-21; Revelación 1316). Donde Jesús saldrá victorioso. Cristo entonces reinará en la tierra por mil años, en un reinado de justicia y paz (Revelación 20: 1-6). Después del milenio, Satanás será suelto por un poco de tiempo y engañará nuevamente a los habitantes de la tierra, para hacer guerra contra los santos, pero por muy poco tiempo, pues Dios mandará fuego del cielo y los destruirá en la guerra de Gog y Magog (Revelación 20: 7-15). Creemos entonces, que está tierra pasará por fuego y Dios creará nuevos cielos y nueva tierra, la nueva Jerusalén (Revelación 20: 9; 2 Pedro 3: 12-13; Revelación 21: 1-3). Nota: Entiéndase Actos como Hechos y Revelación como Apocalipsis.