Las Instituciones Como Agentes Moralizadores

  • June 2020
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LAS

INSTITUCIONES COMO AGENTES MORALIZADORES.

La aventura causa ansiedad, Pero no aventurarse es perderse a uno mismo, Y aventurarse es justamente Tener conciencia de sí mismo. Kierkegaard. El individuo es el origen y el destino de la libertad, de la moral y de todas las empresas del hombre, pero cuando estos conceptos tienen que objetivarse aparece la concepción del mundo, la historia y las instituciones. Estas últimas, como agentes moralizadores y socializadores. De las concepciones del mundo, los modelos Antropofilosóficos y las teorías éticas ya hemos hablado. Los hemos ubicado por etapas, sin embargo, el análisis de las instituciones no lo hemos profundizado, no le hemos dado un tratamiento teórico, es decir no lo hemos ubicado en una teoría, por ello se hace inminente que hablemos de ellas para precisar como construyen, institucionalmente, los individuos sus modelos de ser humano y sus espacios de libertad. Buscando con ello la relación de la moral con las instituciones. Para eso arriésganos inicialmente una definición sobre las instituciones que sirva de base para las precisiones posteriores. Nosotros decimos que una institución es un núcleo o agrupación de individuos constituida de manera formal para cubrir históricamente las necesidades individuales, colectivas del sistema, mediante la conformación la consolidación política de formas y rituales entre los individuos y el poder imperante en todos los niveles de la realidad, desarrollados mediante una cohesión interna (del núcleo o agrupación) y externa (con la sociedad en su conjunto) de la misma organización pero que puedan funcionar independiente de los individua que los conforman. Como todos sabemos, las instituciones son tan viejas como la humanidad, ellas son las encargadas de civilizar al hombre, de simbolizarlo e inducirlo a fortalecer social vigente o modificarlo, de esa manera, las instituciones adquieren un carácter pedagógico, socializador, en el que descansa el poder político, ya que del cumplimiento, de sus metas o tareas asignadas, depende del desarrollo social, el avance o progreso de las fuerzas productivas y la consolidación, equilibrio y fortaleza de un sistema político. Sin embargo, lo que casi siempre implica un avance, en ocasiones, lento y tortuoso en la sociedad, pero que supone que cada una de las instituciones se ha consolidado en diferentes etapas o épocas históricas, según las necesidades del sistema político y por las más variadas circunstancias. Si sabemos que el sistema económico es el centro de todo sistema político, podemos entender que todas las instituciones giran alrededor de los medios de producción y del sistema político, debemos también agregar que ellas pueden ser el origen de la producción y la reproducción de todas las necesidades.

Por lo tanto las instituciones como la familia, la escuela, la iglesia, los sindicatos, las empresas, la profesión, el estado y los medios de comunicación, realizan sus acciones fundamentales con la intención de fortalecer o cambiar, objetiva o subjetivamente a los medios de producción. Por eso, en ese camino doble, en el que avanza el sistema y a la vez se fortalece a la sociedad en su conjunto, las instituciones tienden a usar el convencimiento, y en raras ocasiones, la fuerza a través de proyectos políticos o el establecimiento especifico de leyes, de ahí la máxima: “nadie está por encima de la ley”. En esa acción pedagógico-política, las instituciones se han constituido en lo que hoy conocemos como la superestructura social, fundamentalmente por la función que asumen a partir de la estructura económica (modo de producción), aunque no de una manera mecánica, sino a través de un proceso denominado, Dialéctica Social. Ese juego de enseñanza y de poder se convierte en un poder y un hacer poder. Además la cuestión del hacer nos es tan fácil “lo forma de hacer las cosas” institucionales, nos puede hacer caer en serias contradicciones inherentes al sistema político, a las instituciones o a nosotros mismos, porque si bien es cierto que nadie se salva de la existencia de las reglas morales, de igual manera lo es que nadie sabe a ciencia cierta las reglas exactas pasar inculcar las normas y establecer los valores y los comportamientos entre los individuos, en la mayoría de los casos se establecen con valores entendidos o través de formas simbólicas. De ahí que lo que funciona con alguien no siempre funciona con otra persona, o no se hace de igual manera de una persona a otra, eso sin contar que la convivencia tiende a pervertir la convivencia las relaciones porque puede relajar rigidizar la autoridad en el juego de la propuesta de la autoridad moral. Es decir, la misma relación entre personas tiende a evitar la exigencia o compromiso de que las cosas se cumplan o la presencia del esquema dominado-dominador “haga acto de presencia”, ya que este es un fantasma eterno con las relaciones humanas. Hay personas que felices con no cambiar las cosas, pues esa forma de ver la vida es mas sencilla y aunque al dominado no esta exento de lo mismo, lo cierto es que el dominado no siempre le cuesta mucho esfuerzo aceptar su condición de dominado, contra lo que pudiera suponerse.

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