“Legado: la civilización y los judíos” De Abba Eban La primera diferencia entre la religión judía y las contemporáneas ya en época de Abraham, es el lugar que se le da a la responsabilidad humana en el propio destino. Lo que ocurre no tiene tanto que ver con la ira de los Dioses y sus caprichos, cuanto con la responsabilidad en el uso de la libertad, de los seres humanos. Para Abraham no era tanto un Dios universal cuanto un Dios, único, pero de su familia o clan. LA idea de un Dios único universal aparecerá bastante más adelante en la historia de Israel. Como eran nómades no tenían, ni fabricaban esculturas, monumentos, templos, etc: “Las creaciones espirituales sólo podían ser expresadas en palabras, debían ser portátiles. Debían ser creaciones independientes del espacio. Lo único portátil entre las diversa formas de expresión creativa, son las creencias e ideas que lleva cada persona consigo misma” Ya en tiempos del desierto, de la liberación de Egipto, una de las características del pueblo judío era la conciencia de la existencia del bien y el mal y de la propia responsabilidad en la libre elección del bien: “Los hebreos fueron sostenidos (…) por la protección del Señor y la fe de Israel. Al mirar hacia atrás al éxodo, los Israelitas comprendieron que Dios los había sacado de Egipto, no sólo para aliviar sus miserias y poner fin a su opresión, sino también para ofrecerle los verdaderos dones de la libertad humana y de la responsabilidad humana, a través de la ley(…) lo que nació en el Sinaí fue el ideal de esperanza y progreso y la creencia empecinada en la posibilidad del mejoramiento de la vida humana(…) por encima de todos los mandamientos aparecía el concepto de la capacidad de los seres humanos para elegir entre el bien y el mal, para liberarse de la desesperanza y del desastre repetitivo, para cumplir los designios divinos a través de los propios actos. Los seres humanos debían ser responsables por su propio futuro” Eran gente, por esto mismo, de libre expresión, creativos y altamente discutidores por no poseer una autoridad que dijese como actuar, más que la ley de moisés: “La desventaja que surgía de la falta de una autoridad central permanente fue agravada por su talento para la libre expresión, el disenso y la protesta. Talento que habían desarrollado brillantemente durante su peregrinaje por el desierto. En los tiempos de crisis surgía un líder (juez) inspirado, según la Biblia, por el Espíritu del Señor. Su autoridad estaba basada exclusivamente, en sus cualidades personales” Tanto para el Rey como para el hombre común, en igual medida, existía una puntillosa diferencia entre el bien y el mal, que había sido impuesta a los hijos de Israel desde que Moisés recibiera la ley en el Sinaí (…) La ira del profeta estaba dirigida contra cualquier deterioro del comportamiento que imponía a los judíos su propia identidad. Pero el profeta levantaba la voz contra infracciones, pecados y delitos personales.Todavía no se preocupaba por los principios generales de la moral. Durante los siglos de dominio Asirio, la amenaza a la supervivencia Judía no fue sólo física, sino también espiritual. Es irónico que fueran precisamente las influencias extranjeras, de las cuales se pudiera haber esperado que socavaran la vida religiosa judía, las que crearon las condiciones para un renacimiento de las inquietudes espirituales. Por lo tanto no resulta del todo extraño ni sorprendente descubrir que la edad de oro de los profetas fueran precisamente los años de dominio extranjero. La profecía era una institución antigua. Puede ser hallada en muchos pueblos .Pero en Israel tomó una forma distintiva y original .Su papel fue, no tanto predecir el futuro, como el de proteger, extender y elevar la vida espiritual de los Judíos.
Debemos recordar que los primeros Israelitas no vivían en el vacío. Vivían en un mundo real cuyos valores se diferenciaban bastante de los suyos propios. Pero creían ser poseedores de una gran verdad. Y eventualmente llegaron a creer que habían sido elegidos para cargar con la responsabilidad de compartir esa verdad con los demás. Paso a paso, evolucionaron de la devoción al culto y los rituales en sí mismos, a la comprensión del significado moral de sus creencias.