LABORATORIO por Rosario Curiel Ante la poesía muerta -¿qué es poesía?, preguntas, todos preguntamosprefiero la que se hace y renace la que se (de)construye con materiales de derribo tales como la desesperación y su hermana la esperanza la sonrisa tremenda de un niño que llama a la puerta con la ilusión de los momentos inaugurales la basura de la que podemos extraer reciclar (esa palabra tan gastada que pretende re-anudar el mismo ciclo cuando lo bonitogenialespasmódicamente humano sería un neociclar) ropas antiguas y baratas cajas de cartón que antes albergaban bombones, por ejemplo. Y otras tantas cosas-células expandibles de nuevos contenedores que serán felices como nosotros y acabarán pipeteados por cualquier supuesto creador y en fin no quisiera hablar demasiado -siempre hablo demasiado, lo sé, es un vicio congénitopero Prefiero la gestación de la poesía a la gestión de la peosía o algo parecido que se contiene a duras penas en versos y es tan mortecino el gesto del ícaro pequeñito que se despeña desde los honores de quizás premios quizás mujeres u hombres que le dicen québonitoohquébonito y entonces se inauguran actos expresamente pensados para la especie de los canaperos, esos individuos inteligentes de nuestra raza que comen de manera gratuita apiñándose ante mesas largas y rectangulares mientras en un ángulo del salón bostezaduerme la lira o el arpa o quien sea que esté hablando de sí mismo -a veces con gesto ilusionado, de niño que llama, etcétera, a veces con los ojos convertidos en huecos porque se piensa que siempre hay algo mejor que escribir o artear como vivir la vida hartera o artera o algo que seguro desconozcoy es por eso que prefiero romperme la bata blanca de las preguntas con el ácido de las palabras.